Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a los participantes en el Encuentro Sindical Latinoamericano por los Derechos y Libertades de los Trabajadores frente al neoliberalismo, en el palacio de la Revolución el 9 de noviembre de 1991

Fecha: 

09/11/1991

Queridas amigas y queridos amigos:

Nosotros en estas recepciones no acostumbramos a tener actos públicos, mucho menos discursos, y pienso que si de algo deben estar ustedes cansados en estos días es de discursos, ¿no es verdad? (RISAS) Por eso dije: De todas maneras quiero reunirme con los participantes de este evento, pero no he tenido tiempo de nada. Seguí lo más cerca posible las discusiones de ustedes, los temas, pero a toda velocidad, porque en estos días se nos han unido una gran cantidad de actividades en el país. Y dije: De todas formas vamos a tener un encuentro, una recepción. ¿Pero qué es una recepción? En período especial las recepciones son muy cuidadosas, ¿no? En épocas normales ponen camarones, langostas y no sé cuántas cosas más, pero todo eso es de exportación; ahora se hacen las cosas más modestas y, bueno, su tamalito que se hace con maíz, siempre hay algunas cosas; se puede comer lo que hay ahí, seguro que es mejor que lo que Ross les dio, porque tienen por aquí más recursos (RISAS).

Es una modesta recepción para ustedes y el encuentro, algunas palabras, pero digo: ¿De qué voy a hablar, de lo mismo que ustedes han discutido todos estos días? Creo que han hablado mucho del neoliberalismo (RISAS), ¿es de eso de lo que vamos a hablar ahora aquí? (RISAS.)

Pregunté si había materiales, si había alguna declaración, si había algún tema, y me dijeron: Sí, hay 10 páginas. Digo:

¿Diez páginas ahora? ¿Dónde están las diez páginas? De modo que no he tenido ni siquiera el privilegio de ver las conclusiones que ustedes han sacado de la reunión; sin embargo, todo el mundo me ha dicho que ha sido muy buena, excelente, que las discusiones y los análisis han sido serios y profundos. Me han dicho, además, que el grupo es muy representativo, de diversas corrientes, tendencias, ideas dentro del movimiento obrero; pero sobre todo me dijeron que habían tenido una actitud muy amistosa y muy solidaria con Cuba. Hay que decir que, realmente, eso no tengo palabras con qué agradecérselo y que nos conmueve en estos tiempos difíciles que estamos viviendo, en que tan necesaria es la solidaridad. Por eso les dejo a ustedes el análisis teórico de todos estos problemas.

Dicen que Osvaldito dio una gran conferencia sobre problemas de neoliberalismo, pero no he tenido ni siquiera el chance de ver la conferencia de Osvaldito a ver qué dijo, ¿y si me pongo a decir algunas cosas que ya Osvaldito dijo? Seguro que les contó la historia de todo lo que está pasando en Estados Unidos, con el problema de excesos de gastos, déficit como inversionista en el mundo, baja tasa de ahorro, altísimos repartos de intereses, consumismo en vez de desarrollo; todas esas cosas seguramente se las dijo ya Osvaldo, entre otros muchos problemas y calamidades de los cuales debe haberles hablado en la conferencia.

De la situación social en América Latina y en el mundo no solo habló él, dicen que hablaron ustedes y que contaron cosas tremendas de la situación en que están viviendo ahora nuestros hermanos latinoamericanos.

A nosotros nos llegan noticias de que se cierran escuelas, se cierran hospitales, que hay millones de desempleados, decenas de millones de niños andan sin hogar, desnutrición, muchas cosas.

Como decía que de esos temas ustedes discutieron, lo más que puedo hacer es expresarles que en nuestro país estamos librando una batalla dura, difícil frente a la situación en que nos han dejado —no voy a decir en que hemos quedado, porque no somos nosotros los culpables de todas estas cosas que han pasado— con toda esta gracia que nos han hecho nuestros amigos del llamado campo socialista, es que ya ni se puede llamar campo socialista; con el derrumbamiento del campo socialista. Pero a mi no me gusta mucho llamar a eso derrumbamiento, porque me parece que las cosas que se derrumban son las cosas sólidas: un castillo feudal se derrumbó, una montaña se derrumbó; por eso, en vez de emplear la palabra derrumbamiento, empleo la palabra desmerengamiento (RISAS).

El merengue, como ustedes saben, se hace con clara de huevo, que puede ser de gallina, más espeso, menos espeso; todos tenemos algo de cocineros y alguna vez hemos hecho aunque sea un huevo frito, o un merengue, o hemos batido algo.

Decía recientemente que lo que ocurrió allí es un desmerengamiento de clara de huevo de golondrinas (RISAS). Emplee esa palabra para que sea una palabra fina. No podemos decir que se ha producido un desmerengamiento de clara de huevo de águilas; pero pienso también que es un desmerangamiento coyuntural, han batido mal la clara.

Todo el que alguna vez quiso hacer un merengue, hasta incluso, por ejemplo, una mayonesa, que se puede hacer a mano, sabe que esto puede suceder. Cuando yo estuve mi tiempo allá recluido en aquel "magnífico sanatorio" que es la prisión, en aquel el magnífico lugar de descanso", de vez en cuando batía, hacía cosas, hasta mayonesa; pero a veces se me confundían las cosas, y el aceite hay que echarlo poco a poco, si vas muy rápido se te corta, como dicen; si le echas el vinagre demasiado rápido se te corta o se licúa, pero a veces le echabas un poco de sal y mejorabas la cosa. Todavía me acuerdo de las técnicas con las cuales me defendí allí en aquellos tiempos; pero en esta época hay gente que no ha sabido ni cómo defenderse, ni cómo se les echa un poco de sal a las cosas para que no se vuelvan agua.

Sin embargo, digo que esta situación es coyuntural. Los enemigos del progreso, los enemigos del socialismo creen que esto se acabó ya para siempre, y entonces después de esto, ¿qué viene? Y con el perdón de cualquiera que pueda tener alguna opinión diferente, después de esta basura del capitalismo, ¿qué viene? Y digo basura para emplear una palabra decente, porque también siempre tiene uno que estar empleando palabras decentes (RISAS).

¿Qué futuro nos espera a nosotros, después que hemos conocido de siglos de historia de coloniaje, de neocoloniaje cuando creíamos que el coloniaje se había acabado, de exterminio de pueblos completos, como fue la llamada colonización en este hemisferio y en otras partes? En algunos lugares no quedaron nada más que las rubias, como esta compañerita que está allí (RISAS).

Algunas de ustedes quedaron, las más trigueñas, las más mezcladas, porque tuvimos nosotros los latinoamericanos unos colonialistas que por lo menos se mezclaron con los indios y con los negros, y salió una gente bastante buena, no voy a decir que no (RISAS). Realmente siento un orgullo cuando pienso en los pueblos latinoamericanos y caribeños, porque somos una buena mezcla y lo hemos demostrado en muchas cosas, aunque todavía nos faltan cosas por mostrar. Pero eso fue el colonialismo, el subdesarrollo, la pobreza. Cuántos crímenes se cometieron durante siglos, cuántos abusos, cuántas explotaciones, y cuánto hemos luchado contra ese dominio, contra esa explotación; cuánto lucharon nuestros antecesores desde hace casi 200 años.

Es que cuando empezaron las guerras de independencia —desde antes, incluso, de 1810, en que comenzó el movimiento de independencia en Venezuela, no la declaración de la independencia—, en Haití mucho antes ya se sublevaron los esclavos y se liberaron de los colonizadores. Hace casi 200 años de lucha por la independencia, por la unidad, por la integración de nuestros pueblos.

Logramos mucho, no hay duda. La historia de las luchas de nuestros pueblos por su independencia, tanto de América Latina como de Cuba, es una de las historias más maravillosas que puedan conocerse; sin embargo, al cabo de los 200 años no hemos logrado la unidad por la cual lucharon aquellos hombres.

Hubo quienes lucharon por la unidad y la integración de América Latina cuando no había trenes, cuando no había carreteras, cuando no había aviones, cuando no había barcos; bueno, sí, los barcos de vela. Se tardaba como seis meses en llegar un mensaje de Caracas a Lima. Ahora tenemos teléfono, telefax, televisión, radio; ya los tipos hablan de aquí a Buenos Aires e incluso si quieren se pueden ver las caras. Las transnacionales esas de las comunicaciones tienen tecnología para todo eso. Pero, ¿cuántas decenas de miles de kilómetros caminaron nuestros antepasados, caminó Bolívar, caminó Sucre, caminó San Martín, caminó O'Higgins? Decenas de miles de kilómetros, y entonces luchaban ya por la unidad, luchaban ya por la integración.

Esos son como los amores de que nos hablan las novelas históricas de Goehte o de Jorge Isaacs, los clásicos del romanticismo, o las novelas de Cervantes, que también hablaba mucho de amor, y de unos amores eternos; pero fíjense si querían la unidad o la comprendían como un destino de nuestros pueblos, que desde entonces lucharon por estos objetivos; la unidad que nosotros no hemos sido todavía capaces de lograr.

Ahora se habla de eso, se habla bastante, está de moda: unidad, integración.

Hay que hablar de integración económica, pero hay que ir más lejos, hay que hablar de integración política, unidad económica, unidad política, ¿o cuál es el destino, que nos vuelvan a descubrir ahora como hace cinco siglos?; porque hay gente que quieren descubrirnos otra vez.

Yo decía que los indios de ahora somos mucho más productivos, será porque tenemos buldóceres, excavadoras, grandes grúas. No todo el mundo produce el oro como allá en Brasil, en esos yacimientos grandes en que los hombres a mano sacan la tierra o la arena mezclada con oro y la suben al hombro por unos precipicios y la llevan a lavar al río. No es que estuviera de visita allí, pero tuve la oportunidad de ver un documental realizado por uno de los más ilustres defensores del medio ambiente, Cousteau, un francés, y yo veía aquellos hombres, miles de hombres cargando sacos de arena al hombro, mezclada con oro.

Pero no todo se produce así; hay en América Latina muchas industrias con cierto nivel moderno, tecnologías, un cierto número de tornos automáticos, muchos hombres trabajan con camiones, con tractores, con buldóceres, con grúas. Luego, los indios de ahora tenemos más productividad que los indios que encontró Colón, ¿está claro para ustedes los representantes de los trabajadores?

¿Saben lo que eso significa? Que todo el oro que durante 300 años sacaron los españoles, vale menos —fíjense—, ¡vale menos!, que todo el oro neto que sale de América Latina hoy cada año: 20 000 millones, 22 000 millones, 25 000 millones de salida neta de capital, neta. Si usted cambia eso por oro y al precio que tiene el oro ahora, que es de más de 300 dólares la onza, lo que sale de capital neto de América Latina, lo que sale de nuestro sudor y de nuestra sangre, lo que sale de nuestras costillas cada año, es más que todo lo que salió para Europa en oro durante tres siglos. Somos más los indios y somos más productivos los indios.

¿Para quiénes somos más y para quiénes somos más productivos? ¿Para quiénes sacamos más oro? Para los países capitalistas desarrollados y para los que sin ser capitalistas aspiran a participar en el reparto del botín, estos que ahora cambiaron de casaca y han dicho que van a buscar la economía de mercado. La economía de mercado es saquearnos, vendernos caro cualquier cacharro y comprar barato lo que nosotros producimos: si es hierro, hierro; si es café, café; si es cacao, cacao; si es banano, banano; si es fibra, fibra; si es caucho, caucho, o cualquier cosa que produzcamos, porque a veces hacemos zapatos, y bonitos, pero si competimos con alguna fabriquita de Estados Unidos y otros países y se pone disgustado cualquier empresario por allá, dice: "Oiga, cuota para los zapatos. Colombianos, aguanten el tejido, es mucho. Brasileños, aguanten el calzado, es mucho." Cuando dejamos de producir café y cacao, ya no voy a decir otras producciones que se elaboran allá, porque había, por ejemplo, un producto que se llamaba marihuana, que decían que lo producían los latinoamericanos y ahora lo producen en los invernaderos, en Estados Unidos, en cantidades enormes; pues se dice que la producción de marihuana en Estados Unidos vale más que la producción de maíz, y Estados Unidos es el principal productor de maíz del mundo.

Nosotros producimos cosas baratas, alimentos baratos, materias primas baratas o fuerza de trabajo barata. Cuando hacen falta domésticos, cuando hacen falta criados en Estados Unidos, ¿a quién contratan, a una graduada de Harvard, de Princeton —mi inglés está tan mal, me perdonan, que ni me acuerdo de cómo se llama ese lugar—, de Washington, de Los Angeles? ¡Ah!, es de Santo Domingo, es de Haití, es de México, es de América Latina, para hacer los trabajos domésticos, porque para eso no tienen gente; para que hagamos las cosas más duras, más baratas y nos pagan con cualquier cosa, a veces, incluso, con una sonrisa, y algunos no nos pagan ni siquiera con una sonrisa, porque si la señora está disgustada nos pone mala cara desde por la mañana. Para eso nos quieren; eso es lo que hemos aprendido, eso es lo que hemos conocido. ¿Ese es el mundo que nos prometen para el futuro, el mundo de esos siglos que han pasado, el mundo de este presente que estamos viviendo?

Aquí, entre los del Tercer Mundo, no puede haber déficit presupuestario; a cualquier país de América Latina con déficit presupuestario no le dan crédito, no le dan nada, el Banco Mundial, el Fondo Monetario dicen: "No, no, a reducir el déficit." "¿Cómo?" "Manden a los maestros para la calle, cierren las escuelas, cierren los hospitales, cierren las fábricas, privatícenlo y entréguenlo todo, si no no les damos un centavo." ¡Ah!, pero Estados Unidos sí puede tener déficit presupuestario de 100 000 millones, de 150 000, de 200 000, de lo que le dé la gana.

A los latinos les dicen: "Oiganme, déficit comerciales no, compren menos y vendan más para que paguen la deuda. Oigan, señores indios de nuestra época, a vender más y a comprar menos para que me paguen rentas, utilidades, intereses." Estados Unidos sí; Estados Unidos puede tener un déficit comercial de 150 000 ó 200 000 millones. Y me equivoqué ahorita cuando hablé de déficit presupuestario; el déficit presupuestario en el próximo año fiscal, en este que transcurre en Estados Unidos, puede alcanzar 300 000 millones y el déficit comercial es de más de 100 000 millones. Ellos sí, nosotros no.

La deuda interna del gobierno de Estados Unidos es de 10 millones de millones: una parte como deuda externa y otra parte como deuda interna. Ellos sí, nosotros no, porque para eso está el gendarme del Fondo Monetario y del Banco Mundial para decir lo que no podemos hacer nosotros y que hacen ellos. Así lanzan a decenas de millones de gente a la calle, al desempleo, al hambre.

¿Ese es el mundo que nos quieren ofrecer? ¿Y a nosotros también nos van a ofrecer ese mundo, nos lo van a regalar y lo vamos a recibir además con aplausos? ¿Qué piensan ustedes? ¿No les parece una cosa extraña? Al capitalismo le han cambiado el nombre ahora, le llaman economía de mercado, de no sé qué cosa; parece que el nombre no es muy simpático y le han puesto otro. Esa es la realidad que estamos viviendo, ese es el desafío que tiene Cuba.

Hay los que creyeron que si los demás se desmerengaban, Cuba también, no pensaban tal vez que estaremos hechos de otras claras, de otros huevos (RISAS Y APLAUSOS). Y no estoy queriendo emplear ningún simbolismo (RISAS), me refiero al simbolismo de la clara con la que se hace el merengue; pero pudiera ser de huevo de dragones, de algún animal mitológico, con el cual se podía hacer un merengue fuerte, que no se desmerengara fácilmente, no se derrumbara; o a lo mejor no estamos hechos de merengue, a lo mejor estamos hechos de acero y de acero duro, de aceros especiales y no nos derrumbamos tan fácilmente, ¿comprenden?

La gran esperanza del imperio es que Cuba se derrumbe ahora, que tiene que sufrir un doble bloqueo: el bloqueo yanki que tiene más de 30 años y el bloqueo involuntario de nuestros antiguos amigos, el bloqueo involuntario de los soviéticos, porque no es que no quieran, sabemos que hicieron todo lo posible por cumplir los compromisos comerciales, de intercambio, por no afectar a Cuba; pero está el caos y la desorganización creada y no les resulta posible cumplir con ningún acto de buena voluntad; de modo que si hace 30 años nuestras fábricas, nuestras locomotoras, nuestros tractores y nuestros camiones se pararon porque no tenían piezas, hoy las locomotoras, camiones, tractores, máquinas, tornos y fábricas nuestros están sin piezas también; muchas industrias nuestras están sin materias primas y el combustible que recibimos cada mes desciende. Por eso hemos tenido que declarar el período especial en época de paz; planes que habíamos concebido en época de guerra, de bloqueo total, hemos tenido que estar aplicándolos en la paz.

¿Ustedes saben lo que es que se derrumben en unos meses las bases sobre las cuales se ha estado construyendo la economía, todo el comercio, y todos los programas de desarrollo económico y social que se hicieron durante 30 años? Esto puede dar la medida del esfuerzo que tiene que hacer nuestro país hoy para enfrentar estas excepcionales circunstancias. Y nuestro país no es un continente, es una pequeña isla rodeada de agua por todas partes, muy bien; pero rodeada de capitalismo por todas partes también, y con el vecino del Norte ahí, con un país que debiera estar en la Antártida, situado ahí a unos kilómetros de nuestras costas; porque también pudo estar Estados Unidos en la Antártida. Sin embargo, ni estando en la Antártida, porque países que están a 10 000, a 15 000, a 20 000 kilómetros, como Viet Nam, tuvieron que sufrir los bombardeos, las agresiones, las guerras de Estados Unidos. Países situados en cualquier parte del mundo tienen que sufrir las agresiones de ese imperio.

Ahora, nosotros estamos cerquita, incluso, tenemos hasta una base yanki en nuestra patria contra nuestra voluntad. ¿Dónde se ha visto eso en el mundo, que un país pueda tener una base en el territorio de otro si el país no quiere? Si Grecia no quiere, discute y se van. Si España no quiere, discute y se van. Si Filipinas no quiere, discute y se van. ¡Ah!, pero en Cuba no, en Cuba les da la gana de quedarse violando todas las leyes internacionales. De modo que comprenderán ustedes las circunstancias que nosotros tenemos que enfrentar, este desafío del poderoso vecino de este país.

No es que estemos a 90 millas, estamos a unas pulgadas, porque allí en el territorio de la Base Naval de Guantánamo están los soldados yankis, las escuadras yankis, las flotas aéreas yankis, los tanques yankis y los cañones yankis; luego le ha tocado a nuestro país un gran desafío en todos los terrenos, político, económico, militar, moral, ideológico; porque también el desmerengamiento produjo un debilitamiento del movimiento democrático y progresista en todo el mundo, y el desaliento en mucha gente progresista que quería cambios sociales.

Hemos tenido que enfrentarnos a todos esos problemas, pero estamos aquí, ¿no es cierto? Y ustedes están aquí con nosotros, reunidos con nosotros, analizando estos problemas entre todos y expresándole la solidaridad a la pequeña Cuba. Y cuando digo pequeña, lo digo no para que nos tomen lástima; es pequeña en población, es pequeña en territorio, pero es grande en espíritu, es grande en patriotismo, es grande en sus sentimientos de libertad y de independencia, es grande en su conciencia revolucionaria, es grande en su firmeza y en su decisión de defender sus ideas a cualquier costo. Eso somos, pequeñísimos en todo, ¡pero grandes en lo que hace falta ser grande en estos tiempos!

Por eso les digo que ustedes no serán defraudados jamás en la simpatía que puedan haber puesto en nuestro pueblo, en la confianza que puedan haber puesto en Cuba.

Cuba lucha hoy tenazmente utilizando sus recursos, su experiencia, utilizando el talento que ha creado y ha acumulado en estos años, porque la riqueza más grande que tenemos en estos momentos no es petróleo, no es oro; nosotros ni siquiera tenemos esas minas de oro mezclado con arena que se pueda cargar al hombro, pero hemos creado una gran riqueza: el talento de nuestro pueblo, su instrucción, sus conocimientos, sus, científicos. Todo eso se vuelve hoy nuestra arma principal en esta lucha por la supervivencia.

Pronto habrá un foro de racionalizadores e innovadores y hay presentados 35 000 trabajos. Vean el esfuerzo de cientos de miles de obreros calificados, técnicos, ingenieros, especialistas, científicos, que han sido capaces de elaborar en unos meses 35 000 trabajos para encontrar soluciones a diversos problemas. En el talento de nuestro pueblo tenemos hoy el recurso principal para avanzar en muchos campos.

En algunas áreas nos estamos poniendo a la vanguardia del mundo; en algunos campos, como en la medicina, avanzamos extraordinariamente, en la biotecnología, en la industria farmacéutica.

Tenemos que acudir a estos recursos. Desde luego, la prioridad fundamental la tienen el programa alimentario y la aplicación de la ciencia para producir alimentos en condiciones en que tenemos menos pienso que nunca, o no tenemos pienso, en que no tenemos fertilizantes; cómo acudir, a través de las ciencias, a bacterias que produzcan fertilizantes, a microorganismos que ayuden a la asimilación de esos nutrientes que están en el suelo, a variedades nuevas que resistan plagas, que sean más productivas, que resistan calor, que resistan humedad. Toda la ciencia en función de aquello que nos ayude a incrementar la producción de alimentos, porque en el período especial lo número uno es la producción de alimentos, cuando hemos dejado de recibir tantos alimentos que intercambiábamos todos los años con el campo socialista, a precio justo, no a los precios esos que tiene el azúcar en el basurero del mercado mundial, porque hay distintos precios del azúcar, y uno, el peor, es el del basurero del azúcar, el del llamado precio mundial.

Muchos países comercian el azúcar a precio por acuerdo. Nosotros habíamos creado muy buenas relaciones, habíamos eliminado el intercambio desigual en nuestras relaciones con los países socialistas y ahora todo eso se derrumbó y tiene nuestro país que buscar las soluciones a todos esos problemas para evitar, en primer lugar, el hambre.

Comprenderán ustedes que para nosotros producir alimentos ahora es mucho más importante que producir perfume. Si nos encontramos una rosa por el camino y le sacamos una gota de perfume, la recogemos y le sacamos el perfume, desde luego, no quiere decir que estemos peleados con el perfume; pero quiero decir que es más importante producir una fruta, un alimento, que cosas suntuarias, las cosas suntuarias están prácticamente eliminadas.

Estamos trabajando muchísimo en la medicina y en otros campos. El más discutido es el turismo, porque necesitamos ingresos y tenemos enormes recursos naturales para el descanso, buen clima, buenas condiciones. Constituyen un recurso el sol, el aire puro. Las aguas limpias de nuestra tierra tenemos que utilizarlas también en esta batalla por la supervivencia. Hemos tomado medidas, hemos hecho aperturas a partir del principio de que sin capital, sin tecnología y sin mercado no es posible desarrollar el país, y hemos dicho: "En ningún libro de Marx, de Engels, ni de Lenin, dijeron nunca que podía haber desarrollo sin capital, sin tecnología y sin mercado." Eso lo sabemos bien, pero a partir de una posición teórica muy correcta, muy firme y muy sólida, y desde posiciones socialistas, no para poner a este país a merced de transnacionales o propiedades transnacionales. El dueño del país será nuestro pueblo y únicamente nuestro pueblo, y el gobierno de nuestro país será el de nuestro pueblo y únicamente el de nuestro pueblo.

Desarrollaremos el país, en las circunstancias actuales más que nunca, con una indispensable cooperación, incluso, de capitales extranjeros, que sabemos bien adónde puede ir, dónde les conviene a ellos y a nosotros, qué es nuestro, y dónde no hace falta y dónde sí hace falta. Claro que les damos todas las seguridades que las circunstancias exigen; ganan ellos y ganamos nosotros. Ahora que se desmerengaron aquellos, usted no puede ni esperar un tornillo a crédito.

Les explico esto para que ustedes, los trabajadores, entiendan que no nos apartamos de la doctrina ni de los principios del socialismo; que con un sentido práctico, pero con profundas convicciones revolucionarias, aceptamos la imprescindible colaboración, en estas condiciones, de capitales extranjeros. No hablo de capitales nacionales, porque capitales nacionales no hay; o sí los hay, nosotros somos el gran capital nacional, pero es nacional, no es privado. Nuestros centros de investigaciones no son privados, son nacionales, son del Estado; nuestras principales industrias, nuestros principales servicios, nuestra agricultura en lo más esencial no son propiedad privada de nadie, son de todo el pueblo, y el pueblo seguirá siendo propietario de esos recursos.

Ahora, el desarrollo de esa economía y de esos recursos requiere de capitales de los cuales no somos propietarios; algún capital tenemos y sabemos bien en qué lo invertimos centavo a centavo, porque cada cual conoce bien su casa, qué falta en casa y en qué hay que invertir cada centavito en su casa: a veces es un metro cuadrado de madera y a veces es un clavo; a veces hay que comprar una taza para café o un molino para moler el café, si hay café, ¿comprenden? Eso lo sabemos nosotros muy bien, y estamos utilizando la inteligencia, la estrategia adecuada, los recursos adecuados para ganar esta batalla que le parece tan imposible a tanta gente.

Dicen: "¿Y podrá Cuba resistir?" Les decimos que si, que puede resistir. Dicen: "¿Aunque falte todo el petróleo?" Sí, aunque falte todo el petróleo.

Les recuerdo a mis compatriotas que cuando empezamos la lucha de independencia, en 1868, no había petróleo ni electricidad; cuando continuamos nuestra lucha de independencia en 1895, no había petróleo ni electricidad; y cuando Bolívar y la Asamblea de Caracas declararon la independencia de América Latina, en 1812, y cuando recorrieron el continente en busca de la libertad y de la unidad, de la independencia de nuestros pueblos, no había petróleo ni electricidad. Por eso hemos dicho eso, hasta si faltaran el petróleo y la electricidad. Tal vez tendríamos que reunirnos a la luz de la luna cualquier día, de una luna clara y llena.

Decimos que sí, que estamos dispuestos a resistir en cualquier circunstancia. Además, tenemos recursos, nuestro país exporta alimento para 40 millones de personas, nuestro país exporta calorías para 40 millones de personas en el mundo, casi 8 millones de toneladas de azúcar, que no es gasolina, que es alimento y un alimento rico en calorías. De modo que somos productores importantes de alimentos. Nuestra agricultura produce, y no solo produce una parte importante de los alimentos de nuestra población, sino para alimentar a 40 millones de personas en el mundo.

Buscaremos. Tenemos nuestros centrales, tenemos nuestras industrias; estamos domesticando bueyes, estamos haciendo todo lo que haya que hacer, ¿entienden? No nos asusta tener que volver a cualquier época anterior, porque si tenemos que retroceder coyunturalmente es para avanzar después mucho más, para ser después mucho más libres, mucho más independientes, no solo en lo político, sino también en lo económico, y para ser mucho más eficientes.

Eso es lo que están haciendo hoy sus amigos cubanos, y esos amigos fieles que somos los cubanos no traicionarán jamás la justa causa del progreso, de la justicia social, de la Revolución. Esos amigos cubanos sabrán cumplir su propósito de salvar la patria, salvar la Revolución y salvar el socialismo, con el estímulo adicional hoy de saber que si nosotros perdemos esta batalla, todos los trabajadores de América Latina la van a perder, todas las causas justas y progresistas de América Latina la van a perder.

Hoy sabemos que luchamos no solo por nosotros, sino también por ustedes. Por eso para nosotros tiene tanto estímulo el reconocimiento, la amistad, la solidaridad que ustedes han expresado, porque sabemos que, sin buscarlo ni pretenderlo, nuestro país se ha convertido hoy en un símbolo de la resistencia frente al imperio poderoso en el mundo unipolar. Y digo que no hay mundo unipolar, porque por lo menos hay un pedazo de tierra, y no es el único, donde los yankis no mandan y donde los yankis no mandarán (APLAUSOS). Y si un día lo intentan, tendrá que ser sobre nuestras cenizas, sobre nuestros huesos, sobre nuestra sangre.

Es imposible liquidar un pueblo ni siquiera con esas armas inteligentes, sofisticadas, porque más inteligentes que las armas siempre serán los hombres, más inteligentes que las armas siempre serán los patriotas, más inteligentes que las armas siempre serán los revolucionarios. Por eso, con todo respeto a los que tengan otras concepciones políticas, permítanme aquí reafirmar ante ustedes nuestras consignas de:

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(APLAUSOS.)

VERSIONES TAQUIGRÁFICAS - CONSEJO DE ESTADO