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Fidel y el Che, firme amistad basada en principios y valores compartidos

Foto: Archivo de Granma
Foto: Archivo de Granma

Datum: 

14/06/2023

Quelle: 

Periódico Granma

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En la entrañable amistad que unió siempre al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y al comandante Ernesto (Che) Guevara de la Serna se cumple la afirmación del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, cuando dijo que «amigo es como ser de nuestro ser, como continuación de sí mismo».
 
Así lo demostraron ambos en el curso de sus vidas, desde esa lejana y fría noche de julio de 1955, en México, cuando fueron presentados por Raúl Castro. Tras varias horas de conversación, en la madrugada ya el Che era el médico de la expedición que viajaría en el yate Granma para liberar a Cuba de la tiranía batistiana.
 
Al momento de conocer a Ernesto Guevara, Fidel estaba a punto de cumplir 29 años, apenas dos años más que el médico argentino.
 
La empatía es el punto de partida de cualquier amistad, mucho más si esta se basa en principios y en valores compartidos, los cuales se manifiestan siempre, imperceptiblemente, al conversar sobre cualquier tema, unidos al respeto, al compañerismo, al desinterés, al altruismo y a la valentía personal.
 
Así ocurrió entre Fidel y el Che, como le llamaban desde el principio todos los expedicionarios, por su inconfundible acento argentino, y lo reconoció años más tarde Fidel cuando en sus conversaciones con el intelectual franco-español, Ignacio Ramonet, afirmó que «la coincidencia de ideas fue uno de los factores que más me ayudó a mi afinidad con el Che».
 
Desde entonces, el propio Guevara recordaba que, tras 57 días de prisión en México, con la amenaza perenne de extradición, «en ningún momento perdimos nuestra confianza personal en Fidel Castro».
 
Y agregó el mítico guerrillero argentino-cubano, en su artículo Una Revolución que comienza, que «Fidel tuvo algunos gestos que, casi podríamos decir, comprometían su actitud revolucionaria en pro de la amistad».
 
«Recuerdo, precisó, que le expuse específicamente mi caso, un extranjero, ilegal en México, con toda una serie de cargos encima. Le dije que no debía, de manera alguna, pararse por mí la Revolución, y que podía dejarme, que yo comprendía la situación y trataría de ir a pelear desde donde me mandaran, y que el único esfuerzo debía hacerse para que me enviaran a un país cercano y no a la Argentina. También recuerdo la respuesta tajante de Fidel: Yo no te abandono».
 
Así lo demostró Fidel muchas veces, como cuando retrasó el desembarco del Granma varias horas, hasta rescatar a un compañero que había caído al agua, y no autorizaba a continuar la travesía, pese al riesgo de ser detectados por la aviación de la tiranía.
 
Esos principios y valores compartidos con Fidel los expone el Che en su poema Canto a Fidel, a quien califica de «ardiente profeta de la aurora», y en el cual señaló, en uno de sus párrafos: «Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos / reforma agraria, justicia, pan, libertad / allí, a tu lado, con idénticos acentos, nos tendrás».
 
La preocupación de Fidel, conocedor de la audacia extrema del Che, se muestra también en la Sierra Maestra, la víspera del combate en Pino del Agua, cuando le manda un mensaje manuscrito al Che: «Te recomiendo, muy seriamente, que tengas cuidado. Por orden terminante, no asumas posición de combatiente».
 
Esa preocupación era compartida por el comandante Camilo Cienfuegos, otro entrañable amigo de ambos, quien así lo reflejó en su mensaje al Che, el 24 de abril de 1958, y que encabeza «Hermano del alma».
 
Le dice Camilo que, «cuando me dijeron que venías a hacernos el regalo de tu presencia» (en referencia a la invasión a Las Villas), no me agradó mucho. Tú has desempeñado papel principalísimo en esta contienda, si te necesitamos en esta etapa insurreccional, más te necesita Cuba cuando la guerra termine; por lo tanto, bien hace el Gigante (apodo de Camilo al líder de la Revolución) en cuidarte».
 
En sus conversaciones durante cien horas con Ignacio Ramonet, Fidel definió al comandante Guevara como «un ser humano extraordinario. Era, además, un hombre de elevada cultura, un hombre de gran inteligencia. Y con cualidades militares también. El Che fue un médico que se convirtió en soldado sin dejar de ser médico un solo minuto. Hubo muchos combates en los que estuvimos juntos. Yo reunía las tropas de los dos y hacíamos una operación, una emboscada».
 
Después del triunfo del 1ro. de enero de 1959, en comparecencia televisiva el 28 de septiembre de ese primer año, Fidel habló del Che y afirmó que «por donde se conoce bien a los hombres es en los detalles: en cada una de las veces dificilísimas, cuando no tenía que mandarlo a buscar nadie, cuando era el primero que se ofrecía, cuando hizo cosas de valor extraordinario. Porque fue un compañero que nunca persiguió un objetivo personal, porque siempre estuvo dispuesto a sacrificar su vida por esta causa, a morir desde el primer día de la guerra; ese compañero que tenía que ir con una medicina contra el asma».
 
Esa admiración era recíproca, pues como escribió luego el Che, «… si nosotros estamos hoy aquí y la Revolución Cubana está aquí, es sencillamente porque Fidel entró primero en el Moncada, bajó primero del Granma, porque estuvo primero en la Sierra, porque fue a Playa Girón en un tanque, porque cuando había una inundación fue allá y hubo hasta pelea porque no lo dejaban entrar, porque tiene, como nadie en Cuba, la cualidad de tener todas las autoridades morales posibles para pedir cualquier sacrificio en nombre de la Revolución».
 
Che estaba de ministro de Industrias cuando la Crisis de Octubre, en octubre de 1962. Se hizo cargo de la defensa de Pinar del Río y participaba de los análisis en La Habana, con Fidel, sobre la grave situación en la que Cuba estuvo al borde de un conflicto nuclear; impresión que reflejó el Guerrillero Heroico años más tarde, cuando afirmó que «sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días».
 
Pero el compromiso planteado por el Che, y aceptado por Fidel, en julio de 1955, de que cuando triunfara la Revolución en Cuba le permitieran ir a luchar para liberar otros países, en especial su natal Argentina, siempre estuvo presente.
 
«Cuando íbamos para el Congo con el Che, Fidel nos llama a Tuma (Carlos Coello, alzado con el Che desde los 16 años, y muerto en combate en Bolivia) y a mí y nos dice: ¡Ustedes me responden por la vida del Che, tienen que cuidarlo, me responden por su vida! No se separen de él ni un instante», relataba el general de Brigada Harry Villegas Tamayo (Pombo), quien lo acompañó en el Congo y en Bolivia, mientras en la fatídica Quebrada del Yuro cumplía la orden de Guevara de defender un estratégico flanco.
 
La autorizada voz del comandante Manuel Piñeiro Lozada confirmó, en sus testimonios, que «la elección del lugar, los combatientes, el diseño y la preparación de dicho plan, todo fue concebido por él (el Che).  
 
Lógicamente, Fidel ofreció todo el apoyo y la cooperación posible. Nuevamente planteó que el Che no fuera en la avanzada, sino cuando esta ya se hubiera instalado y creado un mínimo de condiciones: la logística, el armamento, las redes urbanas de apoyo y la incorporación de algunos cuadros latinoamericanos, en particular los bolivianos, así como que estos hubieran alcanzado conocimientos, adaptación al terreno, en fin, que la guerrilla hubiera superado la etapa de sobrevivencia. Pero el Che ya estaba deseoso de comenzar la lucha, sobre todo en un país como ese, vecino de aquel a donde deseaba llevar la batalla revolucionaria, Argentina».
 
Mucho podría escribirse de la amistad y fidelidad entre estos dos grandes hombres de la historia cubana y universal. Sus vidas hablan más que las palabras, y sus ideas perduran en el corazón de todas las personas progresistas de la humanidad, dispuestas a continuar su obra y convertir en realidad sus aspiraciones, en beneficio de los pueblos.