Discursos e Intervenciones

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN CONMEMORACION DEL XXX ANIVERSARIO DE LA DESAPARICION FISICA DE CAMILO CIENFUEGOS, EN LAWTON, CIUDAD DE LA HABANA, EL 28 DE OCTUBRE DE 1989

Fecha: 

28/10/1989

Compañeras y compañeros:


Hemos querido conmemorar este XXX aniversario de la muerte física de Camilo Cienfuegos de una manera sencilla, diría que de una forma digna de él. Sé que si él hoy viviera, él, cuya imagen destruyendo los muros de una fortaleza para convertirla en escuela ha quedado tan grabada en todos nosotros, se sentiría feliz con su Revolución y con su pueblo, y haría lo que estamos haciendo todos; lo que él habría querido hacer a lo largo de 30 años y construir durante esos 30 años, junto a su pueblo, la obra de la Revolución.

Estoy seguro de que se sentiría alegre, estoy seguro de que se sentiría entusiasmado, porque pienso que en estos momentos, precisamente, nuestro pueblo está escribiendo una de las páginas más hermosas y más gloriosas de su historia, y Camilo era hombre que amaba las tareas difíciles; pudiéramos decir que era un hombre que amaba las dificultades, que sabía enfrentarse a ellas y era capaz de realizar proezas en las más increíbles circunstancias.

Tiene un gran simbolismo este acto, en el que, a su memoria, inauguramos una escuela de este tipo. ¿Qué significa una escuela de este tipo? Pienso que significa una de las obras más humanas de la Revolución. Soñaron nuestros antecesores con que un día nuestra patria tuviera maestros para todos los niños, escuelas para todos los niños, libros para todos los niños, zapatos para todos los niños, alimentos para todos los niños; pero cuando se dice escuelas para todos los niños, se piensa en el abecedario, se piensa en el maestro enseñando a leer y a escribir, se piensa en el niño como si todos los niños estuvieran exactamente en las mismas condiciones, como si todos los niños fueran exactamente iguales. Desde el punto de vista jurídico, desde el punto de vista legal, son exactamente iguales; pero, por desgracia, muchos niños vienen al mundo con dificultades o sufren problemas una vez nacidos y para esos niños no había escuelas. Ya no era solo cuestión de tener un maestro, un libro, o una escuela, sino un maestro especializado en su educación, una escuela especialmente diseñada para esa educación.

Hay metas importantes que fueron quedando atrás: la meta de la alfabetización, la meta de un maestro para cada niño, de una escuela para cada niño, de libros para cada niño, de ropa y zapatos para cada niño, de alimentos, de posibilidades, de padres con empleos; la meta de una sociedad sin niños limosneros, la meta de una sociedad sin niños teniendo que estar haciendo lo que vemos que hacen en el mundo todos los días, que tragan hasta candela para ganarse unos centavos.

Esa sociedad quedó atrás en la obra de estos 30 años de la Revolución y fue quedando atrás desde bien temprano. Aquella época en que no había maestros en los campos ni en las montañas, aquella época en que no teníamos suficientes maestros graduados, fue quedando atrás. Quizás en aquellos tiempos nadie hablaba de escuelas especiales, quién iba a pensar en escuelas especiales cuando muchos niños no tenían maestros ni escuelas de ningún tipo, cuando no tenían ni alimentos ni zapatos.

No recuerdo cuando empezamos la lucha revolucionaria que se hablara de escuelas especiales; sin embargo, a medida que avanzó nuestro país, a medida que alcanzó importantes metas, fue descubriendo otras —y no puede ser de otra forma—, y, a medida que avanzó nuestra educación, se descubrió la necesidad de las escuelas especiales.

No sería necesario abundar en este tema, puesto que en estos días hemos visto que nuestra prensa ha escrito sobre lo que significan estas escuelas especiales para niños que nacen, por ejemplo, con atraso mental. Y esos niños cómo pueden quedar abandonados a su suerte, cómo pueden ser educados en las escuelas tradicionales, si ellos necesitan una atención especial, una educación especial, una preparación especial, de lo contrario rechazan la escuela, la abandonan, no reciben ningún provecho. O niños que nacen o que tienen cierto atraso en el desarrollo psíquico, que no es lo mismo; o niños que nacen ciegos o sordos; o niños que nacen con limitaciones auditivas, aunque no estén totalmente sordos; o limitaciones visuales, aunque no estén ciegos. Necesitan una atención especial para enfrentar el problema; incluso, para resolver muchos de esos problemas, porque hay que decir que estas escuelas son, en parte, escuelas y, en parte, centros de salud, puesto que ayudan a la recuperación física, incluso, en distintos tipos de enfermedades; o niños con limitaciones físicas, que nacieron con ellas o las adquirieron; o niños con trastornos de conducta, que existen, ¿qué sería de ellos en el futuro sin estas escuelas? No son tres, ni cuatro, ni 1 000, sino decenas de miles de niños, ¡decenas de miles!

Debo señalar un día como hoy que estas instituciones, cuando la Revolución triunfa en 1959, no existían. Hay unos datos de ese año que hablan de 14 escuelas especiales y 134 alumnos matriculados, calculo que tendrían entre 15 y 20 maestros; la especialidad en esa educación no existía. Al cabo de 30 años, el país cuenta con 466 escuelas especiales. Cuando murió Camilo había 14; hoy hay 466. Cuando murió Camilo había 134 niños matriculados en esta enseñanza; hoy hay 52 900. Cuando murió Camilo habría alrededor de 20 maestros; hoy hay 14 900 profesores y maestros, solo en esta enseñanza. Pero para que se tenga una idea de su contenido, de los 52 900, alrededor de 30 000 son alumnos matriculados por retraso mental.

Vean qué necesidad tenía la sociedad. Traten de imaginarse cuál sería la suerte de esos niños y esos adolescentes en el pasado, y piensen lo que significa que nuestra sociedad hoy tiene matriculados en estas escuelas especiales 30 000 niños con retraso mental. Y como corresponde a una sociedad tan solidaria, tan humana, tan justa como la nuestra, ningún niño de esos queda abandonado a su suerte, y lo que enseña la experiencia es que la mayor parte de los que han salido de estas escuelas están hoy incorporados al trabajo o están realizando otros estudios y solo por excepción, en aquellos contados casos en que no pueden siquiera realizar un trabajo determinado, es que no se han incorporado a la producción o los servicios.

Niños con retraso en el desarrollo psíquico, de esos 52 000, son alrededor de 10 000, que deben estudiar en escuelas como estas; los demás ya son distintos tipos de problemas, que van desde trastornos de conducta hasta problemas visuales, problemas auditivos o impedimentos físicos.

No quiere decir que la Revolución se haya olvidado de algunos de estos niños cuando faltaban las escuelas. Se les dio prioridad, desde luego, a los casos más numerosos, como son los de retraso mental; pero en nuestro país —debemos decirlo, y no sé si en algún otro país ocurre lo mismo— los niños impedidos físicos reciben hoy las clases en sus casas. Y otra cosa que no sé si existe en otro país: los niños recluidos largo tiempo en los hospitales reciben sus clases en los hospitales. Sé que solo en Ciudad de La Habana, cientos de ellos reciben las clases en los hospitales cuando están recluidos largo tiempo. No han estado abandonados y seguirán los maestros yendo a los hospitales en esos casos, pero estamos construyendo ya instalaciones para los impedidos físicos.

Si comparamos la situación de ahora con la que había el día en que murió Camilo, hemos avanzado notablemente, pues, como dije, de 134 niños matriculados, hoy alcanzamos 52 900. Pero es que necesitamos todavía muchas más capacidades. Tenemos capacidades adecuadas para más del 50% de los niños que necesitan estas instituciones, nos faltan alrededor de 30 000 ó 35 000 capacidades, y a pesar de problemas, a pesar de dificultades, a pesar de crisis generalizada en los países del Tercer Mundo, a pesar de los problemas que vive el mundo, nuestro país en estos momentos, entre otros muchos programas, está enfrascado en la construcción de 204 nuevas escuelas especiales, que son las que se consideran necesarias para atender a todas las necesidades del país.

Ese programa avanza. Ya se han inaugurado las primeras; en la capital faltaban 24, ya se han inaugurado nueve, y los trabajadores de la capital están haciendo un gran esfuerzo para que el 31 de diciembre tengamos ya terminadas las 24 escuelas especiales.

El plan este año, en todo el país, es terminar alrededor de 40 escuelas de este tipo. Estamos avanzando y tenemos ya un programa concreto, sabemos en cada lugar del país donde hay que hacer una escuela de este tipo, es decir, una escuela especial; pero nos queda todavía la necesidad de crear capacidades para 30 000 ó 35 000 niños. Cuando empezamos el programa nos faltaban unas 40 000. Ya hemos ido avanzando, depende del ritmo con que trabajemos; pero por lo pronto, la capital, que fue donde primero se comenzó este programa y donde las necesidades acumuladas no eran tantas, ya el 31 de diciembre tendrá las 24 escuelas especiales que le faltaban (APLAUSOS).

Puedo preguntarme si hay alguna capital en el mundo que pueda decir que tiene ya todas las escuelas especiales que necesita. En los países del Tercer Mundo, ni soñarlo; allí donde el analfabetismo va desde el 30% hasta el 70%, ¡ni soñarlo! Allí todavía ni siquiera han alcanzado las metas que hace rato hemos logrado nosotros. Pero en los países capitalistas desarrollados, ni soñarlo tampoco. Sabemos cómo son las cosas en el mundo capitalista, en que tales servicios se dan exclusivamente a sectores muy reducidos de la población, y que nadie está pensando en eso.

No son pocas las cosas que ya nuestro pueblo va teniendo, que no tiene ningún país capitalista desarrollado. Los propios programas médicos de nuestro país son un ejemplo de ello. Los niveles de mortalidad infantil nuestros se han reducido ya por debajo del que tienen muchos países capitalistas desarrollados. Algunos programas de salud de Cuba, no los tiene ningún país: los programas de genética prenatal, para todas las madres embarazadas, los programas de indagación sobre la alergia para cada niño que nace; determinados programas de vacunación que se han generalizado, para todos los niños, algunos de ellos resultado de nuestras propias investigaciones científicas, son en parte programas que no los tiene hoy ningún país desarrollado, donde como regla, se aplica solo a una parte de los niños.

Esto tiene una lógica: la sociedad capitalista es explotadora por naturaleza, es egoísta por naturaleza, explota por naturaleza al hombre y no se preocupa por programas de ese tipo.

La capital de la república va trazando pautas en salud pública, aunque no es la de menos mortalidad infantil. Cienfuegos, en estos momentos, está en alrededor de seis por cada mil nacidos vivos de mortalidad infantil; Cienfuegos, una provincia del llamado interior del país. Ese índice está entre los más bajos del mundo. Nuestra capital está en alrededor de 10 y Washington está en alrededor de 33, según noticias recientes, de donde podremos decir que la capital del imperio rico y poderoso que nos bloquea, que nos hostiga, que hace todo lo posible para que no avancemos, para que no progresemos, la capital de ese país tan rico, explotador del mundo, tiene hoy tres veces más niños muertos por cada 1 000 que nacen vivos, que los que mueren en la capital de la República Socialista de Cuba (APLAUSOS).

Este programa de escuelas especiales ha avanzado más rápido en la capital. Debe avanzar con la mayor rapidez posible en el resto del país. En todas partes están construyendo, en todas las provincias. En Santiago de Cuba, por supuesto, también; los santiagueros están demostrando cada vez más, una formidable capacidad constructiva, están enfrascados en una serie de obras económicas en este momento, y obras sociales, y obras asociadas al IV Congreso: aeropuerto, hotel, teatro, plaza.

Pero no piensen que dedican todos sus esfuerzos a eso, dedican solo una parte. Están construyendo también escuelas especiales. Es una de las provincias que necesita todavía muchas de ellas. Esperamos que los santiagueros puedan encontrar energías adicionales para prestarle la atención que merece este programa.

Si construimos 40 por año, en cinco años podríamos tener el programa completo. Veremos a fin de año cuántas tenemos y cuál es el plan del próximo año.

Pero me pregunto: ¿Hay algún país del Tercer Mundo con un programa como este? ¿Hay alguno? ¿Hay algún país capitalista con un programa como este? Ninguno, en ninguna parte. Me pregunto: ¿Y habrá en el mundo algo más humano que esto, que esto y lo que hacemos con todos los niños del país, y lo que hacemos con todos los ciudadanos del país? ¿Habrá algo más humano que reducir la mortalidad infantil de 60, 70, 80 ó más que tienen muchos países, a 11 ó menos de 11? Los índices hasta este momento están en alrededor de 11, casi un punto por debajo del año pasado, que fue de 11,9 por 1 000 nacidos vivos. En América Latina se dice que mueren cada año, por enfermedades curables o por enfermedades que pudieran prevenirse, entre 700 000 y 800 000 niños que podrían salvarse y no sobreviven. En Cuba no ocurre nada parecido.

¿Puede el imperio y el sistema causante de todo eso hablarle al mundo, realmente, de derechos humanos? ¿Derechos humanos dentro de un sistema en que una enorme parte de la población no tiene empleos, en que las mujeres son prostituidas, en que los niños son abandonados? Resultan impresionantes las cifras de niños abandonados en América Latina, de millones, de muchos millones. ¿Cómo puede ese sistema ofrecer esperanzas al hombre? ¿Cómo puede ese sistema hablar de consideración hacia el hombre?

Es por ello que nosotros tenemos tanta fe en el socialismo, y tenemos tanta confianza en el socialismo y tan profundas convicciones socialistas (APLAUSOS).

En los días aquellos en que murió Camilo, estaban las campañas anticomunistas en pleno vigor, como arma, como instrumento principal del imperialismo contra la Revolución para sembrar la desconfianza, para sembrar la división y la duda. Y aquellos problemas de Camagüey fueron originados en esos sentimientos anticomunistas y antisocialistas de elementos de procedencia burguesa, o pequeñoburguesa, que se enrolaron en esa campaña porque ese era su pensamiento dominante y trataron de producir una grieta en la Revolución, una división en la Revolución. Son los sucesos de Camagüey que se han recordado en estos días, cuando un señor —cuyo nombre no vale la pena ni mencionar al lado de los nombres que tenemos que mencionar en un día como hoy, pues no vale la pena mencionar al lado del nombre de Camilo tales personajes, porque Camilo vale un millón de veces más lo que valía ese señor (APLAUSOS)—, cuya bandera era sencillamente el anticomunismo, en nombre del anticomunismo trató de promover la sedición.

Posibilidades de tener éxito no existía ninguna, porque al pueblo no se le puede engañar tan fácilmente. Aunque alguien hubiera podido confundir en aquellos tiempos a unos pocos todavía no suficientemente maduros, sin una suficiente cultura y educación políticas; habrían sido aplastados, pero tal vez se habría derramado sangre en el seno de la Revolución.

En estos días se ha recordado la marcha, junto al pueblo camagüeyano de aquel 21 de octubre. Porque la intención no fue aplastar por la fuerza; estábamos preparados para hacer polvo aquel cuartel, pero lo íbamos a dominar con las masas, con el pueblo. Habría sido fácil disponer de unas cuantas unidades con los morteros, las bazucas y los tanques necesarios para aplastar aquel cuartel, pero la idea fue dominar con la fuerza de las masas a los sediciosos.

Ese día fue uno de los días gloriosos de Camilo, se demostró una vez más lo que era Camilo. Por ahí se ha hecho la historia —he leído algunas reflexiones y algunos datos—, yo la recuerdo muy bien.

La contraofensiva revolucionaria se empezó a hacer por teléfono con el compañero Jorge Enrique Mendoza, que se encontraba en Camagüey; al que se le dio instrucción de tomar una de las estaciones de radio y empezar la denuncia, con el apoyo de un batallón rebelde que estaba en las afueras de la ciudad. Así lo hicieron. Queríamos ver la reacción de los conspiradores, si se lanzaban a recuperar o no la estación. Realmente empezaron a desmoralizarse.

Por la mañana llegamos nosotros, no sé si fue un avión o dos —habrá que ver a algunos de los testigos de aquel episodio para reconstruirlo con exactitud. No recuerdo si llegó Camilo antes que yo, o llegué yo unos minutos primero que Camilo, no recuerdo si es que fuimos en dos aviones o fuimos en tres; pero inmediatamente de recibirse las noticias de la sedición la noche antes, la estación de radio informó a la población de Camagüey la traición de aquel señor, y el pueblo estaba preparado y unido para enfrentarla.

Tan pronto llegamos a la ciudad se reunió una enorme multitud, y con la multitud marchábamos hacia el cuartel, íbamos con el pueblo. Aquella manifestación no habría tenido ningún sentido si ya los conspiradores hubiesen sido dominados, o si ya los conspiradores hubiesen sido aplastados. El pueblo camagüeyano avanzaba desarmado hacia un cuartel.

¿Cuál fue la proeza de Camilo? Camilo se separó de nosotros no sé cómo —habrá que reconstruir todos esos detalles, tienen que haber compañeros vivos que recuerden los detalles—, se dirigió al cuartel, entró al cuartel y desarmó a los conspiradores, los sometió; entró con un puñado de hombres y con su autoridad, con su moral, con su presencia, con su valentía, los doblegó. No hizo falta que el pueblo llegara al cuartel (APLAUSOS).

¿Pero dónde está su sentido de la responsabilidad, dónde está la prueba de sus sentimientos, dónde está el mérito de aquello? El pensó, como podíamos pensar nosotros, que habría tal vez muchos muertos, que tal vez podría producirse una sangrienta balacera. ¿Quién podía garantizar ciento por ciento que se rindieran? Y nuestra idea era tomar el cuartel con las masas, para enseñarles de una vez por siempre a los traidores lo que es ponerse frente a los intereses del pueblo, costara lo que costara (APLAUSOS).

Pudo no ocurrir nada, pudo ser que los conspiradores no se atrevieran a disparar al pueblo, pero tal vez la acción de Camilo salvó muchas vidas; porque también pudo ocurrir cualquier otra cosa, y él se adelantó para evitar una situación y un peligro de esa naturaleza. Es una muestra de la confianza que tenía en sí mismo, de su heroísmo, de su arresto y de su capacidad de actuar, de manera excepcional, en circunstancias determinadas.

Pero lo que esgrimía aquel grupo y su cabecilla, lo que enarbolaba, era la bandera del anticomunismo. Por eso tienen un profundo significado esas palabras de Camilo que escuchamos en el día de hoy, cuando recita los versos de Bonifacio Byrne y cuando plantea que esta Revolución tiene que ir hasta el final.

¿Qué quiere decir Camilo cuando se acaba de aplastar un brote sedicioso anticomunista, con que esta Revolución tenía que llegar hasta el final? ¡El final era el socialismo y el comunismo, ese final que nos proponemos alcanzar! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Camilo estaba muy claro sobre lo que significaba revolución: no en balde tenía antecedentes revolucionarios en su familia, no en balde fue trabajador humilde, no en balde bebió desde la cuna las ideas revolucionarias, no en balde tenía un tremendo temperamento revolucionario, no en balde tenía un gran alma revolucionaria.

Ahora es fácil decir esto; pero hay que medir lo que significaba en aquellos tiempos, cuando todavía en nuestro país había tantos prejuicios que se podían hacer leyes revolucionarias y más leyes revolucionarias, y el pueblo las aplaudía, pero ni siquiera se podía mencionar la palabra socialismo.

Vean ustedes que Camilo muere en 1959, y es el 16 de abril de 1961 que se declara el carácter socialista de la Revolución ante el pueblo armado. Y fue el pueblo armado el que levantó los fusiles y apoyó con todas sus fuerzas la idea de la Revolución socialista, cuando ya se habían vencido muchos obstáculos y se había formado una conciencia revolucionaria más madura, cuando no era solo entusiasmo y rebeldía, cuando no era solo odio a la tiranía, sino algo más que eso: un gran objetivo histórico. Y ya en Girón combatieron nuestros hombres y mujeres por el socialismo; ya en Girón derramaron su sangre por el socialismo. Hacía alrededor de año y medio que había muerto Camilo y ya no podíamos contar con su presencia física. Es bueno recordar todo esto.

En aquellos días amargos el enemigo se ensañó con todo tipo de calumnias, haciendo ver que Camilo había sido asesinado, que Camilo había sido desaparecido por problemas y rivalidades; hasta, incluso, alguna vez dijeron que porque Camilo se oponía a la línea de la Revolución, todo ese tipo de infamias. Fueron muy amargos aquellos días, el enemigo no perdió oportunidad —como no la ha perdido nunca— de sembrar veneno y sembrar toda clase de cizaña.

Lo volvieron a repetir cuando el Che. Cuando el Che estuvo mucho tiempo ausente y por razones de su propia seguridad para proteger su secreto, sus planes, sus intenciones, no se podía divulgar la carta que escribió antes de partir, tuvimos que soportar igualmente un diluvio de calumnias de todo tipo.


Eso hicieron también en aquellos días amargos en que desapareció Camilo, al no llegar el avión a su destino, promoviendo una terrible consternación, un insuperable dolor en el pecho de todos sus compañeros, que nos enfrascamos febrilmente en su búsqueda durante casi una semana entera, en la esperanza de que pudiera estar en un islote, en un lugar solitario, en algún punto.

Es bueno recordar estas cuestiones, ya que la causa directa de aquel accidente fue el problema surgido en Camagüey por los elementos anticomunistas. En aquellas circunstancias, Camilo, por sus responsabilidades, tuvo que viajar varias veces a esa provincia; audaz como era, no respetaba ni el día, ni la noche, ni el tiempo y salió hacia la capital en un pequeño avión. Porque en aquella época no teníamos experiencia, ni teníamos aviones seguros, ni teníamos nada, y así unos cuantos compañeros perdieron la vida, pues hubo más de un accidente aéreo; ¡de milagro no fueron más los que murieron de esa forma en los primeros años de la Revolución!

Cobra todo su significado la historia de Camilo, no solo por lo que hizo, no solo por sus heroicas proezas combativas, sino también por sus ideas, por sus conceptos, por sus propósitos profundamente revolucionarios. También por eso decía que un día como hoy Camilo sería feliz, y si hay pelea por delante, más feliz todavía; si hay dificultades, más feliz; si hay reto, más feliz; si quedan injusticias por subsanar, más feliz; y si se mantiene en todo su vigor la lucha heroica e histórica de nuestro pueblo contra el imperio, ¡más feliz sería Camilo!

El camino de nuestro pueblo, la marcha firme de nuestro pueblo, sin claudicación ni vacilación, sus logros en medio de las agresiones y del bloqueo, sus perspectivas futuras, estoy seguro de que habrían entusiasmado extraordinariamente a Camilo.

Es necesario que hoy, cuando lo recordamos con tanto cariño, tengamos presente eso: desapareció temprano, ¡cuánto habría podido hacer en estos años! Pero lo importante es que aquellas cosas por las que luchó con pasión y por las que dio su vida, estén haciéndose y se hayan hecho, y que este pueblo sea el mismo al que él le habló allá, en el viejo Palacio, cuando dijo que la frente no se inclinaría, sino ante los muertos, para decirles un día que la Revolución se ha cumplido.

¡Hoy podemos decir que nos inclinamos ante los muertos para decir que la Revolución se ha cumplido, pero a la vez tendríamos que seguir apelando a los muertos! (APLAUSOS) ¡Podríamos arrodillarnos ante los 20 000 muertos de que habló Camilo, que dieron su vida por la Revolución, a los que habría que añadirles los miles de muertos que dieron su vida para consolidar la Revolución, luchando contra bandidos, luchando contra terroristas, luchando contra mercenarios y los que han muerto cumpliendo gloriosas misiones internacionalistas! (APLAUSOS PROLONGADOS)

¡Qué orgulloso se habría sentido Camilo participando o dirigiendo cualesquiera de esas misiones!, él que dijo que todos los revolucionarios, en cualquier parte del mundo, eran sus hermanos.

Pero les expresaba que no solo podríamos arrodillarnos ante nuestros muertos para decir que la Revolución se ha cumplido, sino que seguimos apelando a nuestros muertos, para que nos acompañen en esta lucha que no ha concluido, para defender lo que se ha hecho, para que nuevos objetivos de la Revolución se cumplan en las batallas que a la Revolución esperan todavía (APLAUSOS); porque los muertos —y eso lo vio Camilo y lo dijo con esas hermosas palabras— nos acompañan.

Por eso hoy hablé de la muerte física, que esa es una cosa, y otra es la presencia del ejemplo, de la inspiración, ¡de los valores morales que nos legaron hombres como Camilo y el Che! (APLAUSOS)

Por eso él dijo y repitió aquella idea de Byrne: ¡Que nuestros muertos, alzando los brazos, serán capaces de defender todavía la patria! ¡Y en la etapa que vivimos, en la consolidación de lo que se ha hecho y en la tarea de hacer lo que falta por hacer, nuestros muertos, alzando los brazos, seguirán luchando y defendiendo a la patria! (APLAUSOS)

Hoy no solo se rinde tributo a Camilo aquí en esta barriada proletaria donde él nació, inaugurando esta escuela; hoy se le ha rendido tributo a Camilo a lo largo y ancho del país; hoy se inauguró un hermoso monumento a su memoria allá en Yaguajay. Ayer se inauguraron más de 10 instituciones: círculos, escuelas, policlínicos, en la provincia de Santiago de Cuba. En todas partes se le ha rendido tributo, en todas partes se han depositado flores a su memoria.

Hoy mismo, en nuestra capital, no solo se inauguró esta escuela, se inauguró una hermosa facultad de medicina (APLAUSOS). Puede apreciarse aquí la presencia de una parte de los jóvenes, los que pudieron venir, que estudian en esa facultad, que es la "Julio Trigo". Allí ha quedado constituido todo un complejo hospitalario. Está el hospital pediátrico "Aballí", está el clínico-quirúrgico "JuIio Trigo", está el materno "Lebredo", que forma parte del complejo hospitalario y del "Julio Trigo". Allí hay decenas y decenas de consultorios del médico de la familia, numerosos policlínicos, en un municipio que era de los más pobres de la capital: Arroyo Naranjo.

¿Qué era Arroyo Naranjo? ¿Qué era? Una zona periférica donde vivía la gente más pobre de la capital. Se dice que Arroyo Naranjo suministraba constructores a la ciudad, casas para cualquiera, menos para ellos: casas para ricos, para burgueses, palacetes y ellos vivían en barrios insalubres.

Ese municipio tiene casi 200 000 habitantes y en poco tiempo allí se han creado ya el clínico-quirúrgico, el materno, un incontable número de casas-consultorio, la facultad de medicina del "Julio Trigo", inaugurada hoy, una excelente instalación en ese municipio, que era, pudiéramos llamar, un municipio ceniciento, y que no solo aporta su esfuerzo en estas construcciones, sino que ha aportado un gran número de constructores a las microbrigadas. Es el primero, hoy por hoy, en la lucha contra los barrios insalubres, y allí había unos cuantos.

Pero he visto cosas por ese municipio en estos días, que habrían hecho feliz a Camilo; allí, por ejemplo, hay el primer pueblo creado por las microbrigadas sociales. Fueron los de Arroyo Naranjo los primeros en organizar las microbrigadas sociales de construcción para erradicar los barrios insalubres, tienen ya cientos de viviendas construidas, y en aquella zona periférica las necesidades de viviendas son muchas.

Allí han surgido líderes del pueblo, hombres y mujeres que están dirigiendo la comunidad en esta tarea tan revolucionaria. En días recientes recorrí aquellos sitios por donde estaban trabajando, y voy a citar un ejemplo: las microbrigadas sociales de Las Guásimas, que comprenden personas de distintos lugares insalubres. Algunos son trabajadores que han sido liberados en sus centros para que trabajen en la erradicación de esos barrios; pero muchas son amas de casa, muchos son jóvenes que no estaban incorporados al trabajo, y allí en Las Guásimas hay una microbrigada de alrededor de 700 microbrigadistas. Ya de microbrigada no tiene nada, pero se llama así para distinguirla de los dos tipos de organizaciones constructivas.

Pero vean ustedes qué cosa asombrosa. Ellos reciben su salario como en las microbrigadas: el que reciben si es de un centro de trabajo; o les pagan un salario si antes no tenían empleo, como constructores, equivalente a 10 horas. Y esa gente que está allí construyendo viviendas para ellos mismos, escuelas, círculos, industrias de materiales, casas-consultorio, comercios, etcétera, trabajan 14 horas diarias. ¿Le habría o no le habría gustado a Camilo ver a su pueblo capaz de esa proeza; ver allí a sus compatriotas, que viven en esos lugares, organizados construyendo modernísimas viviendas? ¿Le habría o no gustado saber que estaban trabajando 14 horas? ¿Le habría gustado o no saber que el ausentismo era de 0,2%? Nos referimos al ausentismo no justificado, no incluye casos de enfermedad, lo que significa que de cada 500 falta 1 al trabajo, algo así como un milagro, algo al parecer imposible, algo al parecer inalcanzable.

Uno o dos días después pude participar, junto con la población de otro barrio "famoso" de Arroyo Naranjo también en transformación, La Güinera, en todo un espectáculo cultural de alta calidad con los vecinos microbrigadistas actuando como artistas entre un grupo de nuestros mejores artistas, y el resto presenciando el evento con un silencio comparable a este de hoy, con una atención comparable a la atención de ustedes, y ya estaban efectuando aquel acto cultural en medio de una plaza rodeada de los edificios que han construido. Ese pueblo, ese pueblo humilde está realizando verdaderas proezas por transformar la capital, a la vez que se transforma a sí mismo, porque allí, incluso, en su comedor, tienen una mesita para enseñar buenos modales en la mesa a los microbrigadistas.

Por estos días también he visto otras cosas. Estaba interesado en saber cómo marchaba la industria de materiales de construcción, sabiendo lo que nos limita frente a la disponibilidad tremenda de fuerzas, y experimenté una especial satisfacción de ver el primer colectivo industrial convertido en contingente. Son los obreros de una fábrica, o un combinado de la industria de materiales, un combinado nuevo, de los cuales hemos estado construyendo unos cuantos, están por inaugurar casi todos. Pero son ya cosas serias, son cosas impresionantes. Este de que hablo tiene cuatro líneas de bloques de hormigón, una fábrica de viguetas, que son unas vigas —como dice su nombre— no grandes, pero muy práctica, que se emplean con gran productividad en la construcción de pisos, asociado a un tipo de bloque que le llaman bovedilla. Ellos tienen allí cuatro líneas de bloques, una de las cuales está produciendo bovedillas; una de vigueta es la quinta línea; una línea de terrazo, donde están produciendo materiales para escaleras de preciosos colores —tal vez esta escuela los habría tenido iguales si no se hubiera construido antes de que entrara en producción esa planta—, y una séptima línea que es de baldosas. Siete líneas.

Y ellos, a partir del ejemplo del contingente "Blas Roca" —y no gente seleccionada, gente de la zona, casi todos vecinos de San Miguel del Padrón; por cierto, muchos de ellos oriundos de Oriente, yo se lo descubro por la fisonomía y por la mirada cuando los veo, o descendientes de orientales que vinieron para esa zona de Arroyo Naranjo, de San Miguel del Padrón, etcétera—, se han propuesto proezas laborales similares.

Yo de verdad que no tenía una idea tan elevada de las capacidades de trabajo de los orientales, porque con tanto sol allí y más calor, uno tiene la tendencia a pensar que al oriental le guste estar a la sombra de algún árbol; pero lo cierto es que tomaron la decisión de hacer casi el doble turno con un turno de 14 horas. Allí los vimos, conversamos con ellos. Fue iniciativa de ellos. En su mayoría son jóvenes.

Todavía no tienen el abastecimiento de los contingentes, son más bien aspirantes a contingente; todavía no tienen una ropa, digamos, totalmente adecuada para el trabajo, o los zapatos adecuados, o las atenciones que reciben los contingentes. Trabajan con una gran productividad. Me explicaron los directores de la fábrica que ellos, en un solo turno, están haciendo más que algunas fábricas con dos turnos Claro, la fábrica es moderna, con muchos equipos automáticos, tipo de trabajo que puede hacerse; pero, de todas formas, resultaba impresionante aquella actitud, aquella iniciativa y aquella productividad.

Yo decidí por estos mismos días recorrer distintas industrias nuevas, de las que están terminadas o están construyéndose, para materiales de construcción. Les voy a dar una idea: la capacidad que había cuando renació el movimiento de microbrigadas era de 11 millones de bloques. La producción de este año será ya de alrededor de 25 millones; y después del 26 de julio del año que viene, en que entrarán a funcionar seis líneas más, tendremos una capacidad real, no teórica, sino real, de construir 55 millones de bloques al año (APLAUSOS). ¡Cincuenta y cinco millones de bloques!, en máquinas bien modernas. Es decir que desde 1987, en que empezó de nuevo con fuerza el movimiento de microbrigadas, hasta 1990, en tres años, la producción de bloques se habrá quintuplicado; habrá bloques para hacer paredes a decenas de miles de viviendas.

No es eso solo. La fábrica de azulejos de San José, que producía 50 millones, a principios del próximo año tendrá capacidad para 150 millones de azulejos. Hay ocho combinados de estos, productores de bloques, bovedillas, viguetas, terrazos, baldosas y mosaicos —no lo había mencionado. Estas fábricas de mosaicos no son tan modernas, son hechas por nosotros, pero son productivas; aunque es un trabajo relativamente duro, tenemos que ir humanizándolo y modernizándolo. Están construyéndose todavía algunos, y cuando estén a plenitud van a producir, entre líneas de baldosas y líneas de mosaicos, pisos para decenas de miles de viviendas cada año.

Parejamente se trabajó en la piedra, en la arena, y se trabaja y se hacen inversiones en la producción de tubos sanitarios de hierro y tubos plásticos, ventanas de aluminio y carpintería de madera, en fábricas de cemento blanco, que posiblemente lo hayan usado en esta escuela. Ya en nuestras fábricas de baldosas y de cemento blanco se empieza a utilizar el cemento blanco cubano de la nueva fábrica, con capacidad de 100 000 toneladas al año, establecida en Sancti Spíritus, que nos permitirá disponer de todo el material necesario para pintar cientos de miles de viviendas al año, independientemente del esfuerzo que realiza la industria básica por producir pinturas de aceite con materia prima nuestra.

Les decía que en estos días visité varios de estos combinados; algunos ya en producción, algunos construyéndose, y me encontré un gran espíritu entre los trabajadores; pero, sobre todo, quieren ser contingentes industriales. Esta industria se presta; no todas las industrias se prestan igualmente. En la misma del mosaico hay que pensarlo, por el peso de los moldes que utilizan en la producción del mosaico; estamos pensando cómo aligerarlo a partir de determinados materiales mucho más ligeros que el acero. Es decir, no es tan fácil llevar un sistema, un plan, un programa, un espíritu de contingente a todas las fábricas por igual, porque todas no son iguales, y es mucho más difícil en una fábrica de proceso continuo; pero en industrias de este tipo, no se sabe lo que vale, cuánto ahorran en transporte, cuánto ahorran en comedores, cuánto ahorran en abastecimientos estos obreros que deciden producir el equivalente a dos turnos, y lo deciden espontáneamente, inspirados en el ejemplo de los contingentes de construcción ya creados.

Me decía: ¡Cómo le habría gustado a Camilo ver a esta juventud surgida de la Revolución, nacida de la Revolución, educada en la Revolución! Porque algunos se fijan en los problemas de algunos descarriados, y, lógicamente, qué, ¿podríamos tener una sociedad sin descarriados? Sería un sueño, sobre todo, si pensamos que había necesidades para decenas de miles de niños de escuelas especiales, y esas escuelas no existían.

¿Qué pasaba con un muchacho que por cualquier problema abandonaba la escuela y se dedicaba a callejear; a dónde iba a parar, en qué terminaba?

Ahora estamos haciendo estas escuelas; sí no se hacen, las sociedades que no hacen escuelas de este tipo tendrán que hacer cárceles para esas criaturas, que no tienen otra escapatoria en la vida que terminar siendo antisociales, siendo delincuentes, o buscando alguna forma desesperada de vivir de cualquier forma.

No vamos a caer en la ilusión. Si la Revolución empieza en 1959, ¿cuántas generaciones de ciudadanos en este país necesitaron este tipo de escuelas y no las tuvieron? Tenemos descarriados, lumpens, lo sabemos; algunos que estudiaron, que se confunden y se dejan arrastrar por ciertas teorías y ciertos cuentos de camino también existen, ese es otro tipo de descarrío.

Pero, realmente, lo que nosotros vemos en la gran masa de nuestra juventud, por todas partes, es alentador. Estamos convencidos de que con una dirección, que debe ser cada vez más eficaz, pueden llegar muy lejos.

A nosotros nos complacía ver el esfuerzo de esos trabajadores. Y, por ejemplo, yo quisiera saber si en el segundo semestre del año 1989, microbrigadas de centros de trabajo, microbrigadas sociales de construcción, microbrigadas sociales de mantenimiento, microbrigadas industriales y trabajadores de la construcción, dan abasto para colocar todos los bloques que pueden salir de esas plantas, y todos los ladrillos, pues no les mencioné las fábricas de ladrillos, entre ellas una moderna, de 30 millones de ladrillos por año, que está al terminarse en estos días.

Yo decía: hasta ahora hemos estado todos los días sufriendo porque no hay suficientes materiales, y me pregunto: ¿Podrán los constructores, podrán los microbrigadistas elaborar y colocar todo el material que puede salir de esas fábricas, y de nuestras fábricas de cabillas y de cemento, tomando en cuenta la reconstrucción que se va a hacer en la del Mariel? Es agradable pensar que para esa fecha, el próximo año, La Habana puede ser un hormiguero constructivo; y no es que no sea ya un hormiguero constructivo pero lo será mucho más, porque los constructores se han propuesto, incluso, terminar muchas de estas líneas nuevas para el próximo 26 de Julio.

En ese semestre, ya a partir de septiembre, hago los cálculos de los materiales de que vamos a disponer, y pienso que tendremos un refuerzo tremendo en esta hermosa batalla por transformar la capital y por transformar el país, porque lo que se hace en la capital se está haciendo exactamente igual en el resto del país.

Creo que hay hoy una nueva generación honrando, como se debe, la memoria de Camilo.

En eso pensaba también cuando en la tarde de hoy inauguraba la facultad de medicina. Conversaba con los profesores y alumnos sobre las instalaciones que tienen allí, la calidad de esas instalaciones, que poseen incluso dos pequeños teatros y un teatro grande de 400 butacas, exquisitamente construido, que pronto tendrá ya instaladas las máquinas de aire acondicionado; instalaciones deportivas, un moderno gimnasio, modernísimos laboratorios, profesores con experiencia.

En el día de hoy conversé con decenas de estos estudiantes, y les puedo asegurar que ese contacto es algo verdaderamente alentador, al ver lo que es hoy nuestra juventud.

¿Dónde está la facultad de medicina? En Arroyo Naranjo. Como decía, antes había una en la Colina universitaria de la capital allá, famosa; hoy hay más de 20 facultades. El día que murió Camilo, pienso que había una sola facultad de medicina, hoy hay más de 20, no menos de una por provincia y la capital tiene alrededor de 8, si no me equivoco, con las nuevas que hemos inaugurado.

Antes era en la Colina para los que tenían el privilegio de terminar el bachillerato, conseguir algún albergue —becas no había— si era estudiante del interior del país; se graduaban unos pocos médicos. Nosotros ahora tenemos más de 25 000 estudiantes en las facultades de medicina, que incluye estomatología e incluye licenciatura en enfermería (APLAUSOS).

¡Qué tremenda impresión! Allí se simbolizaban muchas cosas. Entro en un aula, hay un profesor que le llaman ahora de imagenología —le han quitado lo de radio por imagen—, y todos los alumnos allí con sus pantallas lumínicas como medio auxiliar de la educación. Conversando con ellos veo que había algunos que parecieron latinoamericanos, porque más fácil que descubrir a un oriental se descubre a un peruano o a un boliviano, y pregunto: ¿Cuántos estudiantes extranjeros tienen? Y vean la nobleza, el espíritu solidario de nuestro pueblo: en esa facultad están estudiando 80 jóvenes extranjeros, casi un 10%, si no me equivoco; allí vi de distintas nacionalidades: latinoamericanos, de Siria, de Sudán, de Guinea Bissau. ¡Vean qué noble tarea! Y me pregunto: ¿Le habría o no le habría agradado a Camilo ver ese símbolo de internacionalismo y de espíritu revolucionario en nuestro pueblo, y encontrarse, solo en una facultad, con 80 estudiantes de otros países? (APLAUSOS)

Eso llama la atención, pero hay algo que llama también la atención. Pregunto: ¿Cuántos estudiantes de medicina hay aquí de Arroyo Naranjo? Y me dijeron: "Dos de cada tres son de Arroyo Naranjo." Dos de cada tres son hijos de trabajadores y de vecinos de Arroyo Naranjo. ¿Es o no un gigantesco salto ver allí a los hijos de los vecinos, de los residentes de Arroyo Naranjo? Van a su facultad en su municipio, ellos no tienen que ir a la Escalinata. Les pregunto: ¿A qué distancia están las casas de ustedes? "Cerca, una parada, dos o tres paradas de ómnibus." Digo: ¿Paradas de cuánto, de 500 metros o de 1 000 metros? "Cerca, cerca de aquí." Profesores universitarios que son también algunos de allí de Arroyo Naranjo, trabajadores del centro, técnicos medios; eso, realmente, es todo un símbolo para un día como hoy.

¡Qué lejos estábamos de poder soñar con estas cosas hace 30 años! Soñábamos, sí, pero desde muy lejos.

Llama la atención la salud de esos jóvenes, es algo que admira; han crecido, realmente, con una gran salud. La frescura, el talento, la consagración al estudio, son cosas cada vez más comunes.

Creo que esa va a ser una gran facultad, no hay duda. Estuve viendo algunas libretas y veía que estaban estudiando de verdad, por los apuntes que tenían. Cuentan con todos los medios. Es realmente algo satisfactorio saber que nuestra juventud tiene todas esas posibilidades.

Algo también curioso: la mayoría de esos estudiantes de medicina son mujeres. ¿Qué les parece? En una proporción muy alta, los estudiantes son mujeres. Una señal del cambio tremendo de nuestro país, entre el pasado y el presente, entre el capitalismo y el socialismo.

Hay algo allí igualmente interesante, muy alentador, y es que en la escuela no solo están los estudiantes de medicina y estomatología, están los estudiantes de licenciatura en enfermería, carrera nueva creada por la Revolución. Ahí estaban los dos grupos: el de los estudiantes de medicina con sus batas blancas, los de licenciatura de enfermería con sus batas azules, pero ya compartiendo desde la universidad.

Piensen lo que significa que en el futuro nuestros servicios médicos estarán atendidos por médicos especialistas de las más variadas especialidades, entre ellos médicos generales integrales, y por enfermeras licenciadas en enfermería, graduadas de una facultad universitaria (APLAUSOS); lo que significa que todas nuestras fábricas, escuelas, círculos, y todas nuestras comunidades estarán cubiertas, en un futuro no lejano, por médicos y enfermeras de la familia. Sin duda que son avances gigantescos, y trato de analizar estos problemas con espíritu objetivo.

Digo: ¿En qué otro país del mundo está pasando eso? Tenemos un pueblo unido, trabajador, entregado de lleno a la tarea de enfrentar problemas, entregado de lleno a la tarea de avanzar sólidamente unido al Partido y a la Revolución.

No hay muchos lugares del mundo, compañeras y compañeros, ustedes saben, en que esto exista, puesto que conocen perfectamente que vivimos en un mundo donde están ocurriendo muchas cosas extrañas, muchas cosas complejas y muchas cosas incomprensibles.

Por eso hoy, en este 28, y recordando las palabras de Camilo, tenemos que decirnos: Hay que atrincherarse en la línea revolucionaria. Tenemos que atrincherarnos en nuestra línea de principios, tenemos que atrincherarnos en nuestras sólidas y firmes convicciones, tenemos que atrincherarnos en las ideas del marxismo-leninismo más que nunca, tenemos que atrincherarnos en las ideas del socialismo y el comunismo más que nunca (APLAUSOS).

A nuestro pueblo nadie lo podrá engañar, a nuestro pueblo nadie lo podrá confundir.

Veo allá unas banderas rojas, y hoy, en este XXX aniversario de la muerte de Camilo, ese Camilo que dijo que nuestro pueblo no se rendiría jamás, digo aquí que esas banderas rojas de la Revolución nunca se bajarán de esas astas, que esas banderas rojas de la Revolución nunca serán sustituidas por las banderas blancas y amarillas de la contrarrevolución (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, Fidel!").

Nosotros jamás renegaremos el honroso título de socialistas y comunistas (APLAUSOS). Nuestro glorioso Partido, este Partido de los 20 000 muertos de que habló Camilo y de los que fueron capaces de morir después defendiendo los principios, defendiendo la patria, defendiendo el internacionalismo, este glorioso Partido nunca, jamás, dejará de llamarse Partido Comunista de Cuba (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Esta Revolución jamás renunciará a aquella gloriosa definición ante la tumba de los primeros caídos luchando contra los mercenarios de Girón; jamás renunciará a su histórica y gloriosa definición de Revolución Socialista de Cuba. Y si algún día la cambiáramos por otra, sería por la de Revolución Comunista de Cuba (APLAUSOS).

Claro está, señores, que estamos viviendo una época increíble.

¿Qué diría Camilo si de repente leyera un cable en que desde Estados Unidos se nos dice qué medidas tenemos que aplicar para ser buenos revolucionarios, buenos socialistas y buenos comunistas? ¿Qué reformas burguesas y capitalistas tenemos que aplicar para que nos consideren buenos revolucionarios, buenos socialistas, buenos comunistas; porque ahora hay dos tipos de revolucionarios, dos tipos de socialistas, dos tipos de comunistas: los buenos y los malos, según la definición del imperialismo. Y nosotros, qué honor, estamos entre los malos (RISAS). Somos malos porque somos incorregibles, porque no hacemos lo que nos dice el imperialismo que debemos hacer, porque no nos ponemos a coquetear y a jugar con el capitalismo en este país, porque ya vimos y vivimos algunas de las consecuencias de estos juegos, y estamos curadísimos de espanto y ya de regreso de esas veleidades, y con convicciones más firmes, más sólidas que nunca; más convencidos que nunca de lo que puede el socialismo. No hay sociedad alguna de las que han existido en la historia que pueda semejársele; más convencidos que nunca estamos de que no se puede retroceder ni un milímetro; más convencidos que nunca de que lo que hay que hacer en circunstancias como esta es avanzar. Hay que hacer lo que hizo Camilo en el cuartel de Camagüey: adelantarse; y tal vez nos estemos adelantando ya, o quizás los tiempos están queriendo retroceder, y nosotros no queremos retroceder.

Vivimos una época rara. Hay que leerse la prensa burguesa, sus cables, sus discursos eufóricos de que se acabó el socialismo, de que eso fue un sueño, una ilusión, que los hombres tienen que volver a la vergüenza y a la repugnancia del capitalismo.

Hasta en el lenguaje. Hoy a los partidarios de las reformas capitalistas les llaman progresistas; ese lenguaje que usa la cablegrafía internacional; hay que emplear una palabra nueva igual que para decir lo que es la radiografía. Digo que la cablegrafía internacional, monopolizada en gran parte por los medios imperialistas y capitalistas, está usando sutilmente un lenguaje equivoco con los defensores del marxismo-leninismo: a los defensores del socialismo, a los defensores del comunismo, a los que no se rinden, a los que son firmes, a los que no claudican de sus ideas, a los que creen en sus ideas, a la gente más avanzada y progresista del mundo; a los que no se doblegan ante el chantaje imperialista, los que no se doblegan ante la ideología imperialista, los que no se doblegan ante el acoso imperialista, los llaman rígidos. ¡Viva la rigidez! (EXCLAMACIONES DE: "¡Viva!") ¡Viva la rigidez cuando se trata de defender los principios revolucionarios y no la flexibilidad que se somete a las ideas y a los dictados del imperialismo! (APLAUSOS)

Les dan otros nombres: conservadores, ortodoxos. Vean ustedes qué manera de falsear y de jugar con las palabras.

¿Desde cuándo el capitalismo fue progresista? ¿Desde cuándo la explotación del hombre por el hombre fue progresista? ¿Desde cuándo esa porquería fue progresista? Como dijo Marx: Cuando desaparezca la explotación del hombre por el hombre, cuando desaparezca la propiedad capitalista sobre los medios de producción, la humanidad habrá salido de la prehistoria, es decir, entrará en la historia. Y nosotros hemos entrado en la historia.

Si otros quieren volver a la prehistoria, es asunto de su gusto, que vaya a refrescarse un poco por allá y después quizás puede ser que vuelvan hasta con más impulso, porque no tienen ni idea de lo que les espera. Eso ocurre con alguna gente que no tiene ni idea de lo que es el capitalismo, ¡ni idea! Nosotros hemos llegado a la historia y jamás retrocederemos a la prehistoria, no nos vamos a dejar confundir jamás.

Si creen que el socialismo ya pasó y es cosa del pasado; si creen que el capitalismo es el futuro, entonces quedarán comunistas defendiendo sus ideas, quedarán comunistas defendiendo su noble, su justa y su humana causa.

Todo esto de que hablaba hoy habría sido imposible de soñar siquiera en el capitalismo. Hemos vivido estas realidades del socialismo cualesquiera que sean todavía nuestras dificultades, cualesquiera que sean nuestros problemas; porque el socialismo no inventó el subdesarrollo, el socialismo no inventó el coloniaje, el socialismo no inventó el neocolonialismo, que es lo que está padeciendo todavía una inmensa parte del mundo; el socialismo no inventó el intercambio desigual; el socialismo no inventó el hambre de miles de millones de seres humanos en todos los continentes; eso lo inventó el capitalismo, y eso es fruto del capitalismo. Y todos los problemas del mundo de hoy, la carrera armamentista, el peligro nuclear, la contaminación del medio ambiente, el envenenamiento del aire, de los ríos, de los mares, es fruto del caos, de la anarquía, de la explotación y de la irresponsabilidad del capitalismo.

Los socialistas luchamos contra esos problemas: contra el neocolonialismo, contra el subdesarrollo, contra la pobreza, contra el intercambio desigual, contra la explotación a que someten a nuestros pueblos los países capitalistas desarrollados; no inventamos la pobreza y luchamos a brazo partido contra ella, y somos capaces de obrar milagros como los que hoy está obrando nuestro pueblo, esfuerzos como los que hoy hace nuestro pueblo con menos recursos que nunca, con menos divisas que nunca. Sí, que estamos aprendiendo de verdad a hacer mejor las cosas, estamos aprendiendo a ahorrar. Antes empleaban un metro cúbico de madera para hacer 20 metros cúbicos de hormigón y hoy hacemos 50, y estamos luchando por llegar a 100. Antes empleábamos hasta más de 700 kilogramos de cemento por metro cúbico de hormigón y hoy estamos empleando menos de 450.

Estamos aprendiendo a hacer las cosas, ya no es solo serruchar, quitar, botar o llevarse; estamos haciendo moldes, estamos aplicando técnicas, y con los mismos recursos estamos triplicando las posibilidades.

Esto que hacemos hoy, me pregunto en qué país lo están haciendo. Y un programa de 204 escuelas especiales para tener el ciento por ciento de los niños en escuelas especiales, ¿dónde lo están haciendo? Y los esfuerzos que estamos haciendo, no solo en este campo, sino en todos, de modo especial en la agricultura, en la producción de alimentos, donde se trabaja intensamente, en los desarrollos industriales a nuestro alcance, en los desarrollos científicos.

Quien conozca la realidad del mundo, sabe que lo que nuestro pueblo está haciendo hoy es una proeza. Esa proeza se la debemos al socialismo, esa proeza se la debemos a la unidad de nuestro pueblo, esa proeza se la debemos al espíritu revolucionario de nuestro pueblo.

Pueden esperarnos dificultades grandes, sí, pueden esperarnos, y muy grandes; ya lo explicaba el 26 de Julio en Camagüey, qué cosas pueden ocurrir. Pero eso no nos desalienta, trabajamos, y trabajamos con espíritu de enfrentarnos a todas las dificultades, trabajamos con espíritu de construir todas estas escuelas, quizás en cinco años, para citar un ejemplo, o seis como máximo; pero si no las podemos hacer en cinco, las hacemos en diez, pero las hacemos.

Tenemos ambiciosos planes de viviendas, queremos llegar a 100 000 por año lo más pronto posible. Si nos interrumpen nuestro esfuerzo, nuestro trabajo, si surgieran grandes problemas y no pudiéramos llegar a 100 000, llegaríamos a 80 000, a 70 000, a las que sean. Tenemos que tener espíritu resuelto de enfrentarnos a cualquier dificultad. Pero debemos estar conscientes, bien informados, bien atentos de todo lo que pasa en el mundo. Y yo digo: ¡Pase lo que pase!, seguiremos adelante, ¡pase lo que pase!, seguiremos luchando por el socialismo y por el comunismo; ¡pase lo que pase en el mundo! No creo que nos quedemos solos; pero, aunque nos quedáramos solos y fuéramos los últimos, no nos desalentaríamos ni un segundo, ni un instante. Eso no está en nuestra historia, eso no está en nuestra filosofía; eso no está en la filosofía de Camilo, eso no está en la filosofía del Che, eso no estuvo jamás en la filosofía de los que desembarcamos en el "Granma". ¿Qué, cuántos nos quedamos? ¿Y qué, nos dimos alguna vez por vencidos? ¿Quién puede decirnos que estamos lejos de nuestras metas, si hace algunas decenas de años estábamos mucho más lejos? Y cuando nos quedamos solos en el cañaveral, cuando nuestra fuerza fue dispersa, y cuando volvimos a reagruparnos un puñado, ¿qué nos desalentó? ¡Nada! Parecía absurda nuestra lucha, pero para nosotros no era absurda nuestra lucha; era racional, había que seguir adelante, y hemos seguido hasta aquí, hasta ahora mismo. Y el pueblo sabe, sobre todo saben aquí los que tienen más de 30 años, lo que pasó cuando la Crisis de Octubre, y saben que aquello no asustó a nadie. Y cuando apuntaban contra nuestro país quién sabe cuántas armas nucleares, aquello no desalentó a nadie;. nadie aquí ni siquiera pestañeó ante aquellos peligros terribles.

A cuántos problemas se enfrentó la Revolución: al bloqueo imperialista desde hace 30 años, a las amenazas, al hostigamiento, todos los días, y aquí estamos, sin retroceder, sin vacilar; es decir, está contra nuestras tradiciones y contra nuestra filosofía desalentarnos por algún tipo de dificultad. ¿Que puede ocurrir un bloqueo total? Bueno, es de las peores cosas que pueden pasar, y mentalmente estamos preparados y, además, estamos organizados para resistir esas circunstancias, la peor de todas, si es una guerra directa.

Hace rato que estamos preparados para enfrentarla, y nos preparamos cada vez más, ya no somos un puñado, son millones de hombres y mujeres en todo el país, organizados y preparados para defenderse de cualquier agresión imperialista.

No nos vamos a poner a hacer cosas para que los imperialistas digan que somos unos comunistas buenos, unos socialistas buenos; no nos vamos a poner a hacer concesiones de ninguna clase, ¡el imperialismo que ni sueñe siquiera que vamos a hacer alguna concesión de algún tipo! Y si nos quieren seguir considerando demonios, que nos sigan considerando demonios, que nosotros no creemos en los lobos disfrazados de abuelitas.

Nuestro pueblo tiene que meditar mucho sobre todo lo que lea y lo que está pasando.

No resulta fácil hacer un análisis exhaustivo, con pelos y señales en cada caso, de todos estos problemas, por lo delicadas que son siempre las relaciones entre países y estados; tenemos que ser sabios, pacientes. No se debe necesitar que a ustedes les ofrezcan desmenuzadas en detalle y masticadas todas las ideas que pueden inducirse de lo que está pasando en el mundo, para que ustedes juzguen los hechos. Hay que meditar, estos son tiempos de meditación; pero yo confío en el pueblo; en su capacidad, en su intuición, en su talento que nunca le falló.

En aquellos días de confusión en que querían atemorizar a todo el mundo con el mote de comunista, o hacer campañas sobre esa cosa terrible que era el comunismo, los camagüeyanos no vacilaron; a pesar de que la prensa burguesa por aquella época estaba alentando a aquel grupo, no hubo un solo camagüeyano que vacilara aquella mañana cuando llegamos con Camilo a Camagüey, y, como un solo hombre, el pueblo entero avanzó hacia el cuartel; estos son tiempos en que hace falta aquella vigorosa y combativo unidad, son tiempos en que hace falta esa maravillosa intuición de Camilo, son tiempos en que hace falta esa maravillosa audacia de Camilo, esa firme convicción de Camilo.

Recuerdo que a raíz de su muerte dije una frase: "En el pueblo hay muchos Camilo." Camilo salió del pueblo, tuvo la posibilidad de potenciar y desarrollar sus extraordinarias facultades; pero cuando veo a nuestros jóvenes al pie de un torno, al pie de un horno de fundición, cuando los veo en un laboratorio, cuando los veo trabajando 10, 12, 13 y 14 horas, me confirmo más y más en aquella profunda convicción de que en el pueblo hay muchos Camilo.

Y cuando pienso en estos momentos en que en nuestro país se trabaja con entusiasmo, con confianza, con seguridad, sin miedo a nadie ni a nada, sin desalentarse porque puedan surgir dificultades de cualquier tipo; cuando sé que nuestro pueblo es capaz de enfrentarse a cualquier cosa, cuando sé que nuestro pueblo es capaz de alcanzar cualquier objetivo, de alcanzar cualquier meta, de desafiar cualquier peligro; cuando sé que nuestro pueblo es capaz de defender el socialismo, el comunismo y el marxismo-leninismo hasta la última gota de sangre, digo con la misma convicción de aquel año: ¡todo el pueblo cubano es hoy un Camilo!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!


(OVACION)


 

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