Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la reunión con los presidentes de las Asociaciones Campesinas de las zonas cafetaleras de Oriente, celebrada en el teatro "Mariana Grajales" de la Ciudad Escolar 26 de Julio en Santiago de Cuba, el 24 de noviembre de 1965

Fecha: 

24/11/1965

Compañeros representantes de las asociaciones campesinas de las zonas cafetaleras de Oriente:

Hacía falta tener una charla con ustedes, y les voy a explicar por qué, de manera que ustedes lo comprenderán perfectamente bien.

En los últimos dos años la Revolución viene realizando un especial esfuerzo en la agricultura. Como todos ustedes saben, un esfuerzo de gran magnitud se viene haciendo con la caña, de modo que ya el año pasado llegamos a 6 millones de toneladas, y tenemos una meta propuesta de 10 millones para el año 1970; a pesar, no obstante, de las condiciones enteramente adversas este año en las tres provincias que producen la mayor parte del azúcar del país, será, no obstante, alta nuestra producción azucarera. Y nadie duda del cumplimiento de las metas trazadas para 1970.

Igualmente se está llevando a cabo un gigantesco esfuerzo con la ganadería. Todos ustedes saben que miles de pastoreos y de nuevas lecherías se están construyendo en todo el país.

Se está realizando un especial esfuerzo con los frutales; un especial esfuerzo con las viandas; se acaba de organizar una empresa con el objeto de impulsar la producción tabacalera tanto en cantidad como en calidad, en vista del enorme incremento del mercado interno así como del mercado externo.

Se hace un especial esfuerzo prácticamente en todos los campos de la agricultura. Un plan de grandes proporciones de siembra de vegetales en la presente temporada. Sin embargo, no hemos hecho nada todavía con el café, y entendemos que le ha llegado su turno a este importante renglón de nuestra agricultura y de nuestro consumo (APLAUSOS).

Todos ustedes son cafetaleros, o hijos, o familiares de cafetaleros, que han sido cafetaleros durante decenas de años, que se hicieron cafetaleros en las más difíciles condiciones en que trabajara agricultor alguno en nuestro país; desde la tarea de emigrar hacia los bosques de las montañas impelidos por poderosas necesidades de orden económico, para llegar a lugares abruptos donde el trabajo se hace mucho más difícil, donde las comunicaciones no existen, sin un centavo en el bolsillo, sin la ayuda de nadie, sin la garantía de nadie, sin titulo alguno que los protegiera en el futuro, en muchas ocasiones ni siquiera por cuenta propia sino por cuenta de algún posesionario, o de algún propietario, o de algún prestatario, para bajar de cuando en cuando a ganarse unas pesetas en la caña o donde fuera posible trabajar con qué obtener sal y manteca y azúcar si fuera posible; para producir un café por el cual un tiempo se llegó a pagar cinco pesos por quintal. Y así han atravesado todas las vicisitudes de los últimos 30 ó 40 años para después, cuando llegaban a tener algún café, tener que entregar la mayor parte del fruto del trabajo al intermediario, al prestamista, al comerciante, al funcionario o al terrateniente. Y, además, pasar por las vicisitudes de la guerra, y las vicisitudes a veces más cruentas todavía de la naturaleza. Dos años de guerra y, además, un ciclón, y en algunas zonas dos ciclones consecutivos. De manera que cuando ya nuestro café pasaba de una producción de más de un millón de quintales, sin técnica dé ninguna clase, sin fertilizantes de ninguna clase, hasta llegar a producir aproximadamente 1 250 000 quintales sobrevino el "Flora", con su saldo terrible de pérdidas materiales y, sobre todo, lo más doloroso, de vidas humanas. Y después, por la zona de la Sierra Maestra, pasó el "Cleo". Y después —como si todo aquello fuera poco— pasó la sequía, que duró aproximadamente siete meses en algunas regiones del país.

Y esto en el momento en que la demanda de consumo de café era más alta que nunca; esto en la etapa en que el pueblo tenía más dinero para comprar café, de forma que se juntaron las circunstancias de estos desastres de tipo natural con la mayor demanda, con las mayores necesidades de consumo, hasta llegar al presente año a su punto más critico, con una producción que debido a estas causas no rebasará mucho la de 600 000 quintales.

Y como el café es un producto altamente apreciado por el pueblo, el café es un producto que pesa fuertemente en la economía del país; pero, además, el café es el producto del cual viven 27 000 familias campesinas en las montañas de Oriente; y, además, el café es algo que gusta mucho y que desea mucho el pueblo, es necesario que hagamos el esfuerzo que este renglón de nuestra agricultura demanda.

Hemos estado analizando todos los factores de tipo económico, de tipo social, de tipo técnico; los problemas que plantea la fuerza de trabajo, los problemas tremendos que plantea la recogida del café. Saben ustedes cómo durante los últimos años se ha enviado a miles y miles de jóvenes estudiantes a las montañas, pero que a veces como en este año, cuando se retrasa por razones de lluvia la cosecha, la retirada de los estudiantes coincide con el momento en que debe comenzar el curso; y que nos plantea la necesidad de encontrar otras vías y otros procedimientos para resolver el problema de la fuerza de trabajo para la recogida del café.

Además, esta situación del café gravita fuertemente sobre la economía y sobre el estándar de vida de las 27 000 familias campesinas que viven y dependen esencialmente del café.

A las montañas han llegado muchas cosas. A las montañas ha llegado una ayuda de carácter social extraordinaria, decenas de hospitales y dispensarios se han abierto en los lugares más intrincados, la asistencia médica resulta ya para los campesinos una de las necesidades más plenamente satisfechas por la Revolución, y lo que antaño era pesadilla de toda familia es hoy tranquilidad; y los índices de mortandad, los porcentajes de muertes infantiles y de adultos, se han reducido considerablemente.

La educación ha llegado también a las montañas en un grado elevadísimo, a tal extremo que 40 000 muchachas aproximadamente de las montañas han pasado por escuelas especiales organizadas para ellas, miles han continuado estudios superiores; no hay un rincón sin una escuela, o sin una maestra dando clases aunque sea en un bohío; infinidad de jóvenes de las montañas han venido realizando estudios en distintos centros de enseñanza como becados; en las montañas, desde el ciclón, se distribuyen gratuitamente los zapatos a los niños en las escuelas y cientos de miles de pares han sido distribuidos en los últimos años, y se continuarán distribuyendo hasta el día en que podamos hacerlo norma general para todos los niños campesinos, primero, y después para todos los niños urbanos también del país (APLAUSOS).

Como consecuencia de este esfuerzo se ha dado el extraordinario caso de que la más alta asistencia en todo el país se ha producido nada menos que en las montañas de Oriente, con un 98% de asistencia escolar (APLAUSOS). Y esto implica una verdadera revolución educacional que habla muy alto de la organización alcanzada por nuestras organizaciones de educación y, sobre todo, de la conciencia alcanzada por la brigada de maestros que presta sus servicios en las montañas (APLAUSOS).

A las montañas llegó el crédito bancario. Llegó algo más, con motivo de los ciclones, que fue la condonación de las deudas, en cantidades equivalentes a los daños causados; a las montañas han llegado los caminos y, sobre todo, están llegando las carreteras. Se terminó la de Mayarí Arriba; está pavimentada, faltando solo unos 20 kilómetros, la carretera de Baracoa (APLAUSOS); avanzan a ritmos acelerados las que unirán a Niquero con Pilón y a Santiago de Cuba con este último punto, y que tendrá un largo de 220 kilómetros, cuyos terraplenes se acercan ya al poblado de Chivirico, donde antaño solo podía llegarse por medio de goletas que tardaban muchas horas y a veces días en llegar.

Y no estará lejana la fecha en que en solo cuatro horas pueda viajarse por carretera a lo largo de la costa, y sin correr mucho, de Santiago de Cuba a Pilón (APLAUSOS).

Y continuarán haciéndose las carreteras y caminos que hagan falta (APLAUSOS), al igual que seguirán construyéndose aulas, internados de montañas, al igual que seguirá levantándose la ciudad escolar y demás instituciones similares.

Sin embargo, a pesar de todo eso, la situación de los campesinos, desde el punto de vista económico, no es todo lo satisfactoria que deseamos, y que podría ser por una serie de factores: por el desgaste natural de los recursos del suelo en las montañas donde han vivido y han plantado su café, por la erosión, por las inundaciones, por todos esos desgastes naturales.

Es sabido que fue solo la necesidad la que obligó a plantar cafetales en las montañas, destruyendo tantas riquezas en madera como muy difícilmente podrá compensarla todo el café que llegue a producirse; que, naturalmente, si antes hubiese ocurrido una revolución, el café se habría plantado en el llano, donde la productividad del trabajo puede ser incomparablemente más alta y donde el esfuerzo del hombre puede acompañarse de la máquina, algo tan difícil, tan prácticamente imposible en montañas que tienen inclinaciones que van desde 20 a 90 grados.

Pero, sin embargo, el café está ahí, las familias están ahí, y hasta que existieran mejores condiciones en el llano, hasta que se resolvieran los problemas técnicos de las plantaciones en el llano y se plantaran suficientes matas en el llano para resolver este problema, tenemos que prestarle durante muchos años toda la atención que sea necesaria al café en las montañas.

y mientras haya campesinos allí, y mientras haya necesidad de ese café y campesinos que quieran cultivarlo, tratar de que el esfuerzo que ha realizado ese hombre, y que todos los años realiza ese hombre, produzca el máximo para él y para el país (APLAUSOS).

De eso se trata, y por eso hemos convocado esta reunión. ¿Qué factores son, a nuestro entender, esenciales? Es esencial, en primer lugar, un factor de carácter técnico; y es el otro factor el de carácter económico. Es necesario que nos propongamos como objetivo, en primer lugar, duplicar y triplicar la actual producción de café mediante la aplicación de los medios y las medidas técnicas adecuadas.

Esos rendimientos de 60 quintales por caballería —es decir, seis quintales por caró— 80, 90, en algunos sitios se han mantenido de 90 quintales, es demasiado poco rendimiento. Claro está que todos los cafetales no están en las mismas condiciones; claro está que todos los cafetales no están sembrados a la misma altura, ni en los mismos niveles, ni en las mismas tierras, ni han soportado igual desgaste los suelos donde están plantados; pero debemos proponernos alcanzar no menos de 200 quintales por caballería (APLAUSOS), es decir, no menos de 20 quintales por caró. Puede ser en algunos casos difícil, como en otros resultará fácil rebasar esos niveles. Pero cualquiera de ustedes comprende que si han trabajado años para sembrar 5 caroes, o 6 caroes, o 10, el valor del esfuerzo y del sudor invertido durante muchos años no es igual si el fruto de ese esfuerzo es el de 50 quintales todos los años en vez de 100, o el de 100 en vez de 200.

Una de las virtudes de la técnica es que duplicará el valor de cada hora que cada uno de ustedes ha invertido en esas tierras donde han trabajado lo mejor de su vida (APLAUSOS).

Nunca se aplicó la técnica. ¿Para qué? ¿Con qué? ¿Quién iba a comprar el café y a cómo lo iban a pagar? ¿Quién iba a enseñar la técnica? Sobraba el café, no había con qué comprar el café. De ahí teníamos que más de 20 000 familias cultivaban el café sin ayuda alguna de la técnica; si se tiene en cuenta que a pesar de eso y en esas montañas abruptas y ásperas, llegaron a plantar suficiente café para producir más de un millón de sacos, debemos reconocer que es admirable e impresionante y digno de mejores frutos el esfuerzo que realizaron.

Es necesario, por tanto, iniciar la era de la técnica en el café, y no la técnica de 1, ó 2, ó 10, ó 100 caballerías, sino de todas las caballerías. Si vamos a regirnos por un criterio estrictamente técnico, ciento por ciento técnico, con olvido de otros factores sociales y económicos, podríamos llegar a la conclusión de que de las 10 000 u 11 000 caballerías solo unas 4 000 ó 5 000, ó 3 000, son dignas de podarse, de renovarse y de fertilizarse, porque son las que están con menos inclinación, en terrenos menos desgastados, con más vigor, y donde por tanto el trabajo rendiría más.

Es cierto que en terrenos más desgastados, plantaciones más maltratadas, peores condiciones de suelo, el trabajo no rendirá tanto ni el fertilizante rendirá tanto; pero como necesitamos el café, como además miles y miles de familias viven de ese café —de ese café que no estaría entre las 3 000 y 4 000 caballerías porque son de 10 000 a 11 000—, ese problema hay que contemplarlo. ¿Y qué le íbamos a decir, entonces, al campesino que vive allí? Es necesario que aunque en estas tierras el fertilizante o la técnica no nos vaya a dar tan buenos frutos como en otras, siempre algún fruto nos dará y debemos, por tanto, trabajar en todas (APLAUSOS).

Conversando con algunos de nuestros técnicos, que tan magnífico esfuerzo han realizado estudiando los problemas de nuestro café, y que con tanto entusiasmo participan en este empeño que nos reúne, les decía: "Búsquenme la mata más vieja de café, si se quiere incluso cualquiera de esas matas que quedan todavía de los cafetales que tuvieron los franceses en el siglo pasado, que me comprometo a hacerla producir café (APLAUSOS).

Y ahora la necesidad nos obliga a actuar así. Si tuviéramos enormes reservas de café pudiéramos decir: estas matas hay que liquidarlas, vamos a sembrar otras nuevas. Pero esta no es la situación. Lo que tenemos es enorme déficit de café y tenemos que aprovechar hasta la última mata, excepto aquellas que las vayamos a quitar para plantar otras, en un trabajo de renovación de los cafetales. Y estoy seguro de que hasta la peor mata, cuando se le pode y se le fertilice en tiempo y forma, va a dar mucho más café del que esté dando ahora, y esa es la primera cosa que todos debemos comprender. Que ahora se trata de que cada mata rinda algo y rinda más de lo que actualmente produce.

Hay este año 30 000 toneladas de fertilizantes disponibles (APLAUSOS), pero nos esforzamos para tratar de disponer de otras 30 000 (APLAUSOS), de manera que en 1966 se apliquen 60 000; en 1967, 70 000; y en 1968, 100 000 toneladas de fertilizantes (APLAUSOS).

Como ustedes saben, el fertilizante hay que importarlo; pero, sin embargo, tenemos una cuota en el mercado mundial de 15 000 toneladas, es decir, algo más de 300 000 quintales. Si disponemos de un excedente podremos adquirir fácilmente el fertilizante que necesitamos para producir más café, y si no tenemos café no tendremos fertilizantes, y si no tenemos fertilizantes no tendremos café. ¿Y qué es mejor, no tener fertilizantes ni café con qué comprarlo, o tener café y tener fertilizante con que tener café?

Claro está que este aparente círculo vicioso se resuelve empezando por alguno de los dos, y puesto que no podemos empezar por el café, podemos empezar por el fertilizante; hacer un esfuerzo, que la economía del país triunfe. Este fertilizante inicial, en estos dos o tres primeros años, de manera que a partir de 1969 podamos exportar suficiente café para disponer de 100 000 toneladas por año de fertilizante, e incluso sobren algunas divisas para algunas otras necesidades de la economía.

Creo —y esto en virtud de la fe que tenemos en la técnica— que podríamos llegar a producir 2 millones de quintales. Creo algo más: que estos 2 millones de quintales, si nos lo proponemos, podríamos llegar a producirlos el mismo año en que llegaremos a producir los 10 millones de toneladas de azúcar (APLAUSOS).

Es decir que si el azúcar tiene su meta, el café debe tener la suya; porque sin azúcar no hay café y sin café, ¿para qué queremos el azúcar? (APLAUSOS) Y lo digo y sé que no es una utopía, sé que no es una fantasía: resolver el problema del café es más fácil que el del tabaco y el de la caña, porque el del tabaco hay que escoger las tierras, ir desarrollando las siembras;en la caña hay que extender las plantaciones, ampliar los centrales, construir incluso alguno nuevo, y en el café ya tenemos las tierras, ya tenemos las plantaciones, es sencillamente un problema de elevar la productividad de esas tierras mediante la técnica; ya está sembrado el café y crecido el café, no hay más que ponerse a trabajar en ese café.

Por eso digo que esta meta no es tan imposible, no es tan difícil. Y suponiendo que nuestro consumo aumentara considerablemente más, porque antes se consumían de 600 000 a 700 000 quintales, después se consumían 900 000, y suponiendo que se lleguen a consumir 1 300 000 ó 1 400 000 quintales, nos quedaría, primero, una reserva que debe hacer el país de café, para cuando venga una sequía fuerte, o pase un cicloncito, o un ciclonzote, no tengamos que racionar el café y podamos disponer para la exportación de medio millón de quintales de café.

Con 200 000 quintales bastaría para obtener las divisas que se necesitan para 100 000 toneladas de fertilizantes, y los otros 200 000 ó 300 000 se podrían invertir en otras necesidades de la economía, ya que no solo se necesitan fertilizantes, se necesitan otras muchas cosas que se consumen en los campos.

Y nuestro café tiene un precio especial en el mercado, nuestro café es especialmente apreciado por su variedad y por su calidad. Por nuestro café se llega a pagar hasta 800 pesos por tonelada, mientras que por otro tipo de café se pagan 600 pesos. Está claro que por todos conceptos es altamente conveniente para la economía prestarle toda la atención necesaria a este renglón.

Uno de los problemas que se nos plantea, y se nos planteará en la medida en que sea mayor la cosecha, es naturalmente el de la fuerza de trabajo. Afortunadamente la recogida del café se produce en los meses en que la demanda de trabajo es menos grande en el resto de la agricultura, porque todavía no ha llegado la zafra azucarera, porque ha pasado ya la primavera y la época de las principales siembras, de la fertilización y de la limpia de la caña y de los demás cultivos, es cuando queda más fuerza de trabajo disponible.

Pensamos que el trabajo que realicen los estudiantes no se lleve a cabo en los meses de septiembre, octubre y noviembre, sino en los meses en que es más extraordinaria la demanda de trabajo en los campos, que es en los meses de primavera, y que en el futuro el café de esta provincia se recoja con la fuerza de trabajo de la provincia (APLAUSOS).

Esto requiere, naturalmente, un aumento en los ingresos que se perciban en la cosecha de café, es decir, que los aumentos... Y antes de hablar de aumentos quiero decir, explicarles, cómo contemplamos nosotros los aumentos de ingreso de los campesinos: ¿Solo por el precio? No, el precio es parte del ingreso. Principalmente por el aumento de la producción, de manera que el campesino tenga, en vez de 50 quintales, 100 quintales en la misma superficie, o en la misma plantación y que, además, esos 100 quintales se paguen a un precio algo mayor.

De ese incremento contemplamos: una parte para el que recoge y la otra parte para el campesino. Ese aumento será aproximadamente, entre aumentos y otras medidas de las que les voy a hablar, de 11,57 pesos por quintal de café corriente y 13,62 pesos por quintal de café, tengo entendido que es el café lavado.

De esta forma se aumentarán los precios, de 44,50 pesos a 52 pesos el quintal (APLAUSOS) —se suprimirán, además, algunos gastos—, para el café natural; para el café lavado de 50 a 60 pesos (APLAUSOS); se eliminará el impuesto de 2,72 pesos por quintal de café (APLAUSOS) y se sufragarán por los organismos de acopio los gastos correspondientes al flete (APLAUSOS).

En aquellos casos en que el productor acostumbra a vender el café en cereza se le aumentarán los precios de compra por latas de 28 libras, en la forma siguiente: café cereza para secadero, de 2,05 a 2,45 pesos (APLAUSOS); café cereza para despulpar, de 2,20 a 2,75 pesos (APLAUSOS). Esto equivale a un aumento en general —los precios de que les hablaba— por quintal de café natural de 11,50 pesos, de los cuales 6,57 pesos serán para el agricultor y cinco pesos para el recogedor (APLAUSOS).

¿Por qué? Porque sin recogedor no hay café (APLAUSOS). Y no hacemos nada con tener mucho café y no tener quien lo recoja. Y por eso hemos considerado elevar el precio de la lata del café natural, de 55 centavos a 80 centavos (APLAUSOS), que equivale a cinco pesos por quintal de los 11,57 pesos que, según los cálculos, implican los aumentos. El café lavado tendrá también su correspondiente aumento la lata, de 65 centavos a un peso (APLAUSOS).

Nosotros entendemos que ese salario será altamente estimulante y que no faltará fuerza de trabajo para la recogida del café (APLAUSOS), y que muchas familias del campo y aun de las ciudades se sentirán estimuladas a participar en la recogida de café (APLAUSOS). Y puesto que éste es un problema especial de fuerza de trabajo, en zonas apartadas y abruptas, es necesario que tengamos un sistema especial también de salario para la recogida de ese producto. Porque piensen ustedes lo que será cuando lleguemos a tener la necesidad de cosechar 2 millones de quintales. Y teniendo en cuenta lo que significa el café para la economía y lo que vale un millón de quintales, y lo que valen 2 millones de quintales, la importancia que tiene que ese producto se tenga y se coseche.

Por eso hay que establecer una especie de salario preferencial, y tomando en cuenta estas consideraciones, y analizando y discutiendo con muchas personas, se arribó a estas medidas. Desde luego, hemos tenido en cuenta un factor: la necesidad de que los agricultores y sus propios familiares se incorporen con entusiasmo a la cosecha. Aquellos agricultores —que son la mayoría— que no tienen grandes extensiones de café, se sentirán estimulados a recoger su propio café (APLAUSOS), porque comprenderán que cada lata de café que se recoja son 80 centavos más que quedan en el seno de la familia (APLAUSOS). Y que una lata de café, una lata de café la recoge hasta un niño en una mañana (EXCLAMACIONES). Y por supuesto que esto entraña el compromiso de todos de hacer un esfuerzo común, y el compromiso de ustedes de dar el máximo de esfuerzo. Y que no se dé el caso —esos casos dolorosos de que a veces nos hablan algunos becados, y que yo estoy seguro de que se trata solo de excepciones, porque quienes han sido capaces de poblar de café esas montañas tan duras, han de ser conceptuados, sin duda de ninguna clase, como hombres y mujeres extraordinariamente trabajadores, y que solo por excepción se dan esos casos, que no por excepcionales son menos dolorosos— que nos explican algunos becados, que mientras ellos han estado recogiendo café, el dueño del café ha estado sentado en su casa sin hacer absolutamente nada (APLAUSOS).

Recoger café no es siquiera un trabajo tan duro como el de cortar caña, o trabajar bajo el sol del mediodía en una carretera, o haciendo caminos; con un clima más benigno, por lo general a la sombra, es un tipo de trabajo que pueden realizarlo incluso aquellas personas menos fuertes. Y por eso la recogida deberá ser el esfuerzo no solo de los que vienen, sino también de los familiares de los agricultores y, desde luego, de su conveniencia también, porque recibirá más ingresos aquel campesino que recoja la mayor cantidad posible de café, con su familia, de su cosecha.

Para llevar a cabo estos planes es necesario el esfuerzo de nuestras asociaciones campesinas, dirigidas por los compañeros del Partido y los técnicos del INRA (APLAUSOS). No podríamos llevar a cabo este plan si no se movilizan las masas, si no se lleva este problema al seno de cada asociación y se inicia desde ahora mismo un trabajo entusiasta en este sentido.

Desde luego que a fin de poner en práctica cuanto antes estas medidas, se ha decidido que a partir de este año ya, para la cosecha que se está haciendo, rijan estos precios y estos salarios (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Estas medidas se aplicarán, pues, con efecto retroactivo, o sea, a partir del primero de agosto de este año. De acuerdo con esto, se reintegrarán las diferencias correspondientes por todo el café entregado a partir de esa fecha (APLAUSOS). Esos beneficios alcanzarán también a los obreros agrícolas, reintegrándoseles las diferencias por las latas recogidas (APLAUSOS).

Es necesario que comprendamos que el único modo de llevar a cabo estos planes es ponerse a trabajar de inmediato, reunir a cada una de las asociaciones y establecer el compromiso colectivo de comenzar inmediatamente a llevar adelante estos planes. Para ello hacen falta otros elementos que nosotros conocemos. Ya se han confeccionado las listas para obtener el cálculo, o se han hecho los análisis correspondientes para saber el número aproximado de machetes, de limas, de herraduras (APLAUSOS PROLONGADOS), por supuesto que si se habla de herraduras hay que hablar de clavos, no hacemos nada con herraduras sin clavos, tijeras para las podas, y también sabemos los otros materiales, tales como la demanda tan sentida de materiales, como el cemento, para los secaderos (APLAUSOS).

Alguien hablaba de otra de las cosas que hacen falta: mulos. Desde luego, pero los mulos desgraciadamente no se fabrican en talleres (RISAS), y estamos muy conscientes de la necesidad de cuidar los que hay, recoger todos los que se pueda, y criar todos los más posibles en las montañas y en el llano, y enseñarlos a subir montañas, porque si el hombre aprende, ¿por qué no ha de aprender el mulo también?

Y mientras tanto tratar de resolver también apoyándonos en las carreteras que se están haciendo y en los caminos que puedan hacerse, puesto que ya no será solo el problema de sacar el café, sino el problema también importantísimo de llevar los fertilizantes y demás materiales.

(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO AL DR. FIDEL CASTRO)

Bueno, en fin, compañeros, todos esos materiales, no se va a olvidar absolutamente ninguno puesto que si no, no podríamos llevar a cabo estos planes.

Hemos estado pensando algo más —que todavía no podemos hacerlo como una promesa en firme—, hemos estado pensando en el mismo problema de los abastecimientos, el momento en que podamos empezar a llevar, por ejemplo, plátanos del Valle del Cauto a las montañas, la posibilidad de elevar algunas cantidades de abastecimiento, como arroz por ejemplo, a fin de evitar que tengan que depender lo menos posible de la destrucción de los montes.

Pero ya si el campesino se dedica a vivir del café esencialmente, como ingreso fundamental, ya es un gran paso de avance. Lo malo es que la situación del café obligue a abandonar el café y destruir montes para sembrar otra cosa, que implique un mejor negocio.

El autoabastecimiento no destruye tanto monte, y siempre tendrá que haber un autoabastecimiento en parte por los propios campesinos; pero deberemos nosotros también estudiar qué posibilidades tendremos de mejorar los abastecimientos en las montañas.

Esto, como ustedes ven y comprenden, requiere un esfuerzo por parte de todos, y un esfuerzo grande; que debe ser también un esfuerzo leal por parte de todos; que debe implicar no solo el compromiso de trabajar y trabajar bien, apoyándose en las asociaciones de campesinos, sino también que, apoyándose en estas propias asociaciones, se combata duramente la especulación con el café, la bolsa negra con el café (APLAUSOS).

La especulación no beneficia a nadie, la especulación es "pan para hoy; hambre para mañana". La solución verdadera, la solución a largo plazo, la solución definitiva es esta de la técnica, del trabajo, de los materiales necesarios para aplicar esa técnica, para elevar la productividad del trabajo, la solución para ustedes y para el pueblo.

Un campesino puede ganar un poco más, o bastante más, ahora que falta café, no mañana cuando sobre, vendiendo a cinco pesos una libra de café crudo, pero con seguridad que los que se van a tomar ese café son los que tienen todavía mucho más dinero que los demás (APLAUSOS); con seguridad que no van a ser los más humildes, con seguridad que son aquellos que todavía poseen ingresos muy superiores a otros los que se van a tomar ese café.

Y tenemos que producir café no para unos pocos, sino café para todos (APLAUSOS).

Estos aumentos, que significan millones de pesos, tendrá que afrontarlos por ahora la hacienda pública, porque mientras esté racionado el café no se pueden transferir estos aumentos al público consumidor. Y la hacienda pública tendrá que afrontar estos aumentos, en espera de que exista suficiente café para que pueda venderse libremente, en cuyo caso entonces se venderá el café libremente a un precio mayor, que compense estos aumentos y los gastos que el país tiene que hacer en las montañas, no ya los gastos de hospitales y de escuelas, sino los gastos de caminos, carreteras, de equipos para el transporte y, en fin, todas las necesidades que hay que satisfacer.

Porque el público que hoy, por la necesidad, a veces paga precios altísimos —quienes pueden de cinco pesos, quienes pueden de tres pesos, dos pesos, y difícil seria en esas bolsas negras encontrarlo por dos pesos— pagará el café a un precio más alto del que lo paga hoy, ya no solo por una necesidad económica, sino para establecer un cierto límite al consumo porque, de lo contrario, correríamos el riesgo de que aquí se tomara más café de la cuenta. Y necesitamos tomar café, bastante café, si, pero que nos quede algún café para poder adquirir fertilizantes que nos permitan tener café (APLAUSOS). Y se podrán establecer los precios, que fluctuarán entre 1,20 pesos y 1,50 pesos de café ya tostado, cuando pueda estar el café por la libre.

Mientras tanto, en estos años en que no estará el café por la libre, todos estos gastos tendrá que absorberlos la economía nacional, la hacienda pública, en espera de que el aumento de la producción permita establecer la venta libre regulada por el precio, no por la libreta, para cuya fecha será muy difícil que exista bolsa negra, porque pasará como pasó con los huevos, que se vendían a 25 centavos, a 30 centavos, hasta que los 4 millones de gallinas empezaron a poner. Y como los 4 millones de gallinas en determinada época bajaban la postura, se decidió elevar a 5 millones, pero no habrá más bolsa negra del huevo; y lo mismo pasará con el café (APLAUSOS).

En esto de bolsa negra, puesto que hay algunos funcionarios un tanto liberales, que en los propios vehículos en que viajan de vez en cuando se llevan sus libras, libritas o librotas de café (ABUCHEOS), es necesario que los organismos correspondientes tomen las medidas para llevar a los tribunales revolucionarios y castigar ejemplarmente a los que incurran en ese delito contra los intereses de la economía y los intereses del pueblo (APLAUSOS). Y que las asociaciones campesinas sean las abanderadas en esa lucha contra la especulación y la bolsa negra del café.

Nosotros confiamos en los campesinos, en su elevada conciencia revolucionaria (APLAUSOS), y estamos seguros de que responderán a esta consigna. Esperamos también el máximo esfuerzo de los administradores de aquellas unidades que, integrando una parte absolutamente minoritaria de las plantaciones, son administradas por las granjas, y se aplique también el principio y la consigna que le pedimos a cada campesino: que cada administrador de una finca pequeña de café, en esos casos en que son unos cuantos caroes, participe también, dando el ejemplo directamente, en la tarea física de podar, de fertilizar, de limpiar y de recoger el café (APLAUSOS), para que cada hombre que esté al frente de una parcela cafetalera aporte también su esfuerzo y su trabajo.

Creemos que esta es la política correcta y la forma de situar al café en el lugar que le corresponde dentro de los renglones de nuestra agricultura.

Sabemos las necesidades de las montañas, sabemos las necesidades de materiales de construcción, es uno de los problemas más serios, las miles de casas que derribó el ciclón. Todavía no habían sido reconstruidas todas cuando otro ciclón por Pinar del Río derribó miles de casas de tabaco y obligó también a destinar hacia allí madera, cemento, techos.

Saben ustedes cómo se está construyendo una fábrica de cemento que está ya muy adelantada, cómo una nueva fábrica se comienza a construir en la provincia de Las Villas, y cómo se trabaja para disponer de estos materiales de construcción que, al igual que con el café, las cantidades que antes sobraban hoy no alcanzan, porque antes existía cemento y café para guardar en almacenes, y hoy lo que existe es para consumirse, lo que existe es para satisfacer las necesidades del pueblo. Si no hay más es porque no hemos producido más, pero habrá más en la medida en que podamos producir más en cada frente (APLAUSOS).

El ciclón, como ustedes saben, obligó a limitar la distribución de azúcar; sin embargo, el esfuerzo del sector azucarero el pasado año permitió la venta libre de azúcar, con beneplácito de nuestros campesinos.

Y aquí todos deseamos que a la disposición del pueblo exista la mayor cantidad de bienes que significará la mayor cantidad de bienestar. Estamos lejos todavía de haber alcanzado todas nuestras aspiraciones, los niveles de vida que pensamos tener en el futuro, pero sin duda nadie podría negar que en estos años, pese a la inexperiencia de toda obra que comienza, pese al cambio profundo, pese a la lucha contra nuestros enemigos, pese al bloqueo de los imperialistas, hemos avanzado y hemos avanzado mucho.

Los que con nosotros en días recientes caminaron por las montañas pudieron ver eso, pudieron palpar cuánto cambio en nuestras montañas, cuántas mejoras de esas que les enunciaba anteriormente; pero, sobre todo, qué espíritu, qué entusiasmo, qué organización en nuestro Partido, en nuestras milicias serranas, en nuestras asociaciones campesinas (APLAUSOS), en nuestros servicios educacionales, en nuestros servicios médicos. ¡Qué fuerza, qué disciplina!, ¡qué número de personas ya en 5to, en 6to grado!, ¡cuántos niños estudiando en las escuelas!, ¡cuántas ilusiones, cuántas esperanzas! No hay prácticamente uno que no diga qué quiere ser, o qué quiere estudiar, y no hay absolutamente ninguno que no esté convencido de que lo que quiere lo logrará, que esta es su oportunidad (APLAUSOS), que esta es su hora en la historia de nuestra patria. ¡Qué distinto de aquel ayer sin esperanzas, sin ilusiones!, ¡qué distinto estado en los espíritus y en los ánimos!, ¡qué seguridad!

Temía el hombre ayer la muerte, porque significaba hambre para los hijos, desamparo, soledad, y hoy los hombres se sienten liberados de esos temores (APLAUSOS). Se preguntaban cuál sería el porvenir de sus hijos, cuánto trabajarían esas criaturas, que en número tan crecido las mujeres campesinas traen a la vida. Y hoy saben la respuesta, y también se han despojado en ese orden de todos los temores, saber que ya no hay que hablar con nadie para poder estudiar o poder trabajar, o poder mandar al hijo a cualquier escuela, a la mejor escuela, a la mejor escuela de aquellas a donde iban antes solo los hijos de los ricos (APLAUSOS).

La Revolución ha hecho posible que aquello que solo era privilegio de unos pocos, sea hoy derecho de todos sin excepción. Ya saben dónde están los hospitales, cómo los atienden. Es incuestionable que hemos avanzado, y lo vemos cuando las distancias se acortan, cuando en minutos se atraviesan distancias que antes costaban horas, y se ve lo que hemos avanzado. Pero mucho más podemos avanzar con nuestro trabajo, mucho más debemos avanzar en nuestras montañas, en la producción, mientras necesitemos nuestras montañas y mientras los campesinos quieran vivir allí. Sé que hay muchos campesinos cuyos hijos se están haciendo técnicos, cuyos hijos se irán a trabajar el día de mañana en el llano, que es posible que algunos deseen reunirse con sus hijos y algunos deseen también los derechos de los cuales disfrutan los obreros, como es el derecho a la pensión, el derecho a la jubilación. Y llegará el día en que a cualquier campesino podamos ofrecerle una alternativa mejor, en que tengamos suficientes viviendas, en que podamos brindarles un estándar de vida mejor en el llano para aquel que diga: ya quiero salir de aquí. Muchos no querrán eso, muchos preferirán vivir allí y morir allí donde han trabajado toda la vida. Y lo comprendemos, porque las montañas donde se trabaja y se sufre, se aprende también a quererlas, se les ama. Y así nosotros también, que en esas montañas vivimos compenetrados con los campesinos y con el trabajo, queremos y amamos esas montañas. Hoy, que las necesitamos como una cuestión vital, hagamos el máximo por ellas, trabajemos el máximo para que nos den el máximo, utilicémoslas de una manera generosa no desperdiciando sus recursos, cuidemos su tierra, cuidemos su capa vegetal, reintegrémosles los nutrientes que las aguas o las candelas se llevaron, y veremos cómo esas montañas responderán a nuestro trabajo, responderán a nuestro esfuerzo.

Sé que a veces algunos campesinos no tenían fe en el empleo de la técnica, en el empleo de los fertilizantes, pero hemos pasado por algunos lugares, como en el Alto de Mompié, donde hace tres años en uno de nuestros viajes al Turquino recomendamos que se fertilizara, que se aplicara la técnica, y hoy día en aquel punto hay una producción tal de café que es el asombro de los campesinos.

Cuando ven los campesinos el resultado de la técnica, inmediatamente comprenden su importancia y quieren aplicarla. Ahora debemos hacer esto pero en masa, debemos tener fe en los resultados que esto traerá de bienestar para ustedes y de bienestar para el país. Por eso, por la importancia que tiene este esfuerzo, fue por lo que le pedimos al compañero Armando, al compañero Fello y a los compañeros dirigentes de la agricultura en Oriente, que cuanto antes nos pusiésemos a trabajar, que cuanto antes empezase esta reunión, porque no había un día que perder, no había un minuto que perder, para poder comprar, adquirir —sea donde sea, rápidamente— todas estas cosas que se necesitan para ponernos a trabajar.

Nosotros nos comprometemos a ponernos inmediatamente a resolver estas necesidades (APLAUSOS). Y esperamos de ustedes que inmediatamente también, apenas regresen, se reúnan con sus compañeros, se discuta la utilización de los prácticos y de los técnicos. Tenemos que recopilar todos los técnicos que tenemos y asignarlos por regiones, para que les enseñen, de una manera práctica, las medidas a aplicar a los campesinos. Hay que hacer un trabajo de orden técnico y aplicar, utilizar al máximo, esos cuadros de que disponemos; abrir inmediatamente otra vez la escuela de Baracoa para aumentar el número de técnicos (APLAUSOS). A través de las asociaciones explicar cómo se hacen las cosas, cómo se realiza la poda, cómo se lleva a cabo el fertilizante.

Y aquí, como medidas prácticas, los compañeros técnicos proponían esencialmente hoy:

"Primero: Dar a todos los cafetales, como mínimo, tres limpias en tiempo y forma.

"Segundo: Podar y regular el sombrío.

"Tercero: Podar y deshijar a tiempo el café.

"Cuarto: Fertilizar.

"Quinto: Aplicar al cafetal todo el abono orgánico, como estiércol, pulpa de café descompuesta, desperdicios de otras cosechas y basuras que se pueden recoger en la zona.

"Sexto: Sellar los cafetales, resembrando los claros.

"Séptimo: Destruir las matas de cafetales inservibles reponiéndolas con posturas de calidad. Naturalmente esto requerirá la atención máxima y más esmerada a los viveros.

"Octavo: Controlar la erosión cumpliendo las orientaciones técnicas.

"Consigna: Que no quede un grano de café sin recogerse. Que no quede una mata de café sin atenderse. Que no haya una sola finca desatendida. ¡Adelante con la tecnificación del café! ¡Con la técnica elevaremos la producción!" (APLAUSOS)

¡Llevemos adelante este programa y hagamos todos nuestra, como una cuestión de honor, la meta de 2 millones de quintales de café para 1970! (APLAUSOS)

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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