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Las misiones estratégicas del Frente Obrero del MR 26-7

Datum: 

05/2023

Quelle: 

Boletín Revolución

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Durante su permanencia en el denominado Presi dio Modelo para hombres de Isla de Pinos, Fidel Castro tuvo tiempo para reflexionar acerca de la necesidad de involucrar en el enfrentamiento a Batista a la clase obrera, como un elemento decisivo sin cuyo concurso resultaría más difícil alcanzar los objetivos de su proyecto revolucionario, dentro del que concibió la paralización del país mediante una huelga general en el momento oportuno.
 
Consciente de la desunión existente entre los obreros en esos momentos, fue para él una preocupación lograr la incorporación de los trabajadores, de forma organizada, a la lucha revolucionaria. Es por ello que en la propia reunión de constitución del Movimiento, designó a Luis Bonito Milán responsable nacional de atención al Frente Obrero, con la misión de organizar las células obreras a lo largo de la Isla. Bonito Milán dirigía la Sección Azucarera del Frente Obrero del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), y lideraba a los obreros azucareros de la provincia de Camagüey. Antes de su partida dejó establecida la política y las normas que regirían la relación con estos, entre otras, su captación y organización con vista al apoyo que debían prestarle a los expedicionarios después del desembarco y durante la lucha que pensaba emprender en las montañas orientales.
 
Para el cumplimiento de la misión Bonito Milán se dirigió inicialmente a Santiago de Cuba y más tarde a Guantánamo, provincia donde existían cinco centrales azucareros dirigidos por sindicalistas del partido ortodoxo. Allí creó la primera célula obrera del MR 26-7. Cuando regresó a La Habana, ya Fidel había partido para México, y perdió contacto con los restantes miembros del ejecutivo del 26. Ninguno de ellos era propiamente obrero ni dirigía sindi catos, con excepción de dos de los miembros del ejecutivo que eran empleados, el resto se hallaba desempleado.
 
El Frente Obrero del MR 26-7 tenía la importante tarea de ganar al proletariado para la línea insurreccional, organizar la huelga general, y sobre todo lograr la unidad de los obreros, profundamente desunidos por la labor realizada por la central sindical socialista liderada por Eusebio Mujal Barniol, que adoptó posiciones contrarias a la línea política que mantenía el movimiento obrero y su Central Sindical, y que lejos de defender los intereses del proletariado, respondía a la política establecida contra la clase obrera, primero, por los presidentes auténticos Ramón Grau San Martín, luego por Carlos Prío Socarrás y más tarde por el dictador Fulgencio Batista Zaldívar, al que después del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, Mujal Barniol se adhirió oportunistamente.
 
Se nombraron responsables obreros a nivel de provincias, municipios, sectores laborales y en numerosos centros de trabajo en el país. En cada una de las provincias se adoptó la estructura funcional dada al ejecutivo nacional con un coordinador al frente. Pero no todo resultó perfecto en este proceso de incorporar el movimiento obrero a los planes trazados por el MR 26-7. El trabajo realizado por los compañeros designados en este frente hasta el desembarco de los expedicionarios del yate Granma, resultó débil e insuficiente.
 
Otra dificultad no prevista durante el trabajo de organización fue que los obreros que se captaban para ese frente se pasaban rápidamente para el de Acción y Sabotaje (Frente Bélico del 26), ya que la mayoría estaba decidida a pelear con las armas en las manos, y consideraban menos heroico hacer huelgas, paros y otras formas de luchas propias de la clase obrera. Esa situación fue reconocida e informada por Frank País a Fidel Castro.

En el informe fechado el 7 de julio de 1957, unos días antes de su asesinato, Frank País le recordaba:
 
Cuando hablamos la última vez en México, (24 de octubre de 1956. En el hotel Chulavista en Cuernavaca) (1) te dije que no creía en la organización existente en Cuba, el trabajo obrero realizado para la huelga general, ni en la efi¬cacia de los cuadros de acción pues estaban indefensos impreparados y sin acoplar. Los hechos del 30 (de noviembre 1956) en que palpamos la realidad de las circunstancias temidas, dejaron muy maltrechas nuestra organización, desorientados y casi fuera de combate (…) Siempre se ha hablado de la huelga general, pero con los aprestos guerreros se descuidaba una y otra vez este aspecto o se trabajaba en él sin fe y de una forma inefectiva. Era necesario inyectar este sector, darle el impulso que necesitaba y comenzó por Oriente. (2)
 
Este análisis realizado por Frank aporta elementos para comprender la desarticulación del trabajo obrero en el país con vistas a la preparación para la huelga general, como apoyo a los expedicionarios del Granma, después del arribo a tierras cubanas.
 
Con excepción de la provincia oriental, en la que bajo su dirección personal fue donde mejor se organizó el movimiento obrero, y se produjo la huelga general el 30 de noviembre en Santiago de Cuba y Guantánamo con el alzamiento de los obreros en Ermita, bajo la dirección de Enrique Soto y Julio Camacho Aguilera, líderes del sindicato ferroviario de esta provincia y dirigentes del MR 26-7. Además, se realizaron algunos movimientos huelguísticos en otros centrales azucareros de la provincia.
 
Después del arribo de Fidel a tierras cubanas, era obvia la necesidad de reorganizar sobre la base de la experiencia ya lograda en la lucha clandestina, las secciones obreras constituidas hasta ese momento en el país. Inicialmente este proceso abarcó la provincia de Oriente y después siguió por otras provincias. Frank País envió cuadros a Camagüey, Las Villas y La Habana para desarrollar el trabajo que se había hecho en la provincia oriental y comenzó a organizar el Frente Obrero Nacional (FON), según las orientaciones recibidas de Fidel. El FON debía ser el organizador de la huelga general en todo el país, en su debido momento. Es por ello que en el mismo informe del 7 de julio de 1957, ya citado, lleno de optimismo, le informó a Fidel:
 
Ahora la situación ha cambiado, se ha visto que la huelga general es posible, que es necesaria, que es tan importante trabajar en esto como en acción, y se ha hecho. Existe en este momento una Dirección Provincial Obrera, con sus direcciones municipales funcionando a todo pulmón y con bastante independencia económica y propagandística.
 
Era necesario que el mismo trabajo se realizara en toda la Isla y se constituyó una Dirección Nacional Obrera (DNO) que daría la pauta y mar caría el día de la huelga general. Para ello se comenzó con un ejecutivo gestor que en este caso es el de Oriente, que ya ha organizado en la misma forma de aquí a Camagüey y Santa Clara (…) De acuerdo con nuestros planes en un mes deben estar creadas y unidas nacionalmente todas nuestras organizaciones obreras. Ese es el momento de hacer efectiva la Dirección Nacional Obrera. El ejecutivo gestor pasaría a serlo en dirigencia y su coordinador, miembro de la Dirección Nacional del Movimiento. En esto se trabaja en una forma intensísima calorizada y apoyada por la dirección del Movimiento. En tres meses tienen que llegar nuestros cuadros al máximo de capacidad. El programa obrero, sus consignas y su propaganda estarán en condiciones de unirse en la conjunción planeada.
 
Y continuó señalando:
 
Quiero aclararte, pues lo olvidé, que en todas las Direcciones Obreras hay secciones de sabotaje para apoyar en ese momento la acción nacional que se va a desarrollar. Dada la importancia y lo crucial de las mismas estas secciones son de militantes del 26 (…) Nuestra fuerza consiste en nuestra beligerancia activa y en nuestros cuadros obreros y de resistencia. (3)
 
Por orientación de Fidel, Frank tomó en cuenta la posibilidad de sumar otros grupos sociales que podían y debían captarse para el éxito de los planes formulados por el líder MR 26-7 y se dio a la tarea de sentar las bases de la organización del Movimiento de Resistencia Cívica (MRC) al que se incorporaron personalidades y miembros de clase media, pequeños industriales, comerciantes, profesionales, en fin la pequeña y mediana burguesía liberal que prestó un importante apoyo al Movimiento 26 de Julio, y ya a finales del año 1958 estaban plenamente identificados con éste.
 
En todas las provincias el MR 26-7 nombró responsables del trabajo sindical. En Oriente, por ejemplo, esta actividad, que inicialmente se limitó a Santiago de Cuba, se fue extendiendo durante 1957 a otras zonas de la antigua provincia oriental: en Guantánamo había dirigentes obreros de la talla de Julio Camacho Aguilera, en Nicaro Rafael Orejón Forment, asesinado más tarde vilmente durante las Pascuas Sangrientas, y René Ramos Latour, también se nombraron responsables del trabajo con los obreros en Bayamo, Manzanillo, Tunas, Palma Soria no, El Cristo y las minas de Charco Redondo, uno de sus dirigentes aquí fue el combativo obrero minero Ramón Paz Borroto. (4)
 
El 31 de julio de 1957durante el traslado de los féretros de Frank País y Raúl Pujol hasta el cemente rio de Santa I¬genia, surgió espontáneamente entre la masa que los acompañaba una consigna que rápidamente se extendió por toda la ciudad: «¡huelga, huelga, huelga!» Los comercios cerraban al paso del féretro. Al día siguiente esta situación se mantenía.  
El paro se extendió por toda la capital oriental y luego se hizo extensivo a otras ciudades y pueblos de esta provincia.
 
Si bien es cierto que inicialmente se produjo un movimiento espontáneo de huelga, la Organización Obrera del MR 26-7 de la provincia de Oriente aprovechando el clima que se creó convocó o¬ficialmente para el 5 de agosto a la huelga general revolucionaria. Dirigentes del frente obrero del Movimiento Revolucionario se trasladaron a otras provincias a ¬n de buscar apoyo para la huelga general. Se acordaron planes con los dirigentes provinciales de Camagüey y Las Villas y se realizaron operaciones en esas provincias, pero la detención de los principales dirigentes obreros y otras medidas tomadas por el gobierno de Batista impidió la acción, no obstante, se produjeron paros esporádicos en Santa Clara, Remedios, y Sagua la Grande.
 
Contra los obreros que decidieron sumarse a la huelga, el gobierno ilegítimo de Fulgencio Batista, inmediatamente tomó medidas restrictivas. El 5 de agosto de ese año el Ministerio del Trabajo dictó la Resolución 151, en la que establecía un término de seis horas para la reincorporación de los trabajadores, los que no lo hicieran quedarían inmediatamente sin trabajo. En nuestro país, donde el medio fundamental para lograr la subsistencia era el trabajo, esto afectó la masividad. Naturalmente, el secretario general de la comprometida Confederación Nacional de Trabajadores de Cuba, Eusebio Mujal Barniol, cerró ¬las al lado del dictador. Pronto declaró su desacuerdo con la huelga y orientó a los sindi catos no acatar la misma y mantener la lucha por las demandas económicas y por el mejoramiento de las relaciones entre obreros y patronos. Pretendía así mantener a los trabajadores al margen de la lucha revolucionaria en una posición completa mente apolítica.
 
Realmente, en fecha tan temprana no toda la clase obrera estaba preparada ni tenía el nivel de conciencia necesaria para llevar a cabo esa importante misión, ni las condiciones estaban maduras para lograr el éxito esperado.
 
¿Cómo reaccionó la capital? En La Habana el MR 26-7 convocó para el 1.º de agosto de 1957 una reunión con los representantes de varias organizaciones opuestas a Batista: la Sección Obrera de la organización Auténtica, el Directorio Revolucionario, la Juventud Obrera Católica, la Resistencia Cívica. Se plantearon dos variantes: efectuar la huelga inmediatamente o esperar unos días. Al final se logró consenso sobre la segunda propuesta y se fijó la fecha del 5 de agosto. Pero finalmente no se crearon las condiciones para respaldar al movimiento iniciado en Santiago de Cuba. La dirección en La Habana respondió débilmente al llamado realizado desde la provincia oriental, y no lograron ponerse de acuerdo para ir a la huelga como solicitaron los cuadros orientales. Se perdía la oportunidad de resquebrajar la posición de la dictadura.
 
El 29 de enero de 1958 al restructurarse la Dirección Nacional del Movimiento Revolucionario 26-7, fue designado David Salvador Manso, Mario, responsable del Frente Obrero, en sustitución de Antonio Torres Chedebeau, Ángel, que a su vez había sustituido a Bonito Milián. Más tarde Torres Chedebeau se incorporó al I Frente y luego definitivamente al II Frente con el comandante Raúl Castro Ruz, en el permaneció hasta el triunfo del Primero de Enero.
 
¿Cómo se reflejaron estos cambios en el Frente Obrero del MR-26-7?
 
Al Frente Obrero se le asignaron numerosas e importantes misiones entre estas: La revisión de la organización de cada provincia en aquellos sectores considerados vitales para organizar y llevar a vías de hecho la huelga entre ellos: los sectores eléctrico, transporte, telefónico, banca rio y comercio.
 
—La normalización de los cuadros provinciales de propaganda obrera, con el objetivo de garantizar la publicación semanal de Vanguardia Obrera en cada una de estas.
 
—Elaboración de un Programa Obrero de Consignas y Demandas, que propiciara dar un sentido proletario y social a la Revolución. Y el más importante de todos: la integración del Frente Obrero Nacional (FON) con todos los obreros y dirigentes sindicales que mantuvieran una postura radical de oposición a las camarillas mujalistas y aceptaran la huelga general como método de lucha eficaz y correcta. Ello exigía la constitución de un Ejecutivo  Nacional del Frente Obrero y la publicación del Programa Obrero de Consignas y Demandas, que sería la plataforma que asumiría el FON como bandera de lucha. Se aprobó la elaboración del reglamento del Frente Obrero y la preparación del Programa Obrero.
 
—Por último y no menos importante: constituir las secciones provinciales y municipales obreras, y los comités del Frente Obrero Nacional (FON) en los centros de trabajo y sectores de la industria donde no se hubieran creado. Que constituyó una de las más importantes tareas que debían asumir para la búsqueda de la unidad, el control y organización del movimiento obrero. Y como tarea fundamental la organización y preparación de los obreros para desencadenar la huelga general revolucionaria en el momento que se considerase oportuno realizarla. Estas fueron las misiones estratégicas asignadas a esa organización.
 
El 2 de enero de 1959, ante la traición del general Cantillo, Fidel convocaba: ¡Todos los centros de trabajo y estudiantiles a la huelga general! (5)
 
Con el triunfo de la Revolución Cubana todas las demandas del pueblo trabajador encontraron su materialización, se eliminaron para siempre aquellas injustas condiciones, otorgándoles a los obreros y campesinos el lugar que realmente les correspondía en la sociedad. Desde entonces y para siempre la clase obrera cubana forjó su unidad prestándole su concurso irrenunciable a todas las tareas que la Revolución le planteó, incluyendo la defensa armada de la misma, formando las en las milicias obreras y en las Fuerzas Armadas Revolucionarias.  
 
Fueron obreros la mayoría de los combatientes de Girón, los que cumplieron misiones internacionalistas en otras tierras, los que en tiempos de paz prestaron su concurso en la construcción de obras sociales en numerosos países, son obreros de batas blancas los numerosos médicos, enfermeras y trabajadores de la salud, que ofrecen su apoyo para garantizar la salud de miles de seres humanos en el mundo entero.  
 
El camino fue duro y difícil pero solo la unidad por la que tanto luchó nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro nos dio la victoria. Por eso la unidad es y será siempre lo más importante que debemos preservar y la convicción de que el pueblo trabajador es el demiurgo de los bienes materiales y espirituales en nuestra sociedad socialista. Son los obreros la principal fuerza económica y política que constituyen la base social más firme y la garantía de la continuidad histórica del proceso revolucionario.
 
Notas:
1.  Nota de la autora.
2. En Oficina de Asuntos Históricos
3. Ídem.  
4. Dirigente sindical minero. Cuando se estructuró el Movimiento 26 de Julio en 1955 en esa provincia, se incorporó en el pueblo de Santa Rita a la célula creada por Lester Rodríguez y María Antonia Figueroa. Más tarde, fue designado responsable de la célula del MR 26-7 de Charco Redondo, donde realizaría labores de proselitismo aún de captar nuevos miembros para el Movimiento entre los obreros mineros, y aportaría dinamita y otros medios para realizar sabotajes. Llegó a ser uno de los más valientes y leales capitanes de la Columna 1, murió combatiendo en Boca de Providencia el 28 de julio de 1958.
5. Alocución el 2 de enero de 1959 desde la ciudad de Palma Soriano. Fondo Fidel Castro Ruz, Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República.