¡Es una Revolución!, me dije, en los mismos momentos en que Fidel narraba, en esa suerte de coloquio que solo él sabe hacer con tanta maestría, pues que no es técnica oratoria ni artilugio aprendido, sino que palabra viva que brota de su entraña popular, que había oído hablar de “revoluciones” desde niño, que ésta es la primera Revolución que hace el pueblo cubano y que no será frustrada por nada ni por nadie.