Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto central conmemorativo del XXX aniversario de la victoria de Playa Girón, efectuado en el teatro "Carlos Marx", el 19 de abril de 1991

Fecha: 

19/04/1991

Familiares de los caídos a raíz de la invasión de Girón;

Compañeros de la dirección del Partido y del Gobierno;

Combatientes de Girón;

Compañeras y compañeros:

No podíamos pasar por alto esta histórica e inolvidable fecha. Pienso que el 19 de abril y su XXX aniversario constituyen un extraordinario símbolo, que recuerda la primera derrota del imperialismo en América, como se ha llamado a este acontecimiento por muchos, en América Latina y en el mundo.

Sobre esto se ha escrito mucho durante los últimos días y siempre que se conmemora esta fecha cada año, sobre las proezas realizadas por nuestros combatientes, lo mismo milicianos que soldados de nuestro Ejército Rebelde. Era muy al principio de la Revolución, cuando no teníamos muchas de las fuerzas que poseemos hoy; contábamos con el Ejército Rebelde, relativamente pequeño, y las bisoñas milicias, además del pueblo.

Como en otras ocasiones he recordado, las principales armas que empleamos en aquellos combates acababan de llegar. Muchos de los tanquistas y artilleros, tanto terrestres como antiaéreos, hacía apenas unas semanas que estaban recibiendo entrenamiento. Nuestras unidades no rebasaban el nivel de batallones. La inexperiencia en un tipo de guerra convencional era total.

Nuestra aviación —como recordó el compañero Carreras en una reciente entrevista— estaba constituida por unos pocos aviones de distintas marcas y de procedencia capitalista, además, sin piezas, porque habían transcurrido más de dos años del triunfo de la Revolución y desde entonces no se recibía ninguna pieza de aquellos aviones; los pilotos eran muy pocos también, con un mínimo de entrenamiento. Incluso aquella pequeña aviación trataron de destruirla arteramente, atacándola con aviones que llevaban insignias cubanas y que, sin embargo, eran aviones norteamericanos, piloteados por mercenarios y, en cierto momento también, por pilotos norteamericanos.

Querían todas las ventajas posibles para derrotar a la Revolución y sonaron con derrotarla; estaban seguros de que la derrotarían. ¿Quién podía frustrar los planes de la CIA y del Pentágono? ¿Quién podía frustrar los planes de aquel gobierno de un país tan rico, tan poderoso y tan experimentado en cosas de subversión y de guerra como Estados Unidos? ¿Cómo podía la joven Revolución resistir?

Muchos soñaban, incluso, que con los primeros desembarcos se levantaría todo el pueblo para apoyar nada menos que a los mercenarios, y, efectivamente, las primeras noticias que publicaron las agencias cablegráficas se referían a aquellos supuestos levantamientos e incorporaciones.

El ataque fue sorpresivo, sin ningún tipo de aviso previo, como suelen hacer los fascistas y los reaccionarios. Suponían un dominio aéreo total, en fin, todas las condiciones para derrotar a la Revolución. La Revolución no debía durar mucho más que los últimos días de abril.

Se encontraron con todo lo contrario de lo que se imaginaban y realmente aquello traumatizó de manera tremenda a los dirigentes de aquel país. No podían suponer siquiera que podían equivocarse, que podía haber fallos y que este pequeño país, esta excolonia yanki del Caribe, podría defenderse y podría dar la respuesta contundente y aplastante que dio en aquella ocasión.

Desde antes veníamos preparando al pueblo. Era prácticamente el mismo concepto de la guerra de todo el pueblo lo que prevalecía en aquellos momentos. Tal era nuestro concepto de la defensa.

Habíamos logrado adquirir unas cuantas decenas de miles de armas; tal vez en aquel momento pudieran ser, incluso, algunos cientos de miles de armas ligeras, armas de infantería que estaban repartidas por todo el país. Las unidades de combatientes estaban organizadas a lo largo de la nación, en los llanos y en las montañas, siempre tomando en cuenta la posibilidad de alguna intervención militar de Estados Unidos, de alguna invasión no ya de mercenarios, sino de las tropas regulares de Estados Unidos; y desde antes, incluso, desde los primeros meses de la Revolución, cuando apenas teníamos las armas que le habíamos ocupado a Batista, ya nuestra Revolución, ya nuestro pueblo se preparaba a luchar en cualquier circunstancia. Existían ya las ideas bien claras de cómo defendernos desde los primeros años de la Revolución.

El enemigo se quedó realmente anonadado con aquel fracaso. Estuvo muy próximo a intervenir directamente, puesto que allí estaban sus portaaviones, sus barcos de guerra, su infantería de marina, frente a Girón, a tres millas; los combates allí se libraron a la vista de la escuadra y de las tropas de Estados Unidos.

La historia cuenta que estuvieron muy próximos a dar la orden de intervenir, pero, realmente, no tuvieron ni tiempo. Cuando por fin se deciden a darles apoyo aéreo a los invasores mercenarios, ya no había nadie a quien darle apoyo aéreo, porque la característica esencial de Girón fue que se combatió día y noche sin tregua, desde el día 17, en que desembarcaron, hasta el día 19, en horas del atardecer, en que habían sido totalmente derrotados y estaban dispersos por aquellos pantanos y bosques.

Se menospreció a nuestro pueblo, se subestimó a nuestro pueblo, se menospreció a nuestra Revolución, se subestimó a los revolucionarios cubanos, y se llevaron una lección inolvidable.

Todo aquello trajo complicaciones ulteriores, ya ellos habían establecido el bloqueo económico y lo han mantenido férreamente a lo largo de estos 30 años; todo aquello originó un ansia de venganza contra Cuba y la elaboración de planes con la intervención directa de las tropas de Estados Unidos; todo aquello dio lugar a las medidas adoptadas por Cuba en coordinación con la Unión Soviética y que más tarde originaron la Crisis de Octubre, otro episodio, otro gran acontecimiento histórico de aquellos años, que tiene lugar apenas un año y medio después del ataque mercenario de Girón, y así se originó también todo el esfuerzo desarrollado en el campo de la defensa durante estos 30 años para disponer de lo que disponemos hoy.

La historia de la agresión de Playa Girón, no solo es un acontecimiento histórico importante y no solo se tradujo en una gran victoria de la Revolución Cubana y en una gran derrota del imperialismo, sino también, en ocasión de aquella invasión, se proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana.

No podemos olvidar, ni por un segundo, que todos los que allí lucharon, que todos los que allí cayeron, que todos los que estuvieron dispuestos a morir en aquellos años, y especialmente en aquella fecha, lo hicieron defendiendo ya las gloriosas banderas del socialismo (Aplausos), defendiendo la más justa y la más hermosa de las causas en la historia de la humanidad.

También de eso se acaban de cumplir 30 años, y no solo la supimos defender aquellos días, sino que la hemos sabido defender de forma consecuente durante 30 años. Por eso el doble carácter y el doble simbolismo de esta fecha en el orden revolucionario, en el orden militar, en el orden político, en el orden de las ideas. Por eso la importancia tan grande en estos momentos que son también momentos difíciles, en los cuales contamos con tantas cosas que no teníamos entonces.

Contamos, en primer lugar, con un pueblo que posee una cultura política incomparablemente superior.

Recuerdo que precisamente en aquellos días de Girón, se llevaba a cabo la Campaña de Alfabetización; era el Año de la Educación, y había más de 100 000 jóvenes que llevaban adelante la campaña.

Hoy, por cada uno de aquellos 100 000 jóvenes, hay en nuestro país tres maestros y profesores graduados y trabajando, tres por cada uno de los alfabetizadores, como resultado del desarrollo de nuestra educación, como fruto de los avances culturales de nuestro país, como expresión del pueblo que tenemos hoy, con cientos de miles de graduados universitarios, con más de un millón de estudiantes de nivel medio, con millones de personas entre niños, adolescentes y adultos que van a las aulas. Un pueblo que ha tenido la escuela histórica de 30 años de Revolución; un Partido con no menos de 600 000 militantes y aspirantes, y una cifra aproximadamente igual de miembros en la Unión de Jóvenes Comunistas; unas fuerzas armadas que han desarrollado su experiencia, su organización y su capacidad de combate, decenas y decenas de veces más que la que poseían en aquel entonces; cientos y cientos de miles de reservistas, millones de combatientes organizados, entrenados y armados a lo largo y ancho del país en todas partes, pantanos y montañas, campos y ciudades.

Contamos con las organizaciones de masa, contamos con el Estado socialista organizado, contamos con el Ministerio del Interior renovado y fortalecido; contamos con infinitas fuerzas con que no contábamos entonces. Pero contamos, sobre todo, con la unidad de nuestro pueblo; contamos con la unidad estrecha, sólida e indestructible de todos los revolucionarios, y la unidad estrecha, sólida e indestructible de nuestro Partido con el pueblo (Aplausos).

¿Con qué más contamos? Contamos con nuestra historia, porque somos los mismos y somos los descendientes de aquellos de los años 1868 y 1895, de los 30 años de lucha por la independencia; los herederos del pueblo que luchó por salir de la neocolonia, que luchó contra las tiranías de Machado y de Batista; el mismo pueblo que alcanzó la independencia definitiva el Primero de Enero de 1959; el pueblo de Girón, de la Crisis de Octubre, de las luchas en el Escambray, de las heroicas misiones internacionalistas; el pueblo que ha escrito en estos años hermosas e imborrables páginas revolucionarias; el pueblo que se llenó de gloria sabiendo resistir el bloqueo y la agresión imperialista durante más de 30 años; el pueblo que salvó el honor de América Latina, y el pueblo que salva hoy el honor del socialismo (Aplausos prolongados).

Nuestra determinación inquebrantable de luchar y de enfrentarnos a las dificultades, nos ha ido conduciendo a la primera fase del período especial.

Fue en Camagüey el penúltimo 26 de Julio, recuerdo bien lo que allí dije, y seguramente ustedes también lo recuerdan: "Defenderemos el socialismo hasta las últimas consecuencias." Añadí: "Si el campo socialista se desintegra, seguiremos defendiendo el socialismo." Dije algo más: "Si en la URSS estallara una contienda civil —y vean ustedes cuánto tiempo hace que pronunciamos aquellas palabras, hace casi dos años—, si la URSS dejara de existir, seguiremos defendiendo el socialismo" (Aplausos prolongados).

Eran ideas y propósitos muy serios expresados con la más profunda convicción, aun en aquellos instantes en que tales palabras podían parecer extrañas; y algunos se podían preguntar: ¿Cómo es posible? Pues nosotros lo veíamos entonces entre las cosas posibles de este mundo.

Aquel campo socialista desapareció hace ya un rato, y los problemas en la URSS son tan serios que no se pueden descartar las premisas de una contienda civil o de una desintegración del país. De modo que estamos ante los hechos y cumpliendo fielmente nuestra palabra.

A consecuencia de lo que allá ocurría, fue complicándose la situación en nuestro país sobre todo en el aspecto económico. Y nosotros no tenemos ninguna responsabilidad y ninguna culpa de los errores pasados y presentes de cualquier tipo que otros cometieron; nosotros somos responsables de nuestra historia y de nuestros errores, pero realmente no nos podemos considerar responsables de los errores de otros o de la forma en que fueron capaces de dejarse penetrar por las ideas reaccionarias, por la ideología del capitalismo y del imperialismo, de la forma en que se dejaron reblandecer ideológica y políticamente.

Nosotros aquí nos hemos defendido, hemos mantenido la fortaleza de la Revolución y la unidad de la Revolución a lo largo de más de 30 años de campañas, ¡y qué campañas! Creo que contra ningún país del mundo se ha volcado tanta mentira, tanta infamia, tanta calumnia, tanta propaganda injusta como la que se ha volcado sobre Cuba. Y cuando desapareció el campo socialista, cuando se produjeron determinados cambios en la URSS, toda aquella propaganda, toda, toda junta, la que les tocaba a todos se volvió contra un país, contra Cuba; y todas las amenazas del imperialismo y de la reacción mundial se volcaron fundamentalmente contra Cuba, aunque hay otros países socialistas.

Hay, por ejemplo, un país socialista tan potente como China, con relación al cual difícilmente se puedan concebir sueños intervencionistas, los sueños que alberga el imperialismo con relación a Cuba. Se trataba del pequeño país del Caribe rodeado no solo de agua por todas partes, sino rodeado de capitalismo por todas partes; cada vez más socialista, pero cada vez más lejos de los lugares donde hay socialismo o donde queda socialismo.

Creo que la historia tendrá que recoger y analizar los errores cometidos que dieron lugar a estos reveses del socialismo, grandes pero no irreversibles.

Hemos tenido que sufrir, sin embargo, las consecuencias de todo lo que pasó por allá; ya lo he explicado otras veces, no es necesario repetirlo. Existía un CAME al cual pertenecíamos nosotros, existían determinados acuerdos económicos con la Unión Soviética sumamente positivos, útiles, justos. Porque como he dicho otras veces —y hablé de ello más de una vez a raíz de las discusiones sobre la deuda externa—, nosotros, en nuestras relaciones con la URSS y con los países socialistas, habíamos resuelto el problema del intercambio desigual; el 85% de nuestro comercio se realizaba con esos países y el 15% con aquellos otros países con quienes podíamos comerciar en medio del bloqueo imperialista, que Estados Unidos trata de hacer cada vez más riguroso, más duro. Y todas aquellas condiciones se desploman en unos meses; volvía incluso a repetirse la historia de los primeros años de la Revolución cuando teníamos unos pocos tractores norteamericanos, locomotoras norteamericanas, fábricas norteamericanas que necesitaban piezas de repuesto, etcétera.

Teníamos tractores, camiones y otras cosas, por ejemplo, de Checoslovaquia; combinadas y distintos tipos de maquinarias e industrias de la RDA; no sé qué cosas de Hungría, otras de Bulgaria y, por supuesto, una gran cantidad de tecnología de la Unión Soviética, cuando en la Unión Soviética se comerciaba con el Ministerio de Comercio Exterior, con algunas decenas de empresas exportadoras, y mediante convenios de mercancías que enviábamos nosotros y mercancías que recibíamos. Prácticamente todo aquello desaparece, porque aunque queda el comercio con la URSS es ya en condiciones diferentes y cada vez más difíciles de ejecutar, porque ahora no se sabe si hay que discutir con 10 000 empresas o con 20 000, muchas de las cuales saben muy poco de comercio o de algo parecido.

Ahora conseguir una pieza —ya no voy a decir de un tractor húngaro, no, tractores húngaros no teníamos, aunque sí miles de ómnibus— de un tractor checo, una maquinaria de la RDA, ¿con quién vamos a comerciar? ¿Dónde están las fábricas que nos vendieron algún equipo alguna vez en la que fuera República Democrática Alemana? Puede ser una fábrica de cemento grande, como la "Carlos Marx"; o puede ser otra, no tan grande pero importante, como la de Nuevitas; o puede ser una con tecnología checa como la de Sancti Spíritus, Siguaney, para citar algunos ejemplos.

Ahora casi hay que correr por toda la Unión Soviética hablando con no se sabe cuántas empresas para conseguir una pieza de repuesto de algo.

En un periodo histórico relativamente breve, nos ha tocado vivir dos grandes experiencias en este sentido, para referirme solo a una parte del problema. Con la URSS habíamos coordinado los planes de desarrollo hasta el año 2000, y ya se trabajaba para el 2010; esto comprendía toda nuestra industria energética, incluida la energética nuclear, y muchos programas de desarrollo en muchos campos importantes; las bases comerciales, los precios justos de nuestros productos, la seguridad en el cumplimiento de los contratos, en fin, condiciones razonables para ir llevando a cabo los programas de desarrollo de la Revolución.

Pienso que la desintegración del CAME traía sus inconvenientes serios, pero eran dificultades que no podíamos llamar colosales. Los problemas de la URSS sí entrañan dificultades colosales, si se tiene en cuenta que de la URSS recibíamos el combustible, que nunca nos faltó a lo largo de la Revolución y aun en medio de situaciones internacionales muy complejas, como las crisis energéticas que surgieron a raíz de las complicaciones en el Medio Oriente, y cuando el barril de petróleo subió de 2 dólares a 30 —la tonelada pasó aproximadamente de 14 dólares a 200—, luego ha tenido altibajos.

En todos aquellos tiempos, los acuerdos comerciales entre la URSS y Cuba, la estabilidad y la seguridad de la Unión Soviética nos permitieron atravesar aquellos periodos difíciles. Se fue desarrollando nuestra industria energética sobre esas bases, nuestras refinerías, se construyeron nuevas refinerías, etcétera.

De la Unión Soviética venían innumerables materias primas industriales de suma importancia, de la Unión Soviética venían cantidades importantes de alimentos, por eso los problemas de la Unión Soviética nos afectan incomparablemente más que lo que nos hubiera afectado la situación de los países socialistas del este de Europa.

No es que esta situación haya cambiado totalmente —ya los acuerdos sobre combustible se han reducido en más de un 25%—, pero se firmaron acuerdos de suministros de combustibles con la URSS este año, se firmaron acuerdos comerciales —no eran ya, por supuesto, los precios para el azúcar y las condiciones de otros tiempos, había que tener en cuenta sus propios problemas— pero se acordaron las bases del comercio para este año.

Debemos decir con justicia que la dirección de la URSS hizo los mayores esfuerzos en estas negociaciones, a pesar de sus problemas, para acordar una base que pudiéramos llamar razonable, aunque entrañase cambios y dificultades serias para nuestro país en cuanto a las relaciones económicas y comerciales. Hay que decir con justicia —repito— que hicieron todo lo posible por acordar esas bases razonables.

Dijimos: Bueno, satisfechos aunque sea casi un 30% menos de combustible, aunque sea un precio mucho más bajo para el azúcar. Si garantizamos combustible y determinadas cantidades de materias primas, determinadas cantidades de productos de importación, se trataría de un periodo especial, pero dentro del cual se contaba con una cantidad determinada de recursos. Lo difícil está en asegurar la contratación y la recepción de esos productos. Es sumamente difícil, y yo diría que cada vez más difícil, a pesar de los esfuerzos de las autoridades soviéticas, digámoslo con justicia. Digamos que, por ejemplo, las entregas del combustible acordadas hasta este momento, se han ido comportando satisfactoriamente.

Con relación a los alimentos —porque hay una parte de los alimentos que el país importa, que viene de la URSS—, en esta primera parte del año se ha estado cumpliendo lo relativo al último trimestre del año anterior, han ido llegando; han hecho esfuerzos para eso, a decir verdad. Sé que hacen esfuerzos, incluso, por tratar de cumplir lo correspondiente a esta primera etapa del año, y apreciamos mucho esos esfuerzos. Del mismo modo, por nuestra parte, hacemos los mayores esfuerzos a fin de cumplir la parte que nos corresponde en esos acuerdos.

En relación ya con otras materias primas y productos, sí que la cosa es difícil; hay una situación en general con las materias primas industriales, digamos sosa cáustica, que tiene importancia en la industria azucarera, en la industria de jabonería, en toda una serie de cosas, un producto químico muy importante; metales, madera, pulpa para papel. Prácticamente de muchos de estos productos no hemos recibido en lo que va del año ni una tonelada. De las materias primas en general para la industria hemos recibido realmente muy pocas, prácticamente nada, cuando ya está concluyendo un primer tercio del año.

Hay otros problemas asociados: gran parte de las mercancías que la URSS nos suministraba venían en la flota soviética, durante todos estos 30 años; nuestra flota creció y creció, pero no tiene el volumen suficiente para hacerse cargo de esas importaciones, o de una parte importante de esas importaciones. Estos factores relativos al flete para transportación también se han ido complicando, nuestros barcos no dan abasto, ya que aunque una parte de las mercancías las van a seguir trayendo los barcos soviéticos que vienen a recoger mercancías en Cuba, otras mercancías tienen que recogerlas nuestros propios barcos. Se crea una situación muy tensa con nuestra flota y los medios de transporte marítimo.

Todo esto en el orden económico significa que se incrementan las dificultades, como es lógico. Es decir, ya estamos en la primera fase del período especial, ya no se contaba con ningún suministro de los antiguos países socialistas del este de Europa, aunque todavía de vez en cuando se conversa algo y se habla de algún posible trueque de algo —yo, realmente, no sé dónde están los clientes para muchos productos de esos países, en cuanto salgan al mercado creo que habrá gente que pague por devolverlos, o al menos exclamen: "Oiga, por favor, no me los regale"—; pero se habla de algunos posibles intercambios comerciales, de algunos productos por otros. En fin, ya ese era un golpe fuerte; y la reducción de los combustibles un golpe muy fuerte, por el número de actividades que nos obliga a reducir.

Bien, ¿qué tenemos en este momento con la URSS? En este momento tenemos la buena voluntad, un acuerdo razonable en las actuales circunstancias, y grandes dificultades para llevar a la práctica esos acuerdos. Es lo que tenemos hasta ahora. Hay más, pero un poco más adelante tendré que explicarlo. Esto es en el terreno económico.

También toda esta situación influye en el terreno militar, como es de suponer. Nosotros estamos amenazados por Estados Unidos y cada vez más amenazados, en la medida en que se sienten dueños del mundo, en la medida en que se sienten la potencia dominante del mundo, en la medida en que hicieron lo que les dio la gana en las Naciones Unidas, donde fue nuestro país quien de nuevo salvó otro honor, el honor, en lo posible, de esa institución internacional, porque supimos mantener una política desde el inicio hasta el final de la crisis, con una gran valentía en todos los sentidos, cuando allí muchos se subordinaban a la política de Estados Unidos. Todo eso dio lugar al desenlace de la crisis del Golfo —que pudo haberse resuelto, como nosotros decíamos, sin guerra—, donde el imperialismo hizo tal alarde de tecnología, también de crueldad en todos los sentidos, que convirtió aquel país en un campo experimental de sus armas, alentó de forma extrema el chovinismo nacional, el espíritu triunfalista. Claro, todo eso hace más peligrosos a los imperialistas.

Todos estos acontecimientos están influyendo igualmente en nuestra esfera militar. Es decir, nosotros necesitamos más armas que nunca y no tendremos más suministros de armas que nunca, sino que lo más probable es que tengamos menos suministros de armas que antes. Hay que adaptarse también a esa realidad; hay que ser realistas. La situación está influyendo también en los suministros de armas, hay que decirlo.

Yo debo explicar los problemas. Ustedes, combatientes revolucionarios, cuadros del Partido, deben estar muy conscientes de todo esto. No obstante, si los problemas no son mayores en este momento, nadie se imagine que es por casualidad, sino por los enormes esfuerzos que ha hecho el país —como en otras ocasiones he explicado— para que las cosas esenciales no le falten a nuestra población. Esa es una preocupación del Partido y del Gobierno, cada hora, cada minuto, cada segundo del día, qué hacer ante todas y cada una de las dificultades. Por ahí hay gente que ni siquiera se imagina tales dificultades, por ahí las hay que creen que viven en el más idílico de los mundos.

No resulta fácil que todos, el ciento por ciento, la inmensa mayoría comprenda o sepa las realidades, entre otras razones, porque nosotros no estamos publicando en los periódicos todos los días estas cosas, ni siquiera pueden publicarse; pero les puedo asegurar que los esfuerzos que hacen el Partido y el Gobierno para que las consecuencias sean mínimas son enormes.

Así hemos ido sobrellevando las cosas para cumplir el programa del período especial, porque hemos dicho que el período especial tiene el objetivo de resistir, pero no solo resistir y sobrevivir, sino incluso desarrollarnos. Tenemos todo un programa en este sentido, que expliqué creo que desde este mismo sitio; si mal no recuerdo, el 28 de septiembre, día del aniversario de los CDR, hablé largo sobre cuáles eran nuestros programas, y les puedo asegurar, compañeras y compañeros, que el programa del período especial se va cumpliendo, a pesar de todos estos problemas.

El programa alimentario se va cumpliendo. Todos los trabajos del programa alimentario se van cumpliendo. Hay 201 brigadas trabajando en el drenaje y riego parcelario de la caña, ¡doscientas una! A veces algunas se paran una semana: faltó el combustible, se atrasó un barco; pero inmediatamente los compañeros tratan de recuperar los días perdidos, y avanzan. Queremos hacer 100 000 hectáreas este año, a lo mejor no se hacen 100 000 y se hacen 90 000 u 80 000, pero se avanza y se trabaja.

Se están construyendo cientos de vaquerías, decenas y decenas de instalaciones avícolas, porcinas, todos esos trabajos priorizados se están cumpliendo. Todo el programa alimentario, todas las áreas del programa alimentario.

Se están construyendo decenas de presas, muchas tienen que cerrarse ahora el 30 de abril o en los primeros días de mayo; cientos de kilómetros de canales. En el año que acaba de transcurrir se sembraron más áreas de pasto que en toda la historia de la Revolución; es decir, no hay un solo punto del programa alimentarlo donde no se esté trabajando intensamente, a pesar de todas las dificultades que he mencionado.

La zafra se está haciendo, a pesar de los problemas con metales, piezas de repuesto, lubricantes, en ocasiones; tensiones con los combustibles, con el acetileno, que se produce con carburo que no hemos podido recibir, y que en la reparación y en el desarrollo de la zafra es muy importante. Trabajando con una gran tensión y haciendo enormes esfuerzos, nuestros trabajadores azucareros han producido a esta hora ya, en esta zafra, 6,6 millones de toneladas de azúcar. Hoy, 19 de abril, tenían 6,6 millones de toneladas de azúcar producidas, para que ustedes vean lo que puede un país unido, un país ordenado, un país organizado.

Los programas del desarrollo turístico se están cumpliendo. La gente está haciendo enormes esfuerzos en la construcción de hoteles, instalaciones de todo tipo, pedraplenes; el programa turístico íntegro se va cumpliendo. Ese es también uno de los programas que tenemos priorizados en periodo especial para buscar recursos.

El programa de la biotecnología y de la industria farmacéutica se va cumpliendo cabal y priorizadamente. Se está trabajando en muchos objetivos de este programa, sin mucha bulla, sin mucha habladera con relación al mismo.

En la provincia de La Habana, en las empresas de cultivos varios, se construyeron 62 campamentos nuevos en unas cuantas semanas, se renovaron otros y se están construyendo más.

Se construyeron decenas de laboratorios en el país para el control biológico de plagas; se ha trabajado en toda la isla en la producción de viandas y vegetales, pero de manera especial aquí en estas áreas cercanas a la capital, en consideración a la población que tiene la ciudad con más de 2 millones de habitantes. Es decir que todo aquello de lo que se habló en aquel acto del 28 de septiembre se está cumpliendo, y haremos lo indecible para seguirlo cumpliendo en cualquier circunstancia. Recibamos 10 millones de toneladas de combustible o recibamos mucho menos que eso, lo último que se detendría serían los programas de desarrollo que estamos llevando a cabo en período especial. Es increíble el esfuerzo del país para llevarlos a cabo.

Queda mucho por hacer todavía en materia de ahorro; pero, por ejemplo, los recursos con que se está haciendo la zafra no se parecen en nada a los recursos que tradicionalmente se utilizaban para ella.

Se lleva a cabo el programa de domesticación de bueyes en todo el país, el que se trazó para el período especial, y se han adoptado muchas medidas similares.

Las fuerzas armadas han hecho un especial esfuerzo de ahorro en todos los sentidos: ahorros energéticos, ahorro de ropa, ahorro de variados recursos, ahorro de todo; un especial esfuerzo productivo, en el que participan, prácticamente, todas las unidades para la producción de alimentos. Han hecho cosas admirables para mantener el máximo de preparación combativa, los ahorros que han hecho de combustible son extraordinarios, y no solo eso, sino las investigaciones y las medidas en la búsqueda de fórmulas de trabajar, incluso, con cero combustible, si llegara la situación: cómo realizar las actividades fundamentales, cómo garantizar la preparación combativa, cómo garantizar que se muevan los tanques y los equipos de guerra; qué tipos de combustibles pueden sustituir el petróleo, desde el carbón de madera hasta la hoja seca de la caña y muchas cosas más, que constituyen un ejemplo, realmente, de lo que puede hacerse, si logramos llevar el mismo esfuerzo de ahorro a todas las actividades del país. Y es realmente conveniente que pensemos y meditemos, si en algún momento tenemos que adoptar una opción cero o casi cero.

Se van cumpliendo los programas con enormes esfuerzos, aun cuando haya mucha gente que viva todavía en Babia —Babia no sé de dónde viene, no sé si vendrá de Babilonia o de dónde (Risas)— y algunos ni se imaginen siquiera los esfuerzos que realiza la Revolución en estas condiciones, que realiza y seguirá realizando.

Estos problemas de que he hablado se pueden agravar, ¿por qué? Porque van a depender mucho de cómo evolucionen los acontecimientos en la Unión Soviética. Si los acontecimientos en la Unión Soviética evolucionan hacia la estabilización del país y hacia el mantenimiento de la integración del país, y los tipos de acuerdos que tenemos hasta ahora se mantienen o se pueden mantener, o de una forma o de otra se pueden ejecutar con más lentitud o menos lentitud, entonces tendremos estas dificultades que pueden ser y seguramente serán, incluso, mayores; pero, haciendo las cosas que estamos haciendo, resultaría más fácil la tarea que en otras circunstancias.

El comercio será más difícil. Se ha puesto de moda exigir divisas convertibles. Parece que esa palabra se ha vuelto mágica en muchas empresas soviéticas, y lo primero que dice bastante gente es: "Divisas convertibles, quiero divisas, dólares." Desde luego, nosotros no comerciamos en dólares con la URSS —lo que nosotros exportamos vale dólares, si se mide en dólares puede valer dólares—, pero enviamos nuestros productos sin cobrar dólares por ellos, y los acuerdos se realizan mediante un comercio llamado de clearing. Quiero decir que desde el momento en que existan miles y miles de empresas independientes, aunque todas no tengan la misma actitud, las palabras dólares y divisas convertibles se vuelven algo común y corriente en las negociaciones, y habrá que decir: "Señores, no tenemos dólares, enviamos los productos que elaboramos con sacrificio y con el sudor de nuestra frente, con nuestro trabajo, y que tienen un valor económico importante; pero esa moneda no la imprimimos nosotros, esa moneda la imprimen en Estados Unidos o en otros países."

En circunstancias normales va surgiendo todo este tipo de obstáculo, pero hay que resignarse; si hay que comerciar al final con 10 000 empresas, habrá que comerciar con 10 000. Todavía no se puede decir la última palabra, porque nadie puede asegurar qué tipo de mecanismos centrales subsistan en la URSS, que hagan más posible y más viable el comercio de un país como Cuba, con ese gigantesco conjunto de naciones de más de 20 millones de kilómetros cuadrados y de casi 300 millones de habitantes que es la Unión Soviética. Todavía no lo sabemos, eso realmente no lo sabe nadie en este momento.

Lo que quiero decir es que si las cosas evolucionan de una forma normal en la URSS, si logran estabilizarse, si logran salvar la integridad del país, si sigue existiendo la Unión Soviética, independientemente de cambios que hayan hecho de cualquier tipo, las relaciones económicas no deben caer inevitablemente en dificultades extremas e insalvables. Las relaciones cubanas con el pueblo soviético y con las distintas poblaciones de la Unión Soviética son relaciones históricas, son relaciones buenas, son relaciones respetuosas, son relaciones mutuamente convenientes y de sincera amistad. Sabemos de un gran número de amigos y de personas que se interesan por Cuba en la Unión Soviética, que sienten respeto por Cuba. De modo que las reformas y los cambios nosotros los respetamos; cada cual tiene derecho a hacer o no determinados cambios.

Ya dije que respetamos el derecho de cualquier país a construir, incluso, el capitalismo, como exigimos el respeto absoluto al derecho de cualquier país a construir el socialismo. A nosotros no nos incumben los cambios que haga cualquier país; podemos tener nuestras opiniones, pero los respetamos. Es decir que a partir de determinadas premisas seguirán desarrollándose y es lógico que se desarrollen las relaciones económicas entre la URSS y Cuba.

A nuestro país le interesa mucho que los soviéticos superen sus dificultades; a nuestro país le interesa muchísimo que la situación económica actual de la URSS mejore, que la situación en la URSS se estabilice. No tenemos recetas para eso, ni somos nosotros los llamados a proponer recetas, es asunto de los soviéticos.

Es claro y es lógico, lo comprenden todos nuestros compatriotas, que los éxitos que logre la URSS o la mejoría de la economía de la URSS sería un factor positivo para nosotros, y creo que para todo el mundo. En cambio, el agravamiento de los problemas económicos de la URSS es malo para todo el mundo y también para nosotros, el agravamiento de los problemas étnicos dentro de la Unión Soviética, el agravamiento de los conflictos de tipo interno, de los conflictos sociales de cualquier tipo, una huelga en un lugar o en otro, o en otro; y no es asunto nuestro, es asunto interno de los soviéticos y ellos son los que deben juzgar. Pero resulta muy claro y muy objetivo que si se paraliza la producción de acero, las posibilidades nuestras de recibir alguna tonelada de acero son mucho menores; si surgen obstáculos en otras áreas industriales y en otras ramas de gran importancia, todo eso se traduce, inevitablemente, en problemas para nosotros.

Si la URSS se desintegra, si la URSS se divide en numerosas repúblicas, eso no es asunto nuestro; pero la desaparición de la Unión Soviética como una gran potencia sería una tragedia y traería consecuencias muy negativas para todo el mundo, de modo especial para nosotros y de modo también especial para todo el Tercer Mundo.

Hoy es que mucha gente en el mundo se da cuenta, y especialmente muchos países del Tercer Mundo, de lo importante que era para ellos la existencia de la Unión Soviética, y cómo la mera existencia de ese país se convertía en un freno a las ansias de dominio imperialista, a la sed de dominación imperialista; y se convirtió efectivamente en un freno a la agresividad imperialista. No la impedía, no dejaron de producirse en estos años actos de agresión, pero, incluso, muchos países en circunstancias difíciles recibieron las armas para defenderse.

Los vietnamitas recibieron muchas armas de la Unión Soviética, nosotros recibimos muchas armas de la Unión Soviética, y en Girón, fecha que conmemoramos hoy, combatieron ya armas soviéticas. Muchos países recibieron ese beneficio frente a las agresiones y amenazas de Estados Unidos; decenas de países en el mundo hoy se dan cuenta de lo grave que resultaría ese mundo bajo la égida de Estados Unidos, y empiezan a comprender mejor que nunca toda la importancia histórica que tuvo el surgimiento de la Unión Soviética, todos los beneficios que trajo al Tercer Mundo y a la humanidad.

Hay que decir que cuando surge la primera revolución socialista, el capitalismo se llena de pánico y comienza, incluso, a idear fórmulas de tipo social, cómo aliviar las condiciones de las masas, no por generosidad o esplendidez, sino por miedo al estallido de las revoluciones sociales; como cuando el imperialismo inventó la Alianza para el Progreso después de la Revolución Cubana, y después de Girón, un proyecto, una serie de ideas para tratar de aliviar la situación por miedo a que se repitiera en América Latina el proceso de la Revolución Cubana.

Es claro, como venía explicándoles, que todo lo que ocurra en la Unión Soviética es de mucha importancia para el mundo y para nosotros. Es indiscutible que en este momento hay muchos síntomas de inestabilidad en la URSS, y peligro incluso de desintegración de la URSS. ¿Qué quiere decir esto?, que la situación en la URSS se puede agravar y que es una situación preñada de peligros, de variados peligros potenciales.

Algunos dirigentes soviéticos hablan públicamente de esos peligros, incluso de riesgos de contiendas y guerras civiles. Luego, nosotros tenemos el deber de ser realistas, primero que todo ese deber de realismo, porque toda esta situación está por definirse y nadie sabe lo que pueda ocurrir en un mes, dos meses, tres meses. Deseamos lo mejor, por supuesto, no solo porque nos interese, sino también por el cariño que sentimos por el pueblo soviético, por la amistad que sentimos hacia aquellos pueblos, por los sinceros deseos de que puedan superar sus dificultades y salir de la actual situación, y lo deseamos por los intereses de todo el mundo.

Pero, ¿debemos cerrar los ojos? Les pregunto a los cuadros del Partido: ¿Debemos meter la cabeza en un agujero, como el avestruz? (Exclamaciones de: "¡No!") ¿No es mejor que estemos conscientes de esos peligros y de esas realidades? (Exclamaciones de: "¡Sí!") Pues de eso se trata, precisamente, al conmemorar una fecha tan histórica como esta, cuando de nuevo los enemigos sueñan con barrer la Revolución, cuando de nuevo los enemigos sueñan con volver a convertir este país en una neocolonia yanki, y más neocolonia que nunca, cuando los enemigos sueñan con agarrar a este país para siempre y convertirlo, ¿en qué?, en un Miami o algo peor. Estas son realidades que debemos tener muy presentes.

Como les decía, nosotros somos hoy un símbolo, y todo el mundo observa qué pasa en Cuba, qué harán los cubanos, de qué serán capaces los cubanos. Toda la gente que conserva alguna ilusión en el mundo, toda la gente que hoy sueña con las ideas progresistas, las ideas de justicia social, las ideas de dignidad nacional y las ideas de independencia; toda la gente que hoy sueña con un mundo mejor, toda la gente que detesta, de un modo o de otro, con toda su alma un mundo regido por el imperio yanki y por las ideas reaccionarias y fascistas que el capitalismo en determinada etapa de su desarrollo ha engendrado; todos los que saben un poco de historia, todos los que poseen ideas, conceptos y valores nobles, verdaderamente humanos, tienen la esperanza de que haya resistencia a ese mundo, y tienen la esperanza de que las ideas del socialismo se salven.

A esas decenas de millones que viven en favelas, a esas decenas de millones de niños sin hogar —de América Latina, para citar un ejemplo—; a esas decenas de millones, o cientos de millones de enfermos sin medicinas o sin asistencia médica, sin escuelas, a esos que mueren de cualquier cosa pudiendo salvarse, a esos 800 000 niños que mueren en América Latina cada año y que no morirían si hubiese un sistema adecuado de salud en esos países; a la gente explotada, a las mujeres discriminadas y prostituidas, a los millones de adolescentes y de adultos obligados a pedir limosnas, a los desempleados, a los pordioseros, a los humillados, ¿se les va a ofrecer ese mundo?, ¿ese mundo del cual son exponentes hoy los imperialistas yankis, responsables, como el resto del mundo capitalista desarrollado, de la pobreza y de la miseria del Tercer Mundo? Lo que ha traído el capitalismo es el hambre y la miseria a 4 000 millones de seres humanos —como decíamos recientemente.

¿Cuál es la esperanza para esa gente de tener alguna vez servicios médicos, tener viviendas, o tener agua, o tener un mínimo de vida digna, un mínimo de seguridad? ¿Cuál es la esperanza?

¿Cuál no sería el golpe si los imperialistas pudieran salirse con la idea de barrer este símbolo que hoy es Cuba, de barrer esta trinchera que hoy es Cuba? De modo que no son solo nuestros propios intereses, no se trata solo de nuestro aborrecimiento de aquel sistema despiadado que tanto conoció nuestro país.

Ayer calculábamos con algunos compañeros cuántos maestros había en Cuba en el año 1959; maestros primarios había solo 17 000, y el total de profesores y maestros era alrededor de 20 000.

Recordaba yo que en el capitalismo crear una plaza de maestro o una plaza de médico, era una meta casi imposible, y hoy el país —como decía anteriormente— tiene 300 000 profesores y maestros de los distintos niveles. Y les digo que el capitalismo que había en Cuba hace treinta y tantos años, con todo lo duro que era, no resultaba peor que el capitalismo que están viviendo miles de millones de personas en el mundo, porque lo que ocurre por ahí es peor que lo que ocurría entonces en Cuba, y es cada vez peor.

Ahora les están ofreciendo neoliberalismo, después de exigirles que paguen la deuda hasta el último centavo, la privatización de todo y la transnacionalización de todo, la entrega a los países capitalistas desarrollados de todas esas riquezas, como remedio a la miseria que fue causada, precisamente, por el capitalismo: primero en forma de colonialismo, después de neocolonialismo e imperialismo y, en definitiva, como consecuencia de siglos de dominio capitalista.

Cuba es hoy la trinchera donde se defienden —como decía anteriormente— las ideas más justas, más nobles y más humanas. No escogimos nosotros este destino, pero la historia nos lo ha asignado. Tenemos que defender el socialismo, tenemos que defender la independencia nacional, tenemos que defender la dignidad de nuestro pueblo; pero también tenemos que defender los sueños y las esperanzas de todos los explotados, de todos los humillados y de todos los sufridos de este mundo.

Todos conocemos aquella frase de Martí, que la escribió el día antes de su muerte —no se lo había dicho a nadie en esos términos—: Todo lo que hice hasta hoy y haré es para impedir, con la independencia de Cuba —no cito textualmente—, que Estados Unidos caiga con una fuerza más sobre los pueblos de América.

Si Martí en ese momento pensó eso, sintió eso hace casi un siglo, cuando Estados Unidos empezaba, ¿qué no diría hoy un pensador como aquel, un revolucionario como aquel, un luchador como aquel, si hubiera podido conocer este mundo de ahora, este mundo de hoy, y si hubiera podido vivir la experiencia que nosotros hemos vivido?

La historia nos ha dado esa responsabilidad. No tenemos ni siquiera que disgustarnos con la historia; a lo mejor tenemos que decir: Señora historia, muchas gracias, porque nos ha dado una tarea realmente digna, grandiosa, de un significado histórico extraordinario, y ha puesto a este pequeño país del Caribe a cumplir esa responsabilidad. Y podríamos decir: No se le ha dado a cualquier pueblo, se le ha dado a un pueblo que tiene las cualidades para cumplirla, que tiene la valentía para cumplirla, que tiene el heroísmo para cumplirla, que tiene la voluntad de cumplirla; se le ha dado al pueblo que resistió décadas de agresión y de bloqueo; se le ha dado al pueblo que supo ser fiel a sus ideas y a sus principios, que supo cumplir no solo sus deberes para sí mismo, sino sus deberes para con otros pueblos, a un pueblo que cumplió gloriosas páginas internacionalistas; al que ahora le ha dado la más internacionalista de todas las tareas, la más digna, la más gloriosa.

Y les pregunto a ustedes, combatientes, cuadros del Partido, ¿estamos dispuestos o no a cumplirla? (Exclamaciones de: "¡Sí!", Aplausos prolongados y exclamación de: "¡Viva Fidel!" y "¡Viva!")

Sabemos que debemos cumplirla, sabemos que podemos cumplirla. No hay nada, ¿qué puede haber? Podrán faltar recursos, materias primas, podrán faltar muchas cosas, pero lo que no faltará jamás será vergüenza (Aplausos), sentido del honor y del deber, sentido de la responsabilidad no solo con las actuales y futuras generaciones de nuestro país, sino con miles de millones de seres humanos en el mundo.

Tenemos que demostrarles a los imperialistas que vamos a resistir, ¡que sí podemos resistir y que sí podemos vencer! (Corean consignas de: "¡Para lo que sea, Fidel, para lo que sea!" y de: "¡Venceremos!" y Aplausos prolongados)

Si hace falta demostrarlo, lo demostraremos. Si alguien tiene que demostrarlo y ese alguien somos nosotros, lo demostraremos. No defraudaremos al mundo, no defraudaremos a los revolucionarios, no defraudaremos a los que sueñan con un mundo mejor; no contribuiremos a que un sistema odioso y repugnante se prolongue decenas de años, o tal vez cientos.

Defendemos el socialismo para ahora, no para dentro de 500 años; lo defenderemos para ahora, no para dentro de 100 años. Y los que vivan dentro de 100 años, o dentro de 500, no sentirán vergüenza por nosotros, no sentirán desprecio por nosotros; sentirán admiración y gratitud por nosotros porque comprenderán, como lo comprendemos nosotros hoy, con mucha claridad, lo que significan las ideas que nosotros defendemos, lo que significan los valores que nosotros estamos defendiendo. Y no es el pueblo analfabeto de ayer, es el pueblo culto de hoy, el pueblo instruido de hoy, el pueblo politizado de hoy, el pueblo experimentado y aguerrido de hoy.

Nosotros tenemos que resistir en dos sentidos. Tenemos que resistir los sacrificios que este deber nos imponga, si se dan las peores variantes de la evolución de los acontecimientos en la Unión Soviética; y ser capaces de resistir también en el terreno militar.

Les diremos a los imperialistas: ¡No, con nosotros no podrán de ninguna forma! Aquí nadie les va a regalar el país, nadie les va a regalar la Revolución; nadie les va a regalar lo que hemos regado con nuestro sudor y nuestra sangre durante tanto tiempo; nadie les va a regalar nuestra historia, nadie les va a regalar nuestra libertad, nadie les va a regalar nuestra independencia, nadie les va a regalar nuestras nobles ideas, las sabremos defender en todos los terrenos. Y si tenemos que soportar privaciones materiales, las soportaremos, porque no podremos olvidar jamás que los que iniciaron nuestras luchas de independencia se pasaron 10 años en la manigua, muchas veces descalzos y hasta sin ropa, y cuando algunos se cansaron y pensaron que ya era imposible luchar en condiciones tan difíciles y contra tantas fuerzas adversarias y querían la paz sin independencia del Zanjón, Maceo dijo "¡No!", y con Maceo los mejores representantes de aquel pueblo heroico dijeron "¡No!", y frente al Zanjón surgió el eterno Baraguá (Aplausos prolongados).

Eso somos nosotros: herederos de Maceo, herederos de Baraguá, herederos de Martí, de aquellas ideas suyas, de aquel propósito firme de hacer lo que fuera necesario hacer y dar su vida para asegurar la independencia de la patria y preservar la independencia de los demás pueblos de América, y hoy podríamos decir preservar la independencia y las esperanzas de muchos pueblos en el mundo.

Somos herederos de esas ideas, y sin esas ideas, y sin ser herederos de esas ideas, no habría habido un Moncada, ni una Sierra Maestra, ni un Primero de Enero; porque lo que hicimos en la Sierra Maestra fue sencillamente imitar lo que habían hecho ellos, que lucharon contra cientos de miles de soldados españoles con unas pocas armas. Eso hicimos nosotros en la Sierra Maestra. No fueron tantos años, pero hubiéramos podido estar allí hasta ahora, o haber muerto allí hace rato. Lo que hicimos fue imitarlos.

Si no fuéramos herederos de aquellas ideas, no habría existido la victoria de Playa Girón. Habrían temblado los combatientes ante la presencia de las escuadras, los portaaviones, los cruceros, las naves de guerra yankis y ante su infantería de marina; no habrían combatido como combatieron allí, ni habrían puesto los tanques apuntando para las escuadras como lo hicieron allí, como diciendo: "¡Aquí estamos si se deciden a desembarcar!" (Aplausos)

Hemos tenido una hermosa historia, gracias a lo cual se ha forjado un gran pueblo. Hay muchos ejemplos más: la Crisis de Octubre, armas nucleares, quién sabe cuántos proyectiles apuntando hacia nosotros, y todo el mundo tranquilo y sereno. Así nos encontrarán en cada circunstancia de la vida: tranquilos y serenos, y mientras más difícil la situación, más ecuánimes, más firmes, más serenos y más decididos, porque tenemos el privilegio de ser hoy lo que somos, y estamos dispuestos a seguir siendo lo que somos, y no vamos a desmentir nuestra historia.

(Del público la madre de uno de los caídos en Girón dice: "Comandante, aquí estamos un grupo de madres de los mártires de Girón, que también estamos dispuestas a dar nuestra sangre por Cuba".)

¡Vivan las madres de los caídos en Girón! (Aplausos prolongados y exclamaciones de: "¡Vivan!")

Los comunistas, los verdaderos comunistas siempre fueron heroicos en la defensa de sus ideas y de su causa, desde la Comuna de París, pasando a lo largo de muchos años por grandes pruebas; cómo lucharon defendiendo la República Española y defendiendo a Madrid, frente a las tropas extranjeras, las tropas hitlerianas de Mussolini, o coloniales; cómo defendieron la humanidad, a raíz de la invasión de la URSS por las tropas hitlerianas. ¡Veinte millones de muertos que no olvidamos! Otros podrán olvidarlos, nosotros ¡jamás! (Aplausos) Y al frente de aquellos combatientes, en la primera línea, en los lugares de mayor peligro, frente a las experimentadas tropas fascistas, allí estaban los comunistas. ¡Esos son los comunistas! ¡Esos son ustedes! (Aplausos.)

Les decía antes que teníamos que estar preparados para derrotar a los imperialistas en el terreno de las dificultades materiales, sean las que sean; pero tendremos que estar preparados para darles la lección también en el terreno militar. Hay que olvidarse del triunfalismo, de los alardes de tecnología. Con nosotros la lucha sería en definitiva cuerpo a cuerpo, cada combatiente contra cada invasor, hasta el último combatiente o el último invasor, ¡hasta el último! (Aplausos.) Les garantizaremos la resistencia desde el cabo de San Antonio hasta la punta de Maisí, en los llanos y montañas, en los campos y ciudades. Las palabras capitulación, rendición, aquí esas no caben ni cabrán nunca, y siempre estará en el aire el grito de Camilo: "¡Aquí no se rinde nadie!" (Aplausos.) Me dicen que no fue Camilo, que fue Almeida, pero puede haberlo dicho Camilo, Almeida, Raúl, el Che y todos los combatientes de la Sierra Maestra (Aplausos). Esas palabras están erradicadas de nuestro diccionario.

Por eso les decía a los estudiantes el 13 de marzo: Cada uno de ustedes en un momento determinado tiene que ser jefe de sí mismo, y el único jefe de sí mismo; y hay una sola orden que no se acatará, ni obedecerá jamás, y que espero que jamás salga de la boca de ningún jefe revolucionario, que es la palabra capitulación o rendición. (Aplausos y exclamaciones de: "¡Jamás!" y una compañera dice: "Voy a hablar para que usted sienta que las madres de los mártires de Girón, como de muchos que luchan por su libertad, no podemos ponernos al nivel de los cobardes, porque para mí lo de Granada fue una cobardía, no fue una valentía; se ensañaron con lo más pequeño del mundo, una potencia tan grande. Ellos no son guapos, nosotros somos valientes, ellos son cobardes y traicioneros.")

¡Jamás pasará como en Granada, porque siempre estaremos unidos en una sola causa y bajo una sola bandera! (Aplausos prolongados y exclamaciones de: "¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!")

Cada uno jefe de sí mismo, cada uno un ejército. En Cuba habría que luchar no contra una revolución, sino contra millones de revoluciones; no contra un ejército, sino contra millones de ejércitos. Y me pregunto si hay fuerza en el mundo que pueda aplastar esa disposición de lucha. No importa cuántas bombas láser, cohetes Crucero, o aviones Shield de esos que no los ven los radares puedan utilizar. Sí, no ignoramos la tecnología, lo sabemos; no ignoramos las ventajas técnicas y el número de armas, pero sabemos cuáles son nuestras ventajas, y esas están aquí adentro (Señalando el corazón), y están en la inteligencia, en las ideas, en la forma de luchar (Aplausos).

La diferencia no es tan grande como la que había cuando empezamos a luchar contra Batista; la diferencia que había entre los fusilitos nuestros y los tanques Sherman, de Batista, era mucho más grande que la que hay entre las bombas láser y las minas revienta yankis de que disponemos nosotros (Exclamaciones). Con los hierros que tenemos y con lo que fabricamos, pues sabemos lo que tenemos y para qué sirve cada uno de ellos, y lo que vale un hombre con un fusil, con una granada, con una mina, llega el momento en que toda la tecnología esa no les sirve de nada, la tecnología en la cual se escudan; porque ya ustedes vieron en el Golfo, un mes bombardeando y no se atrevían a lanzar por tierra las fuerzas. Mangos bajitos es lo que quieren, y aquí los mangos van a estar a la altura del Everest (Aplausos).

Sabemos lo que tenemos y con eso se puede resistir y vencer. No es una frase, no es una palabra, ni nos gusta hablar mucho. No vamos a decir que vamos a hundir los acorazados ni nada de eso, vamos a hundir a los que se metan aquí. No nos van a asustar sus ataques aéreos masivos. Es muy difícil que pueda haber una bomba para cada hombre. A veces a nosotros en la Sierra Maestra nos hacían ataques masivos en una pequeña posición, y la gente aprendió a resistir los ataques masivos de la aviación y de la artillería. El hombre lo aprende todo.

Es necesario que nosotros estemos en pleno dominio de todos nuestros recursos, de todas nuestras posibilidades y cómo hacer las cosas en cada circunstancia, pero debemos partir de nuestra convicción y de nuestra determinación de resistir en cualquier circunstancia, lo mismo la batalla en el campo económico que en el campo militar.

Estoy seguro de que sí, que este pequeño país, con su determinación, puede frenarlos, porque se ataca a aquellos que temen, a los que tienen miedo, y los imperialistas en eso se parecen a las picúas y a los tiburones, que si el nadador les da la espalda enseñan los dientes y atacan. Los imperialistas se parecen a las fieras, que si alguien les da la espalda les desata su instinto de persecución y nosotros estaremos siempre de frente.

Ya dije: No seremos nosotros los que provoquemos una guerra porque, como les expliqué a los estudiantes, las guerras no deben provocarse. Si estallan hay que hacerlas bien hechas y después que estallen solo pueden terminar con la victoria (Aplausos).

Frente a esas ínfulas y a esa prepotencia yanki deben conocer cuáles son nuestros sentimientos, cuál es nuestro pensamiento y cuál es nuestra voluntad. No hay que preocuparse de que haya algunos débiles, siempre habrá débiles, siempre habrá alguno que otro cobarde, lo importante es que en el pueblo hay muchos valientes, muchos. Allá en el sur de Angola había más de 50 000 hace apenas unos meses, y no solo tuvieron valor para enfrentarse a un adversario potencialmente muy poderoso, sino que supieron hacer la guerra con inteligencia, con toda la inteligencia necesaria y alcanzaron la victoria. ¡Cincuenta mil valientes!, pero podía haber medio millón allí. Virtudes hay en nuestro pueblo para medio millón de combatientes como esos; virtudes hay para un millón y más, y virtudes para defender la patria y la Revolución en nuestro propio suelo hay para muchos millones, ¡muchos millones! (Aplausos.)

Ustedes, compañeros del Partido, son cuadros y militantes. Como decía antes, los verdaderos comunistas siempre han sabido ser heroicos, y eso es lo que hoy se necesita: heroísmo, y también ejemplo. Tienen que hacer ustedes como los de la Comuna de París, o los que defendieron a Madrid, o los que defendieron Moscú, o defendieron Volgogrado (Aplausos). Ustedes tienen que hacer como los que sembraron de heroísmo los libros de la historia, y como solo son capaces de luchar y de ser ejemplo los comunistas.

Estamos viendo cosas como las movilizaciones de nuestra capital. Más de 100 000 ciudadanos de nuestra capital han trabajado en la agricultura de la provincia de La Habana en los últimos siete u ocho meses; 17 000 fueron a la provincia de Pinar del Río, y nosotros, que hemos visitado con frecuencia esos colectivos, los hemos visto trabajar con un espíritu verdaderamente comunista. Nunca vi trabajar a la gente a lo largo de todos estos años, desde las primeras zafras hasta hoy, como hemos visto trabajar a estos movilizados que se levantan a las cinco y media, antes del amanecer, y regresan al anochecer a los campamentos. Los he visto en los campamentos, pero los he visto en los campos, he observado cómo trabajan, con qué amor, con qué dedicación, es impresionante.

Han sembrado su ejemplo allí entre los obreros agrícolas que, incluso, hoy están trabajando mucho más que antes; han influido en las poblaciones de la zona, en los campesinos.

Qué gran satisfacción nos da saber que más del 50% de los que han estado allí son militantes del Partido o militantes de la juventud. Eso es lo que le da prestigio al comunista y es lo que le da prestigio al Partido (Aplausos).

Qué satisfacción nos dio ver que siempre en cada campamento había un miembro del buró del municipio y un dirigente del gobierno del Poder Popular; qué satisfacción que allí en esos campamentos estaba el primer secretario del Partido Comunista de la Ciudad de La Habana, compañero Lezcano (Aplausos), y que por allí pasan todos los miembros del buró y los cuadros, los líderes del Partido en la provincia, y para hacer un trabajo duro, compañeros incluso que no estaban ya en la adolescencia; y saber también que allí se movilizó en uno de esos campamentos junto a los trabajadores, el presidente del Poder Popular de la Ciudad de La Habana, el compañero Chávez (Aplausos).

Eso es lo que le da prestigio y fuerza al Partido, ser ejemplo, hoy más que nunca, estar en constante vinculación con las masas, en constante contacto con el pueblo, y ser el primero en el combate, sea en el campo de las ideas o en el campo de las armas; porque hay que combatir duro en el terreno de las ideas, hay que estar decididos y preparados más que nunca para combatir al enemigo en ese terreno defendiendo nuestras ideas, las más justas, las más hermosas, las más nobles frente al que se deja confundir, al que vacila, al que no entiende.

Cuando hablaba de cómo se cumplía el programa del período especial, no mencioné uno de los mayores esfuerzos, el esfuerzo en la preparación del terreno militar, en el campo de la defensa, en el campo de las fortificaciones. Hay decenas de miles de hombres trabajando en este campo.

Es enorme el esfuerzo que realiza el país en este aspecto también, no se ha descuidado un minuto y, por el contrario, se ha multiplicado.

Pero recordemos aquello que decía Martí, que trincheras de ideas valen todavía más que trincheras de piedras. Hay que fortificar las ideas y hay que fortificarse en el terreno de las ideas; hay que fortalecer las ideas revolucionarias, porque la batalla tenemos que librarla en esos dos campos. Y si tan importante es hacer trincheras o algo más que trincheras, importantísimo es también esclarecer, fortalecer y defender con valentía, con heroísmo las ideas frente a aquellos que creen que porque se ha hundido el campo socialista, Cuba tiene necesariamente que hundirse (Exclamaciones de: "¡No!" "¡Jamás!"), frente a escépticos, frente a los que dudan o quieran sembrar la duda.

Por eso les digo que este aspecto tiene también mucha importancia, y es tarea del Partido, tarea de los militantes, tarea de la juventud, y tarea de todos los revolucionarios, porque hay muchos, muchos, muchos revolucionarios que no están dentro del Partido o que no están dentro de la juventud.

Cuando he visitado esos campamentos, donde digo que la mitad son comunistas, porque son militantes del Partido o lo son de la juventud, me pregunto: ¿Qué son los restantes? ¿Qué es la otra mitad? ¿Qué son esos hombres y mujeres que trabajan 10, 12, 13 y 14 horas con una generosidad infinita, con un desinterés extraordinario? No les habrán hecho el proceso de la militancia por alguna razón formal o por falta de tiempo, o por lo que sea, o porque no pueden estar todos en el Partido, pero son comunistas.

Esos compañeros de los contingentes, ¿qué son?, los que hoy construyen vaquerías, o presas, o canales, campamentos u hoteles, lo que sea, y trabajan 14 ó 15 horas, cuando hay combustible para trabajar o cuando hace falta trabajar y existen allí los materiales.

Ese es el fruto del trabajo político, del trabajo revolucionario, del trabajo ideológico, y esa gente es capaz de transformar al mundo, esos que he visto por ahí; y no solo son obreros manuales. He visitado campamentos donde hay muchos trabajadores intelectuales, quiero decir que no laboran en un torno, están en una oficina, están en otras actividades, como el campamento que dirige Relaciones Exteriores en la provincia de La Habana, o que dirige Comercio Exterior; allí he visto embajadores, viceministros, trabajadores intelectuales; allí he visto gente de la televisión, he visto gente de distintos organismos que no están habituados al trabajo manual.

He visto gente allí que ha ido una vez en una movilización por 15 días y me han dicho que piensan ir otras tres veces en el año. Ante mis ojos se han llenado de prestigio, los he visto trabajando allí en el surco sin descanso y haciendo un enorme esfuerzo, porque no están acostumbrados y porque son 15 días; cuando las ampollas se les acaban, ya se acaban los días. Se pasan 15 días trabajando con las manos en carne viva, diríamos. He visto con admiración ese esfuerzo, y ya son, como dije, más de 100 000 solo en la provincia de La Habana los que han pasado de nuestra capital. Hay que rendir tributo a esos trabajadores.

En este momento de período especial en que rendimos tributo a los caídos en Girón, siento deseos también de rendir tributo a los cientos de miles de obreros que están haciendo la zafra en condiciones tan difíciles, y muchos de ellos son trabajadores voluntarios (Aplausos); a los cientos de miles de obreros de la construcción; a las decenas de miles de trabajadores de los contingentes que hacen presas, canales, fábricas, hoteles; a las decenas de miles que construyen sistemas ingenieros en el arroz, terrazas y drenaje parcelario en la caña, y todo tipo de instalaciones agrícolas; a los cientos de miles de trabajadores de nuestras industrias que, con tantas dificultades, mantienen la producción y mantienen las máquinas funcionando cuando está la materia prima disponible; a las decenas de miles de médicos que mantienen en las mejores condiciones, a pesar de las dificultades, nuestro servicio de salud; a los cientos de miles de maestros y profesores que mantienen funcionando nuestras universidades y nuestros institutos de nivel medio, a pesar de las escaseces de materiales, y lo hacen con la calidad requerida.

Han surgido nuevos contingentes: los contingentes agrícolas, que son —a mi juicio— también una gran promesa por lo que he podido apreciar de su trabajo.

Hay que rendir homenaje a nuestros trabajadores científicos por el enorme esfuerzo que realizan creando y desarrollando cosas nuevas para ayudar al país y a la economía del país.

Hay que rendir homenaje a los movilizados que están en los campamentos y están en el surco. En fin, a todos nuestros trabajadores: a los que laboran en esferas decisivas, en la pesca, o en la marina mercante, o en el transporte, a pesar de las dificultades.

Hay que rendir homenaje a nuestros trabajadores de la prensa que, aún sin papel... Porque el papel es una de las cosas de las que antes venían que ha desaparecido, y lo poco que queda hemos tenido que guardarlo en unos almacenes para mantener esas modestas ediciones el mayor tiempo posible. ¡Pero mal que bien, aunque sea como en los tiempos de "El Cubano Libre" de la manigua redentora, saldrán nuestros periódicos, aunque sea con una hoja una vez a la semana! (Aplausos prolongados.)

En fin, hay que rendir tributo hoy a nuestro abnegado y valiente pueblo, pueblo firme, pueblo intransigente, que no quiere saber nada de debilidades, que no quiere saber nada de concesiones.

El imperialismo no hace concesiones, el capitalismo no hace concesiones; el neoliberalismo exige cada vez más que lo privaticen todo y que, además de pagar hasta el último centavo, echen a la calle a maestros y médicos, porque no puede haber el más mínimo desequilibrio presupuestario. Cosas por el estilo es lo que les exige el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y que lo privaticen todo, hasta los parques, como están haciendo en algunos países.

El neoliberalismo, el capitalismo y el imperialismo no hacen concesiones. ¡El socialismo no puede hacer concesiones, a nuestro socialismo no hará jamás concesiones de principios! (Aplausos prolongados.)

Nadie se haga ilusiones de que el socialismo cubano hará concesiones, de que la Revolución Cubana hará concesiones, porque tendremos un Partido, ¡un único Partido, como el que se corresponde con la larga etapa revolucionaria! ¡Un único Partido, como el que fundó José Martí para llevar adelante la Guerra de Independencia! (Aplausos prolongados.)

No habrá economía de mercado, o como quiera llamársele a ese mejunje que no tiene nada que ver con el socialismo. Nuestra economía será una economía programada, planificada, no caeremos en las locuras de creer que mediante mecanismos espontáneos se va a desarrollar el país; y mientras más limitados sean los recursos más decisivo es saber usarlos de manera racional y óptima. De modo que nuestra Revolución no hará concesiones de principios, y es bueno que se sepa, porque a cada rato surgen salvadores, consejeros, no sé qué, quienes hablan de hacerle concesiones al imperialismo, como si se hubiera salvado en la historia alguna vez un proceso revolucionario haciendo concesiones.

Ya ustedes saben lo que ha pasado por ahí: ¿Les pidieron pluripartidismo?, allá va. Hicieron los partidos comunistas elecciones pluripartidistas como les exigían, incluso ganaron varias de ellas con amplia votación, las ganaron; pero no se conformaron con eso los reaccionarios y el imperialismo, había que barrer a los comunistas de todas maneras, lanzar gentes a las calles, provocar disturbios y desórdenes, crearle todo tipo de problemas, y barrer al gobierno comunista que ganara unas elecciones. Porque después que hacen una concesión se las exigen todas y, por último, les exigen la cabeza. Esa es la filosofía y esa es la ley de tales procesos.

La contrarrevolución tiene sus leyes, los movimientos reaccionarios en la historia tienen sus leyes, y no hay nada más cruel que las contrarrevoluciones, no hay nada más cruel que la reacción victoriosa.

En esos países donde se hicieron concesiones, no tardaron nada en exigirles más y más y más. Aquí nosotros recomendamos que exijan menos y menos y menos, porque no van a recibir ninguna (Aplausos). Y no somos dogmáticos, no, somos realistas; todas aquellas cosas que en la práctica puedan resultar útiles no las manejamos con espíritu dogmático.

Sabemos cuáles son los principios esenciales e intocables de nuestro proceso revolucionario; pero en las especiales condiciones del período especial y conscientes, incluso, de que distintas formas de cooperación internacional pueden ser útiles, nosotros hemos conversado con empresarios capitalistas extranjeros, muchos han venido a proponer algún negocio: "Vamos a analizarlo", les respondemos. Si nos dicen: "Ustedes están sacando 12 barriles de petróleo en los pozos y nosotros tenemos la tecnología para sacar 24, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo y nos pagan con una parte de la diferencia?", les decimos: "sí, muy bien."

Si viene un capitalista y dice: "Tenemos tecnología, mercado y capital, ¿quieren hacer algún negocio con nosotros?", preguntamos: "¿Cuál es el negocio?" Si el negocio le conviene a él y nos conviene a nosotros, le decimos: "¡Sí, muy bien, señor!" En Cuba hay un gobierno del pueblo, es el pueblo de Cuba el que vela por los intereses del pueblo, es un gobierno que no se vende a ningún capitalista ni a ningún oro del mundo; pero si alguien propone algo que le interese al pueblo y es útil al pueblo, estamos dispuestos a discutir, a negociar.

Así surgieron las ideas de las empresas mixtas en hoteles. ¡Ojalá fueran todos nuestros!, es más fácil de manejar la cosa, pero no había capital ni podemos construir cientos de hoteles. "Señor, tenemos la piedra, la arena, el cemento, la fuerza de trabajo, los equipos, aporte su parte y los dos somos dueños." En eso el capitalista puede aportar capital, experiencia, mercados.

Lo hacemos con un sentido práctico, no estamos violando un principio del socialismo. Bien sabemos que si estamos desarrollando una arrocera, no llamamos a ningún capitalista para invertir en una arrocera, y tener luego que pagar en dólares el arroz que cultivemos aquí. Sabemos bien en qué sitios, en qué puntos y en qué circunstancias se puede aceptar una inversión en sociedad; pero con un gobierno del pueblo, un sistema socialista, una economía planificada, un desarrollo programado. Eso quiere decir que no somos dogmáticos. Un sistema social que es dueño de su país y que trabaja para los intereses del país, se puede tomar la libertad de saber y de decidir donde hay algo que convenga o no convenga.

Esa idea surgió hace alrededor de 10 años y ha tenido un mayor desarrollo en los últimos tiempos. Son muchos, o relativamente numerosos, los capitalistas que vienen a proponernos algo. Nos dicen: "Esa fábrica está parada porque no hay materia prima y yo estoy dispuesto a poner la materia prima. Vamos a hacer un negocio." Le decimos: "Nosotros tenemos la fábrica, los obreros, usted tiene un mercado donde exportarla; bien, traiga la materia prima y vamos a hacer un negocio, somos socios en ese negocio antes de que la fábrica esté parada por falta de materia prima." Así vienen, y tenemos compañeros capaces designados que escuchan cada una de las ofertas y las analizan.

En período especial pueden ocurrir muchas de estas circunstancias, que de repente esté parada una fábrica de cemento porque no tiene combustible —que nos pasa, hemos reducido mucho la producción de cemento, a pesar de lo cual se está construyendo muchísimo porque se está ahorrando más cemento que nunca— y podemos decir: "Ponga el combustible y exportemos cemento." Podemos hacer alguna operación de esa naturaleza antes que esté parada una fábrica. De manera que con sentido práctico muchos de esos casos los escuchamos y los analizamos para tomar una decisión.

Esas posibilidades hay y el país tiene que usar esas posibilidades en período especial, a pesar de los enormes obstáculos que impone el bloqueo. Es lo que quiero significar cuando digo que no somos dogmáticos, sino que con mucho sentido común y con mucho realismo analizamos cada uno de estos problemas. Y en cuanto a las cosas nuestras internas también, no hay dogmatismo, puede haber alguna fórmula. Sabemos bien bien qué no se puede hacer; sabemos bien, porque ya tuvimos experiencia de cosas que se copiaron por ahí, pero puede haber cosas que resulten útiles.

Ahora entramos, por ejemplo, en la era de la bicicleta —como decimos nosotros—, van a ensamblar cientos de miles este año y después tendremos millones de bicicletas. A lo mejor podemos buscar alguna fórmula de darles alguna participación a personas que trabajen en el servicio a las bicicletas —les pongo un ejemplo— si nos sobra gente. No están excluidas dentro de nuestros principios y dentro de nuestra política cosas de esa índole, porque el período especial puede obligarnos, ya que podemos tener excedente de personal; no como pasaba otras veces, que el obrero de la construcción faltaba de un hospital que construía o una importante fábrica, lo contrató un merolico, salió corriendo para allá, se robó un poco de materiales, le dieron un montón de dinero. Eso fue lo que sacamos con los permisos indiscriminados e irresponsables que se concedieron en muchos lugares; debemos saber en qué esfera, en qué área es posible. Y eso, incluso, cuando tomamos medidas rectificadoras lo analizamos y tomamos decisiones, en qué caso se podía hacer una cosa, en qué caso se podía hacer otra y en qué caso no se podían adoptar medidas de ese tipo.

Les cito algo interno como ejemplo. De modo que nosotros en este período especial y en estas circunstancias, como verdadero proceso revolucionario, debemos tener muy claro cuáles son los objetivos, cuáles son las normas, cuáles son los principios, qué puede hacerse y qué no puede hacerse. Creo que nuestra Revolución cuenta con suficiente madurez para todo eso.

Eso es lo que quiero decir, que no seremos dogmáticos, y no somos dogmáticos porque tenemos capacidad de analizar cada cosa en concreto que le convenga al país, y que no choque con los principios y los objetivos del socialismo.

Tenemos que ser más inteligentes y más capaces que nunca, tal como lo exigen las circunstancias, pero es muy bueno que en este 19 de Abril les digamos a los imperialistas cómo pensamos, ¡y que no sueñen ni con la más mínima concesión de principio por parte de la Revolución Cubana, porque defenderemos con la misma decisión desde el primero hasta el último principio! (aplausos.)

Usted no puede abrir agujeros en la ideología ni puede estar creyendo en cuentos de camino, ni que nos vengan a hablar de democracia burguesa, de una democracia burguesa donde a veces no vota ni el 20% de la gente —en la nuestra vota más del 90%.

No hay país en el mundo en que el pueblo tenga la participación en los destinos de su vida como en el nuestro. No hay régimen más democrático que el socialista. Es que no puede existir sin el pueblo, sin la activa participación del pueblo y sin la defensa del pueblo. ¿Puede haber un sistema más democrático que aquel por el cual los hombres y las mujeres del pueblo estén dispuestos a dar su sangre? ¿Quién defendería a esta Revolución frente al monstruo imperialista, si no el pueblo? Y el pueblo armado, los trabajadores, los campesinos y los estudiantes que, por cierto, merecerían hoy un reconocimiento especial ellos y los jóvenes, por las brillantes batallas revolucionarias y las actividades que han estado desarrollando en los últimos tiempos (Aplausos).

¿Cómo podría existir la Revolución en Cuba sin la participación armada del pueblo? Porque además de nuestros mecanismos democráticos y electorales, tenemos un pueblo armado. Que armen por ahí a los pueblos; que el imperialismo les dé la recetica esa, no la de privatizar los parques, sino que les entreguen armas a los obreros, campesinos y estudiantes, para ver cuánto dura ese capitalismo de pacotilla que hay en muchos países del Tercer Mundo.

De modo que no nos dejaremos engatusar, ni engañar, ni confundir por la palabrería y la politiquería imperialista y reaccionaria. Somos suficientemente adultos y suficientemente maduros para saber lo que tenemos que hacer.

Hoy hemos tenido aquí el privilegio de ver a numerosas madres de combatientes revolucionarios caídos en aquellos días gloriosos de abril de 1961; hemos tenido el privilegio de escuchar a algunas de ellas, que han querido expresar sus sentimientos revolucionarios con toda la autoridad moral que les da el haber contribuido con la vida preciosa de sus hijos a la patria. Muchas madres hay como ellas a lo largo y ancho del país, desde aquellas que vieron caer a sus hijos en el Moncada, o en el Granma, o en la Sierra Maestra, o en el Escambray, o en misiones internacionalistas, en tantas tareas heroicas de la Revolución. Espiritualmente están aquí también la madre de los Maceo, la madre de Martí, las madres de los que iniciaron las guerras de independencia, las madres de los de Baraguá, las tenemos en nuestras memorias, en nuestros corazones. Están aquí con nosotros, cumplieron su deber, sus hijos lo dieron todo por la patria, lo dieron todo por la independencia del país, por la dignidad de la nación, por la Revolución, por el socialismo, porque hoy Revolución es socialismo, y solo puede ser socialismo.

¿Qué podemos decirles a todas al conmemorar esta gloriosa fecha? En muy breves palabras, una idea esencial: ¡Seremos fieles a los que cayeron defendiendo las glorias de la patria, los intereses de la patria! ¡Sabremos ser como ellos y sabremos morir como ellos, defendiendo a la Revolución y a la patria!

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación.)

 

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