Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto central por el XXXIV aniversario del asalto al cuartel Moncada, celebrado en la Plaza de Artemisa, el 26 de julio de 1987

Fecha: 

26/07/1987
Distinguidos invitados extranjeros;

Familiares de los mártires de la Revolución;

Artemiseños;

Habaneros;

Compatriotas:

En el día de hoy hemos recibido el grato regalo de un gran aguacero (Aplausos). Cuando ya a media tarde escuchaba los truenos y pensaba que estaba lloviendo en Artemisa, yo, que recuerdo tantos 26 de Julio donde la naturaleza amistosa en ocasiones con nuestra Revolución no quiso descargar un solo chubasco, pensaba que hoy, después de años de sequía y en medio de uno de los años más secos que hemos conocido, si teníamos que celebrar este acto bajo la lluvia nos sentiríamos muy felices (Aplausos); y hasta incluso solicité urgentemente un file con una cara plástica, por si acaso algunos apuntes que traigo por aquí se mojaban; aunque casi casi me sé de memoria los datos que, para mayor precisión, apunté.

La naturaleza ha querido algo más, quiso que lloviera o quiso llover una hora antes del acto. Cuando llegábamos veíamos prácticamente que las calles estaban convertidas en ríos, pero todo el mundo en marcha hacia la plaza, y, además, una tarde fresca, protegidos de nuestro ardiente sol. Por eso conmemoramos este 26 de Julio con excelentes augurios (Aplausos).

Le ha correspondido en esta ocasión el honor de esta conmemoración a la provincia de La Habana, y la dirección de la provincia decidió con toda justicia histórica que el acto central tuviera lugar, precisamente, en Artemisa. Al efectuar este acto en Artemisa, no solo rendimos tributo de reconocimiento a la provincia de La Habana, sino también a la vecina provincia de Pinar del Río, a la que en aquellos tiempos perteneciera la ciudad de Artemisa (Aplausos).

Esta provincia creció en la etapa revolucionaria con una división político-administrativa más racional, ya que realmente la que poseíamos provenía de la época de la colonia.

Conozco muy bien esta provincia, creada hace alrededor de 11 ó 12 años con la nueva división, en que este territorio se constituyó en provincia aparte de la antigua Habana, que comprendía también la capital de la república; conozco este territorio no solo porque lo recorrí muchas veces, no solo porque transité miles de kilómetros por los caminos y carreteras de esta provincia antes del 26 de Julio, sino también porque después del triunfo de la Revolución tuve el privilegio de recorrer muchos más miles de kilómetros de este territorio, conocerlo casi como la palma de mi mano, desde allá en los límites del Plan de Genética del Este con la provincia de Matanzas, hasta aquí, en los límites con la provincia de Pinar del Río, porque durante años recorrimos, prácticamente, cada rincón del territorio cuando elaborábamos los planes de desarrollo económico y social de la provincia, y soy por ello testigo de cuánto ha cambiado en estos años.

Tal vez muchos de ustedes sean igualmente testigos, y tal vez un número todavía mayor de jóvenes nacidos después del triunfo de la Revolución no tengan punto de comparación posible con el pasado, por eso es bueno que reflexionemos un poco sobre la obra de la Revolución en esta provincia.

A pesar de ser la región occidental el área más desarrollada del país desde la época colonial, en que alrededor de la capital y en la vecina provincia de Matanzas se desarrollaron grandes plantaciones cañeras precedidas por importantes plantaciones cafetaleras, trabajadas por mano de obra esclava, al triunfo de la Revolución, la provincia era una parte del territorio nacional, como las demás, atrasada agrícola e industrialmente, y cuando la población de la provincia era en aquellos tiempos de aproximadamente 435 000 habitantes —en el territorio que comprende la actual provincia—, el número de desempleados superaba el de 20 000, a lo cual se sumaban decenas de miles de subempleados, cifras que crecían en la época del famoso tiempo muerto. El número total de personas empleadas era de aproximadamente 65 000 al triunfo de la Revolución.

En estos 28 años la provincia ha crecido hasta alcanzar la cifra de 621 000 habitantes, más o menos. Los datos precisos creo que son 621 200. Dicen que 621 180, eso es antes de que nacieran los últimos muchachos ayer por la noche y las semanas anteriores, porque se trata de una cifra que cambia todos los días.

En esta provincia la Revolución ha invertido alrededor de 3 000 millones de pesos. Es una suma importante. ¿En qué se invirtieron? Pues, por ejemplo, se han construido miles de kilómetros de carreteras, autopistas y caminos. Como consecuencia de ello, hoy el territorio de la provincia de La Habana, una provincia fundamentalmente agrícola, aunque ha adquirido ya un importante nivel de industrialización, cuenta con 0,39 kilómetros de carreteras pavimentadas por kilómetro cuadrado. Es realmente un índice muy elevado que está a la altura del territorio de cualquier país industrializado del mundo.

Se han construido 16 presas —no recuerdo una sola presa en esta provincia, no sé si algún habanero se acuerda de algún pequeño charco en este territorio, pero yo no lo recuerdo—, se han construido 16 presas, 135 micropresas y un gran complejo hidráulico, el de Mampostón-Pedroso-Güira.

La agricultura se ha mecanizado totalmente. Hoy existen en la provincia de La Habana tantos tractores como los que había en todo el país al triunfo de la Revolución. Se edificaron más de 1 000 instalaciones para la ganadería vacuna, porcina, avícola y otros propósitos agrícolas.

Se construyeron en estos años grandes y modernas industrias, como la termoeléctrica "Máximo Gómez", de Mariel; la nueva fábrica de cemento con capacidad de más de un millón de toneladas; la fábrica de ómnibus "Evelio Prieto", de Guanajay; la fábrica de elementos de asbestocemento y poliespuma, de Artemisa; la textilera "Rubén Martínez Villena", de Alquízar; la fábrica de pastas alimenticias, de San José y el Combinado de bebidas y licores de Santa Cruz del Norte, el mayor del país.

Se modernizaron y ampliaron otras como la Textilera de Ariguanabo; la fábrica de alambres eléctricos y la fábrica de cerámica blanca, de San José de las Lajas.

Se encuentran en ejecución grandes obras como la termoeléctrica del este de La Habana, que será la mayor del país; la fábrica de cartón y cartulina de Santa Cruz del Norte, las nuevas instalaciones del Combinado pesquero industrial de Batabanó, el Centro de Producción de Animales para Laboratorios de El Cacahual, un gran centro y de enorme importancia para los programas de investigación y de salud, y el Centro de elaboración de vacunas de Bejucal.

He mencionado solo una parte de los esfuerzos realizados en el desarrollo económico, industrial y agrícola. En realidad no he mencionado, por ejemplo, las grandes obras que se han hecho en el puerto de Mariel, no he mencionado hoteles, ni las 20 bases de campismo creadas en la provincia, sobre todo las del litoral norte, que se han convertido en un lugar de gran atracción, no solo para el turismo nacional, sino también para el turismo internacional. No he mencionado, por ejemplo, 26 centros telefónicos automatizados y otras muchas obras de todo tipo, de las cuales podría hablarse, por la imposibilidad de reseñarlas a todas. Y no piense ninguno de los centros existentes en la provincia que nos hemos olvidado de algunos de ellos.

¿Qué resultados ha tenido todo esto? La obra de una revolución hay que medirla por los resultados, no por las palabras más o menos bellas que se pronuncien, sino por los resultados, cuáles son los resultados económicos, cuáles son los resultados sociales de esa obra en esta provincia donde estamos conmemorando el 26 de Julio.

Bien, para citar un ejemplo. Ya dije que había alrededor de 65 000 empleos al triunfo de la Revolución. En diciembre de 1986 había ya 270 300 empleos. Es decir, mientras la población creció un 43%, el empleo creció un 400%, un poquito más, más de cuatro veces el que existía antes del triunfo de la Revolución. ¿Qué significó esto? Que se acabó el desempleo, se acabó el subempleo, se acabó el tiempo muerto, y realmente el que no trabaje hoy aquí en esta provincia es porque no quiere trabajar, pero no hay nadie haciendo cola en ninguna fábrica, en ningún centro de trabajo, en ninguna empresa agrícola. Y esto es, para cualquier región de cualquier país y para cualquier país, un colosal avance de tipo social. ¿Cuántas son las regiones en otras partes del mundo y cuántos son los países que pueden decir lo mismo?

Ahora bien, otro dato de mucho interés: si el número de empleados creció más de cuatro veces, el número de mujeres empleadas creció diez veces, y actualmente el 38,1% de la fuerza de trabajo está constituida por mujeres. Más otro dato también interesante: de estos 270 000 trabajadores, 52 200 tienen el nivel educacional de técnico medio o superior. Hoy tenemos tantos técnicos medios y superiores entre los trabajadores de la provincia, como casi el número total de trabajadores que teníamos antes del triunfo de la Revolución. ¡Qué excelente cosa sería poder disponer aquí de datos que nos dijeran cuántos de aquellos 65 000 trabajadores tenían nivel de técnico medio o superior! Esto da una idea también muy importante del progreso y de la obra de la Revolución.

En la esfera de la producción material, por ejemplo, la capacidad instalada de generación eléctrica, en toda Cuba, ¡en toda Cuba!, en 1958 era de 397,1 megawatts. Hoy, solo en la provincia de La Habana, la capacidad instalada es de 700 megawatts, casi el doble de lo que tenía todo el país en el año 1958. Alrededor del 60% de las viviendas de la provincia —esto incluye ciudades y campo— tenía electricidad en 1958. Hoy día —en una provincia que, repito, es fundamentalmente agrícola— el 95,2% de las viviendas tienen electricidad. Espero que muchos de ellos estén viendo el acto por televisión, porque puede decirse que todos o casi todos tienen televisores (Aplausos).

La producción de petróleo crudo en todo el país era de 50 400 toneladas en el año 1958; hoy, o más bien ayer, en el año 1986, la producción de la provincia de La Habana, solo de la provincia de La Habana, ascendía a 420 000 toneladas, 7,3 veces más.

No existía antes de la Revolución la industria automotriz, que en nuestro país ya cuenta con algunas producciones y avances.

Pues bien, en la provincia de La Habana se produjeron, en 1986, 585 grandes ómnibus: de ellos Girón XI la mayor parte, 200 ómnibus articulados, y creo que cinco ómnibus especiales para la radiotelevisión.

La producción de alambres y cables eléctricos en toda Cuba, en 1958, era de 150 toneladas; en 1986, la producción de alambres y cables eléctricos, solo en la provincia de La Habana, alcanzó la cifra de 3 400 toneladas.

Todo esto es muy importante, nadie crea que hablar de cables eléctricos es cosa sin importancia. En estos días estábamos nosotros analizando cuántos metros lineales de cable eléctrico lleva cada nueva vivienda, y varía, según la altura, entre 150 y 300; cuando el edificio es más alto, lleva más cables eléctricos. Es importante. Calculamos que 1 000 toneladas de cobre para cables eléctricos, permitían suministrar —quizás sea un poquito más, entre 1 000 y 1 500 toneladas— los cables suficientes para 60 000 viviendas.

Como estamos impulsando los planes de desarrollo de la vivienda, quisimos saber exactamente cuánto necesitábamos de cobre y de material plástico, para producir en esta misma industria de la provincia de La Habana los cables eléctricos que requiere nuestro ambicioso programa actual de construcción de viviendas. Pues, 12 000 kilómetros alcanzaban para 60 000 viviendas. No eran cifras imposibles, no eran cifras inalcanzables. Muchas veces se habla de que faltan materiales de terminación, y nosotros hemos dicho: "Vamos a ver qué materiales de terminación faltan." Sepan ustedes que este dato de la producción de cables eléctricos tiene una enorme importancia para el desarrollo de las viviendas.

Ahora, otro material de enorme importancia: el cemento gris.

Cuba producía en 1958, toda Cuba, 742 200 toneladas. La provincia de La Habana, solo la provincia de La Habana, produjo el pasado año 1 285 100 toneladas. Y todavía no nos alcanza, estamos incrementando la producción de cemento en todo el país.

Tubos de asbestocemento, una producción de aquí de Artemisa, toda Cuba producía 205 kilómetros en 1958; hoy, solo la provincia de La Habana produce 507,7 kilómetros.

Vidrio plano liso transparente —importantísimo también para las construcciones—, toda Cuba producía, en 1968 —ya no menciono el año 1958, sino 1968, es el dato que tenemos—, 96 800 metros cuadrados; hoy la provincia de La Habana produce 994 300 metros cuadrados, es decir, 9,3 veces más.

Botellas, toda Cuba producía 13 millones de unidades en 1958; hoy la provincia de La Habana produce 91 800 000 unidades, seis veces más.

Azulejos, toda Cuba producía 24,4 millones de unidades; hoy la provincia de La Habana produce 49,5, y se va a ampliar su producción. Tenemos, además, otras fábricas en otras provincias del país.

Tejidos, toda Cuba producía 60 millones de metros cuadrados en 1958; hoy, solo la provincia de La Habana produce 80 millones de metros cuadrados.

Hay otras producciones, por ejemplo, el pienso líquido, que se elabora recogiendo los desperdicios alimenticios. Eso no existía antes de la Revolución. Hoy la provincia de La Habana produce 291 000 toneladas de pienso líquido.

La producción de huevos, por ejemplo, toda Cuba en 1959 produjo 312 millones de unidades; en 1986, solo la provincia de La Habana produjo 731 millones de unidades, es decir, más del doble de lo que producía toda Cuba en aquella fecha.

Producción de leche vacuna, toda Cuba en 1962, tres años después del triunfo de la Revolución, producía 192 millones de litros. La provincia de La Habana, en 1986, produjo, ella sola, 279,1 millones de litros. Ahí está el resultado del esfuerzo de los planes genéticos, de los programas de construcción de vaquerías, que fueron más de 800 modernas, electrificadas y mecanizadas vaquerías con que cuenta nuestra provincia, cuyas producciones en estos días han estado rebasando un millón de litros diarios.

Es decir que el esfuerzo de desarrollo se ha traducido en resultados materiales tangibles y concretos. El 78% de las inversiones, aproximadamente, se hizo en la esfera productiva; pero crecieron mucho también las inversiones sociales, a las cuales se les prestó mucha atención en esta provincia.

Así tenemos, por ejemplo, la situación de la salud pública de la provincia. Voy a dar algunos datos comparativos también. Antes del triunfo de la Revolución, el presupuesto no llegaba ni a un millón de pesos; hoy el presupuesto es más de cuarenta veces el que había antes del triunfo de la Revolución. Médicos: en toda la provincia había 217, y la mayor parte eran médicos privados; hoy la provincia dispone de 1 172 médicos, 4,4 veces más, y todos absolutamente al servicio de la población, sin contar los servicios que la provincia recibe en la capital de la república y sobre lo cual le decía a Lemus: "No renuncien a esos servicios", cuando discutíamos hace dos días el programa de desarrollo hospitalario de la provincia. Le decía igualmente que necesitábamos un plan integrado con el de la capital porque no habíamos logrado todavía trabajar en esta provincia —como estuvo vinculada primero con la capital y después se separó— en un programa bien cohesionado, y así se hacía un policlínico-hospital en un lugar, otro en otro. Supe la historia de cómo comenzó el de Artemisa, lo que tienen hecho, lo que se proponen hacer, y dije: "Tenemos que articular bien el programa de desarrollo médico de la provincia con el de desarrollo médico de la capital, puesto que hay algunos hospitales en la capital que tienen tales equipos y tales recursos, que por su costo y dimensión sería imposible llevarlos a un policlínico-hospital, por ejemplo, o a un hospital más pequeño.

De todas formas tenemos que definir unas cuantas cosas en relación con eso, y en cualquier circunstancia este hospital de 300 camas de Artemisa va, eso es seguro (Aplausos), como ya fue y se va a ampliar el policlínico-hospital de Santa Cruz del Norte y, en fin, otras instalaciones hospitalarias.

Estomatólogos: en la provincia había 83 antes del triunfo de la Revolución; hoy hay 450. Policlínicos había cero; en realidad existían 22 casas de socorro, que ustedes saben lo que eran las casas de socorro. Hoy tenemos 42 policlínicos, ¡de cero a cuarenta y dos! Clínicas estomatológicas no había ninguna. Se arreglaba la boca el que podía ir a una consulta privada si tenía dinero, o se encontraba a uno de esos mecánicos dentales que trabajaban con una maquinita de esas que eran como las de amolar tijeras; con el pie, y así, iban tratando de arreglar una carie, o al final arrancar como fuera una muela. Hoy tenemos 18 clínicas estomatológicas.

Puestos médicos rurales, cero; hoy tenemos 40, y desaparecerán con el médico de la familia, institución mucho más completa y mucho más masiva. La provincia llegará a tener alrededor de 1 000 médicos de la familia.

Hogares maternos había cero; hoy hay 14. Hogares de ancianos había cero; hoy hay siete. La tasa de mortalidad infantil era de más de 60; hoy es de 14 por cada 1 000 nacidos vivos.

La expectativa de vida que tenemos en la provincia hoy es de 75 años; pues bien, estamos ya por encima de Estados Unidos en la provincia de La Habana, a pesar de su bloqueo, sus amenazas y sus cosas, y seguiremos avanzando (Aplausos). Ya hemos dicho nuestro criterio de que en 10 años más lograremos elevar la perspectiva de vida a más de 80 años. ¡Eso es revolución, eso es precisamente revolución! (Aplausos.)

En educación, el número total de analfabetos rebasaba el 20%. En el país era alrededor del 30%. Este es un cálculo conservador. ¿Cómo se encuentra hoy a un joven analfabeto en esta provincia?; incluso, ¿cómo se encuentra a un analfabeto en esta provincia? Habrá que andar como Diógenes, con una lamparita buscando al analfabeto; o al niño sin escuela, como habría que andar igual, también, con una lamparita buscando al pordiosero, al ciudadano durmiendo en los portales, al enfermo sin asistencia médica, al mendigo; o buscar en cualquier ciudad de los 19 municipios de la provincia un prostíbulo, que eso sí abundaba en el pasado, bien lo saben los que conocieron aquella época. Hoy día, por suerte, la nueva generación no sabe ni qué es eso, aquella cosa rara, aquellas llamadas zonas de tolerancia, etcétera, etcétera, y de contaminación de todo tipo de enfermedades.

Se han creado más de 400 escuelas en la provincia; de ellas, 85 secundarias básicas y preuniversitarios en el campo. La provincia no solo dispone de escuelas para sus jóvenes y sus adolescentes, sino también para muchos miles de estudiantes de la capital que reciben su educación en la provincia de La Habana en las escuelas de estudio y trabajo.

Círculos infantiles, ¿cuántos había antes del triunfo de la Revolución? ¿Aquello alguien lo conoció? ¡Cero! Hoy hay 76 círculos infantiles.

Se pueden dar otras muchas cifras sobre seminternados de primaria, escuelas técnicas, etcétera. No hace falta. Aquí mismo están a punto de terminar nada menos que una ESPA. ¿Y ustedes saben lo que es una ESPA? Entre tantas siglas a veces hay que recordar las cosas, porque, ¿es que la provincia no tiene EIDE, es decir, escuelas de iniciación deportiva? Sí, la provincia tiene EIDE. ¿Es que no tiene escuelas EPEF, de profesores de educación física? Sí, tiene una EPEF que forma a los profesores, una de esas escuelas preuniversitaria en el campo se convirtió en la EPEF de la provincia. Vamos a tener ESPA (Escuela Superior de Preparación Atlética), ¡ahí te va, quién lo iba a decir antes del 26 de Julio de 1953! (Aplausos.) Ya eso es algo que podríamos llamar cosa sofisticada.

Ahora, con motivo del 26 acabaron de hacer todas las aulas para la doble sesión de primaria. Nuestra provincia, eminentemente agrícola, tendrá el ciento por ciento de los alumnos de primaria en doble sesión, ¡en doble sesión, ya desde el próximo curso! (Aplausos.)

¿Qué significa eso? Significa desarrollo, significa mejor preparación de los niños, mejor atención de los niños y, además, calidad. Debe tomarse en cuenta además que el 63,9% de los alumnos matriculados de primaria son seminternos, almuerzan en la escuela, porque ustedes saben que el seminternado viene a ser como el círculo infantil de los muchachos que ya tienen más de seis años.

Del área de la cultura se puede hablar también: cines de 35 milímetros tenemos más o menos los mismos, uno más, 41 ahora; 40 antes del triunfo de la Revolución. Cines de 16 milímetros, antes de la Revolución había cero; hoy hay 95, que permite llevar a todas partes el cine. Ustedes saben, además, que hay una cierta competencia entre cine y televisión, y ya estamos observando ese fenómeno de que en algunos lugares empiezan a sobrar cines.

Museos, ¿cuántos tenía el capitalismo en esta provincia, ese capitalismo tan humano, tan cacareado?, prostíbulos tenía, pero museos ninguno; bueno, está bien, los prostíbulos pasaron al museo de la historia; cero museo había, hoy hay 22. Casa de la cultura, cero casa de la cultura; hoy hay 24. Galerías de arte, ¡qué se iba a ocupar de galerías de arte el capitalismo, si tenía a la gente muriéndose de hambre, si no se llegaba ni a tercer grado en las escuelas! Hoy tenemos 15 galerías de arte. Bibliotecas, había algunas bibliotecas, había 11; hoy hay 33.

Instalaciones deportivas, había algunas decenas. No sé si algún historiador sabe cuántas, sé que hoy tenemos 944 instalaciones deportivas, entre ellas, ese estadio mismo que vemos al frente, creo que allí se refugió una parte de los invitados al acto cuando el gran aguacero.

Servicios comunales, acueductos. Por ejemplo, la provincia dispone ya de 124 acueductos, el ciento por ciento de la población urbana tiene acueducto.

No he hablado de algunos resultados agrícolas de la provincia, como consecuencia de su pujante desarrollo.

La provincia posee los más grandes rendimientos agrícolas del país. La agricultura cañera alcanzó en la última zafra 83 000 arrobas por caballería, a pesar de los problemas climáticos; 27 000 más que en 1959. Hoy realizan la cosecha menos del 20% de los macheteros que se empleaban en 1970, y se conoce que los rendimientos más altos en el corte están en esta provincia.

La Habana, con el 6% de las tierras cultivables, suministra importantes renglones alimenticios al 26% de la población y, encima de esto, exporta más de medio millón de toneladas de azúcar y exporta otros renglones agrícolas como cítricos —que, por cierto, vamos a cambiar la política con el cítrico, vamos a impulsar su desarrollo en otras áreas y destinar los cítricos del plan Ceiba, que es totalmente nuevo, creado por la Revolución, al consumo de la población de las dos provincias—; exporta papas la provincia, exporta ajíes, exporta tabaco y otros renglones agrícolas. La provincia produce tantas raíces y tubérculos cómo las cinco provincias orientales juntas, y tanta leche como estas cinco provincias y, además, Camagüey.

Para citar un ejemplo de progreso agrícola en los últimos cinco años, la producción de ajo, que era de 150 toneladas, hoy alcanza más de 7 000. La provincia suministra gran parte del ajo que consume el país.

La provincia cuenta con un enorme caudal genético en la masa ganadera y exporta, incluso, a otros países, y los rebaños vacunos y porcinos están en excelente estado de salud, libres de tuberculosis, brucelosis y otras enfermedades comunes a la ganadería en otras partes del mundo.

Para conmemorar el 26 de Julio, la provincia realizó muchísimas obras, no perdió ni un minuto; desde que la proclamaron sede, empezó a pedir colaboración, ayuda y a movilizar a las masas y realizaron un gran esfuerzo constructivo. Para esta fecha, las empresas de construcción estatal y el Poder Popular construyeron 581 viviendas; 142 obras escolares, que incluyen todas las aulas necesarias para llevar la doble sesión a los alumnos de primaria; 149 obras de salud, que van desde un policlínico-hospital, hasta 62 casas-consulta para el médico de la familia; 27 obras agropecuarias, 10 obras industriales, entre ellas, la primera unidad de la termoeléctrica del este de 100 000 kilowatts o 100 megawatts; 36 obras de comercio y servicios; 14 obras de cultura; 7 obras deportivas y otras obras, hasta un total de 951. ¡Tremendo impulso ha significado este 26 de Julio para la provincia de La Habana! ¡Qué lástima que no haya un 26 de Julio todos los años! (Aplausos); pero a pesar de eso nos proponemos hacer más cosas.

Claro que no podremos construir muchas más escuelas de estudio y trabajo, porque son pocas ya las que necesitamos, está satisfecha prácticamente la demanda; pero sí estuve hablando con el compañero Lemus para, dentro del programa nacional, duplicar el próximo año las viviendas que construya el Estado, duplicarlas, pasar de mil y tantas a dos mil y tantas para el año 1988, y triplicarlas para el año 1989, sin contar las que construyen la agricultura, el MINAZ y las cooperativas de producción agropecuaria. La provincia decidirá dónde van estas viviendas en ciudades y campos, priorizando el desarrollo económico. Es decir, vamos a satisfacer necesidades sociales, pero tenemos que priorizar el desarrollo económico, hay que construir más viviendas para Ariguanabo, es decir, para la textilera de Ariguanabo, más viviendas en Alquitex, hay que construir las viviendas para el Centro Productor de Animales Libres de Patógenos, hay que construir las viviendas para el nuevo centro de biopreparados, para la producción de vacunas, y habrá que seguir construyendo viviendas y comunidades rurales, esfuerzo que en años recientes había decaído.

He hablado de las cosas buenas en materia de construcciones e inversiones; pero no todo es bueno, aquí tengo un libraco, que no lo voy a leer ni mucho menos, pero de aquí tomé unos daticos sobre obras de relativa importancia iniciadas y no continuadas; afortunadamente no son muchas, pero son unas cuantas.

Hemos construido decenas de carreteras y autopistas, pero cinco se quedaron sin terminar, ¿qué les parece? Y las voy a mencionar, porque alguien tiene que defender estas carreteras, y creo que es una buena oportunidad este 26 para defender esas carreteras.

Por ejemplo, la autopista Habana-Melena, cuya construcción se había iniciado antes de 1970, y se hizo el trabajo principal con los guaguandriles, para excavaciones en roca; lomas enteras, con guaguandriles, fueron reducidas a nada, quedaron al nivel de la carretera. El esfuerzo más importante se hizo; pero un día, por razones hache o be se retiraron los equipos, se retiró la fuerza y quedó sin concluir esa carretera.

La carretera La Ruda-Buenaventura, se inició más o menos por esa fecha, tiene 20 kilómetros de longitud, faltando por ejecutar 8 kilómetros de terraplenes y toda la pavimentación del tramo.

La carretera Ceiba-Mocha-Aguacate-Catalina, se inició más o menos por la misma fecha, 28 kilómetros de longitud, se concluyeron las explanaciones, faltando solo 7 kilómetros por pavimentar.

La carretera Melena-Güines-San Nicolás, se inició su construcción en 1972, 18 kilómetros de longitud, habiéndose concluido las explanaciones faltan 14 kilómetros por pavimentar.

La carretera El Comino-Jibacoa-Canasí, se inició su construcción también en 1972, 18 kilómetros de longitud explanados totalmente y faltando por pavimentar 15 kilómetros de tramo.

Quedaron cinco carreteras sin terminar y paradas. Es cierto que se hicieron muchas de las más importantes, de las más fundamentales; pero no debió detenerse ninguna.

Obras sociales no concluidas que afectan comunidades: la de Río Hondo, los constructores se retiraron en el año 1977, quedando sin ejecutar la tienda mixta y la escuela primaria. Pienso que los vecinos de Río Hondo, que han tenido tanta paciencia, que vieron retirarse a los constructores hace 10 años, hoy puedan albergar la esperanza de ver construida un día su tienda mixta y su escuela primaria. No significa que no estudien allí los muchachos; pero utilizan las instalaciones temporales de los constructores para resolver esos problemas.

El pueblo textil, los constructores se retiraron en 1974, quedando sin construirse el centro comercial.

Babiney, los constructores se retiraron en el año 1977, no se construyó la escuela primaria ni el centro comercial.

Bainoa, los constructores se retiraron en el año 1978, no se construyó la tienda mixta.

Pedro Pi, los constructores se retiraron en el año 1975, no se construyó el centro comercial.

Guaicanamar, los constructores se retiraron en el año 1978, no se construyó escuela primaria.

Canasí, los constructores se retiraron en el año 1971 —habría que verificar esta fecha porque no me parece muy exacta—, no se construyó la tienda mixta.

Bacunayagua, los constructores se retiraron en el año 1976, no tiene solución de residuales terminada ni solución de abasto de agua.

Levitán, los constructores se retiraron en el año 1978, no tiene solución de residuales terminada ni solución de abasto de agua; no se le construyó la tienda mixta ni la escuela.

La Chapa, los constructores se retiraron en el año 1981, no se construyó la tienda mixta.

Así que tenemos aquí 10 comunidades que, desgraciadamente, se quedaron olvidadas por una razón o por otra: pararon, las dieron por terminadas y faltan estas cosas. Pues bien, yo le pido a la provincia y les pido a los compañeros de la Junta de Planificación que analicen estas cinco carreteras que faltan. No digo que mañana mismo, pero que lo más pronto posible nosotros reanudemos los trabajos y terminemos las cinco carreteras (Aplausos); que analicemos las obras que faltan en estas comunidades. Es una vergüenza que una comunidad se haya quedado sin escuela y tenga los albergues de los constructores por escuela.

Esa es la forma en que no debemos trabajar, es uno de los problemas en que hemos insistido mucho, y una comunidad se hace completa: debe tener la tienda, la escuela, el círculo infantil, el puesto de salud —lo que le corresponda—, las viviendas, las calles, el alcantarillado, el agua, todo lo tiene que tener. No hacerlo así es un hábito que nosotros tenemos que arrancar de raíz.

No son muchas las comunidades que tienen este problema; otras, afortunadamente, se terminaron, otras se están haciendo. Pero aquí pongo un ejemplo de 10 en que faltan algunos complementos que debemos estudiar para tenerlos muy en cuenta en todos estos programas constructivos que estamos dinamizando. Las carreteras, ya veremos, porque hay otras cosas que tenemos que hacer de inmediato, pero esas cinco carreteras y los problemas de esas diez comunidades de un modo u otro deben resolverse y la conclusión debe ser que este tipo de cosas no ocurra.

No podemos echarle la culpa a la provincia, en todo caso el no haber gritado más y protestado más para exigir que le terminaran esas obras.

Esta provincia ha hecho también un gran esfuerzo en la defensa. Ustedes vieron que hoy aquí la declararon lista para la defensa, en la primera fase; recibieron la bandera y el certificado, muy bien merecidos. Hay 3 000 brigadas de producción y defensa con más de 100 000 integrantes y casi 100 000 combatientes de las Milicias de Tropas Territoriales; por tanto, uno de cada dos personas mayores de 15 años forman parte de las Milicias de Tropas Territoriales o de las Brigadas de Producción y Defensa; hay, además, 14 000 estudiantes, entre 14 y 15 años, organizados, preparados y con las armas disponibles también para defender la provincia de La Habana. Puede venir el imperialismo a apoderarse de la provincia de La Habana y ya sabe lo que se encontrará aquí (Aplausos).

La provincia tiene grandes éxitos, sin duda, y por ello debemos felicitar al Partido de la provincia, a la Unión de Jóvenes Comunistas, a las organizaciones de masas, a la dirección de las organizaciones de masas y, en especial, a la dirección del Partido, bajo cuya dirección se llevó a cabo esta colosal obra. Y debemos felicitar a dos compañeros, porque hubo un cambio reciente en esta provincia y es justo compartir de alguna forma o duplicar los honores: felicitar al compañero Luis Alvarez de la Nuez, que trabajó durante muchos años en la provincia como primer secretario del Partido (Aplausos); y felicitar al compañero Victorino Lemus, actual primer secretario de la provincia, hijo de esta provincia, que nació en Bauta y sigue viviendo allí en Bauta junto a sus vecinos, a sus padres, con una gran modestia (Aplausos).

A Lemus hay que felicitarlo por el esfuerzo realizado alrededor del 26 y por las tareas que estamos seguros realizará el Partido en los próximos años, puesto que el trabajo no disminuye, el trabajo crece.

Históricamente también esta provincia tiene grandes méritos, y en esta etapa revolucionaria la provincia dio una notable contribución a la lucha por la liberación definitiva, y particularmente este municipio. De los 26 mártires revolucionarios que participaron en los ataques a los cuarteles Moncada y Bayamo, operación en la que el municipio hizo un extraordinario aporte, de los 26 mártires, repito, que participaron en esas acciones, que murieron en ellas o después de las acciones, o en la lucha en la Sierra Maestra, trece eran artemiseños (Aplausos) y tres de ellos eran de Guanajay, ¡dieciséis de esta región, de los veintiséis! (Aplausos.)

También la provincia, Artemisa y todos los municipios, hicieron otros generosos aportes de la vida y de la sangre de valerosos y heroicos jóvenes a lo largo de la lucha revolucionaria, de la lucha de liberación y de la lucha ulterior, no menos meritoria que aquella lucha.

He hecho un recuento del trabajo de la Revolución en esta provincia, espero que haya sido de interés para todos y que hayan tenido oportunidad de meditar sobre la obra concreta de la Revolución con hechos económicos y sociales extraordinariamente importantes y humanos, y no con simples palabras.

Aquí tenemos visitantes distinguidos que nos acompañan, procedentes de diversos países; quiero expresarles que lo que se ha hecho en la provincia de La Habana es como una especie de muestra de lo que la Revolución ha hecho en el resto del país.

No hace muchos días visitaba la provincia de Pinar del Río —"La Cenicienta", llamada históricamente con toda razón—, ¿y qué es esa provincia hoy? Ha sufrido una transformación extraordinaria, similar a la de la provincia de La Habana. Lo vimos allí, incluso, cómo maneja una modernísima fábrica de semiconductores altamente tecnificada, podríamos decir que altamente sofisticada como esa escuela, más que esa escuela de la ESPA, manejada por jóvenes pinareños, por ingenieros pinareños en su inmensa mayoría.

La fábrica de la industria mecánica que produce componentes para la automotriz, es también otro verdadero ejemplo.

Pude apreciar cómo están trabajando hoy las brigadas de construcción de autopistas. Esa autopista que pasa tan cerca de aquí, ya el próximo año llegará por una de las sendas hasta Pinar del Río. Ni se sabe el tiempo, el combustible y los motorrecursos que ahorra. Así están trabajando allí otras brigadas.

Si hacemos un análisis de cuántos había desempleados, y cuántos había empleados antes y cuántos hay hoy, un análisis en la educación, en la salud, en la economía, en la agricultura, veremos los enormes cambios que han tenido lugar en esa provincia.

No hace mucho estuve en la provincia de Camagüey, y allí pude apreciar, realmente, cambios impresionantes y un trabajo impresionante.

Meses antes había estado en la provincia de Granma, y pude ser allí también testigo de todos los avances de la Revolución.

Si alguien viaja a Villa Clara, si alguien viaja a Sancti Spíritus, o a Cienfuegos, o a Ciego, o a cualesquiera de las provincias orientales, se encontrará situaciones similares, en unas más que en otras; un poco más difícil en Oriente, porque la población creció a un ritmo mucho más elevado que la del resto del país. Es decir, allí no tenemos la misma excelente situación en materia laboral. Sí, se han ampliado extraordinariamente los empleos, han crecido varias veces; pero, desde luego, allí la población creció a un ritmo más alto que el resto del país. Pero cuando analizábamos en Guantánamo, o en Granma, o en Las Tunas, o en Santiago, o en Holguín la obra de la Revolución en estos años, es casi una copia similar a todo lo que hemos dicho aquí.

¿Creció y se desarrolló de igual forma la capital de la república? No podríamos decir lo mismo, no tuvo el mismo desarrollo social acelerado que tuvieron las provincias del interior.

En realidad, una gran parte del esfuerzo revolucionario se concentró en el interior del país. ¿Pero qué ocurrió en la capital? Sí, en la capital se hicieron muchas industrias, se ampliaron otras, se modernizaron otras. En los servicios de educación y de salud, y en el empleo en general, hemos tenido los mismos resultados en la capital de la república; en los centros de investigación, en los centros de estudio superior, en todas las esferas se alcanzaron grandes desarrollos en la capital de la república, pero la capital de la república duplicó su población en estos 28 años, ¡duplicó su población! En parte, como consecuencia de la inmigración.

Sin embargo, en los últimos años la construcción de viviendas iba disminuyendo su ritmo. No voy a hablar aquí hoy de este tema, he explicado varias veces las causas, pero fue disminuyendo su ritmo, a pesar de que hace 17 años se había encontrado la forma de resolver la cuestión de la vivienda en la capital de la república, a pesar de ese crecimiento, que fueron las microbrigadas, hoy renovadas con mayor brío aún; pero lo cierto es que en la capital de la república se nos acumularon problemas sociales. El número de viviendas construidas por el Estado era alrededor de 3 500, no llegaban ya a 4 000, disminuían por año.

En la capital de la república no se puede resolver la vivienda por cuenta propia, porque no hay espacio para construir por cuenta propia. ¿Cómo se va a construir por cuenta propia en la Habana Vieja, en Plaza, en el Cerro, en Diez de Octubre, en Marianao, en Centro Habana y en todos esos lugares? Es imposible. En los alrededores se pueden resolver algunos problemas por cuenta propia porque hay espacio; pero en el resto se trata de edificios de varias plantas, no se puede resolver por cuenta propia. Y así se acumuló un atraso considerable en la construcción de viviendas en la capital.

En todo este proceso de rectificación, que comprende muchas cosas, está incluida la solución de esos problemas de la capital de la república.

Pero, ahora bien, estamos llevando a cabo varios planes importantes en todo el país. Por ejemplo, yo hablé aquí de 16 presas en la provincia de La Habana y de 135 micropresas, pues bien, no son suficientes. Hay que seguir construyendo presas en la provincia —desde luego, ya las más grandes las hicimos—, hay que seguir buscando agua; hay que embalsar cuanta agua ruede por los arroyos de la provincia, cuanto pequeño río nos quede por embalsar debemos embalsarlo, no nos alcanza el agua. Es posible que tengamos que traspasar agua de la cuenca del San Juan, en Matanzas; es posible que algún día tengamos que traer agua para esta provincia de lugares más distantes todavía.

En esta provincia tenemos una situación especial: posee tierras excelentes, obreros y técnicos muy bien calificados para la agricultura; pero el ancho de esta provincia es de unos cuarenta y tantos kilómetros, es decir, es muy pequeño el ancho de la provincia. Se sabe que la parte más estrecha de Cuba está aquí entre Mariel y Majana —de eso viene uno oyendo hablar desde que estaba en segundo grado, por lo menos—, 40 kilómetros; en ese espacio, donde no hay grandes ríos, sino fundamentalmente cuencas subterráneas, nos encontramos con que las necesidades son enormes, se acumula una población de casi 2 700 000 personas y miles de instalaciones industriales y de servicios.

Solo la capital consume aproximadamente 500 millones de metros cúbicos de agua al año; las ciudades de la provincia consumen, por otro lado, alrededor de 105 millones de metros cúbicos. Necesitamos agua para la población, agua para la industria, agua para los servicios hospitalarios, escuelas, etcétera; y necesitamos agua para la agricultura, porque aquí tenemos que producir todos los alimentos de esta creciente población, y además somos exportadores —como decíamos.

Entonces, esto requiere una política estratégica, sobre la cual estuvimos discutiendo y analizando en el último Pleno del Comité Central del Partido. En este sentido estuvimos analizando la situación en todo el país: la necesidad, entre otras cosas, de optimizar el uso del agua; la necesidad de reconstruir las viejas redes de acueducto de la capital, donde se pierde tanta agua; la necesidad de una política de mayor ahorro en todas las viviendas; la posibilidad de utilizar algún día en la agricultura las aguas residuales de la capital después de tratarlas, y que sirvan para regar caña y otros cultivos. Por último, tal vez, traer agua entonces desde lugares más distantes, porque a pesar de que llueve bien el territorio es muy pequeño; pueden ser, entre las dos provincias, de no más de 7 000 kilómetros cuadrados la cuenca de que disponemos para suministrar de agua.

Estos años secos han hecho más crítica la situación, porque el agua que se almacena es la que sobra; no la que cae en un aguacero de 25 ó 30 milímetros puede mojar la tierra, sino aquella que excede las necesidades inmediatas de las plantas y que se acumula en las cuencas subterráneas y en las presas.

Se ha tomado más conciencia de este problema en estos años de sequía.

Pudimos apreciar que, desgraciadamente, la voluntad hidráulica que un día impulsó la construcción de decenas y decenas de presas y cientos de micropresas en todo el país, al extremo de que la capacidad de embalse de agua desde el triunfo de la Revolución hasta hoy creció en 142 veces —la capacidad de embalse era la que había multiplicada por 142—, a pesar de eso hemos podido ver que no es suficiente y que tiene que elaborarse toda una estrategia no solo del desarrollo total de los recursos hidráulicos, sino también de utilización óptima del agua.

Hemos tenido prácticamente cinco años por debajo de los promedios históricos, y este año es muy difícil realmente; no perdemos las esperanzas de que en el segundo semestre pueda mejorar, pero los meses de mayo y junio han sido secos. Hay lugares en que hasta la producción de cerveza —como la fábrica de Camagüey— está en peligro, incluso la producción de refrescos en diversos lugares del país. Hay cientos de miles de personas abastecidas prácticamente con pipas en plena primavera.

Por eso, uno de los esfuerzos en que está enfrascado el país en este momento —y forma parte del proceso de rectificación— es la recuperación de la voluntad hidráulica, es decir, volver a crear aquel tremendo impulso que teníamos, en este terreno y, si es posible, aún mayor y más eficiente. Debe tenerse en cuenta que las presas más fáciles se hicieron antes, aquellas que con menos movimiento de tierra daban más agua; van quedando los embalses y los trabajos más difíciles, pero debemos hacerlos sin vacilación y, repito, no solo creando nuevas fuentes, sino administrando con mucha mayor eficiencia el agua en los servicios, en la industria, en la población y en la propia agricultura, donde muchas veces se desperdicia el agua por sistemas ineficientes de regadío o de mal trabajo. Es algo que renace en todo el país hoy: la voluntad hidráulica.

Al mismo tiempo el país impulsa importantes programas de desarrollo social. Como hemos expresado recientemente, nos proponemos en solo tres años, 1988, 1989 y 1990, llevar la electricidad a un millón de personas, fundamentalmente en las provincias orientales. No olvidaremos, por supuesto, las áreas de Sancti Spíritus o las áreas de Pinar del Río o cualquier otra provincia donde falte. Calculen lo que les explicaba: ya la provincia de ustedes cuenta con un 95,2% de las viviendas electrificadas. ¿Esta cifra cuánto es en las provincias orientales?; algo más del 70%, y pensamos llevarla a más del 85%, estamos realizando todo ese esfuerzo. De manera que hoy un millón de compatriotas pueden contar con la seguridad, esos compatriotas que viven en lugares lejanos, distantes —no digo aislados, el porcentaje que quede sin electricidad será la casa aislada que esté distante del camino, de la carretera, donde no resulte razonable hacerlo. Hay que llevar la electricidad a las comunidades, a las agrupaciones de población, no a las viviendas aisladas: un millón recibirán la electricidad. Muchos de ellos hoy tienen electricidad dos horas, tres horas, con plantas eléctricas, con cientos de plantas eléctricas, con miles, incluso, de plantas eléctricas, que son costosas y brindan el servicio solo dos o tres horas. Y muchas, una gran parte de ese millón de personas, hoy no tienen nada. Ese es un importantísimo programa social.

De modo que podemos decir que en el año 1990, considerando el conjunto del país, el 90% de las viviendas estarán electrificadas. ¡Eso es revolución, revolución concreta! (Aplausos.) Y quisiera saber qué dicen los enemigos, qué dicen los calumniadores de la Revolución, los detractores de la Revolución, que tantas infamias hablan o escriben sobre la Revolución; les pregunto por todas estas cosas concretas de la Revolución, que son las que nos enseñan la abismal diferencia entre capitalismo y socialismo (Aplausos), entre prostíbulo y círculo infantil; entre prostíbulos, antros de vicios, centros de juego y escuelas, hospitales; entre la población ignorante y una población que hoy tiene niveles de educación como no tiene ningún otro país del Tercer Mundo, y no tienen numerosos países desarrollados, muchos no tienen nuestros niveles de educación. Y no solo educación general, sino también educación política, que es muy importante: ¡Es muy importante la educación política, para que nadie nos embauque, para que nadie nos engañe, para que nadie nos quiera tomar el pelo!, y que sepamos decir qué es revolución y qué ha significado la Revolución para nuestra patria (Aplausos).

Hablo de cosas concretas, y estamos impulsando también un importante programa de desarrollo industrial de las provincias orientales. Eso lo hemos venido planteando insistentemente, lo enfatizamos a raíz de nuestro viaje a la provincia Granma hace algunos meses, y ahora aquí lo ratificamos, que el esfuerzo fundamental de la Revolución se encaminará en los años futuros al desarrollo intensivo de la industria en las provincias orientales del país, donde tenemos el mayor caudal de fuerza de trabajo potencial. Ya esta política se está llevando a cabo consecuentemente, se instala allí todo lo que puede instalarse, a excepción de aquello que no tenga materia prima o no sea económico, trasladarla desde gran distancia.

Ya en todos los ministerios está esa cuestión en la mente. Y gracias que se empezó a hacer algo de esto antes, porque en la mente de los ministros, hace unos cuantos años, la idea que estaba presente siempre era construir en la capital o cerca de la capital, donde ya faltaba la fuerza de trabajo e incluso el agua.

Haremos ahora mucho mayor énfasis, y no es que no se hayan construido industrias en aquellas regiones, pero aún no son suficientes para un desarrollo más equitativo y equilibrado, acorde con su crecimiento demográfico. Ese también es otro concepto que —asociado al proceso de rectificación— se enfatiza, y nosotros decimos: Bueno, es nuestro deber elemental, el deber del Partido, el deber del Estado, el deber del Gobierno, encontrar solución a esos problemas y encontrar soluciones a los problemas del desarrollo cualesquiera que sean las dificultades económicas o los recursos existentes. Esto nos obliga a inventar, a idear, a crear realmente.

En los próximos cinco años se desarrollará en Camagüey un programa lechero integral que alcanzará los volúmenes actuales de producción de la provincia La Habana.

Y estamos impulsando un tremendo programa de desarrollo social muy importante en todo el país. No se trata solo de hacer fábricas, empresas agrícolas, sistemas de riego, es necesario prestarle toda la atención debida al desarrollo social. He citado algunos ejemplos.

Recuerdo que al principio en Mariel se construyeron industrias, no se construyeron viviendas; se estaban construyendo en Santa Cruz del Norte industrias, no se estaban construyendo viviendas; se estaban construyendo industrias en Nuevitas al principio, no se construían viviendas. Venimos rectificando también hace tiempo esas viejas y erróneas concepciones. En la propia Moa se había estado produciendo un retraso en el desarrollo social. Hoy, afortunadamente, el desarrollo social en Moa lleva un gran impulso.

No se sabe lo que valen esas comunidades agrícolas que se construyeron con los planes ganaderos y que hacen hoy posible ese millón de litros de leche que produce La Habana diariamente, en ocasiones, o casi un millón, incluso, en las épocas secas del año. No se sabe lo que valen todas esas instalaciones sociales, han creado las condiciones de vida necesarias que aseguran la estabilidad laboral, el bienestar de los trabajadores y la producción.

No estamos en el capitalismo. Al capitalismo no le importa cómo vive el trabajador; el capitalismo construye fábricas y no construye viviendas; el desempleo se encarga de empujar al obrero a aquella fábrica, a construir un bohío, a construir cualquier cosa. El capitalismo construía solo para los altos dirigentes de la industria, en los centrales azucareros o en las fábricas. Detrás iba el obrero, empujado por el desempleo, a construir un bajareque para encontrar un empleo, y feliz si encontraba el empleo.

No son esas las condiciones en que se desarrolla un país bajo el socialismo. Primero, no solo por una cuestión elemental de justicia social y de distribución racional de los recursos, sino como una necesidad imprescindible del progreso. Además, el socialismo puede hacer lo que quiera, realmente. Ahora mismo se está demostrando: hemos comenzado por la capital un ambicioso programa de construcción de viviendas y obras sociales. Como allí se acumularon mayores problemas, le hemos dado mayor énfasis.

Decía anteriormente que decayó la construcción, se abandonaron las microbrigadas, y La Habana no tenía fuerza de trabajo, no tenía fuerza de trabajo para las construcciones. Incluso, mucha gente en la capital no quiere ser constructor, prefieren un empleo fijo en una industria que ser nómadas como constructores, aunque se les paga antigüedad y se les paga, incluso, ciertas formas de plus salarial a los de la construcción. Si como constructores pueden encontrar un empleo cerca de su casa, en el mantenimiento de una fábrica, se quedan. Es difícil. Y, como he explicado muchas veces, el problema se agrava si traemos orientales —y miro a Lemus, porque Lemus tiene también algunos orientales por aquí—, aunque yo explicaba que si la provincia de La Habana necesita un poco de orientales para el desarrollo, podemos invitar a trabajadores orientales.

Pero la idea nuestra, más bien, es llevar el desarrollo allá, el máximo de desarrollo a aquellas provincias. Si a la capital traemos orientales, ustedes saben que un oriental tiene tres veces más parientes que un habanero, por ejemplo (Aplausos), ustedes lo saben; si el núcleo familiar del habanero es de cinco, el del oriental es quince. Y, además, es muy familiar, demasiado familiar y después se pega el primo de la prima y el tío de la suegra del primo, y cuando viene un oriental no se sabe cuántos vienen detrás de cada oriental. Por eso hay que poner a los orientales a construir viviendas allá.

Nosotros hemos planteado: La capital tiene que construir sus propias viviendas, la fuerza de trabajo de la capital tiene que resolver todas las construcciones de vivienda y las construcciones sociales de la capital. Esa idea es clara y está demostrándose que es posible. Hoy la capital tiene algunos orientales en empresas del Ministerio de la Construcción, que se habían quedado realmente sin fuerza de trabajo. Empezamos por la capital y nos propusimos, por ejemplo, incrementar la construcción en 5 000 viviendas más por año. Ya se están haciendo varios miles, primero, con el renacer del movimiento de las microbrigadas que es un movimiento de masas, única forma para enfrentar en esas condiciones el problema, 5 000 viviendas más este año, 5 000 el próximo, adicionales, y llegar a 20 000 en 1990 por año. Además, en dos años se van a construir los círculos infantiles, las escuelas especiales y los policlínicos que faltan en la capital. Y este mismo programa lo extendemos a todo el país en 1988.

Ya nos hemos reunido con los compañeros de las provincias orientales y les hemos planteado también un programa similar. Ellos venían construyendo unas 4 000 ó 5 000 viviendas por el Estado y les hemos dicho: Hay que llevarlas a 20 000 por año, 5 000 más en 1988, 5 000 adicionales en 1989 y otras 5 000 en 1990. Así es que ya estamos proyectando hacia las provincias orientales el programa de la capital, allí no tanto con microbrigadas, porque hay más recursos de fuerza laboral; allí lo haremos, fundamentalmente, con obreros de la construcción, los prepararemos, aunque también parte de la tarea la harán las microbrigadas.

Nosotros pensamos que en las construcciones les podemos dar empleo a 30 000 ó 40 000 orientales en los próximos tres años; también un programa en tres años, no en dos, en este caso en tres: construir todos los círculos infantiles, toda las escuelas especiales y todos los policlínicos que necesiten las cinco provincias orientales. Y ahora ese mismo programa, comenzando desde el año 1988, lo vamos a aplicar también al resto de las provincias del país. Por eso hablábamos con Lemus: cuántas está construyendo el Estado hoy y cuántas vamos a construir en 1988. Y les hemos puesto triplicar lo que hoy hacemos, no hemos dicho cuadruplicar porque tenemos que hacer algunos cálculos, y el mismo principio: los círculos infantiles que nos falten; las escuelas especiales que nos falten, porque tenemos una capacidad nacional de unas 45 000 y necesitamos alrededor de 80 000 capacidades; los niños que tienen alguna limitación de cualquier tipo, física o mental. Según los cálculos, necesitamos capacidades para unos 70 000 u 80 000, y en 1990 nos proponemos tener cubiertas esas capacidades de escuelas especiales en todo el país. Por eso digo que los programas siguen, los programas de círculos, de escuelas especiales en este caso, de policlínicos, en todos esos terrenos.

También ya empezamos a construir partir del año próximo las 1 500 casas del médico de la familia, incluyendo en ellas la vivienda de la enfermera. Ahora estamos haciendo la del medico, ya desde el año que viene va a ser: médico y enfermera. Creo, si no me equivoco, que el próximo año es posible que sean 2 000; estamos sacando la cuenta de los médicos que se gradúan para ver en cuánto se incrementa en 1988 el plan del médico de la familia, tomando en cuenta que ese año se gradúa ya el primer contingente del destacamento "Carlos J. Finlay". Y, por lo tanto, tenemos que seguir en 26, se los recuerdo a todos (Aplausos).

En muchos lugares como la Ciudad de La Habana y la provincia La Habana y Cienfuegos, donde falta fuerza de trabajo, hay que incorporar a las masas a la solución de los problemas, hay que incorporarlas, no hay otra solución.

Ya decía que en la Ciudad de La Habana la gente no quiere ser constructor como profesión. ¡Ah!, si usted organiza una microbrigada para construir una obra social, van encantados el tiempo que sea necesario, si es un policlínico, si es un círculo, cualquier cosa; si es ampliar un hospital, si es a construir vivienda, van encantados. Es la única forma de movilizar las fuerzas necesarias, es la única forma de resolver en esas circunstancias con un movimiento de masa, y creo que la capital de la república se está convirtiendo en un verdadero ejemplo de cómo resolver problemas en las condiciones del desarrollo del socialismo en un país del Tercer Mundo. No creo que exagere al decir esto.

Conocí cómo surgió hace años el movimiento de las microbrigadas que, desgraciadamente, después por interpretaciones erróneas, por supuestas contradicciones entre el movimiento de microbrigadas y el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía, que no existían, que realmente hoy se ve con toda claridad que fueron imaginarias, se detuvo aquel movimiento que ahora ha renacido.

Bien, en la capital tenemos un programa muy ambicioso. Ya no tenemos duda de que vamos a construir 20 000 viviendas por año y quizás un poquito más en la fecha en que nos lo hemos propuesto, ya no tenemos duda. El problema nuestro ya hoy es de materiales, estamos concentrando el esfuerzo en los materiales de construcción en todo el país, porque este plan empezó por la capital, pero nosotros nunca hacemos nada en un solo lugar del país, nunca hacemos nada en la capital que no lo extendamos rápidamente al resto del país; así lo hemos hecho con todo, incluso con el primer movimiento de microbrigadas. Ahora le hemos dado prioridad a la capital, por la acumulación de problemas de viviendas que allí se ha producido, y estamos concentrando la atención en los materiales de construcción. Cemento, en primer lugar, tenemos capacidad de más de 5 millones; estamos recuperando todas esas capacidades en los mantenimientos y estamos dando un gran impulso al trabajo en esa dirección.

Ustedes saben, los artemiseños, que tienen aquí una buena fábrica de cemento de proceso húmedo. Podemos utilizar, y ya lo estamos utilizando en Siguaney, en el centro del país, nuestro petróleo crudo pesado como combustible en la fábrica de cemento de proceso húmedo.

Por eso podríamos hablar aquí no digo yo de los metros cuadrados de material para piso que lleva un apartamento u otro, como mosaicos o baldosas de granito, sino hasta de las toneladas de cemento, las de cabillas, los materiales de terminación, las cantidades, todos los materiales de construcción y todos los métodos de fabricación. En eso estamos concentrando la atención: disponer de esos materiales para este programa, que no dejaremos bajo ningún concepto que vuelva a decaer jamás. No creo que eso se pueda producir, sobre todo si este proceso de rectificación sigue adelante, como va a seguir, sin la menor duda. De modo que lo que necesitamos son materiales.

¿De cuánta fuerza de trabajo podemos disponer en la capital? Al principio dijimos 30 000 microbrigadistas —La Habana, la capital, lo da perfectamente—, incluso, sin plustrabajo todavía, simplemente racionalizando. El obrero industrial de la capital y el trabajador de los centros de servicios va gustoso a la microbrigada, nadie lo haría ir con ningún otro mecanismo; con este trabajo político y de masa, con esa conciliación de los intereses individuales con los intereses colectivos, podemos hacer un gigantesco movimiento. ¿Qué tamaño tiene ese movimiento hoy? Ya ni sabemos, hay como 15 000 microbrigadistas y todo el mundo ya quiere ser microbrigadista.

Decíamos 30 000 microbrigadistas: 20 000 para construir viviendas y unos 10 000 para construir obras sociales, porque cuando terminemos los policlínicos y los círculos infantiles vamos a hacer otras obras: escuelas viejas remozarlas, o hacerlas nuevas, campos deportivos, centros de gimnasia; en fin, tenemos montones de cosas que hacer en los años futuros. Cuando terminemos unas, pondremos el acento en otras, que no dejan de ser importantes para el bienestar y el nivel de vida de la población.

Nivel de vida no son solo las libras de plátano que consume un individuo, nivel de vida son los servicios culturales, nivel de vida son los servicios educacionales, de salud, recreativos, que tiene la población; nivel de vida es la seguridad que tiene la población, nivel de vida es la elevación de las perspectivas de vida a 75, 80, más de 80 años. Eso es realmente nivel de vida, y por eso se miden los niveles de vida.

Después tomamos conciencia muy clara de que el problema no estaba solo en construir, sino también en mantener, reconstruir y remodelar; llegamos a la conclusión de que hacían falta 20 000 trabajadores más, aproximadamente, para reconstruir, remodelar y reparar, y allí donde no quepan estos conceptos demoler y construir hacia arriba.

Bien, ¿podemos contar con los 50 000? Sí, perfectamente. ¿Y con cuántos más? No, lo asombroso es que podemos contar con los que nos dé la gana. Ya la única respuesta a la pregunta de cuántos trabajadores de la construcción ustedes tienen en la capital, es que esa capital, que estaba mandando a buscar orientales en virtud de conceptos erróneos, hoy es capaz de dar toda la fuerza de trabajo que se quiera; porque ya se están movilizando los albergados también, que quieren participar en la construcción; los que viven en casas que hay que remodelar, los inquilinos quieren participar en los programas de construcción; los vecinos, he encontrado ya municipios enteros que lo que usted les dé a construir lo construyen, lo mismo una panadería, que una tienda, que un supermercado, que una casa-consulta del médico de la familia, que un lugar de recreación, lo que les dé, en masa: hombres, mujeres y niños; ya han surgido nuevos conceptos. Obreros de fábricas, ya no microbrigadistas, que en horario extralaboral quieren construir también viviendas, y me he encontrado algunos ejemplos impresionantes.

En días recientes visitaba el hospital "Julio Díaz", que es de rehabilitación, un hospital de gran importancia humana. Ese hospital se está ampliando en 200 camas; ya el año pasado se amplió en 50, ahora se está ampliando en 200. ¿Quién lo está construyendo? Un contingente movilizado por el Partido y por la Juventud, ahí hay alrededor de doscientos y tantos trabajadores. Yo he visto esa obra desde que empezó, y cómo trabaja aquel contingente, que no son de la construcción, sino que respondieron al llamado del Partido; igual que los que están construyendo la sala de terapia intensiva y las nuevas salas de cirugía del hospital "Salvador Allende", un contingente del Partido.

Pues bien: qué vi yo en un solo día, un solo día de recorrido por la ciudad, un día que tuve libre y me escapé y fui a ver los lugares, con lo cual se descansa, con lo cual se aprende y se reciben también, muchas veces, agradables y reconfortantes impresiones. Fui a un barrio de esos que llaman insalubre, que se conoce por el nombre de El Romerillo, porque habíamos tenido una reunión con los médicos de la familia, y el médico de la familia de El Romerillo habló de que aquel era un barrio insalubre y las condiciones sociales eran muy difíciles, que allí era más difícil el trabajo, que había embarazos precoces y otros problemas, y pedía que se ayudara a esa población. Culpaba a los orientales, decía que la mayoría de los que estaban allí eran orientales, y realmente pude comprobar que era una calumnia contra los orientales y que allí había matanceros, habaneros, villaclareños y también, por supuesto, algunos orientales. Aquel barrio de El Romerillo, que lo fueron construyendo poco a poco, apenas se ve, está al lado de Ciudad Libertad. Una de las paredes del muro de esa instalación es pared de muchas casas; han usado de todo: ladrillos, madera, fibroasfalto, de todo en el barrio. Las condiciones de vivienda son allí realmente duras.

Creo que de esos hay unos cuantos en la capital, los tienen bien contabilizados y las personas que viven en esos lugares son alrededor de 50 000.

Me encontré por otro lado una población entusiasta, los niños están en las mejores escuelas que tiene el municipio, con una excelente salud, una población que organizándola es capaz de hacer cualquier cosa. Les pregunto: ¿Qué quieren ustedes? Dicen: "Nosotros lo que queremos es construir." Digo: Pero aquí no caben, ustedes son muchos y no habrá espacio, ¿no? "Que nos busquen otro lugar y construiremos en otro lugar, reconstruiremos aquí y hacemos lo que haga falta."

Se vio claro allí que si se dan los materiales habrá gente que trabaje todo el día, habrá jubilados que trabajen, habrá niños que vayan allá a poner un ladrillo, jóvenes y adolescentes, si no están muy lejos de aquel lugar y muchos adultos después de la jornada de trabajo. Está probado que nosotros podemos movilizar a esta población y a otras similares. Eso lo vi allí en uno de esos llamados barrios insalubres, de los que nuestra capital tiene muy pocos, en realidad, pero tiene algunos.

Después fuimos, entre otros lugares, a ver la obra del contingente del "Julito Díaz" que mencioné antes. Me encontré dos cosas, realmente, que me impresionaron: vi decenas de mujeres incorporadas a la construcción, en el contingente, y que eran, muchas de ellas, oficinistas, técnicos medios algunas, con un buen nivel, haciendo un trabajo en la construcción de azulejeadoras, un trabajo a su alcance; el winche lo manejaban, todo lo que podían manejar, y haciendo una serie de trabajos con una gran calidad. Les digo: ¿Qué tiempo ustedes quieren estar aquí? "No, todo el tiempo, todo el tiempo que sea necesario, nos gusta este trabajo, nos sentimos útiles aquí en lo que estamos haciendo." Un grupo numeroso de muchachas jóvenes, me quedé asombrado. Jamás, por otra vía, usted podría convertir, sino con un trabajo político y de masas, a esas compañeras en constructoras. Ganan el salario que tenían allá, en sus centros de trabajo, ¿y saben cuántas horas estaban trabajando, porque querían terminar pronto esa ampliación de 200 camas?, estaban trabajando hasta 14 horas diarias, ¡hasta catorce horas! Me quedé realmente impresionado de lo que estaban haciendo aquellas mujeres. Ya no hablo de los hombres, estoy hablando de mujeres que trabajaban en oficinas y se movilizaron voluntariamente, por el Partido, a hacer esa tarea, con una gran motivación, pensando en el valor de aquello.

Pero estando allí se me acerca un hombre, un trabajador del contingente y me dice: "Oiga, nosotros queremos que nos den un edificio para construir viviendas, porque algunos del contingente tenemos necesidades de vivienda, y queremos que nos den un edificio para construirlo después de la jornada laboral."

Le digo: ¿Pero de qué jornada laboral tú estás hablando? ¿Tú no ves que ustedes están trabajando 14 horas y que terminan a las 10:00 de la noche, a qué hora van ustedes a hacer el edificio? Y aquel hombre me responde: "A esa hora, a las 10:00 de la noche, cuando terminemos aquí la jornada laboral, estamos dispuestos a construir un edificio de viviendas" (Aplausos).

Luego visité una obra del Ministerio de la Construcción, una brigada, y entonces pude ver allí el trabajo de los constructores profesionales, un cambio radical: doble turno, de 10 horas cada uno, el último turno termina a las 3:00 de la mañana, ¡cosa nueva!, los obreros trabajando de noche, cuando hace, incluso, más fresco. Y hay muchas obras iluminadas. Todo eso lo vi en un día, el espíritu de trabajo y digo: Estamos en julio, estamos en época de carnaval; estaremos pronto en agosto, los meses de calor. En varios lugares de trabajadores profesionales, les pregunté: ¿Ustedes garantizan que de aquí no se va nadie?, ¿ustedes garantizan que no descienden las obras en estos días? Dicen: "Le aseguramos que no descienden, hemos tomado todas las medidas, hemos repartido las vacaciones", y así por el estilo una serie de cosas que hace un año no se veían.

Después visité una panadería construida por el pueblo, en el municipio de Arroyo Naranjo, y me quedé asombrado de lo que construyó el pueblo allí, para lo cual le dieron los materiales, ¡excelente panadería!; allí, por otra parte, se pueden analizar los criterios sobre cómo deben ser en la capital —estoy hablando de la capital— las panaderías, muchas ideas importantes.

Luego me encontré con una multitud de vecinos en ese mismo municipio, porque habían construido también un centro de videocasetes, de recreación. Me enseñaron allí unos videos de cómo los vecinos construyeron una calle y la pavimentaron, la multitud de vecinos. Bueno, decidimos darles algunos recursos, algunos equipos para impulsar el trabajo de aquella gente. Y me di cuenta ese día de que estaban ocurriendo fenómenos muy interesantes, porque ya de regreso, a las 11:00 de la noche, veo, cerca del Centro de Cirugía Cardiovascular Infantil, un edificio que estamos haciendo allí de 30 habitaciones, que va a aumentar en 30 camas la capacidad del hospital, porque los niños postoperados, tempranamente saldrían del área de hospitalización, lo cual les da más seguridad para evitar infecciones interhospitalarias, etcétera.

Eran las 11:00 de la noche, llego allí y estaban terminando a esa hora su trabajo los microbrigadistas; había 22. Pregunto allí, aparece una muchacha y otros compañeros, la muchacha empieza a explicar: "Bueno, nosotros somos 44, trabajamos en dos turnos que se superponen", hace la historia de cómo empezaron aquella obra, a pico y pala, no tenían máquinas, en un lugar difícil, el estado actual de la obra. Eran las 11:00 de la noche y en ese momento estaba la compañera despidiendo a los trabajadores, a las 11:00 en punto. Me dicen que es la jefa de la microbrigada, por ello la compañera pudo explicar en detalle todo, con una gran seriedad. Reflejaban una disciplina, un espíritu de trabajo tremendo, una conciencia de la importancia de lo que estaban haciendo. Y cuando yo le pregunto: bueno, ¿y tú dónde trabajas? Dice: "Yo trabajo en la empresa eléctrica." Entonces le pregunto: ¿Y en qué trabajabas? Un poco se sonríe y me dice: "Trabajaba en oficina." Ese día me encuentro de jefe de microbrigada, a las 11:00 de la noche, a una trabajadora de la capital que nunca había construido, y que simplemente la prepararon para una tarea intelectual y trabajaba en oficina.

Ese día llegué ya a una conclusión, está clara: tenemos toda la gente que queramos en la capital. ¿Cuánto? Cien mil, quinientos mil, ¡un millón!, los que nos dé la gana.

Y aquella gente que yo vi —lo digo con toda convicción—, no solo es capaz de construir 200 000 ó 225 000 viviendas en la capital de aquí al 2000 —el ritmo grande se adquiere en 1990, de 1990 al 2000, 200 000—, no solo es capaz de construir una nueva Habana; aquella gente que yo vi, estoy convencido de que es capaz de construir un nuevo Londres, un nuevo París (Aplausos), y yo les aseguro que les queda chiquita la Ciudad de La Habana, con relación a su capacidad de hacer cosas. ¿Dónde estará el límite? En los materiales; pero ya no será jamás en la fuerza de trabajo. Y le estamos prestando a la cuestión de los materiales toda la atención que requiere, y el nuevo Ministerio de la Industria de Materiales está trabajando bajo una tremenda presión, porque sabe que tiene que resolver esas necesidades.

Para mí aquel día fue una verdadera revelación de lo que es el método de masa, el método de trabajo revolucionario. ¡No habría otro mecanismo, ni habría otra forma de hacer eso, no!

Pero es más, ¿cuánto va a costar eso en salario? Lo increíble de todo esto es que no costará un centavo en salario —es increíble, eso sí parece un milagro—, porque los microbrigadistas están trabajando allí por el salario que recibían en los centros de trabajo, y los centros de trabajo están cumpliendo perfectamente sus planes de producción. Los limitantes no están en fuerza de trabajo, pueden estar en materia prima u otra cosa, pero no en la fuerza de trabajo.

Los vecinos, albergados, o inquilinos de edificios apuntalados, o trabajadores después que terminan la jornada en su centro quieren trabajar en construcciones.

¿Y qué está ocurriendo con las propias microbrigadas? Cosa asombrosa: muchas microbrigadas están pidiendo que les den un edificio para hacerlo en horas extralaborales, después de terminar su horario como microbrigada, ¡así!

Y nada de eso cuesta al país un centavo más. De modo que podemos hacer una nueva Habana y resolver los problemas acumulados sin tener que gastar más dinero, movilizando a la población, racionalizando el esfuerzo de esa población, dirigiendo correctamente a esa población. Los materiales, los equipos y el combustible es el gasto que tenemos que hacer. ¿Es o no, realmente, algo impresionante y algo verdaderamente extraordinario en este proceso de rectificación?

Como soy testigo de estas cosas, siento el placer de trasmitírselas también a ustedes. A veces uno ve cosas que lamenta que el pueblo no pueda ver, cosas muy positivas. Muchas veces solo se ven las negativas, y hay que verlas perfectamente bien para erradicarlas. Pero también hay, en estos tiempos y en este proceso que estamos viviendo, cosas nuevas y extraordinarias.

Porque rectificar, lo hemos dicho más de una vez, no es simplemente rectificar errores cometidos en los últimos 10 años, o errores cometidos a lo largo de la Revolución; rectificar es encontrar fórmulas de resolver incluso errores centenarios. Digamos, la misma lucha por la igualdad de la mujer y el hombre, por la incorporación de la mujer al trabajo, en que tanto éxito tenemos, ¿no es acaso rectificar errores, o prejuicios de milenios?

Rectificar es buscar soluciones nuevas para problemas viejos; rectificar es crear, abrir cauce, abrir camino, abrir brecha; rectificar es lo que estamos haciendo ahora, cuando menos divisas convertibles tiene el país, cuando sus importaciones en área convertible son la cuarta parte de las que teníamos en el año 1984, y hoy, frente a los problemas, la gente se multiplica, se crece, piensa, busca soluciones; montones de cosas que antes se pensaba solo en importar, hoy se piensa en crearlas y en hacerlas en el país. ¡Eso es rectificar! Hay que rectificar en muchos sentidos. Rectificar es buscar lo nuevo.

Rectificar fue, el 26 de Julio de 1953, luchar para borrar lo viejo, para abrir un cauce, para hacer una revolución, para crear una nueva vida; eso es también hoy rectificar. Rectificar tiene un sentido realmente muy amplio, y yo estoy en realidad satisfecho, estimulado por lo que veo, los resultados que veo, a pesar de que sabemos que estamos muy distantes todavía de todas nuestras posibilidades, que hay muchas más posibilidades por delante.

Si decía hoy que la agricultura de La Habana es la más productiva del país, aún esta misma agricultura, en muchos cultivos, no en todos, tiene un potencial de incremento grande, considerable; en todo tenemos un gran potencial, afortunadamente. En ese potencial están nuestros recursos, a pesar de la crisis que tenemos de recursos en divisas convertibles. El año que menos tenemos, o que menos hemos tenido en la historia de la Revolución, es el año que más estamos haciendo. Este era el año dificilísimo, prácticamente imposible, y está transcurriendo. Aquí mismo, en este acto, hemos hablado de las 951 obras grandes, medianas y pequeñas que concluyó una sola provincia para conmemorar el 26 de Julio. Esa es una prueba de nuestras grandes posibilidades.

El proceso, a mi juicio, marcha; hay un nuevo estilo de trabajo en el Partido y hay un nuevo estilo de trabajo en los cuadros del Estado.

De modo que, sí, no solo por la lluvia, los augurios son buenos en este 26 de Julio. Estamos en una etapa cualitativamente diferente, las dificultades nos están ayudando. A lo mejor un día digamos: ¡Benditas fueron las dificultades de 1987!, del año tan difícil que parecía imposible.

Y el imperialismo se alentaba con estas cosas: "Bueno, vamos a ver cómo salen los revolucionarios de esos problemas." El imperialismo se alienta a veces, cuando sabe que los países como el nuestro, en medio del bloqueo que ellos nos han impuesto, tienen dificultades. Pero a lo mejor un día le demos las gracias también al bloqueo, por lo que nos enseñó para resolver problemas difíciles; algún día a lo mejor le damos moralmente las gracias, porque fuimos, tal vez, uno de los poquísimos países en el mundo que ha demostrado poder vivir prescindiendo del imperio, poder vivir sin relaciones económicas con el imperio. ¿Cuántos países pueden decir eso? Más aún, de poder vivir y desarrollarnos, porque todos nuestros progresos los hemos alcanzado en medio de un feroz bloqueo del imperio.

No ha de dejar de estar admirado el imperio, sus magnates y sus dirigentes, al comprobar que llevamos 28 años de heroica y firme lucha, y de que hemos sido capaces de sobrevivir y de avanzar, a pesar de deficiencias y a pesar de errores, porque deficiencias y errores deberán ir quedando en el camino, ¡deficiencias y errores tienen que ir quedando en el camino! Errores sí hemos tenido, pero hemos tenido también el valor de reconocerlos, la honestidad de reconocerlos y de luchar implacablemente contra ellos (Aplausos); porque errores malos, terribles, son aquellos de los que no se toma conciencia, aquellos que no se reconocen, aquellos que no se admiten, aquellos contra los cuales no se lucha consecuentemente.

El imperialismo también se puede alentar cuando ocurra algún que otro caso de miserables y repugnantes traidores, porque traicionan a la patria, o porque traicionan a los principios, a la ética y a la moral de la Revolución (Aplausos). ¿Qué podrán contra la obra de la Revolución los traidores y sus amos? ¿Qué podrán con sus repugnantes calumnias? ¿A quién van a engañar y para qué quieren engañar? ¿Para volver al pasado felizmente dejado atrás hace años, para volver al desempleo, para volver a la prostitución, para volver al juego, para volver a la miseria, para volver al analfabetismo, para volver a los niños descalzos, a los enfermos sin médico ni medicina, a las mujeres pariendo en las guardarrayas? ¿Para volver a aquel pasado repugnante e inhumano? ¿Para volver a la represión, para volver a la tiranía, para volver a la guardia rural, para volver al plan de machete, a los desalojos campesinos y los bohíos incendiados, para volver a la discriminación de la mujer, para volver a la discriminación racial, para vivir en una sociedad de privilegios, de abuso, de explotación? ¡Jamás! ¿Para qué tanta propaganda? ¿A quién van a engañar?

Aquí están los hechos, y los hechos son y serán irrebatibles (Aplausos).

Podrán confundir o podrán desalentar a unos pocos. Traidores habrá siempre, desde la época de Judas y aun antes, es muy viejo el dicho aquel, aplicable hoy, que decía: Roma paga a los traidores, pero los desprecia. Ratas que abandonan el barco cuando hay un pequeño oleaje ha habido siempre; pero por cada traidor, por cada vendepatria habrá mil firmes, invencibles marinos y capitanes que sabrán llevar adelante el barco de la Revolución en medio de cualquier tempestad (Aplausos).

Algunos creyeron que tal vez había ciertas dificultades y se asustaron, se les aflojaron las piernas, las piernas morales y hasta las piernas físicas. No les quedó energía más que para huir de lo que creían el peligro. ¿Y a quién van a impresionar con eso? ¿A esta Revolución que salió de cero, que salió, como los círculos infantiles mencionados hoy, de cero, de la nada? Ni un peso, ni un fusil siquiera poseía cuando inició su larga marcha por aquellos días en que por acá veníamos a conquistar la voluntad de un puñado de jóvenes artemiseños, humildes y valientes. Ninguno era terrateniente, ninguno era industrial, ninguno era aristócrata, ninguno era rico; trabajadores y campesinos humildes, pero que llevaban dentro una idea, que fueron capaces de defender una idea, muchos de los cuales fueron dejando su vida por el camino para hacer realidad estas ideas. ¿A quién van a asustar, a quién van a impresionar?

Horas difíciles fueron aquellas amargas horas después del asalto al Moncada, cuando el objetivo no pudo ser alcanzado, cuando decenas de compañeros fueron asesinados y ni aun en aquellos momentos faltaron tripulantes al barco. Horas difíciles fueron aquellas allá antes del "Granma", en que traicionados fuimos perseguidos y encarcelados y perdimos una parte de las armas. Horas difíciles, y más que las nuestras, y más ejemplares que las nuestras, fueron las de nuestros antepasados con 10 años de guerra de independencia sin alcanzar el objetivo y que volvieron de nuevo a la carga años más tarde para que viniera el imperio a frustrar la obra.

Horas difíciles aquellas de Martí cuando la "Fernandina", cuando se perdió todo, y no vaciló en desembarcar en un bote de remos con Máximo Gómez y algunos compañeros más en un lugar aislado y solitario de la costa oriental, para reiniciar la lucha, seguir la marcha y morir en combate, pero con una convicción: que detrás de ellos vendrían otros, que algún día la patria sería libre y que algún día aquella historia que él hizo, que en silencio —como dijo— tuvo que hacer, seguiría adelante y culminaría en la victoria, porque esta causa que estamos defendiendo es aquella misma de Martí cuando dijo: "Conozco al monstruo porque viví en sus entrañas y en silencio ha tenido que ser" (Aplausos). Hemos tenido el privilegio de hacerlo sin que tenga que ser en silencio. Este monstruo de hoy es el mismo monstruo de ayer y aún peor.

Horas difíciles las de los expedicionarios del "Granma", camino largo aquel de 1 500 millas, que concluye con una pulgada de combustible en los tanques, que arriba no a una playa sino a un pantano. Horas difíciles aquellos días ulteriores al desembarco y la dispersión de nuestro pequeño destacamento; horas difíciles cuando fuimos solo un puñado de hombres reagrupados; horas difíciles las de aquella dura y desigual lucha en las montañas y nunca faltaron tripulantes, y cada vez eran más y más y más los leales a la Revolución, los enamorados de las ideas y de la causa de la Revolución. Y un día los que fueron decenas se convirtieron en cientos, y de cientos, en miles; y de miles, en decenas de miles; y de decenas de miles, en cientos de miles; y de cientos de miles, en millones, ¡y eso es lo que somos hoy, millones! (Aplausos.) Y no diría que en una hora difícil, no sé qué podrá parecerles difícil a las ratas, incluso, si el agua se mueve un milímetro; y yo diría que más que horas difíciles, horas de gloria, horas de honor, horas de orgullo, horas de emoción, porque tenemos delante y la vemos con mucha claridad una gran tarea. Una tarea hecha, una tarea haciéndose, una tarea mayor por hacer, esa es la obra de estos millones, que la llevamos adelante y no descalzos; de mejor surtido o de peor surtido, de mejor modelo o de peor modelo, todos llevamos zapatos, y todos llevamos ropas, y todos tenemos alimentos, y todos tenemos medicinas, y todos tenemos educación, y todos tenemos recreación, y todos tenemos los bienes materiales indispensables (Aplausos).

En esta hora difícil, ningún cubano vive como vivían los cientos de miles de desempleados, o como vivían los inquilinos desalojados de sus hogares; hoy podrá ser mejor o peor, de más calidad o de menos calidad el hogar o los materiales con que se ha hecho el hogar, pero todo el mundo se siente seguro en su hogar, todo el mundo se siente seguro en su tierra, todo el mundo se siente seguro en su puesto de trabajo, todo el mundo se siente seguro en la sociedad, todo el mundo se siente seguro aún después de muerto, porque sabe que su esposa, que sus hijos, sus familiares, su madre, su padre no van a pasar necesidad, ni van a pasar hambre, ni van a sufrir desamparo (Aplausos).

Hoy el que peor viva, vive mucho mejor de lo que vivían la inmensa mayoría en el pasado e incluso sectores con determinados privilegios, y eso se traduce en hechos: perspectiva de vida, mortalidad infantil, niveles de salud, de educación, de empleo, de cultura, de igualdad de posibilidades, seguridad, justicia social, dignidad, porque en eso sueña y en eso piensa el revolucionario, qué hacer, cómo crear, y no solo es capaz de pensar en sí mismo y en su propio pueblo, es también capaz de pensar en los demás, es también capaz de compartir con los otros. Hemos aprendido la gran lección, que la hemos sintetizado en una frase: "Ser internacionalista es pagar nuestra propia deuda con la humanidad."

El internacionalismo hizo posible esto, que no es solo y exclusivo fruto de nuestros méritos, el internacionalismo de otros; porque, al contrario, podríamos hacernos críticas de no haber aprovechado de forma óptima, como estamos aprendiendo a hacerlo hoy, la ayuda internacionalista que recibimos. Gracias a la ayuda internacionalista, especial y fundamentalmente de la Unión Soviética, hemos podido llegar hasta aquí, hemos podido ganar esta batalla, hemos podido enfrentarnos exitosamente al monstruo (Aplausos). Nuestro deber es optimizar esos recursos, optimizar esa cooperación. Por ello sería injusto atribuirlo todo exclusivamente a la virtud de nuestro pueblo, como sería injustísimo negar, en lo más mínimo, las extraordinarias cualidades políticas, morales, patrióticas, revolucionarias, internacionalistas y comunistas de nuestro magnífico pueblo (Aplausos).

Hoy llevamos adelante esta obra con orgullo, por eso más que días difíciles —repito—, son días de honor, son días de gloria, son días de orgullo, son días de creación. Por eso, en este 34 aniversario, podemos decirles a nuestros mártires, aquí en esta heroica ciudad: Hemos cumplido y seguiremos cumpliendo; hemos cumplido al máximo, pero aún no estamos satisfechos de la forma en que hemos cumplido; cumpliremos más y cumpliremos mejor.

A aquellos que creyeron un día que la sangre derramada era inútil, y que el Moncada condujo a la adversidad y no a la victoria, o que el "Granma" era inútil, o que la guerra en las montañas era inútil, hoy les decimos, quedó demostrado que nunca fue inútil el sacrificio. Y los que creían que un día todo ese esfuerzo, ese heroísmo y esa sangre serían inútiles, sepan que hoy más que nunca y con más seguridad que nunca podemos afirmar que el sacrificio ha sido absolutamente fecundo, absolutamente útil. ¡Se engañan los que crean, y se engaña el imperio, y se engañan sus serviles mercenarios si creen que algún día la sangre de los buenos fue derramada en vano! (Aplausos.) ¡A nuestra Revolución, a nuestro pueblo y a nuestro Partido no podrán subestimárseles jamás!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación)
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