Valoraciones

Pensamiento profundo

Apenas tenía 11 años cuando oí el nombre de Fidel Castro por primera vez. Fue en la época del Ataque al Moncada. A pesar de que aquel acto heroico me impresionó enormemente, nunca he llegado a sentirme su seguidor. Es más, durante los años sesenta, lo consideré mi adversario. Al pasar los años, y madurar mi pensamiento sobre la Revolución Cubana, sobre este hombre, y sus relaciones con los Estados Unidos, he llegado a la conclusión de que, sin una personalidad como la de Fidel, el sueño de nuestros independentistas del siglo pasado se hubiese quedado en sólo eso, sueño. De Fidel Castro se puede ser enemigo, adversario, amigo o admirador, lo que no se puede ser es indiferente. En los pocos momentos que he compartido con él, me he dado cuenta de que es un conversador incansable, de un extraordinario carisma y de un pensamiento sumamente profundo. Definitivamente, entró, como un bólido, en la historia de Cuba y ahí ha permanecido por años como su principal actor. Estoy seguro que, después de su muerte, permanecerá para siempre impregnado en ella. Algunos lo tratarán de condenar y otros de absolver, pero a Fidel nadie tendrá la potestad de arrancarle de su nombre la bandera de la soberanía y la independencia de nuestra patria, que ha mantenido en alto, contra viento y marea, en estos tiempos difíciles y duros por los cuales ha caminado nuestro pueblo a finales del siglo XX y principios del XXI.

Tomado de: 

Tomado del libro Absuelto por la Historia
20/09/2001