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Diálogos con la historia (XLVIII parte)

Fecha: 

23/04/2011

Fuente: 

Periódico El Sol de México
Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado: Fidel Castro
 
En la edición anterior comentamos el papel que le tocó desempeñar a Cuba en uno de los momentos más álgidos y riesgosos de la Guerra Fría. Para poder valorar ese hecho histórico habría que preguntarse, ¿qué se entiende por Guerra Fría? Convencionalmente se ha llamado así al estado de tensión permanente que existió entre los bloques comunista y capitalista, liderados por la URSS y por Estados Unidos, respectivamente. Alcanzó una expresión geográfica concreta con la creación del "telón de acero", definición de Winston Churchill, Primer Ministro de Gran Bretaña, para referirse a las zonas de influencia en Europa. Su característica principal fue el enfrentamiento constante entre las superpotencias y, bajo esas condiciones, el mantenimiento de la paz, a pesar de contar cada bloque con un armamento superior, incluido el nuclear, que podría representar la destrucción mutua. La URSS, enarbolando la ideología comunista, defendió la expansión socialista por el mundo y Estados Unidos radicalizó su política exterior, esgrimiendo la urgente necesidad de contener el avance del comunismo en el planeta. Según algunos estudiosos de la materia, se pudieran identificar como momentos o etapas de este período los siguientes: la Guerra Fría propiamente dicha de 1947 a 1962; una paz relativa y tensa de 1962 a 1975 y el comienzo de la etapa de distensión de 1975 a 1991.
 
En la confrontación Este-Oeste, entre capitalismo y socialismo, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el Tercer Mundo jugaba un papel estratégico fundamental, incluida, por supuesto, América Latina. En la época de Nikita Jruschov, en particular, la política soviética fue muy agresiva y enérgica; en ella se consideraba que el destino del mundo y su futuro dependían de la lucha en el Tercer Mundo, cuyos países eran considerados, por cada bloque, como la reserva del capitalismo y del socialismo. En este contexto histórico tuvo lugar la visita de Fidel Castro a la Unión Soviética y bajo esa máxima política se produjeron los acuerdos ruso-cubano de 1963.
 
La Crisis de Octubre de 1962, como también lo fue la Batalla de Playa Girón o de Bahía de Cochinos en 1961, de la cual se están cumpliendo 50 años, constituyó una experiencia decisiva para el Comandante Fidel Castro. Durante la visita a la URSS, en la que el testimonio gráfico refleja el desbordante entusiasmo con que fue recibido el máximo líder de Cuba, hoy se sabe que hubo fuertes discusiones y duras críticas de Fidel a Jruschov por la retirada inconsulta de los misiles; sin embargo, el agua no llegó al río y la visita pudo encauzarse hacia el clima de amistad, cariño y respeto mutuo que los lectores pudieron apreciar en las fotos divulgadas a través de estas presentaciones.
 
Me detengo en estos temas porque considero importante que las presentes y futuras generaciones conozcan que, ciertamente, el mundo estuvo al borde de una catástrofe nuclear y puedan comprender el por qué hoy se discute, con tanta fuerza, el programa de desarrollo nuclear de Irán, de Corea del Norte o de cualquier otro país. La humanidad tiene que preservarse y su destino no puede estar en manos de personas con mente calenturienta e irresponsable, sea cual fuere su perfil ideológico.
 
Para que se tenga una idea del arsenal bélico en juego durante la Crisis de Octubre, y según informaciones militares soviéticas y norteamericanas de la época, baste señalar que en 1962 Estados Unidos contaba con 377 cohetes estratégicos y construía otros 1000. Los cohetes emplazados en Turquía e Italia daban superioridad a Estados Unidos pues desde esa posición alcanzaban en 15 minutos a la URSS; mientras que los 44 cohetes intercontinentales soviéticos demorarían 25 minutos en llegar a Estados Unidos. La URSS sólo contaba con 373 cohetes de alcance medio e intermedio. La instalación de 42 cohetes de alcance medio e intermedio en Cuba nivelaría considerablemente la diferencia y brindaría los medios defensivos a Cuba para enfrentar una inminente invasión; los soviéticos y cubanos conocían que se preparaba apresuradamente la agresión, a partir de la aprobación por el Congreso de Estados Unidos, el 26 de septiembre, de una Resolución Conjunta que facultaba al Presidente de Estados Unidos hacer uso de las armas contra Cuba.
 
El Senador Edward Kennedy, hermano del Presidente Kennedy, 49 años después, en sus memorias, refiriéndose a una consulta a su padre, escribió: "Cuando un año y medio después, nuestra nación afrontó la Crisis de los Misiles en Cuba y la posibilidad de aniquilación nuclear, la experiencia de mi hermano, gracias al desastre de Bahía de Cochinos, se convirtió en una de las mejores cosas que le ocurrieron... tanto a él como al país: generó un saludable escepticismo en relación con los consejos militares que recibió, cuyo resultado fue la solución pacífica de la Crisis de los Misiles ...Papá tenía razón cuando, después de Bahía de Cochinos, consoló a Jack (como lo llamaban en familia) diciendo que sería una de las mejores cosas que podían ocurrirle".
 
El Presidente de los Estados Unidos había revelado, el 22 de octubre de 1962, que sus aviones tipo U-2 detectaron los cohetes instalados en Cuba. Kennedy demandó su retiro inmediato bajo inspección internacional. Fidel rechazó con firmeza la inspección y ordenó la alarma de combate en todo el país para enfrentar la agresión.
 
Al día siguiente, Kennedy autorizó los vuelos a baja altura. El día 25 de octubre se habían efectuado 15 vuelos. Fidel avisó a Jruschov que Cuba resistiría firme y decididamente. U Thant, Secretario General de la ONU, anunciaba una mediación tripartita la que comenzaría el día 26 de octubre. U Thant viajó a Cuba y como Fidel se negó a aceptar la inspección, el Secretario General de la ONU declaró que el dirigente cubano estaba en su derecho al negarse y las Naciones Unidas no podían obligarlo.
 
Ante esta delicada situación, Jruschov envió a la Isla, el 2 de noviembre de 1962, a Anastás Mikoyán, Viceprimer Ministro de la URSS, quien durante varios días trató de convencer a Fidel Castro, Primer Ministro de Cuba, lo cual resultó una misión imposible. Finalmente, tras dos semanas en Cuba, Mikoyán propuso que la inspección se realizase en los barcos soviéticos. Fidel le respondió que ese sería un problema de la URSS. Y hubo inspección en los barcos, mas no en Cuba. Desde entonces, la doctrina militar cubana pasó a ser de convencional a la de una resistencia nacional prolongada si el territorio fuese ocupado. Sobre esa base se ha preparado militarmente el pueblo cubano.
 
Estos pasajes históricos ilustran con bastante precisión las opiniones que, tanto el Comandante Fidel Castro como el actual Presidente de Cuba Raúl Castro, ofrecieron a los lectores a través de Diálogos con la Historia, en entrevistas exclusivas a Organización Editorial Mexicana, respecto a las relaciones con la URSS, a la colaboración en el terreno militar y a la importante conclusión a la que arribaron sus principales dirigentes de que Cuba debía defenderse por sí misma.
 
A partir de su triunfo en enero de 1959, la Revolución Cubana ha tenido su propio camino político, económico y social; aunque tuvieron relaciones muy estrechas, fortalecidas con la visita de 1963, no puede considerarse que Cuba haya actuado como satélite de la Unión Soviética. Fidel y Raúl, con gran claridad, han señalado sus puntos de vista sobre este importante aspecto que, en ocasiones, por desconocimiento o por un interés político específico, se ha presentado superficialmente, sin tener en cuenta los antecedentes del proceso cubano; así como las causas y consecuencias de cada acontecimiento histórico.
 
Los comentarios sobre el contexto internacional en que se produjo la visita de Fidel a la URSS y los acontecimientos posteriores, han tenido como objetivo situar al lector, en especial a los jóvenes, en el escenario específico de aquel momento; ofrecerle elementos de juicio y facilitarle la comprensión y análisis de hechos de gran trascendencia para la vida de los pueblos de nuestra América.
 
Cuando el entonces líder de la Unión Soviética Mijail Gorvachov visitó Cuba, en 1989, las otrora estrechas relaciones entre Moscú y La Habana eran muy tensas debido a la aplicación de las reformas económicas y políticas en la URSS. "Hemos visto cosas tristes en otros países socialistas, cosas muy tristes, afirmó Fidel en noviembre de 1989, refiriéndose a los cambios que se estaban produciendo en países aliados de Cuba como la propia Unión Soviética, Alemania del Este, Hungría o Polonia. La desaparición de la Unión Soviética en 1991 tuvo, como he explicado, un efecto devastador para Cuba.
 
El colapso soviético y el recrudecimiento del bloqueo económico de Estados Unidos han puesto a Cuba en una situación económica en extremo difícil y compleja, lo que ha obligado a su gobierno a tomar medidas muy rigurosas para asegurar la producción de alimentos; la descentralización en industrias, fábricas y granjas estatales; los recortes drásticos en el consumo de petróleo y otras fuentes de energía; el desarrollo acelerado del turismo y la biotecnología; la participación militar en la gestión económica; la racionalización de la burocracia en el aparato estatal; el estímulo a la inversión extranjera; las regulaciones para el funcionamiento del dólar y las monedas convertibles en la economía nacional; en fin, se trata de un enorme esfuerzo para preservar las conquistas de la Revolución y lograr el reingreso de Cuba al mercado mundial, al más bajo costo social posible.
 
Pocos dudan que el futuro de Cuba y de su proceso revolucionario dependen, en gran parte, de las medidas que el Gobierno del Presidente Raúl Castro adopte en los próximos meses, especialmente después del Congreso del Partido Comunista de Cuba, el que ha tenido como tema central la llamada actualización del modelo económico cubano. El propio Fidel Castro, poco antes de su enfermedad, fue muy claro al expresar que el proceso revolucionario podía ser destruido "por nosotros mismos" y en uno de los discursos pronunciados en ese período dijo que Revolución es "cambiar todo lo que debe ser cambiado," abriendo con ello una gran puerta.
 
El 26 de julio del 2007, el General del Ejército Raúl Castro, entonces Presidente de Cuba en funciones, prometió hacer los cambios estructurales necesarios sin lesionar las bases del sistema socialista. Un debate nacional, convocado por el propio Raúl, alcanzó la participación de más de 7 millones de cubanos, los que expresaron alrededor de 700 mil sugerencias, recomendaciones y preocupaciones sobre el proyecto de lineamientos económicos discutidos en el proceso del Congreso del Partido Comunista de Cuba.
 
Muchos creen, con toda razón, que el país se encuentra inmerso en una grave crisis; la agricultura no produce, la eficiencia de las empresas es extremadamente baja, se trabaja poco, la corrupción crece, el poder adquisitivo de la población está por los suelos, la emigración de los jóvenes aumenta y ha sido muy fuerte el impacto provocado por el reciente despido de medio millón de trabajadores que laboraban en la pesada e ineficiente burocracia estatal.
 
Lo que pase con el futuro de la Revolución Cubana estará estrechamente relacionado con su capacidad de transformarse a sí misma. Incluso la población, que ha sido su soporte político fundamental durante más de 50 años, aunque reconoce las conquistas logradas, reclama mejoras económicas, sobre todo en el poder adquisitivo de los salarios, la alimentación básica, el transporte, la vivienda y la calidad de los servicios que se ofrecen. Existe la percepción de que la Revolución sólo escapará a esta sentencia si es capaz de reaccionar e introducir los cambios que le permitan dar continuidad a la propuesta original de bienestar y progreso, convirtiendo sus resultados en una realidad tangible, al alcance del ciudadano común.