Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado con motivo de conmemorarse el Primer Aniversario de la Huelga del 9 de abril de 1959

Fecha: 

09/04/1959

Familiares de los mártires de la Revolución;

Señoras y señores:

Hace un año, un día como hoy, esta misma ciudad, estas mismas calles, estaban bajo el terror.  Desde allá desde la Sierra Maestra, donde también pasamos por el dolor de aquel 9 de abril, imaginábamos la capital de la república y a todos los pueblos de Cuba en aquella noche triste del 9 de abril, en aquella noche triste después de la derrota, en aquella noche triste que significó uno de los momentos más duros de la Revolución Cubana.  Me imaginaba estas calles, estas calles que ustedes vieron; me imaginaba aquellas perseguidoras, aquellos carros cargados de criminales, aquellas calles repletas de cadáveres, y aquel minuto de escepticismo general que sigue a las grandes derrotas.

No fue la única que hubo de sufrir la Revolución.  La Revolución tuvo muchos días tristes, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Moncada, la Revolución tuvo el fracaso del ataque al Goicuría, la Revolución tuvo el fracaso de la insurrección de Cienfuegos, del desembarco del Corynthia, del ataque al Palacio Presidencial, de la dispersión de los expedicionarios del “Granma” y de la huelga frustrada del 9 de abril.  No fue el triunfo del pueblo un triunfo fácil.  Muchas veces tuvo que sufrir nuestro pueblo la humillación de la derrota y la represión que siguió a cada una de aquellas derrotas.

Bueno es recordar también cómo se sobrepuso el pueblo a cada una de ellas, porque si bien es cierto que fueron amargas y que muchos hombres valerosos cayeron, también es cierto que nuestro pueblo se hizo un propósito y ese propósito se cumplió a pesar de todos los reveses.  Pero aquella del 9 de abril fue la más dura, y fue la más dura porque nunca había concebido el pueblo tanta esperanza como la que concibió aquel día, nunca nos hicimos tantas ilusiones como las que nos hicimos en aquella ocasión.  Puede decirse que fue el golpe más duro que sufrió la Revolución a lo largo de todo su trayecto; pero golpe del que supo rehacerse nuestro pueblo, golpe que cuanto más duro fue para nosotros tanto más honra le cabe al pueblo de Cuba haberlo sabido superar (APLAUSOS), porque en aquella ocasión muchos perdieron la fe, en aquella ocasión muchos se desalentaron, muchos creyeron la Revolución irremisiblemente perdida.  Y bueno es recordarlo, porque de cada acontecimiento histórico debemos sacar nuestra lección, porque precisamente solo los pueblos que aprenden de los acontecimientos históricos pueden llegar adelante, muy lejos en la marcha hacia adelante (APLAUSOS).

Es bueno recordar las horas difíciles, porque hay dos clases de hombres, hay dos clases de ciudadanos:  los que permanecen firmes en las horas difíciles y los que se acobardan en las horas difíciles; dos clases de pueblos:  los que creen en las horas difíciles y los que pierden la fe en los momentos difíciles; los que se sumen al carro de los vencedores, que son los mismos que lo abandonan en los momentos duros; los que tienen fe en las horas de triunfo y los que tienen fe y son firmes en todas las circunstancias; los que escriben en la hora del triunfo y los que guardan cobarde silencio en las horas de adversidad.

Hablo así por la experiencia que hemos adquirido en estos años, y hablo así porque sé que hay muchos pusilánimes, muchos mediocres y muchos timoratos que se acobardan de cualquier cosa y que, apenas se tiene que enfrentar la Revolución a los primeros obstáculos, se desalientan y se vuelven pesimistas.  Pienso que nuestro pueblo tiene que estar preparado para todas las horas; pienso que nuestro pueblo tiene que estar preparado para todos los momentos (APLAUSOS); pienso que nuestro pueblo tiene que permanecer firme frente a todos los obstáculos.  Y mientras más obstáculos, más firmes; y mientras más peligro, más firmes (APLAUSOS); y mientras más enemigos dentro, más firmes (APLAUSOS); y mientras más enemigos fuera, más firmes (APLAUSOS); y mientras más poderosos nuestros enemigos de dentro y de afuera, más firmes (APLAUSOS), y cuanto más infames, más cobardes, más ruines y más repugnantes los ataques de la oligarquía internacional contra nuestra justa Revolución —la revolución más justa, más noble y más humana del mundo—, más firmes (APLAUSOS).  Para que no crean que nos van a acobardar con sus ataques y sus maniobras; para que no crean que nos van a frenar la Revolución con sus ataques y sus maniobras; para que no crean que nos van a derrotar con los millones de pesos que pagan en campaña ruin y cobarde; para que no crean que nos van a vencer escribiendo desde allá sus calumnias, escribiendo desde allá sus calumnias por esos órganos que tienen millones y millones de ejemplares para circular, por esas revistas que cuentan con decenas de millones de pesos y que representan los intereses de los grandes trust y los grandes monopolios explotadores de los pueblos; y que tratan de sembrar la cizaña en todo el mundo, tratan de sembrar la calumnia en todo el mundo y tratan de volver al mundo contra la Revolución Cubana.

Un límite tienen:  Pueden llegar a todas partes del mundo, ¡menos aquí! (APLAUSOS); pueden confundir a todo el mundo, ¡menos al pueblo de Cuba! (APLAUSOS.)

Y el pueblo de Cuba, con su Revolución, con su justa causa, aunque lo aislaran, aunque lo trataran de sepultar en la infamia —no por hacer cosas injustas, no por hacer cosas malas, no por ser traidor a su propia historia, no por servir a los intereses extranjeros, no por ponerse de rodillas frente a los poderosos, sino por hacer una revolución justa, por ponerle fin a los privilegios odiosos, por enfrentarse resuelta y valientemente a los grandes intereses creados—, el pueblo de Cuba, aunque lo dejen solo, aunque lo aíslen, siempre permanecerá unido, siempre permanecerá firme y tiene valor suficiente para enfrentarse a todas las calumnias del mundo (APLAUSOS), y tiene valor suficiente para arrostrar todas las dificultades, todas las campañas y todas las mentiras.  Porque el pueblo es no la minoría lesionada por las leyes de la Revolución, no la minoría...  (EMPIEZAN A MOSTRAR CARTELONES EN EL PÚBLICO).

Bueno, bajen ya los letreros.  No distraigan, compañeros, no distraigan la atención del pueblo, al pueblo se le reúne para orientarlo.  Cada cosa tiene su momento y no debemos distraer un átomo de la atención del pueblo, porque el pueblo tiene que estar más alerta y más atento que nunca, compañeros (APLAUSOS).

Estos momentos deben aprovecharse para que nuestra ciudadanía se despabile, para que los revolucionarios nos despabilemos, para que no nos durmamos sobre nuestros laureles, porque la Revolución tiene muchos enemigos, y mientras más Revolución es, más enemigos tiene (APLAUSOS), como también es verdad que mientras más revolución es, más pueblo tiene (APLAUSOS).  Y si bien es cierto que hoy no será un 95%, un 96% o un 94%, y que un grupito se ha apartado del número, ¡los que hay ahora son mejores, los que hay ahora son más entusiastas, los que hay ahora son más decididos! (APLAUSOS.)  Y hay un refrán que dice:  Más vale pocos...  Bueno, yo no sé si será un refrán (RISAS), pero lo que nosotros pensamos —y para nosotros es un axioma— es que valen más pocos buenos que muchos regulares (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES), y eso se ha demostrado una y mil veces.

El pueblo cada día tiene que estar más atento, y les voy a decir por qué:  porque cada día más asoma sus orejitas la reacción, porque cada día más asoman sus orejitas los enemigos de la Revolución, porque cada día más se sueltan de la lengua los enemigos de la Revolución.  Hoy empiezan asomando las orejas y luego continúan enseñando las garras, para terminar clavándolas en la primera oportunidad.

Hay muchos aquí que están esperando permiso de afuera para empezar (EXCLAMACIONES), hay muchos aquí —yo digo muchos, quiero decir muchos si los juntamos, quiero decir que pasan de 10, de 15, de 20, hasta de 100—, que están esperando la orden de afuera para escribir, que están esperando que la Revista Time, y la revista tal y más cual, escriban, para escribir (EXCLAMACIONES), para empezar a sembrar la intriga y la cizaña, para empezar a hacer sus campañitas demagógicas, para empezar a escribir las mismas consignas que vienen del extranjero; esos que durante la primera etapa de la Revolución se replegaban tácticamente, y que están esperando a ver cómo amasan todos los elementos de descomposición posible, cómo agrupan a todos los descontentos, para empezar a llevar adelante sus planes siniestros.  Y hay muchas pruebas de eso, por algunas cosas se empieza, y ya hubo aquí alguien que quiso dar a entender que en estos actos donde viene el pueblo —el pueblo que no está en los cabarets, el pueblo que no está jugando canasta, el pueblo que no está jugando póquer, el pueblo que no tiene palacetes de recreo ni tiene recursos para irse los fines de año a pasear a Europa—, que este pueblo que se reúne aquí es algo así como una multitud enardecida e irracional, cuyas manifestaciones no son espontáneas, sino que es obra de 10, ó 12, ó 15, ó 20 que se sitúan por ahí.

Porque aquí resulta que en dos ocasiones hablamos de elecciones...

(EL PUEBLO DICE QUE NO QUIERE ELECCIONES.)

Yo quiero hacer una prueba aquí, quiero hacer una prueba aunque con ello no quiera decir cómo pienso sobre esta cuestión; vamos a hacer una prueba, porque alguien dijo que estas manifestaciones obedecían al hecho de que 10 ó 12 se situaban por ahí y eran los que daban ese grito, y que a mí me estaban engañando, que eso era mentira (EXCLAMACIONES).  Yo quiero saber si el pueblo me está engañando a mí (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”), o si hay, por el contrario, gente que me quiere engañar a mí y al pueblo.  Y voy a hacer nada más que una prueba:  voy a preguntar aquí primero quiénes son los que quieren las elecciones.  Que levanten la mano los que quieren las elecciones (NO LEVANTAN LAS MANOS).  Que levanten la mano los que no estén interesados en elecciones (EL PUBLICO LEVANTA LAS MANOS).  Por lo que veo no son 10 ó 12, por lo que veo no son 15 ó 20.

Ahora bien, vamos a meditar sobre todo esto.  En primer lugar, ¿qué es lo que pasa?  Que había mucha gente que quería elecciones aquí cuando el pueblo no las quería, porque el pueblo sabía que todo lo que habla era una maniobra politiquera, que lo que querían era una mascarada electoral, y le estuvieron metiendo elecciones fraudulentas al pueblo por la cabeza durante un montón de años.  Y resulta muy curioso que cuando el pueblo no quiere, que cuando el pueblo no está interesado, ahora haya gente hablando de elecciones.

Yo quiero agotar este tema, porque es necesario salirles al paso a tiempo a ciertos sofismas para que algunos no se vayan fabricando sus trincheritas de francotiradores contra la Revolución; salirles al paso a tiempo a ciertos convencionalismos y acabar de decir aquí quiénes son demócratas de verdad, y cuál es la verdadera democracia y cuál es la falsa e hipócrita democracia que muchos han estado pregonando; porque, a lo que parece, me imagino que los que están interesados en elecciones pues serán los que no están aquí, serán los que están jugando canasta o póquer, serán los latifundistas, serán los politiqueros, serán los botelleros, serán los sargentos políticos, serán los aspirantes eternos a cargos electivos; porque, a lo que yo veo, el pueblo, el que se reúne aquí —¡y que son unos cuantos!— no está interesado en elecciones.

Entonces me hago esta pregunta:  ¿Y por qué están hablando de elecciones?  ¿Qué hay detrás de eso?  Pues, sencillamente, han visto que la Revolución va en serio, que el Consejo de Ministros aprueba y la Presidencia de la República sanciona leyes revolucionarias una detrás de otra (APLAUSOS).  ¿Y qué es lo que quieren?  Empezar a frenar la Revolución, empezar a irle poniendo una retranca al movimiento revolucionario.

Pero como nosotros no tememos enfrentarnos a ningún tema, como nosotros no tememos enfrentarnos a ninguna cuestión, quiero tratar en un día como hoy estas cuestiones.

En primer lugar, ¿por qué se ha producido una reacción en el pueblo contra las elecciones?  Porque todo el mundo recuerda lo que ha sido siempre la política en Cuba, porque todo el mundo recuerda lo que fueron siempre los congresos, porque todo el mundo recuerda y piensa que aquí nunca hubo democracia, que aquí gobernaban las oligarquías, que aquí gobernaban los grandes intereses creados, y porque saben que cuando viene la política sacan el dinero a la calle a corromper conciencias, sacan el dinero a la calle a sobornar al ciudadano, sacan el dinero a la calle a comprar actas de senadores y de representantes.  Y por eso están añorando la política, lo que añoran no es la democracia, lo que añoran no son las elecciones; lo que añoran es la politiquería, lo que añoran es aquel sistema de corrupción, lo que añoran es aquel sistema asqueroso y repugnante de maquinarias políticas y de compradera de votos (APLAUSOS).

Entonces dicen:  “Cuanto antes mejor.” ¿Por qué?  Dicen cuanto antes mejor, porque dicen:  Cuanto antes las hagamos, más pronto frenamos la revolución; cuando antes las hagamos, menos conciencia revolucionaria alcanza el pueblo; cuanto antes las hagamos, menos lejos llega el avance de la nación y será para nosotros más fácil recobrar el poder político a través del soborno y de la compra de conciencias.

Aquí hay que dejarse de cuentos, aquí no gobernaba el partido tal ni el partido más cual, aquí siempre gobernaron los grandes intereses, aquí siempre gobernó la oligarquía, aquí siempre gobernaron los grandes latifundistas, los grandes usureros y los grandes negociantes, y piensan que pueden penetrar las filas de la Revolución a través de la politiquería; por eso están desesperados porque se cree inmediatamente un ambiente politiquero para tratar de recuperar el poder político, tratar de encaramarse otra vez en las posiciones claves y desde allí comenzar a castrar a la Revolución; comenzar a moderar las leyes revolucionarias para cada vez que pasara por allí una ley revolucionaria, que llegara al final convertida en una ley inofensiva.

Ese es el interés que tienen:  tratar de recuperar el poder político mediante la corrupción y la compra de conciencias.

Ahora bien, cuál es nuestra posición en este problema.  ¿Es que acaso, como dice uno de esos escritores, estamos formándoles una conciencia totalitaria al pueblo?  Qué malintencionados son cuando afirman eso o si creen eso.  ¿Es que acaso estamos formando una conciencia al pueblo contra la democracia?  Qué malintencionados y pérfidos son cuando afirman eso.

¿Es que podríamos nosotros tenerles miedo a unas elecciones?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”) ¿Es que en la forma en que está luchando el gobierno revolucionario, ese esfuerzo sobrehumano que está haciendo en bien del país puede temer la revolución el perder unas elecciones?  ¿Es que nos estamos echando algo en el bolsillo?...  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)...  ¿Es que aquí hay alguien robando?...  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  Es que para nosotros el poder significa enriquecernos?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)...  ¿Qué es lo que significa para nosotros el poder?...  Trabajo, sacrificio, dedicación perenne a los deberes para con la patria y el pueblo.  ¿Qué es lo que significa para nosotros el poder sino una pesada carga, una durísima carga, una responsabilidad enorme, una constante preocupación por un sinnúmero de problemas públicos y un batallar sin descanso por la solución de los innumerables problemas que nos han dejado?

¿Qué interés podríamos tener nosotros en permanecer indefinidamente en el poder?  ¿Qué interés podríamos tener nosotros en estar en el poder el mayor tiempo posible?  ¿Qué interés podemos tener nosotros, sino en que concluyamos cuanto antes esta obra, en que concluyamos cuanto antes la tarea de la Revolución?  ¿Qué interés podemos tener nosotros, sino el de que nuestro pueblo conquiste cuanto antes...?

Yo quiero saber si el grupito que está allí, es un grupo de asistentes al acto o es un grupo de saboteadores, porque hace rato que está con el letrero, porque no pierden la oportunidad de estar levantando el letrerito cada vez que aquí hay un minuto de atención en el pueblo.  Si se creen que vamos a estar aquí tolerando malacrianzas o que esto es un juego...  Porque, si no lo saben, mejor es que vayan aprendiendo.  Y si es que creen que son revolucionarios los que hacen eso, desde aquí les digo que serán unos malcriados, pero no son revolucionarios (APLAUSOS).  Y para esto no voy a preguntar cuántas bombas pusieron ni cuántos cocteles tiraron, porque, en definitiva, el deber del revolucionario, mientras más cosas haya hecho, es ser más disciplinado, más humilde y respetar más a la Revolución (APLAUSOS).  Y si el letrerito lo vuelven a sacar, el pueblo se va a encargar de llevárselos de ahí a todos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Es que esas son muchas de las cosas que nuestra juventud no sabe, son muchas de las cosas en que nuestra juventud tiene que superarse; porque hay personas que no tienen noción de la disciplina y que no tienen noción de las tareas que lleva por delante la Revolución, que no es una cosa de juego ni de chiquillos malcriados (APLAUSOS).  Es una batalla muy grande la que el pueblo de Cuba tiene que librar y una lucha muy dura la que tiene que librar para estar distrayendo sus energías en cuestiones minúsculas y en cuestiones que se apartan de la gran estrategia y de los grandes objetivos de la Revolución.

Y que nadie aquí pretenda que la Revolución haya de olvidar a ninguno de sus muertos ni que la Revolución haya de olvidar a ninguno de sus mártires; los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con hechos revolucionarios! (APLAUSOS.)  Los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con leyes revolucionarias!  Los mártires no se recuerdan con letreros, ¡los mártires se recuerdan con una conducta verticalmente revolucionaria!  Porque hay quienes gustan de atrincherarse detrás de los nombres de los muertos en pos de mezquinas ambiciones; hay quienes se escudan en los nombres de nuestros muertos en busca de oscuros propósitos, y los muertos no pertenecen a nadie, los muertos no pertenecen a ningún grupo, los muertos no pertenecen a ningún movimiento, ¡los muertos pertenecen a la patria! (APLAUSOS.)

Es bueno que estas cosas se digan, porque muchas veces los nombres de los muertos se han tomado para propósitos infames, y hemos visto cuántas cosas se hicieron en nuestra patria con el nombre de Martí en la boca, con el nombre de Maceo en la boca, con el nombre de Guiteras en la boca, con el nombre de Trejo en la boca y con cuantos mártires ha tenido nuestra patria.  ¡Saquemos a los muertos de los grupos y elevémoslos al sitial que merecen en el altar de la patria, donde todos los veneren y todos los respeten! (APLAUSOS.)

Son muchas las batallas que tiene que librar el pueblo para detenerse en problemas subalternos, y por esos conceptos erróneos, por esas desviaciones, se filtran los enemigos de la Revolución, se siembra la cizaña, se siembra la división.  Y esos mismos que no saben poner los intereses de la patria por encima de sus intereses personales, el día de mañana son los que nutren las filas de los enemigos de la patria.

Y aquí, entiéndase bien, el problema cubano no es un problema interno, entiéndase bien que contra la Revolución Cubana están principalmente los intereses de la oligarquía internacional, que es poderosa, están los poderosos intereses extranjeros cuyo único interés es hacer frustrar esta Revolución, para lo cual tratarán de encontrar aliados en todos los inconformes, tratarán de buscar aliados en la reacción nacional, tratarán de buscar aliados en los gangsters, tratarán de buscar aliados en los hombres sin conciencia, tratarán de buscar aliados en los botelleros, en los chivatos, en los sargentos políticos y en todos aquellos a quienes la Revolución ha lesionado sus apetitos y sus intereses.

Hablaba aquí del problema de la democracia y del problema de las elecciones.  Explicábamos aquí cómo nosotros no podemos tener el menor interés en permanecer en el poder más tiempo del necesario, cómo nosotros no podíamos temer a ningunas elecciones.  Y cuando planteábamos ese problema era para poner los puntos sobre las íes, para orientar al pueblo, para que no se dejase confundir, porque es necesario que el pueblo esté alerta.  ¿Por qué?  Por una razón muy sencilla; se la voy a explicar también.

En Cuba hay libertad de prensa y de radio, existe una absoluta libertad de prensa y de radio, y todo el mundo sabe que los grandes vehículos de información no han estado nunca controlados por los limosneros, no han estado nunca controlados por los desempleados, no han estado nunca controlados por los campesinos de la Sierra Maestra ni los campesinos hambrientos, no han estado nunca controlados por los humildes; los grandes vehículos de información, por la naturaleza misma de cada uno de ellos y porque, sencillamente, es necesario un gran capital para poder mantener un gran vehículo de información, es necesario contar con grandes recursos —y son muy costosos, los grandes vehículos de información dependen fundamentalmente de los recursos económicos de las clases más pudientes del país.

Es necesario que prestemos la debida atención a estas cuestiones para que comprendamos algunas cosas.  Los que más influencia tienen en los grandes órganos de información son las clases más pudientes del país, porque un gran órgano de información tiene que depender de los anuncios y de la propaganda, que lo mismo paga una poderosa compañía nacional que una poderosa compañía extranjera.  En cierto sentido, los grandes órganos de información son clientes de las grandes empresas nacionales y extranjeras; en cierto sentido los grandes órganos de información dependen de los anuncios y de la propaganda de las grandes empresas nacionales y extranjeras.

Es preciso que el pueblo comprenda estas cosas, porque son sumamente claras.  Abrimos cualquier página de un periódico y nos encontramos un anuncio de “K-listo Kilowatts”, o un anuncio de la Compañía Cubana de Teléfonos, o un anuncio de un banco extranjero o un anuncio de cualquiera de las grandes empresas extranjeras.  ¿Qué quiere decir eso?  Que naturalmente esos grandes intereses tienen grandes influencias en los grandes órganos de información, porque esos grandes órganos de información dependen de los anuncios y dependen de la propaganda que hacen esas grandes empresas.  ¿Quiere decir que se compre con eso un periódico o una empresa de televisión o de radio?  No.  Pero sí quiere decir que económicamente los grandes órganos de información son dependientes de esas empresas, y cuando se rebajan, por ejemplo, los teléfonos, cuando se dictan medidas revolucionarias que perjudican a un sector determinado, cuando se hace una reforma agraria amplia, esos grandes intereses reaccionan contra la Revolución.  Y en un momento dado —atiéndase bien—, en un momento dado la Revolución puede ser víctima de una campaña sin precedentes, puede ser víctima de una campaña de publicidad sin precedentes.

Y yo observo cómo se notan ciertos síntomas, observo ciertos escritos contra la reforma agraria, observo ciertos escritos tendientes a convertir la reforma agraria en una cosa suave, en una cosa inofensiva, y ya, por ejemplo —cosas que no se dieron el primer día— hemos visto ciertos anuncios en los periódicos, ¿firmados por quiénes?  Pues firmados nada menos que por los candidatos en las elecciones de 1954 y 1958 (EXCLAMACIONES DE:  “¡Fuera!”)

Los primeros días no se atrevieron ni a escribir, pero ya han pasado tres meses y empiezan a alentarse.  Ya escribieron en el extranjero contra la Revolución, pues ya empiezan a escribir ellos también.  Ya los de afuera les dieron la consigna y entonces escriben que ellos son grandes patriotas y que la Revolución es injusta con ellos porque les prohíbe aspirar durante 30 años; que es injusta con ellos porque les confisca los bienes o les obliga a pagar lo que estuvieron cobrando en el Congreso; la Revolución es dura porque les obliga a devolver los 3 000 y 4 000 pesos que durante todos los meses estuvieron cobrando en el Congreso.  Y ya empiezan a escribir.

¿Dónde debiera estar toda esa gente en buena lid?  (EXCLAMACIONES.)  Debieran estar en las prisiones; pero la Revolución no se ha ensañado con nadie, la Revolución se ha limitado a inhabilitarlos por 30 años y a decirles que tienen que devolver todo el dinero que cobraron.  Esos señores en los primeros días no se atrevían a decir nada, porque tenían miedo de que como las cosas estaban muy calientes fuesen a parar a Isla de Pinos; pero ahora empiezan a escribir, empiezan a escribir porque ya no tienen miedo de que los manden a Isla de Pinos.  Están esperando que las aguas lleguen a su nivel para empezar a escribir contra la Revolución.  Y ya empiezan.  Y así se desatarán, uno tras otro, y después harán campañas para que soltemos a los criminales de guerra (EXCLAMACIONES) y después escribirán aquí las mismas cosas que se escribían en el extranjero y que se escriben en el extranjero contra la Revolución; y después seguirán, para levantar todo el confusionismo y todo el odio posible.

Porque les voy a decir una cosa:  para escribir contra la Revolución sobra dinero.  Está todo el dinero de los grandes intereses aquí, está todo el dinero de la oligarquía internacional para escribir contra la Revolución, y para organizar campañas contrarrevolucionarias y para armar expediciones contrarrevolucionarias, tienen miles de millones de pesos, tienen todo el dinero robado, tienen todo el dinero cosechado aquí y tienen todo el dinero de la oligarquía internacional, que es poderosísima, y que tiene miles de millones de pesos para financiar campañas contra la Revolución Cubana; cuentan con infinitos recursos para hablar, para escribir, para comprar conciencias, para engañar, para sembrar el confusionismo, el divisionismo, el odio y todos los medios que se han ideado para combatir una revolución (DEL PUBLICO LE DICEN:  “Al pueblo ya no lo engañan”).

Al pueblo no lo engañan, pero a fuerza de repetir, y de repetir, y de repetir, y de repetir, confunden a mucha gente.  Es que se valen de toda la técnica y se valen de todos los medios para confundir al pueblo.  Que no se vaya a creer el pueblo que esa oligarquía y esos grandes intereses lo van a defender:  que no se crean que van a defender a la Revolución, que lo que van a hacer es atacarla, que lo que van a hacer es tratar de difamarla afuera todo lo que puedan y aislarla, y después sembrar dentro el confusionismo.

Es necesario que el pueblo esté muy claro, es necesario que el pueblo esté muy alerta, es necesario que el pueblo aprenda a leer bien claro, y a entender bien claro, que sepa olfatear quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos, quiénes defienden sus intereses y quiénes son los enemigos de sus intereses (APLAUSOS), quiénes son los que impulsan la Revolución y quiénes los que tratan de frenarla; porque hay escritos apoyando la reforma agraria, pero cuando ustedes los leen es un escrito apoyando la reforma agraria —porque no se atreven a combatirla de frente—, pero planteando que tiene que ser una reforma de marabú y de Ciénaga de Zapata solamente, una reforma que no toque los grandes latifundios, una reforma que no lesione ningún interés.  Hay que estar atento y hay que saber leer.

Yo decía que uno de los temas que se habían planteado ya y que se estaban esgrimiendo eran los de las elecciones; pero yo quiero definir nuestro concepto democrático sobre ese tema.  En primer término, somos y nos consideramos mucho más demócratas que esos que están hablando de elecciones, porque esos quieren elecciones como antes, y nosotros queremos elecciones completamente distintas a las de antes (APLAUSOS), porque esos quieren politiquería y nosotros queremos crear en el pueblo una conciencia contra la politiquería; porque nosotros queremos que cuando las elecciones vengan, aquí todo el mundo esté trabajando, aquí la reforma agraria sea una realidad (APLAUSOS).  Nosotros queremos que cuando las elecciones vengan todos los niños tengan escuelas y nadie pueda venir a comprar un voto ofreciéndole una beca al hijo de un obrero, o de un campesino, o de una familia humilde (APLAUSOS).  Nosotros queremos que cuando las elecciones vengan todas las familias tengan acceso a los hospitales y cada cubano que se enferme, sin necesidad de pedir la influencia a nadie, tenga un salón de operaciones, tenga una cama y tenga un buen médico en el hospital (APLAUSOS).  Nosotros queremos que cuando las elecciones vengan todos los cubanos tengan trabajo y perciban un sueldo decoroso y no pueda venir nadie a ofrecerle cinco pesos a un ciudadano hambriento para comprarle la cédula (APLAUSOS).

Nosotros queremos que cuando las elecciones vengan haya una verdadera carrera administrativa y no se pueda hacer politiquería con los cargos del Estado.  Nosotros queremos que cuando las elecciones vengan todo cubano conozca sus derechos y sus deberes, cualquier cubano sepa leer y escribir, para que nadie lo engañe, para que nadie lo confunda.  Y cuando hayamos logrado eso, ¡entonces sí se podrán hacer elecciones verdaderamente democráticas!

Lo que hay que hablar ahora es de acabar con el desempleo, acabar con el analfabetismo, acabar con la miseria, acabar con la pobreza (APLAUSOS).

Yo invito a los que quieren elecciones a que nos ayuden a librar primero esa batalla, a que no nos saboteen, a que no le creen obstáculos a la Revolución, porque mientras más pronto avance la Revolución, mientras más rápidamente realice su obra, más pronto podremos hacer esas elecciones que quieren.  Porque, en definitiva, nosotros por principio somos demócratas, nosotros por principio somos defensores de la soberanía del pueblo y del derecho del pueblo a elegir a sus gobernantes.  ¿Por qué?  Porque es una garantía para el pueblo.  Cuando el pueblo sepa escoger y sepa elegir, cuando el pueblo no esté pasando hambre, cuando el pueblo vote libremente, escogerá siempre a los mejores.

¿Qué es lo que ocurre?  ¡Ah!, antes no había democracia.  ¿Qué ha visto el pueblo ahora en los gobernantes?  Ve a gobernantes que están a su servicio, ve a gobernantes que viven modestamente, ve a gobernantes que no roban, ve a gobernantes que trabajan, ve a gobernantes que se confunden con el pueblo, que no viven aislados del pueblo, que se juntan con el pueblo, que le tienden su mano, lo mismo al cubano humilde que al cubano rico, lo mismo al cubano blanco que al cubano negro (APLAUSOS).

Por primera vez se produce una identificación completa entre gobernantes y pueblo, por primera vez hay una democracia verdadera, por primera vez cualquier ciudadano humilde puede llegar al gobernante a hablar de igual a igual con él, exponerle sus proyectos, exponerle sus ideas, y si no llegan más, es porque resulta materialmente imposible.

Por primera vez el ciudadano ve que vale, por primera vez el ciudadano ve que se le respeta, por primera vez el ciudadano se considera algo dentro de su patria, por primera vez el pueblo no ve al gobierno como una cosa alejada e inaccesible, por primera vez hay democracia en nuestra patria, por primera vez hay honradez, por primera vez hay sinceridad, por primera vez hay identificación (APLAUSOS).

Y por eso, ¿cuál es el deseo del pueblo?  Pues tener ese gobierno el mayor tiempo posible, porque lo beneficia, porque lo ayuda, porque está a su servicio.

Yo me pregunto si es que acaso la Revolución no es obra de la voluntad popular (APLAUSOS), si es que alguna revolución en el mundo ha contado con el respaldo con que cuenta la Revolución Cubana si es que de nada vale la voluntad de la inmensa mayoría del pueblo.  Pues para definir de una vez esta cuestión yo deseo aclarar aquí que los más interesados en que la Revolución acabe cuanto antes su obra somos nosotros, que los más interesados en poder someter nuestra obra a la consideración del pueblo somos nosotros, que los más interesados en poder concluir este trabajo somos precisamente nosotros.  Por lo tanto, nadie se inquiete, nadie tema, que nosotros pondremos el gobierno en manos del pueblo, que nosotros pondremos los cargos de la república en manos del pueblo.  ¿Cuándo?  Pues cuando la obra de la Revolución haya avanzado lo suficientemente para estar consolidada, cuando la obra de la Revolución haya avanzado lo suficientemente para que las elecciones sean verdaderamente democráticas, cuando la tarea de la Revolución haya avanzado lo suficientemente como para que el pueblo no tenga ningún temor a que vengan las oligarquías a encaramarse de nuevo en el poder.

Si quieren y si tienen interés en que se hagan cuanto antes, pues que no nos saboteen, que no lleven adelante su tarea contrarrevolucionaria, que no obstaculicen a la Revolución, porque mientras más la retarden, más tendremos que tardarnos en hacer esas elecciones; mientras más nos obstaculicen, más tiempo nos llevará esta obra.  Y nosotros queremos que sea una obra que se concluya lo más brevemente posible.  ¿Por qué?  Porque mientras más pronto alcance su objetivo, más pronto recibirá el pueblo sus beneficios.

Así que, por el bien del pueblo y por nosotros mismos, nuestro deseo es que la Revolución cumpla su cometido en el más breve plazo de tiempo posible, porque somos más demócratas que esos que ahora hablan de democracia.  La democracia que existía aquí antes era el derecho a comprar libremente las conciencias, era el derecho de corromper libremente al pueblo, era el derecho de la oligarquía a gobernar, nunca el derecho del pueblo.  Y la democracia que nosotros vamos a implantar es una democracia donde el gobierno sea de verdad un gobierno del pueblo, y que el gobierno no sea de las oligarquías, sino un gobierno de la mayoría del pueblo (APLAUSOS).

Este punto y el hecho de que el pueblo debe prepararse para los ataques más emponzoñados contra la Revolución son las cosas en que quiero hacer hincapié esta noche, porque los mismos que en los primeros momentos nos dedicaban elogios, ya empiezan a atacarnos.  Y, como ningún ataque debe quedar sin contestar, yo voy a responder hoy aquí de un ataque, como vamos a responderlos todos.

Al leer hoy —-y no quiero que se hagan manifestaciones hostiles contra nadie—, me voy a limitar sencillamente a leer y a razonar, porque los ataques que consideramos no justos deben responderse, y nosotros tenemos que responder de nuestra obra.  Hay aquí un editorial de alguien que ha escrito luego en favor de la Revolución, pero que luego escribe en una forma, de cuyos criterios nos tomamos la libertad y el derecho de discrepar.  Es un editorial del señor Sergio Carbó (EXCLAMACIONES).  No quiero, compañeros, no quiero que se hagan manifestaciones, porque no es mi propósito; mi propósito es responder.  No quiero que se piense que nos valemos de las simpatías en el pueblo para crear estados de ánimo contra nadie, no quiero hacer ninguna campaña de sabotaje contra nadie, quiero simplemente orientar al pueblo, contestar.  Y naturalmente que nosotros contestaremos en la misma medida en que nos ataquen y replicaremos con la misma energía con que nos ataquen (APLAUSOS).  Y si se razona, razonaremos; y si se nos trata con respeto, trataremos con respeto; y si se nos calumnia, responderemos a la calumnia con la verdad; si se nos ataca, responderemos al ataque con la réplica basada en lo único en que nosotros basamos nuestra conducta:  en nuestra moral y en nuestra razón (APLAUSOS).

Pero yo no estoy de acuerdo con el párrafo segundo de este editorial, que dice así:

“Todo el que trabaja puede considerarse seguro en su puesto, ha dicho en más de una oportunidad el Jefe máximo de la Revolución, con una percepción clara del efecto catastrófico, en lo económico y en lo moral, que producen los despidos injustificados.  Pero a pesar de eso, siguen las cesantías colectivas.  Aislados o en grupos, son lanzados los servidores del Estado a las tinieblas exteriores del desamparo.  Eso no estaba, ciertamente, en el programa justiciero de la Revolución.  ¿Serán todos botelleros?  ¿Todos esos infelices que ganaban apenas para vivir, estarían en complicidad con la aborrecida dictadura?  Seguro que la inmensa mayoría son personitas humildes que mantenían una familia con el mísero sueldo que paga la república a sus servidores de última fila.

“Con todo derecho” —escúchese bien—, “porque todavía la queja no está considerada como delito” —lo que no nos explicamos es eso de que “todavía la queja no está considerada como delito”, tal como si se pensase que nosotros vamos a considerar delito la queja—, “esos modestos trabajadores del servicio público protestan, pidiendo a las altas autoridades rectificación de las medidas implacables que los condenan a la miseria.  Pero, ¡por Dios!, no califiquemos sus lamentaciones desgarradoras de siniestra maniobra de la contrarrevolución.  ¡Que el clamor de las víctimas no se confunda con la intriga de la reacción agazapada en la sombra!”

¿Por qué estoy en desacuerdo con este párrafo?  Primero, porque de la forma en que está redactado se deriva una culpabilidad que nosotros no tenemos.  En primer término, al decirse que afirmé que todo el que trabaja puede considerarse seguro en su puesto, pero que a pesar de eso siguen las cesantías colectivas, parece darse a entender que estoy engañando al pueblo; que a pesar de decir que todo el mundo que trabajaba se consideraba seguro, a pesar de eso, como si por bajo cuerda estuviese dando instrucciones de cesantear a los empleados públicos colectivamente.  Y protesto de esa afirmación, de esa imputación, sea o no sea la intención de hacerla, porque de ella se deduce.  Y protesto porque mi conducta ha sido muy clara en esto.

En primer término, porque la Revolución ha sido más que generosa.  ¿En qué lugar del mundo —yo me pregunto—, en qué lugar del mundo se hizo una revolución como esta, que no fue una campaña política sino una guerra a muerte contra la tiranía, una guerra que duró siete años?  ¿Y en qué lugar del mundo al concluir esa victoria que costó tanta sangre, han quedado en la administración pública mucho más del 50% de los empleados que allí había bajo la tiranía?  (APLAUSOS.)

¿En qué lugar del mundo, después de una guerra contra una tiranía, quedaron en la administración pública más del 50% de los empleados?  Empleados muchos de los cuales fueron nombrados después del 10 de marzo; empleados que de alguna manera tuvieron que acercarse al ministro de la tiranía y aceptar el cargo del ministro de la tiranía; empleados que yo no los he estado atacando, que más bien he dicho reiteradamente y he tendido a predicar la generosidad con respecto a ellos; empleados que tal vez muchos de ellos recibieron la recomendación de algún político; empleados que estaban allí mientras los hombres morían en las calles, mientras las madres perdían a sus hijos asesinados y torturados.

¿Por qué, sin embargo, la Revolución fue generosa con ellos?  Porque hay un gran número de desempleados en nuestra patria, porque el desempleo es uno de nuestros más grandes males, y si nosotros hubiésemos cesanteado a miles y decenas de miles, a los cientos y pico mil empleados públicos, habríamos lanzado a la calle a un número extraordinario de familias sin ingresos.  ¿Por qué hemos sido generosos con los empleados públicos?  Porque no queríamos que la Revolución victoriosa y limpia, se convirtiera en un reparto de posiciones burocráticas, porque estimábamos que eso debilitaba la moral revolucionaria, porque entendíamos que eso podía despertar los apetitos en el pueblo, y que nosotros tenemos que enseñar al pueblo a no pensar más en los cargos públicos y sí a pensar en otros trabajos, sí a pensar en otro tipo de trabajo en el cual se produzca, en el cual se creen valores para la nación y no en la burocracia, que ha sido una desgracia de nuestra patria.

¿Por qué, además, hemos sido generosos con los empleados públicos?  Porque para quitar a 100 000 empleados públicos había que situar allí a 100 000 personas en su lugar, o a 50 000, y en realidad no había tanto revolucionario en la república.  Entonces íbamos a quitar a unos para poner a otros y, además, por razones humanas, he sido un defensor del empleado público.  ¿Y qué dijimos?, que debían cesantearse los empleados de los cargos de confianza, los recomendados por Ventura, por Pilar García, por Chaviano, por Batista, por Morales del Castillo y por los criminales de guerra, los botelleros, los confidentes, los sargentos políticos y los funcionarios corrompidos, pero nadie ha librado una batalla más enérgica para que no sean cesanteados aquellos empleados a quienes no pudieran imputárseles esos cargos.

Hemos sido muy generosos con el empleado público.  Se han cometido injusticias, pero han resultado inevitables, porque hay personas que no saben cuál es el término medio, que no saben aplicar perfectamente una regla y desgraciadamente es imposible que todo el mundo sea perfecto, y así ha ocurrido que en algunos casos se han cometido injusticias.  ¿Cuál es nuestra actitud ante eso?  Investigar cómo ha cumplido su deber cada funcionario, y aquellos que hayan faltado a las reglas y cometido esas injusticias, en la oportunidad debida serán sustituidos por otros funcionarios.  Pero no es justo que con la batalla que hemos librado, para que se haga justicia en la administración pública, no es justo que después que hemos aumentado a 85 pesos el sueldo mínimo de los empleados públicos, se nos vaya a presentar haciendo una cosa en público y otra en la administración pública, porque nuestras normas se guían por un principio moral recto, decimos lo que pensamos y hacemos lo que decimos.

Además, no dije todo el que trabaje puede considerarse seguro, porque podría haber estado trabajando un recomendado de Ventura, un recomendado de Pilar García, un criminal de guerra, o un chivato; lo que dije no fue eso, y no se me puede aplicar caprichosamente una frase que no he pronunciado.  He dicho que todo empleado que trabaje y no sea un confidente, no sea un recomendado de Ventura o no sea un politiquero o un inmoral, debía ser respetado.  No decía que “estaba seguro”, decía que “debía ser respetado”.

Debía ser respetado no quiere decir que no pueda darse un caso, y hasta muchos casos, en que no fuesen respetados, porque yo no puedo estar en todos los ministerios, yo no puedo estar en todas las Cajas de Retiro, yo no puedo estar en todas las alcaldías, y nos es totalmente imposible evitar que se pueda cometer alguna injusticia.  Por eso yo no dije “pueden considerarse seguros”, que es una frase absoluta, y yo no hice afirmaciones absolutas en ese orden, que debían ser respetados y que por nuestra parte hemos hecho todo lo posible porque fuesen respetados.  Y no solo eso, sino que hace una semana se restableció la inamovilidad del empleado público y se aprobó una ley, que para ser cesanteado debía hacerse expediente de ahora en adelante, un expediente sumario para los casos de funcionarios inmorales que quedasen en la administración pública, un expediente sumario por determinadas faltas, porque todavía desgraciadamente ha quedado alguno que otro.  Pero ya nadie será cesanteado sin expediente.

Y hemos librado una batalla y una lucha muy grande en ese orden para que ahora se nos vaya a presentar como los antiguos políticos, y para que se nos vaya a presentar cometiendo determinado tipo de injusticia, o contradiciéndonos con nuestras palabras y nuestra conducta.

(DEL PUBLICO LE DICEN ALGO.)

Poco a poco, los casos notorios; pero se quitan con expediente, ¡con expediente!, con el procedimiento de expediente.  No me explico el porqué se hable aquí y se diga “porque todavía la queja no está considerada como delito”, porque nosotros no tenemos la menor intención de considerar como delito las quejas.

Y resulta innecesario decir aquí que “no califiquemos las lamentaciones de esos empleados como siniestra maniobra de la contrarrevolución”.  ¿Por qué se afirma eso?  Porque se quiere desacreditar el término de contrarrevolucionario.  ¿Por qué?  Porque en la misma medida en que la contrarrevolución se organiza dentro y fuera, es negativo desacreditar la palabra contrarrevolución.  Tal como si aquí a cualquier cosa se le llamase contrarrevolución, tal como si aquí se cometiese la injusticia de llamar contrarrevolución a cualquier cosa.  Afirmar eso es distraer al pueblo; afirmar eso es confundir al pueblo; afirmar eso es decirle al pueblo que no le haga caso a la palabra contrarrevolución, que la palabra contrarrevolución es una fábula.

Fácil resulta a cualquiera presentarse ahora como defensor del empleado público.  ¿Por qué?  Porque todos los botelleros que fueron cesanteados están resentidos, y se consideran también que han sido víctimas, o se pueden llegar a considerar que han sido víctimas de la injusticia; los confidentes que han sido cesanteados se pueden considerar también que han sido víctimas de la injusticia.  Y los que están en la administración pública, ante ellos pudiéramos aparecer nosotros, de acuerdo con estas palabras, como enemigos del empleado público, mientras resultara evidente que el empleado público tiene grandes defensores.

Fácil es reclutar simpatías y simpatizantes, reclutar inconformes en la masa de los empleados públicos, presentando al Gobierno Revolucionario como enemigos de ellos.  ¿Qué se pretende?  ¿Poner a los empleados públicos contra el Gobierno Revolucionario?  ¿Poner a los funcionarios del Estado contra el Gobierno Revolucionario?  ¿Convertir a esos hombres de la administración pública en enemigos del Gobierno Revolucionario y de la Revolución?  ¿Qué se pretende con eso?

Justo sería consignar los esfuerzos que hemos hecho porque las cesantías fuesen las menos posibles, justo es consignar el aumento de sueldos que hemos hecho a los empleados públicos, justo es consignar que la inamovilidad se ha restablecido y justo es consignar la batalla que hemos librado para que esos empleados públicos no pasen a engrosar las filas de los desempleados.

Así que por eso resulta conveniente responder a estas afirmaciones, como también es necesario consignar aquí una cosa:  En las empresas privadas se han producido cesantías, se han estado produciendo cesantías, sobre todo, bajo la tiranía, y resulta curioso que cuando se trata de obreros cesanteados, cuando se trata de obreros lanzados de su trabajo por algunas empresas, nadie escribe un editorial a favor de esos obreros (APLAUSOS).

Cuando los rentistas, cuando algunas familias pudientes han estado botando a las empleadas del servicio doméstico, y a las criadas, y a los empleados de los autos, a los choferes, nadie ha escrito un editorial contra esas injusticias.  Cuando se trata de obreros no se escribe.  ¡Cuando se trata de obreros no se escribe!  ¡Ah!, en cambio, cuando se trata de empleados públicos, se escribe enseguida, ¿por qué?  Pues porque el Estado no es una empresa privada, porque hay quien tiene aquí sus posiciones muy definidas en el problema obrero, y cuando escribe, escribe, en todo caso, a favor de las empresas y no a favor de los obreros (APLAUSOS).

¡Ah!, pero cuando no son empleados particulares, sino son empleados del Estado, entonces sí resulta muy fácil hacer campañas a costa del Gobierno Revolucionario, resulta muy fácil hacer campañas a costa del Estado, porque el Estado no es una empresa privada.

Justo es que se consigne la protesta contra cualquier desplazamiento, pero que se consigne no solo cuando se trata de empleados públicos, sino que se consigne también cuando se trata de desplazamientos en las empresas privadas, porque ha habido muchos, ha habido muchos, ha habido muchos empleados domésticos, y muchos infelices, y muchos empleados de edificios de apartamentos, que han sido lanzados de su trabajo.  Es justo que se consigne y se escriba contra eso, y es necesario que el pueblo aprenda a definir actitudes, que el pueblo aprenda a comprender las cosas.

Cuando se trata de empresas privadas, no hay protestas, o sea, nunca se defiende un derecho obrero y cuando se trata de empleados públicos, entonces sí hay protestas, aunque en más de algún caso se pueda tratar de confidentes, de recomendados de Ventura y de botelleros (APLAUSOS).

Claro, la masa de empleados públicos es una masa donde fácilmente los amigos de los latifundistas pueden reclutar adictos.  Claro que no se escribe a favor del obrero, pero se escribe a favor del empleado público.  A favor del obrero no se escribe, porque los derechos de los obreros en algunos casos pueden estar en conflicto con los intereses de determinadas grandes empresas.  Pero ahí van a buscar adictos, van a buscar adictos en las filas del empleado público, porque resulta muy fácil confundir las cosas.  Y si se quiere escribir honestamente sobre esto, debe escribirse con cuidado, porque la Revolución no puede permitir que nadie venga a hacer demagogia en el seno de los empleados públicos y de los servidores del Estado (APLAUSOS).

Los servidores del Estado pueden asegurar que nunca una Revolución fue tan generosa:  que después de una guerra sangrienta más del 50% de los empleados están en sus cargos, que la Revolución les ha aumentado a 85 pesos los sueldos a los empleados públicos, que la Revolución ha rebajado los alquileres, que la Revolución ha rebajado las medicinas, que la Revolución ha rebajado las tarifas eléctricas, que la Revolución ha duplicado el tiempo para el pago de las deudas en la compra-venta de muebles a plazos, que la Revolución ha ido abaratando la vida, que la Revolución ha ido elevando el estándar de vida del pueblo, y que la Revolución se tiene que cuidar mucho de su prestigio, que los gobernantes se tienen que cuidar mucho de su autoridad y de su moral, y que —al menos nosotros— estamos dispuestos a replicar cualquier ataque, a reconocer los errores cuando sea necesario reconocerlos y a replicar aquellas afirmaciones que entendamos injustas o negativas, cualesquiera que sean los editoriales que se hayan escrito en favor de la Revolución.

No es el caso que se hayan escrito editoriales en los primeros días en favor de la Revolución para empezar a escribir editoriales contra la Revolución en la medida en que la Revolución se acerca a sus horas difíciles (APLAUSOS); no es el caso escribir editoriales en favor de la Revolución en los primeros días, sino escribir editoriales en favor de la Revolución en sus horas difíciles, porque a medida que los meses transcurran, la batalla de la Revolución será más dura, si no obsérvese la campaña de difamación internacional que se hace a la Revolución.

Yo tengo aquí una prueba, aquí tengo un periódico del extranjero (EXCLAMACIONES) y me voy a limitar a leer un cable de la United Press, que dice así, en el extranjero, en un periódico del extranjero:  “Sigue la agitación obrera en toda la isla.  .  Para que ustedes vean —con la paz que hay aquí, con la alegría que hay aquí— la sensación que se quiere dar de que el país se está hundiendo; para que ustedes vean la obra canallesca y criminal que se está realizando contra Cuba, un cable de la United Press hacia el extranjero:  “El primer caso de sabotaje contrarrevolucionario, desde el primero de enero del actual año, ocurrió en Pinar del Río, donde, según despachos recibidos de La Habana, personas no identificadas incendiaron y destruyeron un cuartel del Ejército Rebelde (EXCLAMACIONES) en el principal campo de vía del ferrocarril occidental que une a esa ciudad con la capital.

“Por otra parte, despachos de Santiago de Cuba dicen que continúa la inquietud allí por la presencia de grupos armados que recorren la región en esa provincia oriental.”  Esto sale de Cuba, para informar de Cuba.

“Informaciones de la capital provincial dicen que patrullas reforzadas del Ejército Rebelde custodian las inmediaciones de Santiago de Cuba para frustrar cualquier intento de ataque.  Los soldados patrullan por parejas”, como si Santiago estuviera a punto de ser atacada por fuerzas que estuvieran alzadas.  Este es un periódico, en todos los periódicos de América Latina, son cables que salen de aquí por la United Press.  Oigan, oigan, para que después de esto digan que no hay contrarrevolución.

“En despachos anteriores se dijo que había sido doblada la guardia por lo menos en dos ciudades de esa provincia, que es el punto fuerte del Movimiento 26 de Julio.  Mientras tanto sigue en aumento la agitación obrera en todo el país, más de 700 trabajadores de las obras de construcción de la terminal marítima de Cayo Luz ocuparon hoy el lugar en señal de protesta por su cesantía dictada por la compañía mercantil del puerto de La Habana, que anunció que abandonaba el proyecto valuado en 22 millones de pesos, aunque ya ha invertido 9 millones de pesos.

“Afirma la compañía que los barcos son incosteables en vista de las exigencias de los obreros.  Los trabajadores acusaron a la compañía de cierre forzoso y denunciaron que la empresa está formada por colaboradores batistianos” —todo esto lo ponen entre comillas, como para dar a entender que es una mentira inventada por los obreros.

“El Colegio Nacional de Maestros protestó al gobierno por la cesantía de 2 500 miembros de esa agrupación en las últimas 48 horas, y afirmó que la medida se basó en conceptos arcaicos de la educación cubana”    —dicen ellos que los maestros dijeron—, “y dicen que las cesantías son injustas e ilegales y no están de acuerdo con los ideales revolucionarios”.  Eso es más o menos lo que se escribe por aquí.  Agrega que “alienta la esperanza de que haga rectificaciones de esas medidas desacertadas.

“Las dos estaciones nacionales de televisión Canal 6 y 2, anunciaron que a partir de las 10:00 de la noche trasmitirán simultáneamente la presentación del Primer Ministro en el programa Ante la Prensa y que iba a mencionar ese problema.  Se dice que en el citado programa el Primer Ministro hará pronunciamientos ‘importantes’.”  Pone importantes entre comillas.

Así que esto les da una idea.  Quien lea esto...  Y este no es el único.  Cuando ocurrió el problemita en la CTC, publican en grandes cintillos:  “Ocupan los obreros el edificio de la central sindical.  Dicen que no se irán de allí hasta que el Primer Ministro no les resuelva los problemas.”

No hablan nada a favor de Cuba, no explican una sola ley revolucionaria, lo que se escriben son estas cosas.  ¿Qué opinión puede hacerse el que desde afuera lee estas cosas?  La sensación de que el país está bajo un vórtice de agitación y de desbarajuste, de guerra civil y de caos, la sensación de que el Gobierno Revolucionario está fracasando; la sensación de que se está cometiendo aquí todo género de disparates, ¡ahuyentar a todo el mundo, que nadie invierta un centavo, que nadie preste un centavo!

En las carreteras de Estados Unidos, los criminales de guerra, los agentes trujillistas, los agentes batistianos, están poniendo carteles:  “No consuma productos cubanos, no ayude al Kremlin”, diciéndoles a los americanos, a los ciudadanos americanos, que comprar productos cubanos es ayudar al Kremlin.  ¡Esa es la campaña que hacen allá, la campaña que hacen las agencias internacionales radicadas aquí!  Y por eso es necesario que nosotros les salgamos al paso resueltamente a la campaña que se haga fuera y a la campaña que se haga dentro.  Por eso es necesario que cada día esté más alerta el pueblo.  Aquí hay libertad y esa libertad que se ha comprado a costa de tanta sangre generosa puede ser usada por los enemigos de la Revolución para combatir a la Revolución y para tratar de destruir a la Revolución.

Es un cinismo y es un verdadero descaro que los mismos agentes y reporteros que escribieron que yo había muerto al desembarcar en el “Granma” estén realizando desde aquí mismo esa campaña; es un cinismo y es un descaro inaudito que desde aquí mismo, abusando del respeto de la Revolución por las libertades, abusando de la libertad que existe en nuestra patria, desde aquí mismo se escriban esas campañas criminales contra la Revolución Cubana (EXCLAMACIONES).  Y es inaudito que, mientras desde aquí no solamente usan de las libertades que existen, sino que hasta abusan de las libertades que existen, mientras aquí abusan de esas libertades, escriban allá que comprar productos cubanos es ayudar al Kremlin.  Es criminal que mientras realizan estas campañas de infundios, quieran matar al pueblo de hambre, quieran cercarnos de infamia y aislarnos del resto del mundo, pintarnos como un país en el caos, pintarnos como un país anarquizado, y además cercarnos por el hambre, rendirnos por hambre.

Se olvidan de un aspecto de la Revolución Cubana, se olvidan de la historia de la Revolución Cubana y se olvidan de que a nosotros cuando estábamos en la Sierra Maestra no pudieron derrotarnos con la calumnia, ni pudieron rendirnos con hambre; porque nosotros, cuando no nos dejaban pasar víveres, comíamos malanga (APLAUSOS); porque nosotros, cuando no nos dejaban pasar víveres, sabíamos soportar todos los sacrificios, y pasábamos meses sin fumar, meses sin probar azúcar y meses sin probar cosas que todo el mundo las tiene a diario.  ¡Por mucho que traten de apretarnos, al menos aquí siempre tendremos azúcar, al menos aquí siempre tendremos muchos productos que nuestra tierra rica sabe producir!  (APLAUSOS.) Y si fuese necesario, ¡sembrar decenas de miles de caballerías de alimentos!  Y lo vamos a hacer a través de la reforma agraria, para que el pueblo soporte todos los cercos, para que el pueblo de Cuba soporte todos los aislamientos y para que el pueblo de Cuba soporte todas las maniobras que contra él se hagan; por defender su libertad, por defender su dignidad, por defender su Revolución, lo hacemos (APLAUSOS).

Es evidente que cuando se leen estas cosas, cuando se hacen esos letreritos en las carreteras de Estados Unidos por los agentes de Trujillo, por los criminales de guerra, por los malversadores que saquearon a la república, y esas campañas se unen a las campañas de las agencias cablegráficas de noticias, y se unen a las campañas que realizan las grandes revistas contra la Revolución Cubana, y junto a eso se preparan piquetes, y junto a eso se preparan todo género de acusaciones, y se acusa aquí a todo el mundo de comunista, se siembra el fantasma del comunismo, no hacen más que acusar aquí a todo el mundo de comunista, cuando se está viendo eso, se pueden observar las intenciones que traen, se pueden ver claramente las maniobras:  cercarnos con la calumnia, cercarnos de hambre, pagar expediciones de criminales de guerra, permitirles que allí en Miami compren armas, trasieguen armas, se muevan entre la Florida y Santo Domingo, anden armados, tengan millones de pesos para hacer todo el daño posible a la Revolución Cubana.

Está claro que nuestro pueblo tiene que estar muy alerta, que nuestro pueblo tiene que estar muy decidido a defender su Revolución, que nuestro pueblo tiene que estar muy claro, que nuestra juventud no puede perder el tiempo en cuestiones subalternas, que la atención del pueblo no se puede distraer en cuestiones minúsculas, que el pueblo tiene que colaborar con nosotros, que los obreros tienen que colaborar con nosotros.  Para el más insignificante acto, el más inofensivo acto, como es situarse en un edificio o tomar un edificio —no porque estén contra la Revolución, no con ánimo de combatir a la Revolución, sino sencillamente sin pensar en que eso puede ser tomado por los enemigos para atacarnos—, aunque se reúnan a discutir, que todas las medidas se tomen cuando hay un problema:  dar un acto, invitar al Ministro del Trabajo, invitar a un funcionario del gobierno, dar actos en la CTC, porque la más insignificante cosa se toma para querer hacer ver ante el mundo que hay el caos, que hay la anarquía, y que hasta el mismo pueblo está contra nosotros, y después utilizarán esos argumentos para justificar todas las agresiones, utilizarán esos argumentos para justificar todas las maniobras contra Cuba.

¿Cuál es la estrategia del enemigo?  Ellos piensan crearnos dificultades en nuestra campaña de desarrollo de la industria nacional, crearnos dificultades en nuestra gran consigna de reforma agraria y desarrollo industrial; ellos tratan, y tratarán por todos los medios, de impedirnos el avance económico.  ¿Para qué?  Para que haya hambre, y cuando haya hambre poder entonces moverse mejor, poder conquistar adeptos en el pueblo, o sea, hacer pasar hambre al pueblo para que el pueblo le eche la culpa a la Revolución y entonces poder ellos reclutar hombres y mujeres para las filas de la contrarrevolución.

El pueblo tiene que estar muy alerta de que el plan del enemigo es crearnos dificultades económicas para fomentar el descontento, y para reclutar partidarios en las filas de la contrarrevolución.  Por eso nosotros necesitamos todo el respaldo del pueblo, toda la colaboración del pueblo, para enfrentarnos a las medidas del enemigo, para enfrentarnos a las maniobras del enemigo, para poder llevar adelante nuestros planes, para poder llevar adelante nuestra reforma agraria, para poder llevar adelante nuestra industrialización (APLAUSOS).

Ellos tratarán de apurarse todo lo posible, tratarán de retrasarnos todo lo posible, porque saben que cuando la reforma agraria esté hecha habrá comida para todo el mundo y aquí nadie pasará hambre (APLAUSOS).  Saben que cuando la reforma agraria esté hecha nuestros campos se llenarán de siembras, nuestros campos se llenarán de riquezas y al menos hambre no pasaremos.

Deben saber nuestros enemigos que nuestro pueblo está preparado para defender su Revolución.  A un pueblo maduro, a un pueblo firme todo el mundo lo respeta.  No se respeta a los pueblos débiles, no se respeta a los pueblos inmaduros, no se respeta a los pueblos vacilantes.  Por eso tenemos que aprender mucho, por eso tenemos que meditar mucho y analizar mucho, por eso tenemos que aprender las tácticas del enemigo y oponerles a las tácticas del enemigo nuestras tácticas.  Ellos cuentan con las ventajas de sus ingentes recursos, ellos cuentan con los ingentes recursos de la oligarquía internacional, ellos cuentan con la prensa de la oligarquía internacional, ellos cuentan con la libertad que hay en Cuba para tratar de sembrar la calumnia desde fuera y desde dentro, la cizaña desde fuera y desde dentro.  Ellos saben que hay muchos botelleros en la calle, ellos saben que hay muchos confidentes, ellos saben que hay muchos perjudicados por la Revolución:  aquellos que vivían de la tiranía; ellos saben que hay miles de exmilitares en la calle; cuentan con millones, cuentan con influencias poderosas en el extranjero, y con eso cuentan para combatir y derrotar a la Revolución.

Sería un error creer que la Revolución ha vencido las etapas más difíciles, sería un error creer que la Revolución es un paseo.  La Revolución entra en sus etapas de prueba, la Revolución entra en sus etapas difíciles, la Revolución entra en la etapa de lucha contra los poderosos intereses extranjeros, contra los poderosos intereses que se oponen a toda revolución, contra los malversadores que se llevaron cientos de millones, contra los criminales de guerra —que son muchos—, contra los descontentos con las medidas revolucionarias.  La contrarrevolución cuenta con muchos aliados en potencia, que se unirán a ella en la misma medida en que la Revolución avance.

El pueblo de Cuba debe saber que Revolución es lucha, y lucha es una palabra que no debe asustar a ningún pueblo; lucha es una palabra de timbre de orgullo para cualquier pueblo.  ¡Sí!, que lo que obtengamos tengamos que lucharlo, que lo que obtengamos tengamos que pelearlo, que lo que obtengamos tengamos que defenderlo y sepamos defenderlo!  (APLAUSOS.)

De una cosa sí puede estar seguro el pueblo y es de los hombres que tiene al frente, de los hombres que lo orientan en esta hora, de los hombres que lo guían en esta hora, porque son hombres que saben permanecer en sus puestos, porque sabe que son hombres que jamás se han dado por vencidos (APLAUSOS), hombres que se han enfrentado a todos los momentos difíciles resueltamente y con fe en el triunfo.

De una cosa pueden estar seguros y es que ahora tenemos los tanques, los cañones y las armas que ellos abandonaron cobardemente (APLAUSOS).  De una cosa pueden estar seguros, y es que con 12 fusiles conseguimos todos los demás fusiles, que con 12 fusiles les ganamos la guerra (APLAUSOS).  De una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, de una cosa pueden estar seguros los apadrinados del extranjero, de una cosa pueden estar seguros los contrarrevolucionarios, y es que hoy tenemos los suficientes fusiles para quitarles todos los que traigan (APLAUSOS).  De una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, de una cosa pueden estar seguros los criminales de guerra, de una cosa pueden estar seguros los contrarrevolucionarios, y es que tenemos fusiles suficientes para quitarles todos los que puedan comprar o todos los que les puedan entregar (APLAUSOS).

De una cosa pueden estar seguros los enemigos de la Revolución, y es que no sueñen con que van a actuar impunemente.  Los que ataquen a los ciudadanos para combatir la Revolución, los que ataquen a los hombres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias para combatir la Revolución, los que se alcen en armas contra la Revolución, los que vengan en expediciones pagadas por el extranjero para combatir la Revolución, a esos nosotros no los maltrataremos, a esos nosotros no los torturaremos, a esos nosotros no los asesinaremos, a esos no los lanzaremos al mar con una piedra al cuello como hacían ellos —hoy tuvieron nuestros marinos que lanzar coronas al mar allí donde se supone que fueron lanzados cuerpos de revolucionarios, cuyas madres aún no saben donde están sus restos—; nosotros no los asesinaremos, no les daremos un pistolazo en la noche y los lanzaremos a la calle.  ¡No!  ¡Nosotros los llevaremos ante los Tribunales de Guerra y ante la faz del mundo los fusilaremos!  (APLAUSOS.)

Nosotros odiamos el crimen, pero amamos la justicia; somos firmes enemigos del crimen, pero firmes defensores de la justicia.  Nosotros actuamos de acuerdo con la ley, y actuamos a la faz del mundo como actúan los que tienen la razón, como actúan los hombres honrados, como actúan los revolucionarios, como actúan los que defienden a su patria (APLAUSOS).

Bueno es que sepan los mercenarios, los mercenarios que no contentos con todo el daño que hicieron, los mercenarios que no contentos con todo el luto que sembraron, los mercenarios que no contentos con todas las madres y hermanas y esposas que dejaron vestidas de luto, los mercenarios que no contentos con los 20 000 crímenes que cometieron, quieran de nuevo derramar sangre cubana, quieran de nuevo asesinar, ¡bueno es que sepan que nada ni nadie los salvará del pelotón!  (APLAUSOS), porque nosotros hemos probado suficientemente que no nos arredramos ante todas las conjuras del mundo, que no nos arredramos ante todas las campañas infamantes que puedan hacerse contra nosotros.

Nos sabemos defendiendo la patria, nos sabemos defendiendo la justicia, nos sabemos defendiendo una causa noble, y en defensa de esa causa noble estamos dispuestos a derramar hasta nuestra última gota de sangre (APLAUSOS), estamos dispuestos a entregar hasta nuestro último átomo de energía.  Y el pueblo peleará junto a nosotros (APLAUSOS) porque sabe que el Gobierno Revolucionario pelea junto a él, porque sabe que el Ejército Rebelde pelea junto a él, porque sabe que todos los revolucionarios, porque sabe que todos los militares revolucionarios, pelean junto a él (APLAUSOS), y pelean en cualquier hora, y pelean en cualquier circunstancia, favorable o desfavorable.

Que no se engañen, que no se ilusionen, porque aquí tienen que pelear de veras (APLAUSOS), y después de pelear tienen que comparecer ante los Tribunales Revolucionarios.  Que no se hagan ilusiones, que esas peleas no son para mercenarios, que no se hagan ilusiones, que esos sacrificios no son sacrificios que soporten los mercenarios, porque se probó que los mercenarios nada pueden contra los que tienen la razón, que los mercenarios nada pueden contra los idealistas, que los mercenarios no soportan rigores físicos, que los mercenarios no soportan grandes riesgos, que los mercenarios aman la vida, porque pelean por dinero, que los mercenarios aman la vida porque pelean por intereses, y si pierden la vida pierden el dinero, y si pierden la vida pierden la paga, y si pierden la vida pierden los intereses (APLAUSOS).

El mercenario no es tenaz, el mercenario es cobarde.  Y solo mercenarios osarían combatir contra la Revolución, solo mercenarios osan traicionar la patria, solo por dinero se traiciona la patria.  Y los que allá andan con el dinero de Batista, el dinero de Trujillo y el dinero de los malversadores; los que allá preparan campañas, preparan maniobras y preparan movimientos, esos que no se engañen, que esta es empresa de hombres idealistas y no de mercenarios, que aquí pelean los idealistas pero los mercenarios no pelean; aquí resisten los idealistas, pero los mercenarios no resisten; aquí pasan hambre los idealistas, pero los mercenarios no la soportan.

Aquí no hay duda de ninguna clase de que por primera vez en nuestra historia los campos han quedado bien deslindados, los campos han quedado bien claros; por un lado el interés nacional, por otro lado los enemigos de la nación; por un lado el pueblo, por otro lado enemigos del pueblo; por un lado la justicia, por otro lado el crimen; de un lado la honradez, de otro lado la deshonra y la malversación; de un lado la lealtad, de otro lado la traición; de un lado la dignidad, del otro lado la maldad y la villanía; de un lado el bien, del otro lado el mal.  De un lado la causa noble y justa de un pueblo sufrido, que quiso ser libre y ya es libre, que quiso progresar y ya está progresando, que quiso ser soberano y ya es soberano (APLAUSOS), un pueblo que estuvo oprimido y no quiere ser jamás oprimido otra vez, un pueblo que vivió bajo el crimen y el terror y no quiere volver a vivir bajo el crimen y el terror; y del otro lado los que quieren regresar ayudados del extranjero, ayudados de los intereses enemigos de la nación y del pueblo, los que quieren volver para implantar de nuevo la tiranía, para implantar de nuevo el crimen, para destruir la reforma agraria, para destruir las leyes revolucionarias.  De un lado el pueblo, del otro lado los enemigos del pueblo.
 
Nunca en nuestra historia, como hoy, los campos se deslindaron; nunca en nuestra historia, y pocas veces en la historia de ningún pueblo, hay un fervor y una voluntad de lucha como los que existen hoy en Cuba.  ¡La historia de los grandes movimientos revolucionarios, la historia de las grandes revoluciones, no cuenta ningún hecho, ninguna revolución, ningún gobierno, que haya tenido el respaldo inmenso de pueblo, de multitudes y de masas, con que cuenta hoy la Revolución Cubana y su Gobierno Revolucionario!  (APLAUSOS.)
 
Ninguna causa justa se vio jamás apoyada de tanto pueblo, ningún pueblo se vio jamás apoyado por tanta historia.  Ninguna revolución ha contado con la fuerza con que cuenta esta, la voluntad de lucha con que cuenta esta.  Ninguna revolución tal vez haya tenido tantos enemigos, pero ninguna Revolución tal vez haya estado tan decidida a defenderse como está la Revolución Cubana (APLAUSOS).
 
Y no faltará nunca al pueblo la palabra clara y precisa, no faltará nunca al pueblo la verdad, y habrá que orientarlo muchas veces y habrá que decir la verdad muchas veces, porque el pueblo debe saber que, afuera y adentro, los poseedores de grandes recursos, los representativos de grandes intereses, harán todo lo que esté al alcance de su mano, emplearán todos los medios materiales, todos los medios de cualquier índole y de cualquier orden, todas las mentiras, todas las intrigas, todos los procedimientos y todas las armas para debilitar y vencer a la Revolución.
 
Sabemos que tenemos que defenderla, sabemos que el camino será duro, ¡pero estamos dispuestos!  Somos hombres de lucha, somos un pueblo de lucha, y la lucha no nos amedrenta.
 
Al cumplirse un año del 9 de abril, al cumplirse un año de aquella inmolación heroica de 100 jóvenes cubanos, al cumplirse un año de aquellos bravos que cayeron, ¡y no en vano!, porque aunque sufrimos la derrota, aunque sufrimos la adversidad, supimos levantarnos sobre la derrota.  Y lo que nos dio ánimo en la derrota fue el recuerdo de nuestros muertos queridos (APLAUSOS), lo que nos dio aliento en la adversidad fue el recuerdo de los compañeros caídos, lo que nos dio fortaleza fue pensar en aquellos compañeros que habían quedado en el camino, desde los que cayeron en el Moncada hasta los que cayeron el 9 de abril.
 
Ningún sacrificio fue estéril, ningún sacrificio fue en vano, porque los compañeros de aquellos muertos del 9 de abril siguieron peleando aquí en La Habana, los compañeros de aquellos caídos el 9 de abril siguieron peleando en las montañas, y aquella derrota en seis meses —primero en tres meses—, se convirtió en grandes victorias militares y en menos de ocho meses se convirtió en gran victoria nacional.
 
¿Quién lo iba a creer aquella noche del 9 de abril, en medio del terror y de la sangre, en medio del luto y de la tristeza, que antes de ocho meses la patria sería libre (APLAUSOS), que antes de ocho meses los criminales habrían sido derrotados, que antes de ocho meses aquella manada de lobos feroces —tan valientes cuando andaban en la calle asesinando indefensos, tan valientes cuando de asesinar se trataba, tan valientes contra el indefenso— habrían de huir tan precipitadamente la última noche de ese mismo año.  (APLAUSOS.)  ¿Quién iba a decir aquella noche que hoy estaría reunido aquí el pueblo?  ¿Quién iba a decir aquella noche que hoy estaríamos rindiendo tributo a aquellos muertos, a los que ni siquiera pudimos acompañar al cementerio?  ¿Por qué?  Porque los muertos sirvieron de bandera, porque los muertos sirvieron de aliento, porque los muertos dieron el ejemplo, porque los muertos trazaron el camino.  Los muertos del 9 de abril, los muertos de todos los combates de la libertad, los muertos del llano y de la montaña, de la lucha heroica mil veces del llano y de la lucha heroica de las montañas, les señalaron a unos y a otros el camino de la victoria.
 
Aquellos compañeros que cayeron, estas madres que perdieron a sus hijos, las esposas que perdieron al compañero, los hijos que perdieron a sus padres siempre pensarán con orgullo y siempre tendrán en medio del dolor la alegría de saber que los sacrificios no fueron en vano; que aquellos hombres cayeron para que una nación se irguiera; que aquellos hombres dieron su vida para que una nación viviera; que aquellos hombres quedaron en el camino para que un pueblo siguiera su marcha hacia adelante; que ellos lo dieron todo para que otros fuesen felices (APLAUSOS); que ellos dieron su vida para que los campesinos tengan tierras; que ellos dieron su vida para que el pobre tenga pan y libertad, para que el que pasa hambre —porque no tiene trabajo— tenga trabajo decoroso, para que hoy los alquileres sean el 50% ó el 40% ó el 30% de lo que se pagaba antes, para que hoy haya justicia social y justicia política, para que hoy haya honradez, para que hoy haya lealtad (APLAUSOS).
 
Si ellos hubiesen contemplado este espectáculo, si ellos hubiesen contemplado este mar de cabezas cubanas que han venido hoy a rendirles tributo, que han venido hoy a recordarlos, a decir presente, si ellos hubiesen podido contemplar el espectáculo de este pueblo de hoy, de esta Cuba nueva, de esta patria que marcha; si ellos hubiesen podido contemplarlo...  Mas, no lo contemplaron, ¡pero lo soñaron!; no lo vieron, ¡pero lo presintieron!  Por esto lucharon, por esto cayeron.
 
Y si triste es ver que la muerte sea inútil, cuando ha sido inútil; si triste es ver que los sueños se frustran; si nunca es más amargo el recuerdo de un compañero caído como cuando no se logra el objetivo por el cual cayeron, pocas cosas consuelan y alientan como el espectáculo de ver que un pueblo está logrando los objetivos por los que ellos cayeron.  ¡Nada nos consuela tanto como saber que no murieron en vano!  ¡Nada nos consuela tanto como saber que su sacrificio está rindiendo los mejores frutos!  Y nada nos consuela tanto como pensar que estamos cumpliendo con nuestros muertos, que los sueños se están convirtiendo en realidad, y que hoy podemos decir aquí, al cumplirse este aniversario de aquel día heroico del 9 de abril, que estamos rindiendo a nuestros mártires el mejor tributo, no de palabra, sino en hechos, ¡no en promesas, sino en hechos!
 
(OVACION.)

VERSION TAQUIGRAFICA DE LAS OFICINAS DEL PRIMER MINISTRO