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“Con Fidel es la vida completa”

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"Hernández Loredo, Carmen Luisa"

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La propuesta estaba marcada con un halo de reto: “¿entrevistarías a…?”, la respuesta la di sin antes valorar la dimensión del compromiso, después vino la ansiedad por la confirmación de la cita; luego, cuatro días más tarde, la oportunidad de tocar un pedacito de la vida de Fidel de la mano del primer campesino incorporado al Ejército Rebelde.

“Cuando me muera regreso para donde nací, porque allí fue donde se salvó la Revolución. Todos los campesinos ayudaron a la liberación de nuestra Patria, y desde ahí salieron detrás de mí 40 jóvenes para la guerra, muchos murieron, algunos estamos vivos todavía”. Así habla el Comandante de la Revolución y Héroe de la República de Cuba, Guillermo García Frías, con la sinceridad propia de un guajiro.

“Nunca había visto a Fidel, todo lo que sabía era lo que decían de los moncadistas los periodistas, que justificaban los asesinatos en el cuartel Moncada que fueron tremendos, de jóvenes con una perspectiva extraordinaria, jóvenes patriotas, jóvenes que aspiraban a salvar a Cuba de aquellas dictaduras y gobiernos que solo servían a los intereses americanos.

“Fidel posee una característica muy especial, su personalidad tiene un peso tremendo, lo que lleva en el cerebro es una computadora que nadie sabe todavía de qué generación es, tuvo la suerte de ser prisionero y de expresar primero la responsabilidad de haber imbuido a todos esos jóvenes para enseñarle al pueblo cubano el valor de ellos en aquel momento.

“Ese ataque significó trazarle a la juventud el camino para la lucha contra el sistema que se estaba viviendo, la dictadura terrible, la pobreza y la miseria que había en el campo, la miseria intelectual. ¿Te imaginas cuántos intelectos se perdieron ahí, que no tuvieron la posibilidad ya no de llegar a la universidad ni siquiera a una escuela?

“Yo tuve la oportunidad de ir a la escuela hasta el cuarto grado de primaria, y nos dieron un actico para celebrarlo porque ya eso era un éxito, y mira, me dieron un diploma y una notica para mi papá porque debía seguir estudiando, y cuando llegué a la casa y se lo enseñé me dijo “¿y no te dieron el dinero?, ahora lo que hay es que trabajar para lograr tener una vida mejor”.

“El fin de semana había fiesta porque llegaba a la casa con pan o galleta, un poquito de azúcar o sal y si alcanzaba un poquito de carne de segunda porque imagínate, quién le llevaba a mamá un bistec de primera, te mataba, con tantas bocas para alimentar en la casa, la carne la hacía con malanga y aumentaba el plato, y mucha sopa, me críe con sopa de chorizo y fideo, esa era la comida de todas las tardes”.

Este joven de 88 años recuerda vívidamente, con la exactitud de cada detalle, cómo conoció a Celia Sánchez, y fueron haciéndose amigos, en los días en que vendía viandas para ayudar al sustento familiar. Durante esas conversaciones comenzaron a hablar del futuro de Cuba, indisolublemente ligado a Fidel.

“A medida que pasó el tiempo Celia me preguntó qué creía de él, le respondí que no sabía nada, que no lo conocía, pero que apreciaba sus valores por haberse metido en el cuartel, pero yo no sabía nada más; entonces ella me hablaba de la posibilidad de Fidel, que ya había anunciado que regresaba a Cuba en el 56, -y cuando él promete algo lo cumple-, y si estaba dispuesto a ayudarlo. Le dije que sí; desde entonces comencé a trabajar con ella. No me dio un carné ni nada, todo fue con el compromiso de la palabra”.

–¿Cómo fueron los días del desembarco del Granma?

–Cuando el desembarco Celia va para Santiago a reunirse con Frank, yo me quedo en la zona del Plátano.

“Allí los expedicionarios tienen el primer encuentro con la verdad: una ciénaga impenetrable terrible, se pasaron dos horas para llegar a la tierra, eso físicamente les hizo mucho daño, algunos botaron cosas, mochilas, balas.

“En tierra firme se encuentran con campesinos que les ofrecen ayuda, y ya saben que están en Níquero, y de ahí toman rumbo a las montañas, no les sirven de guía para todo el camino porque no conocían el terreno. Unos se habían detenido para esperar reagruparse, otros se perdieron, y cuando los ataca el enemigo se dispersan.

“Fueron momentos muy complejos en aquel medio, no era fácil la decisión de ayudarlos, seguí buscando, encontré a un grupo grande y siempre les preguntaba qué deseaban, hubo unos 20 que quisieron irse para la ciudad y los saqué; al grupo de Almeida le hice la misma pregunta y él me respondió “yo espero encontrar a Fidel y lo que él diga es lo que hago”.

“Asesinaron a 21 expedicionarios, a todo el que intentó entregarse lo asesinaron. Los campesinos delataron porque no sabían lo que estaba haciendo el ejército, cuando lo saben, no lo hacen más, comienzan a salvar a todos los que se topan, entre ellos Fidel, que sale con Universo, que tenía un fusil sin balas, y Faustino Pérez que no llevaba armas y él que traía un fusil.

“Hago contacto con Fidel, por primera vez, el 12 de diciembre para amanecer del 13, entonces van a avisarme que tenían a tres más, yo estaba en el monte buscando gente y balas, y quien va es mi papá. Cuando llega empieza Fidel a preguntarle, abogado al fin. Al terminar las conversaciones papá le dice he llegado a la conclusión de que usted es Fidel Castro, y este le dice que no, que se llama Alejandro y es miembro del Estado Mayor, pero le pregunta el por qué asegura eso, y mi papá le responde “porque trae una estrellita en la gorra y habla como un gran dirigente”.

“Al llegar a verlo me empieza a hacer muchas preguntas, ¡porque cuando empieza a preguntar! Es un excelente interrogador. Le doy información detallada de todo lo que había hecho, los que había encontrado, dónde estaban. ¡me preguntó hasta por las matas de la zona!

“Nunca había tratado a un hombre con esa personalidad, era muy sutil en su pensamiento, muy defensor de sus ideas, estaba claro que lo que quería era destruir al gobierno subordinado a los americanos.

Lo miraba y eran tres hombres, y entonces me pregunta cómo están los campesinos, si tienen escopetas y si nos las entregarían, y le respondí que sí a todo; y me dijo .tú sabes que si hacemos bien las cosas ganamos la guerra., entonces pensé, coño se ha vuelto loco. Su personalidad pesa tanto…

–¿Cúando decide subir la Maestra con Fidel?

— Me preparo en la casa para irme con Fidel. Mi mamá me viste en su cuarto con la ropa de expedicionario, las botas, malas carijo, que habían abandonado en el monte porque para escapar los expedicionarios se ponían las de los campesinos.

“Me preguntó si sabía lo que iba a hacer, le dije que sí. Le aseguré que me iba con Fidel, que creía en él, y que ese era el momento más importante en que requería que lo acompañaran porque solo tenía a dos compañeros con él.

“Después mamá me saca al camino y me dice “no cojas por el camino real ni por la carretera, a campo traviesa todo el tiempo aunque te demores porque no quiero oír decir que caíste prisionero, porque un prisionero no vale nada, prefiero que me traigan la noticia de que has muerto en

combate para ir a recoger tu cuerpo. Era tremenda patriota, me dio mucho ánimo…

— ¿Cómo era el Fidel estratega militar, el Comandante de un ejército?

— La disciplina que impone es tremenda. Gracias a eso la Revolución triunfó, él es el padre de la Revolución.

“Fíjate que en la montaña ningún combatiente podía meterse con una mujer y todo lo que consumíamos había que pagárselo a los campesinos. Se creó una economía que no existía en esas lomas, todo se pagaba, por encima de los valores. Se ganó todo el cariño y el respeto de los campesinos.

“Además su trato no solo con los combatientes sino para con los campesinos, él era el profesor de todos por esos lares. Era un compañero, para él perder un hombre era algo tremendo, lo sentía en la vida. Él defiende a sus hombres, y los ayudaba siempre.

“Mantuvo en todo momento una política con respecto a los prisioneros de guerra muy rigurosa. Nadie se podía meter con ellos, les daba la comida de la tropa, los atendía como si fueran parte del ejército revolucionario.

“Fidel decía “la culpa de todo esto no la tiene el ejército, el ejército es solo un instrumento del gobierno”. Aseguraba que eran hombres humildes también y había que atenderlos y mostrarles la realidad de nuestras ideas porque teníamos que contar con ellos para después de la guerra”.

Por momentos calla, sus ojos rememoran sus palabras, y ríe, como niño pícaro, cuando cuenta la reacción del Comandante el día que le echó mercurocromo en las plantas de los pies totalmente peladas. Regresa de su pensamiento con una certeza, una certeza que hoy lacera mi corazón y me hace pensar también en él, en estos días de dolor nacional:

“Aspiro a estar junto a Fidel y sus ideas hasta el final de la vida, yo digo que si me dice que suba la Maestra y me tire, me tiro, porque algo grande viene detrás. Con Fidel es la vida completa, quisiera morir antes que él, porque no quiero tener ese sentimiento, porque será algo bastante duro para Cuba y para todo el mundo. Con Fidel hasta la muerte, y con Raúl igual, porque él es su vivo ejemplo.

“La gente me pregunta “desde cuándo usted es militante” y yo le digo desde que me fui para la guerra con Fidel, porque él me enseñó a ser militante, me enseñó tantas cosas que no olvidaré jamás.

“Hoy la juventud tiene una deuda muy grande con nuestra historia. Cuántos cubanos han muerto por Cuba, qué hizo Céspedes, qué hizo Maceo, qué hizo Martí. Cuántos andan calladitos por ahí, y la juventud tiene esa deuda y la Patria necesita que la amen, y la sientan, y nunca olviden que mientras exista el imperialismo tenemos un enemigo. Nuestros jóvenes tienen que llevar la insignia de nuestra Patria en el corazón y en la cabeza las ideas de Fidel, que son también las ideas de Raúl”.