Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el encuentro con los pastores por la paz, efectuado en el Centro Memorial "Dr. Martin Luther King, jr.", el 27 de noviembre de 1992
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Queridos amigos:
Ustedes no querrán que yo pronuncie un discurso (EXCLAMACIONES DE: "¡SÍ!") ¡No!, ustedes preferirían que yo conversara con ustedes, y es lo que yo quiero.
Estaba ya impaciente por esta reunión, porque seguí muy de cerca la proeza de ustedes, y tenía deseos de poder expresarles directamente nuestro agradecimiento por lo que hicieron.
Creo que pocas cosas tan valientes se han realizado. Pienso que nosotros estemos en condiciones de apreciarlo, porque sabemos lo que esto significa.
El reverendo Walker hablaba de Moisés y de los desiertos que tuvieron que atravesar, lo cual me recordaba que nosotros hemos vivido en una especie de desierto durante muchos años, y este gesto de ustedes, esta acción de ustedes, se convirtió, realmente, en un manantial. Si Moisés pudo abrir un camino en el mar, ustedes han creado un manantial para nosotros en el desierto, después de más de 30 años en que hemos estado sufriendo la injusticia sin que el mundo reaccionara.
Y una injusticia realmente terrible, porque hay cosas que van ocurriendo a lo largo del tiempo durante muchos años y no se toma conciencia de lo que significan, y, realmente, el bloqueo —como le llamamos nosotros— es una enorme injusticia que hemos estado padeciendo durante mucho tiempo, sin suficiente comprensión en el mundo. Sea por ignorancia, sea por confusión, sea porque los medios de divulgación masiva han estado de una u otra forma controlados y al servicio de determinados intereses, no se tomaba conciencia de lo terriblemente injusto que era ese bloqueo.
Claro que para nosotros las consecuencias del bloqueo las pudimos resistir durante muchos años, debido a ciertas circunstancias: teníamos el 85% de nuestro comercio con la antigua comunidad socialista y con la Unión Soviética. El bloqueo nos hacía mucho daño, obstaculizaba el desarrollo de nuestro país, nos impedía el acceso a la tecnología, nos impedía el acceso a cualquier tipo de créditos en los organismos internacionales: Banco Interamericano, Banco Mundial, bancos norteamericanos, créditos, financiamientos, todo eso era inaccesible para nosotros; pero también eran inaccesibles desde Estados Unidos las mercancías que se comercian en el mundo, eran inaccesibles los alimentos y eran inaccesibles los medicamentos.
Es verdaderamente cínico, más que una mentira es un cinismo afirmar que los medicamentos y los alimentos no están prohibidos porque han estado prohibidos durante muchos años y están prohibidos.
Recuerdo que en una ocasión, una gran epidemia, nosotros logramos cierto producto para luchar contra los mosquitos —fue en medio de una epidemia de dengue que privó de la vida a más de 150 personas y que afectó a más de 300 000 personas; hubo días en que se enfermaron del dengue hemorrágico hasta 11 000—; una epidemia que llegó, además, a nuestro país de una forma extraña, porque consta históricamente que se realizaron planes para usar, incluso, la guerra bacteriológica contra nuestro país.
Cuando nosotros decíamos eso mucha gente no lo creía; sin embargo, después, en las propias investigaciones que hizo el Senado de Estados Unidos, se comprobó que hubo planes de introducir la guerra bacteriológica en nuestro país, contra las plantas, contra los animales. Nosotros aquí sufrimos plagas sospechosas, raras, extrañas, que no tenían ninguna explicación lógica, como no fuera la introducción de manera deliberada en nuestro país, y se afectaron la producción agrícola y determinados sectores de la ganadería, se afectó la producción de alimentos por esa vía.
Aparte del bloqueo, está la hostilidad, está el hostigamiento constante; miles de cosas han ocurrido, además del bloqueo, como parte de la misma política de tratar de doblegar la voluntad del pueblo cubano.
Esta epidemia de la que les hablo afectó a la población, y, realmente, no había ninguna explicación lógica de ella, porque no existía ese tipo de epidemia en ninguna parte del mundo en ese momento. No tenía una explicación lógica por qué vino a parar aquí aquel virus, porque se hicieron todos los análisis y llegamos a la conclusión de que había sido introducido deliberadamente, no tenía ninguna otra forma de explicarse el porqué de aquella epidemia que fue realmente agresiva; se conocía que ese tipo de virus estaba siendo desarrollado en determinados centros de investigaciones al servicio de la guerra bacteriológica y tenemos esa convicción.
En aquel momento había un producto que se llamaba abate, que se producía solo en Estados Unidos, y esa vez, en medio del gran escándalo, en medio de aquella situación dramática, nosotros logramos adquirirlo por varias vías.
Por la vía de Panamá pudimos comprar algunas cantidades de ese producto, abate, para luchar contra los mosquitos; nos dirigimos directamente al gobierno de Estados Unidos y logramos que se nos vendiera, por excepción, aquel producto para el control de los mosquitos. Como algo muy extraordinario y en virtud de la situación dramática que se estaba viviendo, resultaba moralmente muy difícil en aquellas circunstancias decir que no y, entonces, en esa ocasión excepcional vino el producto. Una sola vez en más de 30 años.
Recientemente algunos elementos desafectos que querían viajar a Estados Unidos —algo que se estimula mucho; si piden permiso legal no se lo dan, pero si se roban un barco o se van en un bote y sirven como material de propaganda, entonces los reciben con los brazos abiertos, no importa qué tipo de gente sea, no importa qué delito haya cometido, el hecho es que lo reciben, estimulan esas actividades—, a un grupo de jóvenes que custodiaban una base náutica, que habían sido maniatados —eran custodios, los sorprendieron de noche y los maniataron—, cuando los malhechores se ven casualmente descubiertos balacearon a aquellos jóvenes que estaban amarrados, al parecer para que no pudieran dar testimonio de quiénes habían sido los autores, tres murieron inmediatamente y uno quedó muy grave.
Realmente ese fue un caso muy doloroso, visité varias veces el hospital para ver a ese joven y vi allí cómo sufría, estuvo 37 días en estado muy grave hasta que murió. Todos los recursos de la ciencia se aplicaron en ese caso, y muchos de los adelantos de nuestra propia medicina, muchos de los equipos que hemos desarrollado en el país, otros que hemos adquirido en el exterior se utilizaron para salvarle la vida a ese joven, porque las balas le habían atravesado el intestino, le produjeron todo tipo de infecciones y era un caso muy difícil. Había, sin embargo, un medicamento, un anticuerpo —no recuerdo ahora el nombre que tiene—que se utiliza para combatir las toxinas —los antibióticos combaten las bacterias, pero ya las bacterias han dejado toxinas y lo que mata no son las bacterias, sino las toxinas; hay algunos medicamentos para eso, nosotros estamos trabajando en ese tipo de medicamentos también para combatir las toxinas y salvar vidas—, y lo fuimos a comprar en Europa, era de procedencia norteamericana, y la subsidiaria de aquella casa norteamericana en Europa se negó a vendérnoslo. Tuvimos que utilizar terceras personas para que pudieran comprar el medicamento y mandarlo a La Habana.
Incluso, la Ley Torricelli trata de bloquear la mayor parte del alimento que nosotros compramos fuera de Estados Unidos, porque de todo lo que nosotros les compramos a subsidiarias norteamericanas en el exterior —ellos lo saben muy bien— el 90% son alimentos, en primer lugar, y también medicamentos.
Esa Ley se hace para que no podamos adquirir alimentos en el mercado mundial y para que no podamos adquirir medicamentos en el mercado mundial, no ya en Estados Unidos. Por eso digo que es cínico afirmar que se pueden vender medicamentos.
Creo que la Ley Torricelli plantea en una cláusula que, si se nos venden medicamentos en algún momento, tienen que haber inspectores de Estados Unidos aquí en Cuba fiscalizando la forma en que se emplea un medicamento. Me imagino que haría falta un inspector en cada hospital y uno en cada cama de un hospital para ver, realmente, cómo se usa un medicamento norteamericano.
Para comprar medicamentos hace falta dinero y el bloqueo tiende a privarnos de toda posibilidad de contar con recursos económicos para comprar los medicamentos. El bloqueo no es simplemente la prohibición de las ventas, es la prohibición de las exportaciones del país para privarlo del recurso económico con qué adquirir las cosas esenciales, suponiendo que hubiera un país que aceptara comprar medicamentos y con el medicamento los inspectores para ver en qué se iba a usar. Es una cosa absurda, loca; es cínica, verdaderamente cínica. Después añadir que no, que los medicamentos no están incluidos en el bloqueo.
El bloqueo es mucho más duro, el bloqueo no ha sido simplemente las regulaciones; el bloqueo es una persecución tenaz, incesante, contra toda operación comercial que Cuba realice en cualquier parte.
Cuba produce níquel, tiene de las más grandes reservas del mundo de níquel, una producción relativamente importante de níquel; pero es muy difícil vender el níquel, no en Estados Unidos, sino en Japón, en Europa, en cualquier parte. ¿Por qué? Porque Estados Unidos prohibe las importaciones de equipos o de aceros construidos con níquel cubano. Figúrense, muchas de las principales fábricas productoras de maquinarias tienen deseos de exportar a Estados Unidos equipos fabricados con determinados aceros, y, al prohibirles que contengan níquel cubano, es muy difícil para Cuba vender el níquel. Pero ellos persiguen rigurosamente cada operación comercial con nuestro país, y hoy día todo el aparato gubernamental de Estados Unidos y todas las embajadas de Estados Unidos en el mundo se dedican a perseguir las operaciones comerciales de Cuba con el extranjero. ¡Es increíble!, pareciera que las embajadas de Estados Unidos no se ocupan de otra cosa que no sea esa.
Esta situación es más grave después que desaparecen la URSS y el campo socialista. Entonces todos los recursos, todos los medios, todos los aparatos que se dedicaban a combatir a la URSS, a combatir el campo socialista, que se dedicaban antes a combatir también a China y a otros países, todos esos recursos, todo ese inmenso, gigantesco aparato, se concentra en un solo país: en Cuba. De modo que Cuba, aquí, al lado de Estados Unidos, hoy tiene que soportar todo el peso de esa hostilidad concentrada en nuestro país. Lo que antes se dedicaba a combatir países que sumaban más de 1 000 millones de habitantes, hoy se dedica a combatir a un poquito más de 10 y medio millones de habitantes. Somos el país en el mundo que tiene más hostilidad per cápita (RISAS), más dinero per cápita para combatirlo, más recurso per cápita en la campaña de hostilidad y de agresiones. Es así como se lo estoy diciendo.
Si cualquier empresario de cualquier parte del mundo quiere hacer una empresa mixta en Cuba, o alguna operación de algún tipo —comercial o financiera—, o alguna inversión, muchas veces el embajador norteamericano lo llama por teléfono y se reúne con él para presionarlo y para persuadirlo de que no haga la operación con Cuba; para amenazarle, para presionarlo diciéndole que después no podrá hacer negocios en Estados Unidos. Figúrense, tratándose de un país tan poderoso, tan rico, de un mercado tan grande, con la cantidad de tecnología que tiene Estados Unidos, de cada 10 personas que quieren hacer operaciones con nosotros, 9 tienen que desistir de hacer las operaciones, por lo menos 9 de cada 10. Siempre vienen de buena fe —como regla— estos industriales, hombres de negocios, que visitan a Cuba. Nosotros les decimos: "No hablen, no le den divulgación a lo que están haciendo." Porque a veces, por su buena fe, creen que es lo más legal del mundo, lo más moral del mundo y lo publican; inmediatamente detrás viene la embajada norteamericana a presionarlos; y en reiteradas ocasiones se enteran aunque no lo publiquen, tienen espías en todas partes.
El bloqueo es algo más que prohibir la venta de mercancías de Estados Unidos, impedir comprar o vender en Estados Unidos, es una feroz presión y una feroz persecución para evitar que nosotros hagamos operaciones comerciales de ningún tipo, y todo ese poderío inmenso está concentrado hoy contra nuestro país.
Hoy el bloqueo nos hace mucho más daño porque antes teníamos asegurados los suministros de combustible desde la URSS, teníamos asegurados los mercados de nuestras mercancías, teníamos asegurados los suministros de alimentos, de muchos alimentos importantes, medicamentos, muchas cosas, y hoy tenemos que ir a buscarlos al mercado mundial.
Antes vendíamos el azúcar a un precio razonable, a un precio justo. El azúcar en el mundo se comercializa, como regla, no al precio del mercado mundial; el mercado mundial es un mercado residual en que el azúcar se vende por debajo del costo, pero, en realidad, la mayor parte del azúcar que se comercializa en el mundo, se comercializa con precios especiales.
El azúcar que compra Estados Unidos, que importa, no es mucho, antes importaba mucho más. Cuando empezó el bloqueo contra Cuba, repartieron la cuota azucarera cubana y Estados Unidos importaba unos 5 millones de toneladas. Después, con medidas proteccionistas, incrementaron la producción de azúcar, de maíz, de remolacha, utilizando glucosa, utilizando fructosa para ir reduciendo las importaciones de azúcar. Al final les quitaron la cuota azucarera a casi todos los que se la habían dado después que iniciaron el bloqueo contra Cuba, y hoy Estados Unidos importa apenas un millón de toneladas de azúcar.
El azúcar que se vende en Europa —el azúcar que Europa importa de países que tuvieron relaciones con la Comunidad Económica Europea— y el poco azúcar que importa Estados Unidos se pagan a precios muy superiores. Por eso el bloqueo ahora nos hace mucho más daño, porque casi el ciento por ciento de los productos hay que comprarlos en el mercado mundial y hay que pagarlos fundamentalmente con azúcar, que tiene muy poco precio.
A esto se añade otro problema, la relación de precios entre el azúcar y el petróleo. Al principio de la Revolución, con una tonelada de azúcar se compraban ocho toneladas de petróleo; pero el petróleo tiene hoy un precio de monopolio, y hoy con una tonelada de azúcar, que cuesta muchísimo trabajo producirla, se pueden comprar 1,4 toneladas de petróleo. Ese es uno de los problemas más serios que nosotros tenemos, la actual relación de precios entre azúcar y petróleo.
Antes a nosotros nos pagaban el azúcar en la Unión Soviética a un precio justo, razonable, y, aunque pagábamos el precio actual del petróleo, lo pagábamos con azúcar a un precio alto. Todo eso lo teníamos asegurado, pero al desaparecer el campo socialista, al desaparecer la URSS, el 85% de nuestro comercio desaparece, y la seguridad de vender nuestros productos y adquirir las importaciones desaparece. Pero como el gobierno de Estados Unidos veía que, a pesar de eso, nosotros buscábamos fórmulas, que nos apretábamos el cinturón, que hacíamos sacrificios para resistir y nos privábamos de muchas cosas, no les pareció suficiente lo que tenían e inventaron la Ley Torricelli para que no pudiéramos adquirir ni alimentos ni medicamentos en el mercado mundial, porque muchas de estas empresas norteamericanas y las subsidiarias son las que controlan el comercio mundial de alimentos, y son las que controlan muchas de estas mercancías que comprábamos fuera de Estados Unidos. Y además, otra cosa, que lo que podamos comprar o vender no podamos transportarlo: usted no hace nada si compra trigo o soya en Argentina, o soya en Brasil, o cualquier otro alimento, si no tiene barcos para transportarlos.
Nosotros hemos desarrollado mucho la marina mercante, hemos multiplicado muchas veces la que existía antes de la Revolución; pero también la flota de los países socialistas transportaba muchas de las mercancías a Cuba. Ya esa flota no existe, no se sabe dónde andan ahora esos barcos, y entonces nosotros tenemos que contratar barcos en el mercado mundial. Luego la medida es leonina, el prohibirles a esos barcos que puedan entrar en Estados Unidos es para impedir que nosotros contratemos barcos que nos traigan las mercancías.
Realmente, no se puede concebir una política más atroz, más cruel. Ese es el tipo de política aplicada contra nuestro país en este momento. Por eso digo que en este momento el bloqueo nos hace mucho más daño, porque antes nos apoyábamos en aquellos factores y ahora no tenemos ninguno de esos factores; y la Ley Torricelli es como una especie de esfuerzo para darle un puntillazo a nuestro país, liquidar a nuestro país, es lo que significa.
Por eso en estos momentos, y después de 30 años, tiene para nosotros tanta importancia lo que ustedes han hecho, y tiene la especial importancia de que nace del propio pueblo de Estados Unidos. Eso es decisivo, surge de una forma espontánea del propio pueblo de Estados Unidos y adquiere una significación especial.
Muchas veces nosotros hemos observado que los gobiernos de Estados Unidos no se preocupan en absoluto por lo que opinan en el resto del mundo, les puede ser indiferente lo que opina la gente en otras partes.
Recuerdo que cuando la guerra de Viet Nam —es un precedente— la opinión mundial estaba contra esa guerra, pero los gobiernos de Estados Unidos empezaron a tomar en cuenta una solución al problema de Viet Nam cuando es el propio pueblo de Estados Unidos quien toma cartas en el asunto y se desarrolla una poderosísima opinión pública contra la guerra de Viet Nam. Es decir que lo que surge dentro del propio Estados Unidos adquiere un peso especifico especial con relación a determinados problemas.
Nosotros vemos en la acción de ustedes un acto llamado a tener mucho peso y mucha importancia en la lucha contra esta injusticia. Claro que ya el mundo también está tomando conciencia, hay en una gran parte del mundo conciencia de esto y se comprenden estas cosas que yo estoy explicando, se incrementa la solidaridad en todas partes.
La Ley Torricelli es como la gota famosa que colma la copa (APLAUSOS), y se ha convertido en una especie de bumerán, porque es que ya toca directamente no solo a Cuba, toca directamente a todos los países que comercian con Cuba, a todos los países donde hay subsidiarias norteamericanas; toca la dignidad, la soberanía de muchos países, y muchos países incluso aliados de Estados Unidos, que no están dispuestos a aceptar esa merma de la soberanía que les quiere imponer una ley norteamericana. Por eso actuaron, protestaron.
¿Qué justificación puede tener todo eso cuando se dice que se acabó la guerra fría, cuando nada amenaza o puede amenazar la seguridad de Estados Unidos? Muchos gobiernos en el mundo se dan cuenta de que eso no es justo.
Ellos hablan del aislamiento de Cuba, pero los hechos demuestran lo contrario. Cada vez que hay una votación pública —como se comportaba hasta ahora—, la gente tenía mucho temor a levantar la mano, porque venían las represalias económicas. En Naciones Unidas, los representantes del Departamento de Estado llevan la cuenta de las veces que un país vota junto con la delegación de Estados Unidos y las veces que vota diferente de la delegación de Estados Unidos. Todos los países tienen su expediente y ellos a cada rato les sacan la cuenta: "en 100 votaciones coincidieron ochenta veces con nosotros, pero hay veinte que no coincidieron con nosotros; hay diez veces, hay cinco veces, hay dos veces". Es una presión terrible en Naciones Unidas.
Cuando las votaciones son públicas la gente tiene temor, y nosotros mismos no les queremos pedir que voten por algo que nos convenga a nosotros, por no situar a nuestros amigos en una situación comprometedora, en una situación perjudicial. Usted a los amigos no les puede estar pidiendo todos los días que se sacrifiquen, no les puede estar diciendo que hagan algo que les está perjudicando sus intereses.
Cuando las votaciones son secretas nosotros sacamos muchísimos de estos votos, la mayoría de los votos, es notable (APLAUSOS).
Cuando fuimos electos miembros del Consejo de Seguridad, la inmensa mayoría de los países votó por Cuba. Cuando nos eligieron la primera vez en ECOSOC, la inmensa mayoría votó por Cuba. Ahora, recientemente, nos eligieron también en ECOSOC, que es una de las organizaciones más importantes de Naciones Unidas, y una gran mayoría votó por Cuba, estuvieron allí hasta el final en la votación.
Hay muchos países que tienen excelentes relaciones con nosotros y han visto que Cuba ha seguido siempre una política de principios y ha tratado de colaborar con muchos otros pueblos; porque a pesar del bloqueo, en la medida en que fue posible para Cuba, cuando apoyábamos nuestro comercio y nuestra economía en las relaciones económicas con el campo socialista, nosotros ayudamos a muchos países: hemos enviado médicos, profesores y técnicos gratuitamente a decenas y decenas de países. Incluso, hemos derramado nuestra sangre en la lucha por la defensa de la independencia de los países, como la de los angolanos (APLAUSOS); hemos derramado nuestra sangre luchando contra las tropas del apartheid en Africa y los países africanos lo conocen. Por eso el mayor número de votos favorables en la resolución vino de los países africanos. Los hemos ayudado generosa y desinteresadamente durante 30 años. Nosotros teníamos en Cuba más de 20 000 becados extranjeros y todavía hay muchos miles de ellos a pesar del período especial, y no hemos cambiado esos programas; se han ido reduciendo en cierta medida, de acuerdo con nuestras posibilidades, pero hay un número elevadísimo —no podría citar ahora la cifra exacta—, debe haber alrededor de 15 000 becados extranjeros del Tercer Mundo en nuestro país. Hemos ayudado a formar decenas y decenas de miles de técnicos del Tercer Mundo. Nuestra medicina ha ayudado a salvar cientos de miles de vidas en el Tercer Mundo y los pueblos tienen conciencia de eso.
Podría decir que, realmente, ningún país del mundo tenía tantos becados extranjeros per cápita como Cuba. Cuando en la URSS, que tenía casi 300 millones de habitantes, había 80 000 becados, en Cuba había 22 000. Nosotros tenemos muchos más becados per cápita que Estados Unidos, de países del Tercer Mundo, gratuitamente; esas becas no se pagan, esas becas las concede gratuitamente el Estado cubano.
Incluso ahora, en medio del período especial, nosotros atendemos a mucha gente de América Latina y del Tercer Mundo que vienen a recibir servicios de salud. Los que tienen dinero pagan, en ese caso nuestros servicios médicos han ido ganando mucho prestigio; pero hay gente que no pueden pagar y nos piden que los atendamos. A veces son enfermedades terribles, problemas de columna o problemas de invalidez o de otro tipo, y nosotros tenemos un centro de rehabilitación y transplante nervioso que tiene un gran prestigio y al cual viene mucha gente; tenemos otras instituciones que curan, por ejemplo, el vitiligo; tenemos instituciones ortopédicas muy buenas; tenemos una institución que puede curar la retinosis pigmentaria.
Hoy mismo, por casualidad, cuando venia para acá, tenía pendiente saludar a un niño ecuatoriano que me escribió —creo que es campeón de ajedrez de Ecuador— una carta muy bonita, que ya se marchaba y quería verme para darme las gracias. Me dijeron que se iba mañana y yo pasé unos minutos para ver a ese niño que había recibido atención en una de estas instituciones. Ahí mismo estaban una señora uruguaya y su hija ciegas por la retinosis pigmentaria. Ella escribió, decía que no tenía recursos para hacer los gastos de la operación y les dijimos que vinieran. Hoy dio la casualidad que me topé con ellas, estaban parando en el mismo lugar donde estaba el niño, en un pequeño hotelito, y la señora había recuperado bastante la visión; pero lo más interesante es la hija, que tenía como 14 ó 15 años y adquirió la normalidad en la vista. Estaba ciega.
No nos olvidemos del milagro aquel que hizo Cristo de devolver la vista, porque, realmente, debo decir con satisfacción que en nuestro país se le ha devuelto la vista a mucha gente como parte de ese espíritu de trabajo y de solidaridad que tenemos con el Tercer mundo.
Ahora mismo, cuando me dijeron que ustedes venían y que los iban a llevar a ver las instalaciones de los Panamericanos, dije: "Si viajan un poquito más pueden visitar el centro donde atendemos a los niños de Chernobil."
De eso no hacemos propaganda, pero nosotros solos hemos atendido muchos más niños de Chernobil que todo el resto del mundo junto (APLAUSOS). ¡Diez mil niños víctimas del accidente de Chernobil han pasado por Cuba! Si se hace un recuento de los que han sido recibidos en el resto del mundo dudo que pasen de 1 000; estoy seguro de que de 2 000 no pasan, y en muchos casos no eran atenciones médicas, eran algunas vacaciones en un campamento, no la atención médica, el examen riguroso que se les hace en Cuba y la atención a cualquier tipo de enfermedad. No todas son graves o muy graves, pero se detecta cualquier cosa, se ayuda a desintoxicar de las radiaciones, y los resultados han sido, realmente, excelentes.
Quise que ustedes fueran allí porque, teniendo en cuenta el gesto noble, generoso, que ustedes hacen por nosotros, nos gustaba que vieran cómo nosotros a la vez, y aun en periodo especial, no hemos suspendido esa colaboración con los niños de Chernobil. Ya desaparecieron la URSS y el campo socialista hace rato y nosotros seguimos atendiendo a los niños de Chernobil, a pesar del bloqueo y a pesar del período especial que estamos atravesando, por una cuestión de ética, por una cuestión de moral, porque habría sido fácil justificarnos y decir que no enviaran un niño más. Ahora los mandan muchas veces, incluso, cuando no son cuestiones de radiaciones, sino cuestiones de la piel, cuestiones de leucemia en casos que no tienen que ver con las radiaciones. Hay un hospital aquí que está al servicio de esos niños de una unión de repúblicas que desapareció. Así que no solamente hemos sido solidarios con los del Tercer Mundo, sino, incluso, con los de países que tenían un nivel de desarrollo como la Unión Soviética.
Claro, todo esto se expresa cuando se libra una batalla como la de las Naciones Unidas, porque no fue solo que se trataba de una causa justa, no fue solo porque se trataba de un bloqueo que pretende aplicar extraterritorialmente las leyes de Estados Unidos, sino porque muchos de esos países reconocen la solidaridad de Cuba, la acción de Cuba y el esfuerzo de Cuba en favor de sus intereses, en todos los campos, no solo en el campo de la colaboración en salud y en otras muchas cosas, sino en la defensa de los intereses de los países del Tercer Mundo, en el terreno económico, en la defensa y la lucha por el Nuevo Orden Económico Mundial —orden económico que aprobó las Naciones Unidas hace más de 10 años y que nunca se aplicó— y la Declaración sobre los Derechos y Deberes Económicos de los Estados, que fue una propuesta mexicana adoptada en Naciones Unidas que tampoco se aplicó nunca.
Nosotros no hemos dejado en ningún momento de luchar por todas esas causas, invariablemente. Siempre hemos rehuido al oportunismo, nunca hemos caído en posiciones oportunistas en nuestra política internacional, y eso lo reconocen hoy mucha gente en Naciones Unidas; si esa votación es secreta, sacamos mucho más de 100 votos, porque sabíamos todos los gobiernos que querían votar, pero no podían desafiar el poder de Estados Unidos. Por eso hubo un número alto de abstenciones; pero abstenerse, a pesar de la circular que pasó el gobierno de Estados Unidos, era un rechazo al bloqueo. Irse de la sesión es como si ahora ustedes saben que les van a hacer una pregunta embarazosa, y muchos se vayan para que no les hagan la pregunta, o para no aceptar algo que les están pidiendo. Entonces ustedes, en definitiva, están rechazando ese bloqueo. Les pedían que votaran por el bloqueo, que votaran contra la Resolución cubana y se iban a buscar un problema, pero irse de allí era también un rechazo al bloqueo. De manera que hay que contar no solo los que votaron en contra, sino a todos los que se abstuvieron y a todos los que se ausentaron.
Además, en aquel lugar, los 18 que hablaron a favor de la Resolución fueron aplaudidos. Había fiesta en el seno de las Naciones Unidas cuando sé aprobó la Resolución. Nosotros creíamos que el número de los que iban a votar a favor era mayor, pero apretado. A nosotros mismos nos sorprendió el resultado, porque no sabían a dónde iban a conducir las presiones.
No era una votación secreta, era una votación pública, y a pesar de eso 59 votaron a favor de la Resolución y solo tres en contra, incluido Estados Unidos. Fue algo, realmente, espectacular lo que ocurrió en Naciones Unidas, que desmiente todas las teorías sobre aislamiento de Cuba. Creo que fue una prueba tremenda, y pienso que la batalla de ustedes con esta marcha —es mi opinión— ayudó a la votación en las Naciones Unidas, ayudó a formar conciencia, estoy seguro de que eso tuvo un peso.
Distintos factores ayudaron, la propia Ley Torricelli ayudó. Dicen que le preguntaron a Torricelli qué opinaba y decía que era una victoria de Estados Unidos, porque mucha gente se había abstenido (RISAS). No dijo que solo tres votaron contra la Resolución, dijo que solo 59 hablan votado a favor y no tuvo para nada en cuenta a los que se abstuvieron, o a los que se ausentaron de la sala. Ese es un procedimiento, hay algunos que prefieren salir para no estar allí en el compromiso de tener que decir sí o no; es un invento que han hecho en Naciones Unidas cuando hay situaciones comprometidas de ese tipo.
Felizmente han coincidido las dos cosas: la marcha de ustedes rompiendo el bloqueo, y la Resolución en Naciones Unidas. Estas dos cosas se suman, estas dos cosas se multiplican.
El día antes de la votación yo había hablado a los trabajadores en la CTC y decía: "Va a haber muchas abstenciones"; aunque confiábamos en que íbamos a tener mayoría no quise arriesgarme a asegurarlo, porque no habría sido responsable decir, así, seguro, que íbamos a obtener la mayoría; pero dije que habría muchas abstenciones, desde luego, por toda esta situación.
Ese mismo día yo estaba hablando de la Caravana de la Amistad, organizada por los Pastores por la Paz, con la ayuda de las demás organizaciones.
Hablaba de eso y hablaba también de la votación; pero dio la casualidad de que al otro día ya se sabían los resultados. Así que son dos cosas históricas —se lo digo así, objetivamente—, la acción de ustedes, la caravana de ustedes, la marcha de ustedes y la rotura del bloqueo por parte de ustedes, y la Resolución en Naciones Unidas.
Creo que esto crea mejores condiciones en el mundo para promover la solidaridad.
Una de las cosas que más admiro en la acción de ustedes, no es el número de kilómetros recorridos, no son los esfuerzos físicos realizados, ya ni siquiera el heroico cruce del puente, porque creo que desde que Napoleón cruzó aquel puente de Arcole que se hizo famoso, nadie había realizado en un puente una acción más audaz, más valiente y más heroica que la de ustedes (APLAUSOS). Con muchas menos tropas tomaron el puente de Laredo, llevando como armas, en primer lugar, una Biblia, una silla de ruedas y medicamentos. Es realmente una hermosa batalla. Si se habla de batallas históricas, esta es una batalla histórica.
Lo más importante es el valor moral de ustedes, puesto que cuando hay una gigantesca propaganda, un diluvio universal de propaganda, de mentiras y de manipulaciones en torno a las realidades de Cuba, y en torno a los principios, a las ideas y a la conducta de la Revolución Cubana, ustedes desafiaron todo eso. Yo digo que es más fácil desafiar el poderío del gobierno de Estados Unidos que desafiar el diluvio de mentiras, de calumnias y de campañas falsas que ustedes han desafiado. Eso, a mi juicio, es lo que tiene más valor; porque el poder del gobierno de Estados Unidos se basa no solo en la fuerza militar, no solo en la cantidad de armas sofisticadas, aviones sofisticados, cohetes de todas clases, armas inteligentes y todas esas cosas, se basa mucho en la propaganda y se basa, debo decirlo realmente, en la mentira, puesto que siempre que se va a hacer algo, se le trata de buscar una justificación moral.
Si es Viet Nam, hay que buscarle una justificación moral a lo de Viet Nam, y hacer una guerra atroz allí y descargar 2 ó 3 millones de toneladas de bombas, pero hay que buscarle una justificación moral.
Si se invade a Granada, hay que buscarle una justificación moral para invadir a Granada, e inventar que había unos estudiantes norteamericanos que estaban corriendo peligro y cosas de esas, que nosotros sabíamos que era una mentira colosal, porque sabíamos, más o menos, lo que pasaba allí, estaban nuestros constructores en ese país y sabíamos si había peligro o no para los estudiantes. Yo les puedo asegurar que la gente más segura que había en toda Granada eran los estudiantes que estaban allí; pero para salvar del peligro a los estudiantes había que mandar la División Aerotransportada y no sé cuántas tropas a un país que ni se ve en el mapa; es tan pequeño que es difícil encontrarlo en el globo terráqueo e hicieron la invasión como si estuvieran invadiendo el planeta Marte o a un enemigo extraterrestre, siempre se busca una justificación moral.
Hay países que desgraciadamente han contribuido a buscar esa justificación moral con sus acciones en algunos casos, no quiero mencionarlos; pero para bloquear a Cuba, para hostigar a Cuba, para tratar de destruir a la Revolución y todo lo que significa, hay que buscar una justificación moral, esa se ha estado fabricando durante 30 años.
Ustedes han desafiado más de 30 años de mentiras, y es, a mi juicio, lo más valioso, lo más valiente del desafío de ustedes; además, han sido inteligentes. Hay que decir que no solo han actuado con una elevada convicción moral, con una fe profunda y una convicción absoluta de que lo que estaban haciendo era honesto, era correcto, sino que, además, lo supieron hacer de una manera muy inteligente. Debo decirlo porque nosotros hemos sido testigos de esa batalla.
Esa no salió toda por televisión como la guerra de Iraq. La guerra de Iraq fue anunciada de antemano, fue una guerra anunciada. Nosotros dijimos en Naciones Unidas: debemos buscar una posibilidad a la paz. ¿Por qué anunciar una guerra a plazo fijo? Esa fue una guerra a plazo fijo que todo el mundo siguió como en un estadio por televisión.
Esta batalla de ustedes no se siguió por televisión, pero tiene más mérito que la batalla de Iraq; tenía menos fuerza, pero tiene mucho más mérito que la batalla de Iraq (APLAUSOS), porque cuando se tienen muchas armas muy sofisticadas y los adversarios cometen todo tipo de errores, desde errores políticos hasta errores militares, resulta fácil ganar una batalla.
Pero ustedes, ¿con qué ganaron la batalla? Con la moral y con la inteligencia, porque demostraron ser buenos estrategas y buenos tácticos. Organizaron la operación en todo Estados Unidos, por todas las ciudades, llegaron simultáneamente al mismo punto. Hace falta el Pentágono casi para organizar una operación con esa precisión con que la organizaron ustedes y terminar simultáneamente en Laredo con toda esa caravana, con los 103 conductores y con todo el cargamento.
Además, sabían lo que estaban haciendo y cómo tenían que actuar. Ustedes sabían que ese "no" era muy poderoso; ustedes sabían que ese "no" era más poderoso que un arma nuclear, porque era un arma moral de muchos kilotones: de 100 kilotones, o de 1 000 kilotones, o de varios megatones. El hecho es que ustedes sabían cómo tenían que actuar. Como explicó el reverendo Walker, aceptar la licencia era aceptar el bloqueo, era pedir permiso. Ustedes comprendieron, además, que para las autoridades de Estados Unidos era muy difícil oponerse, en definitiva, al paso de la caravana.
Sé, incluso, que este asunto cobró tal nivel internacional que los países de Europa le recomendaron al gobierno de Estados Unidos dejar pasar la caravana (APLAUSOS); más inteligentes, se daban cuenta de las consecuencias que tenía el paro de esa caravana, o utilizar la represión contra la caravana, o enviarlos a ustedes a la cárcel y juzgarlos por querer traer medicamentos, por querer traer sillas de ruedas, por querer traer bicicletas y, sobre todo, por querer traer Biblias a Cuba. Desnudaban a las autoridades de tal forma que les hacían imposible aplicar esas medidas clásicas de represión. Ustedes desafiaron eso porque estaban dispuestos a que los arrestaran, a que los encausaran, a que tomaran medidas.
En eso consiste el heroísmo de ustedes, y supieron aplicarlo; la valentía la supieron acompañar de una gran inteligencia, de una gran psicología, porque eso que hicieron de cruzar el puente con unos cuantos productos cuando les detuvieron los camiones fue, realmente, excelente. Hay que felicitarlos no solo por la valentía, sino también por la inteligencia.
Yo diría que la batalla de ustedes estaba ganada de antemano, la batalla de ustedes estaba ganada desde que fue concebida; pero adquiere un simbolismo enorme.
Como les dije a los trabajadores hace unos días, la importancia no está en el volumen de cosas, para mi cada tonelada vale como un millón de toneladas; aprecio tanto o más que un millón de toneladas cada tonelada por el valor moral que tiene, por el símbolo que encierra, que nosotros sabemos apreciar y que nuestro pueblo sabe apreciar.
Además, nos conviene mucho eso porque nosotros siempre hemos estado predicando que no tenemos nada contra el pueblo norteamericano; al contrario, siempre hemos hablado excelentemente bien del pueblo norteamericano. Nunca hemos culpado al pueblo norteamericano del bloqueo, siempre hemos culpado a los gobiernos; siempre hemos tratado de educar a nuestro pueblo en sentimientos de amistad hacia el pueblo norteamericano. ¿Y saben cuál es el país del mundo donde mejor tratan a un norteamericano? ¿Saben cuál? Es Cuba (APLAUSOS), lo cual demuestra los sentimientos de nuestro pueblo y la política de principios seguida por la Revolución, que ha educado al pueblo en una conciencia política elevada, en una idea clara de quién tiene la responsabilidad de cada cosa, en un sentimiento de amistad hacia el pueblo de Estados Unidos. De modo que en 30 años de Revolución no creo que exista un norteamericano que pueda decir: "Me trataron mal en Cuba, me trataron sin respeto, me trataron despectivamente en Cuba."
Hay muchos lugares en el mundo en que al ciudadano norteamericano lo maltratan y no podemos estar de acuerdo. No podemos estar de acuerdo cuando le echan culpas que no tiene el ciudadano. Claro, es una especie de escape, no pueden hacer nada y la toman con un norteamericano individualmente. Pero nosotros, que hemos luchado contra todo el poder, tenemos el alma tranquila, el ánimo tranquilo, y no tenemos por qué vengar en un ciudadano norteamericano los agravios que hemos sufrido por parte del poder del gobierno de Estados Unidos.
Ahora, a nosotros esto nos ayuda en la educación de nuestro pueblo, porque cuando nuestro pueblo ha visto que un grupo como ustedes hace lo que ha hecho, los sentimientos de simpatía, de reconocimiento se multiplican, y la semilla de amistad que hemos sembrado germina, crece, fructifica. A nosotros nos ayuda muchísimo esta acción y nos ayuda a establecer en el seno, en la conciencia de nuestro pueblo, esa diferenciación entre pueblo y gobierno. Y las palabras son útiles, los argumentos son útiles, pero los hechos lo son todavía más, y nosotros siempre estamos tratando de educar al pueblo en la realidad de la situación de Estados Unidos.
Es por eso, realmente, que estamos tan reconocidos, estamos tan agradecidos, y yo tenía tantos deseos de podérselo expresar personalmente con argumentos, con razones, sin exageraciones, sin halagos, sin falsas palabras, sino, realmente, como lo vemos, como lo veo yo, como lo ve el pueblo, como lo ve todo el mundo en nuestro país; y esperamos que ahora, en las nuevas condiciones y con un mayor conocimiento de nuestras realidades, ustedes puedan seguir ayudándonos a romper el bloqueo.
Puede todo el mundo ponerse de acuerdo unánimemente en que el bloqueo debe desaparecer, pero en tanto una parte importante del pueblo norteamericano no sea partidaria decidida de que el bloqueo desaparezca, el bloqueo no desaparecerá. Es decir que la solidaridad internacional tiene que ser complementada por la solidaridad de los norteamericanos. No estoy pensando, porque sería utópico, que todos los norteamericanos se van a oponer; pero tiene que haber muchos millones de personas como ustedes en Estados Unidos, y si ustedes logran movilizarlas, creo que será la garantía más segura de que el bloqueo, más tarde o más temprano, desaparecerá.
Claro, la desaparición del bloqueo se convierte en una cuestión vital para nuestro país, para la Revolución, para la obra de la Revolución. Lo que importa no es la Revolución, lo que importa es la obra de la Revolución, y la Revolución tiene una obra que presentar en el mundo, que es de lo cual hemos estado hablando aquí esta noche.
Por eso yo veo en este movimiento de ustedes un factor decisivo y creo que realmente es la base, el pilar más sólido en el que se pueden asentar las relaciones entre el pueblo cubano y el pueblo de Estados Unidos, y entre los pueblos del Tercer Mundo y Estados Unidos.
No creo que Cuba sea el único caso. El mundo y el Tercer Mundo necesitan solidaridad, y les digo que el Tercer Mundo está viviendo una enorme tragedia.
No quiero extenderme acerca de la situación que está padeciendo el resto de América Latina, que está padeciendo el Africa, que están padeciendo muchos países de Asia, la situación de pobreza, de miseria que está sufriendo una gran parte del mundo, la angustia que viven muchos pueblos.
El Tercer Mundo necesita de la solidaridad del pueblo de Estados Unidos. La paz necesita de la lucha del pueblo de Estados Unidos, y no decir que Estados Unidos es poderoso, porque al decir que Estados Unidos es poderoso se está pensando en las armas nucleares, en los cohetes, en los aviones F-15, F-16, los acorazados, los submarinos, las divisiones y todas esas cosas. Hay que poder decir un día en el mundo que Estados Unidos es poderoso porque tiene un pueblo poderoso y un pueblo justo (APLAUSOS).
Eso les pido a ustedes, no en nombre de Cuba; Cuba es chiquita. Nuestra causa es justa, pero nosotros somos una parte pequeña e insignificante del mundo. Si tiene alguna importancia lo que nos ocurre a nosotros, es porque le puede ocurrir a cualquier otro país.
Ahora mismo la radio daba noticias de que en El Salvador el FMLN había denunciado la posibilidad de un golpe de Estado. Como ustedes saben, la Comisión de Naciones Unidas hizo unas investigaciones y elaboró una lista de más de 100 altos jefes que tienen responsabilidades con crímenes de guerra; a esos jefes tienen que sacarlos.
Ahora los del FMLN se están desarmando. Todavía no se han cumplido sus demandas y los compromisos del gobierno. ¿Y si mañana hay un golpe de Estado, qué pasa? Aquellos desarmados y los militares en las jefaturas, ¿qué van a hacer? La 82 División no la van a mandar a El Salvador, porque allí habrían mandado la 82 División contra los revolucionarios, pero no contra los genocidas. Ni tampoco queremos que manden divisiones a ninguna parte, nosotros lo que queremos es que dejen a cada pueblo resolver sus problemas, que dejen a cada pueblo luchar, que se respete la soberanía y la independencia de cada país, porque sin el apoyo de armas que recibieron del gobierno de Estados Unidos, no se hubieran podido cometer jamás tantas masacres ni tantos crímenes, esa es la verdad.
Cuando hablamos de lo que le ocurre a Cuba, estamos hablando ya de lo que le puede ocurrir a cualquier país del mundo, sobre todo, a cualquier país del Tercer Mundo.
Por eso la batalla que ustedes libran hoy por Cuba es una batalla que están librando por todo el mundo, que están librando por el Tercer Mundo y están librando por todas las naciones que están bloqueadas hace siglos, porque las hicieron colonias, las explotaron, esclavizaron a sus hijos.
El reverendo Walker hablaba de que sus abuelos eran esclavos. Cómo podemos olvidarnos de eso, de que invadieron los países, cazaron a los hombres, los esclavizaron. En este hemisferio los colonizadores y los conquistadores de una población como de 80 millones de nativos que había, liquidaron casi a 60 millones. Ustedes saben, incluso, lo que ha pasado en el propio Estados Unidos con los restos de la población nativa; ustedes lo saben, ustedes lo conocen perfectamente bien.
Entonces, ¿qué ha sufrido el mundo? Un bloqueo de 500 años. ¿Qué es el neocolonialismo? Es un bloqueo. ¿Qué son esas políticas neoliberales y ultrarreaccionarias? Un bloqueo que les exige a los gobiernos que cierren los hospitales, que cierren las escuelas, que lancen a la gente a la calle, que se quede la gente desamparada; y en nuestro país ni siquiera en período especial, cuando nuestras importaciones se han reducido al 25% de lo que eran, se ha cerrado una sola escuela, un solo círculo, un solo hospital, no se ha quedado nadie desamparado. Cuando no tenemos otra tarea le damos un sueldo al trabajador, por lo menos le damos un sueldo, aunque tenga que ir para su casa, no lo dejamos abandonado.
Lo que tenemos se distribuye de la manera más equitativa posible, pero no se queda ni un solo ciudadano desamparado. Sin el socialismo, ¿cómo nosotros hubiéramos podido hacer esto? Con mecanismos capitalistas, ¿cómo hubiéramos podido mantener las escuelas abiertas?
Reverendo —y no es que yo esté tratando de adoctrinar en el socialismo, si quieren no digo socialismo—, sin la Revolución, sin las medidas de la Revolución, ¿cómo hubiéramos podido mantener abiertas las escuelas?
Esto que estamos haciendo, el milagro de lo que estamos haciendo con el 25% de las importaciones que recibía el país, no se podría hacer en una sociedad capitalista. Por eso, países riquísimos que no están bloqueados, países que en América Latina tienen ayuda del Banco Mundial y de otras instituciones financieras, y tienen exportaciones elevadas, mucho mayores que nosotros, han cerrado miles de escuelas, de hospitales, de instituciones sociales. Eso es lo que está sufriendo el mundo.
Por eso insisto en la idea de que luchar por esta causa de Cuba hoy, es luchar por algo mucho más que Cuba, es luchar por una causa justa para todo el mundo. Estoy seguro de que los obstáculos que ustedes están venciendo se pueden comparar perfectamente con el Mar Rojo que cruzó Moisés.
El Reverendo habló de Moisés, creo que es un excelente ejemplo, cómo rompió el bloqueo, cómo cruzó el océano, todo eso que nos cuenta la Biblia.
Yo digo que la batalla de ustedes, el mar que ustedes tienen que cruzar es mucho más amplio, el bloqueo es mar mucho más grande, y por eso incremento mis respetos hacia los norteamericanos, hacia todos los que participaron en este esfuerzo, hacia los creyentes y hacia los pastores norteamericanos, el que ustedes se inspiren en un ejemplo como aquel para hacer algo tan valiente y noble, y estén escribiendo también una página de la Biblia. No voy a decir una página de la historia, todavía la Biblia no ha terminado de escribirse, y ustedes están escribiendo la Biblia de hoy, la Biblia moderna. Lo que ustedes están haciendo es realmente bíblico (APLAUSOS).
Muchas gracias, mil veces gracias (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Cuba sí, bloqueo no!")