A principios de este año, 2001, hice mi primer viaje a Cuba. En esta ocasión conocí a Fidel Castro. Fue una experiencia personal única, no sólo por estar frente a un pedazo de la historia —y es una fortuna que poseen los cubanos- él no es solo un pedazo de la Historia de Cuba; es un pedazo de la Historia de la humanidad.

Siento una admiración y un extraordinario respeto por lo que es Fidel no solamente para Cuba, sino para los países del Tercer Mundo, y en particular para América Latina. No voy a ocultar que considero que él es un hombre excepcional.