Entrevistas

No estamos en guerra con las fuerzas armadas de los Estados Unidos: Entrevista con CNC

Autor: 

Periodista.-  Gracias por estar con nosotros, señor Presidente.

Primero, me gustaría preguntarle lo siguiente:  Cuba será el anfitrión de la próxima Cumbre Iberoamericana.  ¿Qué significa eso para su país?

Fidel Castro.
-  Efectivamente, la próxima reunión cumbre tendrá lugar en La Habana.  Esto fue acordado con anterioridad.  Siempre, desde que se produjo la primera cumbre, en la ciudad de Guadalajara, México, se acordó cuál sería el siguiente y el subsiguiente país sede, y así ocurrió desde Guadalajara, Madrid, después creo que fue Salvador de Bahía, y se estableció lo que pudiéramos llamar una lista;  ya se sabe actualmente cuáles serán en los próximos tres o cuatro años los países sedes.  De manera que es algo que viene de atrás, no es una cosa nueva.  Esperamos con paciencia hasta que nos llegó nuestro turno.  

Algunos trataron de interferir, de obstaculizar;  pero no han tenido éxito.  Y realmente se ratificó, de manera firme y categórica, que Cuba será la sede de la próxima cumbre.  Es un honor, una satisfacción para nuestro país; cada vez que recibe una responsabilidad de esta índole, se esmera por organizarla lo mejor posible.
La vida ha demostrado la importancia de estas cumbres, sobre todo a medida que se avanza en experiencia y se utilizan procedimientos para sacar el máximo de provecho del tiempo que se emplea.

Esta ha sido una de las cumbres más fructíferas, desde mi punto de vista;  me atrevería a decir que, incluso, la más fructífera, no solo por méritos personales de los que hemos participado, o no tanto por ello, sino fundamentalmente por el momento que estamos viviendo, de una gran incertidumbre en el campo económico, en medio del desarrollo de una grave crisis financiera y económica internacional.  Eso le dio especial carácter a la cumbre, cuyo tema fundamental o tema central fue la globalización y la integración.  Alrededor de este punto giró la cumbre, pero fundamentalmente, pudiéramos decir el 80% del trabajo de la cumbre, giró en torno a la crisis económica internacional.  Entonces ello obligó a un especial esfuerzo de estudio, de análisis, que me ha parecido muy útil en este momento.

Ha sido una cumbre  —podemos decir— muy oportuna, y han surgido ideas que pueden ayudar a los pueblos de América Latina y a otros países del Tercer Mundo, incluso a los países desarrollados, a buscar vías, a buscar caminos para frenarla, en primer lugar, que es lo más urgente,  y, en segundo lugar, revertirla.  Es por ello que digo, que habiéndose desarrollado en medio de una situación muy difícil, giró en torno al problema más serio que hoy confronta el mundo, que es esta crisis económica.

Periodista.-  ¿Y la cumbre de La Habana?

Fidel Castro.-  Bueno, la cumbre de La Habana va a estar muy asociada a esta, porque esta tiene lugar cuando se desata.  Estaba convocada hace un año, durante un año se trabaja.  Había problemas financieros:  se desarrollaba la crisis del sudeste asiático, desde antes, lleva 17 meses, se venían produciendo dificultades económicas serias en Japón;  pero el problema se agudiza tremendamente en las últimas semanas, podemos decir que a partir del mes de agosto, en la última decena del mes de agosto es que se precipitan los acontecimientos, a partir de la profunda crisis que se desata en Rusia;  algo que se veía venir, algo que habíamos estado previendo, porque muchos de estos problemas que han tenido lugar han sido previstos.

La crisis de Rusia fue ya como una gota que colma la copa, y se extiende, tiene efectos en todas partes, hasta en las propias bolsas de Europa, hasta en las propias bolsas de Estados Unidos, cuyo índice principal en la bolsa de Nueva York bajó 512 puntos en un solo día;  tiene efecto inmediato sobre Suramérica y amenaza con penetrar en Brasil, algo de extraordinaria importancia para todo el mundo, no solo para los latinoamericanos, sino para las propias bolsas de   Estados Unidos.   Si esa crisis penetra en Brasil, alcanzaría ya irremisiblemente y con consecuencias realmente imprevisibles las bolsas de Estados Unidos.  

Como era todo muy nuevo, muy reciente, influyó decisivamente en esto.  Sin embargo, tenemos por delante meses críticos, meses decisivos;  nadie puede aventurar, asegurar, cuál será la situación dentro de un año, cuando se celebre la cumbre  en La Habana.  Los acontecimientos se van sucediendo rápidamente, incluso  las opiniones, los criterios y los enfoques se van sucediendo en los propios       Estados Unidos.  De manera que este próximo año será un año de enfrentamiento a esa crisis y de búsqueda de soluciones.  Por tanto, la de La Habana girará en torno a esta cuestión, y el tema es Iberoamérica y los graves riesgos de una crisis económica globalizada.  

Es breve la frase, pero puede comprender muchas cosas.  No se asegura si estaremos todavía en el momento más grave de la crisis, no sabremos qué problemas se habrán resuelto;  pero sí sabremos lo que ha ocurrido a lo largo de un año y lo que posiblemente estará ocurriendo, porque esto no se resuelve así, tan fácilmente, sobre todo en medio de un proceso lleno de sorpresas y cosas inesperadas.  Por lo tanto, la cumbre de La Habana girará fundamentalmente en torno a este tema.

Periodista.-  Señor Presidente, en las cumbres iberoamericanas en los últimos años ha habido una condena muy fuerte a la política de Estados Unidos hacia Cuba, al embargo económico;  pero también ha habido fuertes críticas hacia su sistema político.  Yo sé que usted ha dicho que Cuba es el país más democrático del mundo, pero sus colegas iberoamericanos dicen que no es así;  que no solamente Estados Unidos, sino que también su país, usted, tiene que cambiar.

Fidel Castro.-  Sí, pero con todo respeto a tu punto de vista, me parece que tú estás haciendo una afirmación categórica, y no se ha expresado así, de esa forma.

En todas las cumbres ha habido siempre determinados dirigentes políticos de América Latina, muy bien definidos, que han sostenido posiciones antagónicas con Cuba, y son principalmente aquellos países de América Latina que tienen más estrechas relaciones con Estados Unidos, o aquellos países que están más fuertemente influidos por Estados Unidos.

Estados Unidos no ha estado nunca ausente de estas cumbres, y realiza su  trabajo anticubano a través de determinados gobiernos, principalmente gobiernos pequeños del área centroamericana, sobre los cuales ejerce gran influencia, y que   han estado siempre dispuestos a escuchar las ideas, los criterios y las presiones de Estados Unidos.  Cada una de estas cumbres ha estado precedida de una batalla frente a las presiones de Estados Unidos, fuertes presiones en todas y cada una de ellas.  Entonces no se ha tratado simplemente de que jefes de Estado, o de que numerosos jefes de Estado, o de que las cumbres se hayan expresado fuertemente contra Cuba;  es todo lo contrario.

Periodista.-  Yo no dije contra Cuba;  dije que han dicho que les gustaría ver cambios en Cuba.

Fidel Castro.-  No, pero antes hablaste, antes de llegar a lo de cambios, de que habían tenido posiciones fuertes contra Cuba.  Por el contrario:  en todas las cumbres hemos tenido amplio apoyo de la mayoría y de los más importantes países de   América Latina.  Entonces siempre ha habido algunos:  digamos, por ejemplo, el gobierno salvadoreño ha tenido siempre posiciones de críticas y de ataques a Cuba  en las cumbres;  en los tiempos de Violeta Chamorro, en Nicaragua, ella era una persona muy cuidadosa, muy respetuosa, muy educada, y hacía algunas críticas, pero siempre dentro de un plano de respeto.  En cambio, el sustituto de Violeta se ha caracterizado por una actitud militante activa contra Cuba.  Todo eso es muy divulgado, y a una palabra y a una frase se les da un peso que no tienen en esa cumbre.

Entre los que nos han criticado  —porque hay grandes diferencias ideológicas en las concepciones sobre la economía, sobre la política económica— también ha estado Menem, un curioso caso que, por un lado, ha mantenido siempre actitud amistosa, incluso afectuosa en todas las conversaciones, y, por otro lado, nos ha hecho críticas públicas.   Pero las críticas de Menem han sido principalmente a través de la prensa, no propiamente en las cumbres.

Las cumbres tienen dos partes:  una abierta, con la prensa, y otra cerrada.  Dentro de esas reuniones abiertas, ante la prensa, ha habido críticas;  también en las cerradas, pero más limitadas, de algunos, a la vez que ha habido varios que han mantenido una actitud muy firme de defensa de Cuba y de las posiciones de  Cuba.  

De modo que, en realidad, la mayoría ha respaldado a Cuba, la ha apoyado, y en los documentos no aparecen esos ataques contra Cuba.  Hay siempre alusiones, conceptos, porque, desde luego, hay que tener en cuenta que la mayoría de los países latinoamericanos han estado regidos por conceptos que son muy diferentes y en muchos casos opuestos a los principios, las ideas y los conceptos de carácter económico y político que defiende Cuba.  Pero, a pesar de eso, nos hemos llevado muy bien, los contactos personales han sido muy buenos y las relaciones han sido crecientes, de mejoría;  con el propio Menem, cada vez se han ido desarrollando más cordiales relaciones, y en esta cumbre no hubo el menor incidente ni la menor declaración pública  o dentro de la cumbre por parte de Menem con relación a Cuba.    Y con otros de los que han sido tradicionales adversarios, pues también se han producido cambios.  

Estados Unidos ha tenido cada vez menos puntos en que apoyarse y, sobre todo, ha tenido menos posibilidades de contrarrestar el creciente prestigio de Cuba en la arena internacional y dentro de las propias cumbres.

Son mejores cada vez las cumbres, son mejores nuestras relaciones con todos los que participan en las cumbres, hasta que hemos llegado a este momento en que las cumbres no han sido simplemente un rosario de discursos, sino más bien exposiciones, debates, análisis, en ocasiones con bastante profundidad, sobre diferentes problemas.  En este sentido, a mi juicio, esta ha sido la mejor de todas, por tratar problemas complejos, agudos, actuales y de gran importancia para la vida de nuestros países.  Y en todas estas cumbres se ha condenado el bloqueo, y cada vez en términos más claros y categóricos.

El párrafo 8 de la Declaración Final es categórico.  Y dice:  “Tal como afirmamos en el inicio de esta Declaración, la convivencia internacional exige el respeto a los principios y normas del Derecho Internacional, a la Carta de las Naciones Unidas y a la soberanía nacional de los Estados.  Por eso, los países iberoamericanos rechazamos enérgicamente la aplicación extraterritorial de leyes nacionales y de operaciones encubiertas que violen las leyes y ordenamientos de terceros países, así como procesos coercitivos unilaterales que constituyen un obstáculo a la cooperación entre los Estados.  En este contexto, reiteramos nuestra exhortación al Gobierno de los Estados Unidos de América a que ponga fin a la aplicación de la Ley Helms-Burton, de conformidad con las Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas al respecto.”

Y la última de las resoluciones fue precisamente la que se aprobó en estos días por 157 votos contra 2.  Es decir, se unieron estas dos cosas:  la votación en la Asamblea General y este párrafo categórico, claro y preciso, de apoyo a Cuba y de condena a la Helms-Burton, al bloqueo, a las acciones unilaterales, e incluso, a las acciones que tiendan a subvertir el orden en nuestro país.

Y es así, no hay una sola palabra...  Ni en las otras.  Hay declaraciones generales que después son sujetas a interpretaciones determinadas.  Nosotros las hemos suscrito, porque es que no tenemos contradicciones sobre los puntos planteados;  sí puntos de vista diferentes, interpretaciones diferentes.

Periodista.-  Sobre la democracia, el pluralismo...

Fidel Castro.-  Concepciones diferentes sobre estos puntos.  Hay una de la cual se habla mucho, una que utilizan mucho, y tú debes comprender que los criterios a veces están influidos.  Tú puedes haber leído algunas de estas cosas;  pero una de las que se mencionan mucho es el punto 2 de la Declaración de Viña del Mar famosa, que dice:

“Reafirmamos nuestro compromiso con la democracia, el estado de derecho y el pluralismo político.”  No dice pluripartidismo;  dice “pluralismo político”.  Y tal como nosotros lo entendemos, es precisamente lo que tratamos de aplicar dentro de las filas de nuestras propias organizaciones y de nuestro Partido.  

Todas nuestras organizaciones de masa se reúnen periódicamente, celebran sus congresos, hablan con una libertad absoluta y exponen allí todos sus puntos de vista.  Lo mismo en el seno del Partido:  por la forma en que se eligen los delegados al Congreso, cada uno tiene la posibilidad de exponer sus criterios y, por muy críticos que sean, se les escucha, se divulgan sus planteamientos, e incluso, en muchas ocasiones esos puntos de vista se aprueban y se apoyan en nuestros congresos.  Es ahí, no simplemente a través de la multiplicidad de partidos, que nosotros vemos la participación activa del pueblo y el verdadero pluralismo político.

Sobre el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, nosotros nunca hemos aceptado las calumnias infames que se han hecho contra nuestro país a lo largo de muchos años.  Hemos afirmado categóricamente que Cuba tiene la página más limpia en este  aspecto, ya que, por ejemplo, en nuestro país no ha habido jamás un desaparecido, jamás un asesinato político, jamás una tortura; y lo hemos dicho una y mil veces, porque nos hemos educado en ese principio, en esa historia desde que estábamos luchando en la guerra revolucionaria en las montañas, frente a un régimen sangriento que asesinó y torturó a miles de personas.  

En esa conciencia se educó el espíritu de los revolucionarios cubanos y esa conciencia, esa idea, se ha mantenido a lo largo de casi  40 años, lo cual es motivo de orgullo para nuestro país.  Tú no ves casos allí de escuadrones de la muerte;  tú no has visto jamás en Cuba  un caso de desaparecido, que ha sido lo más común y corriente a lo largo y ancho de América Latina, en países como El Salvador, Guatemala —para citar solo dos de Centroamérica—, en Chile, en Argentina, decenas de miles, cientos de miles.  En Argentina se habla de 30 000 personas desaparecidas;  en Guatemala de 100 000 desaparecidos y 50 000 muertos como consecuencia de la represión.

El informe del obispo que asesinaron recientemente hablaba de  50 000 desaparecidos y 100 000 víctimas.  Las noticias que nosotros teníamos, a lo largo de todos estos años, eran a la inversa:  el número de desaparecidos ascendía a 100 000 y 50 000 víctimas.  Y eso, realizado por cuadros que fueron formados en las escuelas norteamericanas;  porque alrededor de 60 000 oficiales expertos en represión, en lucha contra las fuerzas revolucionarias y progresistas, han sido formados en Estados Unidos.  Y por ahí se han llegado a publicar —porque ya tú sabes cómo son las cosas en tu país, que cada cierto número de años, a veces muchos años, se publica— los folletos que utilizaban como manuales de instrucción en las academias donde se preparaban todos esos oficiales.  Y nada de eso ha existido jamás en nuestro país.  

Es injusto, Lucía, y el pueblo nuestro lo sabe.  Se queja de otras cosas, habla de otras cosas, porque tenemos problemas y dificultades, pero jamás podrá imputarnos, y nadie nos ha podido imputar, ninguna de esas brutales violaciones que se cometen en todas partes, y que se convirtió en un ejercicio en la Comisión de Derechos Humanos, donde todo este tema de los Derechos Humanos fue politizado, hasta la última batalla que se libró en la Comisión de Ginebra.

Adquirió fuerzas Estados Unidos dentro de esas comisiones cuando desapareció el campo socialista y muchos de esos países entonces se pasaron a las posiciones de Estados Unidos.  Pero aun así, prosiguió la lucha y, al final, Cuba solita logró el apoyo de la mayoría de los miembros de la comisión para rechazar la Resolución de Estados Unidos condenando a Cuba.  Así que nosotros nos sentimos orgullosos de nuestra limpia historia en relación con este problema, cuyo mejor testigo es el propio pueblo. Tú lo conoces, cómo se expresa, cómo actúa, y ese tipo de operaciones solo aparece en folletos escritos de una manera inescrupulosa contra nuestro país.  Pero nosotros estamos muy conscientes de cuál ha sido la historia y la línea seguida por la Revolución en todo eso. De manera que Cuba ha ocupado la página más limpia en esos derechos.

Que se busque un asesinato político en nuestro país.  Sí, hay tribunales, hay leyes;  hay leyes que en ocasiones han sido severas, sobre todo en los primeros años, cuando las actividades subversivas, violentas y terroristas eran mayores, después fueron cambiando.  Todavía se practica el terrorismo, como tú conoces, pero han ido cambiando los métodos, las formas en  que se trata de subvertir y en que se trata de debilitar y destruir a la Revolución Cubana.  Por eso podemos decir eso, sí lo podemos decir.

Por ahí andan los niños en la calle,  niños perseguidos, niños asesinados; los procedimientos que se usan en general en los demás países de América Latina son tremendos, y ustedes los conocen.  Y en Cuba eso no ocurre, Lucía.

En ese mismo párrafo y a continuación, se expresa la reafirmación del compromiso con “...el imperio del Derecho Internacional y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y, en especial, los principios de soberanía, de no intervención y de igualdad jurídica de los Estados, así como el derecho de cada pueblo a construir libremente, en paz, estabilidad y justicia, su sistema político y sus instituciones”.  Es la parte fundamental de este párrafo, en el cual se reafirman muy categóricamente los derechos soberanos de nuestros países a construir libremente, en paz, estabilidad y justicia, su sistema político y sus instituciones.  Y eso lo reafirma en un párrafo también más adelante, cuando dice que la cooperación política exige “...el respeto irrestricto a la soberanía, la integridad territorial, la autodeterminación y la independencia de cada país.  Ella exige que las tradiciones nacionales arraigadas en cada una de nuestras sociedades sean respetadas, y que se posibilite la elección de los medios, los instrumentos y los mecanismos que cada Nación considere más idóneos.”

Esa es la famosa Declaración de Viña del Mar, que tanto se repite y se reitera que nosotros hemos firmado y no hemos cumplido.

Nosotros en estas reuniones buscamos el consenso de ideas, no imponer nuestro criterio;  pero las analizamos, las vemos.  Todo esto ha ido ayudando a unas crecientes y beneficiosas relaciones entre Cuba y el resto de los países de América Latina.

Periodista.-  Presidente, usted hablaba de los derechos humanos, también de sus leyes, de las cortes, del derecho en general.  El Papa, el Primer Ministro de Canadá y muchos otros, durante el último año, han pedido la libertad de cuatro opositores a su gobierno, que durante mucho tiempo han pedido otro tipo de gobierno, otro tipo de política en Cuba, y estas cuatro personas van a ser juzgadas en breve;  el cargo es sedición.  ¿Por qué?

Fidel Castro.-  Yo te puedo explicar los métodos que se usan contra la Revolución para tratar de debilitarla, para tratar de atarla de pies y manos y para tratar de dejarla indefensa.  Es un viejo método que se viene usando hace casi 40 años, desde que se inició el bloqueo, la subversión y la guerra política de Estados Unidos.  Tiene sus métodos y sus sistemas, emplea todas sus influencias, y entonces no ha faltado nunca, a lo largo de estos 40 años, la selección de determinadas personas o grupos que son los que más le interesa y precisamente los más vinculados con sus campañas contra Cuba y con su planes de subversión, sus planes de difamación de la Revolución, sus planes realmente contrarrevolucionarios.  Y se suceden a lo largo de los años:  cuando desaparece un caso, por una razón o por otra, porque cumplen una sanción o porque son puestos en libertad, inmediatamente buscan otros que los sustituyan.  

Así ha ocurrido sucesiva e invariablemente, y a través de su poderosísimo aparato diplomático hablan con todos sus amigos y con los que visitan a Cuba, y les dan una lista.  Es algo muy habitual que todo visitante que procede de Occidente venga con una listica.  Eso no ocurre en otros países;  ocurre con relación a nosotros:  a cada rato llega una listica y otra listica y otra listica; conocemos el truco, conocemos los procedimientos y conocemos los medios de presión.  

También ha sido un principio de la Revolución la firmeza en la defensa de sus intereses, en la defensa del país y en la determinación de no ceder a este tipo de presiones y de trucos con que se nos trata de imponer algo y con que se nos trata de desarmar y de anular nuestros medios de defensa.  Porque hemos estado viviendo —y nadie lo puede ignorar—  en medio de una guerra política, ideológica y económica con Estados Unidos;  en medio de una guerra de subversión y de desestabilización  por parte de Estados Unidos, el más poderoso país que ha existido jamás en la historia y, hoy, la única gran potencia, o la única gran superpotencia contra la cual hemos tenido que defendernos duramente contra sus medios, su influencia.  Y es por ello que se repiten uno tras otro esos casos, y siempre esos métodos y  procedimientos de presión chocan con la resistencia del pueblo cubano.

Pero la Revolución tiene una historia de generosidad muy grande, que no se conoce.  Hubo tiempos en que en este país había 300 organizaciones contrarrevolucionarias haciendo terrorismo, sabotajes.  Y estuvo el tiempo de Girón:  había miles de presos contrarrevolucionarios, miles. Fue la Revolución la que a través de distintos planes los fue poniendo en libertad.  El mejor ejemplo fueron los aproximadamente 1 200 mercenarios que participaron en la invasión de Playa Girón, que, por cierto, después, a lo largo de los tiempos, he conversado con algunos de ellos que ya no piensan igual, ven aquello como cosa del pasado.  ¿Pero cuánto tiempo estuvieron presos los de aquella expedición completa que capturamos?, que si hubiera sido al revés, norteamericanos entrenados en Cuba para invadir a Estados Unidos, todavía estarían en prisión, condenados a cadena perpetua en aquel país.  Aquí apenas estuvieron algo más de un año presos.

Los devolvimos, pedimos una indemnización, como una fórmula, no porque fuera indispensable;  porque decíamos nosotros:  ¿Qué hacemos con esta cantidad de “héroes” aquí?  Es mejor enviarlos en un barco para Estados Unidos, y les exigimos realmente una indemnización, porque la sanción era años de prisión o indemnización por los daños ocasionados.  Entonces ellos negociaron la entrega de una cantidad de alimentos para niños y medicamentos, en virtud de lo cual se pusieron en libertad los miembros de aquella expedición.  Pero a miles de gente es la Revolución la que las ha puesto en libertad, es la Revolución la que les ha facilitado incluso la salida hacia Estados Unidos;  claro, con la visa que les concedía Estados Unidos, porque ellos, como habían estado al servicio de los intereses de ese país, se sentían acreedores al derecho a la visa.  Igual que todo el que trataba de marcharse ilegalmente se sentía y se siente acreedor a ese principio de que todo el que arribe a las costas tiene derecho automáticamente a la residencia.

Cuando se negociaron los acuerdos migratorios —los últimos acuerdos migratorios—, en ellos se comprende a aquellos que intentan viajar ilegalmente a Estados Unidos que son capturados en el mar;  pero los que llegan a la orilla todavía se atienen a aquella vieja norma que no se aplicó a ningún ciudadano de ningún otro país del mundo.  Y por eso los guardacostas norteamericanos tienen problemas cuando los descubren muy cerca de la costa, o cuando encallan pero todavía no están en la orilla, y entonces capturan a aquella gente a 100 metros, a 200 metros de la costa.  Les dan mucho trabajo a los guardacostas, y ha dado lugar también a determinados litigios por eso:  si estaban o no estaban en las costas.  Y entonces eso estimula las salidas ilegales, eso estimula el contrabando también.  

Una de las formas que han estado desarrollando –y nosotros les hemos dado información— es el contrabando:  por 6 000, 8 000, 10 000 dólares hay aventureros en Estados Unidos que adquieren lanchas muy rápidas, de dos motores, y a cualquier lugar de la isla, que es muy amplia –imposible tener un centinela cada 100 metros de la costa—, llegan.  A través de los viajes que se facilitan, llamadas telefónicas, claves,  se ponen de acuerdo sobre un lugar de la costa y vienen y recogen allí;  un contrabando organizado y, además, verdaderamente sucio, que está condenado en los acuerdos y está condenado por las leyes internacionales.  Es una de las formas en que hoy se llevan a cabo determinadas migraciones ilegales.

Hay dos formas:  los que son trasladados mediante contrabando y los que llegan por su cuenta a la costa; si son capturados y devueltos no les ocurre nada en absoluto, no hay ninguna sanción, existe la garantía de que no tendrán absolutamente ninguna dificultad, lo que se cumple estrictamente.  Cualquier persona puede intentar ocho veces llegar a las costas de Estados Unidos y lo más que le puede ocurrir es que lo recojan, lo trasladen y lo envíen a su casa, bajo garantía de cierta forma fiscalizada sistemáticamente por la Oficina de Intereses de Estados Unidos.  Pero un individuo puede intentar cuantas veces quiera hacerlo, hasta que llegue a la costa, y entonces se le aplica esa norma de residencia automática.

Si eso lo hubieran hecho con otros países o con América Latina, ni se sabe las decenas de millones de latinoamericanos que estarían residiendo en Estados Unidos.

Periodista.-   Presidente, hemos visto en el último año algunas señales de un descongelamiento —por decirlo de una manera— en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos;  el presidente Clinton incluso ha dicho que tendría interés en que las relaciones entre ambos países mejoraran si algunas condiciones cambiaran —claro que lo calificó.  Pero de todos modos, con esta crisis política que tiene actualmente el presidente Clinton, ¿usted cree que habrá alguna posibilidad de un cambio de su política hacia su país antes de la próxima campaña electoral en Estados Unidos?  ¿O ya esto está perdido?

Fidel Castro.
-  Mira, Clinton es incuestionablemente un hombre inteligente, un hombre preparado, culto.  Cuando lo digo, algunos cables salen diciendo que yo estoy lanzando flores y piropos hacia el presidente Clinton.  Lo que ocurre es realmente el hábito que tengo de expresar con franqueza criterios acerca de las personalidades.
La persona a la que le he dedicado más elogios con mucha sinceridad hace rato que no está en la Presidencia de Estados Unidos, y ese hombre fue Carter, al que yo le reconocí ser un hombre que tenía una ética, a partir de sus concepciones religiosas.  Realizó esfuerzos, en medio de la guerra fría, por mejorar las relaciones con Cuba; se llegó a suscribir un acuerdo pesquero después de aquel problema de las 200 millas.  Nosotros tradicionalmente pescábamos a 13 ó 14 millas de Estados Unidos, de acuerdo con las leyes internacionales,  después vino el acuerdo de las 200 millas, se produjeron acuerdos bilaterales entre muchos países, y uno entre Cuba y Estados Unidos.  Pero, realmente, después las condiciones eran tales en la práctica que se hizo imposible el cumplimiento de aquel acuerdo, muchos trámites burocráticos;  sin embargo, con Canadá hicimos el mismo acuerdo y se cumple y se está cumpliendo a lo largo de muchos años.

Fue gracias a la posición de Carter que se abre la Oficina de Intereses de   Estados Unidos; fue gracias a la posición de Carter que se establecen algunos contactos por aquellos tiempos, contactos por vías indirectas, algunos intercambios  por esa vía.  Es decir, estaban muy animados del propósito de mejorar las relaciones.  

Por esa época estaba la situación en Angola, la situación en Etiopía —bueno, la situación en Angola fundamentalmente, hasta que hubo un acuerdo de paz en la región—,  la llamada subversión de América Latina, nuestras relaciones con la      Unión Soviética, y siempre, en general, se hablaba de condiciones tales y más cuales, algunas de las cuales no era posible aceptarlas.  Abandonar Angola a las agresiones y a la voracidad del apartheid y del ejército del apartheid era un tipo de compromiso deshonroso que nosotros nunca podríamos aceptar.  No es que nos lo solicitara, pero siempre se planteaban esas cosas.

Se planteaba también que los vínculos entre Cuba y la Unión Soviética debían romperse.  

También se hablaba de las cuestiones de la solidaridad de Cuba con el movimiento revolucionario en América Latina.  Eran todos, realmente, unilaterales y, además, complejos; chocaban contra el elemental sentido de nuestro honor.  Y no es que  Carter los planteara así, pero en torno a eso giraba la doctrina.

Mientras tanto, tradicionalmente Estados Unidos venía ayudando hacía rato a movimientos contrarrevolucionarios armados contra determinados gobiernos en muchas partes.  Estados Unidos practicaba la subversión sistemática, fue responsable de la organización y de la promoción del golpe de Estado en Chile, del derrocamiento de Allende.  Se han publicado los documentos, se han desclasificado, no son inventos míos, donde se narran todos los detalles, los gastos y la forma en que se actuó para derrocar a Allende desde el mismo momento en que gana por vía electoral y muy democrática, al estilo tradicional, la presidencia de Chile.  Desde que gana se ordena —lo ordenó Nixon— el derrocamiento de Allende.  Y la misma política se seguía en otras partes.  Antes había derrocado a Arbenz, en Guatemala, mediante la guerra sucia en 1954, y practicó también este tipo de guerra contra Cuba.

¿La subversión desde cuándo no se viene aplicando?  Incluso el derecho a liquidar físicamente a los líderes de otros países estuvo aplicándose como política oficial durante muchos años, sobre lo cual se habla, recurrentemente, de vez en cuando.  Han aparecido artículos y debates en torno a la cuestión.  

Estados Unidos omnipresente con instalaciones militares en todo el mundo; una base en Cuba, bases militares en todas partes; apoyo a los gobiernos más represivos que han existido; armó hasta los dientes a los gobiernos más represivos.  

Estados Unidos no bloqueó nunca, digamos, al gobierno militar argentino en la época de las desapariciones, ni al gobierno genocida que entonces existía en Guatemala; en muchas otras partes eran sus aliados.

A nosotros se nos exigían condiciones unilaterales, sin ninguna reciprocidad.  Bueno, no era fácil marchar por ese camino, pero siguieron evolucionando la vida, la historia, los acontecimientos.  Cumplimos nuestros deberes en Angola, ayudamos a la paz, ayudamos a la aplicación de la Resolución 435 sobre la independencia de Namibia.  Fue Cuba el único país que lejos del continente africano envió combatientes a luchar contra el ejército del apartheid, el único país que junto a namibios y angolanos luchó y derramó su sangre contra el régimen más repugnante que ha conocido la humanidad en los últimos tiempos.

Hoy no se habla de eso, en Estados Unidos no se habla nunca de eso; pero en Africa lo recuerdan, en Sudáfrica lo recuerdan.  Es decir, aceleró, porque aquello más tarde o más temprano tendría que producirse, el triunfo del pueblo de Sudáfrica frente al apartheid.

Se acabó aquella guerra, se realizó un acuerdo.  Participaron representantes de Estados Unidos y de otros países en aquel acuerdo. Cumplimos nuestra palabra de la retirada de las tropas con honor.

Un día se retiraron las tropas también de Etiopía, cuando ya se había cumplido la misión en aquel país, que fue la lucha contra la invasión exterior y la conquista del Ogadén.

Así, aquellos problemas fueron superándose, fue cambiando la actitud de América Latina hacia Cuba y con ello la actitud de Cuba hacia América Latina; se fueron creando condiciones de paz a lo largo de los años, sin que nosotros traicionáramos ningún principio ni abandonáramos nada.  Desaparece , incluso, la URSS;  es decir que desaparecieron todas aquellas cuestiones que eran el caballo de batalla y el pretexto para no mejorar las relaciones.  
Desaparecidos aquellos pretextos surgieron nuevas, y siempre nuevas, exigencias y condiciones.  Nosotros, sí, hemos dicho siempre que estamos dispuestos a discutir en condiciones de igualdad, de respeto mutuo y de reciprocidad entre los dos países, lo que nunca aceptaremos son las exigencias o condiciones unilaterales.  Por eso hemos resistido durante tanto tiempo, y seguiremos resistiendo.

No aceptamos condiciones que impliquen renuncia a principios fundamentales de nuestra soberanía.  Eso es lo que dilata, digamos, cualquier mejoría.  Pero cambian las ideas, cambian los tiempos.

Tengo entendido que Clinton es un hombre que difiere en su pensamiento de otros dirigentes.  Hay algunos que son halcones y otros que son hombres más proclives hacia la paz, al diálogo, al entendimiento, que comprenden mucho la realidad de este mundo.

Son muchos en Estados Unidos, y es creciente el número de los que creen que el bloqueo es anacrónico, es absurdo; pero no se puede utilizar el bloqueo para imponernos condiciones, ya que no podemos cambiar bloqueo contra bloqueo, puesto que nosotros no tenemos bloqueado a Estados Unidos; por el contrario, siempre hemos estado dispuestos a comerciar con Estados Unidos; hemos estado dispuestos a colaborar con Estados Unidos en la lucha contra las drogas, siempre; hemos estado dispuestos a colaborar con Estados Unidos y estamos colaborando ahora contra la emigración ilegal a ese país, cuestión que le preocupa  mucho.
Podemos colaborar en otros campos en que, si se analizan, se puede establecer colaboración entre los dos países.  Estamos, por ejemplo, dispuestos a colaborar en la lucha contra actividades terroristas que puedan afectar a Cuba o puedan afectar a Estados Unidos.

Estados Unidos corre un riesgo potencial con relación a los cientos de organizaciones extremistas, fundamentalistas, muchas de las cuales están armadas en los propios Estados Unidos, y algunos de los procedimientos que usan contra Cuba pueden usarlos allá, porque algunos están desarrollados, sofisticados.  Nosotros le hemos planteado, le hemos hecho saber, le hemos comunicado las experiencias, los métodos terroristas que se usan contra nuestro país, lo cual es una contribución que puede ayudarlos a defenderse, porque lo considero un país muy vulnerable a esos tipos de ataques.

Cuba ayudó a resolver el problema de los secuestros de aviones, que no fue un invento de Cuba, sino un invento que se hizo contra Cuba y que se convirtió después en una plaga que azotó al mundo.

Fuimos nosotros, y precisamente en los años de Carter, que tomamos la decisión, después de haberlo advertido reiterada y públicamente, de que no nos limitaríamos a juzgarlos y condenarlos, que devolveríamos al próximo que secuestrara un avión de Estados Unidos y lo trajera a Cuba.  A partir de ese momento nunca más se produjo el secuestro de un avión.

Devolvimos a los dos responsables, eran cubanos que vivían allá; pero aquellos cubanos decían que deseaban regresar a su país.  Fue duro, se aplicó la fórmula, parecía lo más eficiente, y, como te dije, lo habíamos advertido.  Los condenaron a 40 años, nunca pudimos saber de ellos.  Nos interesamos por saber si la familia podía visitarlos, nunca nos dieron una respuesta.  Fueron terriblemente duros, y ni se sabe hoy dónde están aquellos dos cubanos.  No es recíproco.

Del mismo modo, allí en Estados Unidos hay presos: presos puertorriqueños, presos por razones directamente políticas, y hay presos por razones políticas enmascarados en otras causas, y nosotros no enviamos emisarios de todas partes a Estados Unidos para que se ponga en libertad a alguien, ni los enviamos a ninguna parte.
En todos los países, existen personas arrestadas y sancionadas por luchar contra el Estado, o por cambiar el Estado, o que han aplicado la violencia. En Europa hay gente presa por eso, en América Latina y en muchas partes hay gente presa por esas razones; sin embargo, la campaña siempre se concentra contra Cuba, país agredido y bloqueado, la campaña fundamental de Estados Unidos, y se utiliza el método indicado.

Cuba no puede ser un país al cual se le esté presionando constantemente por ninguna vía.  Estamos dispuestos a aceptar algunas sugerencias y solicitudes de clemencia hechas con otro espíritu; pero no a colaborar con aquellas campañas organizadas y perfectamente estructuradas que obedecen a un plan.

Ahí es donde está la resistencia nuestra, frente a todo tipo de presiones; pero sin presiones hemos puesto en libertad a mucha gente.

Con relación a la visita del Papa, pusimos en libertad a muchas más personas que las que estaban en la lista del Papa.  No estaban todas, pero sí muchas más de las que estaban en la lista total; presos por delitos de carácter contrarrevolucionario  —como les llamamos nosotros—, o presos por delitos de tipo común, porque ellos plantearon que lo que les interesaba era la acción humanitaria y no la causa del delito: personas que por cuestiones de edad u otras causas era razonable ponerlas en libertad.

Esa política la veníamos aplicando, y se le dio una respuesta al Papa que no se había hablado previamente, que casi casi que se improvisó.  Durante un año se habló de la visita, y fue estando aquí ya que se habla del tema.  Nosotros quisimos tener una atención especial con el Papa y, sobre todo, teniendo en cuenta que no actuaba por cuenta de nadie, aunque mucha gente envió nombres, de tal manera que muchos nombres estaban repetidos en aquella lista que se hizo a última hora y más de 100 estaban ya en libertad.  Esa es la realidad.  Pero el Papa ha actuado por su propia cuenta y por su tradicional política humanitaria y de solicitudes de clemencia cada vez que puede hacerlo.

Yo trataba de decirte desde el principio que Clinton es un hombre inteligente, culto, capaz de comprender, como lo comprende un número creciente de norteamericanos, que la política del bloqueo es absurda, que desacredita a Estados Unidos, que lo aísla, que le crea problemas, y pienso que de haber estado en sus manos habría tratado de mejorar las  relaciones.

Desde luego, antes de ser Presidente, y en plena campaña presidencial, a mi juicio, comete el error de comprometerse con una ley de los del grupo de la mafia anticubana que hace lobby en el Congreso, con la Ley Torricelli —antes de ser electo, que así ha ocurrido—, como también Kennedy se compromete, antes de ser electo y después de ser electo, con la herencia que le dejó el gobierno anterior, que fue la invasión de la Bahía de Cochinos.  Clinton estuvo comprometido de esa forma, pero después ya en el gobierno fue conociendo un poco mejor las realidades.

Mi criterio es que él, de haber estado a su alcance, habría hecho algo; pero en el Congreso existían muchas presiones de la mafia, que tenía mucho dinero, que sufragaba los gastos de campaña a través de la famosa fundación, que terminó siendo una fundación terrorista, lo que está plenamente demostrado por los hechos.  Sufragaba los gastos de campaña y realizaba un fuerte lobby allí en el Congreso, que obstaculizaba y luchaba contra cualquier iniciativa con relación a Cuba.

Clinton se caracterizaba por ser demasiado sensible a las presiones.  Cuando una vez quiso nombrar a Baeza, de origen cubano, un hombre negro, responsable de la política en América Latina, la mafia se opuso, hizo campañas y la administración rápidamente cedió.

Son numerosos los casos en que Clinton ha querido hacer algo, nombrar a algún diplomático, y, si no les ha gustado a los grupos de extrema derecha, lo han saboteado.  Los pasos de Clinton son saboteados.

Cuando lo de los balseros, se discutió bastante buscando una solución.  No fuimos nosotros los que inventamos esa crisis, fue una política de muchos años de estimular las salidas ilegales y de promover, como un instrumento de propaganda política, el robo de embarcaciones para emigrar a Estados Unidos, algo que era tolerado y estimulado contra Cuba, lo que no se hacía contra ningún otro país.

Entonces, no creamos nosotros el problema, pero sí ayudamos decisivamente a resolverlo.

Hubo un período ulterior en que se abrieron posibilidades de una progresiva mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, a pesar de las provocaciones.  Nosotros no teníamos ningún interés en el incidente de las avionetas, advertimos reiteradamente sobre los riesgos de un incidente, y en días bastante próximos al incidente —bueno, no quiero adentrarme mucho en ese tema, porque seguimos el principio de ser discretos en todo aquello en que se conversa con discreción sobre algunos temas—, hubo esfuerzos.  Se sabe parte de esa historia y nosotros conocemos el resto del esfuerzo que hicimos por evitar ese incidente con medios aéreos basificados en Estados Unidos, que ya llegaba a extremos que no podían ser tolerados, como eran los vuelos sobre la capital de la República, que no los admite ningún país en el mundo.

Entonces, a pesar de nuestros deseos de evitar un incidente —desde luego, aquello no se podía permitir—, se crean las condiciones de un incidente; fue realmente un incidente.  La cuestión que se planteó era no permitir los vuelos sobre la ciudad; pero como todo eso, después que se cruzan las 12 millas, se produce en cuestión de minutos, los pilotos de los aviones que están de guardia y los radares, observando que muchas veces amagaban y amagaban, en un momento interpretan ya, cuando han penetrado en las aguas cubanas —después se discutía si habían penetrado o no, si estaban fuera, aunque se admitió por Estados Unidos que algunos de los aviones estaban dentro—, que en cuestión de minutos pueden estar sobre la capital. Aquí el problema fue la interpretación que tienen los pilotos; se les dio facultades para evitar los vuelos sobre la capital y es cuando se produce la intercepción.

Nosotros creíamos que ya esos vuelos no se producirían, las instrucciones para impedir los vuelos sobre la ciudad eran de algunos meses atrás, y cuando recibimos de Estados Unidos la seguridad de que esos vuelos se prohibirían, lo más que te quiero decir es que casi nos habíamos olvidado del asunto.

El problema nos vino a sorprender, pero nosotros no fuimos los que lo provocamos.  Nuestros aviones no andan acercándose a las costas de Estados Unidos, ni sobrepasan las 12 millas, ni vuelan sobre los cayos más próximos, que son los cayos que están allí, por Cayo Hueso y sus alrededores, por donde pasó precisamente el huracán, nosotros no hacemos eso.  Nadie tiene derecho a estar provocando a otro país, enviando aviones con el pretexto de rescate.  No había tales pretextos de rescate, lo que había era la promoción de las salidas ilegales del país.

A nosotros no nos importaba que ayudaran, no teníamos ninguna queja de que ayudaran; pero aquello no era ayuda, aquello eran provocaciones, penetraciones en nuestras aguas jurisdiccionales, penetraciones en nuestro espacio aéreo, que no tenían nada que ver con ningún tipo de ayuda humanitaria.  La ayuda humanitaria la pueden ofrecer los barcos perfectamente si se les avisa, si se conoce.  La solución estaba en el cese de las provocaciones.

Nosotros no fuimos los que inventamos aquellas medidas que promovían las salidas ilegales; al contrario, fuimos los que adoptamos y acordamos medidas que fueron una importante contribución al orden, a la política y a la legalidad dentro de Estados Unidos, cuando la base de Guantánamo y hasta las del canal de Panamá se estaban llenando con los que iban, cuando nosotros nos declaramos en huelga y dijimos que Estados Unidos tenía que cuidar sus costas, porque no íbamos a ser nosotros los que las cuidáramos, para que, además, nos acusaran si se producía cualquier incidente, lo cual era posible, si se robaban una embarcación de aquí o de allá, a pesar de las órdenes estrictas de no tratar de interceptar las embarcaciones en el mar, porque una embarcación no es una res que se enlaza y se detiene, siempre hay riesgo.

Las instrucciones eran muy estrictas:  no disparar, no tratar de interceptar, porque siempre viajan mujeres, niños.  Muchas veces los padres cometen la irresponsabilidad de llevarlos, y las órdenes —te lo puedo asegurar— eran muy estrictas en ese sentido.  Claro, al ser estrictas las órdenes, el que podía llevarse un barco conocía esas órdenes y viajaba.

Cuando el incidente del barco que se hunde, allí no estaban las patrulleras.  Fueron las patrulleras al llegar las que salvaron a una parte importante de los que iban en ese barco.  Los que asaltaron y tomaron aquel remolcador cortaron las comunicaciones, secuestraron a algunos de los que estaban allí, de noche.  Nadie se pudo comunicar para avisar a los guardacostas, de los cuales no tenemos muchos en pleno período especial, ni mucha gasolina.  Esos venían antes de la URSS, ya para esos guardacostas hace rato no vienen piezas de repuesto; tenemos que usarlos y los usamos bastante. Nos cuestan, además, combustible; pero tenemos un número limitado, no podemos tener todos los guardacostas que queramos; además, el guardacostas no hace nada si aparece un barco y hay orden de no interceptarlo.

Fueron los trabajadores de los otros remolcadores los que se montaron por su cuenta en otros dos remolcadores para evitar el robo —el que se habían llevado era de madera—, uno de ellos, en medio de la oscuridad, produce un contacto, un choque por la popa, y es así como se produce el accidente.  Fue realmente un accidente.
Después, incluso, lograron ayudar a algunos, pero tenían miedo de que los secuestraran también a ellos, pues eran muy pocos, y gracias a que en un momento dado, desde tierra, se había podido comunicar a los guardacostas lo que había ocurrido en el puesto de remolcadores, fue que acudieron allí.  Ellos sí tenían los medios para salvar a las personas en medio de las olas y de la oscuridad de la noche —el mar estaba ese día bastante enfurecido y la noche oscura—; estos guardacostas sí tienen sogas, medios de salvamento, balsas, todo, y fueron los que salvaron a la inmensa mayoría de los que se salvaron.  Otros habían sido salvados por los mismos de los remolcadores, hasta un momento en que tuvieron temor de ser ellos, a su vez, secuestrados.

Esa es la historia que precedió el incidente de las avionetas, pero nosotros no fuimos los que creamos eso.  Lo crearon aquellos que durante décadas promovieron tales violaciones de las leyes de Cuba y las provocaciones que dieron lugar a ese incidente, que, desde luego, destruyó las posibilidades que, a mi juicio, se desarrollaban en favor de un mejor entendimiento entre Estados Unidos y Cuba.  Conocíamos más o menos que Clinton había llegado a la idea —porque se lo había dicho a determinadas personas de Estados Unidos y de fuera de Estados Unidos— de que era ridículo ya mantener el bloqueo contra Cuba; pero se produce este tipo de incidente, provocado por otros, no por nosotros.

Aquella feroz ley, promovida desde mucho antes por la mafia, ya tenía mayoría hacía rato.  Recuerdo que había gente y legisladores en Estados Unidos que mantenían una lucha para evitar que el número de votos a favor de la ley no le impidiera a la presidencia vetarla.  Clinton nunca habló de veto, pero muchos amigos de Clinton y un número importante de legisladores luchaban y trabajaban para evitar que así, de una manera irresponsable y a la ligera, se votara por aquella ley.

En esa tarea estaban cuando se produce el problema de las avionetas.  Entonces la presión tremenda, el escándalo con relación a lo que había ocurrido, desempeñó un papel determinante.  Y los radares tenían la seguridad de que estaban actuando dentro de las atribuciones que tenían para impedir los vuelos sobre la capital.  Pero ya tú sabes cómo son esas cosas técnicas: unos radares ven desde aquí, otros ven desde allá, y entonces surgen las teorías de si era en las 13 millas o en las 14, o si era en las 8 ó en las 10 millas.  Pero las causas del accidente fueron esas, y nosotros no tenemos absolutamente ninguna culpa de las reiteradas provocaciones que constantemente se sucedían.

Entonces, ¿qué ocurre?  Aquella ley, que había sido muy condenada por el propio Clinton —sobre la cual dijo que era un disparate y que significaría cobrarle a Cuba la cifra absurda de 100 000 millones de dólares, algo inconcebible—, por las presiones, en medio del incidente, firma aquella ley que había condenado, y, además, regala plumas allí, mientras los autores de la monstruosa ley aplaudían, muy felices, en el Capitolio.  Se crea así entonces una nueva situación de tensión.

Nosotros no dudamos de los méritos de Clinton ni de su capacidad, ni incluso de su capacidad de moverse en una dirección correcta, pero es demasiado sensible a las presiones.

Existe especialmente el hecho de que antes de ese incidente, y después que se había llegado a la solución de la crisis de los balseros, que creó un clima relativamente favorable, los contactos que se derivaban del mismo acuerdo, los intercambios frecuentes, las comunicaciones para que se cumpliera con rigor el mismo, un clima mejor, un reconocimiento por parte del gobierno de Estados Unidos de la realidad de que la contribución de Cuba había sido seria, constructiva, decisiva y eficiente, porque una vez que se estableció el acuerdo de que podían salir, que podían marchar legalmente a Estados Unidos, nosotros, por métodos persuasivos fundamentalmente, explicamos y convencimos a la gente de que si había un acuerdo no debían continuar las salidas por aquella vía.

Les dimos, incluso, 72 horas para que recogieran las balsas que  estaban construyendo a orillas del mar, tomamos medidas para evitar el transporte de medios con los cuales pudieran hacerse, y nuestras medidas fueron eficientes, con la moral que podíamos afirmarles:  ¿Por qué irse ilegalmente si hay un acuerdo para marchar legalmente no menos de 20 000 por año, para la reunificación familiar?  Ya hay un acuerdo, ya no se justifica, y las medidas que tomamos fueron medidas por consenso, no fueron por la fuerza.  Se anunciaron y después, al cabo de tres días, se confiscaron los equipos que faltaban por retirar.  Se tomaron medidas en los cruces fundamentales de las carreteras para impedir el paso de materiales con los cuales fabricaban excelentes balsas que, ayudadas por la corriente del golfo, viajaban con bastante seguridad.

Por nuestra parte se cumplieron estrictamente los acuerdos.  Fue un momento en que volvieron a surgir posibilidades, hasta aquel incidente provocado desde Estados Unidos por los que se oponían rabiosamente a cualquier mejoría de relaciones.

En el ínterin, en las elecciones que ocurren entre la crisis de los balseros y  el incidente de las avionetas, pierde Clinton la mayoría en el Congreso de   Estados Unidos, y, al perder la mayoría del Congreso de Estados Unidos, la extrema derecha y los lobbistas adquieren una fuerza nueva que obstaculizaba cualquier movimiento de Clinton que, además, estaba interesado en cierta colaboración bipartidista para la aplicación de ciertas leyes de su programa, que él no iba a sacrificar y entrar en contradicción con los republicanos, cuya colaboración necesitaba para esas leyes, en aras de mejorar las relaciones con Cuba.  Esa era cosa secundaria para la administración; pero estaba, además, la famosa teoría de que los votos de los cubanos en la Florida deciden las elecciones.

La mayoría de los votos controlados por la mafia cubano-americana siempre estuvo a favor de los candidatos republicanos; pero como en la Florida viven muchos norteamericanos jubilados y muchos ciudadanos latinoamericanos y de otras procedencias, Clinton ganó las últimas elecciones presidenciales en la Florida, a pesar de que esa mafia era creación de los republicanos.  Organizada en los tiempos de Reagan,  siempre apoyó a los republicanos.  Ha ido perdiendo fuerzas, lo sabemos por encuestas, lo sabemos por muchas vías; pierde cada vez más fuerza, pero existe el mito de que pueden decidir las elecciones.  Entonces las relaciones con Cuba se han convertido en una cuestión de política interna de Estados Unidos, esa es la verdad.

Periodista.-  ¿Cuál es su opinión sobre esta propuesta bipartidista que hay en  Estados Unidos, de republicanos y demócratas, de organizar una comisión para estudiar la política de Estados Unidos hacia Cuba, muy parecida a la Comisión Kissinger que se propuso para estudiar Centroamérica?

Fidel Castro.-  Yo conocí de esa noticia el mismo día que tenía que viajar para Oporto.  La vi por arriba, la leí; en unos minutos —se puede decir— la analicé.  Después leí algunos cables y observé la inmediata reacción de los que se oponen a toda mejoría, de los que se oponen rabiosamente, de los que se oponen a todo.  Se opusieron a la reanudación de viajes, remesas familiares, etcétera; se opusieron a la venta de alimentos y medicinas.  Bueno, alimentos no se ha acordado, pero pusimos a prueba la famosa declaración oficial que en el mes de mayo hizo el gobierno de Estados Unidos sobre licencias para la venta de medicinas. Como hemos publicado, y se dijo en Naciones Unidas y hemos dicho otras veces, inmediatamente ordenamos la adquisición de un número de medicamentos esenciales.  Pasaron tres meses y no hubo ni respuesta; realmente, fue un engaño aquello.  Esta es la hora en que no ha llegado una sola medicina, después que dijeron que sería permitido.

A los vuelos humanitarios que se anunciaron, realmente les han puesto toda clase de obstáculos; las remesas fueron bastante duramente limitadas: a 300 dólares cada cierta cantidad de tiempo; los viajes una vez al año y por cuestiones de familia o muy humanitarias, alguien enfermo.  En fin, pusieron muchas trabas a las visitas familiares.  Mientras nosotros abríamos las puertas, ellos ponían obstáculos.  Es decir, aquellas declaraciones que se hicieron en un momento dado, con bombos y platillos, han estado muy lejos de cumplirse.  Ha habido muchos obstáculos, de todo tipo, para el cumplimiento de aquellos compromisos que se hicieron públicamente.
Yo no creo que hayan tenido mucho tiempo de pensar en eso, porque vinieron los problemas internos, el escándalo conocido, la guerra contra Clinton; en fin, la forma en que se llevan a cabo investigaciones, denuncias, divulgaciones y todas esas cosas que me imagino han ocupado una gran parte del tiempo de Clinton.  Es decir, las cuestiones de Cuba quedaron marginadas a un segundo lugar, las elecciones están próximas, se produjo la confusión general.

En torno al escándalo se produjo, realmente, una batalla política; fue eminentemente política, todo el mundo se dio cuenta de eso.  Creo que los adversarios de Clinton usaron al máximo, e incluso abusaron de aquellas posibilidades que les daba el escándalo, y tomaron todas las medidas conocidas, trabajaron febrilmente en esa dirección, pusieron a Clinton en una situación bastante complicada, y todo girando en torno a las elecciones parciales de diciembre y a las próximas elecciones generales.

Una cuestión politizada al máximo, como nunca se ha politizado nada en     Estados Unidos; pero el mundo se dio cuenta, e incluso una parte importante del pueblo de Estados Unidos.  No es que aplaudan la conducta de Clinton o sus errores, pero toman en cuenta también los esfuerzos de Clinton en favor de la economía, determinadas ventajas que ha recibido el pueblo de Estados Unidos, determinados éxitos de su administración, y, sobre todo, a mi juicio, les ha irritado —por lo que leo en las encuestas, que se repiten constantemente— la forma en que se han ensañado con él; determinadas formas de engaño, como la cuestión del video, porque se acuerda que la declaración iba a realizarse por video, para uso del jurado, sin embargo, es publicado a la vez que un libro pormenorizado con todas las investigaciones.  Ha sido un gran escándalo mundial.

Todo eso lo han divulgado las cadenas por toda la Tierra, y, sin embargo, la reacción internacional fue curiosa y tal vez inesperada.  Se demostró en la Asamblea General qué piensa el mundo de lo que ha ocurrido, y realmente el mundo se solidarizó con Clinton y le tributaron un prolongadísimo aplauso en la Asamblea General; mientras una sola cadena —no digo cuál ni me acuerdo bien— estaba publicando lo que ocurría en Naciones Unidas, recepción de Clinton, discurso de Clinton, cuatro cadenas divulgaban el serial de cuatro o cinco horas que surge del interrogatorio a Clinton.  

Bueno, el mundo ni comprendía eso, ni lo apoyaba realmente, tuvo una reacción similar a la de muchos en el seno del pueblo de Estados Unidos.  Y no fue el discurso de Clinton muy aplaudido; realmente, aplaudieron a Clinton.  Allí estaba Mandela, allí estaban muchos africanos a los que había visitado recientemente, y prácticamente la mayoría de los países quisieron expresar su opinión y lo hicieron de esa forma.  

Pero también las encuestas revelaban que si bien muchos consideraban que Clinton debía recibir una censura —algunos eran partidarios de que se hiciera la investigación, otros de que debía renunciar—, había una mayoría, incluso, que iba creciendo mientras más crecía el escándalo, más cosas se publicaban sobre Clinton y más acuerdos se tomaban para enjuiciarlo, llegando a crear pánico en las propias filas demócratas, en vísperas de unas elecciones; sin embargo, más del 60% de los norteamericanos, entre ellos muchos que consideraban que debía haber tal sanción moral, censura, etcétera, eran contrarios al juicio de Clinton y a la destitución de Clinton, y esa mayoría se mantiene.  

Cosa curiosa, se mantiene una mayoría de los que dicen que van a votar por los demócratas y no por los republicanos; pero una cosa son las encuestas y otra son los votos, porque los republicanos disponen de organizaciones bastante eficientes, sobre todo fuerzas de la llamada derecha cristiana, que tienen capacidad de movilización.  Y el problema en esas elecciones no es lo que piensen los electores potenciales, sino lo que ocurre el día de las elecciones y los que tienen la fuerza suficiente para movilizar a esos electores a votar.  Por lo tanto, nadie puede predecir qué va a ocurrir en esas elecciones: si Clinton empata, obtiene mayoría, o queda en minoría.
Incluso, se trata de un fenómeno nuevo; no hay experiencias, se puede decir, sobre eso.  Si Clinton logra reducir la ventaja de sus adversarios en el Congreso, no hay duda de que podría considerarse una victoria de los demócratas.

Después habría que ver qué pasa en las elecciones subsiguientes, en las presidenciales, y, por lo tanto, todos esos factores están influyendo en las posibilidades de mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y nosotros, desde luego, estamos muy preparados mentalmente y trabajando en la disposición de seguir esperando cinco años más, diez años más, toda la vida si fuese necesario, y seguir luchando.

Nuestra lucha no ha sido en vano, no ha sido infecunda.  El respaldo internacional hacia Cuba crece de una manera visible y se muestra en la posición de los distintos países; se muestra en la forma en que Africa, por ejemplo, de manera unánime votó contra la resolución de Estados Unidos o se abstuvo en el Comité de Derechos Humanos.  Ningún voto a favor, a  pesar de que muchos de ellos son países pobrísimos que reciben donaciones y ayudas de todas clases.  Creció el número de los que votaron a favor de la resolución cubana en la Asamblea General de Naciones Unidas —ya casi se va agotando la cantera— y ha crecido año por año de forma sostenida la condena al bloqueo, y el apoyo a nuestra resolución, alcanzando este año la asombrosa cifra de 157 votos contra 2.

Cada vez hay una conciencia más formada.  Mejoran extraordinariamente nuestras relaciones con el Caribe, con América Latina, con Africa.  Hemos sido recibidos por Africa del Sur en visita  oficial, nos hemos reunido con los caribeños.  Los 71 miembros de la Convención de Lomé apoyaron que Cuba fuese miembro observador de dicha Convención y apoyan el ingreso en ella; algunos países europeos lo están apoyando.  El Grupo de los 77, que comprende a 125 países,  acordó en forma unánime que Cuba fuese sede de una reunión cumbre en el año 2000.  Antes, en 1999, seremos sede de la Cumbre Iberoamericana.  Tenemos muchos y evidentes síntomas de cómo crece el prestigio y el apoyo internacional a nuestro país.

También vemos cómo en Estados Unidos crece el número de los que critican y encuentran absurdo y ridículo el bloqueo.  Por eso nos llamó la atención, desde luego, el despacho en que se habla de la comisión bipartidista que mencionaste.  Lo que yo he declarado —no estoy muy informado— es que me parece realmente interesante.
Leí también una declaración del vocero en La Habana que miraba como algo constructivo la creación de esa comisión.  Se trataría de la  creación de una comisión de gente experta, de carácter bipartidista; sería, a mi juicio, un paso positivo y constructivo, y una prueba es la oposición rabiosa de algunos a esa  idea.  

A mí me falta, en este momento que hablo contigo, la información suficiente; es decir, como no tenemos la suficiente información, no puedo explicarte más sobre el asunto.  Mi reacción, personalmente, fue de interés.  Ahora observaremos qué ocurre, qué pasa con la comisión y cuáles son las distintas reacciones que se producen.  La ha apoyado el Washington Post, la ha apoyado el New York Times, la ha apoyado en general la prensa; pero analizaremos eso ahora cuando tengamos realmente tiempo.  En estos días no hemos tenido ni un minuto de descanso.

Periodista.-  Señor Presidente, como usted sabe, hace poco tiempo 10 cubano-americanos, personas de origen cubano, fueron arrestados en Florida, acusados de ser espías para su gobierno.  ¿Qué me puede decir al respecto?

Fidel Castro.-  Lo primero que me llamó la atención, y así lo denunciamos en Naciones Unidas, fue que resultaba asombroso que el país más espiador del mundo acusase de espionaje al país más espiado del mundo.

Estados Unidos no solo tiene espías en cantidades industriales y gente de la CIA dedicada todo el tiempo a eso y a la subversión en su Oficina de Intereses en Cuba   —cosa que nosotros conocemos perfectamente bien—, sino que sostiene relaciones con elementos y grupúsculos contrarrevolucionarios, con los cuales colabora y de los cuales recibe información.  Tiene todo un sistema de espionaje montado, independientemente de que sus satélites son capaces de descubrir un gato en una azotea de cualquier casa de la Ciudad de La Habana o cualquier edificio; un espionaje técnico colosal por medio de satélites, por medios radioelectrónicos y de todo tipo, captando comunicaciones y buscando información.  Capta todas las llamadas cubanas; no hay conversación que yo pueda sostener con cualquier dirigente latinoamericano o cualquier político en el exterior que no sea captada por Estados Unidos.  Estamos sometidos a un espionaje total y feroz.

Entonces, lo que no entiendo bien es por qué han desatado este escándalo.  Pienso que está un poco relacionado con ciertos hechos.

Me parece que las autoridades de Estados Unidos no han jugado realmente muy limpio, porque con motivo de todos los actos terroristas realizados por mercenarios centroamericanos, organizados y financiados desde Estados Unidos, se han producido ciertos cambios de informaciones entre autoridades norteamericanas y cubanas, y realmente yo no estoy muy seguro de que se haya hecho el mejor uso de los intercambios de informaciones sobre cosas que nosotros conocemos, y deben conocer que las sabemos por muy distintas vías.

Nosotros sostenemos la tesis de que el alquiler de los mercenarios y los programas terroristas son ideados, organizados y financiados desde Estados Unidos por la Fundación Nacional Cubano Americana, de lo cual hay pruebas, y una de ellas es esa que ha dado lugar al juicio famoso en Puerto Rico, donde, por cierto, al principal responsable no lo están juzgando, y se trata nada menos que de José Hernández, presidente de la Fundación, organizador del plan de atentado en la isla de Margarita y dueño de uno de los dos fusiles semiautomáticos calibre 50, con rayos infrarrojos y mirilla telescópica —ellos lo saben—; no lo han sometido a juicio. Sí, hay otros de la Fundación que están incluidos en el juicio; pero nos llama la atención que no hayan sometido a juicio al jefe.  Y es muy raro que, incluso, a las informaciones que nosotros brindamos a la parte norteamericana se responda con una especie de cacería de brujas y con armar un gran escándalo en torno al tema de las personas arrestadas en Miami.

A nosotros nos llegan informaciones por distintas vías; nosotros recibimos informaciones porque hay muchos amigos de Cuba en Estados Unidos: hay norteamericanos que son amigos de Cuba, hay gente de países latinoamericanos que viven en Estados Unidos y son amigas de la Revolución, se oponen al terrorismo, se oponen a todas esas cosas.  Hay personas que espontáneamente, de manera absolutamente espontánea  —porque jamás Cuba ha obtenido información mediante empleo de dinero, ni ha tenido informantes pagados ni nada parecido—, han colaborado con nuestro país y han brindado informaciones a Cuba.  Hay personas, entre las que se han marchado por distintas vías, en general las vías normales, que han viajado a Estados Unidos, eso lo admito francamente.

¿Pero qué nos interesa a nosotros de Estados Unidos?  ¿Qué información nos interesa de Estados Unidos?  Exclusivamente información sobre las actividades terroristas contra Cuba; información sobre los planes de sabotajes, de los que han realizado muchos;  introducción de explosivos, de armas procedentes de Estados Unidos,        de lo cual tenemos montones de pruebas; introducción de virus y bacterias desde Estados Unidos, es decir, guerra bacteriológica y, muy especialmente, graves actos terroristas organizados contra el país desde Estados Unidos.

Sí, a veces hemos enviado ciudadanos cubanos que se han filtrado en organizaciones contrarrevolucionarias, para informar de actividades destructivas contra nuestra patria, y creo que tenemos derecho a hacerlo mientras Estados Unidos tolere que desde allí se organicen sabotajes, incursiones armadas, ametrallamiento de instalaciones turísticas, introducción de armas, explosivos y, sobre todo, brutales atentados terroristas.

Sí, a veces han marchado cubanos pero a buscar exclusivamente la información que nos interesa.  Creo que la mala fe en esto consiste en haber pretendido presentar el problema como una búsqueda de información sobre las fuerzas armadas y sobre las actividades del ejército  de Estados Unidos.  Ahí es donde ha estado la pérfida intención, ahí es donde ha estado la trampa que han querido armar en torno a esto.

Yo sí te puedo decir que nosotros, en primer lugar, no estamos en guerra ni tenemos ninguna animadversión contra las fuerzas armadas de Estados Unidos; por el contrario, incluso se han producido algunos contactos accidentales.  Cuando los acuerdos sobre las cuestiones migratorias se produjeron contactos e intercambios allí en la base con distintos oficiales, contactos respetuosos y públicos, delante de la prensa, de la televisión y otros medios, y se mantienen, incluso; cuando ha habido un problema, ha surgido cualquier cosa, se han establecido esos contactos.

Algunos prestigiosos militares retirados de Estados Unidos han estado de visita en Cuba más de una vez, legalmente, con permiso.  Se han reunido con los dirigentes de nuestras fuerzas armadas; en nuestro propio país se les ha llevado a las academias, se les ha llevado a  instalaciones militares, se les ha dado un excelente trato, y se ha desarrollado un mejor conocimiento, creo que útil, positivo, constructivo, que destruye prejuicios.  Algunos de ellos han asumido actitudes valientes; algunos han planteado, incluso, críticas al bloqueo de Cuba, y, sobre todo, han expresado con claridad que Cuba no constituye ningún tipo de peligro para Estados Unidos o para la seguridad de Estados Unidos.  Eso lo saben ellos muy bien, eso es ya una historia tan ridícula que no se le puede hacer creer a nadie.

Hay otro antecedente: el Pentágono analizó la cuestión, se le solicitó el análisis e hizo un informe bastante objetivo. Inmediatamente se produce una reacción: se retiene el informe, se intenta cambiar el informe del Pentágono por razones estrictamente políticas, hubo escándalo.  Ya estaban acusando al Pentágono de mentir en relación con Cuba, que estaba ocultando la realidad, al extremo que se tardó varias semanas, hasta que publicaron el escándalo; yo no sé muy bien si hubo alguna modificación o no, pero sí leímos lo publicado sobre la introducción al mismo, interpretando, distorsionando, sembrando confusión.  Es decir, por razones políticas se trató de menoscabar y restar objetividad al informe.

Es bueno decir aquí que a nosotros no nos interesa ningún tipo de información sobre cuestiones estratégicas de Estados Unidos, ni nos interesa ningún informe sobre su dispositivo militar, y no nos interesa en absoluto, porque carecen de utilidad práctica para nosotros.  ¿Para qué queremos saber, por ejemplo, dónde están situados los cohetes estratégicos de Estados Unidos, qué instalaciones, qué protección, qué órdenes, qué sistemas de empleo, qué concepciones operativas?  Nosotros lo que sabemos es lo que sobre eso se publica, y por lo que se publica se sabe muchísimo:  del pensamiento militar, de las ideas, de tales estrategias de los proyectos de desarrollo de nuevas armas.  No somos gran potencia, ni somos potencia nuclear, ni naval, ni aérea.  Sabemos solo cómo debemos defendernos en cualquier circunstancia frente a la abrumadora tecnología de nuestro adversario principal.

Pero te voy a decir algo más.  Pueden interesarnos los movimientos de instalaciones militares muy próximas a nuestro país. Por ejemplo, la base de Guantánamo; pero no hace falta tener ningún espía en la base de Guantánamo.  Se ha convertido hasta en un lugar turístico: hay un observatorio donde, a través del telescopio, se observa allí todo; nosotros los observamos a ellos y ellos nos observan a nosotros.

No tenemos satélites en Estados Unidos de ninguna clase, y si acaso pudiera interesarnos algo con relación a algunas instalaciones de Estados Unidos próximas a Cuba, serían los movimientos de tropas que pudieran preceder una agresión a Cuba.  Pero estamos conscientes de que en este momento no es esa la línea fundamental del gobierno, que la línea fundamental es otra:  la de producir un desgaste, a través de la Ley Torricelli, de la Ley Helms-Burton, de la guerra económica, asfixia de la economía, la subversión por todos los medios posibles.  En eso tienen puestas sus principales esperanzas, sin que descarten por ello, en determinado momento, el empleo de las fuerzas armadas.  Pero los movimientos de tropas y unidades importantes se pueden obtener  perfectamente por medios radioelectrónicos.  No hace falta satélite, ni hacen falta espías, ni invertir tiempo en eso o cosa parecida.  Esa es nuestra política.

Hubo otros tiempos, tiempos de guerra fría intensa, de amenazas incesantes, en que podía interesarnos información militar con relación a Estados Unidos, porque hubo hasta crisis de misiles nucleares, digamos.  Sí nos podía interesar cuántas tropas se acumulaban en la Florida para la invasión y cuántos barcos, y dónde podían estar las unidades fundamentales que se emplearían contra nuestro país por mar, por aire, de acuerdo con la doctrina y la táctica conocidas y publicadas por las fuerzas armadas de Estados Unidos.

La fuente fundamental de información nuestra sobre cualquier movimiento de tropas que amenacen a nuestro país, y esto con relación no a las bases verdaderamente estratégicas, son los movimientos de algunas tropas que pudieran constituir un peligro; pero no necesitamos para ello enviar espías a ninguna base militar norteamericana. Puede haber gente que tenga información y espontáneamente la trasmita, desde luego, eso es posible.  Cuba, repito, nunca ha pagado una información, todas las informaciones que hemos recibido siempre han sido de personas espontáneas y voluntarias.  

Esa es la esencia, esa es la política que hemos seguido, y rechazo terminantemente   —y ya te expliqué las razones— las imputaciones de que hayamos tratado de buscar informaciones de las fuerzas armadas de   Estados Unidos.  

A mí me parece que esa es una forma de respuesta al propio informe del Pentágono, y el mismo Pentágono no le ha dado demasiada importancia a la denuncia, han dicho que ellos no han visto ningún tipo de peligro en eso.  Además, son ridículas, verdaderamente, las acusaciones que se han hecho en torno a    eso.  Hablan de condenas y de poner de acuerdo a la gente, a los jueces, y nosotros no sabemos absolutamente nada de lo que ha ocurrido respecto a la gente que está detenida.

Hay amigos nuestros en Estados Unidos, hay muchos, y en este caso hay un número de personas acusadas que, si tuviéramos alguna información sobre alguna de ellas, no sería correcto que nosotros lo informáramos públicamente, sencillamente, porque sería el equivalente de una denuncia contra cualquiera de esas personas.
Si lo supiéramos no íbamos a decir absolutamente nada, sean inocentes o tengan alguna responsabilidad.  Porque, realmente, si existió una red, alguien tiene que haberla organizado.  

He recibido noticias que hemos tratado de obtener por diversos canales, incluso públicos, y lo que se dice son elogios sobre su vida personal, su austeridad, su honradez.  Los vecinos declararon que tenían excelentes impresiones sobre varias de ellas.  Así que te reitero que si algo supiéramos, sería desleal informarlo.  Si algo existiera, que lo prueben los que los acusan, para eso no podrían contar con ninguna colaboración nuestra.

Y te digo algo más:  Si alguien de los que están en esa red ha actuado para tratar      de obtener información para Cuba, la que nos interesa esencialmente, la única que  nos interesa, la información sobre los actos terroristas que se organizan desde  Estados Unidos contra Cuba, lo apoyaremos, digan lo que digan y hagan lo que  hagan; porque tú sabes que después que caen en manos de los fiscales y del poderoso aparato judicial, mediante todo tipo de ardides, promesas y presiones, les hacen declarar cualquier cosa.  Tú conoces el poder y la fuerza de esos mecanismos.  

El caso de Mónica Lewinsky es una prueba de ello, no hay duda de que Mónica recibió presiones, no hay que ser adivino para conocer hasta los caracteres de la gente.  Es conocido el  truco de Linda Trip, la grabación de las conversaciones telefónicas, las imprudencias de la otra, sobre temas que a nosotros, por supuesto, no nos interesan ni nos mezclamos.  Nunca hemos hecho ataques personales contra ningún dirigente de Estados Unidos.  Hemos estado observando todo lo que se informa, igual que los demás; pero me di cuenta meses antes, cuando se publicó que habían buscado dos de los mejores abogados para la otra, y dos abogados cuya estrategia esencial siempre había consistido en ponerse de acuerdo con los fiscales, de que se estaba preparando un plan y que la soga se iba a romper por la parte más débil.

No tengo la menor duda de que a esta muchacha le hicieron ver que si había mentido frente al jurado era acreedora de una condena de muchos años, porque la cuestión de mentir bajo juramento es algo que se considera una de las más graves faltas en Estados Unidos.

Si ellos podían haber reunido algunos elementos en su pesquisa contra ella, era, sin duda, el eslabón más débil, al que atacaron con fuerza —a mi juicio, hay muchas maneras de amenazar—, haciéndole ver la gravedad de lo que podía ocurrirle.  Una muchacha, realmente, que se ve débil de carácter, y, además, prometiéndole la inmunidad, todos esos recursos que se usan para obtener los objetivos que, al fin y al cabo, obtuvieron.  

Es método muy usado dentro del procedimiento judicial de Estados Unidos arrestar a las personas, ofrecerles determinadas garantías y privilegios si denuncian o si hablan lo que es verdad, e incluso lo que es mentira.  No sabemos qué puedan poner en boca de algunas de esas personas si tienen alguna responsabilidad.

Pero si se trata de personas de buena fe, y sin que ello implique ninguna traición para su país, sino más bien un servicio a su país, repito, que puedan salvar vidas humanas, porque que se opongan a actos criminales, a actos de terrorismo que pueden realizarse contra otras naciones no será jamás traición a su país de origen o de residencia.  No puede utilizar semejante calificativo Estados Unidos, que se dice enemigo del terrorismo; un país que lanza bombas a diestro y siniestro hasta sin comprobar la responsabilidad que pueda existir, o si tal fábrica es realmente una fábrica —que no se ha demostrado y cada vez hay más indicios de que no lo era— de productos o precursores químicos; un país que hace una campaña internacional contra tales actos, que es muy vulnerable a sus propios terroristas.  Entiendo que es muy correcto que realice los mayores esfuerzos por tratar de prevenirlo.  

A partir de experiencias como el mismo secuestro de aviones, que se inventó contra Cuba y que después se utilizó contra ellos —porque hay gente loca, desquiciada, desequilibrada, fanáticos en el mundo capaces de hacer todas esas cosas, y muchos aviones los secuestraban con una botella de agua, diciendo que era gasolina; pero como el piloto, y de una manera correcta, tiene que velar por la seguridad de los pasajeros, no se puede poner a adivinar o a averiguar si es agua o gasolina, unas veces puede ser agua y una vez de cada diez ser gasolina y haber una catástrofe—, personas que se opongan a eso, que denuncien eso, que estén en desacuerdo, a mi juicio, son personas honorables, y estoy seguro de que Estados Unidos no llamaría jamás traidor a ningún ciudadano de cualquier país que brindara información sobre actos de terrorismo que se preparen contra Estados Unidos o contra embajadas de Estados Unidos, o que puedan costar vidas de norteamericanos.  ¡Jamás los llamaría traidores!  ¿Por qué llamar traidores a cualquier persona que brindara información al país que puede ser víctima de actos terroristas?

Quiero aclarar  —ya que me lo preguntas—  y repetir:  No nos interesan absolutamente nada las cuestiones estratégicas de las fuerzas armadas de Estados Unidos.  Sería hasta ridículo, no serviría para nada.  No tenemos ninguna animadversión, reconocemos incluso que ellos han tenido algunos actos en los últimos tiempos como el informe que hicieron, un informe honrado, objetivo;  algunos han venido a nuestro país, ya no tienen mando, no tienen cargos, y hasta les hemos brindado informaciones sobre cursos e instalaciones nuestras que no pueden obtenerlas mediante ningún espionaje.  Hemos sido bastante abiertos en eso, no nos perjudica en nada, a partir de la gran cantidad de informaciones que tienen por montones de vías;  hasta instalaciones nuestras han visitado en otros tiempos.  Y algunos, como otras muchas personas, visitan a nuestro país;  militares.  

Hasta McNamara ha estado aquí a discutir los problemas de la Crisis de Octubre, y era nada menos que el jefe del Pentágono cuando aquella crisis, quien dirigió el bloqueo, dirigió las tropas, dirigió los cohetes que estaban apuntando hacia nuestro país y discutió qué medidas tomar.  El tiempo es el tiempo.  Y así hemos conocido a personas como él.

En esencia, lo único que nos interesa de información en Estados Unidos son las actividades terroristas que desde allí se organizan y se financian contra Cuba.  No nos interesan en absoluto informaciones militares de Estados Unidos.  Y las que pudieran interesarnos, asociadas a movimientos de unidades próximas a nuestro país, en un momento determinado, se obtienen por medios electrónicos.  Es imposible hoy mover una compañía, un batallón, una brigada, las fuerzas necesarias, las que harían falta para atacar este país, sin que nosotros sepamos rápidamente lo que por ningún medio de espionaje se puede obtener.   Eso es mucho menos riesgoso y mucho más económico.

Es lo que te expreso con toda franqueza.

Periodista.-  Muchas gracias, señor Presidente.

Lugar: 

Hotel Porto Palacio, Portugal

Fecha: 

19/10/1998