Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Segunda Cumbre Cuba-CARICOM, Bridgetown, Barbados, el 8 de diciembre de 2005

Fecha: 

08/12/2005

Honorable Owen Arthur, Primer Ministro  de Barbados y anfitrión de este  encuentro;

Honorable Kenny Anthony, Primer Ministro de Santa Lucía, Presidente en ejercicio  de CARICOM;

Honorables Primeros Ministros de los demás países  hermanos miembros de CARICOM;

Honorable Edwin Carrington, Secretario General de CARICOM;

Distinguidos Jefes de delegaciones, Ministros e Invitados Especiales:

Constituye para mí motivo de especial satisfacción que podamos encontrarnos nuevamente, ahora en la tierra de aquel entrañable amigo de Cuba que fue Errol Barrow.  Han transcurrido ya tres años desde que, en La Habana, conmemoramos el treinta aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba de los cuatro países del Caribe que entonces eran independientes, hecho que por su significado y trascendencia, los cubanos jamás olvidaremos.

En estos años, se tornó aún más dramático el enorme desafío que nuestros países enfrentan para asegurar la propia supervivencia de nuestros pueblos. Las acciones unilaterales y egoístas tomadas por algunos de los principales socios comerciales de las naciones caribeñas, se combinaron con la frecuencia y  magnitud sin precedentes de los devastadores huracanes que asolaron a nuestra región.

Pienso que ya hoy existe una comprensión clara de que la globalización neoliberal  amenaza, incluso, la propia existencia de nuestros países como naciones independientes.

La brecha entre el Norte cada vez más rico y el Sur cada vez más pobre se ensancha vertiginosamente y constituye una amenaza permanente para la estabilidad internacional. 

En la base de la mayoría de los conflictos de nuestra época: las ilegales guerras de conquista y pillaje, la destrucción del medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales, el terrorismo, los conflictos locales, la migración ilegal y el narcotráfico, entre otros, hallaremos siempre una relación entre la persistente pobreza y marginalidad predominantes en los países del Sur, y las políticas de las naciones más ricas y desarrolladas del planeta que, cada vez más egoístas y soberbias, aumentan sin cesar su riqueza a costa del empobrecimiento del Tercer Mundo.

El acceso a los mercados internacionales resulta para muchos países poco menos que imposible. Somos víctimas de un sistema de comercio internacional plagado de barreras arancelarias y no arancelarias, sistemas de cuotas, subsidios y onerosas condiciones, mientras se nos obliga a soportar el hipócrita discurso a favor del “libre comercio” de los mismos que nos cierran sus mercados.

Nuestros hermanos de CARICOM sufren en carne propia las egoístas decisiones de la Unión Europea y los Estados Unidos, que golpean sus exportaciones de banano y azúcar y se ven obligados a enfrentar las imposiciones arbitrarias de las transnacionales en el turismo, la aviación y otros sectores.

Los países industrializados y ricos se resisten a aceptar la concesión de un trato    especial y diferenciado a los países que,  como los de CARICOM, no sólo lo requieren sino que es su derecho. Olvidan su deuda histórica con nuestro desarrollo, incumplen sus promesas, saquean nuestros recursos humanos, cobran una y otra vez una deuda inmoral varias veces pagada, mientras hablan demagógicamente de libertad de mercados.

La Unión Europea, olvidando su deuda como antigua metrópoli colonial y los compromisos contraídos a través de acuerdos bilaterales, ha impulsado unilateralmente una profunda reforma en el sector azucarero y bananero que afecta a los países del Caribe.  Cuba expresa su más profunda solidaridad con los países caribeños y reclama la rectificación europea de una decisión que llevará a la pobreza y la exclusión a decenas de miles de familias caribeñas.

Excelencias:

Nuestra región, América Latina y el Caribe,  sufre la distribución del ingreso más desigual  del planeta;  la pandemia del VIH-SIDA afecta a  2 millones 400 mil personas, y se ha convertido en un grave problema para algunos de los países de nuestra región.

Por otro lado, se incrementa la amenaza y el  uso de la fuerza; las medidas coercitivas unilaterales contra los gobiernos y pueblos de países del Tercer Mundo devienen una constante, y se convierten en letra muerta los principios consagrados en el Derecho Internacional.

El desenfreno consumista de los países ricos conduce a la escasez alarmante de una fuente energética no renovable y vital en el mundo actual:  los hidrocarburos, cuyas reservas probadas y probables se agotan y cuyos precios de mercado, al alcance únicamente de las sociedades ricas, son inaccesibles para la inmensa mayoría de los pueblos del Tercer Mundo.

El colosal derroche consumista no sólo afecta a la economía mundial;  amenaza además seriamente el medio ambiente.

¿Cómo enfrentarán nuestros países los daños  de la próxima temporada ciclónica y los de los próximos diez años, y quién nos ayudará a costearlos?

¿Cómo enfrentaremos el peligro de desaparecer con el calentamiento global y la elevación del nivel de los mares?

La desenfrenada carrera por despilfarrar los recursos naturales del planeta acabará con la vida en la Tierra, pero los primeros en perecer serán nuestros pequeños Estados insulares. 

Cuba responsabiliza a los países ricos y desarrollados, y a las suntuosas economías del consumo y el despilfarro por el agravamiento de la magnitud y la frecuencia de los desastres naturales en el Caribe.

¿Cómo enfrentar estos desafíos y el reto de sobrevivir y avanzar en medio de la profunda crisis económica, social, política y ambiental que sufre nuestro hemisferio y el mundo?

A la globalización neoliberal y egoísta, al antidemocrático orden político y económico internacional, debemos responder con la unidad y la globalización  de la solidaridad, y la promoción del diálogo, la integración y la cooperación genuina.

Cuba, bloqueada y con escasos recursos, ha seguido este camino en la medida de sus posibilidades, gracias, especialmente, al valioso capital humano acumulado en estos 45 años.

Hoy, 1 142 colaboradores cubanos, casi mil de ellos en el sector de la salud, prestan servicios en los países de CARICOM.  Procedentes de 14 países caribeños, se han graduado en los centros de enseñanza cubanos 1 957 estudiantes, y actualmente se forman otros 3 318 en 33 especialidades universitarias y técnicas. En la Operación Milagro ya participan 11 países caribeños y hasta el día de ayer, 7 de diciembre,  10 502 de sus ciudadanos habían sido operados en Cuba, sólo en el lapso de 4 meses y 14 días, es decir, a un ritmo de 30 mil pacientes por año. 

Apoyamos los esfuerzos de nuestros hermanos caribeños para consolidar su integración regional y,  como siempre, Cuba está dispuesta a brindar su modesta cooperación en las áreas en que ello sea posible.  Los pueblos de la Comunidad del Caribe podrán contar siempre con el respeto y la amistad de Cuba.

Hoy, 8 de diciembre, en el 33 Aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas con nuestro país por parte de Jamaica, Guyana, Barbados y Trinidad y Tobago, agradecemos nuevamente la invariable solidaridad de los países caribeños con Cuba, cuya expresión más reciente fue el voto unánime del Caribe en Naciones Unidas a favor del levantamiento del bloqueo que por más de 45 años se ha impuesto a nuestro pueblo, y rendimos tributo a la memoria de Eric Williams,  Erroll Barrow, Forbes Burnham y Michael Manley.

Muchas gracias.

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