El triunfo de la profecía
Date:
16/08/2010
Source:
Juventud Rebelde
Auteur:
No es la primera vez que Jesús Lara Sotelo dibuja al líder de la Revolución Cubana, pero solo ahora, con El triunfo de la profecía, presentado al público el pasado 13 de agosto como parte de las celebraciones de la jornada Con Fidel y por la Paz —en estos momentos se muestra junto a otras 29 piezas en el Hotel Nacional de Cuba, en la expo nombrada Presente—, el reconocido artista de la plástica sintió que estaba en verdad listo para asumir el notable desafío.
«Con anterioridad había realizado otras obras inspiradas en la figura de Fidel. Aparecían, sobre todo, cuando entraba en sintonía total con sus brillantes ideas. Pero últimamente Fidel nos ha estado alertando con insistencia sobre la cada vez más real posibilidad del fin del planeta, dañado de una manera que ya no se puede seguir ocultando. Mas ahora avizora la posibilidad real de una inminente guerra nuclear. Como si no fuera suficiente, a los grandes perjuicios que le estamos causando a la Tierra, se suma el, al parecer, ineludible exterminio de la especie humana, de la subsistencia y desarrollo del hombre. Todo indica que todavía no somos conscientes de que hablamos del fin de la humanidad.
«Cuando ni siquiera se pensaba en la posible catástrofe, ya Fidel, en la Cumbre de Río de Janeiro, se estaba refiriendo a estos temas. Entonces se podía ver como algo apocalíptico, y muchos no se daban cuenta de que desde temprano vaticinaba el trágico futuro que nos podía deparar. Fueron sus más recientes Reflexiones las que me impulsaron a crear este nuevo cuadro que titulé El triunfo de la profecía, también porque creo que nunca como ahora tenía la suficiente madurez como para poder llegar al punto clímax que me exijo a la hora de exponer una obra. De manera que los primeros retratos que hiciera a Fidel constituyeron válidos ensayos», explica Lara, que en Presente, curada por Marila Sarduy y Arturo Suárez, comparte con figuras relevantes como Roberto Fabelo, Pedro Pablo Oliva, Nelson Domínguez, Alexis Leyva, «Kcho», Ernesto Rancaño, Zaida del Río, Ever Fonseca, Ernesto García Peña, Flora Fong, Alicia Leal, Fúster, Juan Moreira...
—¿Te resultó muy difícil arribar a esta obra final?
—Para El triunfo de la profecía realicé 16 bocetos, con los cuales hice los estudios necesarios. Estos no fueron tanto desde el punto de vista formal —porque quién no conoce el rostro de Fidel—, como para hallar al hombre, su sensibilidad, su agudeza de pensamiento... Como artista uno debe buscar, redimensionar, estos rasgos de la personalidad del individuo que está trabajando, para ofrecer el máximo de autenticidad en lo que pinta. Por encima del parecido —un elemento que no se debe desestimar—, lo esencial es transmitir todo lo que ese personaje dice a través del gesto, de la mirada, de la expresión. Eso es lo que distingue a un verdadero retrato de una copia de una fotografía. Pienso que es primordial la interpretación que se haga de la personalidad que se vaya a retratar. Solo así se podrá presentar al personaje en toda su dimensión.
—Últimamente estás asumiendo con más fuerza el retrato como modo de expresión...
—Se lo debo sobre todo a Alexis Leyva «Kcho», quien por medio de un amigo común, Ignacio Broche, me avivó en la sangre algo que se hallaba un poco dormido: el dibujo, una técnica muy dinámica, pero igualmente bien difícil, pues es la estructura básica sobre la cual se articula todo lo demás. Y explotar el dibujo, unido a lo que jamás he dejado de hacer: buscar siempre el reflejo de la condición humana, y de ese modo provocar, cuestionar, hurgar en nuestra psiquis, me ha ofrecido otras posibilidades para expresar mis inquietudes. Máxime cuando el dibujo, el retrato, es una técnica muy rigurosa y rica, sobre todo si descartas reproducir de un modo frío los rasgos físicos del personaje que retratas. Uno debe todo el tiempo esforzarse para descubrir al retratado: cómo piensa, qué hace y dice, por qué ve el mundo de una manera determinada y no de otra. Y todo eso debe quedar plasmado en la obra para que supere el simple parecido, y pueda tener vida propia y se convierta en una obra auténtica.
—¿En qué soporte te apoyaste para desarrollar tu retrato?
—Tengo que agradecer mucho a Alex Castro, cuya cooperación fue vital para llevar adelante este proyecto. Él me facilitó varias fotografías recientes de Fidel. Para mí fue determinante el dato formal y sentimental que contenían estas fotos. Sin embargo, hubo una en particular que me atrapó, porque era muy tierna y profunda, y reunía en ella muchos elementos de su magnética personalidad. Es una imagen sencillamente genial, la cual me aportó lo que me faltaba para poder materializar El triunfo...
«Fue esencial asimismo la colaboración de Arturo Suárez Freixas. Sin su apoyo hubiera sido muy difícil la realización de este retrato realizado con tiza policromada, carboncillo y acrílico sobre lienzo, de 2.50 x 1.80 m. Por supuesto, no puedo dejar de mencionar el apoyo brindado por Armando Hart, presidente de la Sociedad Cultural José Martí, y de Erasmo Lazcano, vicepresidente de dicha institución. Una vez más debo agradecer también el empeño del realizador Roberto Chile».
—Cuando la obra se develó en la Sociedad Cultural José Martí, el maestro Frank Fernández también estrenó una magnífica obra...
—El gran maestro Frank Fernández concibió un tema que para mi sorpresa denominó Lara, y yo quise dedicárselo a Fidel el día en que arribaba a sus 84 años. Para todos son conocidas las dotes de Frank no solo como exquisito concertista, sino como probado compositor, y la verdad es que me siento muy honrado. No sé si merezco un privilegio tan grande.
—He escuchado que próximamente expondrás en España. ¿De qué se trata?
—Llevaré hasta el País Vasco, donde ocurrió aquel siniestro bombardeo a Guernica, mi mural Haití es otro Guernica, que expusiera recientemente en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, cuyas dimensiones son de 2.20 x 9.50 m. Presentaré el mural, que forma parte de la expo Make Bacon, con todas sus instalaciones, y será otra oportunidad para seguir llamando la atención, fuera de nuestras fronteras, sobre los sucesos que, para nuestro pesar, se avecinan si no cambiamos nuestra manera de obrar. Y no es que sea pesimista, simplemente estoy convencido de que el resultado solo será positivo para la humanidad, si quienes ostentan el poder hacen un uso racional de lo que hemos conseguido hasta el día de hoy. Los momentos que vivimos son críticos, tanto que no pensamos en el progreso y en la paz, estado de gracia que los seres humanos no hemos conocido verdaderamente, pues solo hemos tenido, a lo largo de la Historia, períodos de treguas pacíficas para que el más fuerte pueda conseguir nuevos argumentos y más poder para luego imponer su ley, su norma.
«Por eso con anterioridad expuse Make Bacon y por eso presenté el pasado viernes El triunfo de la profecía, porque no me caben dudas de que cada obra de arte tiene que ser un grito de denuncia, un llamado a la cordura; debemos hacer notar que vivimos tiempos dramáticos, los cuales exigen que los artistas trabajemos en función de lo que pueda ser mejor para el mañana».
—Tú eres de esos creadores que jamás descansa...
—Quizá sea porque lo requiere la época que vivimos o tal vez porque he comprendido que el tiempo con que cuento es menor que mi necesidad de decir cosas; o porque soy consciente de la responsabilidad que entraña poder comunicarme a través del arte; privilegio que debo utilizar sin descanso a favor de la paz y, por ende, en beneficio de la humanidad.
«Con anterioridad había realizado otras obras inspiradas en la figura de Fidel. Aparecían, sobre todo, cuando entraba en sintonía total con sus brillantes ideas. Pero últimamente Fidel nos ha estado alertando con insistencia sobre la cada vez más real posibilidad del fin del planeta, dañado de una manera que ya no se puede seguir ocultando. Mas ahora avizora la posibilidad real de una inminente guerra nuclear. Como si no fuera suficiente, a los grandes perjuicios que le estamos causando a la Tierra, se suma el, al parecer, ineludible exterminio de la especie humana, de la subsistencia y desarrollo del hombre. Todo indica que todavía no somos conscientes de que hablamos del fin de la humanidad.
«Cuando ni siquiera se pensaba en la posible catástrofe, ya Fidel, en la Cumbre de Río de Janeiro, se estaba refiriendo a estos temas. Entonces se podía ver como algo apocalíptico, y muchos no se daban cuenta de que desde temprano vaticinaba el trágico futuro que nos podía deparar. Fueron sus más recientes Reflexiones las que me impulsaron a crear este nuevo cuadro que titulé El triunfo de la profecía, también porque creo que nunca como ahora tenía la suficiente madurez como para poder llegar al punto clímax que me exijo a la hora de exponer una obra. De manera que los primeros retratos que hiciera a Fidel constituyeron válidos ensayos», explica Lara, que en Presente, curada por Marila Sarduy y Arturo Suárez, comparte con figuras relevantes como Roberto Fabelo, Pedro Pablo Oliva, Nelson Domínguez, Alexis Leyva, «Kcho», Ernesto Rancaño, Zaida del Río, Ever Fonseca, Ernesto García Peña, Flora Fong, Alicia Leal, Fúster, Juan Moreira...
—¿Te resultó muy difícil arribar a esta obra final?
—Para El triunfo de la profecía realicé 16 bocetos, con los cuales hice los estudios necesarios. Estos no fueron tanto desde el punto de vista formal —porque quién no conoce el rostro de Fidel—, como para hallar al hombre, su sensibilidad, su agudeza de pensamiento... Como artista uno debe buscar, redimensionar, estos rasgos de la personalidad del individuo que está trabajando, para ofrecer el máximo de autenticidad en lo que pinta. Por encima del parecido —un elemento que no se debe desestimar—, lo esencial es transmitir todo lo que ese personaje dice a través del gesto, de la mirada, de la expresión. Eso es lo que distingue a un verdadero retrato de una copia de una fotografía. Pienso que es primordial la interpretación que se haga de la personalidad que se vaya a retratar. Solo así se podrá presentar al personaje en toda su dimensión.
—Últimamente estás asumiendo con más fuerza el retrato como modo de expresión...
—Se lo debo sobre todo a Alexis Leyva «Kcho», quien por medio de un amigo común, Ignacio Broche, me avivó en la sangre algo que se hallaba un poco dormido: el dibujo, una técnica muy dinámica, pero igualmente bien difícil, pues es la estructura básica sobre la cual se articula todo lo demás. Y explotar el dibujo, unido a lo que jamás he dejado de hacer: buscar siempre el reflejo de la condición humana, y de ese modo provocar, cuestionar, hurgar en nuestra psiquis, me ha ofrecido otras posibilidades para expresar mis inquietudes. Máxime cuando el dibujo, el retrato, es una técnica muy rigurosa y rica, sobre todo si descartas reproducir de un modo frío los rasgos físicos del personaje que retratas. Uno debe todo el tiempo esforzarse para descubrir al retratado: cómo piensa, qué hace y dice, por qué ve el mundo de una manera determinada y no de otra. Y todo eso debe quedar plasmado en la obra para que supere el simple parecido, y pueda tener vida propia y se convierta en una obra auténtica.
—¿En qué soporte te apoyaste para desarrollar tu retrato?
—Tengo que agradecer mucho a Alex Castro, cuya cooperación fue vital para llevar adelante este proyecto. Él me facilitó varias fotografías recientes de Fidel. Para mí fue determinante el dato formal y sentimental que contenían estas fotos. Sin embargo, hubo una en particular que me atrapó, porque era muy tierna y profunda, y reunía en ella muchos elementos de su magnética personalidad. Es una imagen sencillamente genial, la cual me aportó lo que me faltaba para poder materializar El triunfo...
«Fue esencial asimismo la colaboración de Arturo Suárez Freixas. Sin su apoyo hubiera sido muy difícil la realización de este retrato realizado con tiza policromada, carboncillo y acrílico sobre lienzo, de 2.50 x 1.80 m. Por supuesto, no puedo dejar de mencionar el apoyo brindado por Armando Hart, presidente de la Sociedad Cultural José Martí, y de Erasmo Lazcano, vicepresidente de dicha institución. Una vez más debo agradecer también el empeño del realizador Roberto Chile».
—Cuando la obra se develó en la Sociedad Cultural José Martí, el maestro Frank Fernández también estrenó una magnífica obra...
—El gran maestro Frank Fernández concibió un tema que para mi sorpresa denominó Lara, y yo quise dedicárselo a Fidel el día en que arribaba a sus 84 años. Para todos son conocidas las dotes de Frank no solo como exquisito concertista, sino como probado compositor, y la verdad es que me siento muy honrado. No sé si merezco un privilegio tan grande.
—He escuchado que próximamente expondrás en España. ¿De qué se trata?
—Llevaré hasta el País Vasco, donde ocurrió aquel siniestro bombardeo a Guernica, mi mural Haití es otro Guernica, que expusiera recientemente en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, cuyas dimensiones son de 2.20 x 9.50 m. Presentaré el mural, que forma parte de la expo Make Bacon, con todas sus instalaciones, y será otra oportunidad para seguir llamando la atención, fuera de nuestras fronteras, sobre los sucesos que, para nuestro pesar, se avecinan si no cambiamos nuestra manera de obrar. Y no es que sea pesimista, simplemente estoy convencido de que el resultado solo será positivo para la humanidad, si quienes ostentan el poder hacen un uso racional de lo que hemos conseguido hasta el día de hoy. Los momentos que vivimos son críticos, tanto que no pensamos en el progreso y en la paz, estado de gracia que los seres humanos no hemos conocido verdaderamente, pues solo hemos tenido, a lo largo de la Historia, períodos de treguas pacíficas para que el más fuerte pueda conseguir nuevos argumentos y más poder para luego imponer su ley, su norma.
«Por eso con anterioridad expuse Make Bacon y por eso presenté el pasado viernes El triunfo de la profecía, porque no me caben dudas de que cada obra de arte tiene que ser un grito de denuncia, un llamado a la cordura; debemos hacer notar que vivimos tiempos dramáticos, los cuales exigen que los artistas trabajemos en función de lo que pueda ser mejor para el mañana».
—Tú eres de esos creadores que jamás descansa...
—Quizá sea porque lo requiere la época que vivimos o tal vez porque he comprendido que el tiempo con que cuento es menor que mi necesidad de decir cosas; o porque soy consciente de la responsabilidad que entraña poder comunicarme a través del arte; privilegio que debo utilizar sin descanso a favor de la paz y, por ende, en beneficio de la humanidad.