Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a los obreros salitreros de María Elena, Antofagasta, Chile, el 13 de noviembre de 1971

Fecha: 

13/11/1971

Autoridades civiles y militares;

Trabajadores de María Elena;

Vecinos de María Elena:

Tengo entendido que muchos de ustedes escucharon por radio el acto de Pedro de Valdivia.  ¿Fue así o no fue así?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)

Entonces no será necesario que nosotros repitamos muchas de las ideas que expresamos esta mañana en aquella mina.

Nosotros hemos tenido ahora por la tarde la oportunidad de visitar ya el molino donde se comienza a procesar el caliche y hemos tenido oportunidad de ver algunos de los vagones cargados; también —a cierta distancia— el área general de la industria; también la planta donde se procesa, se sintetiza, el nitrógeno con el potasio, y ver incluso el producto terminado.

A nosotros nos ha parecido realmente que ese nitrato potásico tiene una gran calidad, una buena presentación, y creemos que ese producto puede presentarse en cualquier parte del mundo como un producto de gran calidad.

Nos impresionó ciertamente la conversación con los obreros.  Estuvimos conversando con ellos en medio de esa eterna nube de polvo.  Estuvimos conversando acerca de su pasado, de sus luchas, de sus esfuerzos.  Pudimos apreciar a los trabajadores que emplean un máximo de su energía para lograr hacer marchar adelante esa industria.  Y nos impresionó sobre todo su patriotismo, ver en ellos la preocupación fundamental de hoy, que es la de elevar la producción en esa planta.

El salitre chileno tiene una larga historia.  En el salitre fue donde surgió el movimiento obrero.  Los trabajadores de esta región salitrera escribieron numerosas páginas en la historia de Chile para reclamar y luchar por la recuperación de esos recursos naturales y para que esos recursos naturales estuvieran al servicio de Chile.

Nosotros examinábamos hoy algunas cifras de cuándo fue la máxima producción.  Y veíamos que, por ejemplo, en 1928 se llegaron a producir más de 3 millones de toneladas de salitre.  No sé exactamente qué precio tendría en aquella época; posiblemente pueda ser un precio de 25 ó 30 dólares.  Pero pensamos que el valor real de aquellas exportaciones sería más o menos el equivalente de 300 millones de dólares hoy, porque el dólar en aquella época valía mucho más que ahora.  En aquella época cualquier cosa que se iba a comprar valía la tercera parte de lo que vale ahora, cualquier cosa que se fuera a comprar en el mercado internacional.  De manera que si Chile recibía 80 ó 100 millones de dólares en aquella época, la producción total sería el equivalente hoy a unos 250 ó 300 millones de dólares.

Pero prácticamente la inmensa mayoría de esa riqueza se fue del país.  Los chilenos durante mucho tiempo anhelaron recuperar el salitre, durante mucho tiempo lucharon para que el salitre fuera chileno.  ¡Y el salitre hoy es chileno!  ¡El salitre hoy es del pueblo chileno!  Y ustedes tienen una responsabilidad muy grande.

Lo que esperan los antiguos dueños de ese salitre es que ustedes fracasen en la administración y en la marcha de esta industria.  Y sin duda que tendrán dificultades.  Tienen incluso dificultades hoy día.

Según los datos —que creo que están un poquito atrasados—, en los primeros ocho meses, según el compromiso, tenían que haber producido 133 450 toneladas, y habían producido solamente 116 350.  Es decir, estaban en el 87,5% del plan.  Pero parece que ahora están un poquito más abajo; ahora están —si mal no recuerdo— en el 79% del compromiso.  Así que a pesar de todo no se está cumpliendo el compromiso que ustedes hicieron con el Presidente.  Claro, están confrontando algunas dificultades.

En esta cuestión de las dificultades hay que tener cuidado, porque si uno les empieza a echar la culpa a las dificultades, entonces ya tiene una justificación para no hacer el máximo esfuerzo.  Pero parece ser, según me explican algunos técnicos, que han tenido dificultades.  En unas bombas de amoníaco, dicen unos; otros dicen que si las dificultades estaban en la mina, o si estaban en el molino, o si estaban en la planta de...  Miren:  yo creo que ustedes deben saber mejor que yo dónde estaban las dificultades (RISAS).  Que si tenían problemas con algunas grúas.  Pero yo creo honradamente que nadie sabe con toda exactitud dónde están las dificultades.  ¿Alguno de ustedes lo sabe?  ¿Nadie?  (DEL PUBLICO LE DICEN:  “¡Los yankis!”).

¿Pero ya van a empezar a echarles todas las culpas a los yankis?  Yo creo que ya tienen bastante con lo de atrás; las otras, parte la pueden tener y parte pueden no tenerla.

Es indiscutible que la producción industrial del salitre había ido disminuyendo año por año.  Como no surgían nuevos mercados, como no se llevó a cabo una lucha para ver qué posibilidades internacionales tenía este producto, como ocurrieron cosas tales como las que nosotros explicábamos al mediodía de hoy en Pedro de Valdivia con relación, por ejemplo, al comercio con Cuba, parece ser que no hubo nuevas inversiones, parece ser que no hubo nuevas maquinarias, parece ser que fueron dejando envejecer esas máquinas.  porque alguien nos dijo que en una ocasión habían llegado a producir como 300 000 toneladas, ¿no?  Alguna vez llegaron a producir 300 000 toneladas, hace algunos años.  Alguien me dijo que habían llegado a tener una capacidad, si no de       300 000, de unas 280 000 toneladas.  Pero indiscutiblemente que no se hicieron nuevas inversiones.  Nosotros hemos tenido también esas experiencias.  Nosotros hemos visto cómo ya algunas industrias estaban envejecidas, y lógicamente todas las industrias necesitan mantenimiento, necesitan renovación, o de lo contrario no se obtienen todas las capacidades.

Ahora, de todas maneras dicen que desde este mismo estadio ustedes hicieron un compromiso con el Presidente de que iban a producir...  ¿Cuánto dijeron ustedes que iban a producir?  (Le dicen que un millón.)

No, no.  Ustedes, los de María Elena...  ¿Pero nadie sabe?  Aquí tienen a Quintanilla.  ¿Usted quiere explicar?

____________.-   El compromiso de las toneladas de salitre para la oficina María Elena eran 260 000 toneladas.  En esto tenemos que considerar el salitre potásico y el sulfato de sodio.  Y en el yodo el compromiso es de 860 000 kilos anuales.

CMDTE. FIDEL CASTRO.-  ¿Y la cosa cómo va ahora?

QUINTANILLA.-  Los rendimientos actuales, hasta el 1ro de noviembre, son el 92% en el yodo, el 82% de la producción en el salitre y el 65% en el sulfato de sodio.  Pero hay un factor a favor, y es el siguiente:  en el sulfato de sodio vamos a lograr nosotros, respecto al año pasado, un 20% superior este año.  Y en el salitre potásico tenemos que en los últimos cuatro años hemos producido entre 115 000 y 120 000 toneladas; y ahora, con ocho meses, llevamos alrededor de 127 000 toneladas.  O sea, hay una recuperación.

CMDTE. FIDEL CASTRO.-  ¿Y cuáles son los problemas que tienen?  ¿Van a llegar a producirlo?

QUINTANILLA.-  Hay diferentes problemas.  En general los principales son el envejecimiento de la maquinaria, algunas dificultades para obtener repuestos a su debido tiempo; o sea, necesitamos hacer más inversiones para modernizar nuestra planta.

CMDTE. FIDEL CASTRO.-  Lo que él dice es verdad:  comparado con la producción que tuvieron en los últimos años han tenido un incremento notable.  Pero yo lo que me pregunto es que ustedes, que dijeron que iban a producir tanto y más cuanto, qué van a hacer luego, qué van a inventar y qué medidas van a tomar para seguir elevando la producción.

Nosotros pensamos que ustedes sienten un gran cariño por esta zona y un gran cariño por este producto.  ¿No es así?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)

Los de Pedro de Valdivia decían que ellos ahora querían producir más.  ¿Ustedes dicen lo mismo?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)

¿Y no hay ninguna emulación entre esta fábrica y aquella?  ¿Ustedes se piensan quedar detrás de los trabajadores de Valvidia?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)

Díganme una cosa, hablando no de salitre pero sí de deporte:  ¿Quién gana aquí en este estadio?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Tocopilla!”)

¿Quién?  ¿Ustedes?  ¡Ah!  Tocopilla.  ¿En qué gana Tocopilla?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡En béisbol!”)

¡Ah!, pero nosotros no sabíamos que ustedes tenían un equipo de pelota aquí.  ¿Ustedes tienen equipo de pelota?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí, de béisbol!”)

De béisbol.  ¿Pero ustedes hablan español o ustedes hablan inglés?  (RISAS.)  Bueno, señores, béisbol.

(DEL PUBLICO LE DICEN:  “Lo invitamos a una competencia.”)

¿Cómo?  ¿Que me invitan a jugar?  (DEL PUBLICO LE DICEN:  “Sí, usted pasó hoy por allá.”)

Sí, ya sé que pasé.  Y sé que están disgustados por allí también (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”).

Sí (EXCLAMACIONES DE:  “¡Viva Tocopilla!”).

Yo estoy pensando que ustedes tienen mayoría aquí en esta asamblea.

Bueno, entonces, que levanten la mano los de Tocopilla.  Que levanten la mano los de María Elena.  Pero díganme una cosa:  yo creía que los trabajadores de María Elena eran más entusiastas; cualquiera diría que había más gente de otro pueblo aquí.

(Del público le dicen que no llegó a Tocopilla.)

Bueno, realmente pasamos por allí porque nos habíamos retrasado en la salida.  Nosotros nos detuvimos un minutico arriba.  No había nada, no había ni un altoparlante portátil.  Conversamos con algunos vecinos, saludamos a la gobernadora, saludamos al alcalde.  Yo no sabía cómo era Tocopilla, no sabía que era tan grande.

Bueno, ¿entonces por quién no votamos en las próximas elecciones?  ¿Quién es el culpable de todo eso?  No le podemos echar la culpa a la gobernadora:  no sabía nada.  No le podemos echar la culpa al alcalde:  no sabía nada.  ¿A quién echarle la culpa?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡A la radio!”)

A la radio de Tocopilla.  Bueno, pero si nadie le dijo nada a la radio de Tocopilla, ¿cómo ustedes le van a echar la culpa?  Entonces vamos a echarle la culpa...  ¡Hay que buscar a alguien a quien echarle la culpa!

Vamos a echarle la culpa al protocolo y no votar por el protocolo en las próximas elecciones que se den allí (RISAS).

Bueno, en honor a la verdad me voy a echar un poco la culpa también, porque en el camino nosotros nos detuvimos dos o tres veces, porque nos ocurrieron dos o tres anécdotas.  Primero, los compañeros que venían con nosotros nos dicen:  “¿Ven eso?  Es una posada.” ¡Ah!, muy bien, vamos a ver.  Ya nosotros empezábamos a sentir sed por el desierto.  Y entonces llegamos.  Bueno, yo decía:  No tiene mucho tipo de eso, ¿no?, pero entramos.  Preguntamos:  Bueno, ¿esta es la posada?  “No, esta no es la posada.  Aquí vivimos nosotros, unos pescadores.”  Y eran unos pescadores de almejas.  Había como dos docenas de almejas magníficas, ¡una merienda de almejas!  Los primeros que llegamos allí tocamos a almeja y media que, por cierto, eran de una extraordinaria calidad.

Bueno, averiguamos todo:  cuánto valía la docena de almejas, cómo eran, y creo que nos dijeron que tres escudos, según la última...  ¿Cómo se llama esa cosa que ustedes hacen todos los años con los escudos?  Según el último índice del costo de la vida.

Entonces después llegamos a otro punto...  Pero nos alegramos mucho de ver aquel pescador, un hombre de verdad que...  Un chileno de cuerpo y alma.  Le quisimos regalar algo y no teníamos nada.  Entonces alguien saca una banderita de Cuba, chiquitica, y le regaló una banderita.  Y digo:  ¿Pero cómo vamos nosotros a regalar la banderita?  Porque es una presunción nuestra y...  Bueno, pero el hombre dice:  “No, no.  Para nosotros lo más importante es la satisfacción de que nos hayan visitado aquí en la casa.” De verdad, una respuesta bonita, hermosa.  Entonces nosotros le regalamos la banderita, que era lo único que teníamos.  Como un símbolo, ¿no?

¿Por qué yo decía que era presunción?  Bueno, porque siempre uno no debe regalar algo si no se sabe si se desea o no, ¿verdad?  Pero vimos que aquel hombre dijo aquella frase...

Después, más adelante, nos dicen:  “Esa, esa sí es una posada.”  Entonces, bueno, por fin, aquella se veía una casita mejor.  Bajamos.  Entramos.  Saludamos.  Y dicen:  “No, esta no es una posada; nosotros no tenemos posada”, dijo una señora.  Y entonces había allí un perro y un ovejo, y nosotros preguntamos:  “Bueno, ¿y este perro qué come que está tan gordo?”  Dice:  “Ese come pescado.”  ¿Y este ovejo?  Dice:  “Pastico, come pastico por aquí.”  Y nosotros mirábamos por todos los alrededores y no veíamos una brizna de nada.  Yo llegué a pensar que el ovejo comía también pescado (RISAS).

Pero nos volvemos a encontrar con otra persona maravillosa que era aquella señora.  Le preguntamos, nos explicó cómo pescaban, las artes de pesca; pero todas las preguntas...  Tenía 11 hijos; cuatro o cinco estaban con el padre, pescando.  Entonces después fuimos allí a donde estaban los pescados, para comparar cómo eran los pescados, si se parecían a los de nosotros —porque el Pacífico ustedes saben que está lejos del Caribe—, y nos encontramos una cosa muy curiosa:  había un pescado que se llama...  (DEL PUBLICO LE DICEN:  “Congrio.”)

No, congrio no.  Ellos tenían congrio allí, una lista de congrios, pero el hombre que los recoge no los había ido a recoger.  Jurel.

Fuimos entonces y vimos unos pescadores y nos enseñaron el jurel.  No era igual, pero era parecido al de Cuba y se llamaba jurel; cabrilla, no era igual, pero parecida a la de Cuba y se llamaba cabrilla; sierra, no era igual, pero era parecida a la de Cuba y se llamaba sierra (RISAS).

(DEL PUBLICO LE DICEN:  “¿Hay pescados revolucionarios en Cuba?”)

Sí, casi todos son revolucionarios, porque en la medida en que nos ayudan a mejorar el abastecimiento son muy revolucionarios los pescados (APLAUSOS).

También nos encontramos otra magnífica persona.  Realmente pasamos unos minutos, apurados, porque todo era por la hora.  Y entonces conseguimos tres cabrillas.  Realmente pedimos una y nos regalaron tres.  Y por cierto que fuera de tiempo las cocinaron y todo.  Yo dije:  Esta noche estas cabrillas las vamos a hervir nosotros; pero prepararon una sopa por allá y las cabrillas fuera de tiempo fueron consumidas.  Venían afuera en uno de los automóviles que venía delante y yo veía aquellas cabrillas y decía:  ¿Qué pensará la gente de estas cabrillas?  Pensarán que esto es un exorcismo, una brujería, que nosotros andamos con unos pescados afuera.  Pero me dijeron que aquí las cabrillas las llevan fuera en el automóvil.  Parece ser que como ustedes tienen un clima tan maravilloso, pues no necesitan ni refrigeradores (RISAS).

Yo venía realmente preocupado, porque nos pasaron todas esas cosas.  Incluso, llegamos hoy por la tarde aquí y estuvimos unos minutos en la casa de visitas, la casa del americano, ¿no?  ¿Es la casa del americano?  (DEL PUBLICO LE DICEN:  “¡Era!” )

Era.  Pero miren qué casualidad.  Yo dije:  Bueno, si hay una casa allí, seguro que era la del americano, porque nos recordaba las cosas de nuestro país:  en todos los centrales azucareros, en todos esos lugares, la casa de visitas era la casa del americano.

Llegamos a la casa del americano.  Y realmente esa era una casa acogedora:  áreas verdes, dátiles, pimienta, todos esos árboles, césped; un oasis allí en el desierto.

Pero, bueno, si ahora es del pueblo y por lo menos a los visitantes los alojan ahí, les voy a recomendar que lo cuiden, porque muchas veces la casa del americano no la cuidan y después se echa a perder; es una desgracia, ¿no?  Pero debiéramos precisamente cuidar las cosas más cuando empiezan a pertenecer al país.

Y sobre lo que decían del pescado revolucionario, nosotros conversando con los obreros, les preguntábamos si ellos recibían el pescado.  Ellos decían que no viene mucho pescado, que no es abundante el pescado en esta zona de María Elena por lo menos.  Y nosotros veíamos que por otro lado allí había una cantidad de pescado que estaban esperando que lo recogieran.

A nosotros nos parece que esta es una zona rica en pescado.  Y una de las cosas que hicimos para ayudar a resolver los problemas de abastecimiento en nuestro país fue incrementar la pesca.

En nuestro país se producían al triunfo de la Revolución 25 000 toneladas de pescado y actualmente se producen 180 000 toneladas de pescado.  Aparte del que se produce, se importan algunas cantidades, aparte de eso; pero nos ha ayudado mucho.  Ustedes tienen unos mares riquísimos en pesca, ustedes tienen una población de cerca de 10 millones de habitantes, y tienen unos 4 millones de cabezas de ganado.  A nosotros, con menos habitantes y más cabezas de ganado, incluso no nos alcanza para el abastecimiento de carne.  Yo creo que ayudaría muchísimo sin duda a la dieta del pueblo chileno si se desarrolla la producción de pescado.

Si ustedes tienen estas facilidades aquí de que no se corrompen fácilmente los productos, es absurdo pensar que pueda haber cualquier déficit de proteína, teniendo la posibilidad de incrementar la pesca.  Y en ese sentido, tendrían ustedes de verdad pescados revolucionarios.

Pero les voy a decir algo más:  en nuestro país hay algunos pescados contrarrevolucionarios (RISAS).  ¿Por qué?  Yo le preguntaba al pescador si nunca se enfermaba nadie que consumía esos pescados.  Porque en nuestro país algunos tipos —entre ellos el jurel ese— algunas veces parece que consumen alguna vegetación marina y como resultado de eso las personas se intoxican con algunos tipos de pescados.  Sin embargo, les hemos preguntado a muchas personas y dicen que no se conoce en esta zona de Chile ningún pescado que produzca ningún tipo de intoxicación.  De manera que parece que no tienen la hierbita esa, la vegetación marina esa que es la causante de esas toxinas en algunas especies de pescado.  Ustedes tienen esa ventaja, y pudieran ayudar mucho a la mejoría de la alimentación.

Pero por esa incursión marina que nosotros hicimos, se fue gastando el tiempo.  Por eso pasamos rápidamente por Tocopilla, para tratar de llegar a tiempo.  Y no llegamos a tiempo.  Cuando habíamos llegado a Pedro de Valdivia, ni siquiera habíamos podido conocer las minas y otras cosas que queríamos ver.  Aquí hemos podido ver un poquito más.  Pero bien, en definitiva nos ha hecho muy buena impresión esta industria, al llegar aquí, estos campos deportivos.

Parece que ustedes tienen campo de básquet también.  ¿Tienen equipo de básquet?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”) ¿Pero campeonatos también?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)  ¿Quiénes son los campeones?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Tocopilla!”)



¿En balompié, quién gana?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Tocopilla!”).

Bueno, pero, ¿cómo es que Tocopilla gana en básquet, en balompié, en béisbol?...

¿Este estadio es solo de balompié, o tienen béisbol aquí también?...  ¿Y dónde juegan béisbol?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡En Tocopilla!”)

Eso no puede ser.  Nosotros vamos entonces a ver si le damos alguna asistencia técnica aquí al béisbol para que le ganen a Tocopilla.  (DEL PUBLICO LE DICEN:  “¡Somos campeón nacional de béisbol!”)  ¿Que Tocopilla es campeón nacional de béisbol?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí”!)

¿Y qué comen los de Tocopilla?  ¿Mucho pescado?  Por eso el pescado no llega aquí (RISAS).

Bueno, ¿y ustedes no mandaron el equipo de béisbol a Cuba para el campeonato mundial ahora?...

¿Y hay algún deportista de Tocopilla en el equipo nacional?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”).

Ya me están empezando a asustar, porque a lo mejor ganan el campeonato allá también, encima de haber ganado el campeonato de pesca submarina (RISAS).

(DEL PUBLICO LE DICEN:  “Los de Iquique”).

Los de Iquique, ¿no?  ¿Son muy buenos pescadores?  ¿Y qué nos apostamos a que si van a Cuba pierden?  (RISAS.)  (Del público le dicen algo.)

Claro, porque ustedes conocen esos mares y conocen los pescados, lo conocen todo.  Pero cuando vayan a pescar en el Caribe no vale (RISAS).  ¿Y ustedes tienen un equipo de pesca submarina también en Tocopilla?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)

Bueno, ¿entonces en qué ganan en María Elena?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nada!”)

¿En fútbol?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)

Esas luces son para el fútbol de noche, ¿no?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)

¿Y estas de aquí tan lejos?  ¿De qué ancho es el campo este?  ¿Estas para qué son?  ¿O ustedes tienen dos campos aquí?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Uno!”)

¿Uno solo?  A mí me parece por lo menos demasiado ancho.  Bueno, si ustedes quieren, nosotros en lo poco que podemos enseñarles algo es en béisbol.  Podrían ustedes, ya que se han envanecido tanto los de Tocopilla, los de María Elena...  (EXCLAMACIONES)

Les aseguro una cosa:  les ayudamos a organizar un equipo aquí y le van a dar guerra a aquella gente.  ¿Qué les parece?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Muy bueno!”)

Otra pregunta que queremos hacerles:  ¿Ustedes aquí tienen escuelas secundarias?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)

En María Elena.  ¿y en Pedro de Valdivia no?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)

¿Y en dónde estudian los jóvenes de Pedro de Valdivia?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Aquí!”)

¿Vienen acá?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)

¿Entonces, cuál pueblo es más grande?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Este!”)

¿Este es más grande?  ¿Y cómo producen menos nitrato?  (RISAS.)

Nos dicen que el próximo año van a tener un liceo en Pedro de Valdivia.  (DEL PUBLICO LE DICEN:  “¡No se necesita liceo, compañero!”).  ¡¿Que no lo necesita?!  (DEL PUBLICO LE DICEN:  “¡Una escuela industrial hace falta!”)

Bueno, realmente pueden necesitar las dos cosas; pueden necesitar la secundaria.  ¿Al liceo no es donde van los estudiantes después de sexto grado aquí en Chile?...  (DEL PUBLICO LE DICEN:  “En el octavo.”)

¿Después del octavo?...  Bueno, yo en esos problemas no me meto (RISAS).  Arréglenlo ustedes aquí con el alcalde, con el gobernador, con los diputados y demás candidatos de ustedes.

Yo, si quieren, hablo de béisbol, de básquet, de fútbol, de pesca y de todo eso.  Y si quieren los podemos ayudar en algún deporte, si ustedes aceptan.  Pero hasta ahora no han demostrado ningún interés (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”).  Lo tienen, ¿verdad?  Bien.

Nosotros queremos decirles que pensamos que tienen delante de ustedes grandes responsabilidades.  Tienen delante tareas que no son fáciles.  Tienen ahora todos los problemas relacionados con el mantenimiento de la industria, las piezas de repuestos, las cuestiones relacionadas con la producción.  Y lo mismo que compiten en el deporte, debieran de competir también en las cuestiones relacionadas con la producción.

Tengan en cuenta lo que significó para Chile el lograr algún día decir que el salitre por fin era chileno.  Y ahora que en manos de ustedes están esas responsabilidades, tener la conciencia de hacer avanzar esa industria.

Nosotros les explicábamos que estábamos interesados en la producción de nitrato de potasio.  Nosotros hablábamos en Pedro de Valdivia de que la producción de nitrato de potasio posiblemente tenga muchos usos en muchos países, y que en nuestro país íbamos a estudiar qué posibilidades había de usar el nitrato de potasio.

A nosotros nos parece que las perspectivas fundamentales no están tanto en el consumo interno de Chile como en la exportación.

¿Qué ocurre con el consumo interno?  Que el nitrato es un producto para usarlo en determinados cultivos, en determinadas condiciones.  Hay cultivos que necesitan el nitrógeno en otra forma.  Hay veces que, por ejemplo, si se quiere hacer un riego de nitrógeno foliar, se necesita la urea.  Si van a hacer un regadío por aspersión en el trigo, en algunos granos, incluso en algunas leguminosas —los frijoles, los porotos—; si van a hacer riego foliar en los frutales, en el cítrico, en los manzanos, en las uvas; si van a hacer riegos foliares en el arroz y en otros muchos cultivos, no pueden usar el nitrato porque al usar el nitrato quemarían las plantas.  Por eso se ve que el país, a la vez que usa una parte de nitrato potásico y el nitrato de sodio, tiene que importar nitrógeno para determinados usos, en determinadas circunstancias.  Pero es que hay algo:  las distancias son grandes.  Entonces hay que embarcarlo, volverlo a desembarcar en otras zonas e iniciar el traslado en grandes cantidades.

Ahora, lo mismo que en Chile hay cultivos que necesitan el nitrato, en casi todos los países existen cultivos que necesitan también el nitrato, y que por tanto es conveniente buscar todos los posibles mercados.

A nosotros nos parece que ha habido en los últimos tiempos, en los últimos años, un estado de ánimo pesimista con respecto a las perspectivas del nitrato.  Y está por ver cuáles son todas sus posibilidades.  Y a nosotros nos parece que en el mercado exterior ya es más sencillo:  se lleva al puerto por ferrocarril, se embarca a granel y se traslada a los países que necesiten ese nitrato.  Es posible que incluso en el mismo Chile, porque tienen necesidad del nitrógeno en otra forma, y necesitan en su agricultura —para satisfacer las crecientes necesidades de la población—, necesitan nitrógeno en forma de urea.  Es posible que incluso en el propio Chile algún día produzcan algún nitrógeno sintético.

Hay que entender perfectamente bien que cada una de estas fórmulas de fertilizante tienen sus usos determinados.  Nosotros entendemos que el consumo interno de Chile actualmente es de unas   200 000 a 250 000 toneladas.  Desde luego que una agricultura desarrollada llevaría mucho más fertilizante.  En nuestro propio país la cantidad de nitrógeno que nosotros emplearemos en los próximos años es prácticamente el doble del total de nitrógeno contenido en un millón de toneladas de nitrato de sodio, ¡el doble!  Es decir, el equivalente de   2 millones de toneladas de nitrato de sodio.  Es la cantidad de nitrógeno que nuestro país empleará en los años futuros.

Ahora, nosotros tenemos, por ejemplo, en caña aproximadamente    1 400 000 hectáreas, y la caña lleva bastante nitrógeno.  Pero cosa curiosa:  también lleva potasio.  El arroz lleva bastante nitrógeno.  Los pastos llevan bastante nitrógeno.  Nosotros no tenemos las leguminosas naturales que tiene Chile para la ganadería.  Nuestro país, tropical, es un país donde la gramínea crece mucho mejor, y alimentamos el ganado fundamentalmente a base de gramínea.  Es por eso que nuestro país necesita mucho nitrógeno.

Pero también la agricultura chilena, sus pastos y su agricultura, seguramente necesitará cada vez más.  No creemos que puedan resolver todo el nitrógeno a base de nitrato, y que necesitarán otra forma, y que incluso posiblemente algún día desarrollen alguna industria de este tipo.  Es posible que esté incluido en los planes de desarrollo del gobierno de la Unidad Popular.

Pero nosotros creemos que no están aprovechadas todavía todas las posibilidades.  Nosotros explicábamos hoy en Pedro de Valdivia el caso de Cuba:  cómo nosotros podemos ser clientes, cómo nosotros hubimos de gastar en los últimos años decenas de millones de dólares en Europa comprando nitrógeno; cómo, por otro lado, Chile gastó decenas de millones de dólares comprando azúcar; cómo, por otro lado, se vio en la necesidad de invertir decenas de millones de dólares para incrementar la producción azucarera, cuando tenía obreros desempleados, cuando tenía posibilidades de producir ese mismo nitrógeno que nosotros estábamos comprando en Europax.  Esas cosas han ocurrido.

Tal vez nosotros, si hubiéramos tenido garantizado un suministro de nitrato de potasio o de nitrato de sodio de Chile, habríamos programado producciones inferiores de nitrato sintético, y sin embargo se perdieron esas posibilidades.

Estoy mencionando un solo caso:  el de Cuba.  Y nosotros hemos oído que ustedes están vendiendo también nuevas cantidades de nitrato a otros países.

Ustedes tienen la historia del azúcar en nuestro país.  Estaba el problema de los mercados del azúcar:  que si se producían tantos millones y no había mercado; y sin embargo, nuestro problema hoy...  Todo el azúcar que nosotros produzcamos tiene mercado.  Lo mismo se produzcan seis, siete, que ocho, que nueve, que diez.  Ya para nuestro país no hay problema de mercado.  Eso a pesar del bloqueo, eso a pesar de que perdimos el mercado norteamericano, donde vendíamos el 80% de nuestros productos.  Lo perdimos.  Y a pesar de eso, el mundo tenía suficientes necesidades de azúcar y de otros productos.  De manera tal que nosotros vendemos el ciento por ciento de lo que producimos.  Y si produjéramos un 50% más, tendríamos también mercados para todos esos productos.

Si la realidad ha demostrado eso, nosotros creemos también que Chile se puede beneficiar ampliamente del comercio internacional, y que en el futuro los problemas no serán de mercados.  Porque hay además, dos mercados en todos los productos:  uno es el mercado interno, que ese mercado interno es grande.  Si no hay empleo, no hay mercado interno.  Y luego también el mercado externo.

Con el triunfo de la Revolución en nuestro país el mercado interno se amplió extraordinariamente.  Fíjense que nosotros habíamos hecho un plan de producción de huevos de 60 millones mensuales y creíamos que con esa producción, una producción estatal, abastecería las necesidades.  Actualmente estamos produciendo más de 120 millones mensuales, sin contar la producción de pequeños agricultores, y no alcanza.  Si todo el mundo está trabajando, si tiene dinero, todo lo que aparece por cualquier lugar tiene clientes.  De manera que nuestro mercado interno creció extraordinariamente; y el mercado externo, a pesar del bloqueo, existe en cantidades suficientes para todo lo que nosotros seamos capaces de producir.

Por eso nosotros creemos que tal vez ustedes encuentren que este producto —que ha constituido parte fundamental de la lucha de los trabajadores, parte fundamental de la historia de los últimos tiempos de Chile— tenga perspectivas grandes, o por lo menos tenga perspectivas buenas de desarrollo.

La naturaleza los dotó a ustedes de un recurso extraordinario.  Nosotros decíamos en Pedro de Valdivia que este era un lugar único en el mundo, ¡único en el mundo!  A Chile se le conoce por muchas cosas, pero entre otras cosas se le conoce por el salitre.  En todos los libros de química aparece el salitre chileno, en todos los libros de agricultura y de técnicas agrícolas aparece el salitre chileno.  Fue famoso y es famoso.  Son las únicas minas explotables existentes en el mundo.

Y en este lugar desértico por completo ustedes desarrollaron estas industrias, ustedes desarrollaron estas poblaciones, ustedes desarrollaron esta economía, hicieron enormes aportes al país; es decir, lo que fue quedando en el país:  digamos, los salarios, algunos impuestos, era lo que quedaba de lo que es.  Pero por lo menos desarrollaron esta riqueza, que ahora es de ustedes.  Porque en el salitre no hay solo una cuestión económica:  hay una cuestión histórica, hay una cuestión moral, hay una cuestión de conciencia y hay una cuestión revolucionaria.  Porque nosotros sabemos que en todo Chile se considera que los trabajadores del salitre son trabajadores de una alta conciencia patriótica, de una alta conciencia nacional y de una alta conciencia revolucionaria (APLAUSOS).

Es por eso que nosotros hemos tenido una infinita satisfacción al llegar aquí, al tener oportunidad de conversar con los obreros, al tener oportunidad de saludarlos a ustedes y al tener la oportunidad de expresarles la solidaridad y el cariño de la Revolución Cubana (APLAUSOS).

Como nos dicen que a esta hora empieza ya el frío, lo mejor es evitar resfriados y que le demos fin a este acto.

Muchas gracias.

(OVACION)

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