Interviews

El principal problema de Cuba es la hostilidad de Estados Unidos: Entrevista con PBS

Autor: 

William Moyers.-  Señor Presidente, ¿cuál considera usted que es el problema más candente entre Estados Unidos y Cuba?

Fidel Castro.-  Desde mi punto de vista, el problema principal es la hostilidad de Estados Unidos hacia nuestro país.  Esa hostilidad se manifestó desde el primer momento.  Se suprimió la cuota azucarera, se estableció el bloqueo económico, se inició una campaña de organización de actividades subversivas, de sabotajes, de grupos armados en todo el país que fueron suministrados por Estados Unidos; se organizó la invasión de Playa Girón.  Después de Playa Girón se llevó a cabo un plan de ataques piratas contra nuestro país desde la Florida y desde Centroamérica.  Se organizó el terrorismo, se llevaron a cabo sobre todo decenas de planes de asesinatos de los dirigentes de la Revolución Cubana, se llegó incluso a realizar prácticas de guerra bacteriológica contra nuestro país.  Se mantiene una base naval en nuestro territorio contra nuestra voluntad.

¿Por qué ocurren todas esas cosas?  ¿Cómo es posible?  Sencillamente porque Estados Unidos es un país poderoso, y nosotros somos un país pequeño.  Nosotros no podemos bloquear económicamente a Estados Unidos, nosotros no podemos organizar la subversión dentro de Estados Unidos, nosotros no podemos organizar invasiones de mercenarios contra Estados Unidos, nosotros no podemos promover el terrorismo en Estados Unidos, nosotros no podemos pensar en organizar planes de atentado contra los dirigentes de Estados Unidos, nosotros no podemos organizar guerras bacteriológicas contra Estados Unidos, nosotros no podemos tener una base militar en Estados Unidos.

Muchas de estas cuestiones no solo por razones objetivas, sino también por puntos de vista morales.  Nosotros no podemos pensar, por ejemplo, en organizar planes de asesinato de dirigentes de Estados Unidos.  Sin embargo, Estados Unidos durante más de 10 años organizó estos planes contra nuestro país.

Entonces, a nuestro juicio, la cuestión fundamental es esta hostilidad que Estados Unidos como país poderoso realiza contra Cuba.

WilliamMoyers.-  ¿Cuál cree usted que es la razón que ha provocado todo esto?

Fidel Castro.-  Yo creo que las razones son muchas.

Pienso que la Revolución Cubana surge en pleno auge de la guerra fría, en que la mentalidad de la opinión pública norteamericana estaba condicionada contra los cambios sociales, y eso facilitó alinear, digamos, esa opinión pública contra la Revolución Cubana, de modo que facilitaron los planes contra nuestro país.  Pienso también en una mentalidad imperialista.  Tengo que ser franco.  La idea de que Cuba era una especie de posesión norteamericana; una alergia a los cambios sociales, una gran preocupación por los intereses de determinados monopolios.  En dos palabras, pienso que existía en el gobierno de Estados Unidos una mentalidad colonialista con relación a Cuba, y no querían aceptar de ninguna forma los cambios políticos y los cambios sociales en Cuba.

Cuba no es el único caso.  En general, muchos países de América Latina tuvieron que padecer estas intervenciones y agresiones de Estados Unidos.  Antes de la Revolución Cubana ocurrió la intervención en Guatemala y el derrocamiento del gobierno de Guatemala porque había realizado algunas leyes como la reforma agraria y otros cambios sociales.

Antes de esto muchos países conocieron la intervención de Estados Unidos: Santo Domingo, Haití, Nicaragua.  Prácticamente todos los pueblos de América Latina, de una forma o de otra, conocieron esa intervención.  Panamá también es un ejemplo.  Cuando los países de América Latina se liberaron del dominio español, cayeron bajo el dominio inglés, y posteriormente cayeron bajo el dominio de Estados Unidos.

Y pienso que en la mentalidad de los políticos norteamericanos no se resignaban a aceptar la idea de la independencia de Cuba.

William Moyers.-  ¿Ha pensado usted que la primera sociedad comunista en este hemisferio podría poner nervioso a Estados Unidos?

Fidel Castro.-  Pero pienso que mucho más nerviosos podíamos sentirnos nosotros de pensar que tenemos como vecinos a un país capitalista tan poderoso como Estados Unidos.  Y si nosotros nos podemos resignar a eso, ¿por qué no se puede resignar Estados Unidos a que exista un pequeño país vecino con un sistema socialista?

William Moyers.-  Che Guevara hablaba acerca de la exportación de la revolución.

Fidel Castro.
-  Che Guevara hablaba de exportar azúcar, tabaco y  todo eso, pero no hablaba de exportar la revolución.  Es que las revoluciones no se pueden exportar.  El hablaba, y todos hemos hablado y hablamos en términos generales, de la simpatía y de la solidaridad con los movimientos revolucionarios.

Ahora, en realidad, si se habla de la exportación de la revolución, hay que hablar primero de la exportación de la contrarrevolución.  En realidad, nosotros hemos sentido simpatía y experimentamos simpatía hacia todos los revolucionarios, pero Estados Unidos sí se ha dedicado a exportar la contrarrevolución.  Ha exportado la contrarrevolución a Guatemala, la exportó a Cuba, la exportó a Chile, la exportó a Brasil, la exportó a Santo Domingo, y la ha exportado a muchas partes del mundo.

Yo creo que en realidad la revolución no puede exportarse, porque la revolución es una idea, responde a leyes históricas, responde a situaciones sociales, y ninguna de esas situaciones se pueden crear artificialmente.  En todo caso, se divulgan y se extienden las ideas revolucionarias, pero realmente no se puede hablar de exportación de revolución.

William Moyers.-  Señor Presidente, ¿cómo usted se sintió cuando supo por primera vez que la CIA estaba tratando de derrocarlo?

Fidel Castro.-  Hace tanto tiempo de eso que casi no me acuerdo, pero a mí me parece algo así como que ha sido una verdad evidente desde el principio de la Revolución.  Y para los norteamericanos los informes acerca de los planes de asesinato eran aparentemente algo nuevo; para nosotros era algo muy conocido.  Por eso para nosotros no constituyó ninguna sorpresa las informaciones del Senado de Estados Unidos.  Porque eso lo sabíamos nosotros desde el principio.  Hemos tenido que enfrentarnos a decenas y decenas de planes directos o indirectos de asesinato por parte de la CIA.  Y en cierto sentido nos habíamos acostumbrado a eso.  Lo denunciamos incontables veces, pero aparentemente para el pueblo de Estados Unidos esa era una noticia nueva.

William Rogers.-  ¿Ha leído usted este informe, el informe del Senado acerca de los complots de asesinatos...?

Fidel Castro.-  Bueno, el que yo vi no estaba editado en este tomo.  Era como de este tamaño.  Veo que este tiene 335 páginas.  La mayor parte lo he leído, en especial las cuestiones que están relacionadas con Cuba, y puedo decir que aquí realmente hay nada más que una parte de los planes que se organizaron directamente por la CIA para asesinar a dirigentes de la Revolución Cubana.

William Moyers.-  Después de la Crisis de Octubre, ¿creyó usted que cesarían los esfuerzos por asesinarlo a usted?

Fidel Castro.-  Realmente no lo creo.  Yo creo que esos planes se prolongaron durante más de 10 años.  Esos planes comenzaron —a mi juicio— alrededor de 1960, y aun en 1971, cuando yo visité a Chile y de regreso hice escala en Perú y en Ecuador, en todos esos países se organizó una verdadera cacería humana por parte de elementos que estaban ayudados por la CIA.

William Moyers.-  ¿Tiene usted evidencia de ello?

Fidel Castro.-  Tengo la seguridad, que es algo más que evidencia, puesto que después hemos conocido de una forma o de otra todos los planes que se organizaron, y algunos de los elementos que participaron en eso lo divulgaron y lo publicaron.  Incluso llevaron unas cámaras de televisión con armas automáticas dentro de las cámaras; estuvieron delante de mí como estamos ahora, pero como ha ocurrido muchas veces, por alguna razón o por otra, no se decidieron a actuar.  Llevaron armas, las trasladaron desde Bolivia a Chile, por parte de gente que estaba conectada con la Embajada norteamericana en Bolivia.  Y luego también, cuando supieron que yo me trasladaba a Perú, en una escala, trataron de organizar el atentado en Perú.  En Ecuador hicieron exactamente lo mismo, una verdadera cacería, organizada no solo por elementos entrenados por la CIA, sino que trataban con la CIA y el amparo de una mentalidad, de una atmósfera que la CIA ha creado alrededor de Cuba, en virtud de lo cual se considera un derecho el asesinato de los dirigentes de la Revolución Cubana y una cosa normal y natural.

William Rogers.-  ¿Todavía continúan?

Fidel Castro.-  No puedo asegurarlo, pero tampoco tendría razones para confiar.

William Moyers.-  ¿Para creer que es así?  Es decir, ¿no tiene razones para creer que sea lo contrario?

Fidel Castro.-  Es que no tengo razones para confiar en que ha habido una rectificación.  Sé que ha habido denuncias sobre todo eso, sé que la propia opinión pública norteamericana se ha golpeado con relación a todos esos problemas, que hay una condenación universal frente a esos métodos.  Pero si usted me pregunta si tengo evidencias de que la CIA ha renunciado a esos procedimientos, yo no tengo ninguna evidencia de ello.

William Moyers.-  ¿Qué puede decir usted de los exiliados que viven en Miami?

Fidel Castro.-  Pienso que una gran parte de ellos se ha asimilado a la sociedad americana, han creado intereses ya dentro de Estados Unidos.  Empiezan a pensar más como norteamericanos que como cubanos.

Y pienso que una minoría, muy pequeña, sobre todo de aquellos elementos que fueron entrenados en los actos de piratería, de sabotaje y de terrorismo, mantienen una actitud de violencia y agresión contra la Revolución Cubana, pero no por razones de principio, sino por razones puramente profesionales.  Aprendieron a vivir de la profesión de terroristas y no se resignan a vivir de un trabajo decente; aspiran a seguir viviendo toda la vida de la violencia y del terrorismo.

Pero sobre esto quiero decirle que el peligro potencial que entrañan esos elementos, a la Revolución Cubana no le preocupa.  Yo pienso que constituyen un peligro mayor para el propio Estados Unidos que para nosotros.

William Rogers.-  ¿En qué sentido?

Fidel Castro.-  En el sentido de que entre ellos aplican métodos terroristas dentro de Estados Unidos.  Emplean los explosivos contra organizaciones progresistas.  Entre ellos mismos, en sus propias luchas internas, emplean el terror, o cometen asesinatos como el de Letelier, en el que evidentemente actuaron al servicio del gobierno de Pinochet.

Pero, ¿quiere un ejemplo?  Watergate es un ejemplo.  Esos mismos elementos entrenados para las acciones de terror y de sabotaje contra Cuba fueron los que se utilizaron para espiar las oficinas del Partido Demócrata en Watergate y se han empleado contra los propios ciudadanos norteamericanos.
De modo que, a mi juicio, constituye un peligro igual o mayor para Estados Unidos que para nosotros.

William Moyers.-  ¿Qué considera usted que debe hacer el gobierno norteamericano para evitar todo esto?

Fidel Castro.-  ¿Para evitar el terrorismo?

William Moyers.-  Específicamente el terrorismo contra Cuba.

Fidel Castro.-  Yo creo que simplemente debe adoptar una actitud de aplicación de la ley. Si quieren, empezamos por aquí.

William Moyers.-  Ya me he pasado de los 10 minutos.

Fidel Castro.-  No importa, pueden poner otro rollo y podemos hablar unos minutos más.

William Moyers.-  ¿Qué quisiera usted que hiciera el gobierno norteamericano acerca del terror contra Cuba?

Fidel Castro.-  Bueno, estos elementos han realizado sus actividades principalmente desde la Florida, desde Estados Unidos.  Por ejemplo, los ataques a los pescadores, los asesinatos a los pescadores se han hecho partiendo desde la Florida.  Algunos planes de asesinato de diplomáticos cubanos se han hecho por gente que vive en Estados Unidos con pasaporte norteamericano.

Yo pienso que bastaría con que Estados Unidos se decidiera a aplicar la ley contra todas esas violaciones de la ley del propio Estados Unidos y eliminar la tolerancia, y los terroristas no tendrían ninguna posibilidad de actuar.  Pero, le repito, los terroristas no nos preocupan a nosotros.  Se lo digo sinceramente.  Siempre encontraremos los medios de defendernos de los terroristas.

William Moyers.-  En el mes de septiembre, en Miami, los veteranos de Bahía de Cochinos organizaron una reunión para desatar una guerra terrorista contra vuestro país, ¿sabía usted acerca de esa reunión?

Fidel Castro.-  No.

William Moyers.-  Que el Alcalde de Miami estaba allí, que el representante Claude Pepper estaba allí.

Fidel Castro.-  Bueno, eso sí.  He visto algunos periódicos que hemos estado analizando después del sabotaje contra el avión de Cubana, en Barbados, y vimos que algunos de los periódicos que se editan en Miami informaban sobre reuniones, la participación de algunas autoridades norteamericanas, incluso algunas reuniones con la participación de Somoza y algunas declaraciones de este tipo.  Pero, bueno, muchas veces esos grupos se han pasado la vida haciendo declaraciones verbales de guerra.

Los elementos que se dedican al terrorismo son una minoría, unos pocos cientos de elementos extremistas, como le decía, no por razones ideológicas o porque sean fanáticos, sino que son simplemente profesionales del terror, viven de eso, y necesitan realizar algunos de esos tipos de acciones para recaudar fondos.

William Moyers.-  Un mes después de esa reunión, a un avión de Cuba, en Jamaica, se le pusieron bombas y 73 personas resultaron muertas.  Las mismas organizaciones que participaron en esa reunión se acreditaron el hecho.  Usted dijo que la CIA fue responsable de ello, ¿tiene usted alguna evidencia de eso?

Fidel Castro.-  Mire, si usted me dice si tenemos pruebas documentales de eso, yo le diría que no.  Pero nosotros tenemos la absoluta convicción de que la CIA está detrás de eso.  Esta campaña terrorista contra las representaciones diplomáticas cubanas y contra los aviones cubanos, se desató inmediatamente después de las declaraciones de Ford en Miami y de las amenazas del gobierno de Estados Unidos contra Cuba, después de la guerra de Angola.

Evidentemente, de una forma sincronizada, después de esas declaraciones violentas y esas amenazas, comenzaron a producirse todos estos hechos con absoluta impunidad.  Los elementos terroristas se movían por toda el área del Caribe, Centroamérica, con pasaporte chileno, con pasaporte nicaragüense, usando las técnicas más refinadas, los explosivos más potentes, utilizando extranjeros, como los venezolanos que fueron utilizados para realizar este atentado, y actuando con absoluta impunidad como únicamente pueden actuar estos elementos cuando tienen recursos y cuando tienen un apoyo poderoso.

Además, en la agenda de los que participaron directamente en el hecho, constaba la dirección y los teléfonos de funcionarios de la embajada norteamericana en Venezuela.  E incluso se sabe que se produjeron llamadas telefónicas, después del hecho, a determinados funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Venezuela, que después explicaron que las relaciones con el autor de esos hechos eran simplemente relaciones periodísticas, que este hombre estaba haciendo un trabajo publicitario, y que esas eran las relaciones que tenía con la embajada americana.

Además, llevamos 18 años sufriendo agresiones, y detrás de todas esas agresiones ha estado la CIA:  cuando la subversión en Cuba, que lanzaron miles de armas en aviones o las desembarcaron por mar, la CIA negaba los hechos; cuando la invasión de Girón, la CIA negaba los hechos; los aviones que nos bombardearon procedentes de Nicaragua, decían que eran aviones cubanos; cuando nosotros denunciábamos que se preparaban atentados contra los dirigentes de la revolución, la CIA lo negaba; cuando nosotros denunciábamos que se preparaban planes de guerra bacteriológica contra Cuba, la CIA lo negaba.  No ha ocurrido absolutamente nada en estos años que la CIA no lo haya negado; y, sin embargo, la historia se ha encargado de demostrarlo después.  Algún día se sabrá también en todos sus detalles la participación de la CIA en estos actos de terrorismo.

William Moyers.-  Algunos de los exiliados en Miami dijeron, por ejemplo, que agentes cubanos, desde La Habana, habían sido los responsables del asesinato de Juan Perullero.

Fidel Castro.-  Mire, en realidad lo que ocurre en Miami es una guerra intestina.  He leído cables de que hay individuos que han puesto decenas de bombas.  A veces en algunos... Por ejemplo, en la universidad donde habló Angela Davis ahora pusieron una bomba, y entonces entre ellos se ha desatado una guerra intestina que ha producido una serie de hechos de sangre.  A mí me parece que los norteamericanos tienen medios para investigar cómo ocurren esos hechos y descubrir a los culpables.

William Moyers.-  ¿Desearía usted ver que eso sucediera?

Fidel Castro.-  Por supuesto que sí.

William Rogers.-  Muchos de esos exiliados son viejos camaradas, como Rolando Martínez, que era conocido por “Musculito”.  El estaba en la Universidad de La Habana.  Al principio él estaba a favor de la Revolución.

Fidel Castro.-  ¿Rolando Martínez?

William Moyers.-  Rolando Martínez, ¿usted lo conoce?

Fidel Castro.-  Por Rolando Martínez no recuerdo ningún destacado participante en la Revolución.

William Moyers.-  ¿Qué tipo de hombres son estos hombres?

Fidel Castro.-  ¿Los elementos que estuvieron con nosotros y se marcharon?

William Moyers.-  Sí.

Fidel Castro.-  Yo le voy a decir una cosa.  Hay un poco de leyenda sobre todo eso.
Recuerdo perfectamente todos los compañeros que participamos en el Moncada, en el “Granma”, en la lucha de la Sierra Maestra.

¿Cuáles fueron los compañeros que tuvieron más destacada participación en aquellos hechos?  Compañeros como Raúl, Almeida, todos esos compañeros están en el Buró Político del Partido.

Si usted analiza objetivamente todos los hombres que tuvieron una participación fundamental en la Revolución, todos esos hombres o murieron en la lucha o están aquí en Cuba realizando la Revolución.

Una minoría insignificante de los que tuvieron una participación en pequeña escala en la lucha, fueron los que después se marcharon.  Hay algunos individuos que estuvieron dos meses en la guerra, un mes en la guerra, y después dijeron que eran veteranos de la Sierra Maestra.

Pero si se hace la historia de todos los compañeros que participaron en las etapas fundamentales de la lucha, todos se mantuvieron leales a la Revolución.  Si analizan todos los que combatieron en la Sierra Maestra, de cada 100, 95 están aquí integrados en la Revolución.  Hay solo unos pocos de los que participaron en la Sierra Maestra o en la lucha clandestina que desertaron.  ¿Y después se unieron a quiénes?  A los batistianos, a los que asesinaron a nuestros compañeros, a los que cometieron miles de crímenes; es decir, renunciaron a la bandera de la Revolución.

¿Qué pienso sobre ellos?  Pues, no pienso nada particular.  Pienso que esto es propio de los procesos sociales, en que no siempre todos piensan de una misma forma.

¿Pero cómo habría podido mantenerse la Revolución, si el 95% de los revolucionarios no la hubieran apoyado, y si todo el pueblo no la hubiera apoyado?

Lógicamente, tiene que haber algunas excepciones.  Y yo veo estos casos como una cosa lógica, natural, histórica.  Todo el mundo tuvo traidores; incluso ustedes los norteamericanos en la lucha por la independencia tuvieron traidores, algunos pocos traidores.  Nosotros también hemos tenido traidores, pero yo creo que no tiene ninguna importancia en esencial.

William Moyers.-  ¿Qué relación cree usted que existía entre la Crisis de Octubre y Girón?

Fidel Castro.-  Hay una relación bastante directa.  Después de la invasión de Bahía de Cochinos, el gobierno de Estados Unidos estaba muy resentido.  Y después de ensayar el bloqueo económico, la subversión y el tipo de guerra como la de Bahía de Cochinos, solo le quedaba una alternativa:  la invasión directa de Cuba.  Y ese peligro, a nuestro juicio, existía de una manera real, y eso estaba detrás de la decisión de establecer los proyectiles estratégicos en Cuba.  Es decir, desde el momento en que nosotros pudiéramos contar con ese tipo de armas en nuestro país, estábamos protegidos contra una invasión directa de Estados Unidos.  Correríamos los riesgos de cualquier conflagración nuclear que corre el mundo en general, pero evitábamos los riesgos de un ataque directo de Estados Unidos.

Y yo quiero decirle una cosa, que nuestro país ha estado expuesto a grandes peligros.  Si los planes de la Bahía de Cochinos hubieran tenido éxito, eso nos habría costado, por lo menos, un millón de vidas.  Una invasión directa de Estados Unidos a Cuba habría costado la vida de millones de ciudadanos cubanos, y se habría convertido en un verdadero genocidio.  Y nosotros tratábamos de evitar eso.  Esa es la relación entre el ataque de Girón y la Crisis de Octubre.

Después de la Crisis de Octubre surgió el compromiso de que Estados Unidos no realizaría una invasión directa de Cuba.  Si esa fue la concesión que hizo Estados Unidos, en el fondo admitía que la agresión directa estaba entre sus posibles planes.  Después de la Crisis de Octubre se logró un período, no de paz, pero sí de garantía contra un ataque directo por parte de Estados Unidos.  Pero esa es la relación indiscutible que hay entre el ataque a Girón y la Crisis de Octubre.

William Moyers.-  Sin embargo, después de Girón comenzaron todos estos intentos contra su vida.

Fidel Castro.-  Bueno, desde antes de Girón.  Los planes de atentados contra mí empezaron desde antes de Girón, y se prolongaron después de Girón, a mi juicio, no menos de 10 años.  Yo pienso que hasta 1972.  Que hay que distinguir entre los planes directos y los planes indirectos.

Además, después de la crisis de Girón siguieron los planes de atentado; continuaron después de la Crisis de Octubre.  Y, además, después de la Crisis de Octubre se organizó un plan de ataque a nuestras costas de barcos piratas manejados directamente por la CIA, que tenían sus bases en la Florida y en Centroamérica.  Durante años estuvimos padeciendo ese tipo de ataques a almacenes de azúcar, refinerías de petróleo, instalaciones costeras.  Y esos planes se desarrollaron después de la Crisis de Octubre.  Creo que finalizaron alrededor del año 1965, 1966, los ataques sistemáticos.  Después se mantuvieron algunos ataques esporádicos por elementos terroristas más o menos vinculados con la CIA; pero ya no estaban manejados directamente por la CIA.

William Moyers.-  ¿Qué tipo de carga ha sido la que ha significado esto para el pueblo cubano?

Fidel Castro.-  Bueno, esto nos ha obligado, en primer lugar, a hacer enormes gastos en la defensa del país.  Se dice que Cuba posee institutos armados entre los más poderosos de América Latina.  Pero nosotros no tuvimos otra alternativa que desarrollar esos institutos armados y desarrollar esa fuerza.  Eso ha sido costoso para el país.

El bloqueo económico también ha sido una carga pesada.  Cuando se calcule todo eso, podemos evaluarlo en miles de millones de dólares.  Así que esos son los dos aspectos:  los gastos de la defensa del país y la consecuencia económica del bloqueo, aparte de los cubanos que han tenido que sacrificar su vida en defensa del país.

Pero a pesar de todo, los sacrificios han sido menores, porque hemos tenido éxito en esta lucha.  Si la cabeza de playa en Girón se llega a consolidar y se establece un gobierno provisional que solicita el apoyo de la OEA y de Estados Unidos, ¿cuántos cientos de miles de vida le habría costado al país?  ¿Cuántas vidas le habría costado al país una agresión directa de Estados Unidos?  Y al fin y al cabo hemos evitado esos hechos.  Por eso hemos reducido las pérdidas al mínimo, desde el punto de vista humano.

William Moyers.-  ¿Considera usted que después de todo esto puedan normalizarse las relaciones entre nuestros dos países?

Fidel Castro.-  Yo creo que sí, que es posible que se normalicen las relaciones.  No vamos a sacar la conclusión de que dos países vecinos tengamos que vivir como eternos enemigos; pero no fuimos nosotros los que declaramos esa guerra a Estados Unidos, fue Estados Unidos el que nos declaró esa guerra a nosotros.  Si Estados Unidos sigue una política de paz y de amistad con Cuba, nosotros seremos receptivos a esa política de paz y de amistad con Estados Unidos.

William Moyers.-  Usted es un estudioso de los hombres, usted lee bastante y usted piensa bastante.  ¿Qué piensa usted que hubiera sido su propia actitud, si hubiera sido usted el Presidente norteamericano, viendo al primer líder comunista en un país en el hemisferio occidental llegar al poder?

Fidel Castro.-  Bueno, en realidad, no he tenido nunca siquiera la idea de ponerme en ese plano.  Tendría que planteármelo por primera vez:  qué habría hecho si me encontrara en esa posición.

Yo podría preguntar, ¿qué habría hecho Washington, qué habría hecho Lincoln?  No todos los presidentes de Estados Unidos fueron imperialistas.  No me quiero comparar con ninguno de ellos, por supuesto.  Pero pienso que podían haber existido presidentes en Estados Unidos que siguieran una política más sabia, más honesta y más moral.

Nuestra América Latina conoce una historia relativamente larga, desde la época de Teodoro Roosevelt, de la política creo que le llamaban del big stick.  Ha conocido la diplomacia del garrote.  Ha conocido la diplomacia de las intervenciones.  Ha conocido la diplomacia del dólar.  Pero no ha conocido realmente en los últimos tiempos una verdadera diplomacia de amistad y de paz.  Creo que esa diplomacia puede existir, entre otras razones, porque el mundo no tiene otra alternativa que la paz, a pesar de las diferencias de sistema económico y sociales y de las diferencias políticas.  El mundo no tiene otra alternativa que la paz, a pesar de esas diferencias.  Porque los problemas del mundo de hoy no se pueden resolver mediante la violencia y mediante la guerra.
Y pienso que muchos políticos norteamericanos comprenden eso.  Por alguna razón muchos políticos norteamericanos apoyan la política de paz con la Unión Soviética y la política de paz con China.  Entonces yo me pregunto:  si se puede hacer la paz con los países poderosos, ¿qué moral tiene llevar una política de hostilidad y de guerra contra países pequeños como Cuba o como Viet Nam, por ejemplo?

William Moyers.-  ¿Tenía razón Estados Unidos en preocuparse porque usted se convirtiera en un aliado de la Unión Soviética?  Porque cuando usted llegó al poder, la guerra fría estaba en su pleno apogeo.

Fidel Castro.-  ¿Y qué habría sido de nosotros cuando nos quitaron la cuota azucarera, cuando nos quitaron el petróleo, cuando nos quitaron todos los mercados y cuando establecieron el bloqueo económico, sin la ayuda de la Unión Soviética?  ¿Qué habría sido de Cuba?  ¿Cómo habríamos podido resistir esa situación?  Fue una suerte para nosotros encontrar un aliado en la Unión Soviética y un amigo en la Unión Soviética.

Porque todo lo que hizo Estados Unidos habría bastado para liquidar cualquier gobierno en este continente.  Solamente la supresión de la cuota azucarera, es decir, la supresión del mercado del principal producto del país, habría liquidado a cualquier gobierno.  El bloqueo económico habría liquidado a cualquier gobierno en América Latina.  La invasión tipo Girón habría liquidado a cualquier gobierno en América Latina.

Estados Unidos ha hecho muchas cosas contra nosotros.  En el caso de cualquier otro país, habría liquidado el gobierno.  Cuba pudo, excepcionalmente, resistir todos esos ataques.  Ahora, solos no los habríamos podido resistir.  Solos habríamos podido luchar, habríamos podido morir heroicamente; pero no habríamos podido sobrevivir a esas medidas de Estados Unidos.

William Moyers.-  Señor Presidente, si el gobierno de Estados Unidos fuese capaz de suprimir los actos terroristas en contra de su gobierno, ¿estaría usted dispuesto entonces a iniciar el proceso de normalizar las relaciones?

Fidel Castro.-  Yo pienso que basta con que real y sinceramente Estados Unidos desee analizar los problemas que existen entre los dos países, y trabajar en pro del mejoramiento de las relaciones.  Eso sería perfectamente posible.  No creo que dependa de un factor aislado, de unos hechos, sino que real y sinceramente Estados Unidos lo desee.

Si así es, encontrará de parte nuestra una actitud sincera, honesta y receptiva en este terreno.  No es un camino fácil.  Han pasado muchas cosas, hay muchos problemas pendientes entre los dos países.  Pero sería un deber nuestro trabajar en esa dirección si Estados Unidos tiene la misma intención, puesto que creo sinceramente que para dos países como Cuba y Estados Unidos lo más lógico es que existan buenas relaciones de respeto, de vecindad, independientemente de las posiciones políticas y del sistema social que existe en Estados Unidos y Cuba.  Es más, creo lo siguiente:  yo pienso que Estados Unidos se tiene que acostumbrar a que en el mundo haya cambios, a que los países cambien.

Yo diría que en la medida en que Estados Unidos aprenda a tener relaciones con un país como Cuba, aprenderá a tener relaciones después con muchos países iguales que Cuba, tanto en América Latina, como en Africa, como en Asia, como en todo el mundo.

Porque nadie puede pensar que los países del Tercer Mundo se van a desarrollar a través del capitalismo.  La historia del capitalismo tal como surgió en los últimos siglos no se vuelve a repetir.  Y muchos países del Tercer Mundo van a seguir un camino socialista; Estados Unidos tiene necesidad de buscar la forma de entenderse y de relacionarse y de comerciar y de mantener relaciones de paz y de amistad con esos países, aun cuando mantenga su sistema capitalista.

William Moyers.-  ¿Cómo ve usted la cercanía de Cuba con el Tercer Mundo?

Fidel Castro.-  Bueno, nosotros tenemos muchas cosas comunes con los países del Tercer Mundo y una relación creciente con los países del Tercer Mundo.

Yo pienso —modestamente— que Cuba ejerce una cierta influencia en el Tercer Mundo y pienso que el prestigio de Cuba crece.  No me corresponde decir eso a mí, pero en realidad observamos, por la experiencia, que hay un interés creciente por las cosas de Cuba y por las relaciones de Cuba.  Y nuestros vínculos de amistad con muchos países de Asia y de Africa se desarrollan.  Se desarrollan nuestros vínculos con países del Caribe.  Y, lógicamente, porque hablamos la misma lengua y tenemos muchas cosas en común, se desarrollarán nuestras relaciones con los países de América Latina.

Pero el Tercer Mundo es muy heterogéneo.  Hay países del Tercer Mundo que son capitalistas, otros son socialistas, unos son reaccionarios, otros progresistas.  No se puede hablar del Tercer Mundo como algo homogéneo desde el punto de vista político, pero sí se puede hablar desde el punto de vista de intereses comunes, de los problemas del subdesarrollo y de muchas cuestiones que nos afectan por igual a estos países, independientemente de las posiciones políticas.

Nosotros formamos parte del Movimiento de No Alineados.  Son países subdesarrollados, son un grupo muy numeroso, y a pesar de diferencias políticas que existen desde el punto de vista social, diferentes sistemas políticos, encontramos formas de coordinación y de lucha por intereses comunes.

Además, no le veo perspectiva al mundo si los problemas del subdesarrollo no se resuelven; no le veo perspectivas al mundo si estos países no adquieren un nivel de desarrollo adecuado para satisfacer sus necesidades de alimentos, de viviendas, de vestidos, de salud, de educación, de recreación.

Creo que lo más importante para este Tercer Mundo es que se olvide de los patrones de desarrollo del mundo capitalista, que se olvide del modo de vida de Europa Occidental y de Estados Unidos, y que sea capaz de fraguar otros valores en que no solo se estime la riqueza material, sino también y fundamentalmente la riqueza espiritual.  Y no creo que estos países del llamado Tercer Mundo pueden aspirar a que cada familia tenga un automóvil y a tener esos estándar de vida material que hoy ostenta Estados Unidos, porque no alcanzarían los recursos minerales, no alcanzarían los recursos energéticos del mundo.

En ese sentido, pienso que Cuba con su experiencia puede ejercer alguna influencia en este sentido en otros países del Tercer Mundo, pero realmente no tengo especial interés en resaltar esa influencia de Cuba, porque a nosotros mismos no nos corresponde hablar de eso.

William Moyers.-  ¿Desearía usted comerciar con Estados Unidos?

Fidel Castro.-  Creo que el comercio con Estados Unidos es útil tanto para Cuba como para Estados Unidos.  Pero alrededor de esto he oído algunos argumentos:  “No nos interesa resolver los problemas con Cuba, puesto que desde el punto de vista económico no es tan importante.”  Ese argumento no tiene absolutamente nada de moral.  Es como decir:  como el peso del comercio con Cuba sería de relativamente poca importancia para Estados Unidos, no hay interés en comerciar con Cuba.  A pesar de eso y de la diferencia de desarrollo económico, creo que tanto Estados Unidos puede prescindir del comercio con Cuba como nosotros podemos prescindir del comercio con Estados Unidos.  Pero que tanto a Cuba como a Estados Unidos les beneficia el intercambio comercial.

Para nosotros implica un interés económico de relativa importancia, pero para Estados Unidos constituye no solo un problema económico, sino constituye un problema moral.

William Moyers.-  ¿Moral?

Fidel Castro.-  Sí, también.  Porque ¿cuál es la razón de que se excluya a Cuba del comercio y se comercie con otros muchos países socialistas?

Ahora, otra pregunta:  ¿Qué haría Estados Unidos si todos los países del mundo fueran socialistas?  ¿Trataría de bloquear a esos países?

Ahora, imagínese que todos los países de América Latina fueran socialistas, ¿podría Estados Unidos bloquear a toda la América Latina?

Es decir, que visto el problema en perspectiva, a largo alcance, se puede sacar desde el punto de vista práctico, desde el punto de vista político y desde el punto de vista moral.  Es absurda esa política de bloqueo.

William Moyers.-  Si estuviéramos comerciando, ¿cuáles serían algunos de los productos que usted querría intercambiar?

Fidel Castro.-  Mire, el tabaco, para poner un caso.  Porque sé que el tabaco nuestro...  Aunque algunas empresas norteamericanas se llevaron semillas de Cuba y trataron de sembrarlas en algunos países de Centroamérica y Santo Domingo, nunca lograron la calidad del tabaco de Cuba, por cuestión de tierra, de microclima, por una serie de factores de esos.

Nosotros somos productores de azúcar, importantes productores de azúcar; y ustedes son importantes consumidores de azúcar.  Nosotros estamos próximos a ustedes.  En unas horas cualquier barco nuestro traslada el azúcar a Estados Unidos.  Nosotros somos importantes productores de níquel, tenemos grandes reservas de níquel, y el níquel es una materia prima importantísima en el desarrollo de la industria moderna, de la siderurgia.  Y nosotros tenemos otros muchos recursos minerales que pueden ser de interés.

Nosotros tenemos un país ordenado, pacífico y tranquilo, con buen sol, buenas playas, donde estoy seguro que los norteamericanos podrían pasar magníficamente bien sus vacaciones, y sobre todo en estos tiempos en que el frío aumenta.  Usted se imagina un año con estos fríos de 30 grados bajo cero, como los que hay en New York y muchas partes de Estados Unidos, qué magnífico lugar para descansar sería Cuba.

Luego, nosotros tenemos muchas cosas que podemos brindarle a Estados Unidos que no se pueden subestimar.  Y de la misma forma nos interesan muchas mercancías y nos interesan tecnologías de Estados Unidos.

William Moyers.-  ¿Piezas de repuesto, por ejemplo?

Fidel Castro.-  Bueno, para tener piezas de repuesto hay que comprar los equipos primero.

Nosotros importamos, por ejemplo, soya; nosotros importamos maíz, nosotros importamos arroz, nosotros importamos muchos artículos alimenticios; nosotros importamos muchos equipos de transporte, de construcción, de agricultura; nosotros importamos materias primas, importamos productos semielaborados; importamos fábricas completas.  Infinidad de cosas que son de interés.

William Moyers.-  Señor Presidente, ¿puedo pedirle que me diga la historia que me contó anteriormente acerca de su visita y su entrevista con Nixon?

Fidel Castro.-  Bueno, ¿qué puedo decir?  No quiero decir muchas cosas malas de Nixon ahora, porque ya Nixon no es el presidente de Estados Unidos.  Y hay un dicho que señala que “no se debe hacer leña del árbol caído.”
Yo le contaba que cuando visité a Estados Unidos en 1959, me invitaron a conversar con algunos senadores en el Congreso, y me invitaron a conversar con Nixon.

Estuve conversando por lo menos una hora y media, si mal no recuerdo, o dos horas con Nixon.  Y yo recuerdo que él se interesaba por las cosas de Cuba; preguntó cuáles eran nuestras ideas, y yo le hice un análisis de la situación real de Cuba, la situación económica, la situación social, el desempleo, más de medio millón de desempleados, más de un 30% de analfabetos; la pobreza y las terribles condiciones de nuestros trabajadores, de nuestros campesinos, de nuestro pueblo en general.

Y le explicaba las necesidades objetivas que tenía Cuba de realizar una serie de cambios sociales, hacer una reforma agraria, liquidar el analfabetismo, resolver los problemas de empleo para toda la población.  Que las medidas que nosotros tomábamos no se encaminaban directamente contra Estados Unidos, no se encaminaban a afectar a nadie en particular, sino que teníamos necesidad de tomarlas objetivamente para resolver los terribles problemas sociales de nuestra población.

Yo recuerdo que Nixon se veía muy joven.  Tendría unos cuarenta y tantos años.  Me escuchó con interés, con atención, yo diría que con indulgencia.  Y nos despedimos.  Más tarde supe que inmediatamente que se terminó la entrevista con Nixon, le envió un memorándum a Eisenhower diciendo que yo era comunista y que había que liquidar la Revolución Cubana.  Desde entonces se empezó a planear la invasión, a elaborar un plan para derrocar al gobierno revolucionario, desde una época tan temprana como abril, más o menos, de 1959.  Esas fueron las conclusiones que sacó Nixon de una conversación sincera y honesta que sostuve con él.

William Moyers.-  ¿Era usted comunista?

Fidel Castro.-  Yo sí era comunista.  Yo personalmente era comunista, eran mis convicciones.

Desde que yo era estudiante... Yo primero empecé siendo un socialista utópico, estudiando la economía política capitalista.  Después, cuando tuve contacto con los materiales marxistas, me sentí realmente ganado por esas ideas.
Yo creo que el tener una formación marxista me ayudó mucho en la elaboración de la estrategia para la Revolución.  Pero en aquel momento nuestro programa no era todavía un programa socialista, puesto que no existían las condiciones en ese momento en nuestro país, condiciones subjetivas todavía, para la realización de un programa socialista.

Los dirigentes principales teníamos ideas socialistas, pero todavía nuestro pueblo, realmente, no tenía una conciencia socialista.  Esa conciencia se forjó a lo largo de la Revolución.

Pudiéramos decir que en 1959 nuestro programa era el programa del Moncada, y no era todavía un programa socialista; era un programa revolucionario, un programa avanzado.  Porque, a nuestro juicio, el socialismo no estaba todavía a la orden del día.  Era un programa de liberación nacional, pero no lo que pudiera llamarse todavía un programa socialista.  Naturalmente, en una fase ulterior, lucharíamos por el socialismo.  Esas eran nuestras convicciones.  Pero no era en ese momento nuestro programa.

William Moyers.-  Pero una vez que usted se encaminó por esa vía, ¿no se le ocurrió que estaba cerrando las puertas del apoyo norteamericano?

Fidel Castro.-  Yo no pensaba que podíamos hacer el socialismo con el apoyo de Estados Unidos.  Pero por lo menos lo podíamos hacer con el respeto de Estados Unidos, con el respeto de nuestra soberanía, de país independiente.

Quiero aclarar una cosa.

Algunos dicen que Cuba se transformó al socialismo con motivo de la hostilidad de Estados Unidos.  Yo pienso que eso es absolutamente falso.  Le digo, con toda seguridad, que con la hostilidad o sin la hostilidad de Estados Unidos nosotros habríamos luchado por el socialismo.  No hay que ver el socialismo como una consecuencia de la hostilidad de Estados Unidos.  Indiscutiblemente, ese proceso de hostilidad aceleró a su vez el proceso de cambio hacia el socialismo en Cuba.  La hostilidad aceleró los cambios en nuestro país, pero no fue la causa de los cambios.  Y la hostilidad determinó que la Revolución en nuestro país se realizara en medio de un gran conflicto con Estados Unidos.  Pero no hay que ver en la hostilidad la causa del socialismo en Cuba.

Se lo explico porque he oído argumentos en este sentido, algunos incluso de buena fe; es decir, los cubanos se hicieron socialistas a causa de la hostilidad de Estados Unidos.  No.  Los cubanos aceleraron su proceso revolucionario a causa de la hostilidad.  Y esa hostilidad, en cierto sentido, ayudó a formar una conciencia socialista en nuestro país.  Porque los campesinos decían:  si nos da la tierra, el Gobierno Revolucionario es justo; si nos envía maestros, si nos envía médicos, si nos envía escuelas, si resuelve los problemas del trabajo, si le busca empleo, si trata de ayudar al pueblo, ¿por qué Estados Unidos se opone a todo eso?  Ayudó a formar en nuestro pueblo una conciencia socialista y a distinguir entre el socialismo y el capitalismo, y a ver en el capitalismo el enemigo de lo bueno, puesto que el pueblo durante mucho tiempo esperaba por un gobierno que no saqueara el tesoro público y que trabajara para el pueblo.

Y la Revolución significó la primera vez en la historia de Cuba de un gobierno que trabajara para el pueblo, y fue precisamente ese gobierno al que Estados Unidos le declara la guerra.  No es hostil a Batista, no es hostil a los gobiernos corrompidos, a los gobiernos que saqueaban el tesoro público.  Es decir, el gobierno de Estados Unidos se manifiesta hostil hacia el gobierno que empieza a trabajar por los campesinos, por los obreros, por los analfabetos, por los enfermos, por el pueblo.

De modo que eso ayudó a adquirir más conciencia al pueblo, ayudó a nuestra prédica revolucionaria de una manera objetiva.

William Moyers.-  Yo considero que a pesar  de lo de Bahía de Cochinos, a pesar  de la Crisis de Octubre, y a pesar  de todo lo que ha ocurrido, usted siente cierta admiración por John Kennedy.  ¿Es cierto eso?

Fidel Castro.-  Voy a decir lo siguiente:  por lo menos, reconocimiento.  Ya admiración, es difícil utilizar esa palabra, cuando en realidad él tuvo responsabilidad en actos de agresión a nuestro país.  Pero sí veía en Kennedy un hombre que tenía valor personal; y tuvo valor personal cuando Bahía de Cochinos para asumir la  responsabilidad.  Era un hombre brillante, era un hombre de talento, era un hombre de imaginación y era un hombre capaz de transformarse él mismo.

Yo pienso que cuando Kennedy muere era un hombre mucho más desarrollado políticamente, mucho más liberal que cuando lo eligieron para presidente de Estados Unidos.  Es el Kennedy que pronuncia el discurso aquel, algunos meses antes de su muerte, un discurso valiente.  Es el Kennedy que ya estaba pensando en un cambio de las relaciones con Cuba, que se manifestó en una serie de hechos.  Y siempre he tenido la convicción de que Kennedy es un hombre que habría tenido el valor de rectificar la política que se había seguido con Cuba.  Lo habría tenido, porque se necesitaba valor para eso y se necesitaba autoridad para eso.  Y Kennedy había adquirido ya la autoridad para eso, y nosotros tuvimos varias evidencias muy importantes de que ese proceso se estaba operando en la mentalidad de Kennedy.

William Moyers.-  ¿El proceso de reconciliación y acomodo?

Fidel Castro.-  El proceso de cambio y de rectificación en la política de Estados Unidos y de explorar las posibilidades de mejorar las relaciones con Cuba.

William Moyers.-  Uno de los hechos más sorprendentes en este informe al Senado, es que en el otoño de 1963 la CIA estaba conspirando con un funcionario cubano —su nombre en clave era Amlash— para asesinarlo a usted.  En realidad en el mismo momento en que Kennedy es asesinado, a este señor se le dio un arma para que lo asesinara.  Ahora sabemos que este agente había sido un antiguo aliado, Rolando Cubela.  ¿Puede usted hablar de él?

Fidel Castro.-  Sí.  En realidad la CIA había logrado reclutar un hombre que podía ofrecerle bastantes esperanzas de que llevara a cabo ese plan de atentado, porque era un estudiante que  había tenido un papel relativamente destacado en la lucha clandestina.  No era de nuestro movimiento, pertenecía a otra organización revolucionaria.  Había participado en atentados en la época de Batista y después había participado también en la lucha revolucionaria guerrillera en la zona de  Las Villas.  Era amigo de todos nosotros y tenía relaciones bastante próximas a todos nosotros.  Es decir, era un hombre apto para la misión que le había encomendado la CIA, de realizar un atentado contra mí.

En un momento dado lo descubrimos, por una serie de armas que había recibido ya y que había trasladado a Cuba; pero todavía no conocíamos la historia del bolígrafo.  Eso se supo después.  Porque nosotros incluso no sabíamos inicialmente quién era Amlash.  Cuando lo oímos mencionar, nos quedamos pensando quién podría ser Amlash.  Actualmente creemos tenerlo identificado y también en Estados Unidos se ha hablado de eso.  Y no hay dudas de que era un hombre adecuado para la misión.

Ahora, es muy curioso, muy curioso, que casi el mismo día —no puedo asegurárselo, tendría que precisarlo—, casi en el mismo instante en que estaban matando a Kennedy allá en Dallas, en París le estaban entregando un arma muy sofisticada a este Amlash para realizar un atentado contra mi.

De modo que no es totalmente descabellada la tesis de que los mismos que estaban organizando el atentado contra mi hubieran estado planeando el atentado contra Kennedy.  Era una cosa prácticamente simultánea.

Y alrededor de esto hay otras cosas muy sospechosas, como fue el intento de Oswald de viajar a Cuba en el mes de septiembre de 1963.  Se presentó en el consulado y solicitó una visa de tránsito para Cuba.  Posteriormente, cuando volvió se le informó que no se aceptaba la visita a Cuba y se puso extraordinariamente irritado, indignado allí con las autoridades nuestras en el consulado de México.

Yo siempre me pregunté:  ¿cuáles serían las razones por las cuales este hombre trató de venir a Cuba y cuáles habrían sido las implicaciones si este hombre visita a Cuba, regresa a Estados Unidos y realiza un atentado contra el presidente de Estados Unidos?  En realidad alrededor de ese problema hay tantas cosas extrañas para mí, incluso la forma en que dice que hace los disparos con una mira telescópica.  Yo diría que un fusil de mirilla telescópica no sirve para disparar contra un objetivo en movimiento.  Es mucho más eficaz para ese tipo de acción un arma automática.  Luego la forma en que se produce el asesinato de Oswald, a las pocas horas de ser arrestado, que aparezca un elemento y lo asesine allí.

Para empezar, desde el primer momento nosotros teníamos gran cantidad de dudas y de sospechas en torno a toda esta cuestión de la muerte de Kennedy.  Pero hoy sabemos eso, que casi el mismo día que estaban atentando contra la vida de Kennedy, un agente de la CIA estaba entregando un arma sofisticada a este Amlash para matarme a mí.
Pero eso no lo sabíamos, eso no lo sabíamos antes.  Eso lo supimos cuando salieron los informes del Senado.  Porque cuando aquí se hizo el juicio contra este supuesto Amlash, teníamos otras pruebas:  de rifles con mirillas telescópicas y otros armamentos que había recibido para hacerme un atentado.  Pero no sabíamos lo del bolígrafo; él no habló de eso en aquella ocasión.

William Moyers.-  Hay algunos miembros de la comisión senatorial que dicen que Amlash era en realidad un doble agente trabajando para ustedes.

Fidel Castro.-  He leído eso, pero ojalá hubiera sido un doble agente, porque nos habríamos enterado de los planes de la CIA y no estaría preso; porque está preso hace varios años desde entonces, un número de años.

Ahora, le voy a decir una cosa:  el Senado hizo algo muy bueno al investigar todas esas cuestiones, pero ha llevado a cabo una práctica de encubrimiento.  Porque ha hablado de todos los crímenes que se prepararon, pero tuvo buen cuidado de suprimir los nombres de los autores y de los responsables de esos crímenes.  De modo que, al lado de una buena acción como es revelar esos hechos, ha llevado a cabo una práctica de encubrimiento al ocultar los nombres de los responsables.  La actitud más consecuente haría sido denunciarlo todo.

William Moyers.-  ¿Cuál es su conclusión entonces?

Fidel Castro.-  La conclusión es que objetivamente fue positivo lo que hizo, pero moralmente yo no le veo justificación al encubrimiento.  Denunció los planes de asesinato, pero no denunció a los asesinos.

William Moyers.-  El presidente Lyndon Jhonson, después que abandonó la presidencia, declaró al noticiero de la CBS que  había llegado a creer que algún gobierno foráneo estaba complicado en el asesinado de Kennedy.  Y evidentemente se refería a Cuba.

Fidel Castro.-  Mire, le voy a decir una cosa.  Primero, habría sido una locura absoluta por parte de Cuba, un acto irresponsable por completo, lanzarse a una aventura tal como planear la muerte de un presidente de Estados Unidos.  Eso no se le habría ocurrido a ningún gobernante cuerdo, a ningún dirigente revolucionario en las condiciones de Cuba, aparte de los problemas prácticos de las cuestiones.  Es de suponer que un presidente de Estados Unidos está bien cuidado, en primer lugar.

Pero el problema moral, y además el problema político.  ¿Qué dirigente responsable de nuestro país habría concebido la idea de eliminar al Presidente de Estados Unidos?  Eso es un disparate colosal, una provocación.  Es decir, habría sido correr el riesgo de que nuestro país hubiese sido destruido por Estados Unidos.  Nadie en su sano juicio habría pensado semejante cosa.

Además, de acuerdo con nuestra filosofía política desde que iniciamos la lucha revolucionaria, desde nuestro punto de vista marxista, nunca hemos creído en el tiranicidio o en el regicidio.  ¡Nunca!  Es decir, nosotros en toda la lucha contra Batista, en toda la lucha contra Batista, nunca organizamos un atentado contra Batista, y habría sido para nosotros fácil liquidar a Batista.  Pero nosotros sabíamos que liquidando a Batista no se liquidaba el sistema.  Otro habría sustituido a Batista.  No tenía ningún sentido político elaborar la idea de la eliminación de Kennedy, porque no confundíamos a Kennedy con el sistema.  Nosotros en todo caso  luchábamos contra el sistema, pero no contra Kennedy personalmente.

En tercer lugar, Kennedy —como le digo yo— había dado pasos evidentes y claros en el sentido de explorar un cambio en su política con relación a Cuba.  Si había alguien en Estados Unidos que hubiera podido promover ese cambio, ese era Kennedy.

William Moyers.-  ¿Qué sucedió cuando él murió?

Fidel Castro.-  ¿En qué sentido?

William Moyers.-  Con esos esfuerzos que él hacía...

Fidel Castro.-  No sucedió realmente nada.

Hay otra cosa que quiero decirle.  Si Estados Unidos hubiera tenido la más mínima evidencia de que nosotros hubiésemos tenido responsabilidad en la muerte de Kennedy, no habrían vacilado en realizar una agresión contra Cuba, porque pretextos estaban buscando para actos de agresión.  Si hubiera tenido la menor evidencia no nos lo habría perdonado jamás ningún gobierno de Estados Unidos.  Sin embargo, a nadie se le ocurrió en realidad durante toda la investigación hacer ninguna imputación contra Cuba.

William Moyers.-  Permítame formularle una pregunta difícil.

Rolando Cubela se reunió con un funcionario de la CIA y aparentemente se pusieron de acuerdo en lo que respecta a emprender el asesinado de usted.  Dos días después de esa  reunión, usted fue a la embajada de Brasil aquí en La Habana, y habló con un corresponsal de AP llamado Daniel Haoker.  Este periodista informó que usted dijo lo siguiente:

“Los dirigentes de Estados Unidos deben pensar que si ellos están fraguando planes terroristas para eliminar a los dirigentes cubanos, ellos mismos no podrán salvarse de esto.”


Fidel Castro.-  Yo no recuerdo exactamente la fecha que fue, pero sí recuerdo que una vez hice una declaración de esa índole, más o menos similar a esa.  En esencia, por aquellos tiempos, a nosotros nos llegaban noticias constantemente de planes de atentados.  No ese precisamente de Amlash, no ese, sino que había decenas de planes, algunos directos y otros indirectos.

Entonces yo hice una declaración defensiva en ese sentido.  Dije que sabíamos que estaban preparando esos planes, que esos eran precedentes muy malos, y que si se llevaban a cabo esas prácticas los propios dirigentes de Estados Unidos no podían estar seguros.  Eso es cierto.  Es cierto que yo, en una actitud defensiva, quise advertir que sabíamos que estaban preparándose esos planes, y cuáles podían ser las consecuencias de eso.  Eso no quiere decir que nosotros hubiéramos tomado medidas preventivas, o pensáramos tomar medidas preventivas.
Como se suponía que yo era la víctima principal de todos esos planes de atentados, yo advertía que mi asesinato podría provocar consecuencias después imprevisibles, después que se hubiera establecido la práctica de asesinar a los dirigentes adversarios. ¿Comprende?  Y yo hice una medida como advertencia, para señalar que conocíamos los planes y cuáles podrían ser las consecuencias de eso.  Es cierto, no niego que hice esa declaración.

William Moyers.-  ¿Pero usted nunca quiso ver a Kennedy asesinado?

Fidel Castro.-  El día que asesinaron a Kennedy en realidad experimenté un sentimiento de pena y de depresión.  Me sentí triste ese día, a pesar  de que fuera nuestro adversario.  Porque Kennedy era un adversario al que de cierta forma conocíamos y al que de cierta forma nos habíamos adaptado.  Era un adversario hacia el cual sentíamos respeto, como pienso que él también sentía respeto hacia nosotros.  Y por eso tuve un sentimiento de tristeza realmente.

Estaba conversando con un periodista francés, Jean Daniel, qué, precisamente, traía un mensaje de Kennedy ese mismo día.  Conversábamos nosotros cuando llegó la noticia por radio de que estaba herido. Y mis mayores esperanzas realmente eran, primero, de que sobreviviera.  Al poco rato ya dieron la noticia de que era muy grave, de que iba a morir.  Es como si usted tiene un adversario, está acostumbrado a ese adversario y de repente le suprimen el adversario.  Así me sentí yo el día que murió Kennedy.  Me dolía realmente que él tuviera un fin de esa naturaleza.

William Moyers.-  Usted me decía, anteriormente, que usted había leído la autobiografía de Jimmy Carter.

Fidel Castro.-  Sí, la leí.

William Moyers.-  ¿Qué piensa usted de ella?

Fidel Castro.-  Yo le dije que era una autobiografía notablemente bien hecha.

William Moyers.-  ¿Bien hecha?

Fidel Castro.-  Sí.  La leí y la leí con mucho interés.  Como es lógico, me interesa conocer la personalidad que dirige a Estados Unidos, la personalidad del nuevo dirigente de Estados Unidos.  Y leí con mucho detenimiento toda la historia que se llama Jimmy Carter por Jimmy Carter.

William Moyers.-  ¿Qué le pareció él a usted?

Fidel Castro.-  Me interesó la biografía, me interesaron los aspectos de su vida de niño sobre todo, en el campo, como trabajador del campo con su padre.  Un poco me recordaba mi propia vida cuando yo era muchacho, porque también nací en el campo y también conocí muchas de esas experiencias en el campo.   Y a mí me pareció positivo ese aspecto de su origen y de su vida de niño y de su vida juvenil.

Leí con interés también ese cierto sentido autocrítico que tiene, y cierto sentido moral, acorde a su sentimiento religioso, a sus ideas religiosas, y acorde a sus convicciones.  No me preocupa que los hombres tengan convicciones diferentes, ideas diferentes.  Me preocupa más que los hombres sean consecuentes con sus idea y sus principios.  Cuando el hombre tiene principios se atiene a esos principios, pero no los viola.  Yo pienso que un hombre como Carter, puede atenerse a una política de principios internacionales.  No los principios marxistas, o los principios capitalistas, sino los principios universalmente acatados en las relaciones entre los pueblos.

Mi idea también —se la dije y la digo también aquí— es que veo cierto idealismo, veo que hay elementos de idealismo en Carter.  Creo que eso es positivo.  ¿Pero cuál será el resultado de ese idealismo con la trituradora realidad de Estados Unidos?

William Moyers.-  ¿Qué quiere usted decir con realidad?

Fidel Castro.-  Los intereses, las distintas fuerzas y los distintos poderes que se mueve en Estados Unidos.  Se conocen, ¿para qué los voy a mencionar?  Son poderosos e influyen y determinan mucho la política del gobierno de Estados Unidos.  ¿Qué ocurrirá cuando Carter tenga una idea, un criterio, una convicción acerca de lo que es más justo y encuentre la resistencia de esas poderosas fuerzas en Estados Unidos?  Eso es lo que yo digo en el sentido de que puede ocurrir un conflicto entre el idealismo de Carter y la realidad de Estados Unidos.  ¿Cuál será el saldo, el resultado de todo eso?

Voy a decir algo más.  Seguí de cerca las elecciones en Estados Unidos.  Seguí de cerca detalles, hasta las 3:00 ó las 4:00 de la mañana cuando se supieron los resultados, porque me parecía realmente importante el resultado de esas elecciones.  Y ya entre Ford y Cuba, Kissinger y Cuba, habían ocurrido confrontaciones muy serias.  Realmente a nosotros nos satisfacía un cambio en la administración de Estados Unidos.  Por lo tanto, ese día después que leí el resultado de las elecciones, me acosté más satisfecho.  Vi que Ford no había querido...  Se acostó a dormir, ni siquiera felicitó a Carter. Y yo dije:  Bueno, yo también me voy a acostar a dormir.  Pero seguramente yo me acosté mucho más contento que Ford esa noche.

William Moyers.-  ¿Le gustaría a usted alguna vez reunirse con el señor Carter?

Fidel Castro.-  Yo creo que eso no puede plantearse unilateralmente.  Yo pienso que si algún día es útil y él lo desea, yo gustosamente lo haría también.

William Moyers.-  Dos últimas preguntas.  ¿Qué edad tenía usted cuando bajó de las montañas hasta La Habana?

Fidel Castro.-  Yo era un joven inexperto de 32 años.

William Moyers.-  ¿Cómo se sentía usted siendo tan joven, dirigiendo un país, sabiendo que el gobierno de Estados Unidos —el gobierno más poderoso del mundo— preferiría verlo a usted en las montañas de nuevo?

Fidel Castro.-  Ya le dije que en un principio también albergábamos la creencia idealista de que, puesto que las cosas que nosotros hacíamos eran justas y eran legítimas, serían respetadas por Estados Unidos.  Indiscutiblemente que eso era un error.

Por otro lado, yo sabía —y así lo dije públicamente— que las nuevas tareas que teníamos delante eran mucho más difíciles que las que habíamos dejado detrás.  Y que si la guerra fue una tarea muy difícil, que nosotros tuvimos que desarrollar partiendo de media docena de hombres armados, las responsabilidades ya en el poder eran más grandes y más difíciles.  Pero, naturalmente, teníamos optimismo de que resolveríamos los problemas y venceríamos esas dificultades.

Recientemente, cuando se inauguró la Asamblea Nacional, dije que si tuviera el privilegio de vivir otra vez mi propia vida, muchas cosas las haría diferentes de como las hice hasta hoy.  Pero que toda mi vida lucharía con la misma pasión, por las mismas cosas que he luchado hasta hoy.

Es así, la juventud es muy importante.  Creo que si no hubiésemos tenido aquella edad cuando empezamos...  Cuando el Moncada yo tenía 26 años, cuando la Sierra Maestra tenía 30 años.  Para aquel enorme esfuerzo hacían alta energías, hacía falta juventud.  No hay duda de eso.  Luego, la juventud es muy importante en el hombre público, en el escritor, en el artista, en todos:  tiene vigor, la mente está muy virgen y tiene una gran fuerza.  Pero los años dan experiencia.  Eso es lo que no tiene la juventud.

Hoy tratamos de asimilar toda esa experiencia que lógicamente hemos adquirido en estos años.  Los años dan madurez, pero con los años vamos perdiendo energías.  El éxito sería tratar de conservar la juventud el máximo de tiempo, y aprovechar bien la sabiduría que se va adquiriendo con los años.

Y, desde luego, el optimismo.  Sin el optimismo nuestro en aquella época no habríamos pensado jamás ni siquiera en la empresa de derrocar al gobierno de Batista, porque nosotros no teníamos nadie detrás.  No teníamos ningún país que nos ayudara, no teníamos armas, no teníamos militares, no teníamos absolutamente nada.  Parecía un imposible aquello.

Si no hubiésemos tenido la convicción de que eran justos nuestros puntos de vista, de que era justa nuestra causa y justo nuestro camino, que el pueblo nos apoyaría y que las dificultades se vencerían, no habríamos emprendido aquella lucha.

A nosotros nadie nos desembarcó armas, ni nos lanzó armas en paracaídas.  Todas las armas que nosotros teníamos, la inmensa mayoría tuvimos que quitárselas a los propios soldados de Batista.  Sin juventud no se habría podido hacer lo que nosotros hicimos.

Vuelvo a repetir que yo era un joven inexperto de 32 años, pero al menos tenía conciencia de eso.  No estaba poseído por la vanidad, la autosuficiencia, y estaba convencido de que emprendíamos un camino mucho más difícil.
Cuando se acabó la guerra, ya finalizó el escenario para el cual nosotros habíamos adquirido una experiencia, y se iniciaba entonces la experiencia del gobierno, para el cual no teníamos preparación.

William Moyers.-  ¿Qué ha aprendido usted durante todo este tiempo acerca de Estados Unidos?

Fidel Castro.-  Bueno, he aprendido a conocer un poco cómo era Estados Unidos en realidad.  Descubrí que era menos idealista de lo que yo me había imaginado y descubrí las fuerzas de muchos intereses poderosos de Estados Unidos.  Descubrí la fuerza de todo eso.

Creo que Estados Unidos también ha aprendido con relación a Cuba, ha tenido una experiencia útil e importante, pero también hemos aprendido a conocer el poder de Estados Unidos, hemos aprendido a conocer que es un país que no se puede subestimar, de la misma forma que pensamos que Estados Unidos comprenda que no se puede subestimar a un país pequeño como Cuba.

Y pudiéramos decir también que a lo largo de estos años siempre me maravillo más, a medida que más conozco a los norteamericanos.  Yo pienso que cada norteamericano es una personalidad.  En lo único que se parece un norteamericano a otro, es que casi cada uno es diferente al otro, porque cada uno tiene una personalidad muy propia.  Es un país de hombres extraordinariamente individualistas.  ¡Me imagino lo difícil que será construir el socialismo en Estados Unidos!

Y también he podido apreciar más muchos aspectos positivos de Estados Unidos:  el aporte de los científicos norteamericanos a la ciencia, a la técnica, al desarrollo tecnológico de Estados Unidos, incluso las características de sus hombres de empresa procedentes de distintos países, y vemos que los hombres de empresa norteamericanos son extraordinariamente activos, agresivos en su gestión.  Esas son las características que hicieron al Estados Unidos actual en los últimos 200 años.

También he podido apreciar la diferencia que hay de aquellos tiempos en que Estados Unidos se levantó con la antorcha de la libertad y representó los mejores ideales, los mejores sueños de la humanidad y fue ejemplo de país revolucionario para todo el resto del mundo, a Estados Unidos de hoy que se convirtió en abanderado de la reacción, del neocolonialismo y de las causas más injustas.  Lo digo con toda franqueza.  Los peores gobiernos del mundo, los más represivos, los más reaccionarios, los más explotadores, han tenido sistemáticamente el apoyo de Estados Unidos en los últimos tiempos.  Los gobiernos progresistas, los que han querido establecer la justicia social, los que han querido luchar realmente por la felicidad de los hombres, han tenido la oposición sistemática de Estados Unidos.

Ustedes acaban de conmemorar el 200 aniversario, pero a mi juicio hay una diferencia muy grande entre Estados Unidos que se inauguró en los años de Washington y Estados Unidos del 200 aniversario.  Pero pienso que algunas de las cosas que han ocurrido últimamente, esas mismas denuncias de cosas absolutamente inmorales y criminales, como las denuncias sobre las actividades de la CIA, pienso también que toda la lección de Watergate, pienso que la rectificación de la política de guerra de Viet Nam, son indicios positivos de que puede haber alguna rectificación en la política de Estados Unidos y que hay un lugar en el mundo para una política de paz, realmente de beneficio a todos los pueblos, independientemente del sistema social.

Si le voy a decir que creo que el capitalismo es eterno, sería una mentira.  Creo francamente que el capitalismo no es eterno, el capitalismo pasará.  Pienso que incluso en Estados Unidos pasará el capitalismo.  No me atrevería a decir cuánto tiempo llevará eso.  Yo pienso que tal vez lo más probable es que Estados Unidos sea el último país donde sobreviva el capitalismo.  Y pienso lo que le dije anteriormente, que será una tarea muy difícil construir el socialismo en Estados Unidos.

William Moyers.-  Resulta sorprendente oírle decir a  usted por lo menos algunas palabras acerca de un gobierno que quería que usted perdiera su barba.

Fidel Castro.-  Sí.  Pero eso es lo de menos, porque a última hora yo me puedo afeitar.  No me conviene mucho porque las canas salen primero por la barba y ya tengo el compromiso de quedarme con la barba, y me tengo que quedar con mis canas también, no las puedo afeitar.

William Moyers.-  Muchas gracias, señor Presidente.

Ort: 

Ciudad de La Habana. Cuba.

Datum: 

03/02/1977