Discursos e Intervenciones

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO DE APERTURA DEL CURSO ESCOLAR, EN CIUDAD LIBERTAD, EL 14 DE SEPTIEMBRE DE 1959

Fecha: 

14/09/1959

Compañeros colegiales:

Yo sé que es un poco tarde y que ustedes llevan varias horas de pie, por eso voy a hablar brevemente para decirles algunas cosas que siento en estos momentos.

Hacía mucho tiempo —y yo quiero que me oigan— que estábamos deseando esta oportunidad, y de todos los actos y de todos los hechos que hemos vivido desde que iniciamos esta lucha revolucionaria, ningún momento más feliz para nosotros que este, y les voy a explicar por qué: Porque este acto de hoy, esta reunión de ustedes, los niños cubanos, con nosotros, es el acto más hermoso de esta Revolución, porque quiere decir que ustedes no van a vivir como nosotros, quiere decir que ustedes no van a sufrir lo que nosotros sufrimos.

Nosotros nunca pudimos venir aquí a esta fortaleza, nosotros solo sabíamos que aquí se albergaban millares de soldados, de hombres armados que eran capaces de los peores abusos, que eran capaces de las peores injusticias. Nosotros nunca tuvimos este privilegio de ver lo que era una fortaleza militar. Nosotros nos preguntábamos para qué servían las fortalezas militares; nosotros nos preguntábamos por qué había tantos soldados aquí dentro, por qué había tantas compañías y tantos regimientos, qué significaba todo aquello, qué fin perseguían esos soldados. Y nosotros, los que en un tiempo fuimos niños como ustedes, tuvimos oportunidad de conocer para qué servían aquellos soldados.

En todos nosotros hay un sentimiento de odio contra la injusticia y contra el abuso. Nadie está de acuerdo cuando en la escuela el mayor atropella a los más pequeños; nadie está de acuerdo en la escuela cuando el más fuerte quiere avasallar al más débil; todo el mundo desprecia en la escuela al que quiere imponerse por la fuerza abusando de sus compañeros. Y eso era lo que estaba ocurriendo en todo el país, que los fuertes, porque tenían las armas en la mano, vivían abusando del pueblo, que era débil.

Por eso, cuando un día, hablando del papel que desempeñaban aquellos soldados, ofrecimos que algún día la fortaleza de Columbia se convertiría en una escuela, estábamos expresando el deseo más profundo de todos nosotros. No fue fácil tomar esta fortaleza; miles de compañeros cayeron en el camino; conquistar esta fortaleza costó mucha sangre, costó muchas batallas y costó muchas vidas. Al principio parecía imposible: nosotros éramos un grupo pequeño, esta fortaleza estaba llena de cañones, llena de tanques, llena de soldados, llena de fusiles; nadie creía que aquellos que éramos unos pocos podríamos algún día tomar esta inmensa fortaleza que era el símbolo de la fuerza, que era el símbolo de la dictadura. Sin embargo, tuvimos fe; estamos aquí hoy reunidos con ustedes porque tuvimos fe. Hacía falta luchar mucho, hacía falta ganar muchas batallas, pero nosotros sabíamos que las ganaríamos porque teníamos la razón, porque estábamos defendiendo una causa justa.

Así fue como un día las tropas rebeldes entraron en Columbia después de derrotar a las fuerzas de la dictadura, y aquella promesa, aquella promesa se cumple hoy. ¿Para qué queremos una fortaleza aquí rodeando la ciudad? ¿Para qué queremos fortalezas rodeando la ciudad? ¿Para qué queremos cuarteles, si lo que hace falta son escuelas, si lo que hace falta son campos deportivos, si lo que hace falta es que todo el mundo viva sin miedo, para que todo el mundo viva en paz?

Ustedes tienen hoy lo que nosotros estuvimos deseando siempre, es decir, que esta fortaleza desapareciera, y no pudimos ver realizado ese sueño, cuando nosotros éramos jóvenes como ustedes. Muchos jóvenes que fueron estudiantes, colegiales como ustedes, tuvieron que pagar con su vida esta conquista, así que la mayor gratitud de los niños tiene que ser para los compañeros nuestros que murieron en la lucha; la mayor reverencia de los niños cubanos tiene que ser para los rebeldes que murieron, los revolucionarios que murieron, para hacer realidad este sueño de tener algún día convertida en centro escolar la fortaleza militar de Columbia.

Habíamos pensado hacer una ciudad escolar, pero hemos llegado a la conclusión de que lo mejor era crear un instituto superior de ciencia y tecnología, lo que quiere decir un centro para preparar ingenieros, para preparar expertos que conozcan de fábricas, de ingeniería, de física y de química, que adquieran todos los conocimientos necesarios para industrializar nuestro país.

Nosotros tenemos muchas cosas que hacer y, sin embargo, no podemos hacerlas, ¿saben por qué? Porque no tenemos personas preparadas para hacer esas cosas. Muchas cosas nos salen mal, muchas de las cosas que queremos hacer nos salen mal, ¿saben por qué? Porque no tenemos personas que sepan hacer las cosas bien hechas. ¿Y saben por qué no las tenemos? Porque nadie se ocupó de prepararlas. Si muchos niños hoy viven pobremente, si muchos niños andan mal vestidos, si muchos padres de los niños no tienen apenas con qué llevar el pan a su casa, la culpa la tienen los que no se preocuparon de preparar a su pueblo y de trabajar para su pueblo.

Ustedes los niños están sufriendo las consecuencias de todo el olvido y el abandono en que ha vivido nuestro pueblo. Pero, sin embargo, no sufrirán muchas cosas de las que hemos sufrido nosotros, porque nosotros sí vamos a preparar al pueblo para que las cosas salgan bien.

¿Ustedes creen que nosotros lo estamos haciendo bien? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Bueno, pues yo creo que no, yo creo que no porque nosotros no sabemos las cosas que ustedes van a saber el día de mañana, a nosotros no nos enseñaron nada de lo que nosotros les vamos a enseñar a ustedes.

Hay muchos rebeldes que son magníficos muchachos, magníficos soldados, muy valientes, que aprendieron a ganar batallas, y las ganaron, sin embargo no pudieron ir a la escuela.

Muchos rebeldes, muchos barbudos de esos que ustedes tanto admiran, tienen que hacer ahora lo que ustedes están haciendo, estudiar, porque no tuvieron la suerte de ir a la escuela, como ustedes tienen esa suerte. Así que ustedes tienen que hacer las cosas el día de mañana mejor que nosotros, tienen que hacerlas mejor que nosotros. A nosotros nos tocó recibir muchos golpes, sufrir muchos abusos y pasar mucho trabajo, pero ahora tenemos grandes cosas que hacer y no podemos hacer todas las cosas que queremos porque no está preparado el pueblo para eso. Por eso nos interesamos tanto en que ustedes puedan hacer el día de mañana las cosas mejor que nosotros.

¿Ustedes creen que la Revolución se hizo ya? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) No. Y si la Revolución no se ha hecho, ¿quién la va a hacer? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nosotros!”) Ustedes, ustedes son los que tienen que hacer la verdadera Revolución. ¿Ustedes quieren ser buenos revolucionarios? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Y qué es lo primero que tienen que hacer? (EXCLAMACIONES DE: “¡Estudiar!”) ¡Ah!, estudiar. Entonces, el niño que no estudia no es un buen revolucionario, porque el niño que no estudie no sabrá hacer las cosas bien hechas y le pasará lo que nos pasa a nosotros, que vamos a hacer algo y no nos sale bien; así que el niño que no estudia no es un buen rebelde, ni es un buen revolucionario, porque si quieren ayudar a la Revolución, si quieren ayudar a los rebeldes, si quieren ayudar a su patria, tienen que estudiar, porque el que no sabe hacer las cosas no puede ayudar a nadie, se equivoca, y aunque las quiera hacer bien, no las puede hacer bien porque no sabe.

Yo quiero que los niños jueguen, que tengan campos deportivos, que tengan playas, que naden, que se diviertan, que hagan excursiones por los campos (EXCLAMACIONES); sí, pero queremos que también estudien. ¡Pero si estudiar no es malo! (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Y por qué se ponen más contentos cuando hablo de ir a la playa que cuando hablo de estudiar? ¿Ustedes no han leído la historia, ustedes no han leído la vida de Maceo, de todas las batallas que ganó Maceo? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Ustedes no han leído la vida de Martí, de todos los sacrificios que hizo, de lo noble y lo bueno que era? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿A ustedes no les gusta leer toda aquella historia de lo que tuvieron que hacer los cubanos para ser independientes? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿y no les gustaba? ¿No es interesante la historia? ¿A ustedes no les gustaría visitar todos los lugares donde combatieron los rebeldes? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿A ustedes no les gustaría visitar la Sierra Maestra? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Para qué? (EXCLAMACIONES DE: “Para saber.”) Para saber, para ver. Bueno, pues se estudia para eso, para saber. ¿A ustedes no les gustaría ir a la Ciénaga de Zapata y a la Laguna del Tesoro? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Para qué? Para ver. Bueno, pero todo eso está también en los libros: la Sierra Maestra, la Laguna del Tesoro, el valle de Viñales, las cuevas, los ríos, las montañas, las bahías, la naturaleza toda; todo eso está en los libros. Si cuando nosotros los llevemos a ustedes al valle de Viñales ustedes no han estudiado, y si no saben lo que es el valle de Viñales, no disfrutan. Es igual que si traemos a un niño que nunca ha oído hablar de la Sierra Maestra y lo llevan allí, no le interesa porque no sabe lo que pasó allí, ni los que vivieron allí, ni lo que hicieron los que estaban allí, ni por qué lo hicieron.

Nosotros —que a veces perdíamos el tiempo— nos encontramos que a veces vamos a un río y no sabemos qué río es, y es porque se nos ha olvidado, pero se nos debe haber olvidado porque no lo estudiamos bien. Pero si ustedes se quieren divertir tienen que estudiar, si ustedes quieren pasar ratos muy agradables tienen que estudiar porque si no estudian no comprenden.

¿Ustedes han oído hablar de la reforma agraria? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Ustedes están de acuerdo con la reforma agraria? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Bueno, pues si ustedes no saben cómo se siembra una semilla y por qué crece una semilla y por qué la semilla puede producir más o menos; si ustedes no estudian la atmósfera, las lluvias, el agua, las plantas, no pueden entender la reforma agraria; si ustedes no estudian la aritmética, no pueden entender la reforma agraria tampoco; si ustedes no estudian gramática y un día tienen una buena idea que proponerle al Gobierno Revolucionario y no saben cómo escribirla, y nosotros abrimos una carta que está mal escrita y no le hacemos caso, está mal escrita.

Si ustedes quieren entender al Gobierno Revolucionario, si quieren entender todas las cosas de que nosotros hablamos, tienen que estudiar literatura. Así que ustedes tienen que estudiar de todo, porque cuando hay una asignatura en un libro no es para fastidiarlo a uno, como creíamos nosotros. Nosotros creíamos que la botánica y la aritmética eran para fastidiarlo a uno, porque no entendíamos bien que eso fuera para beneficio de nosotros. Al niño no hay que obligarlo a estudiar, el niño debe sentir deseos de estudiar, porque el niño que no estudia no se divierte; porque si él está divirtiéndose todo el día, el día que tiene vacaciones no se divierte porque para él es vacaciones todo el tiempo, y entonces cuando llega el fin de curso, que tiene tres meses para pasear, para ir al campo, para ir a la playa, para montar a caballo, para conocer los lugares, pues no se divierte.

Imagínense un muchacho que va al zoológico todos los días del año, pues un día entra al zoológico y no le llama la atención nada de aquello. El muchacho que quiere estar todos los días de vacaciones, no se divierte los sábados y los domingos, porque los sábados y los domingos son iguales que todos los demás días de la semana para él, y las vacaciones son iguales, y después él no sabe y no puede ayudar a nadie, no puede ser revolucionario. Así que el que no estudia no es revolucionario, el que no estudia no es rebelde, porque ese no nos quiere ayudar a nosotros, porque hay muchas cosas que hacer y para hacerlas hay que saber.

Si ustedes estudian, nosotros ayudaremos a que se diviertan en el verano, en las vacaciones, y les haremos todos los campos de pelota, de basketball, de volley-ball, todos los deportes que ustedes quieran, les hacemos todos los campos deportivos que ustedes quieran. Si ustedes estudian, los llevaremos a la Sierra Maestra. Si ustedes estudian les hacemos todas las playas que quieran para divertirse en las vacaciones. Si ustedes estudian, nosotros les daremos todos los libros que ustedes necesiten.

Y piensen en esto: Hay muchos niños en el campo que no han tenido la suerte que ustedes tienen de poder ir a la escuela; hay muchos niños que todavía no saben el abecedario, tienen la misma edad que ustedes y sin embargo no saben leer ni escribir.

¿Es justo que un niño pueda ir a la escuela, que se le pague un maestro que lo enseñe, que se le den los libros, que se le dé todo, y que no estudie? Eso es muy triste. Es muy triste que haya muchachos que tengan esa oportunidad y haya muchos guajiritos que todavía no han tenido la oportunidad de ir a la escuela. Esa es otra cosa que tenemos que hacer, y lo vamos a lograr gracias a los maestros, porque tenemos 10 000 maestros que nos van a ayudar a enseñar a 400 000 niños, ¡cuatrocientos mil niños!, que no tenían escuelas.

Quiero explicarles una cosa: En 50 años anteriores los gobiernos no habían hecho más que 5 000 escuelas para los niños campesinos y ¿saben cuántas vamos a poner nosotros en un año? Diez mil (APLAUSOS), para que todos los niños aprendan a leer y a escribir, y aprendan de agricultura, aprendan de mecánica, aprendan de electricidad y aprendan de todo lo que necesitan para el día de mañana ser buenos revolucionarios y ayudar a su patria, y ayudar a los demás.

Miren, si no fuera por los esfuerzos que los rebeldes hicieron, si no fuera por la cantidad de trabajo que pasaron, esos 400 000 niños no tendrían ahora maestros; si no fuera por los rebeldes que murieron, esos 400 000 niños no tendrían maestros y ahora el 4 de septiembre se hubiera dado un gran acto aquí lleno de tanques y cañones, y en vez de niños habría soldados aquí, estaría esto lleno de soldados y lleno de tanques, y la ciudadanía pasando por la calle, preocupada de que no le fueran a tirar desde aquí, y que no fueran a abusar de ella.

¿Cuando antes ustedes pasaban por la Avenida de Columbia, qué pensaban? ¿Ustedes miraban para aquí adentro? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Por qué? Porque eran unos abusadores y ustedes creían que podían ser víctimas de cualquier abuso, y además porque los odiaban, porque eran unos abusadores; y ahora cuando ustedes pasan por aquí ¿ustedes miran? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Por qué? Porque esto es de ustedes.

Esto es de ustedes, porque el ejército es de ustedes; está para defender a los niños, no para abusar de los niños, ni de los padres de los niños, ni de la familia de los niños. Y a nuestras escuelas pueden ir todos los niños, no importa que sean hijos de un soldado de antes, no importa incluso que sea hijo de cualquier hombre que haya cometido un delito y haya asesinado, porque los niños no tienen la culpa. Y ustedes tienen que saber que los niños son inocentes, y que en la escuela cualquier niño, aunque sea hijo de un soldado de antes, hay que tratarlo como un hermano también, y si ese niño tuvo la mala suerte de que su padre cometiera crímenes, él no tiene la culpa, él es una víctima también. En la escuela se tienen que olvidar esas cosas, porque esos niños son inocentes, y si en sus casas les hablan mal de la Revolución, ustedes tienen que hablarles bien de la Revolución y explicarles todas esas cosas, y se los tienen que ganar con cariño, no con desprecio (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE APROBACION) .

Yo les explicaba cómo antes la ciudadanía, cuando pasaba por aquí, veía una fortaleza, y ¿saben lo que van a ver ahora?: Un centro de enseñanza. Cuba es el único país del mundo que ha podido hacer eso; es el único país de América que ha podido hacer eso: conquistar una fortaleza militar y convertirla en una escuela, en un centro de enseñanza. ¿Fortalezas, para qué?, si lo que hace falta son centros de enseñanza.

Cuando haya que pelear por defender la Revolución, ¿quién la defiende? ¡Todos! Ahora hay más soldados que antes, porque todos ustedes son soldados de la Revolución. Ahora en vez de 10 000, 20 000, 30 000, tenemos 6 millones de soldados para la Revolución, porque la defienden los niños, los viejos, los campesinos, los obreros, los médicos, los maestros, todos; todo el pueblo es saldado de la Revolución. Ahora sí es verdad que esta fortaleza no la toman más nunca (APLAUSOS), porque no es la fortaleza de una pandilla, es la fortaleza de un pueblo; para volver a convertir esto en fortaleza tienen que ganarles la guerra a 6 millones de cubanos.

Por eso ahora nos sentimos seguros, nos sentimos seguros porque todo el pueblo defiende esta fortaleza, y esta fortaleza la conquistó el pueblo, porque ningún rebelde tenía fusil. Los rebeldes cuando empezaron no tenían fusiles, esos fusiles se los tuvieron que quitar a los soldados de Batista; esas armas las tuvieron que conquistar, eran civiles igual que todos ustedes. Así que fue el pueblo el que les ganó la guerra a los militares que estaban defendiendo una causa injusta.

Eso se ha logrado, como les decía anteriormente, por todos los que se sacrificaron. Eso quiere decir que si ustedes quieren ayudar a los demás, tienen también que estudiar, tienen también que trabajar, tienen que aprovechar el tiempo en la escuela. A cambio de todo lo que nosotros hemos hecho por ustedes, a cambio de esta fortaleza que les entregamos y las demás que les vamos a entregar, a cambio de las playas que vamos a hacer, de los campamentos para excursiones que vamos a organizar, de todo lo que vamos a hacer para los niños, una sola cosa queremos nosotros de ustedes y es que ustedes estudien también.

Nosotros siempre cumplimos nuestras promesas; yo espero que los niños cumplan la promesa también de estudiar, con un poquito de trabajo todos los días. Y a los niños que más se destaquen los vamos a premiar, y los vamos a enviar de vacaciones, y los vamos a llevar a la Sierra Maestra. Vamos a hacer campamentos, casas de campaña; pero tienen que subir las lomas, ¡tienen que subirlas! (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) Así que mientras más estudien ustedes, más cosas van a tener, más se van a divertir y más van a poder ayudar al país. Pero sobre todo acuérdense de esto: El niño que no estudia no es revolucionario.

Así que vamos a finalizar este acto (EXCLAMACIONES DE: “¡No, sigue, no te vayas!”)... Yo no me voy. ¿Quién dice que yo me voy? Voy a seguir trabajando, que es lo que tengo que hacer.

¿Hoy no es el día que empieza el curso? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Y no van a la escuela? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Cuándo van? (EXCLAMACIONES DE: “¡Mañana!”) ¡Temprano todo el mundo a la escuela...! (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)

(Un niño le entrega algo.) Esto es para la reforma agraria. No olviden que hay que seguir trabajando por la reforma agraria. ¿A ustedes les gustan los mangos? ¿Les gustan los anones? ¿Les gustan los platanitos? ¿Les gustan los helados? (EXCLAMACIONES DE APROBACION.) Pues sin reforma agraria no hay nada de eso. Ustedes tienen además que ayudar a la repoblación forestal.

¿Ustedes quieren que haya muchos mangos, muchos anones y muchas naranjas? Pues ustedes tienen que recoger en sus casas todas las semillas de esas frutas, guardarlas y mandárselas al Ministerio de Agricultura para que las siembren. Ustedes, cuando van a los campos, ¿qué prefieren, que haya mucho sol o que haya sombra? ¿Ustedes prefieren que haya muchos árboles? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”), y que además no tengan más que extender la mano para coger un anón o un mango (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”). ¿No es mejor que tener los campos desolados? ¿Por qué hoy los campos están pelados? Porque nadie se ocupó de eso, porque nadie quería la tierra, no se preocupaban de que fuera bonito aquel lugar, ni de que hubiera sombra, ni de que hubiera árboles. Si ustedes quieren que dentro de pocos años toda Cuba, todo lo que no esté sembrado de arroz o de caña esté sembrado de árboles para las excursiones de ustedes.

Recojan las semillas de las frutas en la casa y las guardan, que si ustedes nos ayudan, dentro de cinco o seis años tendremos millones y millones de árboles frutales, producto quizás de las semillitas que algunos de ustedes recogerá en sus casas. Luego, van a ayudar también a la repoblación forestal.

Ustedes le tienen que preguntar al maestro cómo se guardan. Así que los maestros tienen que preguntar al Ministerio de Agricultura cómo se conservan las distintas semillas, y cómo las deben enviar; si son, por ejemplo, de Oriente, mejor las mandan a algún lugar de Oriente, no sea que tengan que dar el viaje a La Habana y después regresar a Oriente las semillas. Así que ustedes les tienen que preguntar a los maestros, y en la casa tienen que guardar todas esas semillas. Ustedes verán que con la ayuda de la niñez nosotros llenamos de árboles frutales toda la isla, y no habrá niño que quiera una fruta y no la pueda encontrar.

Ustedes saben que vamos a hacer también un centro de playa grande para que vayan más de 100 000 niños todos los años, de toda la isla, para que conozcan el mar, y aprendan a pescar, y disfruten de todas las cosas bonitas que tiene Cuba, porque ustedes saben que Cuba es el país más hermoso que los ojos humanos vieron nunca (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”). Nosotros tenemos la suerte de tener el país más bonito del mundo, pero lo que no habíamos tenido la suerte de que el pueblo pudiera disfrutar de todo eso, y ahora sí vamos a tener esa suerte.

Así que tenemos un acuerdo entre ustedes y nosotros: Ustedes van a ayudar a la Revolución por todos los medios posibles (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”), porque la Revolución está por hacer y ustedes son los que la tienen que hacer, y para hacerla tienen que estudiar. Eso es lo que más me interesa; y voy a estar al tanto de cómo están estudiando los niños en la escuela, y les vamos a preguntar a todos los maestros cómo está cada escuela, para saber cuáles son las escuelas que más estudian y las escuelas que menos estudian.

El año que viene nos volveremos a reunir (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”). Vamos a tener un acto con ustedes todos los años (Cantan el himno del 26 de Julio.) (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE APROBACION), así que, ¡a estudiar!

Compañero Ministro de Educación: En sus manos ponemos esta fortaleza, y de ella arriamos nuestra bandera victoriosa para entregarle a la educación la fortaleza conquistada.

Esperamos que este acto marque el inicio de una nueva era en la educación y que el centro de alta enseñanza que aquí se establezca llegue a convertirse en el primero de toda la América.

(OVACION.)

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