Poemas

Poema del padre que no supo pelear

Comandante en Jefe:
Yo tengo tres muchachos,
y podía legarles
mi pequeñita historia
de ciudadano recto.

Eran tiempos distintos:
Yo estaba satisfecho.
¡Con qué poquita cosa
se puede ser honesto!

Pero vino un tirano
que sojuzgó a mi pueblo,
y surgieron valientes
nacidos en mi suelo.

¡Mi comandante en Jefe,
yo no estaba entre ellos!

Una noche tras otra
me torturó el desvelo.
¡Comandante Valiente,
tú no sabes qué es eso!

¿Qué contarle a mi nieto
cuando ya fuera abuelo?  
Trabajaba, cumplía:
no estaba satisfecho.

¿Qué cosa me faltaba
si tenía mi techo,
mis hijos, mi familia?
¿Qué faltaba en mi pecho?

¡Me faltaba el coraje
para ocupar mi puesto
con las fuerzas rebeldes,
con las fuerzas del pueblo!
¡Comandante Rebelde,
tú no sabes qué es eso!

Quizás una “ayudita”,  
sin correr ningún riesgo.
¡Qué difícil resulta
el ser un hombre honesto!

Sobre todo si el alma
nos señala otro puesto.
Yo estaba abochornado,
¡Comandante del Pueblo!

Mi pan ya no tenía
el gusto de otros tiempos,
y faltó la alegría
de mi hogar satisfecho.

Ustedes, mientras tanto,
mi Comandante en Jefe,
luchaban en la Sierra,
regándola de muertos.
Ganaban, palmo a palmo,
la gloria de mi suelo.

(Quizás alguna lágrima
me sorprendió despierto
rodando en mis mejillas
tras un largo desvelo).

“Aquí, radio rebelde”  
muy de puertas adentro,  
con la alcoba cerrada
y el corazón abierto.

Qué inútil era todo,
qué vacío el esfuerzo,
por decirle a mi alma
que estaba gordo y viejo.

¡Comandante Rebelde,
tú no sabes qué es eso!
Yo tengo tres muchachos,
mi Comandante en Jefe,
y al mirarlos sentía
que no era un hombre recto.
¡Ni siquiera llorábamos
en público tus muertos!

(Dios mío, que no crezcan
mis hijos bajo un cielo
en que es delito grave
el ser joven y honesto.
Que no crezcan, Dios mío)
…¡Qué doloroso ruego!

Así éramos muchos,
mi Comandante en Jefe.

Por todos esos hombres,
Ejército Rebelde,
que no haya ya más duelo
porque caiga la gente,
que no haya ya más niños
exilados ni presos.
Eso es lo que te pido,
Comandante del Pueblo.

Yo no tengo derecho
para hacerte este ruego,
pero tengo el coraje
de ser un hombre honesto
que no tuvo el coraje
para ocupar su puesto.

¡Que mis hijos lo sepan,
Comandante Valiente!
Y que un día, si quieren,
puedan seguir tu ejemplo.
Porque no haya tiranos
que ensangrienten mi pueblo
y porque no haya padres
que sufran mi desvelo.

¡Comandante Valiente,
tú no sabes qué es eso!

¡Mi Comandante en Jefe,
tú no tuviste miedo!

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