Juan Cominges sobre Fidel: En los últimos cien años debe haber sido el personaje más importante
El jugador del Cienciano del Cusco, Juan Cominges, marcó un golazo extrafutbolístico al dedicarle el tanto al fallecido Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana, que junto con el Che le han servido como inspiración en los momentos más difíciles de su vida.
Su hermana Claudia lo había llamado el domingo antes del partido para darle la noticia: Fidel Castro murió.
Para el futbolista Juan Cominges, la noticia fue muy dura, lo golpeó más de lo que él hubiera imaginado.
Ese día se preparaba para enfrentar al Carlos Manucci en la segunda división del fútbol peruano. Y en los camerinos, antes de entrar al campo de juego, seguía pensando en la muerte de Fidel.
Por eso es que cuando les alcanzaron a los jugadores las camisetas con inscripciones católicas que llevarían bajo el polo oficial del club, él, que es ateo, decidió darle la vuelta, y escribir de corazón lo que en realidad sentía.
Utilizó los plumones con los que se definen las tácticas en la pizarra y escribió sobre aquella camiseta una dedicatoria al revolucionario que había sucumbido a la muerte tras sobrevivir a más de 600 intentos de asesinatos.
“No sabía si iba a tener la oportunidad de mostrar el mensaje, pero lo deseaba”, dice a sus 33 años de edad, sentado en el sofá de su casa en Surco, a donde acaba de llegar la noche del martes 29 de noviembre, luego de un año de haber vivido en la Ciudad Imperial, jugando para el club Cienciano del Cusco.
La oportunidad se presentó en un penal que Cominges se encargó de patear, seguro y contundente, al lado derecho de arquero. Corrió con calma para celebrar, quitándose el polo y extendiendo la camiseta blanca con dos manos para que la gente la viera.
La noticia dio la vuelta al mundo y recorrió todas las salas de redacción que en ese momento cubrían las reacciones sobre la muerte del líder máximo de la Revolución Cubana. Play Ground tituló así: “Fidel Castro vive en un gol peruano”.
Entre las múltiples fotografías que retrataron el momento, figura una donde se le ve con los brazos extendidos totalmente, a los lados y por encima de la altura de los hombros. Su expresión es seria y fuerte, con una barba digna del Che y del mismo Fidel. Tiene la camiseta roja del Cienciano ondeando en su mano derecha, y la ferviente gradería del estadio Inca Garcilaso de la Vega a sus espaldas, otorgándole el marco multitudinario a la revolucionaria celebración, sin pensar que el mundo se preparaba para degustar la inscripción que en camerinos escribió, las más manida de las frases que en ese contexto recobró notoriedad: “Hasta la victoria siempre! Fidel”.
Pocos saben que ese día había pedido al utilero que le comprara un crespón negro en memoria del Comandante, para usarlo en el brazo izquierdo durante el partido.
Sentado en un taburete de su sala, en posición de flor de loto, Cominges, quien también practica yoga, confiesa que no sabía que iba a causar tanto revuelo con ese acto sincero.
“He recibido muchas muestras de cariño, pero también muchas quejas. Me quiero desligar de algo político porque siento que la política en estos tiempos es para poseer al otro. Yo considero que las revoluciones son personales primero. Por supuesto que es mucho más difícil generar un cambio ahora con los mensajes que te venden los que hoy gobiernan”, señala.
—¿Es de izquierda o de derecha?
—Soy libre, fundamentalmente. Si me apuras en la decisión, te diría que de izquierda, siempre, porque no he conocido, a mis 33 años, que el poder se haya manifestado de una manera coherente y decente con los que más lo necesitan.
—¿Quiénes son Fidel y el Che para usted?
—Empezaría por el Che, porque pese a haber podido disfrutar de la comodidad de un triunfo importante como la Revolución en Cuba es capaz de tener ese desapego e ir a por más revoluciones. Me parece inspirador. Yo tengo un hijo pequeño de un año y 4 meses que se llama Ernesto en homenaje a él. Tengo una hija llamada Mónica. Rescato del Che esa capacidad de desprendimiento de ir a una lucha que tenía más para perder que para ganar. Digo: si estos tipos son capaces de eso, yo me animo a soñar, a esforzarme en lo que creo, en el fútbol, en la vida. Fidel me ha marcado por eso. Y Fidel, en el asalto al cuartel Moncada (primera acción de armas de Fidel. NDR), en su exilio en México y la organización del (yate) Granma ha demostrado una inteligencia superior.
—Sobrevivió a más de 600 intentos de asesinatos…
—Y a un bloqueo económico brutal, y ha sido coherente con lo que ha pensado siempre.
—¿Qué le diría a las personas que opinan que tuvo el poder y, por lo tanto, la Isla para él?
—No tengo cómo validar esas noticias como verdaderas. No considero que haya existido un ser humano intachable. Es propio de la humanidad tener defectos. Me quedo con lo bueno de Fidel. Las cosas buenas son las que a mí me han hecho emocionarme. Me nació hacerle un homenaje a Fidel ante tanta hipocresía que he visto, porque para mucha gente pareció como si hubiera muerto cualquier persona. Me parece que en los últimos cien años debe haber sido el personaje más importante.
—¿Qué es lo positivo que rescata?
—Hay muchas cosas positivas que me hubiera gustado en mi país. Vivo en el Cusco hace un año por trabajo y con el frío que hace allá ver niñitos que trabajan o duermen en la calle es jodido; es jodido pasar de largo, y tú abrigado… Es bravo. Como te digo, me quedo con las cosas positivas de Cuba que quisiera que en algún momento pasen en mi país.
—¿Conoce Cuba?
—No la conozco. El único contacto que he tenido es la llamada que me han hecho de la embajada y me han invitado para agradecerme el gesto (fue recibido al día siguiente).
—Se ha dedicado a la lectura del Che y Fidel. ¿Desde cuándo?
—Hace quizá 15 años. Algunos libros solo tienen fotos. Por ejemplo, he comprado libros en Arabia Saudita en árabe, donde no entiendo nada, pero es parte de la colección. Y siempre ha habido más libros del Che que de Fidel.
—¿Tiene una biblioteca del Che y Fidel?
—De ambos, los dos juntos.
—¿Ha recibido críticas por ese gesto a Fidel?
—Bastante, pero no contesto. Es un desgaste de energías que no estoy dispuesto a hacer. Me sorprendió que se mencione que tengo un tatuaje del Che. Soy ateo a pesar de que estudié primaria y secundaria en un colegio marista. Lo que menos hago es endiosar a un ser humano, pero la historia de la Revolución Cubana me ha inspirado a generar mi propia revolución interna para poder mejorar como persona, como padre y futbolista. Fue un homenaje hacia una persona que a mí me inspira poder ir hacia mis sueños. La noticia me golpeó más de lo que yo hubiera imaginado.
Leer para alcanzar tus sueños
Escribe en un periódico deportivo, practica el yoga, le gusta la música del trovador cubano Silvio Rodríguez, también la del español Joaquín Sabina, pero es la salsa el ritmo que más lo ha acompañado en la vida porque creció con eso.
“Yo soy del Callao, mis padres y abuelos también. Yo crecí escuchando salsa en el barrio Los Pilares, que queda en la avenida Colonial frente a la Ciudad del Pescador. Ahí nací y a los 6 años nos mudamos a Ventanilla, a la Ciudad del Deporte. Fíjate que después de eso yo entrenaba en Lurín, en Campomar”, comenta.
No tuvo ni fiesta de promoción y su primer trago fue a los 27 años por lo menos, confiesa. Ha estado en la U desde los 7. Ha pasado por el Bolognesi de Tacna, el Sporting Cristal. Luego, por el Colón de Santa Fe de Argentina, después Estudiantes de la Plata. En Argentina le descubrieron una lesión congénita en la columna, a los 21 años. Venía arrastrando esos dolores desde los 19.
“Por eso es que necesitaba mucho de esas historias, porque tuve una lesión en la L5—S1, la quinta vértebra lumbar se me llegó a partir en tres. Era prácticamente imposible volver a jugar fútbol. He pasado mucho tiempo en ese proceso y leer estas historias me han ayudado mucho.”
—Debió ser una etapa muy frustrante en su vida.
—Tuve episodios de no poder caminar. Me pasé dos años entre jugando infiltrado y descansando. Para mí, entrar en una cancha de fútbol era un sufrimiento constante. Jugaba con los botines desatados porque la lesión en la columna no me permitía que los nervios estuvieran… y a los 21 años, imagínate, cuando uno más fuerza tiene y más debería explotar.
—¿Ahora cómo se siente?
—Felizmente, ahora estoy sano. Me tocó lesionarme muy joven, en una etapa superexpectante de mi carrera, habiendo hecho mucho esfuerzo para llegar a ese momento, y al menos disfrutarlo. Yo he venido a disfrutar mi profesión cuando me he recuperado de las lesiones, casi a los 26 años. Acabo de jugar los 30 partidos del torneo casi el 90% de los minutos, tengo 33 años, entreno muy bien y estoy feliz de poder disfrutar mi profesión.
—Después de Estudiantes, ¿cuál fue el periplo?
—Vuelvo a Sporting Cristal, Caracas Fútbol Club de Venezuela, José Gálvez de Chimbote, luego a Arabia Saudita dos años, que fue para cubrir necesidades económicas. De ahí regreso al Cienciano, que me da la posibilidad de jugar en Brasil, lo que fue para mí un sueño. Y fui a jugar a Brasil a los 29 años. De niño soñaba con jugar en Brasil y Argentina, y lesionado de la columna jamás me hubiera imaginado que a los 29 años la vida me iba a dar la posibilidad de hacerlo. Fue un regalazo que acepté y disfruté ese momento en el Guaraní.
Nuestro fútbol y la selección
Ha sido dirigido por su hermano, Paul, en el Sport Boys, durante dos años. “El club me marcó mucho”, recuerda.
—¿Qué tal es su hermano Paul como entrenador?
—El mejor. Su filosofía de juego es un juego alegre, vistoso, donde se aprecia las virtudes del futbolista. Hay muchos entrenadores que hacen planteamientos tácticos que son más para no perder que para intentar ganar. Para mí, es el entrenador que más confianza da al jugador y he tenido varios ah. Es muy fácil jugar y acomodarse al dirigente, que tampoco le interesa el fútbol sino poder robarse lo poco que tiene el club. Contra eso se está luchando.
—¿Qué opina de la selección peruana?
—Opino que no compite de igual a igual con el resto de países de Sudamérica y el mundo. Hay muy pocos clubes de divisiones inferiores competitivos. Los futbolistas competimos muy poco para llegar al fútbol profesional. Capaz nos cuesta mucho por la idiosincrasia de cada familia, las necesidades que cada futbolista haya podido pasar, pero no es muy difícil ser futbolista en el Perú: compites contra 4 o 5 jóvenes de tu edad nada más, diferente a Argentina o Brasil, Uruguay o Colombia, donde llega al fútbol profesional un tipo más capaz que 150 niños que también son buenos. Aquí en el Perú no pasa eso y eso se ve reflejado en la selección. Lo que pasa es que en la selección hoy tenemos tres valores importantes en los que nos podemos apoyar, tres valores confiables como Rodríguez, Cueva y Paolo; Farfán, si estuviera, también, y después los demás son buenos y pueden aportar, pero no es suficiente para una selección, y no es suficiente para el trabajo del entrenador, que tiene cuatro días para entrenarlos. Es muy complejo.