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Cuba e Iberoamérica: Entrevista con Mario Vázquez Raña

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Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, durante su discurso en la reunión Cumbre Iberoamericana de Guadalajara, usted dijo que por primera vez nos reunimos los latinoamericanos sin que nos convoquen otros.  ¿Qué frutos concretos obtuvo u obtendrán Cuba e Iberoamérica de esa reunión en la que usted mismo admitió que no hubo influencias ajenas ni extrañas a nosotros mismos, o fue la Cumbre una reunión inútil?

Fidel Castro.-
  No se puede hablar de inmediato de frutos concretos de la reunión de Guadalajara, aunque pienso que fue, sin embargo, un importante acontecimiento histórico, como un primer paso en la dirección más correcta que hayamos podido adoptar los latinoamericanos en los últimos tiempos.

No podemos olvidar ni por un minuto que nuestro hemisferio está viviendo momentos sumamente difíciles y complejos, en un mundo que se ha virado al revés; ante un porvenir incierto para la humanidad, pudiéramos decir, donde las fuerzas económicas del mundo se están reagrupando, donde América Latina tiene el deber de buscar un espacio, realmente, y un lugar dentro de ese mundo.

No hay que olvidarse tampoco que para ello está envuelta en una gran dependencia de Estados Unidos y, por lo tanto, considero un acto de gran valentía la iniciativa de convocar esa conferencia de países latinoamericanos e iberoamericanos, que tengo entendido no fue del agrado, precisamente, de los vecinos del norte.

Tenemos que atribuirle a México un mérito especial en la idea y en la iniciativa de convocar esta reunión, unido, desde luego, a la colaboración de países como Brasil, Venezuela, Colombia y otros de América Latina.

Como tú bien señalas en la pregunta, recordando mis palabras, por primera vez nos reunimos sin pedirles permiso a otros.  Antes solo se reunían los latinoamericanos cuando los convocaba Estados Unidos, para cualquier cosa, aunque solo fuera para asistir como testigos a la firma de los acuerdos sobre el Canal de Panamá; pero jamás se había producido una reunión de latinoamericanos convocada por latinoamericanos, a no ser aquella primerísima que intentó organizar Simón Bolívar en Panamá, algunos años antes de su muerte, que fue aquel famoso congreso que lleva el nombre de Anfictiónico.  Ese fue uno de los últimos intentos por llevar a cabo su ideal de integración latinoamericana, que ya desde entonces él veía como una premisa indispensable para la existencia, el desarrollo y la supervivencia de los pueblos de América Latina.

Desgraciadamente aquellos sueños no han sido todavía realidad, aunque también sería correcto decir que en el momento en que lo concibe una carta tardaba cuatro meses en llegar desde Caracas hasta Lima; no existían los fabulosos medios de comunicación que tenemos hoy, marítimos, terrestres, aéreos, telefónicos, los satélites y todos los demás que hacen posible que en cuestión de segundos se comuniquen los hombres desde México hasta Argentina.  Pero fue una idea realmente extraordinaria de esos grandes genios, de esos grandes pensadores, y desde entonces los latinoamericanos no habían convocado un congreso de este tipo y de este carácter.

Creo que el lugar escogido fue ideal, precisamente México, por la política que ha llevado a cabo durante décadas, su política internacional, por la confianza que inspira, por la amistad que mantiene con todos los países, independientemente de ideologías.  A eso es a lo que le he dado una enorme importancia.

En sí la reunión sirvió para ponernos en contacto, hacer que nos conociéramos mejor los dirigentes latinoamericanos, nos apreciáramos mejor, fuésemos capaces de dar continuidad a esas ideas y a esos propósitos y, como primer paso, creo que tiene un valor indiscutible y un valor enorme.  Por eso nunca utilizaría la expresión una reunión inútil; solo el tiempo dirá los frutos de esa primera reunión, y soy optimista, porque me parece ver que los hombres toman conciencia de esta necesidad de unión y de integración.

Digo que hay que hablar de integración no solo económica, sino también de integración política, porque hacia eso marchan las grandes comunidades.  Yo diría que Europa, donde las naciones guerrearon entre si durante 500 años, ha avanzado notablemente en la integración económica y avanza también hacia formas de integración política.

Creo que esta será la etapa final de ese dificilísimo proceso de integración económica, porque mientras queremos integrarnos entre sí, otros quieren integrarnos a ellos; mientras nosotros queremos crear los instrumentos de nuestro propio desarrollo y de nuestra propia independencia, otros quieren convertirnos en instrumento de su desarrollo económico y de sus intereses políticos.  Por tanto, pienso que el desafío, el objetivo, la meta que se busca es realmente grande.  Es así como miro la reunión que tuvo lugar en Guadalajara, donde tuve el honor de participar gracias, precisamente, a la firmeza del Presidente de México, porque sé que se opuso a todo tipo de presión en el sentido de ignorar a Cuba o de evitar la participación de Cuba.

Mario Vázquez Raña.-  En una segunda reunión usted pronunció una frase contundente al afirmar que 200 años los latinoamericanos han sido divididos, agredidos, amputados, intervenidos, saqueados, ¿eso incluye la relación de Cuba con los países de Europa del este?  ¿Fue Cuba saqueada o subdesarrollada por ellos?

Fidel Castro.-
  Sí, quise decir que desde nuestras luchas por la independencia —desde las luchas de Bolívar, Morelos, Hidalgo, Sucre, San Martín, O’Higgins, todos aquellos precursores— nos había ocurrido eso; lo dije y estoy absolutamente convencido de ello.

Ahora, no podría realmente decir que eso incluye nuestras relaciones con los países del este de Europa o con la Unión Soviética.  Y sería justo distinguir también entre la Unión Soviética y los países del este de Europa, porque la Unión Soviética tenía una economía mucho más fuerte, mucho más desarrollada.

Podemos decir, incluso, que nosotros logramos introducir nuevas formas en el intercambio comercial para poner fin a lo que llamamos el intercambio desigual, ya que nosotros habíamos observado el fenómeno que se venía produciendo en el mundo, de que los países desarrollados nos vendían cada vez más caro y nos compraban cada vez más barato nuestros productos.  Eso lo apreciábamos, por ejemplo, cuando con la Unión Soviética hacíamos un acuerdo sobre el precio del azúcar por cinco años.  Ese precio podía ser un poco más alto que el del mercado mundial, porque al principio fue solo un poco más alto, y en el transcurso de los años nuestro azúcar tenía cada vez menos poder adquisitivo, porque cada año los productos industriales que nos suministraban la URSS y los países socialistas, guiados por los precios del mercado mundial,  subían, por lo que nuestros productos tenían cada vez menos poder adquisitivo.  Es por ello que nos interesamos y logramos establecer una vinculación entre los incrementos de precio de los productos que ellos nos exportaban y los precios de los productos que nosotros les exportábamos.

Todo esto ocurrió, afortunadamente, antes del gran boom de los precios del petróleo.  En una coyuntura en que el precio mundial había subido, nosotros habíamos obtenido un precio bueno del azúcar por parte de los soviéticos y en ese momento, precisamente, les planteamos y logramos establecer lo que llamaríamos el precio, resbalante:  si los precios de un conjunto de productos que ellos nos exportaban subían, los precios de nuestro azúcar, fundamentalmente, subían en una proporción similar.  De modo que cuando se produce el boom de los precios petroleros a raíz de aquellas guerras en el Mediano Oriente, el azúcar subió paralelamente con aquellos precios, entre los cuales estaba el petróleo, porque el mayor valor de las exportaciones soviéticas a Cuba estaba, precisamente, en el combustible.

De esta forma nosotros logramos un comercio estable, sólido y —a nuestro juicio— justo entre Cuba y la URSS; y tales principios comenzamos después a luchar por aplicarlos también a los productos que venían de los países socialistas del este, con los cuales teníamos, desde luego, menos comercio que con la Unión Soviética, como es lógico.  Así logramos precios del azúcar superiores a los precios que llamo precios del basurero del mercado mundial del azúcar, porque el azúcar no se comercia a esos precios.  A través de la Convención de Lomé, los europeos compran el azúcar a otros precios y, a través de ciertas normas de tipo internacional establecidas en el comercio, Estados Unidos paga un precio más alto que el llamado precio marginal del mercado mundial.

Claro que Estados Unidos constituyó en una época un gran mercado azucarero, que no lo es en la actualidad; de un importador de 5 millones de toneladas de azúcar, se convirtió en un importador de un millón de toneladas de azúcar más o menos, puesto que a través de medidas proteccionistas promovió el desarrollo del azúcar de remolacha, de caña y de edulcorantes procedentes del maíz y con esa medida logró prácticamente autoabastecerse de azúcar.  Aquel mercado que en un tiempo existió para Cuba y que se desarrolló durante un siglo y que ellos repartieron a raíz del bloqueo a Cuba, después poco a poco se lo fueron arrebatando a los países que les suministraban azúcar.  Pero en realidad el azúcar en el mundo se comercia a otros precios muy superiores a los precios del mercado mundial.

Nosotros logramos con la URSS esa relación de intercambio realmente favorable, es verdad; para las condiciones de un país subdesarrollado era muy útil, y hemos estado planteando durante años que ese es el tipo de relación que  debía existir entre los países desarrollados y los países en desarrollo, o los países que quieran desarrollarse; la hemos tomado más bien como un ejemplo, y por eso no puedo decir que participaron en el subdesarrollo de Cuba.

Sí te puedo decir que en ciertos aspectos los atrasos tecnológicos del campo socialista nos afectaron; en ciertos aspectos, no en todos, porque ya nosotros habíamos llegado a conocer toda la maquinaria que se producía en los países socialistas y sabíamos qué calidad tenía un tractor soviético.  En general los tractores soviéticos eran buenos, yo diría que estaban hechos a prueba de operadores cubanos:  fuertes, resistentes, no muy sofisticados, no muy hidraulizados; los camiones soviéticos eran buenos, pero —aún siendo buenos— algunas marcas gastaban mucho combustible, también los conocíamos muy bien; las áreas industriales en que estaban más desarrollados, la energética.  Gracias a ellos hicimos también muchas exploraciones geofísicas, en busca de minerales, en busca de combustible; algunas perforaciones, algunas producciones de petróleo; un desarrollo importante en la industria eléctrica y en la industria mecánica.

Hay áreas en que, como consecuencia de los bloqueos y los aislamientos, el campo socialista se quedó atrasado; y hubo atrasos tecnológicos que en realidad nos perjudicaron en cierto sentido, porque no siempre podíamos adquirir la tecnología más avanzada para una producción determinada.  Pero las formas de intercambio que habíamos logrado en el conjunto de las relaciones compensaban, en una medida importante, estos inconvenientes derivados de los atrasos tecnológicos, los cuales hemos tratado de evitar a toda costa, dándoles un gran impulso a las investigaciones científicas y, en especial, a la aplicación de los resultados de estas investigaciones.

Mario Vázquez Raña.- 
Señor Presidente, vi en Guadalajara su presencia, el respeto que le tuvieron todos, la prensa mundial estaba muy atenta a usted, pero la pregunta no es esa, lo digo porque me sentí muy halagado, muy contento con eso que pasó.  Usted dijo una frase muy importante:  Los latinoamericanos pudimos serlo todo y no somos nada.  ¿Qué cree usted, que Latinoamérica está aún a tiempo para ser algo por sí misma?

Fidel Castro.-
  Para comprender el sentido de esa frase, debo explicar que estaba pensando en los tiempos de las luchas por la independencia, en los tiempos de Bolívar, en su sueño de unidad y de integración, cuando todavía no existían estas poderosas fuerzas económicas, estos poderosos imperios económicos y políticos que existen hoy, y que estábamos entonces muy a tiempo de trabajar unidos, como trabajó Estados Unidos y trabajaron otros países.  Estábamos muy a tiempo de trabajar por ocupar un lugar destacadísimo en el mundo, porque habríamos constituido desde entonces una de las mayores comunidades humanas y la de mayores recursos, desde mucho más al norte del Río Bravo, porque en el tiempo en que Bolívar y los libertadores concibieron esas ideas, México llegaba casi hasta Canadá; México tenía el doble del territorio que tiene hoy.  De modo que Bolívar estaba pensando prácticamente en un continente completo, inmenso, gigantesco.

Aun con lo qué quedó después de la mutilación de México, habríamos seguido constituyendo una de las más grandes comunidades del mundo y una de las de mayores recursos.

También he tratado de imaginarme lo que sería América Latina si desde entonces se hubiera unido, si desde entonces se hubiera desarrollado, si desde entonces hubiera hecho un uso eficaz, y más que un uso eficaz, un uso en favor de su bienestar y de su desarrollo de todos esos enormes recursos.  En eso pensaba cuando decía:  “Pudimos serlo todo y no somos nada.”

Precisamente ahora, para hacer la comparación entre la América Latina y la gran comunidad económica que implica Estados Unidos por sí solo, para hacer la comparación entre la América Latina y la gran comunidad europea, que también era un conjunto de Estados que fueron uniéndose, no un conjunto de Estados que fueron ocupándose mediante la violencia y la invasión; cuando comparo Japón y el sudeste de Asia, cuando comparo a China con sus grandes perspectivas con lo que somos hoy, un conjunto de países balcanizados, es por eso que dije esa frase:  “Pudimos serlo todo y no somos nada.”

Es conveniente que lo diga, porque hubo alguno que se sintió agraviado, se sintió molesto porque yo empleara esa frase de que no somos nada.  No se trata de una frase absoluta:  poseemos grandes valores morales, grandes valores culturales, grandes valores históricos, poseemos una personalidad propia, poseemos millones de inteligencias desarrolladas; es decir, tenemos muchas cosas.  Pero el sentido que tenía era precisamente el destino que hemos seguido en estos últimos 200 años, el desarrollo que hemos seguido en ese período, con el que siguieron otros.  Pudimos ser una gran potencia y habría que estar contando con América Latina en este instante como una gran potencia, seríamos una parte muy influyente del mundo y no lo somos, desgraciadamente.  Muchas veces tenemos que ponernos casi de rodillas e implorar que se tomen en cuenta nuestros derechos y nuestras aspiraciones, ese es el sentido de aquella frase.

¿Falta algo de tu pregunta?

Mario Vázquez Raña.-  ¿Qué cree usted, estamos aún a tiempo de ser alguien?

Fidel Castro.-  Podría decir muy brevemente que podemos todavía.

Mario Vázquez Raña.-  Podemos ser alguien todavía, sobre la base que usted dijo que no somos nada por no estar unidos, esta puede ser la palabra.

Jimena Saldaña.-  La relación de Cuba con la Unión Soviética da la impresión de estar cada vez más deteriorada.  Se sabe que hubo ya un acuerdo y que aproximadamente 3 000 consejeros militares soviéticos dejarán Cuba en las próximas semanas y en el curso de unos meses la totalidad de ellos abandonará el país.  ¿Qué significa eso en términos de relaciones con la URSS y en cuanto a su aporte para el propio ejército cubano?

Fidel Castro.-  Debo decir, en primer lugar, que lo que se ha deteriorado no son las relaciones entre Cuba y la URSS, sino la URSS; han ocurrido allí tremendos problemas, se han creado grandes dificultades, un gran caos y una gran desorganización, a extremos tales que, desgraciadamente, en estos momentos no podemos hablar de las perspectivas que tiene ese enorme país de mantenerse como gran Estado multinacional.

Creo que esto solo da idea de la gravedad de los cambios que han ocurrido allí.  Tales cambios, desde luego, han influido en las relaciones entre nuestros dos países; pero no han sido hijos de un acto de la voluntad de la dirección soviética.

A nosotros no nos consta que en algún momento haya existido la voluntad de deteriorar esas relaciones; por el contrario, nos consta que hicieron grandes esfuerzos por tratar de perjudicar lo menos posible a Cuba en medio de los acontecimientos que estaban teniendo lugar, eso realmente nos consta.  Pero los problemas eran tales, la situación era tal, los acontecimientos que se desarrollaron eran tales que, inevitablemente, afectaron esas relaciones, en lo cual no tenemos la más mínima culpa, porque no hemos hecho absolutamente nada para dar lugar a los acontecimientos, a los cambios que se han introducido en la Unión Soviética.  Eso era una potestad exclusiva de ese país, que tenemos el deber de respetar como exigimos que se respete la potestad exclusiva de nuestro país de llevar a cabo su propio destino.

Unido a todos estos acontecimientos, que han sido muchos y muy variados, de tipo económico y político, se han producido algunos criterios, se han producido algunas decisiones, o se han producido algunas declaraciones como esta a la que te refieres de retirar no los asesores militares, no se habla de asesores militares, sino de retirar una unidad militar soviética que permaneció en Cuba, por acuerdo entre nuestros dos países, desde la Crisis de Octubre de 1962, la cual originó una serie de contradicciones, e incluso un nivel de irritación y de tirantez en las relaciones soviético-cubanas.

Como resultado de todo el desenvolvimiento de aquella crisis, quedó el compromiso de mantener en Cuba una unidad militar, como una especie de símbolo de la solidaridad de la Unión Soviética, como un elemento de seguridad y como un mensaje a Estados Unidos de que la URSS no era indiferente al destino de Cuba.

Aquella unidad se mantuvo así hasta 1979 en que, por razones de política interna de Estados Unidos, un senador norteamericano —si no me equivoco el senador Church—- que estaba envuelto en una disputa interna, en una lucha electoral, lo sacó a relucir.  Eso era conocido hacía mucho tiempo pero se mantenía de forma discreta, era algo de lo cual nadie hablaba, ni los soviéticos ni los norteamericanos, porque los norteamericanos habían quedado muy satisfechos del resultado de la crisis de 1962 y no querían que surgieran nuevas complicaciones; y nadie mencionaba la presencia de esa unidad militar, hasta que en aquella ocasión, en vísperas de la reunión del Movimiento de Países No Alineados, en La Habana, la disputa del senador Church por un lado, más los intereses del propio gobierno de Estados Unidos en afectar de cierta forma la imagen de Cuba, sacaron a la luz aquella unidad militar, que todo el mundo en Estados Unidos sabía que estaba ahí, y lo sabían hacía 17 años.  Eso es para que tú veas uno de los estilos, de los métodos que usan los norteamericanos.

Los soviéticos consultan con nosotros, porque se ha creado esta publicidad internacional y desean saber cuál es nuestra opinión, y proponían que en vez de hablar de una brigada habláramos de un centro de estudio.

Nosotros inmediatamente analizamos, aun en medio del enorme trabajo de la Conferencia de los No Alineados que se iniciaba con decenas de jefes de Estados aquí, y decidimos advertirles que estábamos en desacuerdo con el cambio de nombre de esa unidad militar y que lo que debía decirse es que era una unidad militar.  Pero ni tiempo hubo de trasmitirles nuestros puntos de vista, cuando ellos, unilateralmente, deciden declarar —era en épocas anteriores, en época de Brezhnev, en época de otros gobiernos que también mantenían relaciones con Estados Unidos y negociaban con Estados Unidos las cuestiones de las armas nucleares, de los problemas nucleares, etcétera— y declaran que aquello es un centro de estudio, en completo desacuerdo con nuestro punto de vista.  De modo que después me vi en una situación embarazosa, cuando llegaban los periodistas a preguntarme y yo decía:  Eso que ahora se ha dado en llamar centro de estudio, es una unidad militar bien organizada, con todos sus medios y una muy buena capacidad de combate.

Nosotros nos negamos terminantemente a admitir que aquello fuera un centro de estudio, nos negábamos a admitir aquel cambio de carácter; aunque, desde luego, para no dejar a los soviéticos en una situación delicada, penosa, lo hicimos de una forma cuidadosa, de una forma sutil, para decir que aquello realmente era una unidad militar y no un centro de estudio.  Por ahí están las declaraciones nuestras en aquel tiempo.
Desde entonces, los soviéticos llamaban Centro de Estudio No.12, lo que fue y continuó siendo una unidad militar de combate.

Sobre eso no se volvió a hablar una sola palabra.  Entonces, realmente, hace algunas semanas, nosotros nos enteramos por los cables de una declaración que había hecho el Presidente de la URSS, en presencia del señor Baker, secretario de estado norteamericano, de que la URSS había tomado el acuerdo de retirar ese centro de estudio, porque todavía ellos siguen llamando centro de estudio lo que es una brigada de combate.

Todo esto fue sin consultar una sola palabra con Cuba, que se entera a través de la prensa, en una conferencia que se da nada menos que en unión del Secretario de Estado de Estados Unidos.

Nosotros consideramos que esa declaración era muy nociva para nuestro país, nos preguntamos cómo podría interpretar Estados Unidos ese mensaje, porque consideramos que tal decisión incrementaba la agresividad y la prepotencia de Estados Unidos, sobre todo, a partir de la famosa guerra del golfo en que Estados Unidos llegó a la plenitud de su prepotencia y de su arrogancia.

A nosotros, con toda razón, nos preocupó mucho aquella declaración inconsulta, sin que mediara una sola palabra de intercambio con nosotros en torno a la cuestión, y declaramos nuestra posición, que eso era negativo, que eso era perjudicial, que estábamos en desacuerdo con aquella decisión de retirar la unidad, y que eso tenía que ser discutido y analizado entre los soviéticos y nosotros.  Esa fue la posición que adoptamos, puesto que consideramos que esto es resultado de acuerdos internacionales, y los acuerdos internacionales son sagrados y no pueden ni deben ser violados, y mucho menos a costa de la seguridad de otro país.

Nosotros planteamos que estaríamos de acuerdo, en todo caso, con que se retirara esa unidad militar y, a la vez, se retirara la Base Naval de Guantánamo, que está ubicada en nuestro territorio contra la voluntad soberana de nuestro país.  Porque, realmente, si hay una base en España y los españoles no quieren, Estados Unidos discute y tiene que respetar la voluntad y la soberanía de España; si hay una en Grecia y los griegos no quieren, tiene que discutir con los griegos; si hay una en Filipinas y los filipinos no quieren, tiene que discutir con los filipinos.  Nadie tiene derecho a poseer una base naval en el territorio de otro país contra la voluntad de ese país.  ¿Por qué tenemos que ser nosotros la excepción?  Dijimos:  Estamos dispuestos a buscar una fórmula, y que la fórmula sea la retirada de la Base Naval de Guantánamo, a la vez que se retire esta unidad militar soviética de Cuba.

Hemos dicho que la unidad tiene un valor simbólico en el sentido de fuerza; pero este símbolo constituye en sí una fuerza real, porque es símbolo de la solidaridad, del apego y del respeto a los compromisos de tipo internacional.  Es solo simbólico, si comparamos la fuerza que tiene esta unidad con la fuerza total de nuestro país, ya que es poca cosa comparado con el volumen de la fuerza total de Cuba, porque no es la época de la Crisis de Octubre.  En la Crisis de Octubre nosotros no teníamos la fuerza que tenemos hoy, y había 42 000 soldados soviéticos en Cuba.  En todo este período se han fortalecido mucho nuestras fuerzas; pero, esa brigada soviética tiene una importancia psicológico-moral-militar, porque es sumamente peligroso que a Estados Unidos le llegue el mensaje de que pueden hacer con nosotros lo que estimen conveniente.

Por eso nosotros, que no queremos crear un problema insoluble con esto, hemos planteado nuestra disposición a aceptar la retirada de esta unidad junto con el compromiso de la retirada de la Base Naval de Guantánamo.  Es la posición que hemos adoptado.

Este es un problema que está en discusión, este problema está en fase de análisis y de intercambios entre los soviéticos y nosotros.  Ahora estamos escuchando la argumentación de ellos; ellos están escuchando la argumentación nuestra.  Es un problema que está bajo análisis, es un problema ciertamente complejo, es un problema ciertamente difícil, pero sobre el cual se habla, se conversa, se cambian impresiones; no es un problema resuelto todavía.

Mario Vázquez Raña.-  ¿Usted cree, señor Presidente, que el retiro o, como usted dice, la tomada decisión unilateralmente, tendrá que ver algo con Estados Unidos para debilitar, o para tener a Cuba más debilitada militarmente, para alguna supuesta idea de Estados Unidos?

Fidel Castro.-
  Es muy difícil conocer la interioridad de las motivaciones para una declaración de este tipo; pero, sin duda, es un hecho real que los problemas económicos y los problemas generales de la URSS son tan serios en este momento, que tienen una gran necesidad de ayuda occidental y de ayuda de Estados Unidos, y que Estados Unidos, de diferentes formas, ha estado condicionando esta ayuda y ha estado ejerciendo una gran presión sobre la Unión Soviética a fin de que cese toda colaboración económica y militar con Cuba.  Este es un hecho claro, real y público, conocido por todo el mundo.  Entonces, no cabe duda de que en esta decisión, a nuestro juicio, han estado muy presentes las presiones de Estados Unidos y sus continuos condicionamientos para promover la colaboración económica con la Unión Soviética.

Esa es nuestra apreciación.  Yo no podría decir que lo han hecho para debilitar.  El resultado puede ser un debilitamiento, sobre todo en el terreno de la seguridad del país, puesto que Estados Unidos, arrogante, prepotente y envalentonado por esta concesión que le hacen, se siente mucho más estimulado a llevar a cabo actos de agresión contra Cuba, ante lo cual, desde luego, la fuerza fundamental siempre será nuestro propio pueblo, nuestra capacidad de lucha, puesto que desde hace mucho tiempo estamos muy conscientes de que nuestra defensa depende, fundamentalmente, de nuestro país y de nuestra capacidad de lucha.  Por eso hemos estado desarrollando nuestra doctrina de guerra, el concepto de la guerra de todo el pueblo, hemos organizado y preparado a millones de personas, y hemos creado las condiciones para que Estados Unidos tenga que pagar un precio impagable, realmente, si intenta invadir nuestro país.  A pesar de eso, nadie quiere una guerra, ni siquiera victoriosa.

A nosotros no nos interesa, en lo absoluto, derrotar a Estados Unidos, nos interesa que haya paz; a nosotros no nos interesa pagar un precio altísimo, como el que tendríamos que pagar para rechazar una agresión militar de Estados Unidos y luchar aun en condiciones del país totalmente ocupado, porque nuestra concepción de la guerra de todo el pueblo va desde el bloqueo total a la lucha en condiciones de ocupación total, o casi total del país.  Pero en este sentido los resultados significan un debilitamiento de la seguridad de Cuba y un aumento de los riesgos de agresión por parte de Estados Unidos, es lo que resulta de todo esto; ya, para hablar de las motivaciones más íntimas, tendría que entrar en el terreno de lo puramente especulativo, pero considero que se ha hecho una gran concesión gratuita, innecesaria a Estados Unidos.  Lo correcto y lo justo sería que se retiraran también las tropas yankis; no es correcto que se vayan las tropas amigas, y se queden las tropas enemigas en nuestro territorio.  Eso es realmente inadmisible.

Mario Vázquez Raña.-
  Señor Presidente, para un punto de comparación.  Todos sabemos que la embajada de la URSS en Cuba era enorme.  Para decir, o para tener un punto de comparación, repito con el retiro de las fuerzas armadas, ¿cómo va el renglón diplomático:  se han retirado, han minimizado la embajada?

Fidel Castro.- 
La embajada soviética es enorme, pero la culpa se la tenemos que echar, en parte, a los proyectistas y a los arquitectos soviéticos.  En ese país, como se sabe, el concepto del gigantismo ha adquirido mucha fuerza, tanto en la construcción de industrias como en las empresas, etcétera, y los proyectistas concibieron una edificación muy grande que incluyera todas las oficinas diplomáticas, en lo posible oficinas comerciales, residencia de los trabajadores; por tanto, es un complejo que comprende no solo las instalaciones de la embajada, sino las edificaciones donde viven muchos de los funcionarios.  Pero aun había muchos más soviéticos en la colaboración civil, en las oficinas comerciales; había un número de soviéticos que no cabían ahí por grande que fuera ese complejo.

Nos tocaron no pocas discusiones con nuestros propios proyectistas y con los planificadores del desarrollo urbano de la ciudad; a no pocos compañeros les desagradaba el proyecto, que tuvo que ser objeto de discusiones y de adaptaciones.  Tú sabes que tú no puedes llegar a cualquier ciudad y establecer cualquier tipo de edificación.  Eso tiene que adaptarse a cierta estrategia del desarrollo urbano, a ciertas tradiciones.

Nos costó trabajo, pero logramos conciliar los criterios.  Luego, el método constructivo era difícil, durante unos cuantos años tuvieron que trabajar duro nuestros obreros para construir esa embajada.

Ahora el número de asesores civiles ha ido disminuyendo, yo diría que en un sentido hasta positivo, porque en muchos casos su colaboración no era esencial, no era sustancial; creo que había un exceso de colaboradores civiles.  Ya se produce también éxodo de colaboradores civiles, como consecuencia de toda esta situación en la Unión Soviética.  Es decir que ha disminuido considerablemente el número de colaboradores civiles soviéticos en Cuba, aunque queda un número importante de ellos.

Sobre el número de funcionarios de la embajada no podemos hablar de una disminución considerable.  Aquí la cuestión fundamental es saber en qué terminarán todas las discusiones que tienen entre ellos, en qué termina la Unión Soviética, en qué termina esta Unión de Estados Soberanos de que hablan ahora, y cómo va a ser representada en el exterior la Unión Soviética, o lo que quede de la Unión Soviética; porque las repúblicas son soberanas y las repúblicas quieren tener representación, como regla, en todos los países con los que sostienen relaciones diplomáticas.

Creo que, según las ideas concebidas hasta este momento —porque tú siempre tienes que hablar hasta este momento, tú no sabes si mañana hay un cambio y pasado hay otro, porque luego resulta otra cosa—, con lo que hay concebido hasta ahora se supone que se mantengan unas relaciones diplomáticas como prerrogativa del gobierno central, la dirección de las fuerzas armadas como prerrogativa del gobierno central, y algunas otras actividades con prerrogativas del gobierno central; pero nadie sabe lo que va a quedar de todo eso.

Con lo que hay hasta ahora, creo que ellos discuten de qué forma, dentro de la misma embajada, van a estar representadas las diversas repúblicas independientes.  Eso es lo que en este momento está en discusión.

Hablan también de reducción del personal diplomático, porque consideran que es elevado.  Siempre se podrá decir que el personal administrativo y el personal diplomático es elevado; nosotros mismos hemos tenido que hacer varias reducciones a lo largo de los años, porque hemos considerado que nuestro personal diplomático es elevado.  Es posible que ellos hagan algunas reducciones lógicas del personal diplomático, pero creo que la clave de la cuestión es en qué forma quedan representadas las distintas repúblicas dentro de una misma sede diplomática.  Esa es la clave de la cuestión.

Mario Vázquez Raña.-  Bueno, a través de todas las entrevistas que he tenido con jefes de Estado en América Latina, he podido percibir la admiración personal que sienten todos por usted, y el deseo de obtener el proceso de integración con Cuba.  Por otra parte, ninguno de ellos parece encontrar el camino adecuado para lograr rápida e interesante esta situación.

¿Cuál fue, por ejemplo, el resultado de la reunión que usted tuvo con el Presidente de México, el Presidente de Venezuela y el Presidente de Colombia, en México, hace unos días?

Fidel Castro.-  Ellos me hicieron el honor de invitarme a una reunión en Cozumel, que no está, como tú sabes, muy lejos de Cuba, y a donde se puede llegar en cuestión de menos de dos horas de viaje desde la Ciudad de La Habana.

La reunión se realizó en una atmósfera muy respetuosa, muy cordial, yo diría amistosa, entre los distintos dirigentes, como se corresponde a las consideraciones que cada uno de nosotros tiene hacia los demás.

Ellos se interesaron mucho por conocer informaciones y noticias sobre nuestro congreso, y nosotros, acerca de este tema, les explicamos con gran amplitud todo lo que habíamos discutido, lo que se había hecho, los temas que habían sido más polémicas, más difíciles.
Recuerdo que les expliqué que, incluso, el ingreso de los creyentes al Partido había sido una de las cuestiones que más se había discutido a lo largo, no del congreso, sino del proceso; porque el congreso se celebra en tres o cuatro días, pero la organización de un congreso se viene discutiendo a lo largo de todo su desarrollo durante más de un año.

Desde el momento en que hicimos el llamamiento para el congreso, ya empezaron los análisis y los debates acerca del congreso en todo el país y en todos los colectivos obreros, en todos los colectivos de trabajadores, con la participación no solo de los miembros del Partido, sino de todos los trabajadores.  Se produjeron decenas de miles de asambleas discutiendo ya el documento del llamamiento, y así se fueron elaborando, tomando en cuenta numerosas ideas.  Incluso, muchas de las cosas que se discutían alrededor del llamamiento, cuando veíamos que existía un consenso sobre ellas no esperábamos al congreso, sino que ya íbamos aplicando algunas de ellas.

Después viene la elección de los delegados; ya esa elección sí se produce por los propios militantes del Partido.  En esta ocasión una tercera parte de los delegados fueron elegidos directamente por las bases, los dos tercios fueron elegidos por las asambleas provinciales, porque se supone tradicionalmente que los delegados a las asambleas provinciales, elegidos por los militantes del Partido, son los que eligen los delegados al congreso; pero nosotros establecimos el método de que una tercera parte fueran militantes elegidos directamente desde la base en aquellos centros de más importancia y prestigio.

Luego, se reunieron las asambleas y ya había un número de materiales elaborados por la Comisión Organizadora como resultado de todas las discusiones previas que se habían tenido, y esos resultados elaborados se enviaban a las asambleas provinciales de delegados, es decir, cada una de las tesis que aparecen en los temas que hemos estado analizando.  En estas asambleas se discutió, durante días enteros, cada uno de los puntos y cada uno de los documentos, hasta las comas se discutían a veces —si esta coma debía ir, qué significaba tal concepto, cómo se interpretaba tal cosa u otra—, y muchos temas adicionales que se incluían en esas asambleas.  De nuevo la Comisión Organizadora tenía que revisar el resultado de todo lo discutido en las asambleas provinciales, y elaborar los materiales definitivos para el congreso con el resultado de todas aquellas discusiones.

Así, mediante este largo proceso se discute, realmente, de forma exhaustiva cada tema; no allí en esos cinco días del congreso; es imposible en cinco días discutir tantos temas y hacer tantas cosas.

Les expliqué el proceso y cómo uno de los puntos más debatidos fue la cuestión relativa al ingreso de los creyentes al Partido; que costó más trabajo que la masa de militantes, sobre todo la masa joven, comprendiera que era una cuestión de equidad, una cuestión de justicia, una cuestión esencial.  Les expliqué los distintos debates, dónde fueron más fuertes, dónde fueron menos, qué fue más fácil, qué fue más difícil; sobre todo, les quise explicar que en el congreso las decisiones que se tomaron no eran decisiones de un solo hombre, no eran las decisiones mías, o los criterios míos, o los puntos de vista míos.

Fíjate que yo cambié hasta el método, no hice un informe central; ese famoso informe central que se suele hacer en los congresos del partido, donde se traza una línea y donde se dice que la dirección del partido considera sobre esto tales puntos, tales cosas; en que muchas veces ya la elaboración, la distribución y la lectura del informe central predetermina muchas de las decisiones, porque es el criterio de la dirección del Partido, entre ellos el criterio de Fidel y de los demás dirigentes.

No hice eso, me referí a la forma en que habíamos trabajado, a todo el proceso mediante el cual se habían elaborado los materiales y se habían discutido las ideas; que no quería hacer un informe, que iba a ofrecer amplia información acerca de nuestra situación económica, de todo tipo de dificultades que estábamos atravesando; que simplemente quería abrir los debates y dejarle a cada uno de los delegados de aquel congreso la más absoluta libertad para que expusiera sus puntos de vista, aun antes de conocer los puntos de vista de la dirección, los puntos de vista que yo pudiera tener, particularmente, sobre esos temas.  Y en general, yo no hablaba en cada uno de los temas; intervine muchas veces, pero solo después de que habían hablado todos los demás.

Claro, como se había discutido tanto, puede decirse que al congreso se llegó con un consenso sobre todas las cuestiones fundamentales; entre ellas, las tres que podían discutirse mucho estaban relacionadas, en  sentido general, con la cuestión de los creyentes, con la cuestión de la apertura económica a las inversiones extranjeras —los fundamentos, la filosofía de esta política—, y las ideas nuevas en relación con las formas de elección de los Órganos del Poder Popular y los cambios que se proponían.

También sobre los Estatutos se discutió bastante.  Había cosas que tenían que ver con el Partido en sí y otras que tenían que ver con la política general del país.  Las que tenían que ver con el Partido en sí eran discusiones que tenían que tener los militantes:  cuál es el papel del Partido, cómo debe desempeñarse ese papel, sus funciones como dirigente de la Revolución, cómo debe impulsarse al máximo el desarrollo y la autonomía de las organizaciones de masas, de los Órganos del Poder Popular y todas esas cuestiones que se discuten acerca del Partido, su vida, sus militantes, su ingreso.  Pero otras cosas eran cuestiones de interés nacional que el Partido no podía decidir sobre ellas, el Partido podía recomendar su punto de vista; no sobre los creyentes, sobre los creyentes es una prerrogativa del Partido, si los admite o no los admite en su seno; pero la cuestión relacionada con el Poder Popular no es prerrogativa del Partido, es sencillamente prerrogativa de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que es la que tiene que hacer las leyes, aprobar las leyes y hacer todas las modificaciones pertinentes.
También quedaban las cuestiones relacionadas con lo económico, criterios, puntos de vista, algunas cosas que venían aplicándose, que corresponden al gobierno central.  Hay cosas que corresponden al gobierno central y a la Asamblea Nacional, aunque en el congreso se discuten políticamente todo tipo de cuestiones.

Les expliqué cómo eran las elecciones en nuestro país, cosa muy importante, porque realmente se ignora.

En lo relativo a la elección directa de los diputados a la Asamblea Nacional, la cuestión es de suma importancia porque de la Asamblea Nacional emanan todos los poderes del Estado.  Hasta ahora la elección de los diputados era por voto indirecto.  Nosotros tenemos la elección directa de los delegados de circunscripción, que son más de 10 000, quienes son postulados y elegidos por los vecinos.  El Partido no postula, esa es una característica exclusiva de nuestro país entre todos los países socialistas; son los vecinos reunidos en las circunscripciones, que son mayores o menores —pueden tener algunos miles de personas si es en la ciudad, donde hay densidad de población; pueden tener algunos cientos de personas si es en una zona campesina con menos densidad de población.  Los vecinos se reúnen en asamblea y proponen los candidatos a delegados de circunscripción, no es el Partido, y puede haber hasta un máximo de ocho candidatos y un mínimo de dos.  Así se eligen los delegados de circunscripción, postulados directamente por la población, que requieren además contar con más del 50% de los votos.  Por ello muchas veces se repite la elección entre los dos con mayor votación.

Después, los delegados de circunscripción son los que constituyen la asamblea municipal, son los que eligen los delegados a la asamblea provincial y son los que eligen los diputados a la Asamblea Nacional, pero se trata ya de una elección de segundo grado.  Lo que hemos establecido ahora es la elección de los delegados a la circunscripción como ahora, los postula el pueblo y los elige el pueblo; entonces, aplicar el mismo procedimiento en la asamblea provincial y el mismo procedimiento en la Asamblea Nacional.

El problema en esto no es cuestión de partido único o pluripartidismo, sino quién postula, y creo que nosotros hemos tenido el privilegio de desarrollar conceptos en que la participación de la población en la nominación de los candidatos es más elevada que en cualquier otro país, lo mismo socialista que capitalista, puesto que en los demás países son los partidos los que eligen a los candidatos. 

Tú sabes cómo es la cosa en la mayoría de los países, lo que está dentro de la ley, lo que está establecido.  El partido designa el orden de los candidatos:  candidato a diputado, fulano, mengano, zutano; es el partido, no es el pueblo.  Después el pueblo vota por los partidos, pero es la maquinaria de los partidos, el aparato de los partidos, son las asambleas de los partidos los que preseleccionan quiénes van a ser senadores, quiénes van a ser diputados, puesto que establecen el orden de las listas.  Así ocurre en gran número de países, en casi todos los países de Europa es así, en muchos países de América Latina es así.  En nuestro caso no es el Partido, es el pueblo, es la población directamente quien postula y quien elige.

Entonces, estos mismos delegados de circunscripción son los que van a postular los candidatos; antes postulaban y elegían al delegado de la provincia, ahora simplemente postulan y eligen el candidato a delegado de la provincia, y es la población la que directamente vota por esos delegados.  Y son estos mismos delegados de circunscripción —según tenemos hasta ahora, son las ideas que estamos desarrollando para aplicar el mismo principio de que el pueblo postule y elija— los que van a postular y elegir los candidatos a la Asamblea Nacional.  Ese es un paso de avance tremendo, puesto que del poder de la Asamblea Nacional emanan todos los demás poderes del país, es el Poder Legislativo, de esa asamblea emana el Poder Judicial, son los que eligen al fiscal, tribunales supremos, órganos superiores, porque a nivel de provincia los elige la provincia y a nivel de municipio los elige el municipio.  Y la Asamblea Nacional es la que elige, tal como está establecido en nuestra Constitución, al Consejo de Estado y al gobierno de la República; de manera que las facultades de la Asamblea Nacional son muy grandes en nuestro país, por eso tiene mucha trascendencia este paso, que hemos dado respecto a su elección directa.

No creo que nuestro sistema haya funcionado malo que nuestro sistema no sea democrático, el de ahora; pero decidimos dar este paso en el perfeccionamiento de los órganos del Poder Popular, y podemos decir que encontramos consenso.

Esto hace la tarea del Partido mucho más difícil, le plantea al Partido la necesidad de un trabajo político todavía mucho más eficiente; que el Partido, como Partido de la Revolución, mantenga el apoyo de las masas, supone el apoyo de las masas, porque sin el apoyo de las masas entonces no tendría la mayoría en la Asamblea Nacional del Poder Popular.

En Cozumel les expliqué a los Presidentes todas estas cosas, muchas de las cuales ellos no conocían en detalle; por ejemplo, nuestro sistema electoral ellos no lo conocían en detalle, ni lo conocen en el mundo; porque en el mundo, tú que eres experto en cuestiones de publicidad, tú que muchas veces has tratado de trasmitir mensajes, tú que muchas veces has tratado de hacer llegar la información a amplias zonas del mundo, sabes con qué enorme competencia te encuentras para hacer que ese mensaje llegue.  Por lo tanto, desgraciadamente no hemos tenido los medios de que estas cosas se conozcan; pero, claro, en una reunión de ese tipo tú tienes oportunidad de hablar y explicar cómo son las cosas.

Sobre todo eso conversamos, nos pusimos de acuerdo, ellos iban a hacer una declaración conjunta.  Sugirieron que yo hiciera una entrevista de prensa, gustosamente acepté; invitaron a todos los periodistas extranjeros residentes en México y hubo dos entrevistas:  la de ellos y la nuestra.  Hubo una declaración de ellos, también tuvieron la amabilidad de pedirnos opiniones sobre la declaración que tenían concertada; no se habló de temas económicos, no se habló ni una palabra de petróleo, no mencioné ni introduje ese tema, puesto que en el mundo se hablaba mucho alrededor de la idea de que yo había ido a buscar petróleo.  Creo que la idea alrededor de la que hemos trabajado es la de que el país sobreviva aun sin petróleo, que eso es todavía mucho más complejo.

Pero he dicho:  Bueno, en la época en que Bolívar inició sus luchas por la independencia no había petróleo, ni siquiera en Venezuela donde después aparecieron yacimientos tan grandes; en la época en que iniciamos nuestra guerra de independencia, en 1868, no había petróleo ni electricidad.  Creo que el reto nuestro es mucho más difícil que buscar petróleo, el problema es cómo el país sobrevive un período de tiempo aun sin petróleo, esa es la cosa.

No iba a ir allí a la reunión de Cozumel con las manos extendidas  pidiendo petróleo, dándoles gusto quién sabe a cuánta gente, y, sobre todo, dándoles la razón a los que creían que ese era el tema fundamental que se iba a discutir en la reunión de Cozumel.

Mario Vázquez Raña.- 
Pero la base fundamental, señor Presidente, de su reunión en la prensa antes de que usted tuviera la conferencia, fue la de que usted iba a solicitar integrar el Pacto de San José; y después de sus declaraciones a la prensa en su conferencia muy amplia, por cierto, hablaba usted de si hacía falta regresar al tiempo de las catacumbas.

Ahí son dos cosas muy importantes:  primero, los medios de información, la expectativa que había tan grande, su presencia en Cozumel; y, en realidad, para concretar, quisiera preguntar, ¿cuál fue la respuesta de ellos, si fue positiva o no esa reunión para usted?  ¿A qué se refiere usted cuando dice regresar, si hacía falta, al tiempo de las catacumbas?

Fidel Castro.-  Esta es la primera a responder, voy a empezar por la última.  Expresaba nuestra disposición de luchar y, si era necesario, con el mismo espíritu de sacrificio y disposición de hacerla y darlo todo de los primeros cristianos, aquellos que por mantener sus ideas, aquellos que por mantener sus doctrinas, aquellos que por mantener sus ideales, sus creencias, tuvieron que vivir en las catacumbas, tuvieron que soportar persecuciones, tuvieron que ser destrozados por los leones en el circo romano, o tuvieron que morir quemados, o tuvieron que morir crucificados.

Quise decir que nuestra determinación y nuestro espíritu de lucha llega hasta la disposición de hacer lo que hicieron aquellos  primeros cristianos de las catacumbas, ese es el sentido que tiene la frase, que estamos dispuestos a regresar a esto.

Para mí la reunión fue satisfactoria, fue un encuentro agradable, un intercambio de opiniones, fue amistosa, fue familiar, fue un contacto más, un acercamiento más y, sobre todo, me reunía con tres personalidades que son diferentes:   me reunía con Salinas, que era el anfitrión; me reunía con Gaviria, el presidente de Colombia —allí estaba García Márquez que estuvo muy interesado en todo esto y es muy amigo de los tres presidentes— y también con Carlos Andrés Pérez, tres personalidades muy diferentes, que dirigen tres países también diferentes.  Cada uno expresó su punto de vista con toda franqueza sobre distintos temas, diversas cosas, situación internacional, etcétera; no creo que deba ser yo quien me ponga ahora a señalar en detalle todos y cada uno de los criterios y opiniones que allí se dieron, pero todo fue en un tono muy respetuoso, muy amable.

Salinas, como siempre, fue excepcionalmente amable.  Todos fueron amables:  Gaviria, Carlos Andrés, pero Salinas, como siempre, repito, fue excepcionalmente amable.  Me ha ocurrido siempre que me he topado con él, desde la vez de la toma de posesión, en las reuniones de Guadalajara, en el ómnibus por el camino, cuando nos sentábamos allá nosotros como buenos colegiales, en ese magnífico instrumento de amistad que es el ómnibus colectivo, donde unos se sientan frente a otros, conversan, bromean y se crea un ambiente muy familiar, muy alegre, al extremo de que yo le recomendé al presidente Salinas en el primer viaje que hicimos de noche, de allí de la comida del Ayuntamiento al hotel, que por qué no se creaba un ambiente así en la reunión; que si lográbamos crear un ambiente tan familiar como el del ómnibus y que todo el mundo hablara con la misma ecuanimidad y espontaneidad que allí, la conferencia sería un éxito.

En todos esos lugares de que te hablo, siempre el Presidente fue extraordinariamente amable, extraordinariamente amistoso; debo hacer un reconocimiento especial a eso, como una cuestión de justicia.  Creo que eso lo ayuda mucho en sus tareas políticas y le impregna a uno la sensación de sentido de equidad, de sentido justo; si uno hace una observación sobre algo que a él le parece justo, no vacila un segundo en admitir lo correcto de esa observación.  Así en ese clima se desenvolvió la reunión.  Él era, además, el anfitrión; el lugar magnífico, muy bonito, con aquellas maravillosas aguas azules y verdes que tienen ustedes entre Cozumel y Yucatán.

Por esto te digo que siempre vienen las apreciaciones subjetivas de cada uno de los que participaron en la reunión.  Me imagino que cada uno de ellos tiene sus opiniones sobre eso; no sé si esperaban más cosas, o menos cosas; en general ya eso es más difícil de saber, pero mi estado de ánimo personal al regresar, fue realmente de satisfacción por todo el clima que reinó, por toda la franqueza con que se habló y por el hecho de que mantuvimos los contactos que realmente es algo de suma importancia y es algo nuevo en las relaciones latinoamericanas.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, en esta pregunta de lo de Cozumel, metió usted cosas muy importantes que ya habíamos tocado al principio de la entrevista.  Voy a permitirme preguntarle algo:  ¿Considera usted que lo que se trató en el Congreso del Partido, hace ya unos días, es un paso agigantado a la democracia en Cuba?  ¿Cree usted que el hecho tan importante de que los diputados nacionales sean electos por el pueblo, sea ya un paso bueno para la democracia en Cuba?

Fidel Castro.-
  Fíjate, Mario, tu pregunta está elaborada a partir de determinadas premisas que no coinciden con las premisas nuestras, puesto que nosotros consideramos democrático nuestro sistema y consideramos que en ninguna otra parte hay tanta participación del pueblo en todo como en nuestro país; por ejemplo:  en la lucha por la defensa del país, de suma importancia; en la lucha por el desarrollo del país, en la lucha por la construcción de una nueva sociedad, en la lucha por el desarrollo económico y social en todos los sentidos.

Nuestro país vive de congreso en congreso, y en esos congresos    —que puede ser congreso de los trabajadores, congreso de los campesinos, congreso de las mujeres, congreso de los Comités de Defensa de la Revolución, congreso de los estudiantes universitarios, congreso de los estudiantes de nivel medio, congreso hasta de los pioneros, acabamos de tener un congreso de los pioneros—, para que tú sepas, se discuten cuestiones que, en buena lid, en teoría, pertenecerían al Partido; en buena lid, en la teoría, son las cosas que se discuten en el Partido.

En todos nuestros congresos de organizaciones de masas y en todos los congresos de nuestros sindicatos, ya no solo del movimiento obrero en general, en todas las principales actividades de esta índole, participa todo el mundo, un día son los maestros, otro día son los científicos, otro día son los médicos, y en todo estos congresos se discuten cuestiones de política nacional y se establecen determinados consensos sobre política nacional.

Como digo yo, la política, en la realidad de nuestra historia, no es una prerrogativa exclusiva del Partido, es una prerrogativa amplísima de las masas, porque las mujeres discuten todo lo que les interesa a ellas, lo discuten, lo defienden y lo aprueban; y cuando en algunos de estos congresos se llega a un consenso sobre alguna cuestión, con toda seguridad tiene el respaldo del Partido y del Gobierno, porque nosotros no vamos a actuar en contra de las aspiraciones o en contra de los intereses de las masas.  Por eso digo que aquí hay una enorme participación.
Nuestro método electoral te lo expliqué, no es de elección directa de los diputados, es de un tipo de elección indirecta de la Asamblea; pero toda aquella gente que eligen a los diputados de la Asamblea Nacional y son los delegados de circunscripción, no los elige la maquinaria de un partido.  Ahora, yo diría que este es más democrático —podemos emplear, si tú quieres, la palabra democrático— en el sentido de que interviene más directamente la masa en la elección.

En muchos países tú sabes cómo es la cosa.  Cómo se eligen los ayuntamientos, por ejemplo, en Europa; en la propia España que tú conoces bien.  Se eligen los concejales, o los miembros del Ayuntamiento, y estos miembros del Ayuntamiento eligen al Alcalde, o al Presidente —yo no sé qué nombre tienen en el municipio español—; en las regiones autónomas se eligen los diputados, y estos son los que eligen al Presidente, en Cataluña es la Generalidad, en Galicia es la Junta, en Asturias —y en esto estoy convirtiéndome en un experto con motivo de las frecuentes visitas que tenemos— es el Principado.  Voy conociendo lo que ocurre en muchos países de Europa, cómo se eligen las autoridades locales y las autoridades nacionales.  Son elecciones de segundo grado, o de tercero, porque el partido confecciona la lista de los candidatos, el orden.  Ya se sabe de antemano el porcentaje de votos que tiene un partido, y se sabe de antemano quién sale y quién no sale.  El elector no tiene nada que ver con el hecho de la postulación y el lugar que ocupa en la lista el candidato; sin embargo, después te eligen el gobierno.
En muchos lugares ni siquiera eligen al jefe de Estado por esos procedimientos, en muchos lugares el cargo de jefe de Estado es hereditario.  ¿Cuántos gobiernos monárquicos tenemos?  En muchos lugares el jefe de Estado lo eligen también los diputados de la Asamblea Nacional.  Así que hay muchos procedimientos y, en cambio, todo el mundo lo acepta como el método democrático de elección.

Creo que nuestro método era democrático.  Nuestro método ahora, con el perfeccionamiento, es más democrático todavía.

Es como te puedo responder la pregunta número uno, que era la que tenía que ver con la elección de los diputados.  Viene ahora la dos, pues había dos o tres temas en tu pregunta.

Mario Vázquez Raña.-  Prefiero hacer la pregunta esa.

Usted sabe lo que quiero a Cuba, lo que quiero a los cubanos y el afecto y cariño que tengo por usted, Presidente, en lo especial.  Ese cariño y ese afecto que tengo por Cuba me dan una autoridad moral para hacerle esta pregunta.

Señor Presidente, estamos viendo que sí es cierto que Cuba, y con este cambio en el Partido, va por un camino democrático, o llamémosle como sea, pero vamos a suponer, ¿cuál es el apoyo de un diputado en el Congreso o en la Cámara cuando no está de acuerdo con algo que pasa?  ¿Quién le da el apoyo para su opinión?

Fidel Castro.-  Es que son inmunes; de acuerdo con la Constitución de la República, tienen absoluta inmunidad legal, como lo tienen los miembros de los Parlamentos en otros países, y ellos pueden tener sus opiniones y las tienen muchas veces.  En la Asamblea Nacional hay veces que un tema se discute durante horas, porque hay criterios a favor y criterios en contra.  Nosotros luchamos, lo más posible, por buscar el consenso, pasa como con los No Alineados.  No nos gusta estar sometiendo las cosas a una votación en que 214 tengan una opinión y 215 otra, porque realmente serían acuerdos en crisis.  Cuando las fuerzas se dividen prácticamente mitad por mitad en cualquier Parlamento, es un acuerdo en crisis, ya que la mitad no está de acuerdo con la medida.

Nosotros luchamos mucho mediante la discusión por buscar el consenso, pero no tenemos la unanimidad —hay algunas cosas en que sí se logra en muchos países la unanimidad; en los mismos parlamentos latinoamericanos hay temas que logran unanimidad, en otros temas están muy divididos— y en ese caso ese hombre tiene absoluta libertad de exponer su punto de vista y su criterio.  Lo hace ahora.  Esto no es resultado de los cambios ahora.  Puede tener más autoridad por el hecho de que lo elijan directamente.

Ahora, aquí hay conceptos que nosotros defendemos mucho, y nosotros les decimos a los diputados que el diputado representa la nación, no la localidad.  Hoy día la mayoría de los diputados son de la localidad.

Mario Vázquez Raña.-  ¿Pero son diputados nacionales?

Fidel Castro.- 
Sí, son nacionales, pero muchos son delegados de base, de circunscripción.  Eso limita el número de talentos, pudiéramos decir, de capacidades que podrían ir a la Asamblea Nacional.  ¿Por qué lo limita en cierta medida?  Porque las obligaciones de un delegado de circunscripción son muy grandes:  tiene que rendir cuenta sistemáticamente a la población, tiene que ocuparse de los mil y un problemas de sus electores allí.

Nosotros les decimos a los ministros y a los dirigentes fundamentales del Estado, del Partido, que no acepten la postulación como delegado de circunscripción.  No vamos a poner a competir al ministro, o a aquella personalidad muy conocida o muy destacada, con el modesto ciudadano que allí los vecinos eligen como delegado de circunscripción, ni disponen de tiempo para ello; hemos hecho todo lo posible para que la mayoría de los diputados de la Asamblea Nacional sean delegados de circunscripción; sin embargo, siempre hay que luchar con una tendencia de que el diputado se olvide de los intereses nacionales, que son los que él debe representar, y esté pensando solo en los intereses locales donde lo eligieron.

Nosotros debemos establecer ciertas proporciones, de modo que cuando se promuevan las candidaturas, no solo se elijan candidatos de la localidad, del municipio correspondiente, sino que puedan ser elegidos también de otros municipios dentro de la provincia, e incluso que puedan ser elegidas personalidades de otras provincias; porque tú te encuentras un director de un centro de investigación, un científico de vanguardia, gente sumamente capaz y, sin embargo, no tenga posibilidad de ser diputado a la Asamblea Nacional porque no es delegado de circunscripción, él no está allí en la circunscripción, ni puede hacerlo.  Es un talento que puede ayudar al país.  Si él está en un municipio de Pinar del Río, aunque sea muy conocido, si hay otros candidatos en el municipio donde está, él podía no tener la oportunidad de ser elegido, y nosotros le damos oportunidad de ser elegido a cualquier ciudadano, lo mismo del municipio donde resida, que si reside en otro municipio, o si reside en otra provincia.

Son las ideas que tenemos con respecto a la elaboración, que es lo más difícil del mecanismo mediante el cual se aplique este principio acordado en el congreso, o recomendado por el congreso.  Esto tiene que ser objeto de muchos análisis en un futuro próximo.
¿Qué queremos con este sistema?  Que mejore la composición de la Asamblea Nacional, que gente todavía más capaces vaya a la Asamblea Nacional, que no exista limitante para que una eminencia pueda ser elegida en un municipio determinado, aunque no resida en ese municipio.  Esas son cuestiones de cómo nosotros introducimos todos estos cambios dentro de nuestro sistema, manteniendo el principio de que el pueblo postula y el pueblo elige.

Mario Vázquez Raña.-  Dos preguntas de este tema.

Uno de los puntos más importantes es este de que estamos hablando.  ¿Cuántos diputados son?  ¿Y cuando la mayoría de los diputados opina o se pone de acuerdo en algo, cómo camina el asunto que los diputados acuerdan?

Fidel Castro.-  Sencillamente es ley de la República aquello que acuerde la mayoría de los diputados.

Mario Vázquez Raña.-  ¿Tienen la fuerza ejecutiva los diputados?

Fidel Castro.- 
Tienen la fuerza de la ley.  La Asamblea no es un órgano ejecutivo.  La Asamblea tiene comisiones, como todas las asambleas; el órgano ejecutivo es el gobierno.  La Asamblea tiene un Consejo de Estado, hasta ahora, elegido entre los diputados, que es el que tiene determinadas facultades cuando no está reunida la Asamblea Nacional, y existe el gobierno que tiene que ser aprobado por la Asamblea Nacional.  Tiene sus comisiones, pero la Asamblea Nacional no administra, lo que queremos es darle una participación mayor todavía a través de sus comisiones en los asuntos nacionales, sin dejar de ser un Estado unitario.

Tú sabes que nosotros no somos un Estado federal, por suerte, y mucha más suerte en estos tiempos donde hay tantas tendencias a la desintegración.  Nosotros somos un Estado unitario, porque somos un país pequeño, con una cultura muy similar, una composición étnica muy similar y, en ese sentido, aquí nunca se dieron esas grandes luchas entre gobierno federal y gobierno unitario, que históricamente se dieron en algunos países, en unos más que en otros.  En estos días he estado preguntándoles a algunos cuál considera más unitario, más federalista, si Venezuela o si Brasil, si México o si Brasil.  Y sobre esto existe una diversidad muy grande de criterios, incluso en la aplicación del principio del Estado federal.  Nosotros no tenemos el Estado federal, desde luego, no tenemos ese tipo de problemas.

Pero a los diputados les inculcamos mucho el principio de que ellos no representan la localidad, porque se pudiera desarrollar el interés egoísta de que estén allí los diputados en la Asamblea Nacional solo defendiendo los intereses de la localidad y nos pase lo de Estados Unidos, donde cada diputado vive pendiente de la vida y milagro de la localidad.  Entonces cada uno está en lo suyo, si la comunidad de donde procede es de origen alemán, él anda preocupado por todos los intereses de la gente de allí; si unos son de una religión, de aquella religión; si son de otra, de otra; si unos tienen industria armamentista, el problema de la industria armamentista es lo que le interesa, los asuntos de la localidad.

Entiendo que un diputado debe ser representante de los intereses de toda la nación y debe preocuparse por todos los problemas de la nación, independientemente de que se preocupe también por asuntos de su localidad, pero lo que debe prevalecer es el interés nacional.  Esa es una educación que hemos tratado de dar a los diputados, frente a la tendencia de considerarse representantes exclusivamente de los asuntos de su localidad, que creo que es uno de los vicios que andan por ahí por el mundo, bastante común y corriente, de los cuales nos preocupamos.  Por eso queremos una educación, una doctrina política en relación con todo esto.  Así que no se trata solo de un método de elección, sino qué concepciones presiden ese método y qué concepciones presiden esa democracia.  Democracia, Mario, tú sabes que es mucho más que simple formalismo; de democracia formal llevamos siglos oyendo hablar y de democracia real, la experiencia ha enseñado que ha habido realmente muy poca.

Mario Vázquez Raña.-  Yo insisto.  Este es el punto más importante de nuestra entrevista.  ¿Y los diputados cuántos son?

Fidel Castro.-  Son alrededor de 500 diputados.  Lo que está establecido es de acuerdo con el número de habitantes, pero si a nosotros se nos hace demasiado grande no caben ni en el Palacio de las Convenciones, tenemos hasta algunos limitantes físicos.  Tú puedes aumentar el número de diputados, tú puedes aumentar el número de electores, de ciudadanos, necesarios para elegir un diputado; pero serán alrededor de 500, medio millar.

Mario Vázquez Raña.- 
Vamos a suponer, si la mayoría de los diputados hacen una recomendación al ejecutivo, ¿qué hace el ejecutivo?

Fidel Castro.-  Bueno, puede hacer recomendaciones porque no es lo mismo recomendación que ley.  Es correcto y a veces hay recomendaciones, no siempre son órdenes, porque desde el momento en que la Asamblea esté dando órdenes al ejecutivo ya es ejecutiva la asamblea, ya no es Asamblea; por lo general, la Asamblea da recomendaciones en lo que se refiere a aspectos administrativos, pero es la que hace y deshace leyes.  Y si dice:  Tal cosa es posible, tal cosa es posible; si no es posible, no.

En materia económica y en muchos de estos temas, la Asamblea puede decidir y tiene que decidir; en muchos de estos temas, en una ley.  Hay cosas que se resuelven por decretos-leyes, o por decretos del Consejo de Estado o del Gobierno; cosas administrativas.  El Presidente de México tengo entendido que goza de un gran número de facultades para tomar decisiones administrativas.

En general los presidentes eligen a los ministros, en Cuba el presidente no elige a los ministros; en general los presidentes eligen a los embajadores, en Cuba el presidente no elige a los embajadores; en general en el mundo los presidentes eligen a los dirigentes de los bancos nacionales, los viceministros primeros, eligen los funcionarios más importantes, en muchos lugares eligen hasta a los gobernadores, en algunos países; en muchos lugares eligen al gobernador de la provincia, en ocasiones han elegido al gobernador del Estado.  Hasta época reciente, los presidentes en Venezuela elegían al gobernador del Estado y era un Estado federal, pero lo elegía el presidente.  En Cuba el presidente no tiene ninguna de esas facultades.

El presidente incluso puede hacer algunos decretos, hay decretos, decretos-leyes y leyes, como ya dije.  El Comité Ejecutivo puede hacer decretos, ni siquiera lo hace el Presidente del Consejo de Estado, es el Comité Ejecutivo el que hace un decreto-ley.  Es decir, hay un organismo colectivo allí, colegiado.  El Consejo de Estado puede hacer decretos-leyes, una diferencia, tiene más categoría un decreto-ley que un simple decreto; ahora, ese decreto-ley del Consejo de Estado tiene que ser aprobado después por la Asamblea Nacional en la próxima sesión.  Y la Asamblea Nacional, que tiene la máxima categoría, hace leyes y también puede hacer algunas reformas a la Constitución, no todas; determinadas reformas ya tendrían que ser sometidas a consulta popular.

Mario Vázquez Raña.- 
Por una iniciativa del Presidente de la República puede elegir el pueblo.

Fidel Castro.-  Bueno, la iniciativa hay que llevarla a través de la Asamblea, desde luego; entonces, es la Asamblea la que convoca a una consulta nacional, y están establecidos los mecanismos.  Quiere decir que nuestra Constitución puede ser modificada en cierto grado por la Asamblea Nacional, de  acuerdo con nuestra Constitución, y hay cuestiones y materias que por su carácter tendrían que ser resueltas en una consulta de tipo nacional.  Desde luego, para hacer una consulta de tipo nacional debe ser convocada por la Asamblea Nacional.

Mario Vázquez Raña.-  Aquí lo que había quedado:  después de su explicación, ¿qué opinaron los tres jefes de Estado en esa reunión?

Fidel Castro.-  Ya te dije que no me parecía correcto que entrara en detalles sobre la opinión de cada uno de ellos.

Tengo la impresión de que a ellos les agradaron estas cosas que hicimos.  Todo esto que se relaciona con la apertura económica, elección directa de los diputados, de los creyentes, muchas de estas cosas les agradaron.

No te puedo decir, o asegurar, que no hubiesen deseado más cosas todavía, o que les hubiese agradado más cosas, que nosotros adoptáramos otros métodos; es decir, lo que puedo decir es que les agradaron los cambios que hicimos.  Si estos cambios los satisfacen plenamente o no, ya es otra cosa.  Pienso que no, porque en el mundo hay muchas presiones, muchas ideas, mucha confusión; incluso, hay una gran confusión sobre lo que se entiende por democracia, digamos, que no se acaba de poner de acuerdo el mundo con lo que se tiene, y, llaman incluso democracia al sistema norteamericano.  Yo tengo mis opiniones sobre el sistema norteamericano.

En Estados Unidos la mitad de la gente no va a votar, mira tú qué respeto sienten por la Constitución, por las elecciones, por los partidos, qué nivel de confianza tienen que más de la mitad de la gente prefiere irse a la playa el día de las elecciones, o prefiere irse al cine.  Nosotros tenemos un pueblo educado que no desprecia de esa forma lo que son unas elecciones; y en nuestras elecciones, sin ser obligatorio votar para elegir a estos delegados de circunscripción, que son los que eligen todos los demás poderes del Estado, siempre ha participado más del 95% de la población.  En Estados Unidos no va ni la mitad, tienen dos partidos muy parecidos, casi iguales, con la misma doctrina, con la misma filosofía económica.

Las elecciones en Estados Unidos tú sabes que cuestan una cantidad de dinero bárbara, tienen que reunir cientos de millones de dólares; un minuto por la televisión vale no sé cuánto, existen los llamados métodos subliminares, o no sé cómo, porque no soy especialista en eso, mediante los cuales una palabra repetida 20, 30 veces, hace actuar, incluso, sobre el subconsciente del hombre.  De modo que en la democracia norteamericana y en muchos lugares similares, ni siquiera el subconsciente pertenece al hombre, sino que el subconsciente está influido por esa cosa que se llama publicidad, propaganda, mensajes que llegan de formas muy diferentes, y a todo eso le llaman democracia.
Nosotros hemos procurado que nuestras campañas electorales se basen en el expediente, el prestigio, la autoridad, los conocimientos, los méritos y la capacidad de la gente; ese es uno de los problemas más importantes, porque si no quien tiene dinero hace campaña y quien no tiene no hace campaña.

Ese es uno de los puntos principales, cómo deben ser las campañas de tipo electoral.  Sabemos lo que ocurre en Estados Unidos.  Al Presidente lo eligen por el 25% de los votos y después ese presidente hace lo que le da la real gana, como regla, en muchas cosas; no te voy a decir que en todo, pero puede declarar la guerra y puede desatar la guerra nuclear.  ¿Puede haber cosa más importante que la guerra nuclear en el mundo de hoy?  ¿Puede haber cosa más importante que la supervivencia de la humanidad?  Un presidente de Estados Unidos puede poner en riesgo la supervivencia de la humanidad.  Si se vuelve loco antes de que lo descubran, anda con su maletica y los secretos nucleares esos, y puede hasta declarar una guerra nuclear sin consultar con nadie, mira qué cosa esa.

A lo mejor sobre un impuesto a la cerveza, el Presidente de Estados Unidos no puede hacer gran cosa; pero sobre un montón de cuestiones fundamentales y vitales para la nación actúa unilateralmente.  A los ministros los elige él; algunos de ellos tiene que consultar con la comisión senatorial si se lo aceptan, el jefe de la CIA, algunas consulticas de ese tipo.  Los embajadores, los funcionarios principales, ¿quién los elige en Estados Unidos?  El Presidente de Estados Unidos tiene más poder que un emperador romano.  He leído algo de la historia antigua y de la historia de los césares, y el Presidente de Estados Unidos tiene más poder que un César.

Nerón pudo incendiar Roma —dicen o lo acusan de que pudo encender Roma—, pero Nerón no podía incendiar el mundo; más allá de las casas de Roma no podía quemar gran cosa.  Un presidente de Estados Unidos puede quemar siete veces el mundo con la cantidad de armas nucleares que posee.

Por eso es cuestión de concepto qué es democracia, qué no es democracia, qué se entiende más democrático o menos democrático; sobre todo esto se puede estar discutiendo mucho tiempo.

Mario Vázquez Raña.- 
Yo quiero hacerle otra pregunta, la hice y no la contestó usted, cuando yo dije si la mitad de la Asamblea pide, decide algo y se lo lleva al ejecutivo, ¿qué hace el ejecutivo?

Fidel Castro.-
  Cuando decide algo tiene que acatarlo, te lo puedo responder.

Mario Vázquez Raña.-  Es muy importante, porque en el congreso hay una gran democracia.

Fidel Castro.-
  Sobre la cuestión de la decisión yo te expliqué la diferencia de funciones de cada uno.

El primer gran poder de la Asamblea es hacer las leyes.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, insisto en esto porque es uno de los puntos más importantes de los últimos años para la democratización en Cuba.  Si la mayoría de la Asamblea recomienda al ejecutivo alguna cosa importante, ¿qué hace usted como ejecutivo en ese caso?

Fidel Castro.- 
Tú me hablas de recomendación, y puede ser estilo de la Asamblea la recomendación, porque la Asamblea tiene que debatir, a veces, temas muy complejos.  A veces acuerda:  si hay posibilidades, si hay recursos para esto, o cuando se pueda resolver este problema, resolver este problema; en muchas de esas cosas la Asamblea hace recomendaciones, porque de lo contrario estaría dando órdenes directas al ejecutivo.  Esa es una de las facultades, hacer recomendaciones; pero lo fundamental es hacer leyes y las leyes de la Asamblea son de obligatorio acatamiento.

Incluso, si la Asamblea ordena algo es una ley, simplemente no tiene más que darle forma de ley:  Ordeno tal y más cual cosa, y eso tiene que ser acatado sin discusión de ninguna clase.  Ella puede hacer recomendaciones, pero puede imponer decisiones, y las impone a través de sus facultades, convirtiendo cualquiera de esas decisiones en ley, lo ordena, y se acabó.  Eso es facultad de la Asamblea.

Jimena Saldaña.-
  Varias naciones latinoamericanas se han ofrecido pública y privadamente para actuar como mediadores y salvar la crisis de relaciones entre Cuba y Estados Unidos.  No son pocos los presidentes que se han ofrecido para ello y algunos, incluso, no han resistido el placer de proponer algunas soluciones.  ¿Cuál es la respuesta cubana a todas esas ofertas de mediación?

Fidel Castro.- 
En primer lugar, nosotros agradecemos muchísimo todo interés que se tome cualquier dirigente latinoamericano en ayudar a resolver esta diferencia entre Estados Unidos y Cuba, en encontrar una paz entre Estados Unidos y Cuba, una coexistencia entre Estados Unidos y Cuba; así que nuestra primera reacción es, realmente, de gratitud hacia todos aquellos que muestran un interés de este carácter.
Ahora, las posibilidades de cualquier presidente latinoamericano son muy limitadas para lograr un resultado real en una mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.  Claro, no digo que no influyan, todos tienen su influencia en mayor o menor grado.  Hay presidentes, como el de México, que tienen mucha más influencia que otros en dependencia de los recursos objetivos, del tamaño del país.  En dependencia de factores objetivos, hay países que influyen mucho más que otros; también en dependencia de factores subjetivos.  A veces hay dirigentes latinoamericanos que hacen mejores relaciones con los dirigentes norteamericanos, unos más que otros.  Las circunstancias no son iguales, todos pueden influir de una manera o de otra, unos más que otros; pero chocan con la realidad tremenda que es la arrogancia y la prepotencia de Estados Unidos.

A Estados Unidos le gusta decirles a los demás lo que tienen que hacer y lo que deben hacer, como regla, y todos los días se lo están diciendo; eso lo sabemos nosotros y lo sabe todo el mundo, porque tenemos amigos en todas partes, y los amigos más o menos conocen, muchas veces, qué quiere Estados Unidos, qué ha planteado, qué ha exigido, y está constantemente enviando mensajes y haciendo presiones; sin embargo, no les gusta en absoluto que les digan a ellos lo que debieran hacer o cómo debieran actuar, esa es la gran realidad.  Se sienten con toda esa arrogancia de una enorme potencia y no sienten suficiente respeto por los países más pequeños.  Eso lo han hecho montones de veces.

Hay ocasiones en el Consejo de Seguridad en que 14 países han tenido una opinión sobre un problema, y Estados Unidos lo veta, usa el derecho del veto.  A veces, en Naciones Unidas el 90% de los países han tenido opinión sobre un problema, han votado —quiere decir que han expresado el sentimiento de su gobierno— y ellos no les hacen el menor caso a esas opiniones de la Asamblea General de Naciones Unidas.  Por eso te digo que las posibilidades de dirigentes políticos individuales son mínimas para poder influir en una cuestión como esta.
De todas formas, a pesar de eso, aprecio mucho y siempre agradezco todos los gestos de esta naturaleza a los cuales tú te has referido, y nunca me opongo a que trabajen en esa dirección.

Jimena Saldaña.- 
En términos generales, la opinión que se recoge con los líderes del sandinismo en Nicaragua y de la guerrilla de El Salvador, es que la paz es posible obtenerla porque la presión de Estados Unidos hacia esos países ha disminuido; califican al gobierno de George Bush como menos ideológico que el de Ronald Reagan y, por tanto, menos difícil de conseguir un acuerdo negociando.  ¿Cree usted que con Bush en la Casa Blanca habría más posibilidades de que terminara el bloqueo a Cuba de las que hubo con Ronald Reagan?

Fidel Castro.-  Creo que la paz en Centroamérica es el resultado de un desarrollo y de cambios políticos, y no se puede decir todavía, desgraciadamente, que haya totalmente paz.

En la situación interna de Nicaragua, hubo una gran intervención de Estados Unidos que organizó la guerra sucia, violó realmente todas las normas internacionales; usó, incluso, el narcotráfico y dinero del narcotráfico para suministrarles armas a los que se oponían a los sandinistas; violó las leyes de Estados Unidos a través del famosísimo incidente de Irán y de los fondos provenientes de armas suministradas a Irán para comprar armas para la oposición.  Así que ahí hubo una enorme intervención de Estados Unidos, un bloqueo económico que arrojó determinados resultados que les hicieron perder la mayoría a los sandinistas; eso fue lo que ocurrió.

Luego hemos tenido, realmente, un gran sentido de responsabilidad por parte de los sandinistas en la búsqueda de la paz, pero aún así no se ha alcanzado totalmente la paz, porque hay contras, recontras, compas, recompas, en fin, ha surgido hasta una terminología nueva con relación a la situación interna, y hay conflictos, puesto que algunos sectores del gobierno se proponen barrer todo lo que quedó allí de la reforma sandinista, y los sandinistas se resisten.

Creo que esa es la situación:  hay una evolución, pero esto fue anterior a Bush; realmente, Bush no tiene nada que ver con la evolución de los acontecimientos, por lo menos, en Nicaragua.

Lo único real es que no han ayudado a esos países, todos esperaban que los ayudaran y no ayudaron a ninguno.  Incluso ha invadido a Panamá, no ha sido capaz de ayudar a Panamá; hizo la guerra sucia en Nicaragua, no ha sido capaz de ayudar a Nicaragua, y en El Salvador creo que lo que está ocurriendo es el resultado de la lucha del pueblo, de los tiempos nuevos que se están viviendo y de la colaboración de mucha gente; es decir, mucha gente ha tratado de buscar la paz en El Salvador, tomando en cuenta que llevan 10 años de lucha sangrienta en ese país.  Naciones Unidas ha trabajado, el Secretario General de Naciones Unidas ha trabajado, el enviado especial del Secretario de Naciones Unidas ha trabajado mucho; creo que esas personas tienen un gran mérito.  Los gobiernos de América Latina han trabajado en esa dirección.  De manera que el logro de la paz en El Salvador, a base de concesiones mutuas que han hecho las partes, es algo en lo cual tiene mérito mucha gente.

Posiciones intransigentes lo debilitaban, pero un día se convencieron de que no iban a aplastar hasta el último revolucionario y que no había otra salida que buscar la discusión, la negociación y la paz, y tengo entendido que han avanzado considerablemente en ese terreno; es un hecho que nosotros vemos realmente con mucha satisfacción, pero no son méritos de Bush.

Hay quienes dicen que Bush es más pragmático que Reagan; no hay duda de que Reagan era muy ideológico, pero Bush está gozando de un poder mayor porque en época de Bush es que se produce el desmerengamiento —como le llamo— del campo socialista y de la Unión Soviética, resultado de un largo proceso en el cual la guerra fría jugó un papel no poco importante, en el cual el gasto armamentista de la Unión Soviética jugó un papel no poco importante, y un conjunto de otros factores que no es el momento de analizar.

Pero Estados Unidos está viviendo su momento de más poder, de más prepotencia, de más arrogancia, en realidad, y todo eso influye mucho en la política de Bush.  En algunas cosas actúa con odio; hacia Cuba siente, por alguna razón, especial odio.  Serán los treinta y tantos años que llevamos resistiendo, será el heroísmo de nuestro pueblo, la valentía de nuestro pueblo; será el hecho de que nuestro pueblo, aun en circunstancias tan difíciles, se mantenga firme; será influencia de la gusanera, influencia de los elementos más reaccionarios dentro de la comunidad cubana que tienen recursos, dinero, hacen lobby y, en fin, un conjunto de factores, los que pueden influir en el presidente Bush.
Hay otra cosa, en el primer mandato siempre estos presidentes son mucho más cuidadosos porque están esperando el segundo período para hacer cosas, ya que están pendientes unas elecciones, hay que ver la opinión pública, y la opinión pública ha sido formada, ha sido intoxicada, ha sido envenenada sobre determinados temas.  Ellos son esclavos de todo eso que han creado, de todo eso que han hecho.

De modo que no sé cuál es el sentido práctico de Bush, si es menos ideológico; aunque se manifiesta con un acento ideológico muy fuerte en estos momentos, puesto que proclama la hegemonía de Estados Unidos por mucho tiempo, quizás por siglos, el triunfo definitivo y final de todas las ideas, del neoliberalismo, etcétera.  No podemos afirmar categóricamente que no sea un presidente con un gran acento ideológico en sus pronunciamientos, aunque a veces da la impresión de ser menos ideológico que Reagan.

Pero Reagan, a pesar de todo su mucho ideologismo, llegó a algunos acuerdos con nosotros, por ejemplo, el acuerdo migratorio.  Nunca se sabe.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, recientemente entrevisté al comandante Joaquín Villalobos, dirigente de la guerrilla salvadoreña.  Como usted sabe, ellos han llegado a un acuerdo marco para dar por terminada la guerra o la guerrita, por decir así.
Durante muchos años se acusó a Cuba de ser el auspiciador de este movimiento, y no falta quien diga que la guerrilla ha perdido terreno porque Cuba ya no puede ayudarle.  ¿Cuál es su verdadera verdad —que sé que la va a decir— al respecto?

Fidel Castro.-  Lo de ser auspiciadora es una cosa, tiene una connotación determinada.  Es diferente apoyar que auspiciar, y nosotros hemos dado apoyo a estos movimientos revolucionarios como regla; por lo general les hemos dado apoyo, y siempre vimos con mucha simpatía este movimiento revolucionario en América Latina en general y en Centroamérica en particular.

Eso nace de una época en que estaba todo el mundo en guerra con nosotros, en que todo el mundo se unió a Estados Unidos para bloquearnos, para hundirnos y para liquidar a la Revolución Cubana, y nosotros nos sentíamos en la obligación también de luchar contra todos aquellos gobiernos que participaban de la hostilidad contra Cuba y del bloqueo contra Cuba.  Si aquellos gobiernos querían que desapareciera la Revolución, nosotros, naturalmente, queríamos que desaparecieran  aquellos gobiernos.  Si aquel sistema quería que desapareciera nuestro sistema, es natural que nosotros quisiéramos que desapareciera aquel sistema.

También hay su influencia ideológica que ha sido propia de todos los revolucionarios en todas las épocas y además de todos los reaccionarios; en general, la tendencia es a desear que sus ideas se divulguen y avancen por el mundo, y no solo de los revolucionarios, hasta de los religiosos, porque en el mundo no solo se han creado partidos políticos, se han formado religiones que poseen una tremenda fuerza.  Así tenemos, por ejemplo, el judaísmo, que fue primero que otras; tuvo fuerza en la antigüedad y tiene todavía fuerza.  Después nació el cristianismo, alcanzó enorme fuerza en el mundo; después la religión musulmana, que tiene igualmente enorme fuerza; y sería correcto decir que hubo otras, incluso, anteriores al cristianismo y hasta al judaísmo; las religiones hindúes, por ejemplo, muy antiguas también y de gran influencia.

En general, el sentimiento de los religiosos era que sus ideas y sus creencias se extendieran.  Del mismo modo, en general, el sentimiento de los revolucionarios es que sus ideas se extiendan por considerarlas más justas.  De igual modo el sentimiento de los movimientos políticamente más reaccionarios, como aquellos que eran enemigos de la liberación de los esclavos, como aquellos que eran partidarios del feudalismo, en aras de sus intereses deseaban que su sistema se considerara modelo.  Las monarquías absolutas aspiraban a que sus ideas se consideraran modelo y se extendieran por todas partes; la Revolución Francesa quiso llevar sus ideas a toda Europa y a todo el mundo, y las llevó en buena parte; Bolívar quiso llevar sus ideas revolucionarias y de integración de toda la América Latina y las llevó en gran parte; los bolcheviques quisieron llevar sus ideas revolucionarias a muchas partes y las llevaron.

Esa es una característica general, y nosotros también estuvimos influidos por ese factor, independientemente de lo que te cuento de que había una lucha de vida o muerte, había una lucha por la supervivencia.

También es cierto que se han producido muchos cambios en América Latina con relación a Cuba en los últimos 20 años, cambios notables, considerables, en lo cual México jugó un papel muy importante porque fue el ejemplo.  Fíjate que México fue el único país que no rompió relaciones con Cuba, que no se unió al bloqueo, y no hay nadie que en México pueda decir que nosotros hayamos auspiciado, promovido o, incluso, apoyado movimientos de lucha contra el gobierno.

Nosotros hubiéramos podido vivir perfectamente en paz a pesar de nuestras ideas y de nuestras doctrinas, a pesar de nuestro deseo de que el mundo cambiara.  Nosotros siempre proclamamos y siempre hemos estado dispuestos a vivir en paz con todos, porque siempre sosteníamos también el principio de la coexistencia pacífica, que no es un invento  nuevo, estaba dentro de las ideas del marxismo-leninismo, estaba dentro de las ideas de Lenin la cuestión de la coexistencia pacífica, estaba dentro del pensamiento revolucionario.  Nosotros nos acogíamos también a esa idea, y si a nosotros nos hubieran dejado en paz, hubiéramos podido vivir en paz con los demás, y lo demuestra el hecho de que cuando se produjeron cambios y muchos países latinoamericanos, muchos gobiernos, más que países, quisieron vivir en paz con Cuba encontraron en Cuba abiertas las puertas de la paz.

Esa es una realidad que no la puede negar nadie, y lo demuestran las relaciones con numerosos países de América Latina, que no le pueden hacer a Cuba la menor imputación sobre la cuestión de auspiciar o promover movimientos, apoyar movimientos violentos.  Esa es una realidad de hoy que se ha ido produciendo.  Es cierto que en determinado momento hubo numerosos movimientos revolucionarios, pero nosotros no hemos traicionado a nadie en aras de nuestros propios intereses; nosotros hemos dejado que los acontecimientos sigan su curso natural.  El curso natural que siguió fue el de la desaparición de la hostilidad, el curso natural fue el desarrollo de las relaciones con Cuba, el curso natural fueron los cambios políticos internos dentro de esos países; el curso natural fue un  proceso de democratización en muchos de esos países, que es lo que ha estado hasta este momento prevaleciendo; y ese curso natural de los acontecimientos facilitó también, de modo extraordinario, los cambios y la política de Cuba con relación al resto de América Latina, y espero que algún día sean el tipo de relaciones que tengamos con todos los gobiernos de América Latina y del Caribe sin excepción.  Aspiramos a que esa sea nuestra política de paz, de respeto y de coexistencia pacífica, independientemente de las diferencias ideológicas.

No hemos abandonado a nadie.  Unos movimientos tuvieron éxitos, otros no tuvieron éxitos; unos avanzaron, otros retrocedieron, ha habido de todo; pero eso ha sido responsabilidad de cada movimiento, porque siempre fuimos muy respetuosos, nunca intentamos dirigir a esos movimientos revolucionarios.  Siempre fuimos muy respetuosos de sus soberanías y sus prerrogativas.  Tú mencionaste a Villalobos. 

Villalobos puede dar testimonio, por los largos años de relaciones nuestras con ellos, durante muchos años, de cómo respetábamos siempre sus puntos de vista, sus criterios, y cómo nunca tratamos de ejercer un papel hegemónico o dirigente de ese movimiento.  Creo que si las relaciones fueron buenas con los revolucionarios es porque ellos vieron que siempre los respetamos, porque todo movimiento revolucionario empieza por ser muy celoso de sus prerrogativas y de su independencia, y cometería un gravísimo error quien intentara dirigirlos.  Por lo tanto, cada uno de ellos ha decidido su destino, los pasos fundamentales, y siempre han encontrado en nosotros comprensión y respeto.

De modo que lo que ha habido es cambio en América Latina, por lo que pudiera decirse que estos movimientos revolucionarios en cierta forma han tenido éxito.  Si se habla de democratización no podría decirse que esa democratización se exportó de Estados Unidos y se impuso, porque lo que se exportó de Estados Unidos fueron los métodos de la CIA, las técnicas sofisticadas de tortura.  De eso hablan los libros, de eso habló bastante la prensa, de eso habló el cine.  Eso lo sabemos, exportó los métodos de represión y exportó los golpes militares.  Si algo ha exportado Estados Unidos son golpes militares y gobiernos reaccionarios y no democracia, y si algo puede haber quedado, o puede ser resultado de la lucha de los propios pueblos latinoamericanos, son los niveles de avance que se han alcanzado hoy en el terreno de la democracia, de lo cual nos alegramos mucho y lo cual, a mi juicio, nos beneficia.

Yo planteé, incluso, en determinado momento, sobre todo a raíz de la cuestión de la deuda, que el problema número uno —y esto fue en 1985—, a mi juicio, ahora, no era construir el socialismo en América Latina, sino crear las condiciones de desarrollo de nuestros países, porque sin esas condiciones no habría siquiera las premisas para tratar un día de establecer un régimen de distribución social más justo.  Esa idea la he planteado durante varios años, no ponía, en primer lugar, la revolución social.

Esto de una manera más clara, como una conclusión a la que llegué con más claridad en los años 1984 y 1985, cuando la gran crisis de la deuda externa, en que analicé de manera objetiva la situación de nuestros países y la crisis general del mundo, y planteaba no la división en el seno de nuestros pueblos, sino la unión para resolver el problema de la deuda, para crear las premisas del desarrollo; y planteaba no solo la unidad en el seno del pueblo, sino también la unidad entre los pueblos como factores indispensables.  Y aquí en La Habana, en el año 1985, tuvimos reuniones con estudiantes, obreros, campesinos, mujeres, jóvenes, personalidades políticas de todo tipo, dirigentes culturales, científicos, religiosos, empresarios; las más variadas categorías de personas vinieron a nuestro país, incluso representantes de gobiernos, y no nos vieron a nosotros en aquella época —que no es esta, pues Cuba no tenía las dificultades que tiene hoy— predicando la división, sino la unión en el seno de cada país.

Yo decía que más importante que los cambios sociales ahora, es crear las condiciones para el desarrollo de los países —está por ahí en muchos pronunciamientos—; más importante es unirse.  Aquí estábamos predicando no la guerra entre sectores, sino la unión entre los sectores; estábamos predicando, además, la unión entre los países, y no solo la unión entre los países de América Latina, sino la unidad de acción entre los países del Tercer Mundo para ganar la batalla de la deuda.

Y no fue poco lo que Cuba hizo.  No es despreciable o subestimable, incluso, lo que la posición de Cuba influyó en esa batalla contra la deuda, y en que se hicieran algunos cambios y algunos aliviamientos de esa situación, que todavía está por resolverse; porque hoy, más que nunca y en los momentos de más prepotencia, de arrogancia y de poder de Estados Unidos, están por resolverse los problemas del subdesarrollo y los problemas del hambre y la pobreza del mundo, unidos a la cuestión del crecimiento excesivo de la población, deterioro del medio ambiente, cambio de clima y todos estos fenómenos nuevos, que se han unido a los viejos que el mundo venía padeciendo.

Yo tengo ahí un reloj que me regaló una institución de Naciones Unidas, que habla del número de habitantes con que crece la Tierra cada minuto que pasa, cada hora.  Es una cosa impresionante cuando usted sabe también los datos de cuánta tierra se pierde y se erosiona, de cuántos lugares se convierten en desiertos, de cuántos bosques desaparecen, de cuánto se contamina todo.  ¡Es tremendo!
Así que el mundo tiene mayores problemas que este.  No estamos en una situación en que hay un país que se llama Cuba que tenga grandes problemas.  Hay un planeta, que se llama Tierra, que tiene los problemas que no ha tenido jamás.

Nosotros hemos sido conscientes de estos problemas; en los organismos internacionales hemos trabajado para encontrarles soluciones, y en América Latina hemos predicado la paz, a pesar de eso, de que sí, como expliqué, más que promover, apoyábamos y deseábamos los cambios revolucionarios; a veces era una regla casi generalizada, con excepción de México; eso es verdad, no lo negamos.

Tú me dijiste que te dijera la verdad y, como suelo hacer no solo contigo, a quien respeto y con quien mantengo sinceras y profundas relaciones de amistad, sino hasta con los periodistas, que no tienen esos sentimientos de amistad hacia nosotros, no diré una mentira nunca.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, hablando de esas épocas, de esos mundos, ¿hasta qué grado le ayudó el Che Guevara para auspiciar esa idea que usted comentaba hace un momento?

Fidel Castro.- 
Pudiéramos decir que fue a la inversa, porque fuimos los primeros en conquistar al Che para que viniera con nosotros a luchar.
Ahora, ya él tenía ideas revolucionarias claves que nosotros compartíamos.  En aquella época, y antes de esa época, se dieron movimientos fuertes en América Latina; esos movimientos giraban alrededor de la lucha por la independencia de Puerto Rico, en los años de Albizu Campos, que yo como estudiante apoyé, y junto a los estudiantes organicé fuertes movimientos de masa, de apoyo a Albizu Campos y al movimiento de independencia de Puerto Rico, antes de que yo fuera marxista-leninista.  Existía el movimiento en pro de la democracia en Santo Domingo, cuando estaba Trujillo allá hacía un montón de años, y participé como estudiante en la organización de un movimiento de apoyo.  Conocía a casi todos aquellos dirigentes y participé —algo más, no me limité a predicar con la palabra— en la expedición que tenía como objetivo derrocar a Trujillo, cuando yo apenas tenía 20 años, y me enrolé allí con una gran decisión; íbamos a llevar la libertad con las armas en la mano, tal como la llevó Bolívar a muchos lugares.

Luchábamos por la devolución del canal a Panamá —te estoy hablando de aquella época—; luchábamos por la devolución de las Malvinas a Argentina; luchábamos por la desaparición de las colonias en América Latina —estaban incluidas todas las colonias en América Latina—; luchábamos por todo esto y, por supuesto, contra las dictaduras militares.

Antes de ser marxista-leninista yo estaba involucrado en una lucha en favor de la democracia, en favor de la revolución en esos países.  De modo que ya eran mis ideas.  Me encuentro con el Che, que acababa de salir de Guatemala, donde vio el esfuerzo guatemalteco en favor de la justicia social, y donde pudo apreciar que una ley de reforma agraria se convirtió en motivo de una guerra sucia y de una intervención de la CIA en el derrocamiento de Arbenz.  Lógicamente, aquello dejaba al Che lleno de deseos de que algún día triunfara la justicia.

Mario Vázquez Raña.-  ¿Derrocamiento de quién?

Fidel Castro.-  De Jacobo Arbenz, del gobierno revolucionario en Guatemala.

Él tenía deseos de eso.  Nosotros también los teníamos.

En esa época estaba Pérez Jiménez, creo, en Venezuela; estaba el gobierno de Armas, un gobierno que organizó la CIA en Guatemala; había otros gobiernos militares, en El Salvador y en todos esos países.

En aquella época conocimos a muchos revolucionarios, cuyas aspiraciones compartíamos.  A Carlos Andrés Pérez lo conocí en aquella época y compartíamos el ideal del derrocamiento de Pérez Jiménez y de la dictadura en su país.  No sé si Rojas Pinilla estaba en esa época, pero compartimos con muchos de los políticos de hoy las ansias revolucionarias de América Latina y de los cambios de gobierno; lo que pasa es que algunos hoy son gobiernos y tal vez ni se acuerden mucho de aquellas cosas.

Nosotros invitamos al Che y el Che vino encantado, pero traía sus ideas y nosotros compartíamos esas ideas.  Creo que en ese sentido podríamos hablar, con justicia, más bien de una influencia recíproca que de una influencia unilateral.

El Che cuando se enrola con nosotros —fíjate si era previsor qué sentido tenía; era optimista, además, porque en esa guerra el Che se jugó la vida muchas veces y solo de milagro sobrevivió—, cuando se compromete con nosotros, me pide una sola cosa:  cuando fuera a volver a hacer la Revolución en su país, que no surgiera ninguna razón de Estado que le prohibiera o le impidiera que él pudiera llevar a cabo ese objetivo.  Nosotros le dijimos que sí, que le daríamos la libertad.  Esto, antes de salir de México para acá.

Mario Vázquez Raña.-  ¿Estaba Perón?


Fidel Castro.-  En ese momento creo que ya se habían producido cambios, porque estamos hablando de fines de 1955, principios de 1956.
Mario Vázquez Raña.-  Estaba Perón.

Fidel Castro.- 
No estoy seguro, pero aunque el Che no era simpatizante de Perón, no era antiperonista.  El Che tenía ciertas inquietudes y ciertas preocupaciones, como las tenían muchos revolucionarios en América Latina.  Porque Perón era acusado por Estados Unidos y era víctima de una gran propaganda en su contra.  Por otro lado, entre el Partido Comunista y Perón había diferencias en aquellos tiempos.
El Che no era miembro del Partido Comunista, pero ya sí tenía ideas marxista-leninistas en aquella época en que nosotros lo conocimos en México.  Él no estaba pensando en la lucha contra Perón, él estaba pensando en la lucha contra gobiernos del tipo como el que había derrocado a Arbenz, gobiernos reaccionarios.  El gobierno de Perón tenía carácter popular, tenía apoyo de los obreros, que fueron la base de su poder durante tanto tiempo.

El Che no estaba pensando en Perón, él estaba pensando en general en la Revolución, y lo único que pidió, que advirtió, fue que por razones de Estado no se le prohibiera a él, si un día quería regresar a su país o a otra parte.  Nosotros le dijimos que sí.  Eso fue lo que hicimos, respetar el compromiso.

Yo hubiera preferido que el Che se preservara más tiempo, yo hubiera preferido que el Che viviera más tiempo.  El Che era una inteligencia, un talento extraordinario, con una preparación muy profunda.  Muchos de estos problemas del campo socialista actual los vio el Che con una gran anticipación, y tenía críticas serias a algunos de los métodos de construcción del socialismo que se aplicaban en los antiguos países socialistas.  Era un hombre de una gran clarividencia.  ¡Qué falta nos haría un talento como el Che en momentos como estos!

Pero con el Che nosotros cumplimos nuestra palabra.  También él tenía algunos problemas de salud, tenía la preocupación de que si tardaba mucho tiempo ya no contaría con las condiciones físicas para la guerrilla; se había vuelto un guerrillero en cuerpo y alma, y sabía que la guerrilla requería ciertas características físicas, que si el tiempo pasaba se perdían esas facultades.  Yo, por el contrario, no es que estuviera en desacuerdo con las ideas del Che y de sus ansias de liberación, pero yo creía que el Che no tenía que hacer el papel de jefe táctico de una guerrilla, que no tenía que hacer el papel de organizador de una guerrilla; que él era un jefe estratégico, que él debía actuar cuando las circunstancias justificaran su presencia.  Y así lo hice yo con él en Cuba.

El Che quería estar en todos los combates.  Si yo dejo que el Che hubiera estado en todos los combates que él quería, al Che lo habrían matado, porque la experiencia demostraba que en el noveno, en el décimo, en el doceavo combate, en aquel tipo de combates moría, y yo a muchos cuadros los preservé para misiones estratégicas.  Por eso el Che estaba vivo, por eso al Che lo pudimos utilizar en una misión estratégica:  la invasión de Villa Clara, que fue una operación de gran complejidad.  Yo preservé los cuadros que más se destacaban y, entre ellos, a uno de los que más tuve que preservar fue a él, porque era tan desprendido y tan generoso que no le importaba ofrecer la vida en cualquier instante por Cuba, aunque él mantenía aquellos sueños futuros.

Por eso es lo que digo:  hubiéramos querido al Che ejerciendo la dirección de un movimiento revolucionario ya organizado y no al Che en los primeros pasos del entrenamiento de una escuadra guerrillera; porque esos son los primeros pasos, los más difíciles, y cada hombre debe utilizarse en aquel papel que tiene más importancia de acuerdo con su capacidad y experiencia.  Pero él quiso y nosotros no solo lo autorizamos, sino que lo apoyamos porque considerábamos que era nuestro deber; porque no estábamos en desacuerdo con su estrategia, lo único que creíamos que era prematuro el momento escogido por él para realizar esas tareas, y que las tareas de él no debían ser esas, sino otras.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, cuando usted toma el mando de Cuba después de ganar la Revolución, muchos se decían que su ideología no era tan cargada, digamos, al comunismo; que sí es cierto que tenía las ideas de un socialismo, que tenía ideas de esto, lo que hemos hablado mucho, pero que no era un comunismo radical.  ¿Qué dice usted a eso?

Fidel Castro.-  Yo, realmente, empecé siendo un comunista utópico —eso lo he dicho muchas veces— cuando empiezo a estudiar economía en la universidad, y no entendía ni simpatizaba con una serie de fenómenos que se presentaban en la sociedad capitalista.  De ahí que empecé siendo un socialista que no tenía una base científica, una base doctrinaria marxista-leninista; por aquella época se mencionaban los nombres de esos pensadores entre otros muchos.  Es cuando tengo contacto con la literatura marxista, que le empiezo a encontrar una explicación a todas aquellas inquietudes que yo tenía acerca del sistema social existente y del sistema económico que a mi entender debía existir en la humanidad.  De ahí que esas ideas y esos materiales ejercieran una gran influencia sobre mí.

A mí nadie me adoctrina, yo me autoadoctrino, me autoeduco en este sentido político; no fue la influencia de ningún preceptor o algo así, que mucha gente lo ha tenido.
Cuando me gradúo en la Universidad de La Habana ya mi ideología es marxista-leninista; tengo una apreciación personal de las condiciones peculiares de Cuba, de América Latina, del mundo.  Desde entonces pensaba ya cuál era el camino a seguir para llevar a cabo la revolución social en Cuba; esto fue en fecha tan temprana como el año 1950 ó 1951 —podemos decir en el año 1951, dos años antes del Moncada—, y los caminos eran distintos, pues se ajustaban a las condiciones específicas de nuestro país en aquel momento.

Así  que pudiéramos decir que en cuanto a ideales, a objetivos, mis ideas eran realmente comunistas.  Pensaba, sin embargo, que no era ese el momento de intentar establecer un régimen socialista en Cuba.  Creo que pensaba con realismo que aquello no estaba en el orden del día.  Había que hacer la Revolución, grandes transformaciones y aplicar una serie de ideas que están en el discurso La historia me absolverá, que fue con el que me defendí en el juicio del Moncada.  Si ese documento se analiza bien, se ve que ahí están ya todas las premisas de una revolución socialista; era una revolución social pero no todavía socialista, era una revolución social profunda que conduciría inexorablemente más tarde hacia el socialismo.

Lo que se puede decir es que los acontecimientos se fueron precipitando, que el enfrentamiento con Estados Unidos aceleró ese camino; no es que cambiaron mis ideas, no es que realmente me convirtiera en socialista como consecuencia del enfrentamiento.  Sí debo decir que tal vez no valoraba, en un grado suficientemente alto, hasta qué punto Estados Unidos intervenía y hasta qué punto obstruía el camino hacia un sistema social diferente del capitalismo.  No tenía la experiencia que tengo hoy, no tenía las vivencias que tengo hoy, pero los ideales eran prácticamente iguales a los de hoy excluyo a Estados Unidos de toda responsabilidad de haberme convertido en un socialista, le imputo solamente que aceleró ese proceso.  En una primera fase nosotros no estábamos pensando en una revolución socialista en Cuba, aunque fueran objetivos ulteriores, sino en un tipo de revolución profunda que incluía la reforma agraria y otras de carácter profundo; eran las premisas de una revolución socialista, pero no todavía una revolución socialista.

Mario Vázquez Raña.-  O sea, ¿cuando Estados Unidos le cierra las puertas acelera su pensamiento?

Fidel Castro.-  Creo que acelera el proceso político en general.

Jimena Saldaña.-  En algunas naciones latinoamericanas que vivieron una revolución social, ciertos principios originados en las mismas se están retrayendo; en otras estos principios no se concretaron o el proceso no está terminado.  ¿Cree usted que problemas como la reforma agraria, la salud, la seguridad social y otras demandas no satisfechas dejen un caldo de cultivo para que eventualmente el conflicto vuelva a estallar?

Fidel Castro.-  Pienso que sí, que todo el caldo de cultivo está presente.  O les encontramos solución a estos problemas, no solo a nivel latinoamericano, sino a nivel mundial, o volveremos a tener etapas revolucionarias y de crisis política profundas sin que nada ni nadie lo pueda evitar.  Por eso decía anteriormente que hoy los problemas son más graves y no están resueltos.  Hay más pobreza, realmente; hay más calamidades sociales que nunca y algunas de ellas son insostenibles.

Cuando se habla de que en América Latina, por ejemplo, hay 30 millones de niños sin hogar, es una situación, en realidad, insostenible. 
Cuando tú analizas índices de enfermedades, índices de desempleo; cuando no le ves una solución al problema y cuando el camino pareciera ser más rigor, más sufrimiento para las masas, entonces uno tiene la seguridad de que por ese camino no se resuelven los problemas y que pueden ser aún más graves los del futuro.  De eso estoy convencido.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, Cuba se ha alejado últimamente mucho de las naciones europeas; sin embargo, se ha acercado más a América Latina, ha realizado relaciones con Colombia, con Chile.  ¿Con qué naciones de Centroamérica podría establecer, en el futuro próximo, las relaciones?

Fidel Castro.-  No se podría decir totalmente que hemos olvidado las relaciones en Europa; por el contrario, se pueden apreciar manifestaciones de contactos y de interés con distintos sectores de Europa, y también es permanente nuestro interés por las relaciones con esta parte del mundo.  Ahora, es cierto que se han desarrollado mucho más las relaciones con los países de América Latina; el acercamiento es mucho mayor porque este es nuestro mundo, nuestro escenario natural, es al mundo al cual tenemos que unirnos e integrarnos.

Tu pregunta en concreto, con qué naciones de Centroamérica...  Digo que se ha producido alguna mejoría de esas relaciones.  Hay que decir que la misma reunión de Guadalajara dio oportunidad de contactos personales con los dirigentes.  Pude apreciar en los dirigentes centroamericanos más capacidad, en general en los latinoamericanos, pero hablando de Centroamérica pude apreciar dirigentes más capaces, dirigentes más preparados.  Es como si todo el mundo tuviera conciencia de que con aquellos viejos métodos, aquellos viejos gobiernos llenos de corrupción y en aquella sociedad llena de injusticias, no era posible mantener el dominio de los sectores económicos prevalecientes.  Sí, he visto una mejoría en la capacidad intelectual de los dirigentes centroamericanos; se pudo apreciar en Guadalajara, tanto cuando hablaban como en las ocasiones que tuve de conversar con algunos de ellos.

Nosotros no tenemos ninguna relación, por ejemplo, con Santo Domingo de tipo diplomático, pero en todas las reuniones a que hemos asistido para toma de posesiones, siempre tenemos con Balaguer un contacto y una entrevista.  En esta se suponía que yo podía haber tenido entrevistas con más de uno de los dirigentes centroamericanos.  Pude tenerla con el de Guatemala.  Transcurrió bien; fue una entrevista cordial, creo que fue útil; encontré en él a un hombre muy influido por la ética religiosa y por la idea religiosa, e incluso se interesó por enviar un número de biblias y le dije:  Mande las que desee.  Le hablé elogiosamente de la Biblia, los conceptos que tengo sobre la Biblia por sus valores literarios e históricos.

Mario Vázquez Raña.-  ¿Él es católico?


Fidel Castro.-  No, él no es católico.  Es una persona muy tratable; tuve oportunidad de cambiar algunas frases en almuerzos, en el ómnibus y otros sitios.

Con el Presidente de Costa Rica pude cambiar algunas impresiones durante un almuerzo.  Me recordó que estando con su padre exiliado —su padre era médico pediátrico—, al hijo mío, que estaba allá en México en ese momento, mientras yo luchaba en la Sierra Maestra, se le presentó un problema de salud y el padre de él lo atendió.  El se acordaba de eso y me lo contó.

A otros, como el de El Salvador, lo pude observar en su conducta, en sus pronunciamientos, que fueron serenos, ecuánimes.  Así que no perdí un minuto en observar la personalidad, la capacidad, el talento de estos nuevos dirigentes centroamericanos, y debo decir con toda sinceridad que el saldo en mi apreciación de estos dirigentes fue positivo.  Digo:  Bueno, estos países se están preparando para una época nueva, en que ya esos países no pueden seguir gobernándose como se gobernaban antes.  Esa apreciación la tuve.  Por eso Guadalajara fue un punto que marcó la posibilidad de contactos.

Ahora viene una situación nueva en El Salvador.  Si se alcanza la paz, es posible que un determinado número de factores coadyuven a cierto tipo de relación con El Salvador; todo eso está por definir ahora.

Con Nicaragua las relaciones se mantienen normales, nuestra cooperación en el campo de la medicina y en otros campos se mantiene.
Con Panamá se dio el fenómeno extrañísimo —que nadie esperaba, ni yo mismo— de que aplaudí unos pronunciamientos de Endara, cuando de forma categórica afirmó que el canal regresaría totalmente a Panamá en la fecha prevista.

Déjame decirte que hubo varios discursos sobre distintos temas, pero no se han publicado.  Les rogué a nuestros amigos mexicanos que nos mandaran los materiales aunque sea para nuestros archivos históricos, porque yo tuve tres intervenciones más sobre distintos temas, y los presidentes tuvieron numerosas intervenciones; las únicas conocidas son las oficiales aquellas del discurso de siete minutos, al inicio del evento.  Todos los demás fueron breves, pero hay muchos pronunciamientos e intervenciones que no son conocidos por la prensa internacional y que fueron grabados allí, los demás no llevamos grabadora en la idea de que los anfitriones nos entregarían el material de las reuniones como ya, efectivamente, lo han hecho.  Así que hubo distintos pronunciamientos, por eso te digo que no puedes juzgar a los participantes en Guadalajara por las intervenciones oficiales, sino también porque muchos de ellos participaron en diversos temas, y algunos de una manera brillante.

Te puedo decir que Collor de Mello, por ejemplo, se distinguió mucho en sus intervenciones, mostrando una gran capacidad, una gran seriedad.

Se distinguió Borjas también por sus pronunciamientos muy serios.

Se distinguió Jaime Paz con pronunciamientos de gran interés.

Se distinguió también Aylwin, el chileno, sobre todo porque reflejaba mucha nobleza, mucha seriedad, mucha decencia en sus pronunciamientos.

Estoy hablando así de personalidades que discutieron, porque allí se habló de la cultura, de la educación, de la ciencia, de la soberanía; sobre una serie de temas interesantes, allí hablaron distintos presidentes y, en general, como regla, con mucha seriedad, dominio del tema y elocuencia.  Por eso para juzgar la reunión en su conjunto, hay que haber estado dentro y conocer lo que cada cual dijo sobre cada cosa.
Hablé allí tres veces más sobre algunos temas; hasta por honestidad, en un momento dado, dije:  Yo no creo en nada de eso de neoliberalismo.  Era mi deber decirlo, porque veo que esa era una idea casi unánime aquí.  Ustedes conocen bien cómo pienso, puedo callarme la boca, pero no me parecería honesto que guardara silencio aquí frente a una cosa en que ustedes conocen mis puntos de vista; pero todas las intervenciones fueron muy respetuosas.

Balaguer hizo una brillante intervención, muy culta, que expresaba toda su erudición en cuestiones históricas, cuestiones literarias; larga, duró como 20 minutos, pero nadie protestó.  Lo aplaudieron bastante, porque realmente hizo un esfuerzo notable, hay que tener en cuenta que el  hombre ha perdido la visión; demostró una gran memoria, demostró ese fenómeno de la naturaleza que cuando un sentido se puede debilitar se desarrollan otros y dio una conferencia allí espléndida, aunque sobre otros temas:  literatura, historia, descubrimiento, lo cual hizo con mucha elocuencia y mucha  brillantez.

Me alegraría de que un día los pronunciamientos que ya se hicieron —no como discursos elaborados previamente, en que a veces interviene mucha gente, sino como discursos que se hicieron y se improvisaron allí al calor de las discusiones— se conocieran.

Guadalajara ayudó a establecer este tipo de contacto, a esta mejoría de relaciones y abrió estas perspectivas, sobre lo cual hay que ser cuidadosos porque, indiscutiblemente, Estados Unidos ejercerá todas las presiones posibles para que no se desarrollen estas relaciones.
Allí, incluso, se acordaron relaciones consulares de Cuba con Chile, relaciones consulares con Colombia, relaciones consulares con Paraguay, y así, de forma concreta, se dieron pasos en un tipo de relaciones que son consulares y tienen un alto acento diplomático, porque no son unas relaciones consulares cualquiera, ya que son papeles desempeñados por personas capaces, bien escogidas y se parecen mucho a las relaciones diplomáticas sin ser formalmente relaciones diplomáticas.  La reunión de Guadalajara ayudó a todo esto.

En Centroamérica pienso que hay también perspectivas, de una u otra forma, de contactos y de mejoría de relaciones en general, sobre todo a partir del momento en que se logre la paz en el área de Centroamérica, en lo cual todavía, te digo, hay algunos problemas.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, a lo mejor esta pregunta no es muy bueno que la haga, pero creo que la celebración de los Juegos Panamericanos —que lo he dicho en miles de ocasiones, que han sido los mejores juegos de la historia, y así fue— ayuda mucho también, señor Presidente, ahí contésteme usted.

Fidel Castro.-  Ahí te voy a contestar y con una franqueza muy grande.

Estoy asombrado de lo que significaron los Juegos Panamericanos para las relaciones de Cuba con América Latina.
Tú no te imaginas la cantidad de personas que me han hablado de los Juegos Panamericanos; tú no te imaginas la cantidad de dirigentes culturales, políticos, empresariales, de todo tipo, que me han hablado de lo que se divulgó sobre Cuba en esos días, y cuánta gente cambió su opinión sobre Cuba con motivo de esos juegos.

¿Quieres que te diga una cosa?  Creo que nunca ha habido un evento en la historia de nuestro país, que haya tenido más impacto en las relaciones con América Latina que el que han tenido los Juegos Panamericanos.  Te lo digo con todo desinterés, no con el ánimo de halagarte; tú sabes que no me caracterizo por ser hombre que busque argumentos para halagar a las personas, pero sí me gusta reconocer sus méritos.

A propósito de eso, y me alegro de que me lo hayas mencionado, te repito, jamás en mi vida he oído tanto reconocimiento, y jamás en mi vida he oído a tantas personas hablar de lo que significó para el conocimiento de Cuba, la forma en que se desarrolló ese evento en nuestro país.
Te digo que ahí sí hay que inclinarse con respeto ante lo que es el deporte y lo que significa para hacer que la gente se conozca y los pueblos se unan.

Como tú dices que no debes hacer la pregunta, ya me callo y que todos tus méritos en esto se sobreentiendan; no quiero, sin embargo, que se sobreentienda nuestra gratitud, quiero expresarla de manera muy concreta y precisa, y no una simple gratitud, sino una enorme gratitud.  Eso lo he expresado también en mis conversaciones con los dirigentes latinoamericanos, con cuantas personas me han hablado de los Juegos Panamericanos, con lo cual me he llegado a convertir en el mayor defensor de tus actividades dentro del deporte en América Latina.

Mario Vázquez Raña.- 
Gracias, señor Presidente.  Usted sabe muy bien que yo estuve atento a Cuba como si fuera mi propio país; como cuando fueron en México, que yo los organicé, puse la misma atención para Cuba.  Creo que fue un éxito de usted, fue una gran colaboración de la organización deportiva Panamericana, pero, sobre todo, el que le puso el cierre final a nuestra labor, a nuestra colaboración, a nuestra ayuda, fue el pueblo cubano.

Fidel Castro.-  Sí, eso es muy justo.  Tú lo reconociste y no te imaginas lo contento, lo satisfecho y lo agradecido que está nuestro pueblo de esas palabras.  Por eso ahora tenemos que ver dónde ponemos esos diplomas de los cuales tú hablaste.

Tuvimos hasta suerte, porque el primer día pudo haber caído el diluvio universal; aquel día tempestuoso pudieron haber caído 100 relámpagos sobre aquel estadio, sin embargo, todo se desenvolvió normal.

Me quedó la impresión de que quedaste contento, que estabas satisfecho, feliz del desarrollo del evento y creo que nosotros no nos quedamos detrás de los esfuerzos que tú hiciste.

El mérito yo lo pondría a la inversa:  en primer lugar fue tuyo, en segundo lugar fue de nuestras organizaciones deportivas —hay que incluir a Fernández y su excelente papel en todo eso—, en tercer lugar de la colaboración del gobierno y de todas las autoridades, y, en especial y excepcional lugar, como tú muy bien dices, el aporte del pueblo tanto en la organización, en el desarrollo, en las construcciones como en todo lo relativo a los Juegos, y, de modo particular, la hospitalidad con que recibió a todos.

Todavía ayer me estaban reclamando unas fotos de una de las muchachas edecanes que estaba reclamando inconsolable que no le habían mandado la foto; fue aquella que tomamos en la comida que brindaste en el hotel, una de las que estaban allí, hija de un amigo por cierto, lo que yo ni me imaginaba.

Fue un éxito colosal, y me alegro de que lo hayas mencionado en esta entrevista.

Mario Vázquez Raña.-  La entrevista no era para eso, pero en realidad sí me da mucho gusto.  Ya que usted amplió la pregunta mía, ¡qué bueno que dice que fue Fernández!  En Fernández estuvo el eje principal; el eje principal de Fernández era que yo le decía:  Esto está mal y él me decía:  “Díselo al señor Presidente.”  Y yo venía de noche aquí con usted y le decía:  “Señor Presidente, esto está atrasado”, y al otro día estábamos los dos en las instalaciones.  No hay quien haga eso.  El que le pone atención a algo triunfa, y el que le pone atención a algo recibe los méritos que se están dando ahora en los pueblos.  Casi soy el que estoy contestando la pregunta, pero así es (Risas).

Señor Presidente, pero sobre los Juegos Panamericanos y sobre lo que los dos comentamos con mucha emoción y con mucho cariño, tenemos un antecedente muy importante, que me siento muy feliz y muy satisfecho de que yo también participé en esa situación, que fueron los Juegos Olímpicos de Seúl.

Seúl, aunque Cuba no participó —estamos hablando como amigos, y estamos hablando francamente—, lo que es Corea del Sur, agarró un gran prestigio internacional después de los Juegos Olímpicos, usted lo tiene que reconocer también, porque fue una gran labor del movimiento olímpico para ayudar a ese gran prestigio que agarró Corea del Sur también.

Fidel Castro.- 
Sí, y también recordarás que hicimos esfuerzos comunes por lograr que el éxito fuera mayor todavía y que todo el mundo participara compartiendo los Juegos.

Es un tema muy conocido.  Nosotros, con gran dolor, no participamos; pero tenemos que tener principios, Mario, porque si no tenemos principios, si no tenemos una línea consecuente, si a veces por un interés nacional sacrificamos alguna idea, dejamos de ser lo honorables que tenemos el deber de ser.  Pero es cierto lo que dices.

Mario Vázquez Raña.- 
Señor Presidente, la mayoría de los jefes de Estado, principalmente de América Latina y también de otros continentes que he tenido la oportunidad de entrevistar, lo admiran, lo respetan y lo quieren mucho; sin embargo, no dejan de criticarlo.  ¿A qué atribuye usted eso?

Fidel Castro.-  Figúrate, cuántas interpretaciones:  a lo mejor están equivocados en admirarnos y a lo mejor tienen toda la razón del mundo en criticarme; por lo tanto, me resulta más difícil a mí hablar de eso, que a ti hablar de la ODEPA.

Tratando de olvidarnos de los factores personales, pienso que ellos admiran las posiciones de principios de Cuba y la honradez de Cuba.  No sé si podría añadir a esto que pienso que admiran la valentía de Cuba y la decisión de defender su causa, sus ideas, su independencia.
Pueden reconocer también que Cuba ha tratado de ayudar a los países, Mario; Cuba ha enviado miles y miles de médicos, profesores, técnicos, a decenas y decenas de países del Tercer Mundo.  Cuba ha defendido la causa del Tercer Mundo en todos los eventos internacionales, tanto los que se refieren a la deuda externa, al Nuevo Orden Económico Internacional, como a todas las negociaciones por eliminar las barreras al comercio.  Nosotros defendimos hasta cosas que nos perjudicaban, como fueron las famosas 200 millas, ya que teníamos una flota desarrollada que pescaba por todas partes y nos perjudicamos considerablemente; es decir que hemos sabido defender causas justas o que nos han parecido justas, aun cuando nos han perjudicado.

Cuba, por ejemplo, se sumó a la campaña contra el hábito de fumar, a la campaña de la Organización Mundial de la Salud contra el tabaco, a pesar de ser uno de los productos más importantes de nuestras exportaciones.  Es decir que tenemos muchos ejemplos de esos.  A mí me entregaron una medalla porque dejé de fumar, y no dejé de hacerla por cuestiones de salud personal, algunos creyeron eso; realmente lo hice para apoyar la campaña contra ese hábito.

Mantener posiciones de principio siempre inspira respeto entre la gente, creo que nuestro espíritu de independencia puede inspirar respeto.  Y pienso que las críticas pueden estar fundadas en hechos objetivos, o en diferencias de puntos de vista sobre cuál debe ser el sistema económico y social predominante; diferencias en este sentido, las llamaremos ideológicas.  Hoy día resulta un poco difícil saber dónde está la derecha y dónde está la izquierda, porque veo mucha gente de derecha haciendo cosas de izquierda y veo mucha gente de izquierda haciendo cosas de derecha.

Considero que pueden estar influidos por algunos de estos conceptos y creo también, Mario —sería justo decirlo—, que hay mucha publicidad adversa contra Cuba, a partir de Estados Unidos y que Estados Unidos domina los medios de comunicación, desinforma mucho y estimo que hay desconocimiento en muchas personas acerca de lo que es Cuba.  Te lo digo porque como constantemente estamos recibiendo delegaciones, conmigo hablan muchas personas y me dicen:  “Yo no me imaginaba que su país era así, creía otra cosa, pensaba otra cosa, tenía otra información acerca de su país.”  Con ese fenómeno me encuentro constantemente en las relaciones internacionales, que es la cuestión de la información.

No hay duda de que esa maquinaria de información y de divulgación de Estados Unidos es muy poderosa, aunque tenemos algunos amigos entre los publicistas norteamericanos porque como tú viste, algunos transmitieron los Juegos.  Ahí creo que hicimos lo más sabio, nos pusimos de acuerdo contigo y analizamos este punto de vista:  ¿Debemos bloquear por razones financieras la divulgación de estos Juegos, aunque el gobierno de Estados Unidos no permita el pago?  Y de común acuerdo, la ODEPA y Cuba, llegamos a la conclusión de que no era correcto que se bloqueara la información sobre los Juegos.  Y gracias a eso hubo una amplia divulgación también por parte de cadenas de televisión y órganos de prensa de Estados Unidos.

Pero tú sabes cómo son las cosas.  Cuando Guadajalara en el mundo no se hablaba de Guadajalara, porque en esos días estaban reunidos los grandes en Londres y toda la prensa mundial giraba en torno a esa reunión y un mínimo de espacio en la prensa internacional se dedicaba a nuestra reunión de Guadajalara.  Es así el mundo, están mal distribuidos los medios de divulgación, y no siempre uno tiene el privilegio de contar con algunos amigos como tú.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, de esa gente que viene en grupos y le dicen que no creían que Cuba era así, ¿hasta dónde cree usted que eso es cierto, o nada más se lo dicen por estar con usted?

Fidel Castro.-  No.  Tenemos la experiencia, tú sabes cuando alguien te miente, porque es más fácil descubrir a un mentiroso que a un cojo, como dice el refrán.

Hablo con turistas, no es que hable con funcionarios, y llegan y me lo vienen a decir espontáneamente, no es que yo saque la conversación:  muchas veces bromeo con ellos, digo:  “Y yo que creía que ustedes eran gente inteligente; yo que creía que ustedes eran gente que serían capaces, que no podían ser confundidos fácilmente, y se han creído todas esas cosas que les dijeron.”  Lo que hago es bromear con ellos.  Por regla general son turistas u otros visitantes, y de distintas partes.  Es así, es un fenómeno; además, tiene cierta lógica, Mario.  Nos han pintado peores de lo que somos, nos han pintado diferentes de lo que somos, han creado toda una leyenda tremenda y, claro, cada vez que se da un fenómeno de esos la gente, incluso, tiene una impresión y se lleva otra de la gente.  ¿Cómo te pintan a ti y a los dirigentes políticos?  Si te pintan como un monstruo, te pintan como Satanás, dicen millones de horrores, y después ven que tú eres un ser común y corriente, no tienes siquiera que ser bueno; siendo común y corriente pareces mejor, cuando te comparan con la imagen que hicieron de ti.  Creo que hay un poco de efecto psicológico en todo eso.  Exageran tanto las cosas que después a la gente, incluso, les parecen mejores de lo que son las cosas que hemos hecho.

Mario Vázquez Raña.-  Usted sabe, señor Presidente, que en las reuniones con los jefes de Estado oficialmente se saben muchas cosas y salen algunas a la luz pública.  Yo conviví en Guadalajara con muchos jefes de Estado, tuve el gusto y el placer de saludarlo a usted, señor Presidente, y vi que andaba puerta por puerta saludando a todos los jefes de Estado, fue admirable todo eso.  ¿Qué fue lo más importante que usted conversó;  platicó con algún jefe de Estado, fuera de lo oficial, en esa visita y en esa reunión?

Fidel Castro.-  En general puedo decir —debo decirlo y es, además, elegante que lo diga— que todas las conversaciones tuvieron interés; pero debo decirte que me causaron particular impresión las conversaciones con Salinas.  Del mismo modo me causaron particular impresión las conversaciones con Collor de Mello, su tratamiento, su carácter; me agradaron mucho las conversaciones con el presidente de Chile, Aylwin, breves, pero agradables, buenas conversaciones.

Tuve el placer de comer una noche con Gaviria —estaba Gabo—- y fue una buena conversación; me contó mucho de las cosas de su país, ayudaron a crearme una gran impresión de su persona.

Te estoy señalando las principales, fundamentales.  Me agradaron mucho los encuentros.

A Felipe lo conozco bien, he hablado con él muchas veces, por eso no lo mencioné antes; pero debo añadirte que me agradó mucho el breve encuentro que tuve con el Rey de España, es una persona tal como me la habían descrito.

Mario Vázquez Raña.-  ¿No lo conocía usted?

Fidel Castro.-  No, no lo conocía.  Persona simpática, persona tratable, persona sencilla.  Ese contacto, entre los que hice, lo aprecio mucho; en general, con todos.  Vi bastante gente, no vi más porque no pude.  A otros no los vi allí.  A otros los vi, como te conté, en el ómnibus, en las comidas, en los recesos, hasta en el baño me topaba gente; porque en un momento en que había receso y había que ir a lavarse las manos o a ejercer alguna otra función natural allí, hasta en el baño te topabas con alguno y lo saludabas.  Después se sentaban uno en un lado, otro en otro, se tomaban fotos; fue bastante amplio el contacto.  Estas personalidades me dejaron realmente una gran impresión, tanto en las conversaciones esas como en las reuniones.

Por eso te digo, ¿quién es de izquierda y quién es de derecha hoy, cuando algunas de estas personas le dejan a uno tan buena impresión?
Y, como siempre, las conversaciones con el presidente de Santo Domingo, con Balaguer, fueron agradables.

Jimena Saldaña.-  La integración de América Latina se encuentra en un proceso febril, el Pacto Andino iniciará 1992 con un acuerdo comercial, México podrá culminar ese mismo año con un acuerdo con Canadá y Estados Unidos, las naciones del Cono Sur están inmersas en un curso semejante, todos opinan que una nación que se aísle no será económicamente viable.  ¿Qué hará Cuba ante este proceso de economías de bloques de naciones?

Fidel Castro.-
  Nosotros tenemos que ser capaces de sobrevivir, incluso aislados, en primer lugar.  No creo que nos aislemos totalmente, puesto que vemos que se multiplican los contactos con nuestro país en el terreno económico y que ha despertado enorme interés esta llamada apertura que venía de antes, solo que en el congreso se enfatizó y se amplió más, solo que en ocasión de Guadalajara se expresó que estábamos dispuestos a ir más allá todavía con los países de América Latina; es decir que estábamos dispuestos a trabajar con esta apertura, con una intensidad mayor y con perspectivas mayores en América Latina.  Crecen los contactos y crecen las posibilidades, no creo que nos aislemos.

Es de interés que se acabe de concretar el acuerdo de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.  Veo que México sigue una política muy inteligente, tratando de no aislarse con su Tratado de Libre Comercio.  Es decir, se esfuerza por desarrollar sus relaciones con el resto de América Latina, sus relaciones económicas con Europa y sus relaciones económicas con el sudeste asiático.  De modo que en toda esta coyuntura pienso que se va a producir una gran cantidad de afluencia de capital de México, y que se va a producir un proceso acelerado de desarrollo.  Por eso deseo que México pueda ir llevando a cabo su política y su programa, sin obstáculos de ninguna índole.

¿Qué pasará con los del Cono Sur?  Va a depender de cómo trabajen.  ¡Ojalá avancen todos esos acuerdos del Cono Sur!  Porque todo esto va creando polos de integración, pudiéramos decir, va creando condiciones de acercamiento.

Nosotros no nos sentimos muy aislados de todo eso, puesto que estamos avanzando en distintos campos y estamos desarrollando tecnologías que pueden ser de gran interés para los países de América Latina, y también porque nosotros confiamos en nuestra integración a la economía mundial, independientemente de Estados Unidos, y en nuestra integración a la economía latinoamericana, a medida que pase el tiempo y en la medida en que les mostremos nuestra capacidad de resistir los tiempos difíciles que nos esperan.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, hablamos hace un momento del avance que se dio en el congreso del Partido, el avance que hubo en la democracia, no cabe duda de que ha sido importante.  ¿Por qué en la parte de inversiones extranjeras no se acelera más la inversión?  Sabemos que en lo que es turismo va muy fuerte, pero es muy importante para Cuba meter más la inversión en la industria, en el comercio.  ¿Qué opina usted sobre ese aceleramiento que podía ser para ir con relación a esos acuerdos?

Fidel Castro.- 
Creo que es importante la aceleración de ese proceso de apertura con las inversiones extranjeras.  A mi juicio, Mario, pienso, sin embargo, que está marchando bastante bien; pienso que es imposible alcanzar un aceleramiento mayor, puesto que a veces son temas complejos que tienen que ser escogidos, analizados, realizar estudios técnicos, económicos, y se hacen con una gran rapidez.

Hay una ventaja en las relaciones con los capitalistas por encima de los socialistas en materia de inversiones:  el proceso  de las inversiones con los países socialistas era muy lento; el proceso de las inversiones con estos empresarios capitalistas es mucho más rápido.  Ahora tenemos estudiadas muchas cosas; hay cosas que son evidentes, claras:  tú tienes la maquinaria, la fuerza de trabajo, te falta la materia prima, es obvio que se pueda hacer un acuerdo para hacer producir a esos hombres, para hacer producir esas máquinas, esa fábrica, esas instalaciones, resolviendo el problema de la materia prima.  Es obvio que hay que estudiar el mercado, asegurar el mercado para cualquier operación de esta empresa; es obvio que a veces hay que buscar capital, que tienes que discutir con un número muy variado, muy diversificado de personas con criterios distintos.  Pero se puede decir que han llovido las proposiciones y, a pesar de los obstáculos sistemáticos que Estados Unidos trata de crear, llueven las proposiciones.  Hemos tenido que crear grupos y grupos enteros de personas para dedicarse a estudiar, analizar y trabajar en este campo, lo mismo industrial que comercial, independientemente del turismo.  Con los españoles tenemos muchísimos temas en conversación, pero también con europeos en general, con personal de otros países y con personal latinoamericano.
Creo que esto marcha todo lo rápido que puede marchar; pero necesita un tiempo porque no son cosas, Mario, que se pueden resolver en 24 horas.  Por nosotros no se pierde un minuto, no perdemos 24 horas en empezar a analizar una proposición, ni perdemos 24 horas en tomar una decisión cuando existen todos los elementos de juicio para tomar la decisión; ese proceso marcha, y marcha rápido, bien rápido.

Desgraciadamente también marcha muy rápido el deterioro de la situación en Europa del este y en la URSS.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, ¿dentro del marco que estamos hablando, de la inversión extranjera en Cuba, no cree usted que también tiene que buscar una especie de estímulo al trabajador para que ponga más empeño en su trabajo, pueda vivir mejor, pueda ganar más?  ¿Cómo ve usted esto?

Fidel Castro.-  Mario, tú viste esto en el tema de las cosas discutidas en el congreso, nuestro punto de vista es que tenemos que aplicar la fórmula de retribución socialista:  a cada cual según su aporte, según su capacidad; que no es la fórmula comunista.  El período especial, desgraciadamente, nos lleva a un igualitarismo muy grande, puesto que tienes que repartirlo casi todo normado; en este sentido un científico viene a recibir lo mismo casi que está recibiendo un bergante que no trabaja y que tiene dinero, que se lo consiguió de alguna forma.
Claro, nosotros tratamos de darle un tratamiento al hombre lo más exquisito posible en todos aquellos sectores que son de vanguardia, que son decisivos, y no tenemos ninguna contradicción frente a esa idea que tú estás planteando de estimular al hombre y que el hombre reciba según su esfuerzo, creo que es un factor indispensable.

Ahora, no creo solamente en eso, porque el hombre necesita algo más que estímulos materiales, necesita también estímulos morales; el hombre necesita ser persuadido y ser reconocido; el hombre no debe ser movido solo por dinero.  Nosotros vemos el dinero y el estímulo material como una parte de este proceso; pero si construimos un hotel, digamos, en una empresa mixta y en su funcionamiento se crea una excelente armonía —como se ha creado— entre la administración, que suele ser extranjera, y los trabajadores, que son nuestros, el Partido que está allí, el sindicato, los jóvenes comunistas, toda esa gente, ¿por qué se logra esa armonía?  Porque nosotros les explicamos a esos trabajadores que el país necesita eso, que al país le conviene eso, que ellos ayudan al país con eso; se lo explicamos a los trabajadores a los militantes, a los jóvenes, lo comprenden, se dan cuenta de que el país lo necesita, y se dan cuenta de que están ayudando a su país.

Es muy importante que la gente quiera ayudar a su país, y no simplemente cobrar un salario más alto; ya cuando obtiene un ingreso más alto, es posible que pueda cometer errores de cualquier otro tipo.  Pero esta excelente armonía que se ha creado entre los factores de la administración en la empresa mixta y los trabajadores, se debe, en buena parte, al sentimiento patriótico de nuestros trabajadores.
Nuestras leyes también están jugando su papel, porque teníamos leyes excesivamente paternalistas que no ayudaban a la disciplina.  No nos dábamos cuenta de que el trabajador, realmente, gusta de la disciplina; que el joven quiere la disciplina; que al joven y al trabajador les gusta que les exijan, que el joven y el trabajador aman la calidad de su trabajo, y que estos son factores en que tiene que haber un trabajo político.

Ahora, en ninguna otra parte por ahí tú te encuentras la armonía que se ha creado en estas empresas mixtas, entre los inversionistas extranjeros y los cubanos.  Te digo que es toda una lección lo que estamos recibiendo en torno a eso.  Por eso te explico que tienes que trabajar políticamente también, porque si la gente no quiere colaborar, tú no lo logras con ningún dinero.  En muchos lugares hay una continua pugna, una interminable lucha entre los factores de la producción, y cosa curiosa:  en este país socialista y en este tipo de colaboración necesaria, que no está tampoco contra nuestros principios, se ha logrado una armonía muy grande.

Le explicamos a la gente que en ningún libro de texto de Marx, Engels, Lenin, textos revolucionarios, se ha establecido que no puede haber desarrollo sin capital, sin tecnología y sin mercado, mucho menos en una situación como esta en que desaparece el campo socialista, y que la fuente de financiamiento tú tienes que buscarla.

La gente entiende perfectamente eso y colabora, ayuda al éxito de la gestión.

Por otro lado, los hombres estos de empresas son hombres de experiencia y son hombres decididos, audaces; por algo les llaman hombres de empresas.

Todo esto ha contribuido a acelerar este proceso.

A algunos los han amenazado, pero ellos se dan cuenta de que tienen más ventajas en las inversiones que están haciendo aquí, que el daño que les puedan hacer en algunos de sus negocios con Estados Unidos.

Porque déjame decirte que esto se lleva a cabo en medio de una lucha fuerte; de cuanta cosa se entera el gobierno norteamericano, trata de obstaculizarla.

Pero hay muchos norteamericanos que empiezan a pensar diferente, hay muchos norteamericanos que empiezan a tener criterios diferentes y empiezan a considerar errónea la política que se está aplicando.  De modo que muchos capitalistas de otros países van a venir aquí, al lado de Estados Unidos, a aprovechar ventajas que ellos no van a tener después, al establecer asociaciones y posibilidades de explotación de recursos naturales a los cuales los norteamericanos no van a tener después acceso, porque el espacio ya va a estar ocupado por otros empresarios.

Mario Vázquez Raña.-  Dos preguntas en este tema, señor Presidente.  Primero, ¿cuáles son los inversionistas que han invertido más y de qué países, y cómo ha respondido el pueblo cubano cuando ve que viene un inversionista extranjero?

Fidel Castro.-  Te decía antes —conversando, no en la entrevista— que uno tiene la necesidad de mantener un poco de discreción sobre algunos de estos datos, porque pueden orientar a los adversarios en su trabajo para boicotear; pero sí es conocido que, por ejemplo, los primeros que empezaron fueron los españoles, en ese sentido están avanzados; pero están avanzadas las negociaciones con importantes empresas de muchos países diferentes, y hay otros negocios importantes que se han acordado y se están llevando a cabo, que no son precisamente con españoles.

Tengo mi criterio táctico y estratégico sobre estas cosas, que mientras menos información les brindemos a los adversarios es mejor por eso no quisiera ser muy detallado en la información que tú me pides en torno a esta cuestión de las inversiones extranjeras en Cuba.

Mario Vázquez Raña.- 
Yo tengo información de varias, pero lógicamente que uno tiene la obligación de ser discreto también, puesto que si el que hace la inversión no hace la información, uno debe respetar esa situación.

Fidel Castro.- 
¿Qué nos ocurre a nosotros?  Que preferiríamos más discreción.  Desde luego, el periodista es, por definición, alguien que tiene que estar hablando de todos los temas lo más posible; el periodista es, por definición, yo diría que un adversario involuntario de la discreción.
Observo que muchas veces nuestros socios son los primeros que dan a la publicidad las noticias y a veces nosotros no tenemos otra alternativa que ofrecer también la información, porque tenemos muchas experiencias de casos que han sido objeto de grandes presiones, tan pronto en Estados Unidos se ha conocido que están llevando a cabo algún tipo de operación comercial con Cuba, o algún tipo de empresa mixta con Cuba.  Suerte, repito, que los empresario son atrevidos y audaces.  Digo que muchas veces, en general, trabajan a más velocidad de lo que trabajaban los países socialistas, y en eso queremos competir con los capitalistas, en la velocidad de la toma de decisiones y de la realización de los trámites.

Hay capitalistas muy interesantes, alguno ha dicho una frase como esta:  “Yo no puedo ver pasar por delante un negocio sin descubrirlo y sin hacer algo.”  Ellos tienen un ojo avizor, tienen los ojos aquellos que dicen que poseía Rodrigo de Triana, el primero que vio tierra, y dicen:  ¡Tierra!  Hay algunos empresarios de estos que descubren en el acto donde hay un negocio.

Otra cosa:  todo este reacomodamiento económico mundial, en que nadie quiere quedarse fuera, toda esta gran competencia que se inicia entre los grandes bloques económicos del mundo capitalista, todas estas maniobras que se llevan a cabo, en las cuales nadie quiere quedarse sin espacio, todo el mundo quiere trabajar con talento y nadie le quiere dejar el campo al otro, porque en estas competencias intercapitalistas hay un egoísmo nacional, lógicamente; todo esto es muy interesante, esto no nos perjudica, esto nos conviene, es la prueba de aquella famosa tesis de Lenin sobre la competencia por la distribución y redistribución de los mercados.  Este fenómeno se ve claro en la realidad del mundo de hoy, cuando tú te das cuenta de que nadie quiere ceder un ápice de terreno sin pelear, y de eso nos damos cuenta nosotros.  También hay reacomodo, tal país producía tal cosa y se quedó sin mercado, tenía que buscar otros mercados; tal país hizo una reconversión industrial de tal tipo y tal cosa no la produce, sin embargo, tiene mercado para todas aquellas cosas.

Nosotros estamos aprendiendo mucho del capitalismo en esto; ya no es la caricatura del capitalismo que, por lo general, solemos adquirir leyendo simplemente libros de teoría revolucionaria donde, lógicamente, el sistema es pintado de los peores colores y le negaron todo al capitalismo.  Ahora observo mucho; observo, sobre todo, a los capitalistas, cómo piensan, cómo hacen, cómo actúan, con qué rapidez, con qué agilidad y todas esas cosas.  Somos más objetivos en el análisis, sin dejar de ser profundamente socialistas.  Vemos que hay mucho reacomodo, porque toda esta nueva situación mundial obliga a la gente a buscar mercado y a buscar fórmulas de solución:  este producto dónde lo vendo ahora.  Incluso, toda esta situación del Mercado Común Europeo obliga a reacomodaciones:  en tales producciones están flojos.  Y algunos de  nuestros productos tienen una alta demanda, por lo menos tienen una demanda muy grande de gente que quieren representarlos; se ha descubierto que algunas cosas de las que estamos haciendo son promisorias y se mueven.  Te digo que a veces vienen directamente a mí, y digo:  Óigame yo no estoy discutiendo ese problema, hay todo un equipo discutiendo eso; puedo apoyar en un momento dado, pero todo esto es analizado por mucha gente.  Porque llegan a mí y me dicen:  Oiga, yo quiero representar tal cosa, y lo otro y lo otro y lo otro.  Sí puedo decirte que es creciente y que llueven las proposiciones, es lo que te puedo decir hasta este momento, ¡hasta este momento!

Mario Vázquez Raña.-  Me da mucho gusto oír eso de que el inversionista no puede ver pasar un negocio sin agarrarlo.  Hay que reconocer una cosa, que la iniciativa privada es un inversionista que arriesga, pero también hay que reconocer que es como un tirador, es como un cazador, que si ve pasar la liebre y le dispara es normal; pero, creo, señor Presidente, y me da gusto, que esto podrá ser un renglón muy importante para la economía de Cuba, y ojalá se acelere este sistema lo más rápido que se pueda.

Fidel Castro.-  Mario, se debe tener en cuenta también que tenemos una población con un nivel de instrucción muy elevado, eso lo aprecian los que vienen aquí; tenemos en la industria gente de 10 grados, 11 grados, 12 grados, y hay muchos países en Europa donde la gente no tiene ese nivel.  Hay países de Europa con analfabetismo y semianalfabetismo; en Estados Unidos hay mucha gente con analfabetismo y semianalfabetismo.  Es difícil encontrar un país con los niveles de instrucción que tiene nuestra gente hoy día.  Lo que necesitan los obreros es dirección, experiencia, capacidad de organización, y esa es una de las cosas que aportan, no solo tecnología; parte de la tecnología es la ciencia de la dirección de los procesos productivos.

Jimena Saldaña.-  Durante nuestra anterior entrevista, celebrada en el pico de la crisis de los precios del petróleo a causa de la guerra en el Golfo Pérsico, usted me comentaba que con el ascenso del precio de hidrocarburos, Cuba debería triplicar su producción de azúcar para poder pagar su cuota de importación de petróleo.  El precio del crudo bajó, pero la economía cubana sigue en estado de emergencia.  ¿Cuál es la situación actual y qué perspectivas de mejoramiento se tiene a la vista?

Fidel Castro.-
  ¿Pero cuánto bajó el crudo?  El crudo bajó unos dólares, también el precio del azúcar bajó, los dos bajaron; además, como he explicado otras veces, al triunfo de la Revolución con una tonelada de azúcar comprabas seis o siete toneladas de petróleo.  De modo que si tuviéramos los precios del triunfo de la Revolución, en que no eran altos los precios del azúcar, con 2 millones de toneladas de azúcar comprábamos todo el petróleo que necesitábamos; pero se produjo el fenómeno, las guerras aquellas del Medio Oriente, el boom del precio del petróleo, el petróleo adquirió precio de monopolio, a decir verdad.

No hay ningún producto en el mundo más sobrevalorado que el petróleo, en que muchas veces su precio está considerablemente por encima del costo de producción; mientras que el azúcar entra en el basurero del mercado mundial, tiene precio por debajo del costo de producción.
Tengo entendido que en la Unión Soviética producir una tonelada de azúcar vale casi 1 000 rublos; ellos nos pagaban un precio más alto que el del mercado mundial por el azúcar y, sin embargo, era un costo inferior al de ellos para producir su azúcar de remolacha.  Sobre todo, el costo del precio mundial del petróleo era muy por encima de lo que les costaba a los soviéticos producir una tonelada de petróleo.

Así  que ha habido una rebaja en el petróleo; son 17, 18, 20 dólares por barril, es más que todo lo que valía una tonelada al triunfo de la Revolución.  Y una tonelada tiene siete barriles, de modo que es una diferencia abismal entre esos llamados precios del mercado mundial y el precio que tiene el petróleo.  Porque el petróleo tiene precio de monopolio, eso no se puede negar, a pesar de mi amistad con México, y sé que a México le viene muy bien el precio del petróleo, y me alegro por México; pero, en realidad, ha habido un cambio tremendo desde los primeros años de la Revolución a ahora, en la correlación de precios entre azúcar y petróleo.  En el azúcar no es solo el precio, es cuestión también de mercado.

Ahora tenemos una situación:  si la URSS no pudiera garantizar los combustibles, Cuba no podría garantizar su zafra azucarera, es algo muy serio, porque la zafra azucarera consume mucha cantidad de combustible.  ¡Sería un problema serio por resolver!  Puede ocurrir que haya 6 millones de toneladas menos de azúcar en el mercado en 1992.

Ellos necesitan nuestro azúcar y nosotros necesitamos su petróleo; pero si se crea una situación en la URSS que no puede garantizar los suministros, nosotros no estaríamos en condiciones de garantizar la zafra azucarera y estaría por resolver ese gran problema.
Mario Vázquez Raña.-  ¿Cuánto petróleo le está entregando la URSS?

Fidel Castro.-  La URSS entregaba 13 millones de toneladas; en virtud del acuerdo para el año 1991, el compromiso fue de 10 millones de toneladas.  Actualmente se están produciendo incumplimientos serios sobre aquellos compromisos y el déficit es difícil de precisar, pero también tengo que tener cierta discreción petrolera.  Trece era el consumo histórico, se rebajó a 10 este año y estamos trabajando con menos de 10 millones de toneladas en estos momentos, nivel de consumo anual.  Yo diría que en este momento estamos trabajando con niveles por debajo de 9 millones, incluso con niveles por debajo de 8 millones anuales.  Te das cuenta de la cantidad de restricciones y de esfuerzos que hemos tenido que hacer en esta situación.

Desde luego, el país necesita un mínimo de combustible para ciertas cosas, está por resolver la forma en que ese combustible se adquiriría; pero también está asociado a la cuestión de los mercados del azúcar.  ¡Claro, sin el petróleo no habrá azúcar!, a no ser que nosotros hagamos milagros, ¿no?  Somos gente capaces de hacer milagros, pero sería un milagro por hacer.

Jimena Saldaña.-  Cuba comenzó a figurar, desde hace tres años, como un fuerte competidor de destino turístico en la cuenca del Caribe.  Su gobierno ha decidido admitir inversión extranjera en este campo, es de esperarse que empiecen a obtener algunos resultados.  ¿En qué fase se encuentra el proyecto turístico de Cuba y quiénes son sus principales socios extranjeros?

Fidel Castro.-  Es verdad que empieza a dar resultados.  El incremento de los ingresos se produce por decenas de puntos en el tanto por ciento al año.  Los incrementos de ingresos este año en el turismo han crecido algo más del 40%, tienen un excelente ritmo.  Estamos construyendo tanto cuanto dan nuestras capacidades de proyecto.  El límite en este momento no es el capital; es proyectos y algunos materiales más que capital; capacidad constructiva y de proyectos, pero las estamos incrementando.

También el turismo para alcanzar 1 000 millones necesita años, como es lógico.  Un día el turismo puede llegar a ser un ingreso superior al de la industria azucarera.  Avanzan todos estos aspectos, mejora el gasto del turista por día, mejora la atención, mejora nuestra eficiencia y estamos aprendiendo mucho de la organización de esas empresas mixtas.

Esas empresas mixtas nos han enseñado un mundo, hemos aprendido un mundo sobre la forma de organización.  Tratamos de que los hoteles que son propiedades nacionales trabajen como trabajan esas empresas mixtas, en su organización, en su dirección, en su eficiencia, en sus costos y en sus utilidades.  Creo que estamos adquiriendo una experiencia de gran valor y están marchando muy bien, como están marchando muy bien los proyectos de biotecnología, la industria farmacéutica, las ciencias médicas, excelentemente bien.  Ese es un campo de muchas posibilidades.

Pero avanza el turismo y tendremos que ver cómo logramos mantener este avance en las condiciones de período especial y cómo garantizamos satisfacer de manera óptima, o lo mejor posible, todas las solicitudes y todas las necesidades de los turistas, organizando producciones especiales para el turismo.  El pueblo tiene cada día una mayor comprensión, aunque no fue fácil.  Mucha gente veía en el turismo algo que le quitaba algo, algo que le quitaba cosas, porque se acostumbró mucho a tener todo y no siempre veía con gran claridad las necesidades de divisas en el país y le parecía que tenía que estar compartiendo algo.  Le gustaría estar en el hotel, en vez del turista.  No ha sido fácil ir convenciendo a la gente, pero esa es una de las tareas en las que estamos enfrascados y encontramos cada vez más cooperación en la gente, sobre todo a medida que ve que tenemos más dificultades y que tenemos necesidad de recursos.

La necesidad alguien dijo que es la madre de todas las ciencias; yo ratificaría eso, porque la necesidad nos está enseñando muchas cosas a nosotros de cómo trabajar, y está enseñando también al pueblo qué debemos hacer y qué tipo de sacrificios debemos soportar para poder encontrar soluciones definitivas a los problemas.

Mario Vázquez Raña.-  Señor Presidente, en esta pregunta —de acuerdo con lo que le decía en las anteriores— decía yo que es muy importante invertir en el turismo; pero para poder invertir en el turismo hay que invertir en la industria también, ya que usted acaba de decir que para que siga el problema de la inversión turística seguramente se necesita cemento, se necesitan varillas, se necesitan muchas cosas, por eso va a tener Cuba que invertir paralelamente en la industria y en el turismo, ¿no cree usted?

Fidel Castro.-  Es que ya hemos invertido en eso.  Nosotros teníamos una capacidad de más de 4 millones de toneladas de cemento al año; estábamos triplicando prácticamente la capacidad de producción de cabillas y de alambrón para la construcción; hemos multiplicado nuestra capacidad de producción de piedra, arena y materiales de construcción en general.  Hemos trabajado mucho en eso, hemos invertido duro en eso, porque veníamos preparándonos para resolver no solo las construcciones de la economía, sino también las construcciones de viviendas y las necesidades sociales de la población, programas que ahora hemos tenido que limitar a un mínimo, precisamente para poder atender los programas priorizados, como son la industria alimenticia, la biotecnología, la industria farmacéutica, la de ciencias médicas, o los programas turísticos, lo que hacemos ahora con menos producción.  Lo que hay que garantizar es el mínimo necesario de combustible para esas producciones que sostengan los programas priorizados del período especial.  Pero hay muchas inversiones hechas, y algunas más que tenemos que hacer y otras que estamos haciendo, eso es muy cierto.

Jimena Saldaña.-  Durante su estancia en México, hace tres años, y en Brasil, el año pasado, usted se ha reunido con representantes de la iniciativa privada de esos países y los ha alentado para que inviertan en Cuba.  ¿Qué respuesta ha obtenido hasta ahora?

Fidel Castro.- 
Bueno, conversé con ellos, quise hablar en un sentido general de las inversiones.  Sí tuve la oportunidad de reunirme con un grupo de industriales mexicanos, también con brasileños; pero todo eso se veía como algo a mediano plazo, no a corto plazo, algo que había mucho tiempo para estudiar.

Tampoco en esos momentos se había producido el desastre socialista —ya empezaban a tener problemas, pero no se había producido el desastre—, no se habían producido los nuevos alineamientos internacionales, no se había logrado el nivel de acercamiento que tenemos ahora con los países latinoamericanos, no se habían producido las infinidades de contactos que se han llevado a cabo con empresas capitalistas, no habíamos nosotros acelerado tanto el proceso, ni se habían impulsado tanto los demás.  Todavía el fantasma de la guerra fría daba vueltas, la confrontación Este-Oeste, el miedo al comunismo y un montón de cosas que en este momento no existen estaban presentes.  Decía miedo al comunismo y nosotros estamos excelentemente bien, porque nadie nos tiene miedo; podrán tenernos admiración, pero no miedo.  Nosotros no somos una potencia nuclear, no somos un peligro para nadie, sino un país luchando por su supervivencia, por su independencia, eso es lo que la gente ve y no miedo.

Creo que todos estos factores han contribuido a multiplicar en los últimos tiempos el fenómeno del cual te hablaba, el interés despertado con relación a Cuba; por eso no hay que medir las cosas a partir de lo ocurrido hace tres años, sino a partir de lo ocurrido en el último año, en los últimos meses, a partir de lo que ocurre más cada día.

Mario Vázquez Raña.- 
¿Por qué Cuba retiró el caso de la ONU, el asunto del bloqueo económico?

Fidel Castro.-  Nosotros vemos la cuestión del bloqueo económico no como una batalla de 24 horas, ni de tres días, ni de tres meses, sino como una batalla larga que hemos iniciado este año y la hemos iniciado con mucha fuerza, y diría que con mucho éxito, en el momento de mayor poder y de mayor influencia de Estados Unidos, ¡fíjate en qué momento se está librando esa batalla!  Sin embargo, los argumentos de Cuba son tan fuertes, son tan sólidos, son tan justos que han tenido eco en muchos países que ni siguiera se imagina Estados Unidos, y han tenido eco en muchos países capitalistas, en muchos países desarrollados, no solo países del Tercer Mundo.

También nuestra lucha se ha iniciado por la devolución del territorio de la Base Naval de Guantánamo, pero no vemos esto como una lucha breve, sino como una lucha larga que llevará mucho tiempo.

El problema no es votar, o sacar más o menos votos; el problema es que hay que ir debilitando moralmente la posición de Estados Unidos con relación al bloqueo y creo que con eso se ha adelantado considerablemente.

Resulta muy difícil de comprender para mucha gente en el mundo que se prohíba exportar una aspirina a Cuba para aliviar un dolor de cabeza, un citostático para curar un cáncer, un medicamento para salvar una vida.  Realmente es muy hipócrita hablar de derechos humanos, mientras se somete a 11 millones de habitantes a un bloqueo de alimentos y de medicinas; es algo sumamente cruel y que lleva más de 30 años.  Claro, todo eso ha obligado al desarrollo de nuestra medicina.  Si hoy nuestra medicina tiene niveles altos, si nuestra industria en ese campo crece mucho, es porque ha estado asociada a la respuesta que nosotros  debíamos dar a esta cuestión.

¿A quién en el mundo, cuando ha desaparecido la famosa confrontación Este-Oeste, cuando ya no hay Pacto de Varsovia, cuando ya no hay fantasma del comunismo, se le puede convencer de la necesidad de mantener esa medida tan cruel, como es el bloqueo de medicinas, a un pequeño país como Cuba?  La posición moral de Estados Unidos es muy débil, es insostenible.  Claro, en esas condiciones hemos tenido bastante apoyo.

También hay una realidad que tenemos que tener en cuenta:  Estados Unidos está en la plenitud de su poder y ejerció presiones tremendas sobre muchos gobiernos.  Nosotros no creíamos que  debíamos de llevar la amistad con muchos países al extremo de crearles complicaciones y problemas con Estados Unidos, porque de acuerdo con nuestra estrategia, la primera parte de los objetivos se había cumplido:  elevar el problema, llevarlo allí al seno de Naciones Unidas, divulgarlo; se ha desarrollado un fuerte movimiento de solidaridad en el mundo, creciente en muchos países, en muchas partes contra el bloqueo, como si la gente empezara a tener conciencia del bloqueo, y lo que tiene conciencia es de lo absurdo del bloqueo en las condiciones de este mundo que se nos está pintando como color de rosa y que se nos está alabando.  Esa solidaridad creció y deberá seguir creciendo, y Estados Unidos corre el riesgo de aislarse en esa batalla por una posición cada vez más incomprensible y cada vez más anacrónica.

Nosotros hemos tratado de evitar enfrentamientos entre muchos países amigos y Estados Unidos, que tiene una enorme influencia en el Banco Mundial, en el Fondo Monetario, donde hay muchos países discutiendo cuestiones económicas con Estados Unidos.  Y usted debe comprender que si tiene un amigo, usted debe tratar de protegerlo de alguna forma; si tiene un amigo, tiene que tratar de evitarle dolores de cabeza de alguna forma; y son muchos los amigos nuestros que en este momento están enfrascados en todo tipo de discusiones y dificultades.
Por eso, independientemente de la razón moral, no es que lo hayamos retirado, hemos planteado la posposición de la discusión para el próximo año.  Este problema no se ha retirado, este problema cobra y cobrará cada vez más fuerza.  Esa ha sido nuestra posición, pero es la consideración hacia nuestros amigos lo que nos ha llevado a ir buscando la fórmula, el camino más adecuado, dilatando el problema; porque, además, en teoría tú consigues que votara a favor la inmensa mayoría, ¿y qué?  No has resuelto nada.  Tú tienes que destruir el bloqueo políticamente, tú tienes que destruir el bloqueo moralmente, porque una vez destruido política y moralmente entonces ya tiene fuerza cualquier acuerdo que tome las Naciones Unidas.

Yo decía anteriormente que a veces en Naciones Unidas 14 miembros del Consejo de Seguridad votan por una cosa y Estados Unidos vota por otra y la veta.  El 95% de Naciones Unidas vota por una cosa y Estados Unidos no la acata.  Así que el problema hoy no es tener más o menos votos, sino que esta es una batalla política, una batalla moral que se está librando y es una lucha larga en que nosotros, a esos objetivos, adoptamos nuestra estrategia.

El discurso de Alarcón ha recibido mucho apoyo, muchos aplausos, ha recibido infinidad de felicitaciones que nosotros no andamos publicando en los periódicos para no poner en situación embarazosa a nadie.  Entonces Estados Unidos tuvo que callarse, responder horas después en un mediocre documento.  El discurso de  Alarcón fue brillante, sólido, irrebatible, tal y como lo ha calificado mucha gente.  De manera que esta es una batalla que comienza.

Mario Vázquez Raña.-Señor Presidente, Cuba no retiró, sino suspendió temporalmente.

Fidel Castro.- 
El debate se desplaza para el próximo año.

Mario Vázquez Raña.-  ¿No recibió usted ninguna solicitud de esa naturaleza de algún país amigo de que lo dejara pendiente?

Fidel Castro.-  Propiamente algunos expresaron sus preocupaciones con relación a esto, sus inquietudes.

Es muy difícil pedirle a un país:  Oiga, renuncie a tal derecho.  Oiga, aunque usted tenga razón moral, pero le ruego no haga eso.  Nosotros comprendimos por nuestra cuenta el problema y algunos expresaron sus preocupaciones en este sentido, que nosotros, por supuesto, tomamos en cuenta.

Jimena Saldaña.-  Durante el IV Congreso del Partido Comunista de Cuba se tomaron algunos acuerdos que modifican el esquema político de su nación.  ¿De qué manera modificará el gobierno su actividad para cumplir con esos acuerdos?

Fidel Castro.-  Se modifican algunos esquemas, pero no es gran cosa.  Todo esto tiene sus antecedentes, ya yo te expliqué en lo electoral cómo era nuestro sistema.

De estas mismas cosas de las sociedades mixtas se viene hablando hace tiempo.  Hace como 10 años nosotros hicimos la primera ley sobre estas cuestiones, antes de que existiera ninguna crisis.

Lo de los creyentes es algo que se viene planteando hace rato, lo he venido planteando yo mismo.  En una visita a Brasil, hace casi dos años, con motivo de la toma de posesión de Collor de Mello, me reuní con más de 1 000 representantes de las comunidades de base, representantes de todas las iglesias, este fue un tema que se abordó allí y que yo vengo abordándolo.  Le  puedo decir que en todo este material se venía trabajando.

Más que un cambio de esquema, digamos que lo que hay es un perfeccionamiento de todas las cosas, un intento de perfeccionar todo lo que veníamos haciendo.  Esto, naturalmente, tiene sus trámites legales, porque como ya les expliqué a ustedes, algunas de estas cosas tienen que ser ley es aprobadas por la Asamblea Nacional, no son leyes que aprueba ni puede aprobar el Partido; el Partido traza una línea, una recomendación, una orientación.  Habrá que trabajar duro en la Asamblea Nacional para todas las modificaciones que haya que hacerle a la Constitución, y para la creación de las medidas legislativas que estos acuerdos del congreso, o estas orientaciones y líneas del congreso originan; de modo que habrá que hacer un trabajo en el campo del Estado, en el campo de la Asamblea Nacional para llevar a cabo el cumplimiento de toda esta línea política.

Jimena Saldaña.-  Debido a los malos cambios de la Europa del este, el hemisferio esperaba que el Partido Comunista cubano practicara modificaciones más profundas y adoptara una posición, digamos, intermedia.  ¿Cuál es la razón por la que el Partido no logra avanzar más en sus cambios, si existen pruebas de que una parte del modelo adoptado por Cuba ya no es tan funcional como lo fuera antes y la propia estructura política frena un mejor desarrollo de la estructura económica?

Fidel Castro.-
  Bueno, todas esas son premisas que están en la pregunta.  No quiere decir que yo esté necesariamente de acuerdo con todas esas premisas.

Creo que nosotros los cambios que hemos hecho son muy profundos, hace 30 años ya hicimos esos cambios.  Hicimos los cambios más profundos que hiciera un país de América Latina y los más profundos que hiciera un país del Tercer Mundo.  Los hicimos por nuestra cuenta, no nos los impuso nadie, fueron resultado y fruto de nuestra voluntad.

Los grandes cambios históricos de nuestro país están hechos y los únicos grandes cambios que pudiéramos hacer serían hacia atrás, dar marcha atrás, volver al sistema anterior, volver a la época prerrevolucionaria, y ese tipo de cambio no estamos dispuestos a hacerlo de ninguna manera.  Si vamos a hacer cambios los hacemos hacia adelante, para perfeccionar lo que tenemos y no para renunciar a lo que hemos hecho.  Es así como hay que interpretar las cosas que estamos haciendo.

Nosotros todo lo que no sirva estamos tratando de dejarlo atrás, pero ya desde antes, cuando proclamamos el principio de la rectificación o la necesidad de la rectificación de errores y de tendencias negativas, para resolver viejos y nuevos problemas.

Mucho antes de que se hablara de perestroika empezamos a introducir nosotros modificaciones y conceptos, pero como somos un país chiquito, nadie le dio gran trascendencia a todo eso.  Cuando en la URSS hablaron de perestroika, fue diferente.

Con nuestra rectificación, por lo menos no hemos liquidado el país, ni hemos desorganizado el país, ni hemos caotizado el país; en nuestro país hay orden, en nuestro país hay armonía entre los distintos factores.  Realmente, tú no podrías decir lo mismo de lo que ocurrió en la Unión Soviética.  Ellos quisieron  ¬perfeccionar su sistema, yo no lo niego, pero han terminado destruyéndolo; y una cosa es perfeccionar un sistema y otra es destruirlo.  Han terminado desorganizando y caotizando el país, me imagino que eso estaba muy lejos de los deseos y de las intenciones de Gorbachov cuando planteó esos cambios en la Unión Soviética.

¿Qué se quiere de nosotros?  ¿Que caigamos en el caos, en la anarquía?  ¿Que nos desorganicemos?  ¿Que nos autodestruyamos?  No sería justo.  Si me dijeran:  Miren, ha habido cambios en otros países y han logrado crear el paraíso terrenal en la Tierra, nosotros tendríamos que entrar en alguna iglesia, meditando y filosofando sobre todas esas cosas; pero como lo que nosotros estamos viendo es el desastre, realmente lo que nos sentimos es muy satisfechos de haber seguido nuestra propia línea y de haber seguido nuestro camino, de no haber copiado y de luchar por mejorar nuestro modelo, por desechar todo lo que no sirva, sin vacilación, sin dogmatismo y hacer todo aquello que convenga al avance de nuestro país, al desarrollo económico-social de nuestro país, al bienestar material, cultural y espiritual de nuestra patria.  Esa es nuestra tarea y en eso nos esforzamos, no en copiar cosas que no sirvan para nada.  Hace rato que sabemos de cosas que no sirven y estamos tratando de dejarlas atrás.

Jimena Saldaña.-Los cambios en las naciones de Europa del este han seguido cursos diversos, que van desde el golpe de Estado en Rumania y la URSS hasta al poder compartido en Polonia, o la derrota total del Partido Comunista en Alemania del este.  ¿Qué pronósticos haría usted hacia el Partido Comunista cubano?

Fidel Castro.-  Ninguno de estos pronósticos, por supuesto.  Pronostico que pasaremos tiempos difíciles, muy difíciles, pruebas muy duras a causa del desastre socialista en Europa, pero que sabremos sobrellevarlas y saldremos al final victoriosos.  Es lo único que puedo pronosticar.
Nosotros no nos vamos a desmerengar porque, como he dicho otras veces, no somos un merengue elaborado con clara de huevos de golondrina, por utilizar una palabra elegante, no hablaría ni siquiera de clara de huevo de águila.  Sostenemos nuestras ideas sobre bases sólidas, sobre bases muy firmes, sobre un acero que no se desmerenga, esa es nuestra convicción, esa es nuestra creencia; por lo tanto, no creemos que nuestro Partido y nuestra Revolución se desmerenguen, así como ha ocurrido allí donde la revolución fue importada, donde el socialismo fue importado, o donde se cometieron gravísimos errores que aquí no se cometieron nunca.

Fíjate que nosotros nunca hicimos colectivización forzosa de la tierra porque, primero, no creamos el minifundio, como hicieron en todos estos países, que primero crearon millones de propietarios y después se produjo un proceso de colectivización forzosa que nosotros no hicimos.  No se desarrolló el culto a la personalidad, el abuso de poder y de todos esos fenómenos que se desarrollaron en otros países como en la Unión Soviética.  Nosotros no teníamos por qué corregir o enmendar errores que no habíamos cometido.  Lo nuestro fue autóctono, fue real.  Hemos tratado de hacer las cosas con inteligencia, con sabiduría, con orden.  La URSS, por otra parte, hizo cosas extraordinarias y alcanzó logros sin precedentes en la historia solo en el curso de unas pocas décadas.

Pero, ¿qué ha ocurrido en la URSS?  Empezaron por destruirla historia de la URSS; tú no puedes mejorar un país, destruyendo la historia del país.  Es como si ustedes van a México ahora y quieren mejorar lo que tienen y empiezan a negar toda la historia de México, a destruir la historia de México.  Nunca he visto un mexicano destruyendo la historia de su país, independientemente de las críticas que les pueda hacer a algunas personalidades.

Hemos estado viendo todo ese serial de “Senda de gloria”, escritos y otras muchas cosas con que cada país trata de exaltar sus méritos históricos.  No he visto que en México destruyan los monumentos de la Revolución Mexicana y quiten allí los monumentos de Obregón, o de Madero, Zapata o Villa, de cada uno de los héroes de la Revolución Mexicana, sino que más bien tratan de exaltar todos esos valores.  No veo que en México destruyan al PRI y traten de hacer polvo el prestigio y la autoridad del PRI, porque se quedan sin PRI y después quién apoya al gobierno para cualquier cambio, cualquier mejora.  No veo que en México estén destruyendo la autoridad del Estado, por el contrario, son muy celosos de la autoridad del Estado y de que se respete esa autoridad, porque sin ella no puede haber cambios, ni reformas, ni acuerdos, ni Tratado de Libre Comercio ni nada de eso.  No veo que ustedes destruyan allí el Parlamento, destruyan los valores políticos del país; al contrario, ahora están con el problema —lo acabo de leer en los cables— de un decreto, de algunas ley es sobre el ejido.  Me imagino que eso se va a discutir mucho, ¿comprenden?

En la URSS, ¿qué van a hacer? ¿Resolver los problemas repartiendo la tierra?  ¿Creando minifundios?  Nosotros no creamos el minifundio.  A todo el que tenía una parcela, una porción de tierra, por la cual pagaba renta como colono, como aparcero, que a veces le obligaban a pagar el 50%, a todos esos les dimos la propiedad de la tierra; pero las grandes extensiones no las repartimos en minifundios, sino las conservamos como grandes extensiones de producción a gran escala, que podían ser mecanizadas, donde la productividad del trabajo del hombre se podía elevar extraordinariamente, donde la máquina y la técnica se podían aplicar.  Tú no puedes aplicar la máquina de cortar caña en medio de los minifundios, no cortas caña ninguna; es decir que las revoluciones traen determinados procesos y determinadas circunstancias que después los gobiernos tienen que manejar y a veces es difícil el manejo.

Me imagino que para el gobierno va a ser difícil el manejo de los ejidos.  Ahora, ¿si el gobierno no tiene autoridad puede resolver el problema?  Entonces tú no puedes destruir la historia de un país, tú no puedes destruir el Estado de un país, tú no puedes destruir el partido en que se apoye la corriente política, gobernante del país.  Si tú haces todo eso puedes crear una desorganización, un caos y un desastre.  Nosotros no hemos hecho nada de eso.  Creo que más bien muchos debieran de mirar la forma en que está Cuba haciendo las cosas para no cometer el tipo de errores que han cometido otros.

Mario Vázquez Raña.-
  Sin embargo, señor Presidente, los cambios que se han hecho en el Partido en este último congreso, creo que son, de acuerdo con las circunstancias, bien positivos.

Fidel Castro.-  Sí, los hemos discutido mucho, como te conté.  Fueron ampliamente analizados y elaborados. Hay cambios, indiscutiblemente, en la actitud y en lo que estamos haciendo en lo económico, bastante fuertes.  Se abren, no están cerradas todas las perspectivas.  Puede haber todavía  más posibilidades, que estamos estudiando.

Jimena Saldaña.-  Hace unos meses entrevisté al presidente Kim Il Sung.  Durante la entrevista me hizo notar que la diferencia entre Corea del Norte y las naciones de Europa del este es que Corea hizo su propia Revolución y su propio sistema comunista, mientras que Europa del este fue obligada a tragar sin masticar el comunismo.  Cuba, como Corea del Norte, también hizo su propia Revolución, ¿cree usted que lo ha masticado lo suficiente como para poderlo digerir y probar de nuevo?

Fidel Castro.-  ¿Quién, nosotros?  Creo que Kim Il Sung tiene razón en esa afirmación.  Yo lo he dicho de otra manera:  La revolución socialista fue introducida en esos países, fue importada.

No es lo mismo la URSS, la URSS la hizo de verdad.  Todavía es más digno de análisis el caso de la URSS, y partir de otras premisas, de grandes errores cometidos y, sobre todo, de errores estratégicos y tácticos en el proceso de perfeccionar el sistema, que es de lo que hablábamos antes, porque la URSS se ha caotizado y desorganizado desde arriba, no desde abajo.  En la URSS no hubo ningún proceso, ni ningún fenómeno que diera lugar a esta situación en virtud de acciones desde abajo, todas las acciones que dieron lugar a esta situación vinieron desde arriba.  En los otros países, donde fue importado el socialismo, las acciones vinieron fundamentalmente desde abajo.
China hizo su propio socialismo y ha tenido que hacer rectificaciones; hizo su apertura con mucha ciencia, con mucha sabiduría.  No destruyeron el Partido, no destruyeron el Estado, no destruyeron la historia del país, se apoyaron en ella y llevaron a cabo los cambios que Vázquez Raña ha visto.

Ese país, con solo 100 millones de hectáreas, viste, calza y alimenta a 1 140 millones de habitantes.  ¡Eso es un milagro social, eso es algo prodigioso!  Sin el socialismo jamás China habría podido hacer esto, eso es incuestionable.  Acabó con las hambrunas, acabó casi hasta con las inundaciones.  Ahora le cayeron unos aguaceros mayores todavía, no sé si será el efecto invernadero; pero tiene un programa de canales, de presas, de todo eso, sigue luchando contra esas calamidades naturales.  China no ha pasado hambre, y toda la gente que se vio afectada ha sido protegida.

Incluso, tuvieron que hacer rectificaciones y cometieron errores en el proceso de cambio.  Como ellos mismos dicen, descuidaron la base política, descuidaron el trabajo político, descuidaron la cuestión de la conciencia, y tuvieron algunas experiencias amargas que los obligó a prestarle toda la atención que el caso requería.

China ha crecido más de un 10% este año.  Es un país grande, un país con recursos, un país con gente muy inteligente, muy sabia, muy trabajadora, muy estoica.  Hay que tener en cuenta que en China y en Asia funcionan factores culturales que no funcionan en Occidente, que no funcionan en nosotros que tenemos otra mentalidad, otro modo de pensar.

Kim Il Sung tiene toda su razón cuando dice que su comunismo es el de ellos.  Ese país ha obrado también milagros, porque ese país quedó totalmente arrasado; ha construido ciudades nuevas, industrias nuevas, montones de cosas.

Claro, aquellos del este de Europa se pudieron haber “indigestado”, aunque no solo indigestión explica.  Creo que los procesos de la Unión Soviética aceleraron el derrumbe del campo socialista.  Cuando la Unión Soviética empezó a cuestionar el partido, el Estado, la historia y todas esas cosas, tales hechos no dejaron de influir considerablemente también en esos países, lo cual no era precisamente un digestivo, ni una dentadura nueva para ayudar a una mejor masticación y una mejor digestión de todos esos procesos, ¿comprende?  Unas cosas influyeron en la otra.

La influencia occidental también fue muy grande, la educación de las masas en las ansias y en las ideas de consumo también fue grande; el gran error de competir en consumismo con Occidente, olvidándose que Occidente había acumulado la riqueza de siglos de colonialismo, que quedó intacto al finalizar la guerra, frente a una URSS totalmente destruida, frente a una China destruida.  Todos esos factores se olvidaron y empezaron a querer competir en automóviles, refrigeradores y en todas las cosas de consumo, cuando socialismo no quiere decir solo consumir, sino también una vida más pacífica y humana, una moral más elevada, un sentimiento de solidaridad y hermandad entre los hombres, entre los pueblos.

El egoísmo nacional no nos conviene a ninguno de nosotros, ni a Cuba, ni a México, ni a América Latina, ni a ningún país del Tercer Mundo, y el socialismo no predicaba precisamente el egoísmo nacional, sino el internacionalismo, la colaboración entre los pueblos.  Nosotros nos vimos muy beneficiados con la aplicación de esos principios del internacionalismo.

Imagínense que toda aquella solidaridad se sustituya ahora por egoísmo nacional, y que todos estos nuevos países que hablan de economía de mercado lo que quieran es comprar café más barato, cacao más barato, minerales más barato, todo más barato y vender cacharrería cada vez más caro.  Creo que eso no le conviene a nadie en el Tercer Mundo.

Esa revolución socialista que hizo la URSS, ayudó mucho a la lucha contra el colonialismo, ayudó mucho a que se escucharan nuestros puntos de vista en el mundo, ayudó mucho a que hubiera mayor justicia social, ayudó mucho a que hubiera mejor distribución de la riqueza, incluso en muchos países capitalistas.  Ya quisiera ver un mundo capitalista compitiendo entre sí sin esa especie de acicate en favor de los derechos sociales que significó la Revolución de Octubre en la Unión Soviética.

Pero el fenómeno es más complejo, no se puede ver simplemente en blanco y negro.  Habría que hacer un estudio de todos los factores que condujeron a esa situación y cómo se influyeron recíprocamente.

Entonces los coreanos del norte hicieron el socialismo suyo, me imagino que tengan que seguir luchando.  La vida es una eterna lucha por mejorar lo que se tiene, por perfeccionar lo que se tiene; también lo nuestro será una eterna lucha por mejorar lo que tenemos y por perfeccionar lo que tenemos.

Y lo que nosotros estamos masticando ahora y digiriendo no es nuestro socialismo, sino los dolores de cabeza que nos ha traído ese desastre; las escaseces, la falta de materias primas, la falta de combustible que nos ha traído el desastre de los países socialistas de Europa.  Eso es lo que estamos digiriendo ahora, no nuestro socialismo.

Sin nuestro socialismo no nos hubiéramos podido mantener con una economía de choque como las que se aplican en otros países, no habría pueblo apoyando hoy la Revolución, porque es muy despiadada, porque deja a la gente en la calle, la deja sin ingresos.  Muchas veces, cuando no tenemos materias primas, mandamos a la gente para su casa con una parte importante del salario, y le damos un trato muy humano, no dejamos a nadie desamparado en estas condiciones.  ¡Acaso vamos a venir nosotros ¬a aplicar la escuela de Chicago, o las teorías de los Chicago Boys esos, como hicieron en Chile!  Para eso necesitan un Pinochet allí matando y desapareciendo gente todos los días. 

No sé cómo van a aplicar en la URSS políticas de choque de esas como las que recomiendan los teóricos de la escuela de Chicago, porque tendrían que estar matando gente todos los días; la gente no acepta eso.  Creo que estas grandes crisis económicas hay que enfrentarlas con criterio más humano, que es lo que tratamos nosotros de hacer, sin dejar a la gente desamparada; con muchas menos cosas, pero todo el mundo tiene algo.  Lo terrible es que millones de gente se queden de repente sin nada, en el desempleo y la miseria.  Nosotros, con todas las limitaciones materiales que tenemos, hemos tratado de evitar eso y lo estamos evitando.  Hemos trabajado mucho por eso y otros deben ver qué estamos haciendo.

Mario Vázquez Raña.- 
Señor Presidente, ¿no cree usted que China, cuando quiso cambiar, echó marcha atrás y arrancó una, nueva etapa de modernización o de cambio?

Fidel Castro.-  Sí, creo que China dio marcha atrás en algunas cosas e inició una nueva etapa de modernización, de cambios, eso es cierto; pero China no destruyó su historia, China no aniquiló su Partido, China no destruyó el Estado.  ¿Qué harían los chinos sin esos factores?
Los chinos dijeron:  “¿Las comunas?  Están fuera de momento.”  Realmente, China tiene como 800 millones de campesinos.  ¡En China hay chinos!  Hay suficientes chinos para cultivar los 100 millones de hectáreas de tierra a mano y sembrar el arroz mata a mata.  Tú no puedes decir que en la URSS hay soviéticos para repartir toda la tierra en minifundios, renunciar a las máquinas y sembrar a mano el trigo, o desarrollar la agricultura en las condiciones en que la desarrollan los chinos.

Tuvo una gran lógica, a mi juicio —he meditado mucho en todo esto—, que ellos cambiaran el carácter de las comunas.  Porque si tú tienes 1 000 hectáreas a cultivar con 10 000 chinos y no usas la máquina, ¿qué sentido tiene esa empresa colectiva sin máquinas?  Es igual que si ustedes unieran ahora todas las tierras de los ejidos y las cultivaran sin máquinas.  Para eso es mejor que cada uno siga con su pedazo de tierra cultivando el maíz y las demás cosas.

Lo único que puede tener sentido es la colectivización de las tierras —si se emplean las máquinas, y las técnicas más modernas y productivas—, creo que México tiene distintos caminos, no sé cuáles aplicarán, ni me meto siquiera a dar consejos sobre esto.  Creo que la unión de las tierras en cooperativas de producción agrícola pudiera ser una de las formas de poder aplicar la ciencia y la técnica, que es lo que necesitan los países, ¿comprende?

México tiene que revolucionar su agricultura; ha crecido la población, se acerca a los 100 millones de habitantes, y con las técnicas actuales no puede realmente abastecer a esos 100 millones de habitantes, tiene que emplear la máquina y tiene que emplear la ciencia.

Por eso nosotros no dividimos la tierra, no nos vimos después obligados a una colectivización forzosa.  Al contrario, muchas veces el campesino se ponía viejo y le comprábamos la tierra y la uníamos a una empresa; el campesino se quedaba sin hijos, porque todos iban a estudiar una carrera, y nosotros adquiríamos la tierra.

Nosotros antes, en la caña, necesitábamos 350 000 macheteros; hoy podemos hacer la zafra con 50 000, porque las máquinas son las que cortan mayor parte de la caña, los centros de acopio son los que la reciben, la limpian de paja, multiplican la productividad del cortador de caña, puesto que ya el hombre no tiene que estar limpiando caña a caña; las alzadoras cargan toda la caña donde no pueden trabajar las combinadas.  Así hemos ahorrado 300 000 hombres y producimos alimento para 40 millones de personas en el mundo, el país exporta calorías para 40 millones de personas en el mundo; no hay país que exporte más calorías par cápita con tan poco territorio como Cuba.  Eso es una cosa muy importante, en eso nos ayudan las máquinas.

Nosotros no teníamos el hombre que sembraba el arroz mano a mano, noche y día, tú tenías que usar el avión muchas veces para sembrar, para fumigar aquellas enormes extensiones, para fertilizar.  Tú tienes que usar el avión en la caña muchas veces para regar urea foliar, por ejemplo, tienes que usar máquinas; nada de eso lo puede hacer en pedacitos chiquitos.

Ahora, si el chino no siembra el arroz en avión, sino mata a mata, si el chino no cosecha con combinadas, si en China hay cientos de millones de personas, fue incluso inteligente no mecanizar aquellos procesos.  ¿Cuánto habría costado mecanizar toda la producción arrocera de China?  Habría disminuido la producción por hectárea, porque la mata sembrada a mano se siembra a una distancia exacta, se produce más, sacan dos cosechas en vez de una cuando siembran de semilla; un mes antes del momento de la siembra, tienen los viveros donde crecen las plantas, sacan la matica ya crecida y la plantan, ocupa el tiempo mínimo en la tierra; vuelven a hacer otra vez viveros, vuelven a sembrar la mata y le sacan dos cosechas a la hectárea.  Con máquina no se puede hacer eso, si tú siembras el arroz de semilla no tienes tiempo de sacar dos cosechas.

Luego, un país como China, donde el trabajo era fundamentalmente manual, creo que fue inteligente que ellos le asignaran su pedacito a cada cual y su responsabilidad.  ¿Para qué vas a poner 10 000 trabajadores en 1 000 hectáreas y crear una estructura, una organización, una superorganización cuando cada uno puede estar atendiendo su pedacito?  El problema de ellos ahora es cómo elevan la productividad en todos esos pedacitos, la productividad por hombre, la productividad por hectárea; para ellos lo más importante en el futuro es la productividad por hectárea, pues su población crece.  Si hubieran mecanizado la agricultura quedaban sin empleo cientos de millones de chinos, ¿dónde estarían hoy esos cientos de millones de chinos?  Por eso digo que las reformas que hicieron los chinos fueron realmente muy inteligentes.
Aquí nosotros tenemos casi 30 000 hectáreas de arroz en una zona con mil y pico de trabajadores, para darle una hectárea a cada uno, necesitamos 30 000 familias y cada una sembraría cosas diferentes en el mismo pedazo; se acabaría la producción de arroz, que ya la hacemos con máquinas.  Y estamos introduciendo la técnica, el sistema ingeniero, que duplica la productividad, ahorra agua; esos son nuestros caminos.

Tenemos un problema nuevo:  ahora quisiéramos ser chinos en vista del problema energético, porque necesitamos preparar esas extensiones de tierra; ahora quisiéramos que nos sobrara gente para poder hacer todo eso, porque toda esa gente está en la ciudad, nunca hubo esa gente en esos lugares.  Eran lugares aislados donde hicimos las grandes plantaciones arroceras, ¿quién las siembra a mano, mata a mata?
Ahora mismo se nos presentaron problemas y tuvimos que cortar a mano, pero ya cortar a mano no es sembrar a mano.  La preparación de tierra muchas veces estamos tratando de hacerla con bueyes.

Es decir que nosotros tendremos que hacer muchas cosas aun dentro de esta situación, pero sin necesidad de repartir la tierra en cientos de miles de pedacitos, porque entonces acabamos con la producción azucarera y con la producción arrocera, ya que esa producción y esos niveles alcanzados se han basado en las grandes extensiones, en los grandes canales, en las grandes presas y, digamos, en la economía de escala.

¿Cómo mantenemos el máximo de escala, o el máximo de mecanización, o cómo empleamos un número adecuado de máquinas para no hacerlo todo con bueyes?, pero si lo tenemos que hacer todo con bueyes durante algunos años, lo haremos.  El buey ayuda, no solo ahorra combustible, eleva la productividad del hombre en los cultivos.  Y muchas veces donde tú no puedes introducir un tractor, porque pesa mucho, pones una yunta de bueyes y hace el trabajo de 10, 15 hombres.  Hemos descubierto en el buey algo más que un ahorrador de combustible, hemos descubierto que eleva la productividad del hombre haciendo tareas que las máquinas no pueden hacer muchas veces, sobre todo en período de primavera, cuando la tierra está muy húmeda.   

Nuestro camino ha sido la aplicación acelerada de la ciencia y la técnica; después buscaremos, ya veremos cuánto combustible nos queda, cuánto azúcar, serán los problemas de nosotros a resolver ahora. 

Si los soviéticos se arriesgan a quedarse sin azúcar, nos arriesgan a quedarnos sin combustible y sin zafra. Estos son problemas recíprocos. 
Nosotros hacemos todo lo posible en nuestro programa alimentario, lo estamos haciendo en la ganadería:  el pastoreo racional, que duplica la producción de pastos, el uso de las ideas de Voisin perfeccionadas por un profesor brasileño llamado Pinheiro;  la cerca eléctrica, que va a funcionar con molinitos de viento a mano, por si un día nos falta el combustible para el sistema nacional de electricidad.  Venimos comprando bicicletas, y haciendo fábricas de estas, un millón de bicicletas estamos incorporando este año. Estamos domesticando cientos de miles de bueyes, no estamos con los brazos cruzados; tenemos a los científicos, innovadores, racionalizadores y técnicos trabajando 10 y 12 horas.  A fines de año hay un foro de piezas de repuesto, de innovaciones y racionalizaciones, en él hay 35 000 ponencias o trabajos presentados, ¡treinta y cinco mil!, es increíble.  Tenemos a todo el mundo pensando y a todo el mundo trabajando, no estamos con los brazos cruzados.

Ahí tienen ustedes un buen ejemplo de eso:  China hizo una inteligente reforma y avanza magníficamente bien, lo dicen todos los que visitan ese país; no hizo las cosas de la Unión Soviética.  Creo que es un buen ejemplo a tomar en consideración.  Eso de echar para atrás las comunas fue correcto, ya te explico las razones técnicas y sociales.  Si hubieran mecanizado, repito, esos 100 millones de hectáreas, hoy habría 400 millones de chinos sin empleo, o más, ¿y cuánto habría costado eso?  De modo que los chinos han demostrado una vez más que son sabios.

Mario Vázquez Raña.- 
Señor Presidente, los chinos se están modernizando mucho.  En el mes de junio tuve la oportunidad de hacerle una gran entrevista al señor primer ministro Li Peng y le comentaba del problema de Corea del Norte y del problema de la propia China con Hong Kong, y fue muy firme su decisión, dijo:  “Nosotros estamos dispuestos a tener con Hong Kong dos sistemas de gobierno, dos ejércitos, y eso lo pueden hacer también Corea del Norte y Corea del Sur:  dos sistemas, dos gobiernos.”  ¿Qué opina usted de eso?

Fidel Castro.- 
Creo que su respuesta respecto a Hong Kong fue muy inteligente, y lo creo perfectamente posible, porque Hong Kong es una isla pequeña y China es un continente.  China ha seguido políticas muy sabias, incluso con Taiwán, y aspiran un día a unirse también con Taiwán y a constituir otra vez una gran nación, de modo que su concepción relativa a Hong Kong es incuestionablemente razonable.

Ahora, esas ideas ya aplicadas a Corea, habría que analizarlas más profundamente.  Me imagino que cualquier proceso de integración, tendrá que ser por fases y por pasos, y me imagino que tendrán que descubrir fórmulas para llevar acabo ese proceso.  Pero como tú tienes muy buenas relaciones con Kin Il Sung, me gustaría más bien que tú le hicieras la pregunta a él, para que respondiera por si mismo y no fuera yo quien estuviera dando criterios acerca de la fórmula de Li Peng para la reunificación de China con Hong Kong y la posible aplicación de la misma para la reunificación de los dos países, Corea del Norte y Corea del Sur.

Mario Vázquez Raña.- 
Sabrá usted que soy amigo de los dos, de Corea del Norte y de Corea del Sur, y tuve la suerte de que pude entrevistar a Kim Il Sung y a Roh Tae Wu.

Fidel Castro.-
  Pero entrevistaste primero a Kim Il Sung y después a Li Peng.

Mario Vázquez Raña.-
No, a Roh Tae Wu, el de Corea del Sur.

Fidel Castro.-
  Sí, ¿pero el último fue Li Peng?

Mario Vázquez Raña.- 
Primero Li Peng y después a Roh Tae Wu.

Fidel Castro.-
  ¡Ah!, pero no se te ocurrió hacerle la pregunta entonces a Kim Il Sung.

Mario Vázquez Raña.-
  Y no es lo mismo la plática con Kim Il Sung en 1988 a la de ahora, está como más inteligente, como más capacitado, como más informado y como más decidido a hacer la unificación de las dos Corea; lógicamente, por su forma de ser.  Pero también el propio Presidente de Corea del Sur tiene sus ideas.  Siento que muy pronto podrán unirse, ¡ojalá que eso termine!

Fidel Castro.-  Creo que los dos ganarían mucho.

Jimena Saldaña.- 
¬Durante la celebración del IV Congreso, algunos grupos que trataban de manifestarse se quejaron de haber sido reprimidos.  ¿Hubo libertad para que las ideas sometidas a análisis se presentaran sin temor a que sus autores fueran castigados?

Fidel Castro.-
  Yo no he oído mencionar a esos grupos.  Puede haberlos, no te digo que no; pero creo que en esos días la atención de todo el país estaba concentrada en el congreso, y los grupos esos recalcitrantes son muy pequeños.  Cualquier cosa que suceda los cables la van a amplificar y multiplicar, eso es indiscutible.  Desde luego, si se produce cualquier actividad contrarrevolucionaria, cualquier actividad que quiera coordinar sus acciones con Estados Unidos para liquidar la Revolución, tendrá nuestra oposición y tendrá nuestra lucha.

Te puedo asegurar que nosotros no vamos a tolerar impunemente que la Revolución sea destruida, lucharemos; lucharemos los revolucionarios, el pueblo luchará y no permitirá que impunemente aquí vengan a querer destruir las bases de la Revolución o la unidad del pueblo.  De modo que aquí nada podrá ocurrir sin lucha, este es un principio que debe conocerse con claridad.  No recuerdo cosas de esas en los días del congreso; yo mismo estaba envuelto en el congreso todo el tiempo, interminables horas.  Pero nosotros si no pertenecemos a ese estirpe de gente que deje de luchar, capitule, rinda sus banderas.  Nosotros lucharemos aquí hasta el final defendiendo nuestras ideas.
Hoy tenemos un adversario, que es Estados Unidos, que es el que quiere destruirnos.  Aquí hay dos campos:  el de los que están con la patria y el de los que están contra la patria; los que están con Cuba y los que están con Estados Unidos.  No dejaremos de luchar, tanto contra Estados Unidos como contra sus aliados, en cualquier circunstancia en que desafíen a la Revolución.

Jimena Saldaña.-
Una de las modificaciones más comentadas del IV Congreso fue el permitir a los miembros de cualquier religión ser miembros del Partido Comunista.  ¿Quiere esto decir que Cuba se encuentra en fase próxima a celebrar relaciones más cercanas con la Iglesia?
Fidel Castro.-  Creo que aquí tú quieres decir con las iglesias.

Hay muchas iglesias en Cuba y tenemos magníficas relaciones con muchas de esas iglesias, las tuvimos siempre, y con muchas de ellas nunca tuvimos ningún problema.  Al principio la Revolución tuvo conflicto con algunas iglesias, o con una iglesia, ¬fundamentalmente con la alta jerarquía de la Iglesia Católica; se creó un problema porque se pusieron del lado de los latifundistas, de los casatenientes y de los ricos, adoptaron el partido de los que estaban a favor de la alta oligarquía, a pesar de que muchos católicos estaban con la Revolución.  Eso dio lugar a conflictos y tensiones.  Eso fue lo que originó el principio aquel de que para ingresar en el Partido había que adoptar su doctrina, tanto en el terreno político como en el terreno filosófico.

Aquella fue la causa principal.  Había muchos sacerdotes extranjeros, había muchos sacerdotes españoles que estaban muy influidos todavía por todo el problema de la Guerra Civil Española, el nacionalismo español, estaban muy influidos por el franquismo, y eso trajo el gran problema.  Pero creo que somos la única Revolución donde nunca se fusiló un sacerdote, somos la única.  Es decir, la Revolución Cubana tiene el mérito de haber manejado con mucho cuidado, de una manera exquisita, la cuestión de las relaciones con las iglesias.  Porque aquí vinieron y desembarcaron en Girón sacerdotes católicos junto con los mercenarios, y algunos de ellos participaron en organizaciones contrarrevolucionarias y terroristas; sin embargo, ninguno fue fusilado, muchos de ellos estuvieron un mínimo de tiempo arrestados en prisión.  Manejamos con mucho cuidado esa situación.

Ahora, ¿qué revolución no fusiló montones de sacerdotes?  En la Francesa se fusilaron a montones, de un lado y de otro; en la Guerra Civil Española se fusilaron de un lado y de otro; en la Revolución Bolchevique se fusilaron de un lado y de otro; y, con perdón de los mexicanos, en la Revolución Mexicana se fusilaron unos cuantos de un lado y de otro.  Ninguno de esos fenómenos, afortunadamente, ha ocurrido así en Cuba, de manera que tenemos una moral muy alta para decir que hemos manejado eso con cuidado.

Ahora, nosotros no hemos tenido una Teología de la Liberación en Cuba, desgraciadamente, siempre tuvimos un espíritu muy conservador en la alta jerarquía católica; sin embargo, hubo relaciones de respeto, en lo cual trabajó mucho un nuncio, monseñor Zacchi, que desgraciadamente hace algunas semanas murió; ese hombre, como nuncio apostólico, trabajó mucho en ayudar a evitar los conflictos y diferencias con la alta jerarquía de la Iglesia Católica, que fue la Iglesia con la que tuvimos este tipo de dificultades.  En dificultades con la Iglesia Católica no hay que hacerles ninguna historia a los mexicanos, porque tienen más experiencia que nadie en todas estas cosas y han manejado todos esos problemas con una particular experiencia.

Aquí no hubo ese tipo de problema, lo que no tuvimos una jerarquía progresista, no tuvimos nunca una jerarquía eclesiástica revolucionaria, como ha ocurrido en otros países. Hay países de América Latina donde las altas jerarquías católicas han tenido posiciones muy progresistas.
Ahora, aquella situación originada en los primeros años de la Revolución nos llevó a aquella medida, que a través del tiempo vimos como algo que —si bien se explicaba en sus orígenes por lo que ocurrió— constituía de hecho una discriminación, y que abarcaba, además, a todos los creyentes.  Por un lado, muchos creyentes progresistas en América Latina apoyaban la Revolución Cubana —sacerdotes, obispos, de todo— y, sin embargo, aquí el creyente no podía ingresar en el Partido.  Eso se convertía en una discriminación y ejercía influencia en los demás factores de la vida donde no debía aplicarse esa discriminación, y llegamos a la conclusión de que teníamos que superar ese problema, sobre todo, tomando en cuenta las magníficas relaciones que habíamos tenido con muchos creyentes de otras religiones, ya que estaban pagando justos por pecadores.

Llegamos a la conclusión de que había que eliminar esa exclusión.  No fue fácil, porque a la gente formada 30 años en una filosofía, en una doctrina, le costaba mucho trabajo comprender y casi no concebían un comunista que tuviera una creencia religiosa.  Esa fue una de las cosas que más trabajo nos costó y se discutió hasta en el congreso el problema, aunque hubo consenso amplio a favor de que era correcto, de que era justo, y hubo algunas intervenciones brillantes en relación con eso.

Nosotros deseamos mantener las relaciones normales con todas las iglesias, relaciones de respeto.  Eso no dependerá solo de nosotros, dependerá también de los demás; las relaciones nuestras con la jerarquía de la Iglesia Católica depende de lo que ellos hagan y dependerá de su conducta, fundamentalmente.  Pero esta medida tenía el propósito de rectificar algo que consideramos que era discriminatorio y que era injusto; por eso lo hicimos, no perseguimos ningún otro objetivo.

Mario Vázquez Raña.-
Señor Presidente, ¿y no tiene planeada la intención de invitar a Cuba al Papa?

Fidel Castro.-
  Creo que nosotros ahora estamos envueltos en problemas vitales, decisivos, que tienen que ver con la supervivencia del país en período especial.  Hoy por hoy nosotros debemos dedicar todo nuestro tiempo a las tareas inmediatas que ocupan nuestro esfuerzo; por lo tanto, no es una cuestión priorizada la visita del Papa en este momento para nuestro país, en la política internacional.  Tenemos relaciones normales, relaciones de respeto con el Papa, pero no es una cuestión priorizada su visita en nuestra política internacional.

Jimena Saldaña.-
El SIDA es un mal que se extiende por el mundo.  Por la condición insular de Cuba y las magníficas medidas de salud popular que aquí se tienen, se sabe que no es un caso alarmante para la comunidad de su país.  ¿En qué nivel de control se encuentra el SIDA en Cuba y cuál es el tratamiento que se le da cuando los casos se presentan?

Fidel Castro.-  Pienso que Cuba es el país que ha tenido más éxito en la lucha contra el SIDA y el que realmente ha frenado la enfermedad, lo cual no ha podido conseguir prácticamente ningún otro país

Nosotros hemos aplicado métodos tradicionales, clásicos, lo que siempre se hizo a lo largo de la historia con relación a enfermedades contagiosas altamente peligrosas:  aislar a las personas infectadas, como se hizo siempre, en todos los casos de cólera, o enfermedades como la lepra, u otras muchas.

Claro, en nuestro caso era posible, porque el número era muy reducido y no es lo mismo aislar 100, 200 ó 300 personas, que aislar 100 000.
Cuando nosotros descubrimos la enfermedad, lo hicimos en una fase muy temprana y no perdimos tiempo, no nos equivocamos, porque cada caso lo analizamos uno por uno.  Establecimos entonces los sanatorios donde estuvieran los infectados de SIDA, que no son sanatorios muy rígidos, tienen contacto con la familia, pueden salir, salen;  tienen ciertas medidas de control, se hace un trabajo educativo con la familia, visitan sus casas, se les da un tratamiento exquisito, una alimentación esmerada.

El problema del que esté infectado va a depender mucho del desarrollo de su salud:  si está mal alimentado, los peligros de que la infección se convierta en enfermedad son muy grandes.  Una gripe mal tratada, una infección cualquiera puede asociarse inmediatamente a la entrada de la enfermedad, ya usted tiene que distinguir dos cosas:  el enfermo de SIDA y el infectado de SIDA.  No todos los infectados están enfermos, pero son trasmisores del virus y se propaga con una velocidad supersónica.  A veces se ha dado el caso de una sola persona que ha enfermado a 30, ¡increíble!, en un pueblito, en un lugar determinado.

Al principio se decía que era enfermedad de homosexuales y después se comprobó que era de homosexuales, de bisexuales y de heterosexuales.  Crece hoy mucho la enfermedad en las relaciones heterosexuales.  Crecía más al principio en las relaciones homosexuales, por el carácter antinatural de ese tipo de relaciones entre los hombres, porque casi siempre llegaban a producir contacto de la sangre mutuamente y este contacto es lo que hace automático el contagio; en las relaciones heterosexuales no se produce siempre el contacto con la sangre, puede haber desgarramiento, puede haber problema, pero no con la seguridad con que se produce en las relaciones homosexuales entre hombres, por ejemplo.

Hoy día la enfermedad se propaga a través de las relaciones heterosexuales, fundamentalmente, porque son las más frecuentes, las más numerosas, y el mundo no ha encontrado solución para el problema.  Ahora muchos están preguntándose qué hicimos nosotros y cómo lo hemos logrado, están examinando la experiencia nuestra, pero puede ser tarde en muchos países.

Toda esa propaganda por radio y por televisión puede tener efecto en algunas personas, pero no resuelve la cuestión, porque el SIDA está asociado a uno de los problemas más complejos del ser humano, que son las relaciones sexuales, y hay gente que la vida o la muerte le importa un bledo; correr cualquier riesgo, correr cualquier aventura no le importa a mucha gente y no le importa por estar asociado, precisamente, a un problema que tiene especial influencia en las personas.  Por eso es potencialmente tan peligrosa.

Y el hombre es el hombre.  Tú no puedes esperar de cada ser humano una responsabilidad, sabiendo que está contaminado.  Cómo reacciona:  si reacciona con generosidad, si reacciona con temor a enfermar a otras personas, o si es todo lo contrario, porque tú no sabes cómo va a reaccionar la persona.  Pero el hecho real es que toda la propaganda esa y todas las campañas no han frenado el fenómeno del crecimiento del SIDA.

En nuestro país hay infectadas un total de 681 personas, de las cuales hay 98 enfermas y 583 son portadoras del virus; a estas habría que añadir un número de fallecidos, ha fallecido un número de personas.  Se han hecho más de 11 millones de pruebas; a algunas personas se les han hecho varias, las que están en áreas de riesgo.  Todas las donaciones de sangre se analizan, de modo que a toda persona que dona sangre se le analiza la sangre; a las que ingresan en los hospitales también se les hacen los análisis de sangre; a las que trabajan en áreas de riesgo, está establecido por las regulaciones que se les haga análisis sistemáticos de sangre.  También cuando hay síntomas sospechosos.
Claro, nuestra gente se siente tan protegida que es despreocupada; se siente muy protegida, excesivamente protegida en esto, si no no tendríamos ni siquiera los 681 seropositivos que tiene el país, el 0,006%.  Es una cosa insignificante.

Mario Vázquez Raña.-
  ¿Infectados hay?

Fidel Castro.-
  Como dije:  Infectados hay 681, de los cuales 98 están enfermos y 583 tienen el virus pero no están enfermos.
Ahora, sobre todas estas personas se hace un trabajo preventivo de su salud, se les cuida la salud, se les da una buena alimentación, medicamentos.  Es decir, se hace con ellos lo único que tú puedes hacer hoy con el SIDA, que es evitar que el que tiene el virus se enferme, para salvarle la vida, porque después que se enferma tú puedes prolongársela, más o menos, pero está irremediablemente perdido, mientras que tú puedes prolongar muchos años su vida con nuestro sistema.  En lo que nosotros estamos teniendo éxitos es en que el número de gente infectada que se enferma sea mínimo.  Hemos ido reduciendo, a través de los tratamientos médicos previos que les vamos aplicando, y por eso hemos tenido éxito.

Ahora, si en Estados Unidos hay 3 millones de infectados, ¿cómo tú puedes aislar a 3 millones?  ¿Si hay países de Europa que tienen 200 000, 300 000, cómo tú puedes aplicar eso?  Nosotros lo pudimos aplicar porque tomamos muy al principio, y con mucha decisión, las medidas tradicionales para los casos de infecciones y así hemos protegido a la población; de lo contrario, podríamos tener ahora decenas de miles de infectados y miles de enfermos.

No quiero mencionar países, pero los hay con mucha menos población que Cuba que tienen 50 000 infectados, 100 000 infectados.  Como esto tiene incidencia económica, si es un país turístico esto tiene incidencia, no quiero mencionar nombres, pero si te puedo dar estos datos de Cuba, que están muy actualizados.

Mario Vázquez Raña.-
  Señor Presidente, poseo una gran información del número de divorcios tan elevados en Cuba.  ¿A qué se debe este fenómeno?

Fidel Castro.-  Pienso que, efectivamente, es alto el número de divorcios, y en nuestro país ha crecido con la Revolución.  Eso se explica porque la pareja es mucho más libre, la mujer es mucho más libre, tiene mucha menos dependencia del hombre de la que tenía en la época prerrevolucionaria.  En la época prerrevolucionaria las mujeres no tenían empleo, tenían que trabajar como domésticas muchas de ellas; había un gran número de prostitutas, se calculaban alrededor de 100 000 en una población de 6 millones y medio de habitantes que había en Cuba; otras trabajaban en bares.  Formas de prostitución, directa e indirecta, había muchas.  Las mujeres no tenían empleo; hoy constituyen casi el 60% de la fuerza técnica del país.  Incluye, desde luego, profesoras, médicas, ingenieras, maestras, enfermeras; pero enfermeras que ya van hacia un nivel superior de licenciadas en enfermería.  Las mujeres constituyen, repito, casi el 60% —debe ser el 57%— de la fuerza técnica de nuestro país, tienen empleo, tienen buenos salarios, son libres, no tienen la dependencia del hombre que tenían antes; a una mujer se le respeta, puede estar casada o divorciada.  Antes a una mujer divorciada se le miraba con cierto desdén, hasta se le subestimaba.

Hay muchas cosas envueltas en todo esto y en la hipocresía de la sociedad capitalista.  Existía el mito —por lo menos la costumbre, la teoría, comoquiera llamarse, no quiero ofender a ¬nadie— de la virginidad, era un concepto que estaba situado en una categoría social muy alta.  Pero para que hubiera vírgenes tenía que haber prostitutas, porque muchas veces los hijos de las familias con recursos para divertirse necesitaban la presencia de una prostituta, necesitaban la presencia de alguna mujer que no podía ser virgen para que otras se conservaran vírgenes para el matrimonio.  Así, lo digo crudamente.  Respeto todos esos conceptos, y respeto el decoro y la dignidad de la mujer, lo que pienso es que no se puede construir el decoro de unas mujeres a costa de la prostitución de otras.  Esa es una de las cosas que pienso.

Ahora nuestra gente tiene mucha más libertad en sus relaciones; sin embargo —y se lo he dicho a los jóvenes—, no han hecho el uso óptimo de las libertades que hoy tienen, ni hombres ni mujeres, no han hecho el uso óptimo de esas posibilidades que la Revolución les dio a todos:  a la mujer de educarse, de tener empleo, y también al hombre.

Quisiera que los matrimonios fueran más estables, porque la inestabilidad afecta a los hijos y, en ese sentido, defiendo la idea de la estabilidad.  También defiendo la idea de que el número de abortos sea mínimo; igualmente es elevado el número de interrupciones, porque no están prohibidas por la ley, es opción de la mujer, y creo que es lo único razonable, porque antes muchas mujeres morían tratando de provocarse el aborto sin ninguna condición higiénica.

En países de Europa donde está prohibido el aborto, las mujeres que tienen dinero cruzan la frontera, van al otro país y se realizan el aborto que no se pueden hacer en su propio país, estas son realidades.

No comparto la teoría de prohibir el aborto, ni puedo compartirla teoría de prohibir el divorcio; pero sí pienso que hay que luchar por la estabilidad del matrimonio y de las relaciones entre la pareja humana, por la influencia que tiene en la sociedad, por la influencia que tiene entre los hijos.

Esa enorme libertad que hoy tienen nuestros jóvenes explica, a mi juicio, el incremento del número de divorcios, la inestabilidad; esa enorme libertad, esas enormes posibilidades que tienen hoy con la Revolución.

Ahora el número —te puedo dar datos— es alto.  El número de divorcios es de alrededor de 33 000; el número de matrimonios de 83 000, hay muchos más matrimonios.  El del divorcio es casi un tercio de el del matrimonio, pero para nosotros es alto.

Mario Vázquez Raña.-  ¿Al año?

Fidel Castro.-
  Sí, esto es al año.

Esa es la situación.  También puedo añadir que nos preocupa que es elevado el número de interrupciones, porque demuestra una educación sexual que no es suficientemente elevada, y esa tranquilidad demuestra irresponsabilidad realmente, porque creo que tanto los hombres como las mujeres, deben tener un mayor sentido de responsabilidad y un mayor cuidado. Siempre será preferible que se evite el embarazo a que se interrumpa.

De modo que a este problema te puedo añadir el otro, y las preocupaciones que tenemos en torno a esta situación.  Así es la vida.
Digo que el fenómeno es universal, porque aquí mismo me he reunido con altas jerarquías eclesiásticas de tres religiones diferentes.  Había un anglicano, había un rabino, creo que había un católico, juntos, en una visita, y le pregunto al anglicano:  “Dígame, ¿entre los miembros de la religión de ustedes, el número de divorcios disminuye o aumenta?”  Dice:  “Aumenta.”  Y le pregunto al católico:  “Óigame, ¿entre ustedes el número de divorcios aumenta o disminuye?”  Dice:  “Aumenta.”  Y le pregunto al rabino; el rabino no sé si me contestó con toda la objetividad, pero me dice:  “Mantenemos un nivel relativamente alto de estabilidad.”  Digo:  “¿En 10 años, de cada 10 que se casan, cuántos matrimonios se mantienen?”  Me dice:  “Ocho.”  Tienen un número alto; el anglicano tenía mucho menos, y el católico tenía mucho menos, la realidad.
Claro, el rabino responde a un pueblo que ha logrado sobrevivir gracias a un nivel de unidad muy grande, pero habría que preguntarle a otro rabino cómo se comporta con ellos el fenómeno este del divorcio; pero por lo que he podido apreciar es universal el fenómeno, y lo reconocen, incluso, religiones en que son muy rigurosas las costumbres y los hábitos.  Es un fenómeno universal el crecimiento del divorcio, además de las causas particulares que podamos tener nosotros y que ya les expliqué.

Mario Vázquez Raña.-  Muy bien.  Usted, señor Presidente, ha estado al frente de su país más de 30 años.  Ha tratado con centenares de jefes de Estado, jefes de Gobierno, ha sido protagonista de la propia historia de su país y de la historia del mundo.  ¿No ha pensado en sentarse un día, todo tranquilo, para escribir sus memorias?

Fidel Castro.-  Siempre creí que algún día podría llegar ese momento, y realmente me gustaría muchísimo escribir mis memorias, no porque piense subjetivamente que tengan un gran valor; me pasa igual que a ti, no puedo admitir las premisas acerca de creerme un importante protagonista de la historia.  Sí he jugado un papel relativamente importante en la historia de mi país, eso no lo puedo negar.  He vivido una experiencia internacional, tampoco lo puedo negar.  He aprendido muchas cosas en estos años de la Revolución; creo que algunas podrían ser útiles.

Me gustaría recordarlas por su utilidad y no por la vanidad de quien hubiera podido vivir todas esas experiencias, y te confieso que sí, que me gustaría disponer de la oportunidad de poder escribir esas memorias.  ¿Pero quién puede hablar de eso en período especial?  ¿Qué podría pensarse de mí en circunstancias como las que tenemos que vivir en medio de un desafío tan grande?  Dirían:  ¡Qué dirigentes tan cobardes tenemos nosotros, que en el peor momento se retiran a escribir sus memorias!  Tengo esperanzas de que dispongamos un día del tiempo necesario para escribir esas memorias, o parte de esas memorias, o las cosas más esenciales de esas memorias; tengo esperanzas, no las he perdido.

Mario Vázquez Raña.-  Le podría hacer dos preguntas más.  Después de aquella severa sanción que impuso usted al general Ochoa y sus compañeros, ¿cómo ha sido el problema de la droga aquí en Cuba?

Fidel Castro.-  Te puedo decir que aquí casi de eso ni se habla.  Hay factores que nos han ayudado, no solo las medidas drásticas que se tomaron y que eran las únicas que podían parar un fenómeno de esta naturaleza.  Eso creó un precedente claro de que nuestro país no toleraría debilidades o delitos de esa naturaleza.

A nosotros nos quedaba el problema de que en Colombia había una mafia que tenía un poder enorme, y en sus planes constantemente estaban tratando de violar el espacio aéreo o el espacio naval de Cuba, y eso nos traía problemas, nos traía dolores de cabeza.  Muchas veces soltaban sus paquetes al mar y luego las olas los traían hasta las costas.

Logramos hacer algunas capturas de contrabandistas, de gente que estaba en ese negocio de los paquetes que se lanzaban al mar después de aquellos problemas que dieron lugar al juicio.  Lo publicamos, dimos la explicación y eso surtió efecto.  Logramos recoger esos paquetes, pero se nos dieron casos, incluso, de intoxicaciones, cuando algún paquete de esos llegaba a las costas y alguna gente creía que era un producto útil para algo, no sabían ni lo que era, se nos dieron algunos casos de intoxicaciones.  Pero a partir del momento en que en Colombia se les dio una gran batida a los grupos estos de narcotraficantes, a partir del momento en que ellos veían que era cada vez más peligroso el utilizar la zona de nuestro territorio, el área de Cuba para sus operaciones, fue disminuyendo ese tráfico.  Nosotros llegamos a establecer una medida radical:  la disposición a disparar contra los aviones que violaran el espacio aéreo de Cuba.

A muchos de estos aviones no te vayas a creer que es fácil interceptarlos.  La isla es de más de 1 000 kilómetros de largo y es estrecha; en muchos lugares tiene 40 kilómetros, en otros 60, cuando un radar viene a descubrir un avión de esos que va en vuelo rasante ya ha cruzado; luego, cuando lo descubren a tiempo y le dicen que se pare, maniobran y se ponen a ras de tierra, de noche, principalmente, no de día.
Para localizar un avión de esos, tú tienes que usar los radares, para dirigir el avión interceptor.  Ya tú te imaginas, de noche, en un lugar de ondulaciones y montañas, un radar dirigiendo un avión de guerra, a una enorme velocidad, para interceptar a un avión que se ponía a ras de tierra, es muy difícil, arriesgaba mucho a los pilotos; pero más de una vez estuvieron a punto de disparar.

Durante años no se disparó, primero, porque no habíamos tenido el problema; segundo, porque tú no sabías quién podía estar en un avión de esos.  Y un avión no es un automóvil por la carretera que se pueda registrar; tú lo derribas y a lo mejor derribas a un periodista que no quiere bajar, a un senador que no quiere bajar, a un hombre de negocios que tiene miedo de que si aterriza llega al infierno y lo van a meter preso.  Era muy difícil tomar la decisión de disparar.

Después que se produjeron aquellos acontecimientos, aquellos juicios, y después de advertirlo, les dijimos que dispararíamos contra los aviones que no obedecieran las señales.  Claro, no es tan fácil aplicarlo en la práctica, como te digo, pero sí siempre tienen un riesgo de morir los infractores.

A mi juicio, las medidas tomadas por nosotros, el juicio, la amenaza de disparar contra los intrusos, más las medidas tomadas en Colombia, más la búsqueda de los narcotraficantes de otras vías, de otras rutas más seguras, han disminuido extraordinariamente los intentos de violar nuestro espacio aéreo, porque aquí lo que se producían fundamentalmente eran violaciones del espacio aéreo.

En los que juzgamos hubo casos de colaboración con autoridades cubanas.  Te digo que estaremos envueltos en muchos problemas, pero rara vez tú oyes hablar en el país de algún caso de esos.  Puede todavía que llegue un barco, gente presa, porque principalmente caían por marihuana.  Tenemos una larga lista de gente, unos cientos de gente que hemos interceptado, enviado a prisión, barcos confiscados, aviones, todo eso.

Contestando tu pregunta, mi apreciación en este momento es que ese tipo de actividad ha disminuido considerablemente; desde luego, tendría que ponerme al día, preguntar en el Ministerio del Interior si todavía se dan algunos casos de violaciones; pero sí sé que la lucha misma librada en Colombia nos ayudó, porque a esa gente le incautaron cientos de aviones.  Figúrate un país lleno de pistas y de aviones de esos volando por donde les daba la gana, eso hacía difícil la lucha.  Además, nosotros no tenemos los aviones que tienen los norteamericanos, ellos tienen unos aviones especiales para eso.

Nosotros dijimos a Estados Unidos:  “Estamos dispuestos a colaborar” y ellos rechazaron, ellos quisieron utilizar todo el caso de Ochoa para campaña contra Cuba.

Aquella gente cometieron una falta sumamente grave, a partir del nivel de responsabilidad que ocupaban, y pusieron en peligro al país, esa es la realidad; pero no es un problema para nosotros hoy día, ojalá y ese fuera el problema, pero no es ese.

Mario Vázquez Raña.-
  Señor Presidente, hemos hablado de que en América Latina, principalmente América, hay una ola de jóvenes presidentes, de jefes de Estado.  ¿Cómo ve usted eso y cómo ve usted la labor que está desarrollando el presidente Salinas en México?

Fidel Castro.-  Yo veo muy bien esta ola de gente nueva, porque solo con la juventud se pueden hacer cosas, muchas cosas.

Creo que a la edad que tenemos nosotros ahora no hubiéramos podido empezar la lucha en la Sierra Maestra.  Creo que con la edad que tenemos nosotros ahora no podríamos escalar las montañas que escalamos ni hacer muchas de las costas que hicimos.

Afortunadamente empezamos muy joven esta lucha, y por eso no nos hemos puesto demasiado viejos en 30 años.

Creo que también nos favorece el hecho de que hemos llevado una vida muy activa; haber realizado ejercicios, todo eso ha contribuido a preservar un nivel determinado de salud.  Creo que también la excitación que da la lucha.  Si al cerebro tú lo obligas a trabajar todos los días, es como el boxeador que todos los días llevas al campo de entrenamiento; si el boxeador se pasa seis meses sin ejercitar los músculos, se convierte en una nulidad.  Si tú al político lo dejas seis meses sin ejercitar la inteligencia y sin tener que resolver los problemas, le pasa como al boxeador y su mente empieza a ser menos alerta, menos despierta.

Este entrenamiento diario que tenemos nosotros ayuda a mantener las facultades que necesitamos para el trabajo que realizamos.
El nivel de desafío, la conciencia, la voluntad de hacer las cosas son factores subjetivos que influyen y nos permiten, más o menos, ir resolviendo las funciones que vamos desempeñando.  Pero nosotros también estamos llevando a cabo una gran renovación en nuestros cuadros.  Más de la mitad de los miembros del Comité Central son nuevos, buen número de los miembros del Buró Político son nuevos, y hemos hecho una gran inyección de sangre joven en este congreso de nuestro Partido, porque estamos convencidos de que eso es esencial y que hace falta salud, hace falta energía, realmente, para funciones cada vez más complejas y más tensas del Estado.

Veo bien, veo positiva la presencia de gente joven, gente destacada, políticos nuevos que han surgido en países importantes como Brasil, México y otros.  En otros, la situación no es exactamente igual, pero creo que la juventud ayuda mucho.

Creo que a Salinas su juventud lo ayuda, porque se mueve como un endemoniado por todo el país y trabaja mucho. 

En los días de Guadalajara, el único problema era que yo no podía alcanzarlo, porque si me distraía nada más que a saludar a un público que estaba en algún lugar, o a darle la mano a alguien, ya Salinas iba como una ardilla por delante, con un grupo de dirigentes que iba con él, a una velocidad tremenda y entonces no había quién lo alcanzara; pero en el caso mío a veces eran periodistas, eran grupos —tú viste cómo era aquello—, y no podía pasar corriendo al lado de toda aquella gente sin saludar.  Y tuve que correr, incluso, más riesgo, porque estaba más seguro en el grupo; cuando me quedaba solo atrás, era una palomita.  Pero yo prefería tranquilamente arriesgarme, correr esos riesgos, que dejar de saludar y de ser atento con la gente.

He tenido oportunidad de conversar con Salinas, me ha explicado su programa, la cantidad de millones de personas a las cuales les ha llevado la electricidad, los millones de personas a las que les ha llevado el agua, sus planes sociales, su deseo de utilizar todos estos recursos de la privatización en ayudar a la población, y conmigo ha hablado con mucha franqueza, en realidad, él conmigo habla con franqueza y dice:  “Yo me encontré con estos problemas y tales problemas, con estos riesgos y tales riesgos; y he trazado una estrategia y una lucha por desarrollar ¬la economía del país y poder disponer de recursos con que enfrentar la pobreza en México.”

Realmente siento mucho respeto por la persona de Salinas y tengo la impresión de que se está desempeñando con gran capacidad.  Esto independientemente de que, como ya te conté, conmigo ha sido siempre extraordinariamente amable y muy claro en su conversación.  De muy pocos puedo decir que hayan sido tan amables como él conmigo y, te digo la verdad, en nuestro país se le aprecia, nuestros cuadros lo aprecian; todos los que lo han tratado, han conversado con él, tienen una buena impresión.  Es lo que te puedo decir sin ánimo de aparecer como el mejor amigo de México o el mejor amigo de Salinas.  Trato de responder con toda franqueza y honestidad tu pregunta.

Mario Vázquez Raña.-  Gracias, señor Presidente.

Lugar: 

Palacio de la Revolución, Ciudad de la Habana. Cuba.

Fecha: 

17/11/1991