Entrevistas

Declaraciones a la prensa durante visita al Museo Nacional de Arte Romano, en Mérida, Extremadura, España

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Periodista.-  Después de vistos estos monumentos, ¿qué imagen se lleva usted de Extremadura?  ¿Qué recuerdos se va a llevar, Comandante?

Fidel Castro.-  El recuerdo triste de haber estado tan poco tiempo y el recuerdo inolvidable de haber conocido a tan excelentes personas como los extremeños.

Además, tenemos algo en común: a ustedes los llaman los extremeños, y a nosotros nos llaman los extremistas (Risas).

Periodista.-  ¿Se está mejor aquí que en Londres,  no?  ¿Puede decirnos algo sobre Pinochet?  ¿Cambiaría la situación?

Fidel Castro.-  Oye, qué tema.  El día que estaba conversando con el Rey creo que alguien me dio la noticia de lo de Pinochet, y a mí se me ocurre decir:  ¡Qué extraño, si Pinochet fue el que más ayudó a los ingleses cuando la guerra de las Malvinas!  Después comenté un poco algunas preocupaciones que tenía sobre la situación; pero ya que me preguntas y ya que tiene una buena acústica este teatro romano, voy a decir simplemente lo siguiente:

La situación tiene tres aspectos:  primero, el moral.  Desde el punto de vista moral, es algo justo el arresto y  la sanción.

Hay un segundo aspecto, el aspecto legal.  Pienso que desde el punto de vista legal es cuestionable la acción.

Tercero, un punto de vista político.  Pienso que esto va a crear una situación complicada en Chile, por la forma en que se ha desarrollado el proceso político allí.

En primer lugar está el ejército, la fuerza armada, que constituye una institución fuerte en ese país; y sin duda que unánimemente se va a oponer, y se va a oponer fuertemente, y va a demandar, va a exigir de las autoridades civiles, del gobierno civil, todas las medidas para obtener la liberación de Pinochet.

En segundo lugar, los funcionarios chilenos tradicionalmente son muy celosos de las leyes, de las cuestiones de soberanía, creo que más que en ningún país latinoamericano.

Entonces, ¿qué se va a juntar allí?  La fuerza armada protestando, se va a juntar toda la derecha, que es fuerte; se va a  ver obligado el gobierno a protestar con toda energía, porque le habían concedido un pasaporte diplomático y porque consideran que las facultades para un juicio de esa naturaleza corresponden a Chile.  Tendría que realizarse en Chile.

Está el Parlamento, donde seguramente la derecha  tomará una posición a favor de Pinochet, y la izquierda de la coalición gubernamental va a encontrarse en una situación muy difícil:  si apoya al gobierno o si no lo apoya.  Lo más probable es que apoye al gobierno; de lo contrario, puede ocurrir el riesgo de una ruptura de la coalición.

¿Qué van a hacer los socialistas y otros partidos de centro y de izquierda?  Si se apartan de la línea del gobierno, se van a dividir.  Pienso que hay peligro de que se divida la coalición, es uno de los peligros latentes; pienso que eso puede fortalecer bastante a la derecha.  Esas son las consecuencias políticas.  ¿Qué puede ocurrir?  La derecha se va a unir, la izquierda puede dividirse y crearse de esa forma una situación difícil en Chile, que todavía no ha concluido el proceso de consolidación y apertura, aunque han avanzado mucho.  Esas consecuencias políticas son algo preocupantes,  tal como vemos nosotros las cosas desde aquí, desde lejos.

Hay algo adicional:  Pinochet no actuó solo.  Se han desclasificado los documentos oficiales de Estados Unidos, que demuestran que desde el primer día en que se conoció la elección de Allende, el gobierno de Estados Unidos, el Presidente de Estados Unidos y la alta dirección de Estados Unidos tomaron la decisión de derrocarlo.  Asignaron fondos,     10 millones de dólares de inmediato; dieron instrucciones de impedir por cualquier medio, primero, que tomara posesión, tratar de impedir la toma de posesión, y, segundo, tratar de derrocarlo a lo largo de todo el período ulterior.   Alentaron el proceso conspirativo, lo apoyaron con todo tipo de actividades desestabilizadoras, subversivas; lo apretaron económicamente, le quitaron todos los ingresos, los créditos, hasta que lograron las condiciones para el golpe de Estado.  Conocieron en todos sus detalles el plan de golpe de Estado, luego tienen una responsabilidad tan grande en lo ocurrido como el propio Pinochet.

Si volvemos a la cuestión moral, pienso que sería moral que la misma suerte que fuera a correr Pinochet la corrieran todos aquellos que participaron en la idea, la gestación, el apoyo y la realización del golpe de Estado.  

Bien, entonces,  que se le arreste en Londres; pero que estén todos los culpables.  No voy a incluir a Nixon porque ya Nixon falleció, hay que desearle que descanse en paz.  Pero hay mucha gente que participó en todo aquello, y pienso que desde el punto de vista moral habría que llevarlas a juzgar a Madrid, a Londres, o a otro sitio.

Es así como vemos la situación.

Pinochet es alguien que ya  pasó, está en plena decadencia política; pero me temo que una acción en un hospital de Londres, etcétera, etcétera, pueda convertir a Pinochet en un mártir de las fuerzas armadas y en un mártir de la derecha, en un motivo de profunda división entre las fuerzas progresistas y las fuerzas de centro en el país.  Luego se ha creado de repente un problema serio.  
Para sintetizar, repito, hay tres importantes cuestiones envueltas en el asunto:  moral, legal y política.  Es desde ese punto de vista que analizo la situación.

Chile, realmente, está marchando bien; ha transitado por un calvario de dificultades y de problemas para llegar a establecer, digamos, la preeminencia de las instituciones civiles dentro del país.  Por tanto, es un  asunto que hay que seguir de cerca, y no parece fácil la salida.
Hay que ver qué dicen los padrinos de Pinochet —son 2 000, 2 500  ó 3 000 las víctimas entre desaparecidos y asesinados—, los que fueron padrinos e instructores de las decenas de miles de agentes represivos que recibieron sus cursos allá, en Estados Unidos, en materia de represión.

Ustedes deben saber perfectamente que no hace mucho se publicaron los manuales de instrucción con que se educaban a aquellos oficiales de Argentina, de Chile, de Centroamérica y de otras partes.  Al conocerse todo esto, se dice que están destruyendo o están eliminando los manuales del “método pedagógico” que habían establecido; pero queda la constancia documental e histórica de todo eso.

Los padrinos de Pinochet han sido los responsables de 30 000 desaparecidos en Argentina; de 3 000, entre desaparecidos y muertos,   en Chile; de 150 000 víctimas en Guatemala, desde aquella invasión “liberadora”  que organizó la CIA en el año 1954 —allí, precisamente, estaba el Che ejerciendo su  oficio de médico, cuando el golpe que derribó a Arbenz porque hizo una reforma agraria.

Bien, aquello  ha costado 150 000 vidas.  Después tuvimos la guerra sucia de Nicaragua, que costó también decenas de miles de vidas; la guerra sangrienta de El Salvador contra el movimiento revolucionario en  ese país —un río de armas, recursos, instrucción militar, dinero procedente de Estados Unidos—, que costó decenas de miles de vidas.

No voy a mencionar a Cuba.  Nosotros pudimos derrotar la guerra sucia que nos organizaron, desde el primer momento de la Revolución, en todo el país.  Pudimos, organizando bien a los campesinos, a los trabajadores, a los estudiantes, al pueblo y a todo el mundo, para luchar durante años, contrarrestar y vencer la acción enemiga, hasta que capturamos el último de los bandidos alzados en el Escambray, antes de la invasión de Girón;  pero eso no lo menciono, no lo incluyo en esta cuenta.  Dentro de esa cuenta se pueden incluir a muchos que murieron de torturas, asesinatos y desapariciones en otras partes llevadas a cabo por aquellos que recibieron el entrenamiento y la doctrina represiva de la misma escuela.

Entonces, aplaudiría o me sentiría feliz, igual que otros muchos en el mundo, si se toma la decisión revolucionaria —digo revolucionaria, porque no podría ser legal— de juzgar a todos los responsables,  algunos de los cuales seguramente están más jóvenes que Pinochet.

Pinochet recibió mucha ayuda, mucho apoyo oficial y muchos créditos de países occidentales en todo aquel período.

El Tribunal Penal Internacional (TPI) no se ha acordado todavía.   El TPI es una excelente idea, siempre y cuando no esté bajo la dirección del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde existen derechos de veto, porque Estados Unidos lo utilizaría para proteger a todos sus amigos y a todos sus aliados.

Un TPI bajo la jurisdicción del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no sería equitativo, no se podría confiar en él.  Por eso nosotros, que apoyamos la idea, planteamos que no puede ser bajo la dirección del Consejo de Seguridad, hasta que no se democratice las Naciones Unidas; y, además, hemos planteado que los bloqueos económicos deben incluirse entre los delitos de genocidio y crimen de guerra a ser juzgados y sancionados por el TPI.  Son los dos puntos esenciales de discrepancias que tenemos con eso.

Veríamos como un progreso, realmente, esas instituciones; no así, por ejemplo, el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), y otras medidas de coyunda que quieren aprobarse al margen de los organismos internacionales para consolidar el orden mundial impuesto por Estados Unidos.  
Un TPI sin un nuevo y justo orden internacional, en manos del Consejo de Seguridad, podría servir un día para combatir a todos aquellos que se opongan a ese injusto orden y se convierte en un instrumento de tal orden, en manos de un país que prácticamente, como ustedes saben, ante cualquier cosa interpreta y decide a su antojo.

Lo hemos visto en el caso reciente de Kosovo, se dividieron las opiniones de distintos estadistas acerca de la forma de resolver el problema.  Muchos planteaban que debía resolverse mediante negociaciones y buscar una negociación realmente justa.

La OTAN planteaba el empleo de la fuerza, aunque no todos.  Ustedes conocen que hay algunos países que planteaban que debía ser aprobado por el Consejo de Seguridad, mientras surgía la interpretación de la Resolución 1199, que decía que debían adoptarse medidas para la solución del problema, reconocer los derechos de los kosovos —que son la inmensa mayoría de la población—, a la más amplia autonomía.  
Todo el mundo estaba de acuerdo en eso, pero algunos eran partidarios del uso inmediato de la fuerza de la OTAN y otros no, y la cuestión se decidió por Estados Unidos, que consideró que ya tenía facultades otorgadas por la Resolución 1199 y ya estaba a punto de  lanzar cohetes Crucero, Tomahawk, aviones de bombardeo B-52  y todo su arsenal de armas sofisticadas contra Serbia.

Estados Unidos cuando le conviene acude al Consejo de Seguridad:  en la guerra de Iraq, por ejemplo, así lo hizo.  Utilizando para sus fines estratégicos las violaciones a normas internacionales que se cometieron cuando Iraq ocupa a Kuwait, tuvieron la oportunidad de crear una gran coalición musulmana, árabe, occidental contra Iraq.

Otras veces, como en el caso de las embajadas que soportaron ataques terroristas en Kenya y Tanzania, tomaron la decisión unilateral de bombardear dos países, Sudán y Afganistán, tan precipitadamente, que no se tomaron la molestia de comprobar si efectivamente aquella industria farmacéutica era una fábrica de productos químicos o para armas químicas.  Todos los que han estado allí, extranjeros, especialistas ingleses, todos los que conocen de la fábrica, han afirmado que en aquel lugar no había ni las más mínimas condiciones para ello, ni se pudo observar ningún síntoma de producción de armas químicas.  Pero, incluso, si hay una producción de armas químicas hay que acudir a los organismos internacionales, pero ellos decidieron unilateralmente lanzar las bombas, lo decidieron al más alto nivel, y se ha publicado que no se consultó ni siquiera con los expertos militares.  No todos en el entorno del Ejecutivo estaban de acuerdo con el ataque, pero personas muy influyentes decidieron y 24 horas antes les dieron las órdenes a los militares para lanzar los cohetes sobre Sudán y Afganistán.

En todas estas cosas vemos medidas unilaterales, falta de respeto a las normas internacionales y el derecho de hacer lo que le dé la gana con su inmenso poder.  Eso no puede ofrecerle seguridad a nadie, a ningún país, a ningún pueblo que se oponga a los intereses del orden que están imponiendo al mundo.

Puede decirse que esa es la cuarta preocupación que se añada a las tres anteriores.  Es lo que en estos días he meditado, por las carreteras, corriendo de un lugar para otro, con un mínimo de noticias sobre lo que está pasando, a partir de la información de que disponemos, que es escasa, y la experiencia de cómo son las cosas en el mundo actual.

Vi al Presidente de Chile en la Cumbre y lo observé realmente muy, muy preocupado, y el colmo sería que las medidas tomadas en Londres  se tradujeran después en la imagen de un Pinochet virgen y mártir, y en una derecha fortalecida, frente a las fuerzas de centroizquierda divididas y debilitadas, y que, como consecuencia de eso, la derecha vuelva a tomar el poder en Chile, incluso por vía electoral, dado el efecto realmente bastante destructor y divisionista que el episodio pueda ocasionar en Chile.

Estamos en el deber de reaccionar con sangre fría frente a los acontecimientos.  Ya que me han dado la oportunidad, qué mejor lugar que este teatro para decirlo así, con toda franqueza.

Había pronunciado muy pocas palabras sobre esto, por allá las ha interpretado cada cual a su manera.  Me dice Robertico que hay varios cables sobre el tema, y lo que hice fue analizar con sangre fría la noticia; no dejarme llevar por un natural arranque de entusiasmo y de alegría al conocer simplemente la noticia del arresto de Pinochet en la cama de un hospital de Londres.  Hay mucha hipocresía y mucha complicidad alrededor de la historia y el papel de este funesto personaje, de este aladid del anticomunismo, de este fiel defensor de las doctrinas e intereses del imperialismo en este hemisferio.  Si se ha de pasar por encima de las normas internacionales y conceder al gobierno inglés, fiel aliado de Estados Unidos, el privilegio de la extraterritorialidad, no es posible olvidar ahora la responsabilidad y el castigo que merecen los grandes culpables y cómplices de Pinochet.  Exonerarlos de toda culpa sería inmoral, hipócrita e injustificable.

¿Cómo se va a resolver?  ¿Qué piensan ustedes?  ¿Qué noticias tienen?  ¿Qué saben del incidente?, porque yo no he tenido mucho tiempo  para recoger las últimas noticias.

Tienen la palabra.  ¿Alguno de ustedes quisiera dar alguna opinión?, me ayudaría a conocer algún criterio en torno a esto, las últimas noticias, qué está pasando, cómo fueron los mecanismos (Nadie dice nada).  

Yo estudié derecho y no me convertí en un abogado conservador, sino todo lo contrario.  Pienso que hay muchas leyes que hay que cambiarlas, pero se adquieren ciertas nociones del derecho; mas no analizo nunca los problemas desde el punto de vista estrictamente jurídico.  Aquí se juntan unas cuantas cosas, y conozco la mentalidad de las partes que están implicadas en todo eso.

¿Van a guardar ustedes silencio?  ¿Qué piensan?  Sí, ya sé, me avisan que llegó la hora de marcharnos, pero quiero oír algo.  ¿Son ustedes de Mérida o son de toda España?

Periodista
.-  Son de Mérida y de España (Risas).

Fidel Castro.-  A ver, ¿quién levanta la mano?  (Nadie levanta la mano.)  Entonces, ¿han captado bien las palabras?  ¿Las han grabado algunos?  Quiero ser preciso, porque este es el tipo de cuestiones que hay que analizar con mucho cuidado y precisión, para que no haya lugar a confusión acerca de los puntos de vista que tenemos.

Periodista
.-  ¿Tiene miedo de que algún día le pudiese ocurrir lo mismo que a Pinochet?

Fidel Castro
.-  ¿A mí?  No, porque no somos dos casos iguales.  Estaré equivocado tal vez, pero he recorrido el mundo en medio de la cacería que han organizado a lo largo de muchos años para eliminarme físicamente y no tengo temor de ir a cualquier parte.  Se pueden contar por centenares los planes de atentado que contra mí han tratado de llevar a cabo y aquí estoy entre ustedes, feliz, en la mañana de hoy.  Además, pertenezco a la extirpe de los que difícilmente puedan ser arrestados en ninguna parte, no solo por la moral que tengo, la convicción que tengo, sino por la historia de toda mi vida, la que conozco bien, bastante bien, y no es la que han escrito nuestros enemigos.  Se podría hacer una enciclopedia para marcar las diferencias.

Siempre hemos dicho ¡Patria o Muerte!, cuando hablamos de nuestras ideas (Le dicen algo).  No, no estoy pensando en ninguno de nosotros.  Yo voy a donde me dan visa, y, además, tengo moral, dignidad, y ya quisiera saber qué pasaría si les da la idea de hacer algo de eso; pienso más bien en otros dirigentes, en muchos que hay en el mundo.  Arafat viaja, por ejemplo, por Europa, por muchas partes, y cualquier día pueden capturar a Arafat, digamos, y entonces aplicarle un juicio, un procedimiento de este tipo, como precio de la larga lucha por la libertad de su pueblo.  Estoy pensando en ustedes, estoy pensando en la gente progresista del mundo y estoy pensando en los poderosos que se toman la libertad de hacer tales cosas.

Batista mató a alrededor de 20 000 cubanos, y muchos de sus sicarios viajaron a Estados Unidos y se llevaron muchos de ellos cientos de millones; Batista solo robó 500 millones.  Nosotros ni siquiera organizamos nunca un grupo para cazarlos, y teníamos quién sabe cuántos voluntarios para enviarlos a donde estuviera Batista y ajustar cuentas con el señor Batista y otros como él.  No quisimos aplicar la justicia por cuenta propia más allá de nuestras fronteras.

En Suiza se han acumulado cientos de miles de millones de dinero robado a nuestros pueblos, nunca hubo ley, nunca hubo juicios, nunca hubo justicia para reclamar ese dinero.  Mobuto se llevó 7 000 millones, nadie sabe dónde está ese dinero.  Nuestros países han estado totalmente desamparados siempre; pero sí, sería partidario de que existieran tribunales internacionales imparciales e independientes, que brindasen una protección a todos los pueblos, contra todo crimen, genocidio y saqueo, decididamente partidario de eso, para poder juzgar este tipo de hecho. Es lo que pienso.  

Conozco bastante bien este mundo y nuestro adversario no es un adversario cualquiera, es la potencia más poderosa que ha existido jamás en la historia.

Cuando veía este museo, a cada rato recordaba a Roma, su inmenso poderío, capaz de construir lo que ha construido aquí, en tierras tan distantes de Roma, como Mérida, cuando no había navegación a vapor, no había aviones, no había teléfonos, no había nada, y me preguntaba si algún día del imperio decadente quedarían ruinas parecidas a estas, porque en aquel tiempo el imperio romano, con sus legiones, parecía tan inconmovible y tan invencible como hoy lo parece el imperio norteamericano.  

Hasta trataba de imaginarme cómo serían dentro de algunos siglos los restos de las grandes ciudades, qué quedaría de Disneylandia, de los grandes rascacielos y de todo eso que la nueva Roma ha construido, porque aquí se recibe una lección de que los tiempos pasan y ningún régimen económico y social es eterno.

Estas obras las construían antes los esclavos en muchos lugares y algunos artesanos.  Hoy muchas de las obras en el mundo —la represa de Itaipú, por ejemplo, u otras muchas que podrían mencionarse—, las construyen los modernos esclavos, y enriquecen a una minoría que tiene muchos recursos.  

Me contaban que muchos mecenas pagaban estas obras, estas construcciones; pero aquí se recibe una lección de que los tiempos pasan.  Es lo que esperamos.

Pero, no cumpliste; no me diste tu opinión del problema, tu criterio y tu razonamiento.  ¿Por qué?  ¿Tú, que eres una joven periodista, no te animas?  Dime.

Periodista.-  Yo no estoy para opinar.

Fidel Castro.-  ¿Cómo?  ¿Tú no estás para opinar?  ¿Nada más que para escribir?  ¿Y de qué vas a hablar en tu artículo?

Periodista.-  No voy a opinar.

Fidel Castro
.-  Vas a escribir pero no a opinar.  Está bien.  

Bueno, me voy sin saber nada de lo que piensan ustedes (Risas).

Muchas gracias, seguiré indagando, leyendo cables y usando la intuición.

Periodista
.-  Ahí hay un periodista que decía algo, que está de acuerdo.

Periodista
.-  Lo que pasa es que no sabemos expresarnos tan bien como usted y entonces preferimos que hable usted; pero muchos estamos de acuerdo con lo que dice.

Periodista.-  Sepa usted que estamos con Cuba y con usted, unos cuantos.

Fidel Castro
.-  Muchas gracias.

Hay muchas cosas.  Cuba está fuera de este problema, Cuba lo más que hace es dar una opinión.

Periodista.-  ¿Y en su opinión a quién sentaría en el banquillo?

Fidel Castro
.-  Revolucionariamente sentaría a Pinochet con todo el grupo que fabricó a Pinochet, apoyó a Pinochet, educó a Pinochet y lo llevó a él a cometer tantos crímenes.

Periodista.-  Dígame, porque yo estaba chiquita cuando este problema de Pinochet.

Fidel Castro
.-  ¿Que te diga a quiénes?  Ya los definí, no quiero mencionar nombres, pero de los que participaron debe haber mucha gente más joven que Pinochet.  Te recomiendo que busques en los archivos por Internet los documentos desclasificados con relación a la forma en que se produjo el derrocamiento de Allende, quiénes participaron en todo eso y  qué hizo cada cual, porque la lista es larga y hay muchos.  Ahí está señalado el papel que desempeñó cada cual.  

Bueno, eso sería una gran lección, pero tendría que ser revolucionariamente, aquellos que sean partidarios de juzgar a Pinochet donde sea.  Entonces, solo planteo que con él se juzguen a los grandes culpables y a los fabricadores de pinochetes.  No hacen nada con enviarlo incluso al pelotón de fusilamiento o a la cárcel perpetua —en Europa creo que tienen abolida la pena de muerte, pero queda la cadena perpetua—; que lo juzguen con todos los que han sido sus cómplices, esa sería mi opción predilecta.  Si eso no se puede, bueno, yo diría que me preocupa mucho más Chile, su situación actual, sus perspectivas futuras, que el hecho de que Pinochet reciba un mayor o menor castigo en una prisión.  
Si digo más, creo que tenían que haberlo juzgado hace mucho tiempo.  Si digo más, afirmaría que los que son responsables de los        30 000 desaparecidos en Argentina, tendrían que haber sido juzgados y haber recibido una sanción ejemplar; que los que cometieron los crímenes en muchos otros países de América Latina tendrían que haber sido juzgados ejemplarmente.  No me voy a detener ante los aspectos  simplemente jurídicos.  Para hacer una revolución, hay que cambiar constituciones y leyes de todas clases y en eso consistió, precisamente, nuestra Revolución; si hay que pasar por encima de principios jurídicos y se pasa revolucionariamente por encima de ellos, tendría que hacerse para aplicar con toda justicia los nuevos principios revolucionarios que surgieran de esa acción.

Tú, como periodista, consulta a la gente de Internet.

Periodista
.-  ¿Antes de que la privaticen?

Fidel Castro
.-  Antes de que la privaticen;  tenemos temor de que la privaticen, y en cualquier momento la privatizan.  Hoy es un instrumento tecnológico de comunicación, por ciertas cosas, envías una carta para un lugar a muchos órganos y entonces ellos no la van a publicar, porque también tú sabes que cada órgano se debe a una línea y las líneas las trazan los que controlan, los que son propietarios de los órganos:  unos con más libertad, otros con menos libertad, no lo puedo negar, hay también mucha gente independiente.  Pero la experiencia de Cuba nos enseña que cuando algunas de las cosas que Cuba denuncia no le conviene a Estados Unidos, a su política, no se publican.

Hay algo más:  Cuando la invasión de Girón, muchos importantes órganos de prensa de Estados Unidos conocían lo de la invasión de Girón y recibieron apelaciones, ruegos e instrucciones, en nombre de la sacrosanta seguridad nacional, de no publicar una sola letra sobre lo que se estaba planeando contra Cuba.

De modo que no nos quedan muchos medios.  Yo decía ayer que hay que utilizar los disponibles:  Internet, cinco minutos que le den a alguno en la televisión; algunas de estas televisoras que están en competencia te dan cinco minutos.  

Cuando la visita del Papa fueron a Cuba 110 cadenas de televisión, se metieron por todas partes, lo registraron todo, lo hurgaron todo y divulgaron todo lo que quisieron, sin la más mínima restricción en absoluto.  ¡Ciento diez cadenas!, estaba todo el mundo.  Nosotros les pedimos a los compañeros:  “Vayan también.”  Solicitaban entrevistas en todas partes, personas que estaban contra la Revolución, personas a favor, todo el mundo opinó por las 110 cadenas.

Yo les pedí a los compañeros:  “Vayan, hablen.”  En realidad, nuestra gente habló, alrededor de 300 ó 350 compañeros revolucionarios expresaron sus puntos de vista a través de las 110 cadenas de televisión.  Un chance es un chance, en dos o tres días se pueden decir muchas verdades, y utilizaron todas las brechas.  Todas las posibilidades hay que utilizarlas para divulgar ideas.

Repito lo que dije ayer:  Los acontecimientos están marchando por delante de las ideas en este momento del mundo.  Hay que hacer trabajo teórico.

Trabajo teórico no significa empezar a imprimir libracos así (Señala) para que la gente, unos pocos entendidos, lo comprendan.  Divulgación es plantear en términos asequibles a las masas y con ejemplos y con datos que coinciden con lo que ellos ven en la calle todos los días, las ideas más avanzadas, las ideas más progresistas, las denuncias que hay que hacer en torno a todas esas situaciones.  Hay posibilidades.

Recuerdo que desde la prisión, en una celda solitaria, envié muchos mensajes en forma de manifiestos clandestinos,  pero que se regaban, los leía todo el pueblo.  Todos los crímenes que se cometieron contra nuestros compañeros, a raíz del asalto al Moncada, fueron denunciados, no solo en el juicio; pero del juicio no se publicó nada.  Desde la prisión, en una celda solitaria y utilizando zumo de limón —un secretico que les voy a dar, espero que no lo necesiten nunca—, se escribe y se pueden hacer largos manifiestos.  Con eso y un poco de paciencia, con eso y un poco de pasión, con eso y un poco de espíritu de lucha, porque es trabajosa la tarea, enviamos muchos e incluso largos manifiestos denunciando crímenes, y esos circulaban mucho más que toda la prensa que estaba a disposición del gobierno.  Pero llevaban la verdad, llevaban la denuncia, desde una celda, en una prisión.

Martí dijo una frase que pudiera considerarse universal:  “Un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército.”  Y al fin y al cabo, desde el fondo de aquella cueva desde donde divulgamos ideas, fuimos preparando las condiciones para nuestra lucha ulterior.  
Pero no solo con ideas o divulgando ideas se ganan las batallas; hay que trabajar junto a las ideas, luchar y hacer muchos sacrificios.  Así lo hicimos, se fue creando la conciencia de nuestro pueblo.

Cuando tiene lugar la Revolución Cubana, la historia de Latinoamérica cambia.  Descubrió Estados Unidos que América Latina existía, que no era un simple coto privado; se asustaron porque en ese hemisferio había condiciones objetivas superiores a las de Cuba para hacer una revolución igual que en Cuba, o más radical que en Cuba.  

Inventaron la Alianza para el Progreso tan pronto les fracasó aquella expedición que duró 72 horas, de una fuerza muy bien entrenada, con apoyo aéreo y la escuadra de Estados Unidos a cuatro millas de distancia.  En aquella época las aguas jurisdiccionales eran tres millas, y la batalla de Girón se libró con portaaviones y naves de guerra de las más modernas de Estados Unidos a cuatro millas, preparadas para intervenir si les daban la orden; pero no tuvieron tiempo de recibir la orden.

Si intervienen antes que en Viet Nam se habría producido una guerra tremenda, porque nuestro pueblo no se iba a rendir, había ya cientos de miles de personas armadas, y a cientos de miles de personas armadas no las puede dominar nadie; pero habría sido una guerra larga, costosa, destructiva, no se sabe cuántos cientos de miles de vidas habría costado.  A Viet Nam le costó 4 millones de vidas y millones de mutilados, una guerra caprichosa e injustificada, al otro lado del mundo.  Todo eso lo sufrió el pueblo de Viet Nam; por poco lo sufrimos nosotros primero.  

Surgió la Alianza para el Progreso: por primera vez les dieron un dinerito a los latinoamericanos, 20 000 millones de dólares; repartieron nuestra cuota azucarera, que era de unos 4 millones de toneladas, dulce para todos para que apoyaran los planteamientos en la OEA y para aislar a Cuba.  Todas esas experiencias las hemos tenido.

Ya todo el mundo me dice que nos tenemos que ir, y si ustedes me dan permiso, me retiro.

Lugar: 

Mérida, Extremadura, España.

Fecha: 

20/10/1998