Discursos e Intervenciones

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ CONCLUSIONES DEL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL III CONGRESO DE LOS COMITES DE DEFENSA DE LA REVOLUCION, EN EL TEATRO "KARL MARX", EL 28 DE SEPTIEMBRE DE 1986

Fecha: 

28/09/1986

Compañeras y compañeros de los CDR:

Hace 26 años, una tarde como hoy, a una hora aproximadamente igual, nacieron los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS), ¡veintiséis años! Tenemos, pues, hoy un 26 en un 28, dos fechas históricas.

Los que hemos tenido el privilegio de participar prácticamente en todos los debates del congreso y estar presentes el mayor tiempo posible en el curso de su desarrollo, podemos apreciar —al menos yo lo aprecio así— algo diferente, algo que me recuerda nuestra estancia reciente en Angola. Yo veía la diferencia entre el año 1977 y el año 1986: veía en nuestros internacionalistas, en nuestros trabajadores civiles y en nuestros combatientes una madurez mucho mayor, una madurez impresionante, que me llamó la atención; yo podía apreciar un salto de calidad en aquel comportamiento de nuestros compañeros.

También podría decir que este congreso de los CDR me dio la impresión de una madurez mucho mayor, de mayor sabiduría, nacida de la experiencia y de la lucha de muchos años. He conocido también las opiniones favorables del pueblo que por televisión pudo participar, en cierta forma, también de nuestro congreso. Pude apreciar, además, el debate, que se caracterizó por una gran amplitud, una gran libertad de expresión. Los criterios fueron expuestos con toda franqueza, con todo rigor.

Se podía apreciar también el nivel de preparación cultural y política que va alcanzando nuestra población y nuestras organizaciones de masas. Por eso no me pareció tan extraño algo que habría parecido increíble en los primeros años de la Revolución, cuando el compañero refería que el nivel medio de escolaridad de la nueva dirección alcanzaba un promedio de 14 grados. Yo me quedé pensando, porque había estado viendo algunos datos acerca, precisamente, del nivel de escolaridad de los delegados y de la candidatura propuesta, y en la nueva dirección hay decenas de compañeras y compañeros que tienen ya nivel universitario, y muchos de ellos, la mayoría, nivel de 12 grados, y muy pocos por debajo de esos niveles, lo cual explica perfectamente que el promedio sea de 14 grados. Eso se reflejaba en el debate.

Y no va en demérito, ni mucho menos, de aquellos primeros cuadros de los Comités de Defensa de la Revolución, o de aquellos primeros delegados; al contrario, habla mucho en favor de ellos, de su esfuerzo de tantos años, su defensa intransigente de la Revolución, su lucha, su combatividad, que hicieron posible que nosotros podamos enorgullecernos hoy al hablar de la cultura y del nivel educacional de nuestros delegados, de nuestros nuevos cuadros, de nuestros trabajadores y de nuestro pueblo en general.

Al enorgullecernos también de comprobar la presencia de nuevas generaciones de cederistas y de cuadros cederistas, expresada en la edad promedio de los delegados y de la nueva dirección, no podemos tampoco dejar de recordar a los cientos de miles de cederistas, muchos de ellos fundadores de la organización, o activistas durante muchos años, que hoy ya no se encuentran entre nosotros, pero que consagraron su sudor, sus esfuerzos, su inteligencia y todas sus energías a la causa de la Revolución (APLAUSOS). Es lógico que haya una nueva generación de cederistas, puesto que más de la mitad de la actual población de nuestro país nació después del 28 de septiembre de 1960; son lógicos sus niveles de educación como fruto de la obra de la Revolución durante más de 25 años; es lógico el nivel alcanzado por el congreso, como consecuencia también de la experiencia de tantos años.

No podíamos dejar de meditar sobre esto cuando veíamos tantas caras nuevas; cuando veíamos también tantas mujeres presentes, y cuando veíamos presentes igualmente todos los ricos y variados colores de nuestra sociedad (APLAUSOS), porque la Revolución ha puesto fin a muchas injusticias, puesto que la Revolución luchó con energía, desde el primer instante, para poner fin a la odiosa discriminación racial (APLAUSOS), y puesto que la Revolución luchó arduamente, desde el primer instante, para poner también fin a la no menos odiosa discriminación de la mujer (APLAUSOS).

Esas luchas y esas conquistas se reflejan hoy aquí y explican el potencial de nuestra voluntad, el potencial de nuestras energías, el potencial de nuestra confianza para luchar contra todo aquello que obstaculiza el paso de una revolución tan justa, para luchar contra todo aquello que nos impida el perfeccionamiento de nuestro proceso y de nuestro sistema político-revolucionario.

Cuando un país ha seguido un camino como el nuestro, sabe que por delante le espera todavía mucha lucha, pero que por delante le esperan también muchas victorias.

En los debates se pudo recordar no solo todo lo que los CDR hicieron para defender la Revolución en la lucha contra la reacción y la contrarrevolución, en la lucha contra el imperialismo, en la lucha contra los enemigos internos y externos, sino también todo lo que los CDR han hecho en estos 26 años por el pueblo, por el desarrollo de nuestro país, en todos los campos, desde el campo de la salud, impulsando esa noble práctica de donar la sangre, en la lucha contra las enfermedades, sobre todo en la prevención de las enfermedades; en la lucha por la educación, en la lucha por la economía del país, en la lucha por el desarrollo de una conciencia revolucionaria, en la lucha por el desarrollo de nuestras instituciones actuales, en la lucha por el desarrollo de nuestra democracia socialista, en la lucha por el desarrollo de la economía, tanto con su participación en el ahorro, en la recuperación de materias primas, como en las infinitas horas de trabajo voluntario aportadas por nuestros CDR.

Creo, ciertamente —me parece justo decir—, que la historia de nuestra gloriosa Revolución no se podría escribir sin la historia de los CDR (APLAUSOS). Pero nuestros CDR, al igual que nuestro Partido y todas nuestras organizaciones de masas, saben que la historia se tiene que seguir escribiendo, y en condiciones difíciles.

Podríamos decir que este ha sido un congreso muy oportuno, en el momento más oportuno. En momento oportuno nacieron los CDR y en momento muy oportuno renacen los CDR (APLAUSOS), puesto que hace falta un renacer de nuestra lucha, un renacer de nuestro esfuerzo revolucionario, tanto desde el punto de vista de la situación internacional como desde el punto de vista de nuestra propia situación interna.

Desde el punto de vista internacional, se caracteriza este momento por una gran lucha internacional, una gran lucha de las fuerzas progresistas, de las fuerzas revolucionarias por preservar la humanidad de una catástrofe aniquiladora.

Recuerdo el anterior congreso de los CDR, en 1981. Llevaba casi un año la nueva administración en Estados Unidos, administración reaccionaria, que nosotros no vacilamos en calificar de administración que se caracteriza por una política internacional fascista, sumamente peligrosa; creo que fuimos de los primeros en advertir esas perspectivas.

Hablé en aquella ocasión largamente de la política de esa administración, tal como se evidenciaba, de la carrera armamentista, de los peligros para la paz, de los peligros para nuestro país, y, efectivamente, en estos cinco años, desde el anterior congreso, se desató en el mundo por el imperialismo una colosal carrera armamentista. ¡En cinco años los gastos militares de Estados Unidos casi se triplicaron! Hubo un total rearme del imperialismo en estos años, que, a su vez, incrementó el gasto en armamentos en todas partes del mundo. La agresividad imperialista se incremento, las agresiones del imperialismo se multiplicaron en todos los terrenos, tanto en el terreno económico como en el terreno político y en el terreno militar. Para nuestro país se evidenciaron grandes amenazas.

Todo ese rearme imperialista fue costeado por la economía mundial —de eso hemos hablado en otras ocasiones. Aprovechando sus posiciones privilegiadas en el campo económico internacional, el imperialismo le impuso al mundo una política que tenía por objetivo recoger dinero de casi todos los demás países para llevar a cabo, sin nuevos impuestos, esa colosal carrera armamentista. Mediante diabólicos y abusivos mecanismos sustrajo de la economía internacional cientos de miles de millones de dólares; mediante esos mecanismos se elevaron los intereses, las deudas; mediante esos mecanismos se multiplicó el proteccionismo y el intercambio desigual entre los países capitalistas desarrollados y los países subdesarrollados, y mediante esos mecanismos agravaron la crisis económica internacional.

Nuestro pueblo ha sido testigo en los últimos tiempos del enorme esfuerzo que realiza la comunidad socialista, fundamentalmente la Unión Soviética, para detener de alguna forma esta espiral armamentista, para detener de alguna forma los enormes peligros de guerra, para detener de alguna forma que la carrera armamentista se lleve al espacio, para evitar que se desarrollen las armas espaciales y nuevos sistemas de destrucción masiva.

Creo que este año 1986 es testigo, quizás, de uno de los esfuerzos más constantes, más perseverantes, más responsables que se hayan hecho nunca, precisamente para evitar al mundo una catástrofe nuclear, que sería, sin duda, definitiva.

Hemos visto todos los planteamientos, las propuestas de la Unión Soviética; hemos visto cómo la Unión Soviética hace más de un año ha suspendido todas las pruebas nucleares y que, incluso, tomando en cuenta la opinión internacional, asumió el riesgo de prolongar durante varios meses más, hasta principios del próximo año, la moratoria de los ensayos nucleares.

Todos los que tienen algún conocimiento acerca de estas técnicas saben lo que eso significa, que significa, realmente, un sacrificio grande frente a un imperialismo poderoso y agresivo que continúa realizando decenas de pruebas nucleares, que niega, rechaza terminantemente una demanda que se ha convertido en demanda de toda la humanidad: el cese de las pruebas nucleares, porque las pruebas nucleares se convierten en la base del desarrollo de nuevos sistemas de armas, mucho más destructivas todavía.

Este año ha sido testigo de los enormes esfuerzos que viene haciendo la Unión Soviética por impedir que los arsenales se lleven al espacio, para impedir la llamada guerra de las galaxias del señor Reagan, y vemos con cuánta terquedad el gobierno de Estados Unidos se niega a aceptar la idea de suspender los programas del desarrollo de armas espaciales, frente a los criterios, los deseos, las esperanzas y la demanda de la opinión pública internacional, porque Estados Unidos está soñando con desarrollar armas que puedan neutralizar las fuerzas estratégicas de la Unión Soviética. Todo el mundo comprende que tan descabellados puntos de vista conducirían a un desarrollo acelerado, por ambas partes, de sistemas de armas cada vez más efectivos, destructores y mortíferos. Hemos visto cómo sabotean sistemáticamente el esfuerzo de paz de la Unión Soviética.

Este año ha sido testigo, se puede decir, por primera vez en la historia, de proposiciones tales como la de llevar a cabo un programa para la desaparición total de las armas nucleares, propuesto por la Unión Soviética. Este año, que es testigo de los esfuerzos que realiza la URSS y el Partido Comunista de la Unión Soviética, y especialmente su secretario general, el compañero Mijail Gorbachov (APLAUSOS), es testigo también de todo el esfuerzo que lleva a cabo el imperialismo yanki por hacer fracasar estas propuestas en favor de la paz internacional, de cómo sabotea, a pesar de que se siente cada vez más aislado, la lucha por la paz.

Incluso en estos días en que se inician los debates en las Naciones Unidas, hemos leído cómo Estados Unidos decidió expulsar de las Naciones Unidas, de la cual es sede, a 25 funcionarios soviéticos, cosa a la cual no tienen absolutamente ningún derecho, cosa arbitraria, ilegal, en los momentos en que se van a llevar a cabo los contactos para decidir lo relacionado con una nueva reunión cumbre entre la URSS y Estados Unidos, incluso para decidir si se realiza o no se realiza esa reunión cumbre. Hemos visto cómo buscan cualquier pretexto, como es el caso del arresto de un espía norteamericano que, con el disfraz de periodista, actuaba en la Unión Soviética. ¿Quién nos puede decir a nosotros si los imperialistas yankis realizan o no espionaje? ¿Quién nos puede enseñar a nosotros si usan o no usan a cualquier escritor, periodista, científico, profesional de cualquier tipo, a cualquiera, para sus actividades de espionaje, y qué tiene de extraño que aparezcan en escena estos espías? Pues bien, el gobierno de Estados Unidos ha tomado esto como pretexto para establecer exigencias y poner obstáculos en el camino de las negociaciones, y del encuentro entre Gorbachov y Reagan, alegando la inocencia del espía.

Se puede apreciar, en fin, con nitidez, al lado del esfuerzo de paz de las fuerzas progresistas y de la comunidad socialista, el camino belicista, armamentista y agresivo del imperialismo. Esto no significa que sea necesario perder la paciencia o perder las esperanzas, creo que los soviéticos han dado enormes pruebas de paciencia y enormes pruebas de sabiduría política, tratando de no dejarse provocar por estas acciones de Estados Unidos y manteniendo consecuentemente un rumbo político internacional en búsqueda de la paz, que ha ganado fuerza, que ha ganado apoyo internacional, ¡gran apoyo internacional! Nosotros pudimos apreciar en la reunión de países no alineados, que tuvo lugar en Harare este mismo mes, el enorme apoyo, tan masivo como no lo hemos visto en ningún otro momento, de que goza la política de paz soviética en la opinión internacional, y muy especialmente lo que pudimos comprobar allí entre los países del Tercer Mundo; era unánime la demanda, en el seno de esos países, de que cese la carrera armamentista, de que cesen las pruebas nucleares, de que se busque un clima de paz internacional. De eso fuimos testigos en estos días. Ese rumbo de lucha por la paz de la Unión Soviética ha cobrado una gran fuerza en el mundo.

Pienso, incluso, que en este terreno el imperialismo yanki nunca se ha visto tan aislado. Entre los países del Tercer Mundo, la demanda del cese de la carrera armamentista está asociada con la única posibilidad de que se pueda disponer de los recursos necesarios para enfrentar la crisis económica internacional y la situación catastrófica de los países del Tercer Mundo. Si no se logra un clima de distensión y de paz, si no se pone fin a toda esa política de guerra y de agresión, no solo peligrará la paz y peligrará la supervivencia humana, que es un problema importante, un problema fundamental, sino que dejará de existir hasta la más remota posibilidad de que los países del Tercer Mundo puedan contar con recursos para su desarrollo, puedan contar con el Nuevo Orden Económico Internacional, puedan contar con las esperanzas de salir de la crisis y de la pobreza.

Naturalmente que estos peligros para la paz afectan no solo a los países del Tercer Mundo que llevan a cabo un desarrollo capitalista, afectan a todos los países independientemente de su sistema económico y social, y afectan a los países de la comunidad socialista, porque toda esa carrera armamentista obliga a dedicar una enorme cantidad de recursos económicos a la defensa, obliga a la necesidad de dedicar cientos de miles de científicos de alto nivel a las actividades de la defensa, limita los recursos de la comunidad socialista para la cooperación internacional y para su propio desarrollo.

Pienso que en el momento en que se crearon los CDR, aunque había muchos problemas, en la esfera internacional no existía nada que se pareciera a la situación actual. Hace 26 años no existía la cantidad fabulosa de armamentos que hay hoy; no existía la crisis económica internacional que hay hoy; no existía, ciertamente, ese auge del espíritu conservador y del espíritu reaccionario en el seno de la sociedad norteamericana, que han hecho posible el fenómeno de una administración con estas características cavernícolas, como la actual administración de Estados Unidos.

Por eso, al cabo de 26 años, los CDR —debemos estar conscientes— se enfrentan, en ese orden, a una situación enteramente nueva. No voy a decir que a una situación sin esperanzas, no se puede ser pesimista, nadie tiene derecho a ser pesimista. Digo que, realmente, tengo la impresión de que Estados Unidos está muy aislado en este momento de la opinión pública internacional. No se puede descartar, ni mucho menos, que a pesar de todo el sabotaje y de todos los obstáculos que interpone Estados Unidos, al final se puedan dar pasos importantes en favor del desarme, de la distensión y de la paz, como resultado, precisamente, de una lucha consecuente en esa dirección; pero son problemas que están todavía por resolver. Tampoco nadie puede asegurar con un exagerado optimismo que de todas maneras se van a resolver; nadie puede asegurar que a la vuelta de uno o dos años la situación no pueda ser todavía más grave en el terreno de la política internacional.

Del mismo modo, los CDR, al cabo de 26 años, se encuentran no solo con estos problemas políticos de carácter internacional, sino con problemas económicos del mismo carácter, mucho más graves, mucho más difíciles que los que existían hace 26 años.

En el orden interno, esta situación internacional nos obligó a un esfuerzo enorme en estos seis años, porque nuestro esfuerzo de fortalecimiento de la defensa comenzó aun antes de que el señor Reagan tomara posesión de la presidencia de Estados Unidos; por sus declaraciones, por sus programas, por el espíritu reaccionario de toda la claquea que lo acompañaba, por la falta de escrúpulo, nosotros comprendimos que se avecinaba un período de peligro para nuestro país, y empezamos a trabajar rápidamente.

Desde antes de la toma de posesión de Reagan se organizaron las Milicias de Tropas Territoriales (APLAUSOS) y se elaboró una concepción totalmente nueva de nuestra defensa, que tenía sus raíces en la historia de nuestro país, en la historia de nuestra propia Revolución, en la experiencia de la lucha de los pueblos en los últimos decenios, entre otras, la inolvidable y heroica lucha del pueblo de Viet Nam (APLAUSOS).

Se recogieron todas esas experiencias; se elaboró, repito, una nueva concepción, gracias a la cual nuestro pueblo ha multiplicado muchas veces su capacidad defensiva —lo digo así: ha multiplicado muchas veces su capacidad defensiva— ha multiplicado no solo el número de armas, la cantidad y la calidad de esas armas, sino ha desarrollado extraordinariamente la idea, y no solo la idea, sino la preparación de la participación de todo el pueblo: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, adolescentes, en la tarea de defender el país. Ha sido organizado nuestro pueblo de un extremo a otro, hasta los niños han sido organizados, y las ideas de qué hacer con toda la población han sido desarrolladas: lo que debe hacer cada maestro, cada niño, cada escuela, en caso de una agresión al país.

Nuestro pueblo ha desarrollado fuerzas suficientes y ha creado las condiciones para resistir una agresión militar del imperialismo en sus distintas variantes, como hemos dicho otras veces: en la variante de bloqueo total, en la variante de bloqueo y hostigamiento militar, en la variante de invasión, e incluso en la variante de ocupación de nuestro país, en cuyo caso la lucha no cesaría, ni mucho menos, sino prácticamente comenzaría a partir del momento en que el elefante imperialista se metiera dentro de este hormiguero, dentro de este avispero, este enjambre de hormigas y avispas bravas (APLAUSOS).

¿Será o no necesario el fortalecimiento de nuestras organizaciones de masas, y, en especial, el fortalecimiento de los Comités de Defensa de la Revolución? (APLAUSOS) Entonces, sí empezaría a comprender el imperialismo lo que es una revolución, y lo que son las organizaciones de masas, y lo que son los Comités de Defensa de la Revolución y de la patria (APLAUSOS).

Vean si tiene o no una enorme importancia este congreso y este fortalecimiento de los Comités de Defensa de la Revolución.

Pero, bien, no solo sufrimos las consecuencias de esos problemas políticos internacionales, de esas amenazas, que nos han obligado a hacer un enorme esfuerzo, enorme, en todos los sentidos en el terreno de la defensa, esfuerzo que supimos hacer con mucha dignidad, esfuerzo que supimos hacer dentro de una política de principio y dentro de una política internacionalista, porque esas amenazas del imperialismo no nos llevaron, como tal vez ellos esperaban, a dejar de cumplir nuestros deberes internacionalistas; no nos obligaron, como tal vez pretendían, a la retirada de nuestros combatientes internacionalistas (APLAUSOS). Quizás cuando se escriba la historia de esta época, el mérito más grande en medio de todos esos peligros es que nosotros no retiramos un solo soldado de Angola o de cualquier otra parte para elevar nuestras defensas; fuimos capaces, con gran serenidad y sangre fría, de trabajar tesoneramente, organizarnos, prepararnos, y, a la vez, seguir cumpliendo nuestros deberes internacionalistas. Y no solo eso, en determinados momentos, reforzar, incluso, nuestras tropas en el exterior (APLAUSOS).

Esto, naturalmente, irrita a los imperialistas, multiplica el odio de los imperialistas hacia nuestra Revolución, hacia nuestro país; esto de no encontrar manera de intimidarnos, esto de no encontrar manera de hacernos renegar de nuestros principios revolucionarios, esto de no encontrar forma de plegarnos a su política, los llena de irritación y de odio.

Además de eso, nuestro país, en tan difíciles circunstancias, ha tenido que enfrentarse también a la crisis económica internacional, que no nos afecta en cuanto a las relaciones económicas con los países socialistas, que constituyen el grueso de nuestras relaciones en esa esfera; pero que sí nos afecta, y bastante, en aquella parte de nuestra economía que depende todavía —y de cierta forma siempre existirá para cualquier país un grado de dependencia— de la economía de los países no socialistas. En esa área sí nos afecta, y allí tenemos que adquirir piezas de repuesto, equipos determinados que no puedan obtenerse en el área socialista, alimentos, materias primas para la producción de alimentos, medicamentos, materias primas para la producción de medicamentos, y otras materias primas para llevar a cabo la producción industrial, a veces incluso para poder utilizar todas aquellas materias primas y recursos que recibimos del campo socialista. En ese aspecto, sí nos ha hecho bastante daño la política imperialista.

Se han hecho cálculos de qué significa hoy el poder adquisitivo en el campo occidental de una libra de azúcar, comparado con el poder adquisitivo de una libra de azúcar en los años 30, cuando la libra de azúcar valía medio centavo. Una libra de azúcar hoy día, tiene menos poder adquisitivo que el que tenía una libra de azúcar en la gran crisis de los años 30 cuando valía medio centavo. Con aquel medio centavo, se podía comprar más de lo que se compra ahora cuando el azúcar está a cinco centavos, a cinco centavos y fracción. Este precio internacional hace mucho rato que está por debajo de los costos de producción.

Ese es uno de los fenómenos del llamado intercambio desigual. Creo que este ejemplo ayuda a comprenderlo. Y eso le pasa a la mayor parte de los países del Tercer Mundo, si exceptuamos el petróleo que, como explicábamos nosotros en Harare, aunque ha bajado mucho de precio, tiene todavía un poder adquisitivo relativamente alto.

La mayor parte de los productos que exportan los países del llamado Tercer Mundo al mundo capitalista desarrollado, está sufriendo el mismo fenómeno; los que producen banano, o los que producen cacao, o los que producen café, salvo elevaciones de precio coyunturales que puedan ocurrir por una gran sequía o una gran nevada en Brasil que es el mayor productor, en esencia, todos los productos básicos que exporta el Tercer Mundo están padeciendo una situación similar a la del azúcar; y no solo están sufriendo este intercambio desigual, están sufriendo el proteccionismo de Estados Unidos y de la Comunidad Económica Europea, y en ocasiones el dumping y la más descarada competencia desleal.

Hace algunos años la Comunidad Económica Europea importaba azúcar, hoy exporta millones de toneladas de azúcar subsidiada.

Estados Unidos, hace apenas cinco años, importaba todavía 5 millones de toneladas de azúcar; hoy importa un millón y tanto de toneladas, casi 4 millones de toneladas de azúcar menos, consecuencia de una política proteccionista de su propia agricultura, subsidiada y de la producción de azúcares procedente del maíz: de fructosa y de glucosa.

Todo eso ha ido produciendo una catástrofe en el llamado mercado mundial azucarero, afectando a todos sus amigos y aliados que producen azúcar. Cuando Estados Unidos le quitó la cuota azucarera a Cuba, invocó el pretexto del socialismo, del comunismo, del marxismo-leninismo para privarla de ese mercado histórico al principio de la Revolución —no sé si cuando se fundaron los Comités de Defensa todavía nos quedaba una parte de aquella cuota; creo que quedaba algo todavía, no nos la habían quitado toda—, y ahora les han quitado la cuota a todos aquellos entre los cuales repartieron la cuota cubana.

Le quitaron a Cuba su cuota y repartieron el dulce; aplicaron aquella consigna de Grau San Martín —los que no lo recuerden, fue un presidente que hubo una vez aquí en esta república, famoso, famosísimo por los galimatías, las malversaciones y las trampas que hizo—, que decía: "Hay dulce para todos." Eso mismo dijo el imperialismo yanki cuando le quitó la cuota azucarera a Cuba; a los demás países latinoamericanos y del Caribe que producían azúcar les dijo: "Hay dulce para todos; por lo tanto, hay que aislar a Cuba, bloquear a Cuba, expulsar a Cuba de la OEA, romper relaciones con Cuba. Hagan todo eso, que hay dulce para todos", el dulce de las cuotas azucareras cubanas. Una forma de combatir el comunismo, el socialismo y el marxismo-leninismo. Y me pregunto cuál es el comunismo, el socialismo y el marxismo-leninismo que pueda justificar ahora que a todos esos países de América Latina y del Caribe les hayan quitado el dulce que un día repartieron para todos; siguieron con su capitalismo subdesarrollado, pero les quitaron las cuotas azucareras, en beneficio de los intereses egoístas de Estados Unidos, de su glucosa, su lactosa y su sacarosa —azúcar de caña— subsidiada; cosas veremos ...

Ahora, a Nicaragua, cuando la agreden y la bloquean, no le pueden quitar ninguna cuota. 0 mejor dicho, era pequeña la cuota y se la quitaron, pero muy pequeña, no había mucho que repartir y no la repartieron, se la echaron en un bolsillito para sustituirla por más azúcar subsidiada de Estados Unidos.

Claro, también hay una conciencia nueva en América Latina. Ya aquel espíritu de "yes, man" que tenían los gobiernos no es tan frecuente, no es tan habitual; en aquella época todo el mundo tenía los ojos puestos en Washington a ver qué decía Washington. Era muy poderoso, a pesar de que tenía menos armas nucleares que ahora, menos acorazados, submarinos nucleares, y cohetes Crucero y de todo eso, para que ustedes vean las contradicciones, era mucho más poderoso e influyente en este hemisferio antes de la Revolución Cubana; por el feroz odio a esta Revolución, porque enseñó, demostró que al imperio se le podía decir: ¡No!, ¡no! (APLAUSOS)

Desde entonces, cada vez son más los que dicen: ¡No!, más fuerte o menos fuerte, pero ¡no! Cada vez son más los que dicen que "sí" y mueven la cabeza (HACE GESTO NEGATIVO CON LA CABEZA) (RISAS Y APLAUSOS). Son más los que se niegan a acatar sus dictámenes.

Ahora mismo ustedes pueden apreciar la situación en relación con su política agresiva contra Nicaragua: están bastante aislados, son muy pocos los que lo apoyan en sus aventuras contra Nicaragua, algunos títeres de Centroamérica, los pocos secuaces que le pueden quedar en Suramérica, y, desde luego, algunos satélites del Caribe.

Pero hasta en el Caribe cambian las cosas. Ya hay un nuevo gobierno en Barbados, diferente al gobierno que estaba cuando la agresión a Granada, y se pueden percibir cambios en otros países del Caribe. En el propio Haití, ya no lo pueden gobernar de la forma en que lo venían gobernando a través de los Tonton Macoutes, tienen que cambiar de forma; se ven los resultados de su política en Santo Domingo, en el cambio de gobierno que se produjo allí; se aprecia en Jamaica, donde el gobierno que participó en la criminal aventura de Granada, junto a las tropas yankis, está totalmente desprestigiado y en absoluta minoría.

Y ahora todos estos países latinoamericanos están viendo, como nunca antes, desde la falta de escrúpulos hasta las consecuencias de una política imperial descarnada y desembozada, con una deuda de casi 400 000 millones de dólares que —como hemos dicho muchas veces y ya casi todo el mundo comprende— es impagable y es incobrable, crece y se multiplica como un cáncer, tal como lo expresábamos en Harare

Los países de América Latina han tenido oportunidad de ver lo que es la política proteccionista, ahora que se acabó el dulce hasta del azúcar; las consecuencias de la política proteccionista con relación a todos sus productos de exportación, las demandas yankis, el chantaje yanki, los subsidios yankis a las exportaciones que compiten con las exportaciones de esos países.

Y así hay países como Uruguay y Argentina, que tradicionalmente exportaban grandes cantidades de carne, cereales, lana y otros productos agrícolas, que se topan ahora con esta política de Estados Unidos que subsidia los cereales, subsidia la carne y les arrebata los mercados a esos países. Se topan también, los países y los pueblos latinoamericanos, con la política egoísta de la Comunidad Económica Europea, que exporta azúcar subsidiada, que exporta cereales subsidiados, que exporta carne subsidiada, y si la carne podía tener un precio de 1 500 dólares o puede tener un precio últimamente más bajo, 1 200, la Comunidad Económica Europea exporta carne subsidiada a 700, y acaba con los mercados de países que tienen deudas por decenas de miles de millones de dólares. Es una situación absurda, increíble.

Nada de eso existía cuando se fundaron los Comités de Defensa de la Revolución; era hasta más difícil explicar en qué consistía el imperio, el imperialismo, la reacción, el capitalismo, sus egoísmos y toda la infamia que entrañan. Estas realidades les abren los ojos a los pueblos y enseñan mucho más que millones de libros de marxismo-leninismo.

Cosa increíble: hace algunas semanas Estados Unidos vendió azúcar subsidiada a China, cientos y tantos miles de toneladas. No es una cantidad muy grande, pero los efectos en los precios son desastrosos cuando Estados Unidos exporta azúcar subsidiada a China; o, incluso, cuando Estados Unidos exporta cereales subsidiados a países socialistas, los efectos son deprimentes para los precios.

Claro está que Estados Unidos hace esas cosas no solo por egoísmo; por egoísmo quita todas las cuotas que había repartido, por egoísmo subsidia la producción de su azúcar internamente a 17, 18 centavos, cuando en el mercado llamado mundial está a cinco. Pero me pregunto: ¿Por qué Estados Unidos exporta azúcar subsidiada a China? Eso tiene un propósito evidente —aunque no le gana la simpatía de decenas de países que son productores de azúcar—: deprimir los precios, afectar a Cuba, incrementar las dificultades de Cuba. No solo incrementa el bloqueo por todos los medios, no solo multiplica sus esfuerzos para que Cuba no venda níquel, no venda tabaco, no venda ron, no venda confecciones, o no venda ningún producto agrícola o industrial. No solo hace eso, no solo realiza grandes esfuerzos para obstaculizar nuestras operaciones económicas, no solo realiza grandes esfuerzos para obstaculizar cualquier renegociación de la deuda cubana, sino que toma medidas de este cariz, como es la de exportar a un país socialista azúcar norteamericana subsidiada para deprimir los precios en el mercado mundial.

De esa forma, queriendo castigar a Cuba y por castigar a Cuba no le importa perjudicar a otros muchos países azucareros que tienen relaciones diplomáticas, políticas y comerciales con ellos, a pesar de que los exprime. También Estados Unidos llevó a cabo un programa para deprimir los precios del petróleo. Maniobrando de distintas formas logró deprimir los precios del petróleo, reducirlos prácticamente a la tercera parte del precio que tenían a principios de año. Claro, lo hicieron para beneficiarse.

Los países capitalistas occidentales, esos que cobran altos intereses por las deudas, esos que se benefician con el intercambio desigual, esos que subsidian sus exportaciones, esos que arruinan al Tercer Mundo, que compran cada vez más barato y venden cada vez más caro, se han beneficiado con estas maniobras yankis en más de 120 000 millones de dólares este año que transcurre, 1986. Lo que no podían imaginarse los imperialistas es que de carambola nos iban a afectar también a nosotros. Porque nosotros habíamos llevado una política de ahorro de combustible tremenda y estábamos incrementando nuestras producciones —ya nuestra producción interna se acerca al millón de toneladas—, a lo cual se añadían los ahorros que estábamos haciendo del petróleo que importábamos de la URSS, con la cual tenemos un comercio satisfactorio, con precios garantizados para nuestros productos. Del ahorro habíamos sacado algunos cientos de millones de dólares, ¡del ahorro de combustible!

Las maniobras imperialistas en beneficio de sus propios intereses —de carambola, como yo digo—, nos afectaron también a nosotros en cientos de millones de dólares este año 1986. Estos problemas los explicábamos el 26 de Julio en Sancti Spíritus, y es conveniente oír todas las cosas, es conveniente de cualquier discurso prestarle atención no solo a una parte, sino a todo, para poder tener una idea cabal de la situación. La gran sequía del año 1985 también nos afectó considerablemente. El ciclón de noviembre que nos afectó bastante —barrió los platanales, acostó la caña—, podemos decir que sirvió, si se quiere buscar algo positivo, para que nuestros trabajadores azucareros realizaran una de las más grandes proezas de estos años.

Cuando nosotros creíamos que aquel ciclón iba a reducir la producción azucarera en un millón o más de toneladas de azúcar, el esfuerzo de nuestros trabajadores azucareros redujo el daño directo a unas 240 000 toneladas (APLAUSOS). Fue realmente un colosal esfuerzo de nuestros trabajadores azucareros, que pudieron reducirlo a esos límites. A esto se añade, desde luego, el daño causado al resto de la agricultura, a las construcciones, a las instalaciones industriales, que todavía estamos reparando.

El esfuerzo del pueblo hizo posible que nos pudiéramos resarcir en parte. Quizás habríamos podido producir 200 000 ó 300 000 toneladas más, de no haber sido por el ciclón; pero lograron el milagro de recoger aquella caña, que estaba no solo acostada, sino retorcida, en muchos casos partida. Afectó el rendimiento en caña y el rendimiento en azúcar. Se crearon las brigadas que iban detrás de las máquinas recogiendo la caña; pero los efectos de la sequía no se podían resarcir, y, a pesar de todo, la producción azucarera se redujo adicionalmente en un millón de toneladas de azúcar, como consecuencia de la sequía.

Aquí se juntaron todas esas cosas este año. Se habían elaborado los planes de la economía, todo estaba calculado, y el país perdió casi de repente alrededor de 500 millones de pesos en divisas convertibles, ¡alrededor de 500 millones! Por primera vez fue imposible en todos estos años hacer frente a las obligaciones de la deuda externa, y limitó considerablemente nuestras posibilidades de importación en esa área si se necesitaban aproximadamente 1 200 millones de dólares de importaciones y perdíamos 500 millones. Porque a la sequía, al ciclón, a los precios bajos del azúcar, se sumó la baja repentina de los precios del petróleo y la revalorización de las monedas de los países con los que comerciamos. Se revalorizó el yen, la peseta española, el franco francés, la libra esterlina, el marco alemán; es decir, precisamente las monedas de los países con los que nuestro país comercia, ya que nosotros no podemos comerciar con Estados Unidos, único caso en que la devaluación del dólar había abaratado nuestras importaciones.

Así, aunque uno de los mecanismos que utilizó Estados Unidos para saquear al mundo fue la revalorización del dólar y los altos intereses, como tiene un déficit comercial de más de 200 000 millones, y ese déficit se viene repitiendo todos los años —¡más de 200 000 millones de dólares!—, y que este año va a ser más alto todavía que ningún año anterior, rebajó su dólar para poder competir en el mercado mundial, y, al rebajar el dólar, de carambola también nos golpeó. Porque cuando usted dice: azúcar, cinco centavos de dólar, es de dólar, no está medido en yen japonés; y cuando de repente el dólar se devalúa en un 30 o más de un 30%, los centavitos que usted recibe del azúcar para comprar yenes o marcos o pesetas, se devalúan también en un 30 % o en un 40 %. Creo que esto se entiende.

Si se va a comprar un equipo japonés, si ahora hay que pagar mucho más por la moneda de ese país, por la materia prima que se traiga de allí o de cualquier otro de estos países capitalistas desarrollados, si la moneda de esos países se ha encarecido, los cinco centavos del azúcar valen mucho menos, valen tres y medio o cuatro centavos. No hay que dejarse engañar por el valor relativo de tales precios.

Todos estos factores se juntaron este año 1986, incluso después del congreso, porque estos últimos fenómenos empezaron a producirse más o menos después de febrero; cuando se hizo el congreso nuestro todavía nuestras cuentas estaban equilibradas. Luego, nos vemos con dificultades grandes de tipo económico, también es una situación nueva.

Esto, lógicamente, por mucho esfuerzo que hagamos en todos los sentidos, se expresa en crecientes dificultades en este campo; pueden variar algunos factores, pero no han variado, va transcurriendo el año, los precios del azúcar más bien han bajado, los precios del petróleo se mantienen bajos y la misma sequía no ha cesado. Ustedes, los habaneros, lo saben perfectamente bien, recientemente leyeron en el periódico que tenemos la sequía más grande del siglo, por lo menos en el occidente del país; yo creo que ellos no se refieren a todo el país, aunque tenemos noticias de que hay zonas en toda la costa norte donde hay una sequía muy grande. Llovió en las provincias orientales, a principios de verano se llenaron las presas; no una lluvia distribuida, porque lo ideal no es que llueva 1 000 milímetros en un día, sino que llueva bien repartidos durante meses los 1 000 milímetros. En Oriente se llenaron las presas y después vino otra vez la sequía.

En occidente tenemos las fuentes de agua deprimidas, bastante deprimidas; a no ser que tengamos grandes lluvias en octubre, empezamos el año, la próxima seca, con menos agua que la que teníamos el año pasado en la cuenca de La Habana. Se trabaja rápidamente en la construcción del nuevo acueducto que viene del este de la provincia de La Habana, la llamada cuenca de El Gato, se trabaja rápidamente; pero, aun con cuenca de El Gato y todo, si no llueve las limitaciones de agua son grandes. Yo no sé cómo resolveremos los problemas, porque en la actualidad y en plena primavera muchos barrios de la capital reciben agua a base de pipas.

Son factores que se han añadido unos a otros para incrementar las dificultades, y es necesario que la población los conozca, que conozca bien estas realidades.

Nosotros estamos luchando contra los factores subjetivos. Toda esta situación, incluso, justifica mucho más el esfuerzo que venimos haciendo por rectificar errores, por combatir tendencias negativas; porque, realmente, en medio de estas dificultades se hace más absurda la idea de que alguien aquí gane 100 000 pesos en un año porque tiene un camión, dos camiones o tres; o que alguien gane 200 000, o más de 200 000, como ganó alguna gente; o que especulando por ahí, sembrando un poquito de cualquier cosa se gane un campesino decenas de miles de pesos, que haya campesinos que no entreguen nada a acopio y lo vendan todo en el mercado libre a cualquier precio.

Claro, con la cantidad de dinero que tiene la gente, cualquier cosa tiene comprador. Por eso, cualquier campesino enriquecido de esa forma venía aquí a La Habana y compraba una casa a alguien que estaba mal económicamente o tenía otro lugar donde irse a vivir, con una suegra o con no sé quién. Y no estoy hablando mal de las suegras, no estoy criticando a las suegras; estoy criticando a los especuladores que tenían 100 000, 200 000, 300 000 pesos y venían a La Habana a comprar una casa en 60 000, 70 000, 80 000; esas casas que les dio la Revolución, incluso, a ciertos trabajadores, a muchos trabajadores que, en virtud de las leyes de reformas urbanas que hizo la Revolución hace mucho tiempo, tienen su casa; las vendían allá por 40 000, por 50 000 o más.

Cualquier cosa tenía comprador, había una cantidad tremenda de dinero en la calle. Por eso nada puede alcanzar, y es posible comprar un bombón en el parque "Lenin" y venderlo al doble del precio a la entrada de un hospital. Así, con toda esa cantidad de dinero, puede surgir cualquier especulador, hacer cola donde están distribuyendo libremente la cerveza (APLAUSO8). A pesar de que la distribución de la cerveza en la capital se ha triplicado, hay lugares en que al 50%, al 60% de la población no le toca una cerveza, porque los vagos, los holgazanes, se aprovechan de esta circunstancia. Los especuladores compran una cerveza en 60 y después la venden a 1,00 peso, 1,20, 1,30 (EXCLAMACIONES DE: "¡A uno cincuenta!" ¡hasta a uno cincuenta!

Era necesario luchar contra los factores que engendraban el exceso de circulante y la proliferación de usureros de todas clases, incluidos los intermediarios que se enriquecían con el mal llamado mercado libre campesino, que parecía que resolvía algunos problemas, y ni el 2% de los abastecimientos suministraban; a pesar de los precios elevados y que dejaban de entregar muchas veces los productos comprometidos con acopio, lo que distribuían era menos del 2% de los suministros que recibe la población. Porque todos esos cientos de millones de litros de leche que se les reparten aquí a todos los niños y a la población en los hogares, las escuelas, los hospitales y en todas partes, los producen las granjas del pueblo, y las empresas estatales de leche; todo el huevo que se distribuye en el país, más de 2 500 millones, los producen las empresas estatales, y casi toda la carne. No llega al 2% lo que distribuían estos especuladores; especulación, además, que frenaba el movimiento cooperativista campesino; porque si un individuo con un pedazo de tierra que puede llegar a más de 60 hectáreas gana 50 000 pesos en un año por qué va a querer participar en una cooperativa.

Y las empresas estatales en Cuba suministran la mayor parte de la caña para la producción azucarera, casi el ciento por ciento del arroz que se produce en el país, la mayor parte de producciones muy importantes de exportación, como los cítricos; las empresas estatales producen toda la leche, todo el huevo, toda la carne de ave, toda la carne de cerdo, toda la carne de res que se distribuye a la población y se suministra en los establecimientos de carácter social, o en los hospitales, en las escuelas, en todas partes, a esa población de casi 3 millones a la que se suministra adicionalmente en los centros de consumo social, porque en el país se distribuye para 13 millones. Nadie se vaya a imaginar que eso salía del mercado libre campesino, que suministraba una proporción ridícula.

Cuando los imperialistas hablan de eso, hacen creer que aquí los cuatro gatos especuladores esos suministraban a este país. A este país hace mucho rato que lo vienen suministrando las empresas socialistas (APLAUSOS), tecnificadas y productoras en gran escala. Vaya usted a estar criando cuatro gallinitas por aquí, cuatro por allá, se necesitaría el doble, el triple de pienso. Y todas las empresas productoras de huevo lo hacen con una alta productividad, una alta eficiencia, con un mínimo de pienso por unidad de producción, bien por docenas de huevos o por kilogramo de carne de ave, con altísima eficiencia. En realidad podemos sentirnos satisfechos de la eficiencia que tienen esas empresas productivas.

Las cooperativas de producción agropecuaria sí tienen ya una participación importante en el suministro de la población, en la producción de caña de azúcar, de cítricos, en la producción de viandas, de vegetales. Y las mismas cooperativas, en la reunión con ellas en este teatro, dijeron: "Pónganle fin ya a ese mercado libre." Nosotros estábamos pensando en incrementarles cada vez más los impuestos. Pero los campesinos cooperativistas insistieron: "Pónganle fin; nos están tomando el pelo, se burlan de nosotros los cooperativistas, compran el mundo con todo el dinero que ganan y tratan de desmoralizamos a nosotros", y tenían toda la razón, porque, en realidad, ese extraño experimento nunca debió haberse introducido aquí (APLAUSOS).

Hay países como Bulgaria que no tienen ningún mercado libre campesino y nunca lo han tenido. Nosotros, que hemos copiado muchas veces, y que, como he dicho en otras ocasiones, hemos copiado bien cosas malas y hemos copiado mal cosas buenas, podíamos haber copiado de los búlgaros eso y habernos mantenido sin ningún mercado libre campesino.

Incluso, siempre fui del criterio de que no debíamos tener la parcelita individual de autoconsumo dentro de las cooperativas. En las cooperativas que la Revolución ha creado, tenemos el autoconsumo colectivo y en las empresas estatales tenemos el autoconsumo colectivo. Yo sé lo que significa ese pedacito regado por todas partes.

Puede haber países que tengan una enorme extensión de tierra, millones de kilómetros cuadrados, pero nosotros tenemos muy pocos kilómetros cuadrados y nos vemos obligados a buscar la compactación de las urbanizaciones, porque si nos ponemos a hacer casitas aisladas, llenamos las provincias. Tenemos casi 100 habitantes por kilómetro cuadrado, tenemos tantos habitantes por kilómetro cuadrado como China; además, exportamos alimentos para suministrar las calorías necesarias a 40 millones de personas a través de nuestra azúcar y, además, tenemos que producir alimentos para nosotros. Hay que aprovechar la tierra.

Recuerdo que en uno de los congresos expliqué cómo se reducía el área de tierra per cápita a medida que crece la población, y que obliga a utilizar bien toda la tierra, con toda la técnica; que obliga a la producción en gran escala, altamente tecnificada. Y cuando se va a hacer un sistema de riego, no se puede encontrar 50 minifundios por el camino, porque no puede hacerse un canal, ni puede hacerse un sistema de riego adecuado, ni puede mecanizarse la agricultura. En eso no tenemos que copiarle a nadie, lo que debemos es partir de nuestra realidad y de nuestra experiencia, de nuestra escasez de tierra para buscar el máximo de productividad y para buscar la producción en gran escala y tecnificada, como la tenemos en arroz, en caña, en cítrico, y en otras muchas cosas.

Podemos sacar mucho más, ¡pero, ay de nosotros si tuviéramos que vivir de cientos de miles de minifundios!, entonces sí es verdad que conseguir una gallina por ahí, o conseguir cualquier cosa, conseguir alimentos para los hospitales, para las escuelas, para los comedores obreros, y producir 8 millones y medio de toneladas de azúcar sería imposible.

Lo más sabio que hemos hecho es mantener nuestras empresas productoras en gran escala tecnificada, que cada vez tienen más experiencias. Cuando empezamos no había ni un ingeniero, ahora hay miles de ingenieros, de gente preparada; lo que exigimos es que se le saque más a la tierra y se produzca mejor.

Y el movimiento cooperativo estaba siendo frenado por esa mercachiflería, hubo que acabarlo, y debemos alegrarnos. Hemos cambiado también la concepción de acopio, de acopio local a acopio nacional; se le está buscando recursos y se están haciendo esfuerzos para buscarle más recursos todavía, a los efectos de que llegue hasta el último rincón y acopie cualquier cosa, un mango solitario en una loma; que llegue aunque sea en un mulito, si quiere, hasta allí, hasta la mata de mango.

También hay algunos campesinos —lo vi en un periódico— que decían que lo que no les gustaba era que les pagaban un precio y en el mercado paralelo lo vendían a otro. ¡Figúrense!, con esa abundancia de dinero que hay por la calle, esa enorme abundancia, ¿vas a rebajar el precio? Ya el ajo se rebajó, estaba a seis pesos y está a dos pesos —yo me sé los precios esos, no vaya a ser que crean que no los conozco (APLAUSOS). Bueno, pues la Empresa de Frutas Selectas paga a 1,50 la libra al campesino; acopio normalmente un poco menos. Pero el cerdo, el pavo... No vayan a creer que vienen de los campesinos los pavos que se distribuyen en el mercado paralelo de la capital, los producen las empresas estatales. Con los pavos que producen los campesinos, no alcanza para repartir un pavo por núcleo aquí cada 20 años (RISAS).

Casi todos los productos con que se suministra la capital son producidos no por los campesinos, sino por las empresas estatales; casi todos los productos que se venden en el mercado paralelo.

Si se bajan los precios, no duran nada y desaparece tal mercado. El mercado paralelo es algo que tiene que regirse por la oferta y la demanda. Eso hay que entenderlo, hay que decirlo, hay que repetirlo, hay que explicarlo a todo el que no lo entienda; qué más querríamos nosotros que tener diez veces más productos y diez veces menos precio. Pero con esa cantidad de dinero, con ese mercachiflismo que se desarrolló en cierto momento, cómo se pueden rebajar esos precios.

Pero hay otra cuestión, quién le ha dicho a nadie, quién le ha inculcado la filosofía, porque eso no existe ni en el capitalismo, de que el que está produciendo recibe un precio que se aparte de los costos y una ganancia razonable. No reciben el precio que tienen los productos en la red minorista. A veces el azúcar que nosotros exportamos se vende a precios cinco o seis veces más caros a los consumidores de lo que nos la pagan a nosotros.

En relación con el mercado interno, en el capitalismo, los capitalistas se quedaban con las ganancias; pero ahora cuando un producto se paga a un precio determinado al productor y se vende a otro, no es un capitalista quien se queda con la ganancia, es el Estado socialista, es el pueblo quien se queda con la ganancia (APLAUSOS). No es ningún particular, como era antes, como ocurría con el intermediario aquel, o con el productor directo que vende especulativamente. ¡Nadie tiene derecho a robarles a los demás! ¡Nadie tiene derecho a robarle al pueblo trabajador! (APLAUSOS)

Y recaudar fondos es facultad del Estado socialista, es decir, del Estado de todo el pueblo, porque si no, cómo se van a pagar los salarios a más de 600 000 trabajadores que atienden dos esferas importantísimas de este país: la educación y la salud (APLAUSOS). Alrededor de 2 500 millones de pesos, algo más, invierte el Estado socialista en la educación de los niños de este país y de todo el pueblo, y en la salud de todo el pueblo cada año. Por eso se puede decir que no hay un solo niño sin escuela (APLAUSOS), ni un solo niño sin maestros, ni un solo niño sin libros en este país. Ni hay un solo enfermo sin médicos en este país, o sin una institución donde se le garantice todo, aunque sea un trasplante del corazón que valga 100 000 pesos (APLAUSOS).

En estas actividades y otras esenciales, así como la Seguridad donde laboran honradamente o reciben un merecido ingreso millones de personas, el Estado socialista invierte fabulosas y crecientes sumas cada año.

A través de la red comercial, el Estado recauda, porque lo curioso es que aquí nadie paga impuestos. ¿A quién le descuentan aquí parte del salario? Por ahí usted va a cualquier país: un sueldo que parece altísimo, 700 u 800 pesos, y le quitan la mitad en impuestos. Sí, es así. Aquí lo que el trabajador recibe no sufre ningún descuento; ni el campesino. El campesino individual prácticamente no paga impuestos, una insignificancia que no alcanza ni para pagar 10 escuelas, se puede decir; una bobería.

Y el Estado tiene que afrontar los gastos del desarrollo; no vamos a vivir solo a base de que nos den préstamos. SI, necesitamos los préstamos porque tenemos que hacer inversiones importantes dondequiera, y todas esas industrias termoeléctricas, que han multiplicado muchas veces la capacidad generadora eléctrica del país y que han hecho posible que casi un 90% de la población de nuestra patria reciba los servicios de electricidad, ¿cómo se iban a realizar sin grandes inversiones? Y las inversiones en hospitales, en escuelas, en viviendas; las inversiones en la nueva planta de níquel; las inversiones en la electronuclear, en la refinería de petróleo, en la industria de materiales de construcción, en la industria mecánica, en todo, ¿de dónde las vamos a sacar, del sombrero como los magos? (RISAS Y APLAUSOS)

El Estado recauda no solo si paga 1,50 por una libra de ajo y la vende a 2,00 pesos, que apenas alcanza para costear los gastos de transporte y de distribución.

El Estado gana en el ron, y nos alegramos, nos alegramos porque mientras más caro, menos ron y menos alcoholismo, en dos palabras; esa es la verdad, y recaudamos (APLAUSOS). Pero el Estado no recauda en la leche ni un centavo, sino que la subsidia; el Estado no recauda en la carne ni un centavo, sino que subsidia a la población. El Estado recauda en los cigarros, en el tabaco, que se venden por la libre; o recauda en el ron, o recauda en la cerveza. ¡Sí!, el Estado recauda muchísimo en la cerveza, no lo oculta. ¡El Estado no roba, el Estado recauda para el pueblo! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, Fidel!") El Estado no recauda para enriquecer transnacionales, el Estado socialista no recauda para llevarse el dinero del país; el Estado socialista recauda para satisfacer las necesidades del pueblo, para desarrollar el país, tanto en el terreno económico como en el terreno social. El Estado socialista invierte hasta el último centavo; incluso más del último centavo, porque los créditos que ha obtenido el Estado socialista en los países socialistas, son para invertir aquí, y los beneficios obtenidos por nuestro país al lograr acuerdos comerciales satisfactorios con los países socialistas, toda esa enorme cantidad de dinero que ha recaudado nuestro país en virtud de relaciones económicas justas, la invierte hasta el último centavo en el país.

¿En los países capitalistas, quién se lleva el dinero? Primero, las transnacionales; después, los propios capitalistas, cuando hay cualquier problema, se llevan el dinero para afuera. Aquí no se fuga un solo centavo, en este país; no puede haber fuga de capitales, como ocurre en todos los países de Latinoamérica casi sin excepción; son decenas y decenas de miles, tal vez cientos de miles de millones los que se han fugado porque los dueños del dinero son los capitalistas, y cuando tienen miedo de que se les devalúe la moneda, salen corriendo y buscan dólares y los depositan en bancos norteamericanos; y cuando pagan intereses más altos allí, llegan corriendo y depositan el dinero. Así se ha llevado Estados Unidos el dinero de todos esos países. Al Estado socialista, por esa vía, no le pueden sacar una sola divisa del país.

Creo que el periodista contestó bien al campesino en cuestión; pero algunos de esos argumentos ingenuos, tontos, ridículos, se esgrimen, y nosotros debemos saber demostrarles a los incautos, o a los que buscan esa forma sutil y demagógica de queja: "Yo lo vendo a 1,20 y allí lo venden a 2,00 pesos." Entonces, los obreros de la fábrica de cerveza podrían decir: "Yo lo produzco a tanto, con tanto salario, y ahora se vende en la calle a 0,60 centavos la botella, y si es especial a 0,80, a 0,90, y si es en un restaurante más caro, eso no me gusta, debieran dármelo a mí o venderla más barato", que empezara todo el mundo con esa argumentación. Dejaríamos de tener una sociedad equitativa, una sociedad justa, una sociedad que protege a todos los ciudadanos por igual, independientemente del ingreso; una sociedad que educa a todos los niños por igual, independientemente de la situación y hasta del ingreso de los padres; una sociedad que atiende por igual la salud de todos, que, incluso, ayuda a la familia de los presos, cuando se queda alguien desvalido. Porque eso es el socialismo, que no tiene nada que ver con el capitalismo.

Bien. Nuestra Revolución tiene que enfrentarse a estos problemas, a estas dificultades que explicaba, derivados de la crisis y de estos déficit en divisas convertibles. Sin embargo, ¿cuál es la política que ha seguido siempre el Estado socialista?, y mire que hemos tenido dificultades. Bueno, se sacrifica cualquier cosa por no sacrificar el consumo de la población. No sacrificar el consumo, eso ha sido siempre lo que se ha mantenido como política hasta el máximo posible.

Puede haber en algún momento circunstancias en que haya que sacrificar el consumo. Bueno, cuando haya que sacrificar el consumo, habrá que sacrificar los consumos menos esenciales. Pero bien, el esfuerzo se ha hecho siempre por evitarlo.

Cuando se ha hecho el cálculo del plan del año y se ha dicho fino alcanzan las divisas convertibles" —porque tenemos esa dependencia de que hablábamos—, se ha sacrificado cualquier cosa menos el consumo de la población cada vez que han surgido problemas de esa naturaleza. Pero si un día tenemos que sacrificarlo, debemos estar preparados para ello; no vamos a decir que si un día tenemos que hacer un sacrificio mayor, vayamos a desmoralizarnos o a declararnos vencidos porque tengamos dificultades, porque dificultades hemos tenido muchas. Las hemos tenido en muchas épocas y, sobre todo, dificultades teníamos en el pasado; dificultades grandes teníamos en los primeros tiempos de la Revolución, por aquellos días verdaderamente difíciles. Desde entonces ¿cuántos comedores obreros se han creado aquí, cuántos comedores escolares, cuántas escuelas, cuántos hospitales, cuántos círculos infantiles? Bueno, gran número en la medida en que ha sido posible; pero hay dificultades, hay dificultades económicas, ¡y yo creo que los revolucionarios deben estar preparados para las verdes y las maduras! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Los revolucionarios que han luchado saben lo que son dificultades: los maestros que estuvieron en Nicaragua, en lugares apartados, la mitad de ellos mujeres, saben lo que son dificultades y saben lo que son sacrificios. Los cientos de miles de compatriotas que han cumplido misiones internacionalistas, saben lo que son dificultades y saben lo que son sacrificios. Los campesinos, en la historia de nuestro país, saben lo que fueron dificultades y lo que fueron sacrificios. Los viejos revolucionarios saben lo que son dificultades y lo que son sacrificios. Y nuestro pueblo lo sabe, porque nunca ha rehuido ninguna responsabilidad, nunca ha rehuido ningún trabajo.

Cuando en los primeros años de la Revolución no teníamos combinadas, cientos de miles de obreros industriales iban de la ciudad a hacer la zafra, y durante años hicieron posible las zafras (APLAUSOS); cientos de miles de obreros industriales se separaban de su familia, se iban meses a cortar caña sufriendo los rigores del calor, y entonces no eran los albergues que tenemos hoy en un combinado agroindustrial azucarero, no era la alimentación que hay hoy en un albergue cañero, no estaban las decenas de miles de premios que hay hoy para los trabajadores de la industria azucarera (APLAUSOS). Tuvimos que conocer tiempos difíciles. Hoy hay condiciones superiores; al ser 80 000 los que cortan caña, en vez de 350 000, se ha podido mejorar todo: la ropa, los zapatos, el albergue, la alimentación, los premios, todo se ha podido mejorar. Hay albergues por ahí de macheteros de alto rendimiento en que todo el mundo tiene automóvil, el parqueo es más grande que el albergue (RISAS), por ahí lo hemos visto.

Claro, hemos tenido progresos, pero qué revolucionario es aquel que diga: no estoy preparado para tiempos difíciles. Imagínenselo en la Sierra Maestra, imagínenselo allá en las costas de Manzanillo después del desembarco del "Granma"; o después de Alegría de Pío, cuando hubo que reconstruir de la nada prácticamente el Ejército Rebelde; o en las montañas. ¡Imagínense a ese revolucionario!

Y yo quiero imaginarme a los revolucionarios en condiciones difíciles, en aquellas condiciones tan difíciles que conocimos aquí bajo la tiranía, bajo la represión, bajo la persecución, sin un minuto de seguridad y tranquilidad, ni para él ni para nadie. En situaciones difíciles es que quiero conocer a los revolucionarios, porque son aquellas en que realmente se forman los revolucionarios (APLAUSOS).

Y nuestro pueblo jamás, ¡jamás!, volverá a conocer aquellas situaciones verdaderamente difíciles que conoció en el pasado, ¡jamás!; aquella sociedad que no tenía escuela para los hijos, aquella sociedad de discriminación, de privilegios; aquella sociedad de injusticia, de pobreza, de desempleo, de prostitución, de mendicidad, no la volverá a conocer, ni las calamidades materiales y morales que conoció en el pasado las volverá a conocer. Y algunas de nuestras dificultades, las que vengan, serán relativas, no las dificultades absolutas, durísimas e insoportables del pasado, precisamente porque nuestra vinculación creciente con el campo socialista asegura las cosas esenciales de nuestra economía, asegura los suministros esenciales, el petróleo, la energía; cualesquiera que hayan sido nuestras dificultades, no se ha apagado nunca un bombillo en una casa como no sea por una interrupción circunstancial en el servicio, pero no porque falten plantas generadoras eléctricas, ni combustible para hacerlas funcionar, no porque falten miles y miles de kilómetros de líneas eléctricas de distintos voltajes. Podremos tener dificultades con el transporte, pero en nuestra capital circulan cuatro veces, cinco veces más ómnibus de los que circulaban en el capitalismo, y la gente viaja diez veces más de lo que viajaba en el capitalismo (APLAUSOS).

No debemos confundirnos, ¡no debemos confundirnos!, debemos saber dónde están las causas subjetivas y debemos luchar sin tregua contra los factores subjetivos que debilitan la calidad de un servicio, que producen ineficiencias, que producen problemas; ser implacables, intransigentes, incansables, pero no caer en el error de confundir factores subjetivos con factores objetivos (APLAUSOS), e imaginarnos que un producto es caro porque alguien se está robando el dinero, o porque alguien quiere hacer sufrir a los demás.

Hay cosas que no se distribuyen por la libreta y que no hay otra manera de distribuirlas, porque a veces son cantidades muy pequeñas que si las distribuyen por la libreta tienen que repartir una cada 10 años a un núcleo. No es como la cerveza, que tal vez alcanza para repartir, por lo menos inicialmente, una caja a cada núcleo cada 45 días, y después se puede reducir el ciclo. ¡No es como la cerveza! (RISAS Y APLAUSOS)

Hay cosas que resulta razonable repartirlas normadas. Como decíamos en la reunión de La Habana: se ha triplicado la distribución de cervezas en la capital; bueno, vamos a tratar de llevarla a 400 000 cajas, 500 000, y si después que hacemos todo no alcanza, entonces vamos a variar el precio y distribuirla mediante el precio, vamos a mantener el que tiene ahora y hacer un gran esfuerzo por incrementar la producción; si a pesar de todo es tanto el dinero que tenga que seguir racionada toda la vida, pues se puede liberar a otros precios y recaudar lo que el especulador está recaudando por ahí, en definitiva (APLAUSOS).

Ya expliqué bien, cuando el Estado recauda, por qué recauda y para qué recauda. Lógicamente, también puede haber algunos productos, como el ejemplo que puse el otro día en la misma reunión: yogur de búfala con sabor a coco. Bien, magnífico, los que lo conocen saben que es muy bueno, yogur de búfala gelificado, con sabor a coco. Se vende en algún mercado por ahí, en un solo lugar, ¿cómo usted lo norma? Tiene que venderlo a otro precio, porque es un producto nuevo escasísimo, un nuevo producto. La industria alimenticia ha desarrollado cientos de nuevos productos en cantidades todavía pequeñas, unos más, otros menos, ¿cómo los reparte? Eso no se puede normar, porque si es un producto que no existía y existe, entonces se puede recaudar, a la vez que resuelve algunos problemas.

Cuando hablaba de que el Estado tiene que enfrentarse a montones de problemas, no mencioné uno que es vital, fundamental: la defensa del país (APLAUSOS). Ustedes saben que en la defensa del país participan permanentemente gran cantidad de compatriotas, cantidades enormes, considerables, de compatriotas. Ustedes saben que permanentemente hay además decenas de miles de trabajadores civiles trabajando para la defensa, que no están produciendo ropa, ni están produciendo viviendas, ni están produciendo plátanos, ni están produciendo tomates; están trabajando para la defensa, cosa que no se consume, decenas de miles de trabajadores civiles.

En la defensa hay que gastar materiales. ¡Afortunadamente no hay que gastar en armas, porque hemos tenido el enorme privilegio de recibirlas gratuitamente de la Unión Soviética! (APLAUSOS PROLONGADOS) ¡Suerte, enorme suerte! ¡Privilegio, inmenso privilegio!, con la cantidad de armas que necesitamos para defendernos del monstruo imperialista; porque no es un mosquito lo que tenemos enfrente, no es una lagartija ni una cucaracha lo que tenemos enfrente (RISAS), es el país más poderoso el que nos amenaza, con 240 millones de habitantes, armas sofisticadas de todo tipo, y nos amenaza, nos viene amenazando hace 27 años.

¡Creo que la mayor gloria de esta Revolución es la firmeza con que se ha mantenido durante estos 27 años! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!") No han podido ni podrán jamás intimidarnos, no han podido ni podrán jamás doblegarnos, y estoy convencido de que esa es la mayor gloria de este pequeño país aquí en el Caribe y de esta Revolución (ALGUIEN EXCLAMA: "¡Y porque tenemos un Fidel!"). ¡Tenemos no uno, tenemos diez millones! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, aprieta, a Cuba se respeta!")

Recaudamos, entre otras cosas, para el deber sagrado de defender la Revolución y la patria, defender la sociedad, no solo contra los enemigos externos, sino contra los enemigos internos; no solo frente a los contrarrevolucionarios, sino frente a los antisociales y al lumpen, que no acaban de aceptar las normas de convivencia socialista (APLAUSOS).

Cuando ayer el compañero Abrantes hablaba de que habían ingresado más de 3 000 hombres en la policía, de que teníamos cientos de ellos ya en los sectores, y de todos los planes de fortalecer la infantería y los medios de los órganos del Ministerio del Interior para defender a la sociedad del delito, de los delincuentes, todo el mundo aplaudía con satisfacción, se alegraba de eso. Todo el esfuerzo que tiene que hacer la Revolución en ese sentido nos agrada a todos, pero son hombres, son miles de hombres, son decenas de miles de hombres sanos, saludables, preparados, inteligentes, con un altísimo nivel en la trinchera frente al enemigo imperialista, frente al enemigo externo y frente al enemigo interno. Sí, son grandes los recursos que tenemos que invertir en todo eso y, además, en nuestro desarrollo.

¿Y qué vamos a hacer, arrepentirnos de ser revolucionarios? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Renunciar a ser revolucionarios? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¡Preferiremos un millón de veces el precio y las dificultades de ser revolucionarios, al precio y la ignominia de ser esclavos! (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS PROLONGADOS)

¡Tenemos dificultades, pero no tenemos dueños! No podemos ni siquiera repetir aquel verso de Martí: "Yo quiero cuando me muera, sin Patria pero sin amo..." ¡No podemos repetirlo, porque no tenemos amo; y, sin embargo, tenemos Revolución y tenemos patria! (APLAUSOS PROLONGADOS) ¡Y si tenemos que morir, tendremos patria y moriremos por la patria, tendremos Revolución y moriremos por la Revolución; mas no tendremos ningún amo al morir, ni moriremos jamás teniendo amo! (APLAUSOS)

Por eso les decía que en estas batallas hay que tener mucho cuidado de no dejarse confundir, ni permitir que nadie confunda a las masas, y que no mezclen nuestras batallas por la rectificación y contra las tendencias negativas, la batalla que estamos librando y que vamos a librar cada vez con más fuerza, con las porquerías contrarrevolucionarias, o con las babeantes filosofías de la contrarrevolución y el capitalismo; que no mezclen el trigo con la cizaña, que son dos cosas muy diferentes, no debemos permitirlo, y ustedes no lo permitirán, compañeros de los CDR (APLAUSOS).

La lucha contra las tendencias negativas y la lucha contra los errores cometidos continuarán indefectiblemente, porque tenemos el deber sagrado de perfeccionar todo lo que hacemos, perfeccionar la Revolución; tenemos el deber sagrado de no estar satisfechos jamás, ni siquiera cuando creamos que estamos haciendo las cosas bien hechas, mucho menos vamos a estar satisfechos cuando sabemos que no están haciéndose todas las cosas lo bien hechas que tienen que hacerse (APLAUSOS).

El compañero Aldana expresaba ayer, de manera excelente, en qué consiste el trabajo político, el trabajo ideológico, el trabajo revolucionario, y se lo explicaba a ustedes: cómo hay que discutir, dialogar, persuadir, convencer. Y podemos hacerlo porque tenemos todas las razones del mundo, todas las razones históricas: la moral, la dignidad, la justicia, todos los principios más hermosos por los cuales puede haber luchado el hombre: por el socialismo, por el comunismo. Tenemos la doctrina más fuerte, la más completa, la más revolucionaria, ¡el marxismo-leninismo! (APLAUSOS)

No podrá venir nadie con sus viejas teorías, sus podridas teorías a engañarnos, a confundirnos. Eso no podemos permitirlo. Y hay que estar preparados, debemos estar preparados, y entre ellos los CDR, no solo el Partido, cuyo congreso se clausura el 2 de diciembre. Tenemos que estar preparados para esa lucha de tipo ideológico, para que no se hagan ni la menor ilusión los enemigos de la Revolución.

Todos estos congresos están dando sus frutos. Lo malo es no descubrir las debilidades, los errores. Pero ya a raíz del Tercer Congreso se plantearon con mucha claridad los problemas que había y las cosas que teníamos que superar. Y hasta los pioneros, que se reunieron en su asamblea nacional, pidieron tener en el futuro sus congresos.

Como los pioneros habían hecho tantos aportes críticos, ellos fueron muy críticos con profesores, con maestros, y en sus asambleas discutieron qué cosas estaban mal, después del congreso y de la Asamblea Nacional Pioneril el Partido hizo un trabajo y se reunió con todos los maestros, todos los profesores, para analizar los problemas de la educación. Es cierto que si el congreso del Partido hubiese sido en agosto de 1986 no hubiera pasado lo que pasó: apenas se elevó un poco la exigencia en los exámenes finales salieron a flote las debilidades. Pero esa no fue una batalla inútil, esa batalla se está librando ahora desde el principio de curso, que es como tiene que librarse.

Se dio una oportunidad. Desgraciadamente la oportunidad del examen extraordinario no podía resolver todos los problemas acumulados con anterioridad. Pero los problemas que aparecieron fueron resultado de los planteamientos del congreso del Partido y de la Asamblea Pioneril y del trabajo que hicieron el Partido y el Ministerio de Educación en el seno de los trabajadores de la educación. Los pioneros dijeron que querían la próxima vez congreso, y nosotros dijimos: pues sí, congreso de pioneros también (APLAUSOS), porque si los pioneros son capaces de analizar y discutir, debemos tener también los congresos de los pioneros, como vamos atener ahora el congreso de la FEEM, para discutir todos los problemas de la educación media, como discutieron los cederistas aquí, como vamos a discutir los problemas de la FEU en el congreso de la FEU y como vamos a discutir los problemas de los jóvenes en el congreso de nuestra juventud (APLAUSOS).

Y tenemos problemas, pero no juzgo a nuestra juventud por cuatro gatos, no juzgo a la juventud por unos cuantos descarriados, en los cuales han influido todo tipo de factores, entre ellos, familiares. Desgraciadamente cuando se hacen estudios, vemos la influencia que el núcleo o los problemas del núcleo han tenido en el joven. Siempre detrás de un problema hay alguna anormalidad que ha creado situaciones conflictivas. Por eso le prestamos tanta atención a la participación del núcleo familiar en la educación de los niños, de los adolescentes, de los jóvenes. Tengo un gran concepto de nuestra juventud.

Recuerdo un período, en los meses previos a los sucesos de la Embajada de Perú, los días previos a las marchas del pueblo combatiente, en que había escépticos, muchos escépticos con respecto a nuestra juventud. ¡Ah!, porque siempre llega el índice negativo; no suele llegar la noticia de las decenas de miles, cientos de miles que pertenecen a las Brigadas Técnicas Juveniles, que innovan, que inventan, que trabajan; aquellos que están al lado de la fragua, del horno, de las máquinas, haciendo un trabajo duro, sino suele llegar la noticia del joven tal, descarriado, que hizo tal cosa; el joven tal, que por allá, si era militante y desertó no sé dónde. Cuatro gatos, veinte gatos, cien gatos, si quieren, pero que no pueden dar la imagen, ni tienen derecho a distorsionar la imagen de nuestra juventud, con la que nos encontramos en las fábricas en duros trabajos, en las construcciones, en las universidades, en los puestos de salud o de la educación, y en todas partes realizando difíciles y abnegados trabajos.

Y hablamos de que hubo un tanto por ciento que no aprobó, peor puede haber habido, como en la enseñanza primaria, más de un 90%, puede haber un tanto por ciento de los estudiantes que no supo sacar el máximo; pero hay decenas y decenas de miles de buenos maestros, de buenos y jóvenes profesores (APLAUSOS).

Veo también a nuestros jóvenes en las misiones internacionalistas, en el trabajo civil y en el trabajo militar, capaces de cumplir cualquier tarea, cualquier misión por difícil que sea (APLAUSOS). No tenemos derecho a estar satisfechos como hemos dicho en otras ocasiones, ¡pero es muy difícil que algún país tenga la juventud que tiene Cuba! (APLAUSOS)

Seré muy crítico, pero sé ser también justo y no confundo unos problemas con otros. Y los defectos que encontramos a veces, o muchas veces, en la calle o en cualquier parte, la culpa la tenemos nosotros, ¡la tenemos nosotros!, no vamos a culpar ahora al muchacho, no vamos a culpar ahora al joven. Como cuando vemos vicios en las fábricas, la culpa la tenemos nosotros; no vamos a culpar ahora a los trabajadores.

Sí, hacer el papel de reyes magos es fácil, cuando llega el momento de la rectificación es difícil: ahí es donde se prueban los hombres. Ser demagogo es fácil, ser exigente es difícil.

Por eso la misma política de rectificación de errores o de lucha contra las tendencias negativas, tiene que crear cierta resistencia, hay que esperarla. Porque también si unos cuantos miles se dedican a ganar decenas de miles por año y de repente se les corta ese privilegio, no pueden estar felices; si hay miles de merolicos engañando y vendiendo y robando materia prima, y se acaba el negocio, lógicamente no pueden estar felices; si hay más policías, lumpen, antisociales y delincuentes no pueden ser más felices (APLAUSOS). Esos que chocan con la ley. El que no choca con la ley, el revolucionario no tiene ninguna de esas preocupaciones, se siente feliz y exige más orden, exige más disciplina, exige que no se tolere esto o lo otro.

Lógicamente, si a 20 chanchullos y 20 negocios, desviaciones de recursos, se les pone fin, eso no hace feliz a los chanchulleros.

Es más doloroso todavía cuando algunas de las medidas de rectificación van a afectar al trabajador, que no tiene culpa de las negligencias, indolencias, tolerancias y falta de responsabilidad, que dieron lugar a una norma que se cumpla cuatro veces, cinco veces, y el montón de dinero, cualquier tipo de salario por acuerdo, sin que se mida lo que se produce, ni la cantidad, ni la calidad; si hubo debilidades que dieron lugar a salarios distorsionados.

Ya no estoy hablando de especuladores, de negociadores, sino de gente que en una fábrica los habituaron un año, dos años, cuatro años sin revisar una norma. Si se introduce una técnica de más productividad y no se revisa la norma, por ese camino inundamos al país de dinero. ¿O es que a nosotros nos duele que un obrero gane dinero? ¿Cómo puede dolernos, si todo lo que hemos hecho toda la vida de revolucionarios ha sido por mejorar las condiciones de vida del obrero y de la familia en todos los sentidos?

¿O es que acaso la Revolución no quiere que los obreros tengan cada vez mejores condiciones de vida y no lucha por eso? Luchamos contra el engaño de vivir en la luna, luchamos contra el engaño de creer que podemos nadar en dinero sin respuesta material a todo ese dinero. El primer engañado es el propio trabajador al que le dan dinero, casi lo compran con dinero y lo compran a base de dinero, de papeles, convirtiendo el dinero en papel.

Claro, cuando hay que rectificar vienen entonces dificultades, porque es doloroso si es un obrero, pues no se trata de un chanchullero, él está allí al pie de una máquina y haciendo un esfuerzo, solo que la Revolución por aquel esfuerzo hoy no puede darle tal contrapartida en dinero, porque no hay contrapartida en bienes y se crean todos estos problemas de que hemos estado hablando, es doloroso. Por eso nosotros dijimos: que todos estos pasos se den con cuidado, que se discutan políticamente, que se analicen todos los problemas, que no nos precipitemos en este proceso de rectificación. Porque es fácil hacer el papel de rey mago, de bondadoso, de repartidor de dinero; que es como el que repartiera marihuana, sí, y le diga: Mira, fúmate ese cigarro y empieza a soñar que vives ya en el paraíso terrenal (RISAS); que volvieron a la época de Adán y Eva, al primer día aquel de que habla la Biblia: alargaban la mano, agarraban manzanas, peras, uvas y agarraron después otras cosas y vino el pecado original (RISAS Y APLAUSOS).

¿Se dan cuenta qué es enseñarle a la gente, decirle a la gente: Oye, tú puedes consumir el equivalente a 1 000 pesos por tal cosa? Es un engaño, es darle un cigarro de marihuana, y aquí no se fuma marihuana, ni aquí se consumen drogas; no vamos a permitir que nos hagan víctima de esas drogas economistas y políticas falsas, porque para repartir más, si existieran las riquezas necesarias, no habría que esperar por ningún irresponsable, estaríamos repartiendo más. Si algo se le puede a veces imputar a la Revolución, es haber querido dar más de lo que puede, ¡haber querido dar más de lo que puede!

Ahora, esos problemas se crearon y fue necesario rectificarlos, y eso puede ocasionar descontento en ciertos sectores, lógicamente; algunos sin ninguna justificación, como los especuladores; ahora, puede afectar a un trabajador, y eso sí es doloroso, y son las consecuencias de irresponsabilidades, de falta de exigencia, de demagogia, de politiquería; porque pararse delante de un grupo a discutir: "Esto no es correcto..." No, es más fácil levantar la bandera de la reivindicación que la bandera de la rectificación: hace falta valor. Y por eso decimos: Todo lo que hagamos hay que hacerlo con cuidado, con prudencia, sin bandazos, sin extremismos de ninguna clase.

Y es posible que se cometan errores en el proceso de rectificación y de lucha contra las cosas mal hechas; pero si cometemos errores en el proceso de rectificación, debemos tener la valentía de rectificar los errores que cometamos en ese proceso también, ¡sí señor! (APLAUSOS) Y estaremos atentos, estaremos atentos siempre a cualquier error rectificarlo y luchar por la rectificación de los errores.

Yo sé que nuestros problemas tienen soluciones de una forma o de otra, y, al menos, no dejaremos de luchar nunca por encontrarles solución a los problemas; es lo menos que podemos hacer. Y estoy seguro de que se pueden hacer muchas cosas, podemos hacer las cosas mucho mejor si tomamos conciencia de esto, si nos imbuimos de esta responsabilidad, si luchamos en todas partes, cada uno en su puesto de trabajo, en su organización, en su cuadra, en su fábrica.

Aquí se habló del proceso que están haciendo en Santiago de Cuba los CDR, discutiendo con cada trabajador, cómo cumple en su fábrica y comprometiéndolo colectivamente e individualmente, y con todos los estudiantes, comprometiéndolos individualmente y colectivamente, y también con los niños, con los profesores, con todos. Tenemos por delante un proceso de lucha, de esfuerzos en que debemos comprometer a todos, colectivamente e individualmente.

Eso no se logrará con dinero, están locos, están endrogados los que creen que el hombre hace grandes cosas por dinero, porque por dinero, sí, hay hombres que matan; pero por ideales, por la justicia, por amor, hay muchos hombres y mujeres dispuestos a morir (APLAUSOS); por dinero hay hombres que matan, pero nadie muere por dinero.

Los mismos mercenarios siempre están pensando que no mueren, siempre se cuidan, cómo no lo vamos a saber nosotros con la cantidad de atentados que ha preparado el imperialismo; son mercenarios: quieren dinero, pero no quieren morir. Por dinero, nadie muere; por ideales son capaces de morir pueblos enteros (APLAUSOS).

Nosotros seguiremos en esa lucha. El dinero para nosotros es un medio de distribución, de intercambio; pero tenemos los valores revolucionarios, que son los que obran milagros, y toda la vida hemos visto los milagros de los valores, de la escala de valores revolucionarios. Hemos visto a los hombres hacer esfuerzos, sacrificios increíbles por determinadas ideas, por determinados valores morales. Hay que acudir a esos valores, y nosotros vemos la necesidad. En cualquier lugar donde haya una buena dirección, donde haya un grupo en que funcione el Partido, el sindicato, la dirección, marcha. Escuelas excelentes, y tú dices: ¿Por qué estas escuelas son mejores que otras?, porque tienen una buena dirección, una buena coordinación; fábricas excelentes, brigadas excelentes, lo ven allí, y eso no lo consiguieron con dinero, sino con un trabajo revolucionario, con un trabajo político, dando un ejemplo, sobre todo el valor del ejemplo —como decía el Che— es lo decisivo.

Nosotros tenemos que luchar por mejorarlo todo en todas partes, en todas las escuelas, en todos los hospitales, en todas las fábricas, en todas las construcciones, en todas las actividades. Tenemos un gran trabajo. Y no transijan con el apático, con el abúlico, o con el pesimista. El pesimista es la negación del revolucionario, el pesimista es la negación de la confianza en el hombre, de la fe en el hombre. Es verdad que alguien dijo que con buenas intenciones se puede llegar al infierno, es posible; pero el pesimista llega seguro al infierno, para él inevitablemente no existe otra cosa que el infierno (RISAS), quizás el otro se equivoque y tome otro camino, porque si alguien dijo que de buenas intenciones estaban empedrados los caminos del infierno, ¡de buenas intenciones está empedrado también el camino de las grandes cosas! Ningún pesimista nunca hizo nada, el pesimista siempre frenó y estorbó la obra de los hombres que tienen confianza en el hombre (APLAUSOS).

Vamos a llevar adelante nuestro proceso de rectificación en la lucha contra las cosas mal hechas, creo que eso es lo importante, es la idea clara que debe llevarse del congreso.

En el congreso se habló bastante —fue lo que más se discutió— de la cuestión relacionada con la vigilancia y con la lucha política, la lucha ideológica y la combatividad. ¡Que no se nos olvide eso, que no se nos olvide!, que ahora, al cabo de 26 años, la vigilancia revolucionaria es lo primero y debe ser así si analizamos todos los problemas del mundo en que vivimos, si no nos ponemos a soñar, si no fumamos esa cosa (RISAS), si somos realistas, que ser realista debe ser una de las cualidades esenciales del revolucionario. Si analizamos la situación internacional, los problemas políticos del mundo, los problemas económicos; si analizamos nuestras realidades, nuestras propias realidades, el proceso, el momento en que estamos, entonces lo número uno es la vigilancia revolucionaria, en primer lugar la vigilancia contra el enemigo imperialista, ¡en primer lugar! (APLAUSOS)

En segundo lugar, la vigilancia contra el lumpen y los antisociales, esas dos tareas tenemos (APLAUSOS). Y en un lugar especial la lucha ideológica, porque se equivoca quien piense que la batalla ideológica ha terminado en este mundo, donde se enfrentan dos sistemas. Y si cesa el peligro de las armas, se incrementará la batalla ideológica, seguro, en el exterior y aun dentro del país, porque esos especuladores, esos que quieren hacerse ricos con el sudor de los demás y el trabajo de los demás, esos que aspiran a recibir un aporte desproporcionado de la riqueza social que no guarde ninguna relación con el trabajo, esos, pudiéramos decir que roban a los demás, de esos no podemos esperar que se resignen tranquilamente a renunciar a sus sueños de riqueza fácil, de privilegios y de vivir a costa del sudor de los demás. Tampoco el imperialismo mientras exista renunciará jamás a su voracidad y sus ansias de dominación y explotación de los recursos naturales y humanos del planeta.

Creo que se corresponde este esfuerzo importantísimo en el campo ideológico con otro principio del cual se habló en los debates, se repitió mucho, y que debe ser una de las ideas fundamentales que nos llevemos de este congreso: ¡La combatividad! (APLAUSOS) Se vio claro que vigilancia, lucha ideológica y combatividad eran inseparables. De este congreso salió un compromiso: Elevar la combatividad como en los primeros tiempos, elevar la combatividad más que nunca (APLAUSOS). Creo que las circunstancias exigen elevar la combatividad más que nunca, y esa fue siempre característica esencial de los CDR. Que eso no se pierda jamás, la combatividad frente al enemigo contrarrevolucionario e imperialista y la combatividad contra todo lo mal hecho, contra toda manifestación de irresponsabilidad, en cualquier parte, que incluye la lucha y la combatividad contra las actividades del lumpen y los elementos antisociales.

Creo que un cederista, un revolucionario, un miembro de nuestras organizaciones de masa, o de nuestra Juventud, o de nuestro Partido, no puede transigir jamás con lo mal hecho en cualquier terreno. Si vemos que alguien está desviando recursos, no podemos hacernos cómplices de ese hombre tolerándolo (APLAUSOS); si vemos que alguien detracta a la Revolución podemos discutir con él, persuadirlo, pero lo que no podemos permitir es que alguien detracte impunemente a la Revolución sin salirle al paso (APLAUSOS). Intransigentes contra las cosas mal hechas en el centro de trabajo, en todas partes; no hacernos cómplices jamás de lo mal hecho. Creo que eso tiene que ser un principio elemental de todo revolucionario. No dejar que el enemigo nos tome la calle, el lumpen, el antisocial, o nos tome la delantera política el contrarrevolucionario, el agazapado, el que aprovecha las dificultades no con el sano propósito de vencerlas, sino de utilizarlas con propósitos contrarrevolucionarios o de debilitar la Revolución, no permitirlo. ¡Que nunca se diga eso de un cederista! ¡Que nunca se diga que no somos capaces de defender la obra por la que tantos compatriotas han dado su sudor, han dado su sangre y han dado su vida! (APLAUSOS)

Y eso esperaremos de los estudiantes en sus próximos congresos, de los jóvenes y de los campesinos, cuando se reúnan el año entrante. Tenemos que discutir todas estas cosas para que no haya un solo confuso por ahí, para que no haya un solo atolondrado, y que el que esté atolondrado sea porque lo esté de verdad y no porque se haga, como se dice por ahí, el loco; no podemos permitirlo.

Hay que trabajar desde ya, los sindicatos, para que cuando tengamos el congreso de los trabajadores muchos de estos problemas estén superados, cuando tengamos el congreso de las mujeres muchos de estos problemas estén superados; y cuando tengamos el próximo congreso del Partido, que esperamos sea en Santiago de Cuba, confiando en la capacidad de los orientales para ganarse ese honor (APLAUSOS), muchos de estos problemas estén resueltos. Habrá tal vez, sin duda, nuevos problemas, pero no estos, contra estos estamos luchando desde el día siguiente del Tercer Congreso y vamos a seguir luchando en todos los sentidos, en todos los terrenos: Vamos a seguir adoptando medidas para la lucha contra los antisociales, el lumpen; vamos a seguir tomando medidas en el sector de la educación para superar las deficiencias que tenemos y para estar al nivel de lo que nos corresponde en esta etapa, y con la idea de llegar a ser una potencia en educación; vamos a seguir trabajando en el campo de la salud y vamos a seguir formando miles de médicos todos los años, e ingresando más de 1 500 todos los años en la medicina de familia, mejorando nuestros servicios de salud en todos los sentidos, sin sentirnos jamás satisfechos, para llegar a ser una potencia médica y para alcanzar niveles de salud y perspectivas de vida superiores a las de cualquier otro país, deseando al mismo tiempo que todos los demás alcancen similares objetivos.

Seguiremos luchando por desarrollar nuestra agricultura, impulsar el movimiento cooperativo, elevar la producción de alimentos para la población; seguiremos luchando por superar las deficiencias y los problemas en las construcciones, hacer los cronogramas y concluirlas en tiempo, y hacer inversiones integrales que contemplen todos los aspectos del problema; seguiremos luchando por buscar eficiencia en nuestras fábricas, haremos todo lo que sea necesario por sacarles el máximo de productividad a nuestras máquinas, y a nuestros esfuerzos; seguiremos luchando por humanizar las condiciones del trabajo en todas partes; seguiremos luchando por desarrollar nuestro Partido, que aunque cuenta con una gran masa de militantes no es un partido de masas, es un partido de vanguardia, es un partido digno del espíritu revolucionario de nuestro pueblo; seguiremos luchando por desarrollar nuestras organizaciones juveniles también como organizaciones de vanguardia y por desarrollar nuestras organizaciones de masas, incluyendo los pioneros; seguiremos luchando por enfrentarnos a las dificultades.

Y, sobre todo, seguiremos luchando por fortalecer la defensa de nuestro país, no descansaremos; la hemos multiplicado varias veces y seguiremos multiplicándola, seguiremos preparándonos, seguiremos organizándonos, seguiremos armándonos. Ya a finales de este mismo año tendremos un ejercicio con la participación de toda la población. ¡Calculen ustedes el papel que en ello tendrán que jugar los Comités de Defensa de la Revolución! (APLAUSOS)

Seguiremos luchando por fortalecernos ideológicamente, por perfeccionar nuestro sistema, por consolidar y hacer avanzar cada vez más la Revolución, lo que equivale a decir: seguiremos luchando por la paz, seguiremos luchando por la supervivencia de la humanidad, que es lo que significa luchar por la paz; seguiremos luchando por el derecho de los pueblos a la vida, al bienestar material, al desarrollo, que es lo que significa cuando decimos luchar contra la crisis económica, luchar contra la deuda externa y sus nefastas consecuencias, luchar por el Nuevo Orden Económico Internacional; seguiremos luchando dentro y fuera de nuestro país por la causa de la libertad de los pueblos, de la dignidad de los pueblos, de la justicia para los pueblos, del progreso para los pueblos (APLAUSOS).

Si juntamos todas las banderas que significan estas causas haríamos una gran bandera, y esa gran bandera es lo que simboliza hoy la bandera de la estrella solitaria, la bandera que enarbolaron nuestros libertadores en 1868, en 1895; es la misma, porque nosotros hemos sido continuadores de aquella lucha (APLAUSOS). Hoy, además, es la bandera del socialismo y del internacionalismo. ¡Esa es nuestra bandera, la nuestra, la del pueblo revolucionario y patriota que nunca quiso cambiarla por ninguna otra, que nunca quiso renunciar a su patria! (APLAUSOS)

Existe en las vecindades una bandera que tiene muchas estrellitas, no sé si son 51 ó 52. Los tránsfugas, los apátridas, se fueron allá buscando otra ciudadanía, huyendo del peligro, del sacrificio, oportunistamente se refugiaron en extrañas tierras creyendo que la Revolución no duraba ni 28 semanas, y después creyeron que ni 28 meses, ¡y la Revolución va a cumplir 28 años! (APLAUSOS) Porque esta estrella brilla para nosotros mucho más, tiene mucho más luz que todas aquellas estrellas juntas, por las cuales los hombres insensibles a las ideas de la Revolución y de la patria cambiaron un día su estrella solitaria (APLAUSOS). Esa bandera encierra hoy todos estos principios y todas estas nobles causas de que hemos hablado. Ella lo requiere todo, lo exige todo: nuestro esfuerzo, nuestra energía, cada minuto, cada segundo de nuestras vidas, exige sudor, sacrificio, la sangre; la vida misma de cualquiera de nosotros. Es lo que hemos sentido siempre, es como hemos reaccionado siempre cuando vemos claro, cuando tenemos una conciencia clara de lo que representamos y lo que defendemos.

Por eso digo que combatividad es la palabra que está en nuestro Himno Nacional (APLAUSOS). Conciencia revolucionaria y combatividad deben ser las divisas más profundamente enraizadas en la conciencia de cada patriota, en la conciencia de cada revolucionario; es decir, en la conciencia de cada cederista. Que la palabra combatividad, la consigna de combatividad, el espíritu de combatividad que lo resume todo, sea lo que más claro nos llevemos, lo que más firmemente nos llevemos de este congreso.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

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