En Sancti Spíritus, Fidel anunció: La Revolución no será obra de un día
Sancti Spíritus recibió a los rebeldes el 6 de enero de 1959. Desde que los carros asomaron las luces en el parque Serafín Sánchez el revuelo armado no tuvo comparación hasta hoy. Con las botas domadas por los peñascos y los trillos empinados de la Sierra, Fidel venció casi de un solo paso la escalinata de la entonces Sociedad El Progreso, sede desde hace medio siglo de la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena.
Cuando salió a uno de sus balcones, serían cerca de las dos de la madrugada. Luego, sobrevino, más que un discurso, una conversación, una confidencia: “No podía ser para mí, esta ciudad de Sancti Spíritus, una ciudad más en nuestro recorrido”.
“Soy un hombre de fe. Hemos triunfado porque creímos en el pueblo”, dijo al borde de las 3:30 a.m. No había perdido ni un ápice de vehemencia; del uniforme verde olivo se desprendían algunas gotas traídas por la llovizna. Próximo, permanecía el chofer Alberto Vázquez García, quien conducía —por órdenes de Raúl— el vehículo donde viajaba el Comandante en Jefe desde Santiago de Cuba.
El chofer también seguía letra a letra la intervención. Y todavía hoy recuerda —como lo ha relatado— aquella larga parada en Sancti Spíritus, donde Fidel, con los pies puestos en la tierra, anunció que la Revolución no sería obra de un día, ni de dos, ni de tres. Los 55 años transcurridos no lo desmienten.