Discursos e Intervenciones

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN LA INAUGURACION DE LA ESCUELA DE INICIACION DEPORTIVA ESCOLAR (EIDE) DE LA PROVINCIA CIUDAD DE LA HABANA, EL 6 DE OCTUBRE DE 1977

Fecha: 

06/10/1977

Queridos compañeros:

Hoy se conmemora el primer aniversario de aquel crimen horrendo que costó la vida a 73 personas, gran número de ellos compatriotas nuestros.

Están demasiado recientes aquellos hechos para poder olvidarlos; mas, aunque transcurra infinitamente el tiempo, no se olvidarán jamás.

Pensábamos cómo podíamos conmemorarlo, cómo podíamos recordar a nuestros hermanos caídos en aquel acto bárbaro y brutal donde murieron valiosísimos tripulantes de nuestras líneas aéreas, destacados y heroicos trabajadores del aire, trabajadores de la pesca, trabajadores de distintas actividades, y también la totalidad del equipo de esgrima, que acababa de obtener todas las medallas de oro en las competencias donde habían participado. Fue un golpe muy duro para todos. .

¿Cómo recordarlos? Y pensando precisamente que en el accidente había perecido el equipo de esgrima, lo que contribuyó a profundizar el dolor de nuestro pueblo teniendo en cuenta la extraordinaria juventud de aquellos muchachos, pensábamos que un homenaje digno para todos, y muy simbólico, sería inaugurar en el día de hoy esta escuela de iniciación deportiva, que llevará el nombre de "Mártires de Barbados" (APLAUSOS).

Les pedimos un esfuerzo a los compañeros de la construcción de la provincia Ciudad de La Habana para que aceleraran las obras, y pudiéramos disponer ya de la escuela para este primer aniversario.

Esto tiene un simbolismo muy grande, porque demuestra cómo el crimen no puede matar las ideas, cómo el crimen no puede detener la marcha victoriosa de un pueblo; cómo el crimen, por monstruoso que sea, no puede matar la vida, y cómo la vida de cada uno de nosotros no pertenece a sí mismo, sino que pertenece a todos. Todos somos parte de algo mucho mayor que nosotros, que es la patria, el pueblo; nuestras vidas son parte de la vida infinita e inmortal de la nación cubana y de nuestro pueblo revolucionario.

En los sentimientos, en el corazón, en la obra y en la actividad del pueblo, siguen viviendo los caídos y siguen creciendo los jóvenes y siguen todos marchando unidos hacia el porvenir. Sí, se multiplican, y aquí tenemos un ejemplo: por cada uno de los atletas asesinados, hay casi 100 jóvenes atletas formándose. y vemos que en ellos renace la vida, renacen las esperanzas y renace la alegría.

Ya les habíamos pedido a los compañeros deportistas, cuando pensábamos en aquel hecho increíble, atroz, doloroso, en que todo el equipo estrella había perecido, que la respuesta a eso tenía que ser superarse más, prepararse para ocupar el lugar de los caídos y tener otro equipo dispuesto para las competencias de este año. Y en realidad, los atletas cumplieron. Un nuevo equipo fue formado, y este año se volvieron a ganar en las mismas competencias todas las medallas de oro (APLAUSOS) y, encima, una medalla de plata más de las que habíamos ganado en las competencias anteriores.

Es evidente que el espíritu de los atletas caídos participó en los músculos, en la mente y en el corazón de los atletas cubanos que fueron allí a reivindicar una vez más la memoria de sus hermanos muertos.

Cada año que pase —este es el primero—, habrá en la opinión nacional e internacional más condenación a aquel repugnante hecho. Cada día son más las personas que, en la perspectiva del tiempo, valoran y condenan más profundamente la cobardía de aquel acto.

Tales crímenes no podían surgir más que de la mente enferma, resentida y desesperada de los agentes y de los terroristas educados y formados por el imperialismo. Este los enseña a matar. Ellos, los imperialistas, los prepararon para cometer este tipo de vergonzosas fecharías. Les enseñaron los medios, las técnicas del crimen, los mantuvieron, les dieron los recursos económicos y materiales para perpetrar esos hechos.

Saben perfectamente bien lo que les ocurrió cuantas veces se atrevieron a atacar frontalmente la Revolución; lo que les ocurrió en el Escambray, lo que les ocurrió en Girón, cada vez que se enfrentaron con hombres y mujeres armados. Pero en este caso no estaban luchando contra hombres armados; estaban luchando contra personas totalmente desarmadas, ajenas a la agresión que les esperaba, utilizando explosivos para destruir en pleno vuelo un avión.

No fue solo nuestro pueblo, la conciencia de todo el mundo progresista, y de todas las personas honradas de la Tierra, se levantó para condenar aquel monstruoso acto.

Los autores no tuvieron el menor empacho en confesar abiertamente sus crímenes, los autores directos. Los autores indirectos sabemos perfectamente quiénes fueron. Algunos de los autores directos están presos.

Todo lo que dijimos el 15 de octubre del pasado año en los funerales de las víctimas se pudo comprobar después perfectamente: cómo habían ocurrido los hechos, que no era un accidente, que era un sabotaje, las técnicas empleadas. Y algunos de ellos no pudieron evadir las medidas elementales tomadas por las autoridades de Venezuela, que fue el país que los criminales utilizaron como base para realizar el sabotaje, y están en las cárceles esperando la sanción que les corresponda.

Claro que no recibirán el castigo que merecen. Quizás los condenen a algunos años de cárcel. Pero si los fusilaran una vez, tampoco pagarían el crimen. Si los fusilaran cien veces, mil veces, tampoco sería castigo suficiente para la magnitud del crimen que cometieron. Crímenes como esos no se pagan con nada.

Hay un campo, sin embargo, en que los pueblos se pueden resarcir de heridas tan profundas. Y hay un castigo para los contrarrevolucionarios peor que todos los demás castigos, y es la propia Revolución, sus esfuerzos, sus éxitos, su marcha victoriosa. Hay un castigo para los criminales mayor que ningún otro, y es cuando el crimen que pensaron convertir en un arma para desalentar al pueblo, para atemorizar al pueblo, se convierte en energía para el pueblo, en fuerza para el pueblo, y en la multiplicación del valor del pueblo (APLAUSOS). Hay un castigo al que no se resignarán jamás: la derrota de sus ideas. Porque unos pocos criminales autores directos no son más que simples agentes de la mala causa y de las ideas reaccionarias que representan.

¿Por qué asesinaron a esos trabajadores? ¿Por qué asesinaron a esos jóvenes? Porque ellos simbolizaban la Revolución, eran frutos de la Revolución. Fue una venganza baja y cobarde contra la Revolución, porque la Revolución acabó con los privilegios, acabó con los abusos, con las injusticias, acabó con la explotación del hombre por el hombre; trajo la libertad y la dignidad al pueblo, este pueblo que era propiedad de los imperialistas, que era propiedad de una pandilla de burgueses y de terratenientes, y que vivía sometido al yugo de gobernantes corrompidos, represivos y sangrientos, representantes de esos intereses.

Porque la Revolución trajo libertad a nuestros compatriotas; porque la Revolución trajo escuelas para los niños; porque la Revolución trajo hospitales para los enfermos; porque la Revolución trajo pan para los hambrientos; porque la Revolución trajo trabajo para los desempleados; porque la Revolución trajo igualdad y dignidad para todos los ciudadanos. Porque la Revolución trajo justicia para las mujeres; porque la Revolución trajo justicia para nuestros hermanos discriminados por ser negros; porque la Revolución acabó con el despotismo, con los atropellos, con los abusos de toda clase. Porque nuestra Revolución reivindicó los mejores sueños de todas las generaciones cubanas, desde 1868 hasta hoy; porque la Revolución hizo fructificar las semillas de nuestros mambises; hizo realidad los sueños de Céspedes, de Maceo, de Agramonte, de Martí (APLAUSOS PROLONGADOS). Porque la nación dejó de ser feudo de burgueses y terratenientes para ser patria de campesinos y obreros. Por eso se cometieron durante tantos años tantos crímenes contra nuestro pueblo; por eso se cometió ese horrendo crimen de Barbados.

¿Pero pudieron acaso tales actos repugnantes impedir la consolidación de la Revolución? ¿Pudieron acaso impedir la marcha exitosa de nuestro pueblo? No. Y ellos no aprenden las lecciones de la historia. Porque no era la primera vez que trataban de matar las causas justas, y de matar las ideas matando a los hombres.

Larga va siendo ya la historia de nuestra Revolución, y recordamos aquellos días luctuosos, tenebrosos en que se luchaba en la clandestinidad y en las montañas contra la tiranía. Cuántas torturas no cometieron. Cuántos crímenes. Cuántos asesinatos alevosos. Es imposible olvidar tales hechos, en que a veces recogían decenas de campesinos, familias enteras y los asesinaban o los quemaban vivos en las casas. Es imposible olvidar el número de asesinados, de ahorcados; es imposible olvidar cuántos revolucionarios murieron en las salas de torturas, o fueron asesinados en horas de la madrugada, y cuyos cadáveres aparecían regados por todas partes.

En aquellos días los esbirros creían que iban a ser eternos, que su poder era ilimitado, que todos aquellos hechos se podían cometer impunemente. No lograron, sin embargo, impedir el triunfo de la Revolución; no lograron impedir la victoria del pueblo. Y muchos de aquellos criminales tuvieron que comparecer ante los tribunales de justicia y pagar sus crímenes. Lejos de debilitar las ideas; lejos de debilitar nuestra causa, con sus crímenes fortalecieron nuestra causa, fortalecieron nuestras ideas y aceleraron la victoria de la Revolución.

Pero quizás lo más repugnante y doloroso de hechos como el que hoy conmemoramos, es que si al principio mataban para impedir la Revolución, casi puede asegurarse que el crimen de Barbados se comete para vengarse de una revolución, respecto a la cual no tienen ya ninguna esperanza de impedirla (APLAUSOS PROLONGADOS).

Sabemos que para los familiares que perdieron aquel día sus seres queridos, no puede haber consuelo; como no puede haberlo para ninguno de nosotros. Porque para todos nosotros eran también nuestros hermanos y nuestros hijos. Sin embargo, poseemos entereza, y esa entereza es la que nos hace encontrar las únicas formas de consuelo posible, que es trabajar y luchar con más energía: los estudiantes en las escuelas, los obreros en las fábricas, los campesinos en los campos; los trabajadores de la educación, de la salud, de todos los servicios en sus centros de trabajo; los soldados en su preparación combativa, los combatientes del MININT luchando cada vez con más tenacidad contra el enemigo contrarrevolucionario y contra el enemigo que practica la delincuencia común; las organizaciones de masas actuando con más entusiasmo y con más vigor; el Partido ganando cada vez más en experiencias, en disciplina y en capacidad para dirigir a nuestra Revolución, aunque siempre los caídos ocupen un espacio de dolor en nuestros corazones.

Nuestros corazones son grandes y hay en ellos espacio para el entusiasmo, para el deber, para el espíritu revolucionario, para la voluntad, el tesón, la firmeza; hay en nuestros corazones un gran lugar para la obra creadora, para continuar el esfuerzo de nuestro pueblo, para combatir, para luchar, y junto al dolor disfrutar también la alegría y la felicidad de los éxitos y de los avances de nuestra patria (APLAUSOS).

Tenemos el deber de cumplir nuestra obra, la obra de nuestra generación, y el deber de preparar el camino a las nuevas generaciones.

Hoy podíamos ver eso cuando cruzábamos por el salón donde estaban las fotos de los hermanos que murieron aquel día, y f todos, frente a sus rostros nobles, generosos, valientes y queridos, experimentábamos una profunda emoción. Pero delante de aquel cuadro estaba precisamente la maqueta de esta escuela; la contemplábamos también y nos admiraba qué maravillosa escuela hemos construido, qué maravillosa escuela entrega la Revolución a los hijos de nuestros trabajadores. Y eso eran aquellos compañeros caídos el 6 de octubre del pasado año: trabajadores e hijos de trabajadores.

Entre otras pérdidas se encontraba nada menos que el equipo de esgrima. ¿Y qué era la esgrima en la Cuba del pasado? Un deporte que practicaban unos poquiticos, hijos de burgueses, en los clubs aristocráticos. ¿Qué hijo de campesino o de obrero podía practicar esgrima con lo que costaba un salón de esgrima y un profesor de esgrima? Y precisamente ahí estaban delante de la maqueta donde van a estudiar deportes 2 000 hijos de nuestros trabajadores. Y es tan hermoso el proyecto, tan integral; cuenta con tantos recursos para la docencia y para el deporte, que se puede asegurar que jamás los hijos de los millonarios en Cuba tuvieron una escuela como esta. ¡Ni soñarlo! (APLAUSOS)

En algunas escuelas de familias privilegiadas había algún campito de básquet de cemento muchas veces, o algún campito improvisado de pelota; pero una escuela con este número de instalaciones eso ni se concibió jamás, una escuela con tantos profesores de deporte y de educación física, jamás. Y profesores, muchos de los cuales tienen ya una gran experiencia, muchos de los cuales fueron destacados y brillantes atletas del deporte en el período revolucionario y que a su vez se prepararon como entrenadores. A muchos de ellos los hemos podido saludar en la tarde de hoy junto a los distintos grupos de atletas de un gran número de deportes, prácticamente todos los deportes, todos los deportes olímpicos y algunos como el béisbol no olímpico. Y veíamos cómo por ejemplo, una profesora de gimnasia rítmica atendía a ocho alumnas, pero aparte de esa profesora que atiende a ocho alumnas hay otros profesores de otras ramas y están los profesores docentes, y están los trabajadores de los distintos servicios de la escuela.

Se puede asegurar que ninguna escuela de millonarios tuvo jamás lo que tiene esta escuela. Pero además, ¿por qué le podía interesar el deporte a los burgueses? A ellos les interesaba solo la ganancia, la explotación del pueblo. ¿Qué les podía interesar que el pueblo tuviera escuela, se alfabetizara, adquiriera la enseñanza primaria, la enseñanza secundaria, la preuniversitaria, la universitaria? ¿Qué les podía interesar que el pueblo practicara deportes? Eso solo le puede interesar a la Revolución, eso solo le puede interesar a la sociedad socialista y comunista (APLAUSOS), donde el ser humano adquiere su verdadero y pleno valor.

Vamos progresando en el deporte; tenemos más experiencias, más técnicas; ya nuestros niños; nuestra juventud crece más saludable, en otras condiciones de vida; ya los atletas se van destacando cada vez más por sus facultades físicas; ya el promedio de los equipos de básquetbol, voleibol y otros es de mucha mayor altura que el de los primeros tiempos de la Revolución; ya vemos jóvenes valores adquiriendo las técnicas y las experiencias del boxeo, vemos cientos y cientos de atletas consagrados al atletismo y otros deportes: la esgrima, el judo, la lucha, el balompié, etcétera, etcétera. Las perspectivas son realmente muy buenas, pero son buenas, sobre todo, si estamos conscientes de las debilidades que todavía padecemos.

Esta escuela nace hoy. ¡Ah!, ¿cómo será esta escuela dentro de 10 años? Hoy la visitamos cuando todavía las áreas verdes no están ni terminadas, cuando los primeros árboles alrededor de la escuela empiezan a plantarse. Esos árboles crecerán, al cabo de 8 ó 10 años tendrán una considerable altura, y nuestra escuela tendrá quién sabe qué desarrollo (APLAUSOS).

Es muy bueno haber alcanzado estos logros; pero es todavía mejor pensar hasta dónde nos puede llevar el futuro. Cuando comenzamos no había profesores de deportes ni de educación física; muchos deportes eran tan nuevos que ni se conocían. ¿Qué sabían nuestros trabajadores de esgrima, o de alguno de estos deportes, como el polo acuático y otros? ¿Qué sabían nuestros trabajadores de ajedrez? Muy poco, nada; aquí se jugaba un poquito de pelota en algunos solares. En realidad partimos de un nivel muy bajo, de una escasez total de instalaciones, de cuadros. Ya tenemos varias escuelas de profesores de educación física, y vamos a tener una escuela por provincia. Y las provincias no son solo 6, ya son 14. Llegaremos a tener alrededor de 8 000 alumnos en las escuelas de profesores de educación física. Podremos llevar el profesor de educación física a cada escuela primaria, a cada escuela secundaria, preuniversitaria, a la comunidad, donde quiera que se reúnan los niños. Tendremos todos los profesores de educación física y deportes que queramos.

Ya tenemos un instituto superior de educación física, donde se ingresa con nivel preuniversitario, y no tenemos una sola escuela de iniciación deportiva como ésta en el país, ya tenemos varias y vamos a tener también una escuela de este tipo por provincia. Y en esta ciudad, o en esta provincia ciudad, no tendremos una, tendremos dos (APLAUSOS). Al lado de esta, enfrente de esta, se hará otra escuela igual que esta (APLAUSOS). ¿Por qué? Porque si en una provincia pequeña, de 400 y tantos mil o 500 000 habitantes, hacemos una de 1 000, una escuela de 2 000 sería realmente pequeña para una ciudad de 2 millones de habitantes. Para que haya proporción justa, la Ciudad de La Habana necesita dos escuelas como esta. A su vez, en la provincia de La Habana, es decir, en el interior, se hará una escuela de 1 000. De modo que entre las dos provincias tendrán una capacidad de 5 000 alumnos en las escuelas de iniciación deportiva.

También haremos la ESPA, ¡también haremos la ESPA! (APLAUSOS), que será una institución de nivel superior a esta, adonde irá el producto, lo mejor de estas escuelas de iniciación deportiva (APLAUSOS).

Se hace un esfuerzo para que los alumnos de las escuelas de iniciación deportiva tengan el nivel adecuado de alimentación para el tipo de actividad que realizan.

Además, surgen nuevas iniciativas como la de hacer por municipios una especie de pre-EIDE, que sirvan de base para seleccionar a los alumnos que vienen a estas escuelas (APLAUSOS).

Vamos teniendo recursos: escuelas, profesores, experiencia, instituciones de todo tipo. Nuestro problema ahora es hacer el uso óptimo de esos recursos. Es necesario dar un salto de calidad en nuestra política deportiva; no conformarnos con los logros obtenidos, sino ir en busca de nuevas metas y de nuevos logros, porque sabemos que podemos alcanzarlos.

Actualmente todos los niños del país están escolarizados. No hay un niño sin escuela primaria, prácticamente todos los de nivel secundario están siendo progresivamente escolarizados, y todo el que llega ya a sexto grado tiene su escuela de nivel superior. Es decir, que tenemos la organización educacional donde se encuentra la materia prima para el desarrollo del deporte en nuestro país (APLAUSOS). Las escuelas secundarias tienen instalaciones de campo y pista, de balompié, de otros deportes; algunas tienen piscina. Hay que utilizar esos medios, esos recursos; hay que organizarlos bien, con la base que ya tenemos y con los cuadros de que disponemos. Claro, todavía no hay suficientes profesores, pero los vamos a tener. Al principio teníamos muchos menos.

Es necesario que todos los niños del país pasen por las pruebas deportivas, perfeccionar los medios y los procedimientos para descubrir a todos aquellos que tienen facultades, para hacer dos cosas. No solo para buscar campeones; para promover el deporte —eso como objetivo número uno, porque el desarrollo del deporte no tiene como fin exclusivamente buscar campeones. El fin número uno es promover con el desarrollo del deporte el bienestar y la salud del pueblo, y el fin número dos, buscar campeones. ¡También buscar campeones! (APLAUSOS) y las dos cosas se complementan, porque la existencia de estas escuelas estimula la práctica del deporte; y a su vez estas escuelas, con la selección y la calidad de sus alumnos, forman campeones. Y los campeones los necesitamos, porque los campeones se convierten en símbolos de la juventud y de los niños; los campeones se convierten en la medida del desarrollo social, educacional y cultural de nuestra Revolución y de nuestro pueblo (APLAUSOS); los campeones se convierten igualmente en una medida del carácter y la voluntad y la entereza de nuestro pueblo; y los campeones proporcionan alegría, honores, gloria y prestigio al país. De modo que no lo negamos: así este movimiento nos puede permitir alcanzar perfectamente los dos objetivos.

Es muy importante que no nos equivoquemos; que por buscar campeones no descuidemos la práctica del deporte. El deporte debiera practicarlo todo el mundo, y no solo los de primaria; los adultos y los viejos (RISAS y APLAUSOS), ¡y los viejos! (APLAUSOS) Los viejos lo necesitan más todavía que los jóvenes. Los jóvenes necesitan a veces el deporte para emplear el sobrante de energía que tienen. El deporte, además, es un instrumento de disciplina, de educación, de salud, de buenas costumbres. El deporte es un antídoto del vicio. La juventud lo necesita. Y los viejos lo necesitan, no para emplear el exceso de energía de que dispongan, sino para conservar adecuadamente las energías que les quedan (RISAS Y APLAUSOS) Y la salud tan imprescindible para la vida plena.

Lo que gastemos en deportes y en educación física, tengan la más completa seguridad de que lo ahorramos en gastos de salud pública y lo ganamos en bienestar y prolongación de la vida de los ciudadanos (APLAUSOS).

Bien. Como les decía, tenemos más recursos. Ahora es importante que se perfeccione la selección de los alumnos de estas escuelas; no debe ser el resultado de que se hagan las pruebas entre 400 ó 500 escuelas y entre 40 000 ó 50 000 estudiantes en una provincia, cuando las pruebas se deben hacer en todas las escuelas y entre todos los alumnos de la provincia. No es lo mismo seleccionar entre 40 000, que seleccionar entre 120 000. Es necesario organizar las pruebas con todos, para que no perdamos una sola facultad, para que no vayamos a perder un solo campeón.

También hay ciertos principios que deben aplicarse con mucha rigidez. Desde luego, se sabe que a estas escuelas tienen que venir por mérito y por capacidad, por aptitud. Un punto en el que no podemos fallar nunca, y eso sí que no se lo podemos perdonar al más campeón de los campeones, es el cumplimiento de sus obligaciones como estudiante. No se puede permitir en estas escuelas que algún atleta sea mal estudiante; nosotros, antes que violar ese principio, preferimos perder un campeón (APLAUSOS).

Por tanto, regla de oro, el atleta tiene que ser buen estudiante y tiene que promover el curso (APLAUSOS). Segundo, el atleta debe desarrollar sus aptitudes deportivas y físicas al máximo, no puede descuidarse. Tercera regla, en estas escuelas la selección debe ser continua; el que ingresó en un grado determinado, en un año determinado, no quiere decir que tenga que estar hasta el final en la escuela; tiene que haber renovación de los estudiantes. Porque si surgen mejores prospectos, digamos, los que demuestren durante su trayectoria en la escuela que no tienen las mismas condiciones, deben ceder sus puestos a los nuevos. Ese debe ser un principio (APLAUSOS).

Esta escuela no es igual que una secundaria básica, donde el que empieza en el séptimo puede estar hasta el noveno si es buen estudiante; o un pre, o una vocacional. No. En este tipo de escuela tiene que haber una intensa renovación, porque eso lo impone las funciones y el objetivo para los cuales ha sido creada la escuela. Ese es un principio que debe aplicarse, la renovación; nunca, tener una capacidad ocupada aquí indebidamente, cuando puede haber un alumno con mejores aptitudes que, sin embargo, no puede ingresar en la escuela. Los alumnos deben conocer bien esos principios.

No es un demérito para ningún alumno, siempre que se haya esforzado, si él no puede seguir en la escuela de iniciación deportiva; no es un demérito, si a juicio de los profesores, de los instructores, de la dirección de la escuela, sus posibilidades deportivas no tienen grandes perspectivas y debe por ello ser sustituido por otro alumno. Si es un alumno de una primaria, puede pasar a otra primaria; si es un alumno de una secundaria o de un pre, puede pasar a otra secundaria o a otro pre. La Revolución tiene cada vez un mayor número de escuelas, no sería un problema. Es necesario, desde luego, que los profesores y los alumnos entiendan bien y comprendan la justeza de este principio. Para nadie será una falta de mérito personal, siempre y cuando sea un estudiante esforzado, el hecho de que tenga que dejar la escuela para dar su puesto a otro alumno con mejores aptitudes. Eso no es un demérito ni una falta para nadie, porque de eso él no tiene la responsabilidad.

Si, por ejemplo, ya es por mal estudiante, entonces sí, entonces la responsabilidad es de él. Como deportista tiene el deber de esforzarse, de ser disciplinado y cumplir estrictamente las instrucciones de sus profesores.

De modo que es muy conveniente que los familiares, y los alumnos y todos, sepan cuáles son los principios que deben regir este tipo de instituciones; porque este tipo de instituciones va a formar equipos sobresalientes, y va a formar campeones. Claro que es imposible que todos sean campeones, pero los campeones solo pueden salir de la masa; a mayor número de alumnos en estas escuelas, mayores posibilidades tendrá el país de desarrollar atletas muy destacados. No se trata solo de individuos campeones sino también de equipos campeones.

Claro está que muchos de los alumnos de aquí no van a vivir del deporte; pueden estudiar después, de acuerdo con su expediente, lo que ellos deseen estudiar. Algunos seguramente se encaminarán por los estudios relacionados con el deporte, es lógico; otros estudiarán otras cosas, ingeniería, medicina, profesores de educación primaria, o secundaria, lo que les permita su expediente.

Les he hablado de los cambios, de los recursos disponibles hoy. Ojalá todos los años se pueda inaugurar una escuela como esta, o un poco más pequeña que esta. Creo que al ritmo que se van construyendo habrá una o dos por año. Recientemente, al inicio del curso escolar, se inauguró una escuela de iniciación deportiva en Santiago; se adelanta la construcción de la de Santa Clara, está la de Holguín. Hay varias escuelas nuevas. También la de Camagüey está bastante adelantada.

Bien, tenemos todo esto. Pero decía que era muy importante estar conscientes de nuestras deficiencias; en muchos deportes somos deficientes y hay que profundizar en eso. Ya hemos dicho otras veces que en natación somos pésimos, ¡pésimos!; a nivel mundial, me refiero. Más que yo nada posiblemente cualquiera de esos muchachos —bueno, habría que probarlo (RISAS)—, es lógico; pero a nivel mundial estamos muy débiles. Es un deporte que debemos desarrollar.

Actualmente estamos acariciando algunas ideas, como es la de construir alrededor de 500 piscinas prefabricadas, sencillas; de modo que en cada municipio, por lo menos, haya una piscina. Una piscina no es solo deportiva es también recreativa; en los meses de verano que hay tanto calor las playas no alcanzan, están lejos; cuesta más caro al país la playa que la piscina, cuesta más caro (APLAUSOS); porque ciudades como Camagüey y Holguín tienen las playas muy lejos, Santiago tiene playas muy pequeñas en mares muy difíciles, mares bastante bravíos. Hay que contar todo lo que cuestan los ómnibus, el transporte, en fin, todo lo que se necesita para ir a la playa. Si se calcula lo que cuesta económicamente un ciudadano en la playa al país, en gastos, en divisas, en transportes, con lo que cuesta si tiene una piscina cerca de donde vive, es mucho más barato la piscina. La piscina incluso, paradójicamente, gasta muy poca agua, porque el agua recircula, tiene los mecanismos y puede durar mucho tiempo una piscina con la misma agua; es poco lo que la piscina significa en gasto de agua. De modo que tendría un doble efecto: recreativo y deportivo.

Pero lo importante es que los muchachos de las escuelas primarias tengan acceso a alguna piscina. Esto es como parte de la política de impulsar la natación, para fortalecernos en natación.

En campo y pista no podemos estar muy satisfechos, en atletismo en general.

Bueno, nos gusta tener muy buenos equipos de béisbol, grandes lanzadores que sí tienen tal y más cual velocidad; pero la bala la tiramos a unos pies delante de nosotros y no llegamos a ninguna parte (RISAS Y APLAUSOS). En el disco no llegamos a ninguna parte; en jabalina no llegamos a ninguna parte. Menos mal que no tenemos que vivir de la caza como el hombre primitivo, porque de seguro que nos moríamos de hambre (RISAS). En martillo lo mismo, en salto alto una chincha salta mucho más que cualquiera de nosotros (RISAS); en garrocha y en distancias largas, es una vergüenza. No sé si para tirar el martillo hay que ser un gigante, un gorila para tirar el martillo (RISAS), yo creo que debe ser en gran parte cuestión de técnica; y además, aquí hay tipos de todos los tamaños, en este país. Hoy veíamos a un compañerito que tiene 14 años, estaba ahí en el equipo de lucha, y dicen que pesa 234 libras (RISAS). Luego tenemos individuos fuertes y corpulentos que pueden luchar y pueden lanzar la bala. Y tenemos también compañeros muy altos, estuvimos viéndolos en el equipo de básquet, tienen quince años, están en promedio de casi 1,90, andan por ahí, bastante altos, me sacaban a mí un tramito regular, y dicen que van a seguir creciendo. Ya hay una idea perspectiva del crecimiento de algunos de esos muchachos y dicen que van a llegar a 2,04, 2,05, 2,03. Bueno, tendremos tipos altos, ¡y los necesitamos!, porque si no se agarra un rebote no hay equipo que gane un partido de básquet, eso es matemático, pueden buscar una computadora, una calculadora, además de la técnica, los conocimientos, la velocidad, la saltabilidad, etcétera, el juego de conjunto, el gardeo de un tipo o de otro, la precisión mayor o menor en el aro, hay que agarrar rebotes, o no hay quien gane en básquet.

Las características que se requieren, es en algunos deportes unas, en otros otras, pero ahí ya se pueden apreciar las perspectivas.

En distancias largas —repito— somos muy malos, en 10 000, en 5 000...

Yo tengo algunas opiniones sobre el campo y pista, una idea que vengo defendiendo, y es que los corredores de distancias largas deben ser atletas de velocidad. Una tortuga, por mucha resistencia que tenga jamás ganará una carrera de 10, ni de 25 000, ni de 100 000 metros; no gana, aunque la tortuga llegue fresca después de recorrer 50 kilómetros (RISAS). Está probado. Hay que profundizar en estas cosas. Después de poner a correr a todos los muchachos de este país —porque hay que ponerlos a correr a todos, con un cronómetro en la mano— hay que escoger a todos aquellos que tengan ciertos parámetros de velocidad.

Es una opinión, quiero discutirla con los especialistas en la materia; pero tengo los argumentos y la lógica. Parto de un principio: que con la velocidad se nace y la resistencia se adquiere. Nadie que no haya nacido con la capacidad de ser veloz llega a ser veloz, pero sí muchos que han nacido sin gran resistencia la adquieren con el entrenamiento; es más fácil adquirir la resistencia que la velocidad. Entonces hace falta para las distancias de campo y pista la velocidad. Hay que partir de todos los veloces. Y cualquiera que hoy analice los récords mundiales sabe que el récord de 400 metros, creo que está en 43,8, por ahí —creo que está por 43,8—; quiere decir que un individuo que sea veloz, que corra 11 y sea capaz de correr a 11 segundos cada 100 metros los 400 metros, no rompe el récord mundial, ¿qué significa eso? Que para romper el récord mundial de 400 metros hay que ser un sprinter, porque habría que correr cada 100 metros en 10,8. Luego, quien no baje de 10,8 y no ofrezca la perspectiva de bajar de 10,8 en 100 metros, no podría tener nunca posibilidad para ser campeón de los 400 metros en una olimpiada. Lo mismo pasa en los 800. Juantorena rompe el récord de los 800 no solo por su resistencia sino por su velocidad (APLAUSOS). Además, en muchas de estas carreras de distancia larga el pelotón va junto y se decide al final por lo general, gana al final quien sea capaz de hacer una fuerte esprintada. Y lo observamos por televisión en el mundial de Alemania. El etíope iba parejo, pero al final hizo los últimos 400 metros en 54 segundos, la última vuelta de las 25, creo, la hizo en 54 segundos. Si no hubiera tenido velocidad no gana la carrera de los 10 000 metros.

Entonces, el principio es que seleccionemos todos los que tienen velocidad y desarrollemos la resistencia, porque la velocidad la da la naturaleza y la resistencia la da el hombre, la da el entrenamiento.

Debemos hacer un papel más decoroso en el deporte de campo y pista, más decoroso. Y no basta con tener un Silvio Leonard, hay que tener 25, ¡veinticinco! (APLAUSOS) ¿Qué es eso de tener un buen corredor en los 100 metros? Pero, ¿uno nada más, o dos? Se necesita tener los por decenas; sí, señor, porque no es solo 100 metros, están los 200 y están los 400, etcétera. Y tenemos el relevo, y lo que nos pasó en el último relevo aquí fue una vergüenza, en honor de la verdad; se nos cayó el batón, nada más nos faltaba eso, que se nos cayera el batón (RISAS). Y están los relevos de 100 por 100 y 200 por 200 y 400 por 400, masculino y femenino y con Juantorena solo no ganamos el de 400, porque necesitamos varios Juantorena; y entre los corredores de 100 y 200 podemos encontrar unos cuantos para convertirse en buenos corredores de 400 metros.

Ahora hay una cuestión. Me pregunto si somos bobos o si somos unos tipos muertos que no tenemos voluntad, y es que me parece que aquí hay un aspecto casi filosófico de la cuestión y es que el deporte no solo es un entretenimiento. Hay deportes que son más duros que otros, mucho más duros que otros que requieren mucha voluntad y que incluso requieren heroísmo. Para ser campeones de algunos deportes hace falta en el individuo no solo el gran placer que siente por el deporte, el gran gusto; se requiere un espíritu heroico. Hay carreras que por su esfuerzo se necesita una buena dosis de heroísmo para poder realizarlas; y sobre todo para poderse entrenar. No es lo mismo estar practicando un deporte que es muy ameno y muy entretenido que estar entrenándose para los 10 000 metros, estar entrenándose para el maratón, el tener que correr decenas de pistas todos los días, y el hombre solitario ahí con su pista, metro a metro todos los días. Ese es un deporte que requiere valentía, mucha voluntad; se requiere incluso heroísmo para entrenarse en ese deporte y para practicar ese deporte.

Y me temo que nosotros no resaltamos en el atleta ciertas cualidades de carácter y de voluntad que son esenciales. Se necesita en todos los atletas, porque para entrenarse tres horas consecutivas es necesario tener voluntad y tener disciplina y tener espíritu; pero claro, hay algunos deportes que son mucho más amenos que otros, en los que las tres horas se pasan más rápido que dándole vueltas a una pista en una bicicleta, a pie o como sea. Y es verdad, yo hablaba de la bala, pero estar tirando la bala todo el tiempo no es tan entretenido como otros deportes, en realidad. No quiero poner a unos por encima de otros, pero sí digo que hay deportes que requieren mucha voluntad, mucha constancia, mucho carácter en el atleta. Y tengo el temor de que nosotros no resaltamos esos aspectos y que un poco dejemos al arbitrio de cada cual escoger el deporte que quiera. En parte tiene que ser así, pero aparecen los candidatos para unos deportes y no aparecen los candidatos para otros deportes; y si continuamos viendo el deporte solamente como una diversión, como un entretenimiento, no tendremos nunca campeones en muchas de esas disciplinas de campo y pista e incluso fuera de ella, porque también la de bicicleta es una competencia muy fuerte, las distancias son a veces largas.

De modo que para ser atletas y para hacer determinadas actividades se requiere heroísmo, mucho heroísmo. La carrera de 800 metros, por ejemplo, no es una carrera fácil, es una carrera dura. La carrera de 1 500 es todavía una carrera más dura. Y se necesita en los atletas que hacen esas carreras, una alta dosis de heroísmo y hay que inculcarles esa idea y esa convicción a los atletas. Hay deportes que ya no solo pueden ser una afición, un placer, sino un deber practicarlo, como alguien que se propone trabajar por su país en el campo del deporte, luchar por su país en el campo del deporte, obtener triunfos para su país en el campo del deporte. Es necesario ver aumentar el número de candidatos a las competencias de campo y pista, que además tienen un gran peso internacionalmente.

Claro, aquí tenemos la afición por el béisbol. Es entretenido el béisbol, casi todos los muchachos quieren jugar béisbol. Se dice que no es uno de los deportes más completos, se dice que el balompié es más completo desde el punto de vista físico, pero no existía la misma tradición, la misma afición por el balompié. El béisbol no está en las olimpiadas. Tiene desde luego, un importante aspecto recreativo, porque algunos deportes se convierten en un espectáculo que atrae a millones de personas. El béisbol es uno de ellos, el básquet, el boxeo.

Será necesario que nuestros medios de divulgación también hagan más divulgación a otros deportes, que no se produzca un desequilibrio entre la divulgación que recibe un deporte y la que deben recibir los demás. En ese sentido nos parece muy útil esta Espartaquiada que se efectuó en Cuba.

Yo me recuerdo por aquellos días —cosa que nunca había visto— que por la calle me encontraba grupos de muchachos corriendo, en competencia de carrera; en muchos lugares, eso era una cosa nueva, siempre se veían los niños en otros deportes, pero esta vez estaban haciendo competencia de campo y pista.

Los órganos de divulgación pueden ayudar mucho a la formación de esta conciencia que se hace necesaria para dar un gran salto de calidad. Ya en algunos deportes tenemos posiciones fuertes como en el boxeo. Claro, en el boxeo ustedes saben que la mejor técnica es noquear, porque a veces cae en manos de los jueces la cuestión de las decisiones y no siempre son imparciales los jueces. No quiero hablar de ese tema ahora, quizás mejor otro día; algún día habrá que hablar del tema del arbitraje. Pero yo pienso que nosotros debemos tener una divisa, una consigna, y de ella no apartarnos jamás: la objetividad en el arbitraje, ¡la objetividad en el arbitraje! Debe ser un principio de los árbitros de nuestra Revolución. Porque el verdadero espíritu revolucionario se demuestra en el deporte mismo, en la lucha, en el combate deportivo, y no en el arbitraje. A mí, particularmente, me repugnaría cualquier medalla, cualquier galardón que obtuviera nuestro país a base de un arbitraje injusto (APLAUSOS). ¡Queremos medallas!, pero queremos medallas puras, limpias. Y nuestros atletas deben prepararse para eso siempre, ganar a base de calidad, y no a base de falsedad, o de arbitrariedad.

Pero les decía que en algunos deportes somos muy fuertes, el boxeo, por ejemplo. Con esto que estamos haciendo, habiendo introducido ya con todas las reglas de protección adecuadas, el boxeo entre los niños, y con un buen grupo de boxeadores en estas escuelas de iniciación deportiva y un programa de instalaciones de boxeo por todo el país, sencillas, para promover este deporte podemos asegurar nuestra promoción.

Nosotros, el lugar de honor que tenemos en el boxeo, no debemos dejárnoslo arrebatar nunca (APLAUSOS). Y que se sepa que en los boxeadores cubanos tendrán todos rivales temibles.

Así, seguir avanzando en esos deportes en que somos fuertes, y adoptando políticas especiales para fortalecernos en los deportes que somos débiles. Los frutos de este esfuerzo no están a la vuelta de la esquina, no están a la vuelta de la esquina. Esta es una tarea larga, ¡muy larga! Todavía no están construidas todas las EIDE; todavía no tenemos todos los profesores; todavía no tenemos el sistema con todos los recursos, pero los vamos a tener. Todavía estos resultados no se verán tanto para las olimpiadas de 1980. Pero ya debiéramos de ir pensando seriamente en las olimpiadas de 1984. y creo que será en la de 1988, y en la de 1992, cuando los frutos de este programa que estamos llevando a cabo ahora se harán sentir. ¡Téngase presente que cada vez los adversarios se preparan más y mejor!, que los récords son cada día más duros, que las técnicas cada día son más desarrolladas.

Lo que ha cambiado el deporte en los últimos 30 años es increíble: en la técnica, en el estilo, en la preparación. Nosotros debemos estar al día, tener la mejor bibliografía sobre técnica deportiva, y hacer investigaciones sobre técnica deportiva; pruebas sobre técnica deportiva. Tratar de tener una información muy amplia de todas las experiencias del mundo en este campo.

Pero el deporte no solo es técnica, ni son condiciones físicas; requiere condiciones morales, condiciones de carácter, condiciones espirituales, porque entre dos atletas que tienen más o menos las mismas aptitudes físicas, vence el que tiene más espíritu, más carácter, más voluntad para la preparación, para el entrenamiento y es capaz de hacer un esfuerzo supremo en el momento de la competencia.

Creo, realmente, que tenemos unas magníficas perspectivas en el deporte si aplicamos todos estos criterios, si lo tomamos realmente en serio.

En estas cosas pensábamos nosotros en aquellos días tan tristes en que tuvimos la noticia del sabotaje de Barbados y de la muerte de nuestro equipo de atletas. Y pensábamos en eso, que nosotros teníamos que hacer un especial homenaje a aquellos compañeros, cada uno en su campo: los de la aviación en su trabajo, los de la pesca en el suyo y los de los atletas en el deporte y que nosotros de aquella amarguísima y dolorosa pérdida teníamos que sacar fuerza, teníamos que sacar espíritu, teníamos que sacar voluntad para dar una respuesta digna. Esa respuesta se manifestó en nuestros esgrimistas. Lo que dije al inicio de lo que ellos hicieron este año es realmente una proeza. Y creo que ahí el factor subjetivo, el factor carácter, el factor moral, el factor espíritu jugó un papel decisivo. Claro, también lo juega el factor masa. Cuando el deporte se ha hecho masivo, un pueblo es capaz de sacar no uno, sino 20 equipos deportivos, los que sean necesarios.

Y creo realmente que tenemos un gran campo, y un día como hoy debemos meditar en esas cosas, qué podemos hacer en el deporte y cómo lo vamos a hacer, y hay realmente grandes perspectivas, grandes posibilidades. Hemos andado ya una parte del camino y podemos marchar mucho mejor todavía en el tiempo que nos queda por delante.

En realidad, para todos nosotros una escuela como esta, que decía que es una maravilla, constituye una profunda satisfacción. Esto nos trae también a la conciencia el deber de esforzarnos mucho en el trabajo económico, en el ahorro, en la eficiencia, porque se pueden tener escuelas como estas, instituciones como estas y recursos, en la medida en que en el campo económico hagamos el máximo esfuerzo, porque todo esto cuesta. Y entraña el compromiso de tener más azúcar, más productos alimenticios, más bienes materiales. Entraña para los jóvenes estudiantes el compromiso de estudiar, y en especial para los jóvenes estudiantes de nivel medio de estas dos provincias: Ciudad de La Habana y La Habana. Nosotros esperamos este año en ellas mejores promociones que el pasado año. También un día como hoy, en homenaje a nuestros mártires, tenemos que hacernos ese compromiso.

En obras como estas, y en tareas como las que tenemos por delante vivirán eternamente nuestros hermanos muertos (APLAUSOS). ¡Que esta escuela sea un digno homenaje de ellos!, ¡y que el comportamiento ejemplar de sus estudiantes sea un permanente homenaje a los gloriosos mártires de Barbados! (APLAUSOS)

Al conmemorarse este primer aniversario nos sentimos satisfechos de poder inaugurar una institución como esta. ¡La obra de la Revolución, honrosa y humana, es el más digno tributo a los mártires!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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