Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en tribuna abierta de la Revolución por el 49 aniversario de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, efectuada en la Plaza de la Revolución "Abel Santamaría Cuadrado", en Ciego de Avila, el 26 de julio de 2002

Fecha: 

26/07/2002
Compatriotas:

La historia ha probado que nada ha podido derrotar a nuestro pueblo en sus nobles afanes de lucha, y que las armas físicas no son más poderosas que las ideas.

Gómez y Maceo, su tenacidad y su heroísmo, cabalgan hoy jinetes invictos por nuestros campos; Céspedes y Agramonte llevan consigo la constitución y la justicia por la cual derramaron su sangre en la república soberana y libre que proclamaron en 1868. Reina el pensamiento de Martí en el pueblo de trabajadores que somos hoy, y nada pudo tampoco impedir que del espíritu proletario de un país que fue construido durante siglos con sangre y sudor de esclavos y obreros, brotaran con fuerza inextinguible y para siempre el ansia más plena de libertad y toda la justicia que demandó nuestro Héroe Nacional: el socialismo.

Lo que hoy somos lo hemos sabido defender con honor y con un espíritu de humanidad y justicia que, como fuego eterno, es ya inapagable.

¡Gloria en especial, este 26 de Julio, a los que un día como hoy, hace 49 años, derramaron su sangre y entregaron sus vidas para iniciar de nuevo, con siempre creciente conciencia, el camino que aquellos emprendieron!

¡Gloria al pueblo que, educado en ideas justas y tradiciones heroicas, las ha mantenido hasta hoy, las mantendrá mañana y hasta la victoria siempre!

¿Qué somos y qué seremos sino una sola historia, una sola idea, una sola voluntad para todos los tiempos?

Ciego de Ávila y Morón, ayer trocha con la que el enemigo pretendió dividir Oriente de Occidente, ¿qué son este 26 de julio? Vía indestructible que une el pensamiento, el heroísmo y la voluntad de lucha del baluarte inextingible con cuya independencia Martí quiso impedir e impidió que el vecino poderoso y expansionista del norte se extendiera por las Antillas y cayera, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.

Avileños y demás compatriotas de la antigua provincia de Camagüey: sin el recuerdo de los sacrificios de ustedes ayer, serían imposibles nuestros sueños de hoy.

Hace apenas doce años, muchos en el mundo esperaban ver derrumbarse el último Estado socialista de Occidente: Cuba. No ha pasado mucho tiempo y hoy, en cambio, no pocos en el planeta esperamos ver cómo el mundo capitalista desarrollado, con Estados Unidos al frente, sale del colosal y caótico desorden económico en que está envuelto. Los que tanto hablaron ayer del fin de la historia, podrían preguntarse si acaso esta profunda crisis no significa el principio del fin del sistema político, económico y social que representan.

Ser conscientes del desastre que padece tal sistema no significa, sin embargo, ser obligadamente irreal, padecer exceso de optimismo o ver espejismos en medio de lo que todavía es un árido desierto.

Los hombres que de alguna forma previeron un fragmento del futuro, como regla, veían la desaparición de las tragedias de su época mucho más cercana y próxima. Sin embargo, habría que ser verdaderamente ciegos para no comprender que el orden mundial bárbaro y cruel que hoy sufre la humanidad no podría prolongarse demasiado tiempo.

La historia ha demostrado que de las crisis profundas de cualquier sistema dominante han surgido siempre nuevas épocas.

El siglo XXI no será como la recién concluida centuria. En ella la población humana creció cuatro veces más de lo que había crecido en cientos de miles de años, durante los cuales el hombre erraba vagabundo por los bosques, arboledas, ríos y lagunas de la Tierra, buscando el sustento en algunos de los oscuros rincones del planeta, hoy amenazados por ataques preventivos y sorpresivos. ¡Hasta envidia podría uno sentir hoy de aquellos nobles predecesores bárbaros!

Cuando Marx escribió El Manifiesto Comunista en 1848, parecía que el límite casi único al manantial inagotable de riquezas que haría posible la existencia de un régimen social verdaderamente justo y digno de los seres humanos, era el sistema capitalista explotador y despiadado nacido de la Revolución burguesa. Ni siquiera su genio maravilloso fue capaz de imaginar cuánto daño traería todavía el capitalismo a la humanidad.

Lenin descubre y analiza su fase imperialista.

Hoy, casi cien años después, la humanidad sufre los horrores de su globalización neoliberal.

Con cada una de estas etapas con las que agota su existencia, han surgido nuevos y enormes desafíos.

Hace apenas 30 años, muy pocas personas en el mundo mencionaban el medio ambiente. Los conceptos o temas relacionados con la destrucción de los bosques, la erosión y salinización de los suelos, los cambios de clima, la capa de ozono en desaparición, enormes masas de hielo derritiéndose, ciudades y naciones enteras condenadas a desaparecer fatalmente bajo el nivel del mar, aire y aguas contaminados, mares sobreexplotados, parecían inventos de científicos catastrofistas y no palpables realidades.

¿Qué sentido tiene para la inmensa mayoría de la humanidad los avances espectaculares de la ciencia, los vuelos espaciales, la posible colonización de Marte y cosas por el estilo? ¿Qué les prometen a los miles de millones de seres humanos hambrientos, enfermos, analfabetos totales o funcionales que pueblan el planeta?

¿Qué les dice la supuesta existencia de la Organización de Naciones Unidas y la Asamblea General, cuando no existe más que un Consejo de Seguridad en el que cinco países poseen derecho al veto, y la tiranía real en todos los temas es de la superpotencia hegemónica y dominante?

¿Cómo explicarles los doscientos millones de niños que trabajan para vivir, otros que son vendidos en los mercados del placer, o mueren por millones cada año aun cuando pudieran ser salvados al costo de solo unos centavos por cada niño?

¿De qué podemos sentirnos orgullosos?

¿A qué clase de humanidad pertenecemos?

Hágase conciencia de estas realidades. Trasmitamos el sencillo mensaje de la verdad a los miles de millones de personas que de una u otra forma lo viven y lo pueden percibir, y no habrá armas sofisticadas ni mecanismos de engaños y mentiras capaces de aplastar la conciencia de nuestra especie.

Egoísmo, ambición, odio, envidia, rivalidades, los peores instintos se siembran por doquier. De la educación, que es lo que convierte a los recién nacidos en seres humanos, y de un mínimo de cultura política a jóvenes y adultos que los haría capaces de comprender las realidades del mundo, es de lo que más carece la inmensa mayoría del planeta.

Quizás, de todos los males creados por el capitalismo desarrollado, ninguno sea tan funesto como los patrones de vida y hábitos consumistas, tan irreales como inalcanzables, que la publicidad comercial inculca todos los días del año y todas las horas del día a la población mundial, al costo de un millón de millones de dólares cada año. Invertida la mitad en crear valores y educar racionalmente a los pueblos, cambiaría la faz del planeta.

No se educa a los seres humanos en un patrón de consumo y distribución realista que incluya la infinita riqueza cultural y espiritual que, junto a la alimentación, la vivienda y otros bienes materiales esenciales, efectivamente pueden estar al alcance del hombre sin destruir la naturaleza. Se hace exactamente todo lo contrario y esto constituye una enorme tragedia.

Cuba es un modesto ejemplo de lo que podría hacerse con un mínimo de recursos.

Nuestra lucha actual adquiere especial relieve al vernos enfrentados a la hostilidad y agresiones del gobierno que constituye la suma de poderes más abrumadora que ha existido, y que carece sin embargo por completo de los valores éticos, sociales y humanitarios que una especie en peligro como la nuestra requiere para sobrevivir.

Veinte universidades norteamericanas han introducido cursos para explicar los complejos enredos que se crean con la más reciente hazaña del capitalismo neoliberal: el fraude contable.

¿Qué es el fraude contable? Un robo descarado, una estafa criminal a decenas de millones de norteamericanos que han comprado acciones de grandes empresas o han invertido en ellas cientos de miles de millones de dólares, que afecta directamente a trabajadores jubilados cuyos fondos fueron invertidos en esas aparentemente jugosas acciones.

El escándalo de los fraudes ha originado polémicas o imputaciones directas o indirectas entre los líderes políticos de Estados Unidos. El presidente Bush, en reciente discurso pronunciado en Alabama, insinuó que la culpa recaía sobre el gobierno anterior de Estados Unidos. Dijo que la economía de Estados Unidos está sufriendo la resaca que ha provocado la borrachera económica de los años 90. Sin mencionar al presidente Clinton, criticó esa cultura en la que el beneficio empresarial sin límites era lo más importante en los mercados, sin que nadie pensara en el mañana.

Los líderes demócratas, en consonancia con importantes órganos de prensa, respondieron con duras críticas directas vinculando al actual Presidente con las mismas prácticas que ahora "quiere limpiar". Mencionaron el uso de una empresa al borde de la crisis, en la que Bush, conocedor de la situación como ejecutivo, vendió sus acciones, que conservaban todavía un elevado precio, por 848.560 dólares.

En adición a esto, el líder de la mayoría demócrata del Senado pidió al organismo controlador de la Bolsa que haga pública la información de los préstamos privilegiados, a baja tasa de interés, recibidos por el Presidente cuando trabajaba como directivo en la compañía Harken Energy.

Las imputaciones se incrementan mientras "millones de inversionistas y jubilados han visto sus ahorros y pensiones reducidos en más de un millón de millones de dólares", comenta un importante órgano de prensa.

Los efectos en las bolsas de Estados Unidos y Europa han sido desastrosos en medio de la crisis del 2000, y se han hecho sentir fuertemente en la economía mundial golpeando esperanzas de leves recuperaciones en el 2002.

Más del 50 por ciento de los consumidores norteamericanos poseen activos en el mercado de valores, lo que puede afectar la recuperación económica.

El desempleo en Estados Unidos se eleva ya al 6 por ciento.

Cinco trimestres consecutivos se acumulaban a la baja en las ganancias de las empresas.

Desde marzo del 2000 hasta la fecha, los índices del valor de las acciones de Dow Jones y Nasdaq, los más importantes de la Bolsa neoyorkina, habían caído un 31,6 por ciento en el primero y 73,9 por ciento en el segundo. La Bolsa de Nueva York en las últimas dos semanas había perdido 1,4 millón de millones de dólares.

El martes 23 de julio la Bolsa de Nueva York, con motivo del fraude contable de la WorldCom, segunda empresa de comunicación mundial, se desplomó de nuevo. El miércoles 24 cierra con una relativa alza. Y ayer, jueves 25, se anuncia que doce bancos de inversión están siendo investigados por posibles relaciones con los fraudes contables. Nadie está en condiciones de saber la sorpresa que le espera al día siguiente.

Se acusa a la actual administración de haber hecho resurgir con su política económica el déficit fiscal, después de varios años de elevados superávits.

La deuda pública se eleva a 6 millones de millones, lo que equivale a 66 mil dólares la deuda per cápita de cada norteamericano.

El déficit comercial continúa incrementándose. En el 2002 puede alcanzar los 500 mil millones de dólares.

Se reduce a menos de la mitad el financiamiento externo que reciben.

De igual modo se reduce en proporción similar la inversión externa.

El dólar se ha devaluado con relación al euro y al yen.

La tasa de interés se ha reducido al nivel más bajo en 40 años, síntoma de incertidumbre e inseguridad.

Existen algunos índices económicos positivos que muy poco compensan el conjunto de los abrumadores factores desfavorables señalados.

No he dicho una palabra de lo que está ocurriendo en América Latina, en la que, por los datos que nuestro pueblo conoce, la situación económica y social es aterradora y cada vez peor.

Dado el importante peso de la economía de Estados Unidos en la del resto del mundo, incluida la de Cuba, que aparte del bloqueo recibe el daño indirecto de la crisis económica internacional, las cifras no son halagüeñas para nadie. El conjunto de problemas que se acumula en el mundo apunta objetivamente al desastre de la globalización neoliberal y la insostenibilidad de semejante orden económico.

Como Cuba es un país del Tercer Mundo, sufre también los bajos precios del azúcar y el níquel. El crecimiento sostenido del turismo durante diez años por encima del 15 por ciento anual, recibió el golpe demoledor del ataque terrorista contra las Torres Gemelas, las afectaciones de esa industria por la crisis económica mundial y los crecientes costos de los seguros de vida y el combustible. Bloqueada, además, económicamente por Estados Unidos hace más de 40 años, a pesar de ello, ahorrando y administrando los recursos con eficiencia y honradez, no tienen lugar aquí negocios turbios, saqueos de fondos públicos, lavado de dinero, tráfico de drogas u otros hechos similares. No existen niños sin escuelas. No andan descalzos ni pidiendo limosnas. Trece vacunas protegen su salud. El índice de mortalidad infantil es de los más bajos del mundo. Todos reciben atención médica inmediata y gratuita. Todos llegan al sexto grado y casi el ciento por ciento al noveno grado. Todas las opciones de estudio están hoy a su alcance. Mejoran sus alimentos. Crecen su cultura y su arte. Nuestros jóvenes tienen asegurado estudio o empleo al arribar a los 16 años. El desempleo no crece; disminuye: de 6 por ciento hace apenas dos años, terminaremos con 3,5 por ciento a fines del 2002. Disminuye visiblemente la escasez de medicamentos. Mejoran los servicios médicos y surgen otros nuevos. La población recibe protección previa y ayuda inmediata en caso de desastres; los daños se recuperan en tiempo récord. Cientos de miles de televisores se suministran por año. Se restauran y construyen escuelas. Se introducen en masa los medios audiovisuales y de computación en la educación escolar y general. Nacen programas como el de la formación masiva de trabajadores sociales, Universidad para Todos; maestros y profesores emergentes que elevan el personal docente y reducen el número de alumnos por aula. Los profesores de computación imparten esa materia desde la edad preescolar. La enseñanza universitaria se multiplica y entre otras cosas ayudamos en educación, salud y deportes, sin costo alguno, a otros países.

Son infinitas las ventajas sociales y humanas de nuestro sistema. Dejaremos atrás en muchas esferas fundamentales de la vida a muchos países industrializados, y a todos, en algunos campos como la educación y la cultura, conocimientos científicos masivos y otras esferas. No todas han sido enumeradas.

Existe unidad, cultura política, cohesión y fuerza. Nada podrá siquiera mellar nuestro brillante porvenir. En la batalla de ideas nadie podrá medir fuerzas con nuestro pueblo inteligente y cada vez más cultivado. Fuimos capaces de resistir el bloqueo por más de 40 años, incluidos once de período especial. Acabamos de librar una sólida lucha popular contra las mentiras, la infamia, la subversión política y el intento de imponer a nuestro pueblo la caprichosa voluntad de los amos del imperio más poderoso que existió jamás. Lo hemos hecho con tan impresionante fuerza y apoyo popular, que a nadie debía quedar duda de que no habrá forma posible de batir nuestra invencible voluntad de vencer o morir defendiendo nuestro socialismo como la sociedad más justa, humana y digna que pueda concebirse. Y cada minuto que pasa, la mentira, la ignorancia, la incultura, las amenazas, se estrellarán cada vez más contra el invencible espíritu de nuestro pueblo.

Hace apenas tres días la mafia terrorista de Miami, creada, amamantada, entrenada y apoyada por la administración de Estados Unidos, declaró los millones que invierte en actividades injerencistas, desestabilizadoras y terroristas contra nuestro pueblo. Una prueba más de cuán poco serias son las declaraciones, las mentiras y las supuestas políticas de una administración que promete combatir el terrorismo. Aunque solo fuese por pudor político, el gobierno de Estados Unidos debiera dejar de tolerar y apoyar al grupo extremista que tan ridículo papel le hizo desempeñar aquel 20 de mayo, que solo condujo a una mayor unidad, al fortalecimiento del espíritu revolucionario y la conciencia patriótica que el pueblo cubano pudo mostrar al mundo.

El más pequeño municipio de Cuba posee más fuerza que toda la canalla que se reunió con Bush en el centro "James L. Knight" en Miami.

Siempre he dicho —y no me arrepentiré nunca— que el pueblo norteamericano, de naturaleza idealista, por sus valores éticos y sus tradiciones de apego a la libertad, será uno de los mejores amigos del pueblo cubano cuando conozca toda la verdad sobre la lucha honesta y heroica de Cuba. Lo demostró de forma impresionante con su apoyo al regreso de Elián.

Hace apenas 72 horas la Cámara de Representantes tuvo también un gesto importante cuando, a partir de diferentes criterios y puntos de vista, frente a los chillidos y gritos histéricos del grupito mafioso de Miami, hizo caso omiso a los argumentos de los partidarios del bloqueo y el genocidio contra Cuba votando con decisión y valentía tres acuerdos que ennoblecen a esa institución. No importa si los veta el ejecutivo como ya lo anunció, ni importa si nuevos ardides y provocaciones se inventan para anularlos.

Siempre estaremos reconocidos de ese gesto. Deseo expresar la gratitud de nuestro pueblo tanto a los legisladores demócratas como a los republicanos que actuaron ese día con inteligencia, criterio propio y firmeza. Siempre estaremos al lado del pueblo norteamericano en su lucha por preservar la vida y los intereses de compatriotas suyos que puedan ser víctimas inocentes de criminales ataques terroristas.

Puedo asegurar, en esta fecha histórica para los cubanos, que deseamos la amistad sincera, respetuosa y fraternal entre los pueblos de Cuba y de Estados Unidos.

¡Viva el socialismo!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!
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