Poemas

ODA A CUBA

Alta y ancha Cuba, cuero de hierro y sudor inmortal, pequeña
isla inmensa a la cabeza de Indoamérica, hacha del mundo
y pájaro-sol,
un terrón de azúcar colosal, rodeado de pirañas y tiburones
que babean la lengua de Shakespeare, ciñe tu cabeza de
ciruela del cosmos, y tus riñones ateridos e incendiados
como el dolor eterno del hombre,
flor del Caribe, reina del tabaco, cruz del Oriente, cómo relam-
paguea encima del futuro tu ojo de oro, gran palmera.


Mar y montaña sudaron tu Revolución Popular «acusada» de
comunismo, y al conductor de pueblos epónimo y dramá-
tico, le creció la barba del mundo, le creció el esplendor
de «Dios», le creció la gesta del siglo y las generaciones
futuras,
entre los pliegues épicos de la Sierra Maestra, y un pan candeal
ardiendo medio a medio del corazón;
Fidel Castro eres tú, patria del alma americana, gigante Fidel
Castro, tus machetes y tus ametralladoras cuadradas,
democráticas,
y Raúl y el «Ché» Guevara y Cienfuegos o Dorticós,
todos los cubanos de Cuba, menos los caimanes rubios y los
nacifascistas con complejo de asesinato.
Los vampiros enfurecidos de Yanquilandia, desde el nido de
arañas de Guantánamo,ahítos del licor seminal de los chacales, hundidos en el pan-
tano de escupos de la explotación y la humillación de los
pueblos, orlados de dopados, renegados, degenerados y
traidores,
se romperán el hocico contra las masas talladas de tus héroes,
que son estatuas de batallas.


El guajiro vegetal y agropecuario, azotado y pateado,
se levantó y se abrazó a tus líderes, y en la Reforma Agraria
parió tierra la tierra de José Martí,
pan, libertad y paz, pan, libertad y paz, pan, libertad y paz, café
con leche y miel, toros, bananos, potros, soldados, barcos
de cantos, sol embotellado, acero y ron, la caballería de
la poesía
nacional, internacional y transatlántica, afinó las guitarras
embanderadas de la rebelión
a la manera de la «Perla de las Antillas», y nosotros, los abando-
nados del cielo y del mundo, erguidos sobre los nuestros
gobiernos de títeres descomunales,
como un rebenque que emerge de entre escombros del remoto
avatar y de catástrofes de catástrofes,
«Hombres de Chile, poetas del mundo», mordidos por enanos
acumulados, nietos de pueblos que hablan o rugen o cantan
como águilas, como una condecoración pura, te llevamos
en los escombros del panteón del pecho paternal,
que es como un rifle roto o un portalón o un torreón derruído
y arrasado atardeciendo, aullando a la eternidad.


Rufianes y caínes, fariseos y anticristos con sotana, ladrones y
peleles
arrancan echando mentiras con afán roñoso sobre tus grandes
empresas de trabajadores, profundas y soberbias como
túneles, mordidas por la traición simoníaca;
pero los hechos están emergiendo como regimientos o parados
como caballos de espanto o como relámpagos,
en las inmensas torres de la Historia Americana, no se discu-
ten, no, y no se discute el sol, cuando sonando alumbra la
tierra, ni a una gran hembra obrera cuando está pariendo
un chileno,ni se ha comido o no ha comido El Indolatino hambriento,
asaltado y saqueado por Norteamérica, Cuba, espada
y balanza del Tribunal de la Época, Cuba, ilustre Cuba
enorme.


Auroral y colosal progenitora de mártires a caballo,
gran país contralor del Continente,
la paloma de fuego del dios del cristianismo primitivo está
contigo y la justicia social de los trabajadores,
la justicia social, popular, marxista-leninista,
el código gigante que resplandece en la URSS de Jruschov y la
China egregia de Mao, que se desencadena arrastrando
por adentro los milenios;
nosotros los traicionados por acomodados argonautas de pa-
cotilla
y por negreros, o por los espantosos monopolios ceñidos de
aterrados catafalcos que entrechocan su cataclismo de es-
camas y paladas de médulas sobre el hambre nacional,
alzamos tu corazón como un pabellón enarbolado en los
abismos;
¡qué enormes destacamentos de serpientes y de chacales con
chaleco de ametralladora imperialista y pantalón de
compadrón lacayo, lamido por simoníacos,
acechan tu muerte inmortal, ¡oh! niña, ¡oh! piña silvestre, y
como los bandidos negros como cuervos de fusilamiento,
hecho con deshechos de humanidad y con andrajos de
religión podrida, no de religión honesta y equivocada,
están con el hocico abierto gritando
la gran mentira imperial a la orilla de los héroes que engendran
y generan las superestructuras estéticas...!


¡Una dual escuadra de asesinos pagados por asesinos te acosa a
ti, gran águila democrática,
y todos los tontos de «Indoamérica» y los ateneístas castrados
que piden lenguaje y voz de castrados, echan la baba de metal
ardiendo desde sus tristes resquicios de Judas acorrala-
dos y enmascarados en la retórica,
a tu vaso de vino natal, caliente y relampagueante, celeste
como los ganados de Abraham, entre las barbas eternas
de Jehová pastando miel lacuestre,Relincha un gran semental rojo y está bramando un toro con
lomo de ópalos,
en las arboladuras de tu navío colosal,
y la carroña demagógica de la dictadura internacional de la
burguesía, los cobardes y los ladrones del cobre y del sa-
litre de Chile o del petróleo y las santas materias primas,
del hierro, del estaño, del plomo, del carbón colonial, del
oro con uranio y oro, los ladrones y sus sirvientes, «los
gusanos» acuartelados,
el académico idiota, vendido con hocico y todo, en condición
de zorra o de hiena, los pujistas, los arribistas, los opor-
tunistas y los espantosos renegados amarillos
y el ex-nazi homosexual o hermafrodita o te insultan o te ca-
lumnian, te bañan de baba eclesiástica, te acosan como a
toro, porque no les entregas la Revolución en bandeja y a
los héroes encadenados.


Tu pueblo y los pueblos del mundo opondrán un murallón de
pechos de pueblos al premeditado y enorme asesinato,
y la cohetera de la URSS te tenderá su pabellón de paz desde
todo lo hondo de lo cósmico, desde sus campos de trigo
rural y sus usinas descomunales como océanos, desde su
vientre de madre,
¡oh! fuerte y preciosa virgen de las oceanías,
y el hombre corriente que deviene luz y costumbres de terrible
creador de dioses,
el ser de base que engendra los poetas y la historia de lo su-
blime,
le ofrendan la fuerza tremenda de las masas en insurrección, y
el oleaje democrático y ecuménico del formidable impacto
popular,
el racimo del infinito, de donde emerge todo lo bello.

Autor: