Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la sede del consejo de estado de la República Democrática Alemana, Berlin, el 2 de abril de 1977

Fecha: 

02/04/1977

Querido compañero Erich Honecker;

Queridos compañeros de la Dirección del Partido y del Gobierno de la RDA:

Vamos a ver si entre el intérprete y yo podemos hacer un trabajo correcto. Es la primera vez que trabajamos juntos.

Cuando nosotros iniciamos nuestro recorrido por varios países de Africa, en realidad no habíamos planificado hacer una visita a la RDA.

Recorrimos el Africa y dimos una larga vuelta por toda la región, conversando con los dirigentes revolucionarios, observando la situación en todas partes, la lucha entre el imperialismo y el mundo subdesarrollado, la lucha entre el capitalismo y el socialismo, la lucha entre la opresión y la libertad, la lucha entre la discriminación y la igualdad.

El marxismo-leninismo y el socialismo se estudian en los libros. Yo mismo empecé a tener las primeras ideas sobre el marxismo- leninismo en los libros, pero también en la vida, recorriendo un poco el mundo, se aprende mucho sobre el marxismo-leninismo y sobre el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo. En realidad, en este viaje por África he aprendido mucho sobre estos temas. Desde luego que no visité países reaccionarios o neocolonialistas o racistas; visité países progresistas que luchan por transformaciones sociales, y países revolucionarios árabes y del Africa negra.

Marx investigó y escribió cosas muy brillantes, pero incluso las posibilidades revolucionarias que Marx analizó son más brillantes de lo que tal vez el mismo Marx previó. El concebía el socialismo como el resultado natural de las leyes de la evolución de la sociedad humana, con posterioridad al desarrollo de la sociedad capitalista.

Lenin, que estudió e interpretó profundamente el pensamiento de Marx, añadió la idea brillante de que muchos pueblos subdesarrollados no tenían que pasar necesariamente por la etapa capitalista para construir el socialismo.

Y hoy estamos viendo ese fenómeno en el mundo: países que están pasando directamente del subdesarrollo a la construcción del socialismo. Algo más: países que están pasando del tribalismo a la construcción del socialismo, países que están pasando del nomadismo a la construcción del socialismo. Y estos son fenómenos verdaderamente interesantes, que enriquecen nuestra doctrina y nuestra práctica.

Pero también vimos todo lo que significó el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo para una gran parte de la humanidad. Hemos visto esos pueblos que vivieron bajo el colonialismo y su situación actual: una pobreza increíble, un atraso tecnológico extraordinario, el analfabetismo, el desempleo, las enfermedades, sobre todo las enfermedades. Nadie sabe el tanto por ciento de niños que mueren en el primer año de vida, no hay estadísticas; puede ser cinco veces, siete veces, diez veces más de los que mueren en un país desarrollado. La malaria, la desnutrición, la tuberculosis, todo tipo de enfermedades contagiosas y carenciales prevalecen en el Africa.

En muchas ocasiones se observa un fenómeno extraño: no se ven viejos en Africa. Los seres humanos no llegan a viejos en Africa. Preguntamos: ¿médicos? Un médico cada 40 000 habitantes, 50 000 ó más. No tienen técnicos, ni ingenieros, ni profesores, en muchas ocasiones ni obreros calificados. No tienen universidades, o en las universidades hay 1 000 estudiantes, 1 500.

Nosotros mismos, los cubanos, que nos consideramos un país subdesarrollado, ya tenemos 105 000 estudiantes universitarios y prácticamente un médico por cada 1 000 habitantes.

Ese es el cuadro que tenemos en Africa, especialmente en Africa negra, que en el mundo actual es la región donde el ser humano vive en las peores condiciones.

Es verdaderamente indignante ver que el capitalismo, el imperialismo, después de la independencia, trató de establecer allí el neocolonialismo; el intento de desarrollo capitalista, el intento de controlar los recursos naturales a través de los monopolios.

Por ese camino los pueblos del mundo subdesarrollado no tendrán ninguna solución. ¿Cómo puede resolverse el problema del analfabetismo, de las enfermedades, de la pobreza, del subdesarrollo, del atraso tecnológico, a través del capitalismo en esos países?

Y los pueblos de estas regiones del mundo empiezan a comprender esto con mucha claridad. Y una parte de los gobiernos del mundo subdesarrollado comprenden estos problemas y trabajan progresivamente por los caminos del socialismo.

En algunos países de esta región no se ha logrado siquiera la independencia. El racismo, unido al capitalismo y al imperialismo, oprime todavía a decenas de millones de personas. En Zimbabwe, 250 000 racistas explotan y oprimen a 6 millones de africanos; en Africa del Sur 2 millones y medio de racistas oprimen y explotan a casi 20 millones de africanos. Una situación similar tenemos en Namibia.

De modo que en la zona que nosotros recorrimos existen dos grandes problemas políticos. En el mundo árabe, la intervención imperialista, la lucha contra los movimientos progresistas, la agresión a través del Estado israelita, para todo lo cual el imperialismo cuenta con la complicidad de gobiernos reaccionarios, con Arabia Saudita e Irán a la cabeza. y en el Africa austral, el colonialismo y el racismo, fenómenos que subsisten por el apoyo imperialista a los racistas y la complicidad de gobiernos neocolonializados de Africa. Pero en ese continente se lucha. Lo comparo con la América Latina. En América Latina el imperialismo creó una oligarquía, una burguesía reaccionaria en muchos países; entrenó y organizó ejércitos reaccionarios, y mantiene un dominio férreo. Afortunadamente Africa, por regla general no cuenta con ninguna burguesía; tratan de crearla, pero yo pienso que será absolutamente imposible. Es posible que los países de Africa pasen al socialismo primero, incluso, que los de América Latina.

Hemos tenido oportunidad de observar la situación de esa región del mundo y sacar muchas impresiones. Desde luego que nosotros no tenemos una actitud contemplativa; nosotros tenemos una actitud militante. Tuve la satisfacción de ver a técnicos cubanos y médicos cubanos en numerosos países de Africa, compañeros trabajadores abnegados, verdaderamente revolucionarios. Ese es un producto del socialismo. En nuestra patria antes de la Revolución no teníamos médicos para enviar al interior del país, la mayoría vivía en la capital; muchos tenían una concepción burguesa, eran producto de la sociedad capitalista. Igual ocurre en América Latina.

Nunca olvidaré una experiencia personal que tuve en mi visita a Chile durante el gobierno de la Unidad Popular. Llegamos a una ciudad importante de más de 100 000 habitantes, en una región donde se producen las principales riquezas del país. Entonces, las autoridades me pidieron un número de especialistas, especialistas en niños, especialistas en garganta, en ojos, en cirugía, etcétera. Eran 27 en total. Nosotros les dijimos que estábamos dispuestos a enviar esos especialistas, pero al final no pudieron ser enviados. La organización médica burguesa de Chile se oponía, porque veía en eso una especie de competencia profesional; y no pudimos enviar los especialistas que nos pidieron en Antofagasta.

En América Latina los países capitalistas neocolonializados tienen universidades; producen técnicos, algunos ingenieros, algunos médicos. Los mejores cerebros o las mejores inteligencias son contratadas por Estados Unidos, son arrebatados a los países, y muchos profesionales burgueses que se forman en las universidades ni siquiera pueden ser utilizados en las áreas rurales del propio país. Entre los campesinos no hay profesionales, no hay médicos.

Cuando triunfó la Revolución en Cuba la mitad de los profesionales universitarios se fueron para Estados Unidos. Eso es lo que produce la sociedad burguesa. Por eso para nosotros fue motivo de satisfacción no solo saber que tenemos ya muchos más médicos que en el capitalismo; hoy tenemos médicos, técnicos y profesores que no solo van al campo de Cuba, sino que son capaces de ir a Yemen, a Tanzania, a Somalia, a Mozambique, a Angola, a cualquier país de Africa. Ese es un resultado del socialismo y de la conciencia internacionalista que el socialismo forjó en el pueblo.

Yo tuve la oportunidad de conversar con muchos compatriotas nuestros en Africa. Recuerdo hace unos días que me reuní en Luanda, Angola; me reuní con 2 500 cubanos, militares y civiles. Aquello parecía una escena irreal, extraña. Hace 20 años habría sido imposible. Hace 20 años el cubano se caracterizaba por el individualismo, cada uno para sí, el egoísmo mezquino del capitalismo; después del individuo venía la familia, una familia burguesa o el concepto burgués de la familia; después venía la nación. Con el socialismo en nuestro país hemos ido erradicando el individualismo egoísta; hemos ido rebasando el sentido egoísta de la familia, el concepto egoísta de la familia burguesa. Ya toda la nación constituye una gran familia con un profundo sentido fraternal y humano. Y ya estamos superando el egoísmo nacional. Nos dolía antes que un niño cubano sufriera, que pasara hambre, que fuera analfabeto, que estuviera enfermo. Y ya nos duele también cuando vemos un niño africano o asiático enfermo, hambriento, ignorante.

En dos palabras, nos estamos convirtiendo en internacionalistas. Eso no es fácil, no es realmente fácil. Hay mucho egoísmo burgués, mucho veneno sembrado en el ser humano por el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo. Yo observo que nuestros compatriotas se transforman en internacionalistas.

Mientras más meditamos sobre estos problemas, más admiramos la profunda sabiduría y el carácter extraordinariamente revolucionario de las ideas de Marx y de Engels. Antes de Marx y de Engels, los que pensaban en la hermandad humana, en la justicia entre los hombres, por simples razonamientos de la mente o sentimientos del corazón, eran los utopistas. Después de Marx y Engels, que analizaron la historia de la sociedad humana y su evolución sobre base científica, los utopistas tuvimos oportunidad de convertirnos en revolucionarios. Si el compañero Honecker hubiera nacido hace 500 años, habría sido utopista.

Ustedes y nosotros tuvimos el privilegio de nacer después de Marx, de Engels y de Lenin. El revolucionario es una síntesis de la sensibilidad humana, del sentimiento natural de rechazo a la injusticia y a la opresión, con la filosofía científica del marxismo-leninismo. Yo mismo, antes de ser marxista, era utópico. Me parecía que aquella sociedad capitalista era un disparate completo, absurdo. Y cuando siendo estudiante leí el Manifiesto Comunista, empecé a dejar de ser un socialista utópico para ser un socialista marxista. No sé bien todavía cuánto me queda de utopista y cuánto tengo de marxista-leninista, quizás sea incluso un poco soñador. Pero veo claro, muy claro, que nuestro mundo no tiene solución sin la revolución, sin el socialismo, sin el marxismo-leninismo (APLAUSOS). Mientras más madura mi conciencia política, más admiro a Marx, porque él vio la solución con el corazón, con la inteligencia, con la ciencia y con la conciencia. y veía la humanidad futura como una sola familia, y los recursos naturales del mundo al servicio de toda la humanidad, y la ciencia y la técnica de los países más desarrollados volcarse hacia los más atrasados y pobres para crear condiciones de progreso, de bienestar y de justicia para toda la humanidad.

Nos gusta recordar la historia de los últimos tiempos, y en realidad la humanidad ha dado un salto gigantesco desde la gloriosa Revolución de Octubre, cuyo 40 aniversario se cumplirá muy pronto.

Durante 60 años el mundo ha avanzado más que durante miles de años. La sociedad humana conoció la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, el colonialismo, el imperialismo. ¡Y cuántos crímenes se cometieron contra el hombre hasta fecha muy reciente!

Los países colonialistas europeos conquistaron a América, exterminaron una gran parte de su población, después trajeron millones de esclavos de Africa y mantuvieron colonizada una gran parte del mundo hasta hace unos años. ¡Cosas absurdas, increíbles! Por ejemplo, ¿por qué Portugal, que es un apéndice pequeño de Europa, quería mantener y mantuvo hasta muy recientemente millones de kilómetros cuadrados en Africa y decenas de millones de africanos oprimidos?

Cuando pasé por Argelia, antes de llegar a la RDA, tuve oportunidad de participar en la Primera Asamblea Nacional de ese hermano país. El presidente Boumedienne pronunció un discurso sabio, inteligente, de contenido socialista, hablando de los planes de desarrollo de Argelia y de las brillantes perspectivas de su pueblo. Hablaba en árabe, y yo tenía una copia del discurso en francés. Yo no domino el francés; sí lo leo, y si se trata de cosas políticas lo entiendo, pero aquel auditorio lo que entendía era el árabe. Yo veía estas diferencias de cultura, de idioma, de tradiciones, y recordaba que después del triunfo de la Revolución Cubana, que fue relativamente reciente, escuchábamos las noticias de la guerra en Argelia.

Los colonialistas franceses mataron un millón y medio de argelinos, porque decían que Argelia era una provincia francesa. Y me pregunto: ¿qué tiene que ver Francia con Argelia? ¡Y mataron un millón y medio de argelinos para mantener esa colonia en Africa. Cosas increíbles, absurdas, que ocurrieron hasta épocas muy recientes.

Después de la Revolución de Octubre enormes cambios han ocurrido en el mundo, pero la tarea que tenemos por delante es en realidad grande. Si lo que el hombre hizo hasta hoy es mucho, lo que tendrá que hacer en el mañana es mucho más. Tenemos al imperialismo, al neocolonialismo y al capitalismo todavía en una gran parte del mundo, y tenemos el deber de seguir luchando por la transformación de la sociedad humana por los caminos correctos, los caminos revolucionarios, a la vez que preservamos la paz, para evitar que en su desesperación el imperialismo prefiera destruir la humanidad antes que ver el triunfo de la justicia en nuestro planeta.

Nosotros tenemos una actitud militante por el socialismo y contra el imperialismo. Nuestro país es un país pequeño, de limitadas fuerzas y limitados recursos; pero consideramos nuestro deber luchar, consideramos nuestro deber cooperar en esta lucha.

Hay ya cubanos en Asia, en Africa, trabajando, brindando su modesto aporte. No lo hacemos por razones de prestigio nacional, no lo hacemos por la vanidad de jugar un papel en la vida internacional; lo hacemos porque sentimos el internacionalismo.

Vivimos en el hemisferio americano. Hemos conocido el dominio, la opresión y la corrupción del imperialismo. Vemos a la América Latina oprimida por el imperialismo, y sentimos profundamente la necesidad de luchar contra ese sistema; lo experimentamos de cerca.

Ustedes, los amigos de la RDA, lo comprenden muy bien, porque están aquí también al lado del imperialismo y del capitalismo; y además, porque sentimos y tenemos la concepción revolucionaria, nos inspiramos en los principios del marxismo-leninismo.

Por eso en nuestro recorrido, aunque no teníamos incluida a la RDA, ya al final de nuestro viaje, que concluirá lógicamente en la URSS, dije: ¡vamos a hacerle una visita a la RDA! (APLAUSOS)

Esto no es casual ni accidental. Ustedes en Europa están en la primera línea del campo socialista, ustedes fueron bloqueados durante muchos años, el imperialismo trató de aislarlos igual que a Cuba; y ustedes, igual que nosotros, han desarrollado una conciencia militante contra el imperialismo; ustedes, igual que nosotros, se preocupan mucho por todos estos problemas del Africa y el Asia, del llamado Tercer Mundo. Nosotros lo sabemos, lo palpamos, y por eso dijimos: nos agradaría contarles nuestras impresiones a los compañeros de la RDA y al compañero Honecker, conversar con ellos al final de este recorrido por Africa (APLAUSOS).

En realidad, no me gusta molestar. Yo le envié un mensaje al compañero Honecker con la idea de realizar una escala casi técnica, una visita de trabajo. Yo no sé si el intérprete no tradujo bien allá en Argelia, yo no sé si las claves estaban equivocadas, yo no sé lo que pasó. Ustedes, mi visita de trabajo la convirtieron en una visita oficial, y por mi culpa han molestado a los berlineses y han movilizado a los dirigentes un sábado y un domingo.

Cuando en algunos países de Africa, en Dar Es Salaam, en Luanda, yo sudaba mucho —y sudar no es malo, es un mecanismo fisiológico para equilibrar la temperatura exterior con la temperatura interna—, me decían:

—¿Usted no tiene calor?

—Si, tengo calor, pero no se olviden que no vengo de la península escandinava; yo vengo de un país tropical.

Cuando estaba llegando aquí, me aconsejaban: ponte el abrigo. Yo dije: el frío no me hará nada. Pero el protocolo me preguntó si quería ir en un carro cerrado o en un carro abierto. Me dije a mí mismo: ¿qué será más difícil, más sacrificado, ir en un carro abierto? Y fui en un carro abierto. Pero ahora yo me doy cuenta que el compañero Honecker sí creía que yo venía de un país escandinavo. ¡Por poco me congelo en ese viaje por Berlín!, y únicamente me animó, me estimuló y me dio fuerzas el cariño, la amistad y la fraternidad de los berlineses (APLAUSOS).

Queridos compañeros de la RDA:

He tenido oportunidad también, en esta ocasión, de ver cuanta confianza sienten los países subdesarrollados, los países de Africa, estos países que vivieron bajo el colonialismo, cuanta confianza sienten hacia el campo socialista y en especial hacia la Unión Soviética. Ellos saben que en su lucha contra el imperialismo, el capitalismo y el neocolonialismo, solo tienen una esperanza, solo tienen un amigo, solo tienen un grupo de Estados de los cuales esperar la colaboración en todos los terrenos: la comunidad socialista, con la Unión Soviética al frente.

Yo decía que tal vez soy todavía un poco utópico y un poco soñador; pero también soy optimista, y la vida me ha enseñado a ser optimista. Tengo confianza en el futuro del mundo. Triunfará la justicia, triunfará el socialismo, triunfará la paz, y algún día serán realidad universal las ideas luminosas de Marx, Engels y Lenin. Ya esas ideas han triunfado en una parte importante del mundo, y son la base y el ejemplo para el resto de los pueblos.

Y si alguno de los que han tenido la amabilidad y la paciencia de escucharnos esta noche siguieran pensando que yo soy un poco utópico, no olviden que en esta tierra nacieron Marx y Engels, y que una gran parte de sus sueños se ha cumplido ya.

¡Muchas gracias!

(APLAUSOS)

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