Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la IV Conferencia de Países no Alineados, en Argel, República Argelina Democrática y Popular, el 7 de septiembre de 1973

Fecha: 

07/09/1973

Señor Presidente;

Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno;

Representantes de los heroicos movimientos de liberación nacional; Señores delegados:

Al expresarles, compañero Boumediene, a usted, a sus compatriotas y a los distinguidos representantes de los pueblos reunidos en esta Conferencia el saludo de la delegación cubana, quisiéramos subrayar la significación que atribuimos al hecho de que esta IV Conferencia de Países No Alineados tenga como escenario a Argelia, cuyo pueblo, con su lucha heroica y sostenida, despertó la admiración y constituyó el estímulo de los países que hemos luchado por la independencia nacional contra los opresores.

Deseo recordar que Cuba es un país socialista, marxista-leninista, cuya meta final es el comunismo (APLAUSOS). ¡De esto nos sentimos orgullosos! Basándonos en esa concepción de la sociedad humana, determinamos nuestra política nacional e internacional. Somos por encima de todo leales a los principios del internacionalismo proletario, y mis palabras serán consecuentes con estas ideas. Todo revolucionario tiene el deber de defender valientemente sus criterios, y es lo que me propongo hacer aquí.

Se ha hablado en esta Conferencia de distintas formas de división del mundo. Para nosotros el mundo se divide en países capitalistas y países socialistas, países imperialistas y países neocolonizados, países colonialistas y países colonizados, países reaccionarios y países progresistas; gobiernos, en fin, que apoyan al imperialismo, al colonialismo, al neocolonialismo y al racismo, y gobiernos que están contra el imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo y el racismo.

Esto nos parece fundamental en el problema de la alineación y la no alineación, porque nada nos exime en absoluto de la obligación esencial de combatir enérgicamente los crímenes que se han cometido y se cometen contra la humanidad.

Este movimiento ha crecido indiscutiblemente, y ello nos satisface, como ocurre en el caso de la América Latina, cuando la presencia de tres nuevos Estados —Perú, Chile y Argentina— responde a cambios políticos progresistas que han tenido lugar en estos países. Pero la calidad, y no el número, es lo que debe importar a los fines de este movimiento si queremos realmente tener una fuerza moral y política ante los pueblos del mundo. De no ser así, podemos correr el riesgo de que las fuerzas reaccionarias penetren en su seno para entorpecer sus objetivos, y de que la unidad y el prestigio de los países no alineados se pierdan irremediablemente (APLAUSOS).

Aunque las cuestiones económicas relacionadas con los intereses de los países que representamos cobran justificada y necesaria fuerza, los criterios políticos que sustentemos son y serán factor fundamental de nuestra actividad.

En este terreno político se ha observado, durante los meses de preparación de esta Conferencia, e indudablemente en detrimento de nuestra causa y con utilidad solo para los intereses del imperialismo, la tendencia preocupante de enfrentar a los países no alineados con el campo socialista.

La teoría de los dos imperialismos, uno dirigido por Estados Unidos y otro supuestamente por la Unión Soviética, alentada por los teóricos del capitalismo, ha encontrado eco —unas veces deliberadamente y otras por ignorancia de la historia y las realidades del mundo de hoy— entre voceros y dirigentes de los países no alineados. A ello contribuyen, desde luego, los que desde supuestas posiciones revolucionarias lamentablemente traicionan la causa del internacionalismo.

En ciertos documentos políticos y económicos elaborados con motivo de esta Conferencia, se ve aflorar, de una forma o de otra, y de diversos modos matizada, esta corriente. A ello se opone y se opondrá resueltamente, en todas las circunstancias, el Gobierno Revolucionario de Cuba. Y por ello nos vemos obligados a abordar aquí, como cuestión esencial, este delicado tema.

Algunos, con evidente injusticia e ingratitud histórica, y olvidados de los hechos reales y del profundo e insalvable abismo que media entre el régimen imperialista y el socialismo, pretenden ignorar los gloriosos, heroicos y extraordinarios servicios prestados a la humanidad por el pueblo soviéticos (APLAUSOS). ¡Como si el desplome del colosal sistema de dominio colonial implantado en el mundo hasta la Segunda Guerra Mundial y las condiciones que hicieron posible la liberación de decenas y decenas de pueblos anteriormente subyugados en forma directa por los países coloniales, la desaparición del capitalismo en amplias regiones del mundo y el surgimiento de fuerzas que mantienen a raya la insaciable voracidad y el espíritu agresivo del imperialismo, no tuvieran en absoluto que ver con la gloriosa Revolución de Octubre! (APLAUSOS)

¿Cómo se puede calificar de imperialista a la Unión Soviética? ¿Dónde están sus empresas monopolistas? ¿Dónde está su participación en las compañías multinacionales? ¿Qué industrias, qué minas, qué yacimientos petrolíferos posee en el mundo subdesarrollado? ¿Qué obrero es explotado en algún país de Asia, Africa o América Latina, por el capital soviético?

La cooperación económica que la Unión Soviética presta a Cuba y a otros muchos países no salió del sudor y el sacrificio de los obreros explotados de otros pueblos, sino del sudor y el esfuerzo de los trabajadores soviéticos.

Otros lamentan que el primer Estado socialista de la historia humana haya llegado a ser una potencia militar y económica. Nosotros, los países subdesarrollados y expoliados, no debemos lamentarlo. Cuba se regocija de ello. Sin la Revolución de Octubre y sin la inmortal hazaña del pueblo soviético, que resistió primero la intervención y el bloqueo imperialista y derrotó más tarde la agresión del fascismo y lo aplastó al precio de 20 millones de muertos, que ha desarrollado su técnica y su economía a un costo increíble de esfuerzo y heroísmo sin explotar el trabajo de un solo obrero de ningún país de la Tierra, no habrían sido en absoluto posibles el fin del colonialismo ni la correlación de fuerzas mundial que propició la lucha heroica de tantos pueblos por su liberación.

No puede ni por un segundo olvidarse que las armas con que Cuba aplastó a los mercenarios de Girón y se defendió de Estados Unidos, las que en manos de los pueblos árabes resisten la agresión imperialista, las que usan los patriotas africanos contra el colonialismo portugués, y las que empuñaron los vietnamitas en su heroica, extraordinaria y victoriosa lucha, llegaron de los países socialistas, esencialmente de la Unión Soviética (APLAUSOS).

Las propias resoluciones de los países no alineados nos ayudan a comprender por dónde pasa hoy la línea divisoria de la política internacional.

¿A qué Estado han condenado esas resoluciones desde Belgrado a Lusaka por su agresión a Viet Nam y a toda lndochina? A los Estados Unidos imperialistas. ¿A quién acusamos de haber armado, apoyado y sostener todavía al agresor Estado israelí en su rapaz guerra contra los países árabes y en su cruel ocupación de los territorios donde tienen derecho a vivir libremente los palestinos? Al imperialismo de Estados Unidos. ¿Contra quién protestaron los países no alineados por la invasión y bloqueo de Cuba, por la intervención en Santo Domingo y por mantener bases en Guantánamo, en Panamá o en Puerto Rico, contra la voluntad de sus pueblos? ¿Quién estuvo detrás del asesinato de Lumumba? ¿Quién apoya a los asesinos de Amilcar Cabral? ¿Quiénes contribuyen a mantener en Zimbabwe un Estado blanco racista y ayudan a convertir a Sudáfrica en un reservorio de hombres y mujeres negros en condiciones de semiesclavitud? En todos estos casos aparece como culpable el mismo imperialismo norteamericano, que también respalda al colonialismo portugués frente a los pueblos de Guinea Bissau y Cabo Verde, Angola y Mozambique.

Cuando nuestras resoluciones enumeran los millones de dólares, libras esterlinas, francos o marcos que todos los años salen de los países en desarrollo, neocolonizados o colonizados, como consecuencia de inversiones expoliadoras y préstamos leoninos, condenan al imperialismo y no a otro sistema social. No es posible cambiar la realidad con expresiones equívocas.

Todo intento de enfrentar a los países no alineados con el campo socialista, es profundamente contrarrevolucionario y beneficia única y exclusivamente a los intereses imperialistas. Inventar un falso enemigo solo puede tener un propósito: rehuír al enemigo verdadero (APLAUSOS).

El éxito y el porvenir del Movimiento No Alineado estará en no dejarse penetrar, confundir ni engañar por la ideología imperialista. Solo la alianza más estrecha entre todas las fuerzas progresistas del mundo nos dará la fortaleza necesaria para vencer las todavía poderosas fuerzas del imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo y el racismo, y luchar exitosamente por las aspiraciones de justicia y de paz de todos los pueblos del mundo.

Con las angustiosas y crecientes necesidades de recursos energéticos y de materias primas que experimentan los países capitalistas desarrollados para mantener las absurdas sociedades de consumo que han creado, si no existiera la extraordinaria fuerza de contención que significa el campo socialista, el imperialismo se repartiría el mundo en pedazos, nuevas guerras azotarían la humanidad, y muchos de los países independientes que integran hoy este movimiento ni siquiera existirían. Incluso actualmente en los círculos dirigentes de los Estados Unidos hay partidarios decididos a intervenir militarmente en el Oriente Medio si los requerimientos de combustible lo exigieran.

Enajenarnos la amistad del campo socialista es debilitarnos y quedar a merced de las todavía poderosas fuerzas del imperialismo. Sería una estrategia torpe y una colosal miopía política.

Señor Presidente:

América Latina ve preocupada cómo Brasil, bajo el patronazgo de los Estados Unidos, edifica un poderío armado que va más allá de la necesidad de sus gobernantes de emplear la brutalidad militar, el asesinato, la tortura y la cárcel contra su pueblo, y se dirige visiblemente a constituirse en un enclave militar en el corazón de América Latina al servicio del imperialismo norteamericano. El Gobierno de Brasil que, junto con el de Estados Unidos, participó en la invasión de Santo Domingo, y en igual complicidad trabajó para derrocar al gobierno progresista de Bolivia y recientemente coadyuvó a la implantación de una dictadura reaccionaria en Uruguay, es no solo un instrumento de Estados Unidos, sino que se transforma progresivamente en Estado imperialista.

Hoy tiene ya un observador en esta Conferencia, al igual que Bolivia. ¡Esperamos que nunca semejantes gobiernos, de los que todavía padecen algunos pueblos de nuestro continente, sean admitidos en el Movimiento de los No Alineados! (APLAUSOS)

Se ha hablado aquí ampliamente de la situación que prevalece en el Sudeste Asiático y en el Cercano Oriente, de los pueblos oprimidos y desangrados por el colonialismo portugués, de la brutal represión racista en Africa del Sur, Zimbabwe y Namibia.

El imperialismo yanki sigue apoyando al régimen neocolonialista de Viet Nam del Sur, que se resiste a cumplir los Acuerdos de París, y al gobierno títere de Lon Nol en Cambodia.

Israel se burla de los acuerdos de las Naciones Unidas y se niega a devolver los territorios ocupados por la fuerza. Portugal, con el apoyo de los Estados Unidos y de la OTAN, desprecia la opinión mundial y las resoluciones tomadas en su contra por los organismos internacionales. Los gobiernos racistas no solo acrecientan la represión, sino que amenazan a otros estados africanos.

Estas son realidades amargas e indignantes que ponen a prueba la fuerza, la unidad y la voluntad de lucha de los países no alineados. Aquí estamos reunidos los dirigentes y representantes de más de 70 Estados. ¡Adoptemos medidas y acuerdos concretos para aislar y derrotar a los agresores! ¡Apoyemos de manera decidida y resuelta a los pueblos árabes agredidos y al heroico pueblo de Palestina, a los luchadores por la independencia de Guinea Bissau y Cabo Verde, Angola y Mozambique! (APLAUSOS) ¡A los pueblos oprimidos de Africa del Sur, Zimbabwe y Namibia! ¡Luchemos consecuentemente contra los países imperialistas que apoyan y respaldan estos crímenes! ¡Reconozcamos todos los países no alineados al Gobierno Revolucionario Provisional de Viet Nam del Sur (APLAUSOS), y démosle nuestro apoyo pleno en su lucha por el cumplimiento de los Acuerdos de París! ¡Respaldemos a los patriotas de Lao y Cambodia! ¡Y ninguna fuerza del mundo podrá impedir la solución de estos problemas que afectan a nuestros pueblos en el Cercano Oriente, en Africa y en el Sudeste Asiático!

Por la firmeza con que actuemos en estos problemas se medirá la verdadera fuerza y la profundidad real del Movimiento de los Países No Alineados. ¡Cuba apoyará con la mayor decisión los acuerdos que se tomen en este sentido, incluso si ello requiere el aporte de nuestra sangre! (APLAUSOS)

No podemos pasar por alto a la República Democrática de Viet Nam. Ese pueblo mil veces heroico sufrió la más devastadora guerra de agresión; millones de toneladas de bombas fueron lanzadas sobre sus instalaciones económicas, ciudades, aldeas, escuelas y hospitales. Su lucha abnegada y victoriosa contra la agresión imperialista sirvió a los intereses de toda la humanidad. No debemos conformarnos con simples manifestaciones de simpatía. Actualmente ese país admirable se enfrenta a las duras tareas de la reconstrucción. Proponemos a los países no alineados que participemos en la reconstrucción de Viet Nam del Norte, aportando su contribución cada uno de nosotros en la medida de nuestras fuerzas. Esto le daría una nueva y revolucionaria dimensión a los países no alineados en el campo de la solidaridad internacional.

Es necesario que los países no alineados se solidaricen con Zambia y Tanzania frente a las agresiones de Africa del Sur y Rhodesia. Es igualmente necesario que los países no alineados apoyen a la República Popular Democrática de Corea en sus esfuerzos por la reunificación pacífica del pueblo coreano; que le brindemos al pueblo panameño todo el respaldo en su justa lucha por la reivindicación de su soberanía en la Zona del Canal; que les expresemos nuestra solidaridad al pueblo de Chile frente a la conspiración imperialista (APLAUSOS); que nos unamos a la Argentina en su justa reclamación sobre el territorio usurpado de las islas Malvinas (APLAUSOS) y defendamos los derechos del pueblo de Puerto Rico a su plena soberanía (APLAUSOS).

Nuestro país tiene que soportar la humillante presencia de una base yanki en un pedazo de su territorio, mantenida por la fuerza contra la absoluta voluntad de nuestro pueblo que se enfrenta a un riguroso y criminal bloqueo económico por parte de Estados Unidos. Pese a ello se mantiene firme y lleva adelante exitosamente la construcción del socialismo a las puertas mismas de los Estados Unidos. Nuestro país pudo resistir porque llevó a cabo una verdadera revolución que suprimió radicalmente toda forma de explotación del hombre por el hombre, edificando sobre esa base una elevada moral de lucha y una sólida e indestructible unidad.

Si se desea verdaderamente liberar al país de la explotación imperialista, hay que liberar también al pueblo del saqueo que sobre los frutos de su trabajo realizan los feudales, los terratenientes, los oligarcas y los parásitos sociales de todo tipo. Para el pueblo cubano pedimos también la solidaridad de ustedes.

Si el entendimiento con los países socialistas es factor vital para nuestra victoria, la unidad entre los países que luchan por la independencia y el desarrollo es su condición indispensable. Apoyamos todos los pronunciamientos en favor de la mayor unidad de los No alineados ante los problemas capitales de la vida internacional que figuran en las diversas mociones presentadas ante la Conferencia; pero nos inquieta, y más que inquietarnos nos indigna, el saber que un dirigente de la estatura de Sekou Touré tiene que defenderse no tan solo de los colonialistas portugueses sino también de conspiraciones promovidas en el seno de su propia Africa subdesarrollada (APLAUSOS). Nuestra fe en ciertas declaraciones y postulados de unidad disminuyen cuando vemos cómo la República Popular del Congo y la República de Somalia no están libres de asechanzas de otras fuerzas africanas, y cuando sabemos las dificultades del régimen revolucionario de la República Popular y Democrática de Yemen para vencer hostilidades que pueden surgir en Washington pero que se ejecutan desde otras áreas menos lejanas.

Con ello se demuestra de nuevo, que nuestra verdadera unidad no depende de un no alineamiento circunstancial sino de una identidad más profunda y permanente: la originada en los principios revolucionarios, en el común programa antimperialista y en la aspiración a sustanciales y definitivas transformaciones sociales.

Estas son las posiciones de Cuba. Los puntos de vista que acabo de exponer seguramente no serán compartidos por todos los dirigentes aquí reunidos, pero he cumplido con el deber de exponerlos con respeto y con lealtad hacia todos ustedes.

Muchas gracias.

(OVACION)

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