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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN LA CLAUSURA DEL ENCUENTRO 20 AÑOS DESPUES DE LA CREACION DEL DESTACAMENTO PEDAGOGICO "MANUEL ASCUNCE DOMENECH", EFECTUADA EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 30 DE MAYO DE 1992

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30/05/1992

Compañeras y compañeros del glorioso primer contingente del destacamento "Manuel Ascunce Domenech":

La idea de celebrar esta reunión surge en ocasión del VI Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas como aquí se dijo. Cuando nos reunimos en un receso con un grupo de compañeros del primer contingente del destacamento pedagógico que vinieron invitados al congreso, un grupo relativamente numeroso y entusiasta de compañeras y compañeros, con los cuales conversé un rato, recordaron que se iba a cumplir ya el XX aniversario y hablaron de los deseos de tener un encuentro, entonces ahí nos pusimos de acuerdo inmediatamente para organizar, lo más pronto posible, la reunión. Estuvo pendiente de fijarse la fecha, y algunas semanas después ya fijó una fecha, que fue el 28 y el 29 de mayo.

Después surgieron otros compromisos que resultaron ineludibles, teníamos que realizar una importante reunión del Buró Político a fines de este mismo mes, y buscando fechas —no estoy seguro de habernos acordado que ya estaba fijada la fecha de la reunión del destacamento—, y entre un día y otro, y todos los compromisos, dijimos 27 y 28 para la reunión del Buró Político; pero todavía eso no era tan grave, puesto que siempre daba una oportunidad —si no el 28, el 29— de tener la reunión con ustedes.

Ocurrió otra cosa, un sismo bastante fuerte allá por las provincias orientales, y no hallábamos qué hacer entre la reunión del Buró los días 27 y 28 —ya estaban citados los compañeros—, la reunión de ustedes el 29 y el sismo por oriente. Nosotros considerábamos que era un deber moral hacer un recorrido por aquella zona, ver cuál es la situación. Claro, estaba trabajando el Partido y el Gobierno, pero era más bien una cuestión de tipo moral, una obligación moral, dentro de un espíritu de solidaridad con aquellas poblaciones que habían sufrido el daño; y los que no sufrieron el daño pero vivieron la angustia, naturalmente, de aquel fenómeno fuerte que produjo un número de lesionados y algunas destrucciones. Afortunadamente ninguna víctima fatal, ninguna persona invalidada; hubo algunas fracturas que se produjeron, sobre todo, de alguna gente que hizo lo que no debía. No fueron traumas producidos por derrumbes sino debido a personas que saltaron de una primera planta, algunos jóvenes estudiantes que saltaron de la planta dos, y hubo quien saltó de la tres y no le pasó nada (RISAS), como si fuesen de goma; otros corriendo, cayeron, porque parece que produjo bastante impresión en la población este sismo.

Como todavía los especialistas no estaban tranquilos, tratando de interpretar la repetición de muchos sismos, de estos que no se perciben con los equipos, porque un número elevado se iba produciendo todos los días, más de seiscientos en cuatro días, y estaban intranquilos, nosotros queríamos cambiar impresiones con ellos. Este es del tipo de fenómeno que no se puede prever, lo que se puede hacer es tomar medidas y dar instrucciones a la población: qué debe hacer en estos casos y qué no debe hacer.

Repito que los casos de lesiones graves, porque hubo fracturas, fueron por cosas que no debieron hacerse. Y queríamos conocer, realmente, cuál era la situación de riesgo que podía haber en esos momentos.

Debo decir que todas las edificaciones que se han hecho previniendo los sismos fueron eficientes; incluso el hospital de Pilón, que se terminó hace unos pocos años y fue construido también previniendo los sismos, con un sistema de construcción que le permitiera resistir un fenómeno de esta naturaleza, está perfectamente bien, la estructura no sufrió nada; algunos falsos techos, cosa que no tiene mucha importancia, se afectaron. También parecía como que se produjeran grietas entre las columnas y las paredes; pero es que el edificio está construido así, tiene como unas válvulas de seguridad en que, precisamente, al producirse el sismo, protegen la edificación, después las vuelven otra vez a resellar. Eso asustó al personal, al director del hospital, a los compañeros de allí, y de una manera correcta, si apreciaron que tenía peligro, decidieron evacuar a los enfermos. Después, cuando llegaron los especialistas, vieron que era todo lo contrario, había funcionado a la perfección.

Debo decir que, por ejemplo, de más de 400 viviendas que se construyeron a raíz de unas inundaciones que ocurrieron hace algunos años, en Media Luna, ni una sola se afectó, y las construcciones que se hicieron como debían hacerse no tuvieron afectaciones. Las afectaciones principales las tuvieron las edificaciones más antiguas o viviendas por cuenta propia; pero, incluso, las viviendas por cuenta propia que se hicieron siguiendo las normas técnicas, no antisísmicas sino de acuerdo con las normas generales, no sufrieron prácticamente, sufrieron aquellas en que había violaciones de las normas en las construcciones.

Ahora, fue fuerte, sobre todo se sintió fuerte porque parece que el alcance de un sismo de este tipo o los efectos que se perciben están en dependencia de la profundidad. En 1976 hubo más o menos uno de la misma magnitud, pero a 10 kilómetros de profundidad, no llegó muy lejos; este fue a 30 kilómetros de profundidad, donde estaba el epicentro, y en esos casos —según explican los especialistas— se extiende, llega mucho más lejos el efecto.

Hay una niña que tiene una fractura, esa estaba en una mata de mango y el terremoto la hizo caer.

Debo decirles algo más: El faro de Cayo Cruz tiene un recipiente con azogue que forma parte de sus equipos, tenía varias decenas de libras de azogue, y por el movimiento se vació totalmente. Es como si usted tuviera un vaso con un líquido por la mitad, si usted lo inclina 45 grados puede ser que no se bote; no es que se haya inclinado 45 grados el faro, pero parece que las vibraciones fueron tales que se botó el azogue que tenía el recipiente aquel. Le hizo cierta grieta también al faro, que fue construido en 1871 según tengo entendido.

Pero vean cómo de una mata alguien cayó, y en el faro se botó el azogue; la gente vivió todas esas vibraciones y tuvo una fuerte impresión.

En general, el comportamiento de la gente fue excelente, está muy organizada en todos aquellos lugares. Funcionó el Poder Popular, los consejos de defensa, es que están organizados desde antes y saben todos lo que tienen que hacer: se ponen debajo de una viga o salen. Y muy serena, en general, la población de esos lugares que más se afectaron con el sismo, un comportamiento excelente y un estado de ánimo muy ecuánime.

Les explicaba que había una necesidad moral de hacer ese viaje, dije: ¿Qué hacemos? No quería dilatarlo más y se me ocurrió entonces la idea de pedir que ustedes extendieran un día más la reunión, era la única solución del problema. Tuve que hacer un programa muy intenso por allá, de todas formas, para participar en el evento. No es que fuera necesaria mi presencia durante todas las discusiones, porque aquí estaban los compañeros que tenían que estar presentes y todo lo que ustedes dijeron se recogió; mi obligación con ustedes era moral, aparte de sentimental, yo quería estar con ustedes (APLAUSOS); tenía un gran interés en esta reunión, sobre todo en sus frutos. Como explicó Gómez, realmente se convirtió en una especie de congreso y eso queríamos nosotros, que este encuentro se convirtiera en una especie de congreso.

Debo decir, antes de proseguir, que realmente me emocioné mucho cuando entré a esta sala y los vi a ustedes. No sabía que tenían esos pulóveres verdes o negros que les asientan muy bien (RISAS). Me emocioné, pasaron rápidamente por mi mente estos 20 años desde el momento aquel en que se organizó el contingente, y parecía algo irreal, algo increíble que, al cabo de 20 años, estuviera este plenario lleno de miembros del primer contingente del destacamento; era algo que parecía una especie de sueño, sobre todo, cuando uno sabe que un porcentaje altísimo permaneció en el sector de la educación, altísimo, las cifras están por ahí. Claro que a algunos se los han llevado: el Partido se llevó alguna gente, donde hay calidad se busca la calidad; pero creo que algunos de estos compañeros también han estado presentes aquí. No es que no fueran fieles, sino que los llamaron para cumplir otras tareas.

Aquí se mencionó el caso, incluso, de un compañero que es presidente de un consejo popular. He visto que cuando van a escoger a los presidentes de los consejos se quieren llevar a los mejores. Sé de algunos científicos que se los han llevado para presidir el consejo popular y he protestado, no he dejado de protestar. Digo: "Compadre, si pueden encontrar otro que no esté haciendo esa tarea."

Es altísimo el número de los participantes, creo que fueron 907 los que se graduaron y han estado presentes 787; aunque entre estos hay algunos que ya no están en la educación, pero no son muchos. También es alto el número de los que están en otras tareas de la propia educación. Hay un número que son profesores universitarios, 184 creo que son profesores de los institutos pedagógicos, están por todas partes.

A Robertico lo tenemos en el Buró Político del Partido, así que esto da idea de qué ha ocurrido.

A uno le pueden decir que en el destacamento son tantos y han permanecido tantos; pero verlos a todos juntos así, al cabo de 20 años, con el espíritu que ustedes portan, el entusiasmo de ustedes, las convicciones de ustedes, la lealtad de ustedes a la educación, al país, a la Revolución, es algo que impresiona. Así que no tiene nada de extraño que todos hayamos vivido las emociones de estos minutos del encuentro.

He tratado de conocer el desarrollo de la reunión. Desde el mismo día 28, por la tarde, ya Robertico nos había explicado, porque cuando terminaron ustedes las sesiones del primer día nosotros estábamos reunidos y le pedimos que nos contara un poco cómo habían sido las reuniones de las comisiones, qué se había discutido. Después, cuando llegué hoy a La Habana, el compañero Lage me había enviado unos resúmenes de los temas que se habían discutido en las comisiones; los temas principales, también algunos aspectos de la reunión, y como tuvieron más tiempo pudieron discutir más. Me contaron, además, que hubo una reunión en el día de hoy, a las 2:30, sobre anécdotas y cosas que les ocurrieron a todos ustedes.

Así que he recibido información condensada y numerosa, porque son muchas cosas las que se han discutido, sobre el desarrollo del evento. Creo que Gómez, nuestro ministro de educación, habló bastante de muchas de estas cuestiones, yo no tendría que repetirlas. No quisiera tampoco hablar improvisadamente de todos y cada uno de estos temas que creo que deben ser objeto de reflexión y de meditación.

Todo lo que ustedes han planteado y las ideas que han sugerido lo considero, realmente, muy valioso y de un enorme interés. Yo partía de la premisa de que difícilmente alguien pudiera saber más que ustedes de los problemas de la educación después de 20 años de trabajo en ese campo, de haber permanecido en sus puestos durante esos años en la misión que entonces les dio el país, en la tarea para la cual fueron convocados, para la cual se solicitó la cooperación de ustedes. Era difícil que un grupo pudiera tener más datos y más información directa que la que ustedes tenían, y que algún grupo pudiera ayudarnos más que lo que nos podían ayudar ustedes en nuestro noble y necesario esfuerzo por perfeccionar la educación, en la lucha por la calidad de la educación.

Por eso no me extraña nada el contenido de las discusiones, las ideas que aquí se han debatido y las sugerencias que se han hecho, llenas de sentido y de sabiduría.

Desde luego que lo más importante es el momento en que tiene lugar este encuentro y las posibilidades de que todas esas ideas se analicen rápidamente —no es cuestión de dejar esto para las calendas griegas—, que se valoren y se apliquen todas las que pueden ser aplicadas, o se expliquen cuáles pueden ser y cuáles no pueden ser, y por qué, y cuáles medidas se venían aplicando; hay una actitud muy abierta, una actitud de apertura total en el Partido, en el Gobierno, en el ministerio, para escuchar ideas y criterios, para discutir y reunir todos los factores que nos permitan alcanzar los objetivos que debemos proponernos. Por eso ningún momento mejor que este para haber realizado esta reunión.

Es imposible dejar de recordar cuando se constituyó este destacamento en aquel congreso de la juventud; estábamos ante un problema insoluble, ante una gran explosión de estudiantes de nivel medio y no había profesores. ¿Cómo resolver, si eran cientos de miles? No eran solo los que habían nacido, sino los que nacieron en cantidades grandes después de la Revolución, en los años de la famosa explosión demográfica; todos ellos pasaron por la primaria.

Entonces hicimos muchas escuelas primarias y empleamos un gran número de ciudadanos en la enseñanza que no habían estudiado para maestros; hubo que escoger estudiantes para maestros primarios, darles cursos. En aquellos primeros tiempos hubo un momento en que el 70% de los maestros primarios no eran graduados, y si era escaso el número de maestros primarios, mucho más escaso era el de profesores de nivel medio, y si es factible preparar a algunas personas para maestros primarios —aunque la enseñanza primaria es cosa muy seria e importante—, era mucho menos factible improvisar profesores para ,el nivel medio; y toda esa enorme masa entraba de repente en el nivel medio.

Por aquel tiempo veníamos construyendo en masa las escuelas de nivel medio en el campo: se construyeron cientos de escuelas de ese tipo y cientos de esas escuelas en las ciudades, ¿de dónde sacábamos los profesores? ¿Cómo íbamos a resolver ese problema? La situación amenazaba con detener todo nuestro proceso educacional, todos nuestros avances educacionales, y la idea que surgió fue esa: llamar a los estudiantes de décimo grado, constituir el contingente y aplicar el principio estudio-trabajo; es decir, estudiaban por la tarde o por la noche e impartían clases en otro horario, gente joven, capaz y revolucionaria.

Esos fueron los fundamentos de la creación del destacamento y las razones por las cuales surgió.

La compañera María de los Angeles habló de que muchos no tenían vocación, y es verdad; muchos querían hacer otras cosas y pensaron toda su vida estudiar otras cosas, seguir otros caminos y, sin embargo, dieron el paso al frente como un deber revolucionario, como una necesidad del país. Me alegro mucho de que ustedes expresen aquí que jamás se arrepentirán de haber dado ese paso y que se han sentido felices en el cumplimiento de ese papel.

Sé que muchos cuadros de la FEEM, de las organizaciones estudiantiles, muchos líderes, lo entendieron como un deber y se incorporaron al destacamento, se olvidaron de vocaciones. Hay que olvidarse de vocaciones en determinado momento y en muchos momentos de la vida para atender al deber. Así es la vocación: me gusta esto, me gusta lo otro; pero si cada cual va a ser lo que le gusta, ¿acaso va a coincidir con las necesidades del país, con los problemas que tiene el país?

Ustedes, sin vacilación, dieron el paso al frente y se incorporaron al destacamento. De manera que sé la calidad individual de cada uno de los que se incorporaron, independientemente de que había algunos —como expresó la misma compañera de Pinar del Río— que sí querían estudiar, sí querían esa carrera; muchos se hicieron profesores y se hicieron buenos profesores.

Yo estaba encantado con la clase de Mariano aquí y me habría gustado saber si él entonces pensaba ser profesor o no pensaba serlo (Responden que no). No pensaba serlo y miren qué buen profesor, que nos dio una clase magistral aquí a todos, nos enseña mucho. Realmente, resultó muy agradable y demuestra cómo puede desarrollarse un gran profesor de quien no había pensado serlo, porque la voluntad es lo fundamental, y la vida a cada uno de nosotros nos ha asignado una tarea y la hemos tenido que cumplir. Eso ocurrió con ustedes. Pero la cantera fue excelente, de ahí que para nosotros las ideas que ustedes pudieran expresar tienen un enorme valor.

Me quedé pensando qué teníamos que hacer en el futuro. No me dio tiempo de preguntarle a Robertico su opinión sobre los demás contingentes. Me daban deseos de que todos los años se reuniera un contingente cuando cumpliera los 20 años; pero pensando en el período especial, y sin saber cuántos son los otros ni cuántos están, yo decía: lo más ambicioso es que todos fueran cumpliendo sus 20 años y se fuera discutiendo con ellos.

Pienso que algo hay que hacer con cada contingente cuando cumpla sus 20 años, pero por lo menos algo especial con los tres primeros, como se hizo con ustedes. Creo que pudiera pensarse, el próximo año, hacer lo mismo con el segundo, y por lo menos hasta el tercero; se comprende que no podemos comprometernos con todos (APLAUSOS). Y con los otros si no un congreso, Robertico, calculando cuántos son, porque hubo contingentes numerosos: cuántos están en la educación, qué hacer si no a nivel nacional por lo menos a nivel provincial, algún evento de conmemoración de los 20 años; pero hacerlo nacional con los tres primeros —hemos hecho este—, y volver a repetir con los dos restantes ya con más tiempo y volver a recoger las ideas, porque los otros tienen que haber acumulado también mucha experiencia. Podemos analizar con ellos lo nuevo que vayamos haciendo, las nuevas medidas que vaya aplicando el Ministerio de Educación, y pedirles sus criterios.

Creo algo más, igual que ustedes ven que se reúne el batallón tal de Girón, a cada rato yo veo en el periódico, por ejemplo: "Reunión del batallón 412" de Girón, que se reúnen.

Claro, la enseñanza es diferente de la guerra, porque en la guerra mientras más tiempo pasa menos guerreros se cuentan, son los viejos guerreros, ya han perdido fuerzas, han perdido energías, vienen los años; y en la educación, mientras más tiempo pasa, más saben los educadores, más experiencia acumulan, ya que no es un trabajo físico sino un trabajo mental, una acumulación de energía mental, de experiencia, lo que significa estar 20, 30 años acumulando conocimientos.

¿Quién era el que quería jubilarlos a ustedes? ¡Ah!, Mariano, precisamente, los quería jubilar a ustedes. Yo estuve viendo, hasta las edades aparecen ahí: tantos de 35, tantos de 36, tantos de 37, tantos de 38 y muy poquitos de más de 38. Así que si pasan 10 años, cuarenta y tantos; si pasan 20, cincuenta y tantos, ¿se van a retirar? ¿Quién habló aquí de retirarse? ¿Se van a retirar los que tienen más experiencia, los mejores? No puede ser que ya están pensando de verdad en retirarse, algunos de ustedes, y más con las perspectivas de vida que se abren, la prolongación de la vida, el desarrollo de nuestras ciencias médicas y nuevos métodos para prolongar la vida. ¿O es que no creemos en nuestra medicina, no creemos en los avances de nuestra ciencia?

Yo conozco a muchos profesores de muchos años que no se retiran, igual que muchos médicos. Lo más difícil es encontrar un médico que quiera retirarse; 70, 75 y 80 años todavía ejerciendo como médicos, son profesores o a última hora son consultores de una cátedra, de una facultad. Su trabajo es fundamentalmente con la mente.

Es decir que ustedes son nuevos. Vean ustedes este mismo hecho: que hayan cumplido 20 años en el magisterio y tengan menos de 40 años da idea de la juventud de nuestros profesores, porque detrás de ustedes hay, por lo menos, 18 contingentes —le pregunté a Robertico hasta cuándo se constituyeron los contingentes.

Aquí se habló de los alumnos que pasaron por las clases de cada uno de ellos; según el cálculo de Mariano eran 3 500. Claro, 907, después fueron menos, después 800, y tal vez todos no tuvieron 3 500 alumnos. No quiere decir 3 500 alumnos diferentes, quizás haya algunos que fueron alumnos de uno y los mismos fueron después alumnos de otro y de otro, no quiere decir que físicamente sumaran tantos; pero si no 3 millones, que es lo que daría un cálculo matemático de multiplicar ochocientos y tantos, más o menos, por 3 500, por lo menos 2 millones —quitando un tercio en todos esos cálculos— deben haber sido alumnos de ustedes; y si le quitan la mitad, quedaría por lo menos un millón y medio, que es una cifra realmente respetable.

Lo que habría que preguntar no es el número total de alumnos que pasó por las clases de ustedes, sino cuántos de los 42 000 médicos que tenemos, o de los 46 000 que vamos a tener ya en el verano, pasaron por las clases de ustedes; cuántos de los cientos de miles de ingenieros y profesionales, cuántos de los cientos de miles de técnicos medios que tiene el país pasaron por las clases de ustedes; cuántos de las decenas de miles de científicos pasaron por las clases de ustedes, por lo menos por las clases de este primer contingente, porque de aquellos que estaban en séptimo grado, al cabo de ocho años, muchos se graduaban en la universidad. Así que es posible que haya científicos con 12 años de graduados que hayan sido alumnos de ustedes, de todos esos que están trabajando en distintos campos de la ciencia, que tiene un desarrollo acelerado en nuestro país. Eso es lo importante, cuánta gente ha pasado.

Yo ratifico lo que dije en el congreso de la juventud: Creo que nuestra juventud es la mejor del mundo. No quiere decir que nos vayamos a sentir satisfechos, conformes con lo que tenemos, es que la comparo con las demás y la veo mejor, a pesar de todas nuestras deficiencias y nuestras fallas.

Con el mismo sistema de estudio-trabajo, aquí todo el que tiene menos de 40 años ha pasado por el trabajo físico. A pesar de eso, fue tal el impulso de la educación que, digamos, hemos corrido un riesgo, en cierta forma ha ocurrido un éxodo grande de actividades materiales hacia actividades intelectuales.

Cuando nosotros hablábamos de universalizar el trabajo era porque universalizábamos el estudio, y una sociedad no puede ser una sociedad de intelectuales, esa no puede existir. Y es terrible que se mire con desdén el trabajo físico, el trabajo manual, es terrible.

Uno ve el gran éxodo que se produjo del campo hacia las ciudades, y no solo esto, sino de ciertos trabajos a otros trabajos. Muchos los hemos podido resolver, como el de la zafra, por las máquinas, que nos han ayudado mucho, se redujo de 350 000 macheteros a menos de 60 000. Las máquinas y diversas técnicas nos ayudaron; pero, a pesar de eso, cuánta gente no tenemos que movilizar a la agricultura, aparte de los estudiantes que están en las escuelas de estudio-trabajo.

Es decir que vemos también el otro ángulo de la cuestión al surgir una oportunidad universal para todos, un éxodo grande de un tipo de actividades hacia otras muy importantes; pero todos no se pueden dedicar a ese tipo de actividades, una parte considerable de la sociedad tiene que dedicarse a las actividades manuales. Por eso la importancia de valorar en toda su dimensión, en toda su importancia el trabajo manual, de elevar esa valoración. Es importantísimo, de lo contrario, no puede haber producción, no puede haber servicios, no puede haber nada.

¿Qué consideración deben merecernos todos aquellos compatriotas que hacen ese tipo de actividades manuales? Algunas de ellas son muy duras, y algunas con una pobre consideración social.

En la educación que debemos impartirles a nuestros jóvenes, tenemos que enseñarles, en primer término, a respetar y a admirar al hombre que trabaja con sus manos. Eso es esencial.

Digo que, a pesar de eso, todo el que tiene menos de 40 años aquí alguna vez ha hecho algún trabajo físico. Ninguna otra juventud en el mundo se educó así, y por eso nuestro pueblo responde a las movilizaciones, responde a todo y tiene esos sentimientos, no teme: si hay que construir, construye; si hay que cultivar la tierra, la cultiva; si hay que agarrar un azadón para arrancar hierba, o arrancar con las manos cebolleta, lo que sea, lo hace. ¿Quién no lo ha hecho? Hasta ustedes creo que hoy por la mañana hicieron algún trabajo manual. Los querían llevar a El Paraíso, pero le recomendé a Robertico que no los llevaran tan lejos porque les iba a llevar mucho tiempo el traslado, eran muchos, y que buscaran un área más cercana para hacer el trabajo voluntario.

Creo que eso ha influido mucho en nuestra juventud y en nuestro pueblo, en sus sentimientos y en el sentido de apreciar el trabajo físico. Eso se expresa en montones de cosas.

Ayer me contaban el incidente que ocurrió hace unos pocos días con un barco de emigrantes haitianos, de fugitivos haitianos, que hace unos días por la madrugada —creo que fue el 23, dos días antes del sismo este— cerca de las costas de Pilón, después de andar al garete como siete días, es arrojado a la costa. Tuvieron la suerte que donde hay kilómetros y kilómetros de acantilados, encallaron donde hay un pequeño tramo de arena. Si llegan a chocar contra los acantilados, creo que alrededor de las 30 personas que venían en ese barco habrían perecido, no tenían salvación posible. Hubo dos niños que se ahogaron, desgraciadamente.

Era de noche, y de repente la embarcación topa con la costa. Algunos vecinos de la zona vieron un movimiento, oyeron ruidos, qué sé yo lo que se imaginaron que podía haber estado ocurriendo, e inmediatamente se activaron, como dicen ellos, todos con machetes, palos, de todo, porque no sabían, podía ser hasta una invasión lo que había por allí. Se movilizan hacia allá, descubren lo que es, rápidamente empiezan a darles ayuda a los haitianos: corren, avisan al hospital, llevan a un niño ya deshidratado que de milagro se salva en el hospital de Pilón; inmediatamente los llevaron a distintos lugares, tomaron las medidas necesarias, les buscaron leche y alimentos a los niños, les buscaron todas las cosas que necesitaban los náufragos con una nobleza que, realmente, impresiona. Son los sentimientos internacionalistas de nuestra juventud, de nuestro pueblo en general.

Hay muchos valores en los que de una forma u otra se ha educado nuestro pueblo: ese sentimiento de solidaridad, ese sentido del deber, de la organización, de la disciplina. Por eso, independientemente de todas las deficiencias, la Revolución ha podido forjar una juventud como la que tiene nuestro país.

Estamos lejos de haber alcanzado la perfección en eso, y tenemos el deber de aspirar a mucho más y a obtener un ser humano mucho mejor en todos los sentidos, porque, ¿hay alguien acaso que le pueda poner limite al camino del perfeccionamiento humano? ¿A las virtudes del hombre les puede poner alguien límite y decir: este es el parámetro que nos proponemos? Creo que hay un parámetro infinito en materia de mejorar al ser humano, y bien que lo necesita el ser humano, porque lo que uno ve en el mundo son manifestaciones de un terrible egoísmo muy generalizado en casi todas partes: egoísmos nacionales, egoísmos personales.

La sociedad capitalista enajena a los hombres, los divide, los convierte en fieras, el sistema los convierte en lobos. Nuestro sistema no crea lobos, de lo contrario, nuestro pueblo pequeñito no hubiera podido tener, en un momento dado, más de 50 000 hombres en Angola, en momentos críticos, decisivos; no hubieran pasado cientos de miles de compatriotas por el cumplimiento de misiones internacionalistas. Si nuestra sociedad creara lobos no se habrían ofrecido 30 000 maestros para dar clases en Nicaragua, y no se hubieran ofrecido 100 000 cuando asesinaron a algunos maestros cubanos en Nicaragua. Una sociedad de lobos no produce ese ser humano: un internacionalista que arriesga su vida, un maestro que arriesga su vida.

Aquí mismo estábamos hablando de varios compañeros de este contingente que dieron su vida. Pregunté a Robertico cuántos eran y me dijo que seis perdieron la vida en misiones internacionalistas, compañeros de ustedes.

Una sociedad que forma lobos no moviliza las decenas y decenas de miles de profesionales, maestros, médicos, profesores y obreros que se han movilizado voluntariamente en nuestro país para cumplir esas misiones.

Vaya usted a cualquier país capitalista y pida voluntarios para ir a las montañas de Nicaragua a dar clases allí, donde a veces tenían que caminar sobre un mulo tres días para ir a vivir allí donde estaban el campesino, la numerosa familia, la vaca —si había vaca— o el caballo —si había caballo—, y vivían todos juntos.

Son increíbles páginas las que se han escrito, y solo una sociedad como la nuestra puede crear ese hombre; la capitalista no lo crea, no lo produce, no puede producirlo.

Les he dicho a algunos visitantes que si hubieran pedido los 2 000 maestros que nosotros enviamos y hubieran buscado en este hemisferio, en todos los países, difícilmente hubieran podido reunir 2 000 maestros voluntarios, y aquí se ofrecieron 30 000. Eso no se consigue con ningún dinero, nadie por dinero hace eso, como nadie por dinero va a arriesgar su vida, apartarse de la familia y correr el riesgo de morir en tierra distante.

Estoy seguro de que nuestro país podía contar con las virtudes suficientes para movilizar más gente que todos los demás países del hemisferio juntos, incluido Estados Unidos. Si Estados Unidos, que tiene veintitantas veces la población nuestra, pide esos maestros, no reúne la mitad de los que nosotros podíamos reunir, voluntarios como íbamos nosotros, a vivir como iban a vivir nuestros maestros a todos esos lugares. Solo un sistema revolucionario y un sistema socialista como el nuestro es capaz de crear en el hombre esas cualidades.

¿Dónde está el límite, si todavía tenemos gente egoísta, si todavía tenemos gente que no es patriota, que no siente las ideas del internacionalismo, si hay lumpen, incluso, en nuestra sociedad, o egoístas, si todo ese tipo de gente existen? ¿Dónde está el límite a nuestro trabajo en la educación y dónde está el límite en nuestro trabajo de buscar el perfeccionamiento?

Por eso digo que tenemos la mejor juventud del mundo, pero tenemos que luchar muy duramente para que dentro de 10, 20, 30 años tengamos una juventud dos veces mejor, un pueblo dos veces más virtuoso. La historia demuestra que sí, que se puede, y que el hombre es susceptible de grandes méritos y de grandes virtudes, que el hombre tiene una gran capacidad de sacrificio, que el hombre es capaz de llegar muy lejos. Eso es lo que lo hace hombre, sencillamente, eso es lo que lo distingue de las demás especies vivientes. Esa es la maravillosa virtud del hombre, que es capaz de entregarlo todo, de entregar su vida, de entregarlo todo por una idea, por una causa, por un sentimiento noble, por un espíritu de solidaridad.

Eso no está solo en nuestra historia actual. Si se analiza con profundidad la historia de nuestra patria, verán qué extraordinarias virtudes las de nuestro pueblo en el siglo pasado, en sus luchas por la independencia, de qué sacrificios fue capaz el pueblo cubano en un momento dado de su historia; de manera que tenemos raíces profundas. Esas virtudes no las creó solo la Revolución, las creó nuestra historia; esas virtudes fueron las que hicieron posible la rebelión, la liquidación de la tiranía y el inicio de la Revolución; esas virtudes fueron las que hicieron posible que fuésemos el primer territorio verdaderamente libre de América. Claro que la Revolución multiplicó esas virtudes, eso es lo que ha hecho la Revolución.

Se han desarrollado también tendencias negativas, de todos esos fenómenos debemos estar muy conscientes y de cómo combatirlos.

Yo no necesitaría más testimonio que ustedes mismos para demostrar de lo que es capaz el hombre; lo que decía anteriormente, el número de personas que integraron este contingente, por qué lo hicieron, cómo lo hicieron, y cómo al cabo de 20 años son lo que ustedes son hoy. A ustedes también los formó la Revolución, los motivó la Revolución, les dio el camino, les estableció el deber, hizo de ustedes lo que son hoy. ¿Y acaso no podemos hacer de los demás lo que hoy son ustedes? ¿Acaso no podemos hacer de millones de personas lo que ustedes son?

Todo esto, sin ningún otro argumento adicional, demuestra la importancia de la educación y de lo que ustedes han discutido, la importancia de lo que ustedes han sugerido, y demuestra cómo está en nuestras manos hacerlo, aun en estos períodos difíciles, ahora más. Difícil es que podamos hacer nuevas escuelas en unos años; pero, ¿cuánto podemos hacer con el hombre, con el ser humano?, ¿cuánto no puede mejorarse nuestra educación con lo que tenemos? Es inmenso. Sí, en período especial, y en el período especial más todavía, porque permite que florezcan muchas virtudes del pueblo, ya que todos los pueblos en momentos difíciles se crecen, se multiplican y dan lo mejor de sí mismos. Es lo que dan allá aquellas poblaciones que visité y que soportaron el sismo, su valentía, su serenidad, su confianza, su gesto noble de ayudar a los náufragos, todo; en momentos difíciles trabajan más, en momentos difíciles se moviliza más gente, en momentos difíciles hay más patriotismo todavía.

Aquí tenemos un campo y un excelente ejemplo de lo que puede hacerse en período especial, con lo que tengamos, pero a partir de un recurso que no son divisas convertibles y que no es petróleo: el hombre y la mujer, el ser humano, el material humano, y con ese material humano cuánto no podemos hacer.

Se dijo aquí que las circunstancias no son iguales, y es cierto, ahora no tenemos una explosión de alumnos; ahora lo que tenemos es una explosión de maestros y profesores, sí, una explosión, y no en el sentido negativo de la palabra, quiere decir que tenemos una gran disponibilidad de maestros y profesores. Por eso empezamos a introducir el año sabático para que los maestros estudiaran; por eso hemos podido permitir que muchos maestros primarios hagan los estudios superiores, por eso ahora no ingresan en las escuelas de maestros primarios alumnos de sexto grado aprobado, sino como bachilleres; bachilleres que podrán tener una mejor o peor preparación, pero tienen más preparación que la que tenían cuando ingresaban de sexto grado, y ya no para estudiar en una escuela de maestros primarios, sino para estudiar en la universidad la licenciatura en enseñanza primaria. Eso es posible porque tenemos una reserva de maestros y de profesores.

Claro que no tenemos que seguir engrosando ilimitadamente esa reserva, y sabemos perfectamente las deficiencias que tienen; pero la situación es distinta porque ya hay una gran masa, casi 300 000 profesores y maestros, una cifra colosal, creo que ningún país del mundo la tiene en la misma proporción por habitante.

Ahora tenemos que pensar bien qué hacemos con esa masa, cuál es el empleo óptimo de esa gran masa que hemos formado, en qué nos puede ayudar en esta gran batalla por la calidad. Por lo pronto, nos ayuda mucho el poder disponer de tiempo para la superación profesional. Hay muchos, como aquí se dijo, que tienen que ser superados, a partir de evaluaciones más exigentes, más rigurosas.

Sabemos, porque tenemos los datos, de los casos calificados de regular o mal, y de bien y muy bien. Lo sabemos, no hay que asustarse por eso ni mucho menos desanimarse, hay que aplicar medidas prácticas, inteligentes.

No se puede partir de cifras formales —creo que tiene razón la compañera. No creo que alguien haya pensado partir de cifras esquemáticas. El ministerio o quienes sean pueden hacer cálculos: quiénes tienen solución o pueden superarse y quiénes no podrían superarse. Nadie puede predeterminar una cifra de los que haya que reducir o haya que darles de baja de la educación.

He escuchado que existe el criterio de que a muchos se les debe dar una oportunidad de estudiar, de superarse, porque, aunque son deficientes, son cumplidores, son trabajadores, tienen deseos de superarse; todos esos factores debemos tenerlos en cuenta.

Una de las primeras ventajas es que ya no tenemos necesidad de esa masa de ingresantes como maestros primarios o como profesores, como licenciados o como profesores; nos es posible realmente reducir esa masividad. Al reducir esa masividad —y es lo que se viene haciendo y se ha acordado—, podemos hacer una mucho mejor selección, desde luego. Es preferible tener nuestras capacidades utilizadas al 50%, y siempre habrá algo que hacer, siempre surgen posibilidades, porque no solo tienen que ser esas capacidades para formar nuevos maestros, se pueden utilizar para superar a los que están y para distintos cursos. Eso pasará también en medicina y en otras áreas universitarias.

Sí es muy correcto decir que la simple reducción de la masa no va a producir la calidad, la calidad hay que buscarla mediante un trabajo político, un trabajo revolucionario, un trabajo científico, pudiéramos decir.

Creo que ustedes van a ayudar mucho. Este mismo evento —y a medida que lo conoce el pueblo, pues se ha divulgado mucho— va a ayudar a que muchos jóvenes piensen qué papel tan digno tiene el profesor, qué papel tan digno tiene el maestro, cómo se le aprecia, cómo se le considera, y va a ayudar a que muchos piensen a partir de todos estos reconocimientos o de estas valoraciones; no se trata de un reconocimiento, sino de una valoración justa de la exaltación del papel que desempeña el profesor. Creo que eso es muy importante, el ejemplo de ustedes es muy importante, para que muchos quieran hacer lo que han hecho ustedes.

De modo que al no ser masivo podemos seleccionar mejor y lograr un ingresante con las mejores condiciones para la educación, hasta crear mejores condiciones para darle las clases y prepararlo. No importa, repito, que subutilicemos las capacidades, eso es mucho mejor; ingresar 6 000 con calidad es mucho mejor que ingresar 12 000 sin selección, no tenemos ninguna necesidad de esa masividad en estos tiempos.

La masividad conspiró contra la calidad, indiscutiblemente, y como había mucha gente que quería otras carreras y no podía alcanzarlas, iba por decantación a la educación; eso es muy malo. Nosotros tenemos que procurar que la mejor gente vaya a la educación, no simplemente un número, o evitar que vaya a la educación gente que quiera otra carrera y no la pudo alcanzar.

También en otras carreras como la de medicina venimos haciendo lo mismo, vamos disminuyendo; de un momento que ingresaban 6 000, ahora ingresa la mitad, tienen un mejor expediente, más selección para esa carrera. Es decir que al reducir la masa podemos mejorar muchísimo en la calidad, y esa es una cuestión de primerísimo orden.

Es muy malo, muy negativo que aquellos alumnos que no tuvieron oportunidad de estudiar otra carrera sean los que estudien para maestros o para profesores, para formar a nuestra juventud, para formar a nuestro pueblo. Es un desastre realmente que nos ocurriera eso. No quiere decir que todos los que ingresaban eran gente que no tuvieran calidad; muchos tenían calidad, pero otros no tenían todas las condiciones y toda la calidad requerida para ser profesores.

Ahora podemos alcanzar ese objetivo a partir de las realidades actuales y de una conciencia mucho más clara sobre la importancia de todo esto; pero hay que establecer el principio de que los mejores tienen que ir a la educación, los principios que establecimos cuando se creó el primer contingente del destacamento.

Pienso que en los primeros contingentes hubo todavía más la efervescencia aquella del destacamento, y después se fue haciendo una cosa de rutina, masiva, y ya no podía tenerla misma calidad de los primeros contingentes, o un porcentaje tan alto de calidad en los ulteriores contingentes, sobre todo después que habían pasado algunos años. Esas ideas se han debatido aquí en conjunto con las demás; decía que, sin embargo, no quería ponerme a analizar una por una cada idea expuesta.

El ministro señaló una cosa importante: los tecnológicos que estamos creando, los preuniversitarios que estamos convirtiendo en tecnológicos para la formación de obreros calificados para la agricultura, y las escuelas de oficio. Hay una serie de ideas en torno a todo eso, porque todo lo que tienda a formar gente para el trabajo manual es muy importante. Fue un paso de avance considerable los 43 preuniversitarios en el campo que pasaron a politécnicos y van a pasar otros 50 aproximadamente; él dice que será 40% de preuniversitarios y 60% para otras enseñanzas. Uno escucha el 40% y le parece alto todavía, pero ya es un cambio de proporción.

No voy a repetir la importancia de muchas cosas señaladas aquí, como la cuestión del ejemplo del profesor, su participación en las actividades productivas en las escuelas, todo eso; lo que significa moralmente la conducta ejemplar del profesor, aquí algunos lo señalaron entre las virtudes que reclamaba Mariano, la cuestión de la ejemplaridad. Pero, también, ¿cómo se consigue la ejemplaridad? Por decreto no se consigue, se consigue con trabajo, con una motivación.

Conozco una escuela —le debo una visita— que se llama "Ciro Berrios", es un preuniversitario que está cerca de Güira de Melena y de un campamento que se llama El Mamey, donde hay trabajadores de San Miguel del Padrón. Allí estaban los fundidores —y ese es un trabajo durísimo— recogiendo papa que se había sacado con tíller, porque el terreno húmedo impedía usar las máquinas; era muy abnegado el trabajo para recoger la papa en esas circunstancias. Les pregunté a ellos qué era más duro, si su trabajo de fundición o recoger la papa en aquellas condiciones, y sin ninguna vacilación me dijeron: "Este trabajo es más duro."

Por aquellos días, en que había una situación crítica y se podía perder mucha papa de aquella, algunas escuelas, entre ellas esa, cerraron y durante tres días se fueron los profesores y los alumnos a recoger papa de esa forma. Y lo más interesante es que trabajaron a la par de los fundidores, y los fundadores hablaban con admiración de la escuela, de sus profesores y de sus estudiantes. Aquellos estudiantes estaban sublimados y se convirtieron en un modelo al calor de los problemas, de las batallas, de las cosas adversas. Hubo gente que supo entusiasmarlos, hubo gente que supo dirigirlos; circunstancias que se presentaron que no eran las rutinarias. El peor enemigo que podemos tener es la rutina, eso nos hizo mucho daño en todo; pero allí mismo está el ejemplo.

Yo les pregunto a las empresas: "Díganme, ¿tienen alguna escuela como esta?" "Sí, tengo una como esta." "¿Y la otra?" "Bueno, la otra no es cómo esa, es diferente." "¿A qué se lo atribuyes?" "Bueno, el cuadro, la dirección." Hay un montón de factores que influyen en esas circunstancias.

Digo: Todas las escuelas tienen que ser como la mejor. ¿Por qué esta es la mejor? ¿Qué hay que hacer para que todas sean como esta?

Desde luego, hay otras influencias que he observado muy importantes, las de los Contingentes y de los movilizados entre los estudiantes; siempre que se han asociado a un campamento de estos ha mejorado el espíritu de los estudiantes, de los profesores, de todo el mundo.

Claro, creo que algo se habló de eso, no todas las empresas tenían la misma conciencia, había paternalismo. La compañera de Pinar del Río recordó lo que yo mencioné —no sé si fue en el congreso de la ANAP o fue en un acto que tuvimos el 29 de abril— sobre el paternalismo, sobre las normas aquellas. Eso mismo que ella dice que le pasó con la niña yo lo he visto, que los muchachos terminaron una norma bajísima y se pusieron allí a corretear, caminar y a divertirse por el campo porque ya habían terminado la norma, porque era una norma muy baja.

Por ahí había, incluso, un librito. Tremenda discusión tuve con un director de granja, porque le digo: "¿Por qué les pusieron esa norma tan insignificante que esos muchachos jugando en cuatro horas la hacen?" "No, es la que está en un librito." Digo: "¿De qué librito tú me estás hablando?" Porque creo que había un libro de unos acuerdos entre la agricultura y educación, que señalaba las normas que tenían que hacer. Digo: "Olvídate de todos los libros, aquí no hay libro de ninguna clase. No me fastidies hablándome de libros." Le hice una crítica fuerte por hablarme de eso, le eché —como se dice vulgarmente— una descarga por haberme sacado un librito (RISAS); miren qué cosa.

Dije: "Si un muchacho de esos tiene energías para cansar a 10 adultos, tiene que estar haciendo algo porque se lo exige el organismo, la naturaleza, y ustedes con ese paternalismo de que les da lástima y le ponen una norma insignificante." Y ya ese librito se había abolido, se había erradicado, aquel director de granja no sabía que ya no había ni libro, y está hablando de un librito; inventamos cosas increíbles, burocráticas, esquemáticas —como dirían ustedes o no sé cómo las llaman—, disparates, chapucerías que realmente bloquean la iniciativa, bloquean la capacidad de la gente. Todo eso ha pasado.

He visto mucho en el campo, sobre todo en el campo y especialmente en La Habana, grandes cambios en las escuelas, aunque todas no son iguales; y tiene que luchar educación, tiene que luchar la agricultura, tiene que luchar el Partido, tiene que luchar todo el mundo para que se tomen de modelos las mejores escuelas, y esas mejores escuelas les tracen las pautas a todas las demás.

Pero ha habido una mejoría, lo he observado, en las escuelas en el campo en esta provincia; sin embargo hay que luchar mucho contra todas esas tendencias, todo ese paternalismo, y la gente responde.

Recuerdo que en el acto del 29 planteé que cómo era eso, que cómo íbamos a tener el Primero de Mayo y no se iba a trabajar, ya todo el mundo tenía planeado todo —los directores, no los trabajadores—, trabajar solo hasta el mediodía; pues todo el mundo decidió trabajar el día entero el Primero de Mayo. Después venía un domingo y estaban atrasadas las siembras y la gente respondió; después vino el Día de las Madres, bueno, ya eso era inevitable, pero mucha gente se quedó en los campamentos y trabajaron ese domingo Día de las Madres para recuperar los atrasos.

En realidad, cuando se le pide a la gente, más que exigirle lo que hay es que pedirle a la gente y sabérselo pedir, lo mismo a un estudiante, a una escuela, al otro, demostrarle la importancia que tiene lo que está haciendo, se obtiene lo que se quiera. Hay que saber criticar, los compañeros de la FEU lo saben; los estudiantes universitarios han tenido un comportamiento ejemplar, pero hay algunas facultades aisladas que no lo tenían tan ejemplar, tan pronto nosotros lo conocíamos se lo decíamos y ellos discutían.

Señores, no se sabe cuánta energía o cuánta fuerza tiene la vergüenza del hombre y, en general, no sabemos utilizar ese recurso fabuloso que es la vergüenza y el sentido de la dignidad de los hombres. He visto algunas de esas facultades que el año pasado estuvieron flojas y este año se la comieron —para emplear una palabra también popular, no sé si ustedes me van a criticar por eso—; un cambio radical a partir de una crítica al colectivo. Hay que saber, estar informados, cuando andan mal qué hay que hacer.

Creo que un síntoma de cómo mejora este espíritu de trabajo y este espíritu patriótico lo dan los estudiantes universitarios: de medicina y farmacia solo se movilizaron como 6 000 en una quincena en la provincia La Habana y trabajaron excelentemente bien. En general, las facultades universitarias han trabajado excelentemente bien, y creo que hay un gran movimiento para el verano con las brigadas de trabajo. Es decir, los estudiantes universitarios están incorporándose masivamente, ya no solo esas movilizaciones quincenales a lo largo del año, sino también a las movilizaciones más duras todavía, que son en los meses de verano.

Hay un auge del espíritu del trabajo, y sé que es una de las cosas que han planteado ustedes debe rescatarse. Más que de rescate hay que hablar de llevarlo a los niveles más altos que nunca, porque no se perdió todo, puede haber habido momentos mejores y otros peores; pero los criterios docentistas, puramente docentistas empezaron a prevalecer, prevalecer y prevalecer, y casi a mirarse con desprecio el trabajo manual. No bastaría rescatar los mejores tiempos, hay que superar esos mejores tiempos que hayamos tenido y llevar a niveles superiores de calidad también esta conciencia y el espíritu de trabajo.

Sé que entre los temas que ustedes discutieron —y quizás sea el último que aborde— es el importantísimo tema de la enseñanza de la historia y de la transmisión de valores. Creo que es muy duro y muy triste que se haya producido el fenómeno de la subestimación o casi el olvido de la historia; ese es un fenómeno también espontáneo, una tendencia, realmente, muy negativa derivada de una serie de factores que no vendría al caso analizar aquí.

Nosotros siempre veíamos con una gran preocupación esa subestimación de la historia del país. Bueno, se estudiaban otras historias de otros países y se sabía más de la historia de otros países que la de nuestro propio país. Se sabía muy poco de América Latina, que es nuestro hemisferio, el área del mundo a la cual pertenecemos y con la cual tendremos que unirnos en el futuro; se habla de integración y cómo se puede avanzar por el camino de la integración si nos ignoramos unos a otros, si todos los pueblos de América Latina se ignoran unos a otros, si ignoran su propia historia.

Nosotros no podemos perdonarnos ignorar no ya nuestra historia, sino incluso la historia de América Latina; nosotros no nos podríamos perdonar ignorar siquiera la historia del mundo porque están asociadas. Seríamos incompletos, estaríamos mutilados desde el punto de vista cultural si ignoramos la historia del mundo. Esas tres historias tienen que estar muy presentes.

Ahora, la historia de Cuba es una fuente inagotable de valores que deben y pueden ser trasmitidos. En las luchas por su independencia pocos países tienen una historia tan hermosa como la historia de Cuba, por las condiciones en que se libraron tan difíciles, cuando la población de este país era muy pequeña luchando contra cientos de miles de soldados españoles en la guerra del 68, en la guerra del 95. En la Guerra de los Diez años hay un caudal infinito de valores que deben conocerse y deben trasmitiese; en la guerra del 95 hay un caudal infinito de valores que deben conocerse y trasmitiese.

Creo que lo mejor que tiene nuestra Revolución es que une dos tipos de valores: los valores patrióticos, los valores de la nación, los valores de la lucha por la independencia, los valores encerrados en el heroísmo y la abnegación de nuestro pueblo, en sus hechos, en sus virtudes, y los valores que nos aportó el socialismo, que nos aportó el marxismo-leninismo, que nos aportó el internacionalismo. Creo que eso es lo más fabuloso, que seamos capaces de unir todo lo de nuestro país con esos valores que nos trajeron las ideas más completas sobre la sociedad humana, sobre la justicia social, la verdadera igualdad, la verdadera fraternidad entre los hombres.

En nuestras luchas por la independencia no era posible todavía recoger esos valores, porque nuestros antecesores recogieron los valores más altos de aquella época. Estas generaciones han recogido los valores de aquella época que siguen teniendo una extraordinaria vigencia, y los unieron a los nuevos valores de esta época; porque hoy día no se podría hablar solo de patriotismo, de independencia y libertad en medio de una sociedad de explotación, en medio de una enorme y cruel desigualdad.

No puede haber patria si no es una patria para todos, como la quería Martí, porque Martí no empleó el concepto con sentido marxista, pero sí con un profundo sentido de justicia y de igualdad entre los hombres cuando hablaba de la patria de todos y para el bien de todos. ¿Qué significa el bien de todos? ¿Acaso el bien de los latifundistas, de los terratenientes, de los grandes ricos, de los grandes magnates y nada para el hombre humilde, el hombre del pueblo? ¿Cómo puede haber el bien de todos con discriminación de la mujer o la discriminación racial, con la explotación del hombre por el hombre? Pero esas ideas no estaban desarrolladas todavía, esa conciencia no estaba formada a fines del siglo pasado.

Qué era el imperialismo no lo sabían bien todavía los cubanos, lo aprendieron después, el fenómeno del imperialismo que empezaba ya a insinuarse en toda su dimensión. La guerra de intervención de Estados Unidos en Cuba fue la primera guerra imperialista en el sentido moderno de la palabra; pero los cubanos todavía no sabían bien, realmente, lo que era eso.

La Revolución suma ya todos estos valores. Si usted suma todos esos valores los multiplica, los potencia, tiene una ideología mucho más completa, mucho más acabada. ¿Pero qué ideología internacionalista podemos tener, o idea de justicia social, o idea del socialismo, si olvidamos nuestras propias raíces históricas, si olvidamos el camino seguido para llegar hasta aquí, si olvidamos todo lo que dio lugar a esto? ¿O es que Carlos Manuel de Céspedes, o Ignacio Agramonte, o Máximo Gómez, o Maceo, o Martí, no tienen nada que ver con la Revolución socialista? ¿Qué habría sido de nuestra patria sin el camino emprendido por ellos? Nos habrían vendido algún día a Estados Unidos, seríamos un territorio yanki, no habría nación cubana, no habría patria cubana, no habría Cuba independiente. Y verdaderamente que es terrible cuando uno se imagina que estuviéramos como en Los Angeles, o peor que en Los Angeles, donde acaban de suceder todas esas cosas que ustedes conocen, que nosotros fuéramos como en otras partes, un gheto imperialista.

Nosotros no tendríamos nación, no tendríamos independencia sin la lucha de aquellos hombres, ¿cómo ignorarlo? ¿Y por qué todo el énfasis y el acento que pongamos en el marxismo-leninismo tiene que llevarnos a ignorar las raíces de nuestro país, el camino heroico y glorioso seguido para llegar hasta aquí, para poder llegar a hacer esta síntesis? Desgraciadamente eso ocurría y nos duele mucho, y lo consideramos una tendencia sumamente negativa. Y no es ahora, ya venimos hace algún tiempo, desde que tomamos conciencia de estos problemas, luchando por revertir la situación.

En una reunión hace algunos años con los compañeros de la FEU hablamos de estos temas, y no de este en particular sino en general, hablamos de la cultura, de la historia en general, y entre ellos, por supuesto, también de la historia de Cuba.

Creo que lo que se dice de la historia de Cuba, esa tendencia a olvidarla es aplicable a la historia latinoamericana que, desde luego, nunca tuvo gran vigencia en nuestro país, no se conocía, pero que la Revolución no podía ignorar.

Creo que lo que se dice con relación a esa subestimación hay que decirlo con relación a la historia universal.

Incluso pedí que me dieran algunos volúmenes de historia antigua escritos desde el punto de vista socialista, para ver cómo era la historia aquella, si era inteligible, y realmente encontré algunas cosas buenas, aunque un poco fragmentadas, de partes de la historia.

En aquella ocasión nosotros le sugerimos al Ministerio de Cultura y a las organizaciones encargadas de la impresión de los libros, una serie de títulos a imprimir, obras clásicas de la historia, obras clásicas del pensamiento filosófico, obras clásicas en distintos campos que no aparecían por las librerías, por las bibliotecas, o de las que podían estar en algunas bibliotecas contados ejemplares.

Yo diría que hace falta un conocimiento integral de nuestra historia, un conocimiento integral de la historia de América Latina, un conocimiento integral de la historia universal. Pero diría algo más: hace falta una cultura universal e integral, sencillamente. No se trata de un problema concreto relacionado con la historia. Nosotros tenemos que pensar qué hacer y qué debemos hacer para desarrollar esa cultura integral.

Desde luego, nosotros necesitamos buenos textos en nuestras escuelas, tenemos que obtenerlos de una manera u otra y lo más rápidamente posible.

Los textos deben servirnos, simplemente, para despertar la curiosidad y el interés del estudiante y orientarlo. Esos conocimientos verdaderamente integrales de que hablo, deben recibir su base en la escuela, pero tienen que adquiriese a lo largo de la vida, no hay otra forma, es imposible.

Luego, necesitamos libros, y nosotros con algunos compañeros de la FEU y de la juventud estamos analizando toda una lista de textos. ¿Cuántos serán? Quinientos, 600, tal vez 1 000 títulos que, a nuestro juicio, todo ciudadano de este país tiene que conocer de una forma u otra, tiene que leérselos; y no se los va a leer en seis meses ni en un año, pero tiene que tener la posibilidad de saber que existen, de qué tratan. Por supuesto que los profesores los necesitan, en particular los profesores de historia, para ir a consultar, para ir a investigar, así como también los profesores de literatura.

Creo que nosotros tenemos que convertir a cada ciudadano en un investigador de la historia y de la cultura en general, porque es la única forma de alcanzar estos objetivos. Considero que en la escuela hay que darle la base y despertar el interés, y que la sociedad debe brindarle oportunidad de ser un investigador, un conocedor.

Cuando el afán de saber se despierta, es también inagotable, es infinito, y la persona que no tenga afán de saber pierde una de las cosas más hermosas de la vida, una de las oportunidades más extraordinarias de la vida de cualquier ser humano y, quizás, uno de los más grandes placeres que puedan disfrutarse.

No debemos olvidar la sociedad en que vivimos, una sociedad tecnológica, de medios masivos de comunicación. Si uno se pone a pasar revista a la cantidad de películas que se editan en el mundo para ser vistas en los famosos videos, se horroriza, porque hay tal cantidad de disparates y de cosas enajenantes, que uno se pregunta qué cultura puede adquirir un ser humano simplemente viendo programas de televisión y de videocasete. Y sin espíritu de Criticar a ninguna televisión, la televisión es un arma terrible. Puede servir para cosas muy buenas, para educar, para enseñar, la imagen gráfica tiene un gran valor pedagógico bien empleada, no hay duda; pero, realmente, el empleo que se hace en el mundo de la televisión es tal que lo que produce son ignorantes, gente de una cultura superficial y gente enajenada, por ese uso comercial que se hace de los medios masivos de divulgación.

¿Qué ocurre en casi todas partes del mundo? Los adolescentes se pasan cuatro y cinco horas frente al televisor, no estudian. En otras épocas la gente estudiaba más y llegaba a adquirir una cultura más profunda, porque tenía que leer muchos libros; aun en esta época, quien sepa descubrir el valor de los libros, digo la verdad, no cambia un libro por la televisión, no lo cambia.

Hay personas a las que nos cuesta mucho trabajo dejar un libro por una buena película, sin subestimar las buenas películas, que hay que verlas; pero cuando usted se apasiona con un libro y ve todas las riquezas que tiene le cuesta mucho trabajo dejar el libro para ver una película el día que esté libre.

Las películas enseñan muchas cosas, pero lo que trae el libro, el contenido del libro, las riquezas del libro, no puede aparecer en las películas; incluso, aquellas películas en que se pretende expresar el contenido de las mejores obras, son muchas veces caricaturas de las mejores obras, y si alguna quieren que se parezca un poco, es supercostoso.

Podemos poner un ejemplo de una película conocida, "La guerra y la paz", una gran película, fenomenal, dura cuatro o cinco horas. Esa película se puede ver dos o tres veces. ¿Cuánto costó, y cuántos miles o decenas de miles de personas participaron? Quien haya visto tres veces "La guerra y la paz", no cambia una sola lectura del libro por las tres veces que vio la película. No hay comparación entre el libro y la película, si se quiere saber lo que realmente pasó en aquella época, cuáles eran las costumbres, cómo pensaba la gente, cuáles eran los acontecimientos.

A veces, por alguna experiencia personal, uno ha podido apreciar el valor del libro, y nosotros tenemos que rescatar el valor del libro y el amor a la lectura.

Sí, hemos hecho un montón de bibliotecas, quién lo niega, tenemos los módulos culturales en todas partes; pero, ¿cómo son nuestras bibliotecas, qué textos tienen, cuántos tienen, qué costumbre tenemos de leer y de estudiar, y cuánto tiempo no pierde la gente hoy en otras cosas que son evasivas, o simplemente recreativas?

No hay nada más recreativo que un libro y, a la vez, enseña mucho.

Nosotros tenemos que apoyarnos en el libro si queremos alcanzar esos objetivos de las distintas historias y de conocimientos generales, incluida la literatura. No hay que estar leyendo todos los libros que se publican en el mundo, son cantidades fabulosas, pero hay que saber seleccionar esos libros; si no podemos situar 10 000 títulos al alcance de nuestro pueblo, tenemos que saber que hay 800, 900, 1 000, por lo menos, que no pueden faltar en ninguna biblioteca y que tenemos que comprarlos o tenemos que imprimirlos, lo que resulte más razonable. Imprimirlos resulta mucho más favorable ahora que las divisas convertibles escasean tanto, ahora que tenemos problemas tan difíciles en la economía. Si podemos imprimir con lo que tenemos, e imprimir nos cuesta la mitad, debemos imprimir los libros, como regla, aunque no es fácil imprimir 1 000 títulos.

El otro día estábamos discutiendo en el Buró Político ese problema, la conveniencia de elaborar un programa de impresiones con estas características.

Realmente el que quiera saber, el que tenga una valoración correcta del problema del saber y de los conocimientos, no se puede sentir feliz el día en que no aprenda algo nuevo. No importa la edad, sea joven, sea gente de edad madura, sea gente de muchos años. Creo que hasta el último día de la vida hay que estar aprendiendo, y el día que no se aprenda algo nuevo es un día perdido para el ser humano; su vida se limitó, su vida se disminuyó el día en que no aprendió algo nuevo. Por eso hay que leer aunque sea media hora, el día en que no pudo más, si no pudo una hora, o dos o tres; hay que arreglárselas, tiene que aprender, la autopreparación, como dicen ustedes, o el autoestudio, no sé cómo le llaman, aunque más bien podía decirse autodidaxia. El hombre tiene que superarse.

Una de las cosas que tiene que lograr la escuela es enseñar a estudiar, a ser autodidacto, porque la inmensa mayoría de los conocimientos no los va a adquirir en la escuela; en la escuela va a adquirir las bases, en la escuela tiene que aprender a estudiar, tiene que aprender a investigar; en la escuela tienen que introducirle el virus del deseo y de la necesidad de saber.

Ustedes hablaban de transmisión de valores y no me explico cómo se puede llegar a trasmitir cabalmente los valores sin estudiar y sin leer.

Si usted no conoce la historia de Cuba no podrá jamás sentirse inspirado en los extraordinarios ejemplos de nuestros patriotas de la guerra del 68 o del 95, esos son unos personajes fabulosos. Estudiar historia es una forma de adquirir valores, es una forma de inspirarse en aquellos hombres que fueron, realmente, ejemplares.

Si hablamos de la ejemplaridad de un profesor y su influencia, piensen ustedes en el valor de la influencia de todos los hombres destacados de la historia de este país. Y cuando usted conoce un ejemplo de heroísmo recibe la influencia de ese ejemplo, un ejemplo de patriotismo, un ejemplo de valentía, un ejemplo de tenacidad, un ejemplo de firmeza, un ejemplo de desinterés.

¿Quién no se conmueve ante un caso de desinterés supremo? ¿Quién no se conmueve ante una persona que es capaz de dar la vida por los demás? ¿Quién no admira a una madre que por su hijo da su vida, o le da un riñón, o le da un pedazo del hígado si tiene que dárselo para salvarlo, o de su médula? ¿Y quién no admira aún más a aquel que, sin ser hijo, ni padre, ni madre, es capaz de dar cualquier cosa por los demás, es capaz de dar la vida?

El buen ejemplo influye en todas las cosas, no solo en la escuela, influye en la historia, influye en la sociedad. Ignorar la historia es perder una fuente inagotable de valores, es perder una posibilidad infinita de trasmitir valores. Y nosotros debemos crearle al pueblo esas oportunidades; no debemos parar hasta que no logremos tener esas posibilidades al alcance de todos.

Yo diría que esos buenos libros debieran ser tan prioritarios como la cuota que nos toque cada mes, como el pan, como la vianda, como la leche, como el alimento; porque hace falta en período especial y en toda época no solo alimento material sino también alimento espiritual. No podemos renunciar al alimento espiritual y tenemos que seguir analizando cuánto cuesta el papel y cuánto cuesta una impresión de 10 000 volúmenes.

Sería imposible que imprimiéramos miles de millones de libros para que cada uno tuviera en su casa de cada título; pero no debe haber una universidad —estamos haciendo alguna cosa en esa dirección—, no debe haber una escuela, no debe haber una sola biblioteca, no debe haber una sola comunidad que no tenga esa selección de libros donde se recojan las mejores obras de la humanidad, los más importantes e interesantes libros de la humanidad que nos den una idea clara del mundo en que hemos nacido, en que hemos vivido, y cuál es la historia del ser humano, ese género al que pertenecemos nosotros; una colección de libros que encierre las mejores creaciones del intelecto del hombre.

No hablo de 20 000 ni de 10 000, hablo de 1 000 títulos y tal vez menos, pero al alcance de todos, y que dondequiera que estén ustedes, maestros, puedan alcanzarlos.

Porque esto no es solo para la historia, creo que los profesores de física tienen que conocer de historia también y tienen que tener una cultura integral, si no la física no tiene sentido; la física sola, abstracta, digamos, o apartada de la sociedad, apartada de la historia y de la vida del hombre, ¿qué es? No se puede sentir uno feliz conociendo solo física, o solo química, o solo matemática, o solo medicina; es incompleto el hombre si no conoce lo demás.

No digo que salga bachiller conociendo todo eso, pero debe ser bachiller o técnico medio, o lo que sea, sabiendo cuáles son las obras fundamentales y dónde están las fuentes fundamentales de conocimientos generales, incluidos los políticos. Es imprescindible que se conozcan esas fuentes para que toda la vida se estudien.

De la historia de Cuba hay magníficas obras, de nuestras luchas por la independencia y algunas posteriores también, y son de un interés enorme porque uno llega a conocer los personajes. Y les recomiendo —cuando lo editen, creo que hicieron una edición fuera de Cuba— "El diario perdido" —como le llama Eusebio Leal, su recopilador e introductor—, de Céspedes; es una cosa dramática, muy humana, y nos ayuda a conocer nuestra historia, no solo con sus grandes cosas, sino también con pequeñas cosas que son dolorosas, son tristes. Les recomiendo para que vean un poco el drama aquel del cual hemos oído hablar.

Cito este caso porque hay muchos libros. Hay un libro sobre la república que nace a partir de 1902, una historia de cuando la llamada independencia de Cuba, que uno siente dolor que cada cubano no la haya leído y no la haya interpretado. Se llama así, "La República", de Julio Le Riverand, magnífico libro que cuando uno lo lee se llena de indignación, de rabia, incluso, al ver lo que nos hicieron.

Quien lee sobre el período histórico entre 1898 —cuando se produce la intervención— y 1902, se llena de rabia y de indignación. Cuando uno ve cómo los yankis ignoraron nuestro gobierno en armas, ignoraron a nuestro pueblo en armas, intervienen, nos desconocen, hacen la paz con España que entrega a Cuba en manos de los yankis, uno se llena de rabia y de indignación. ¡Cómo nos ultrajaron!

Cuando uno piensa que un día los soldados del Ejército Libertador tuvieron que ir a entregar sus fusiles por 75 dólares, y ve cómo desapareció aquel ejército que era garantía de nuestra independencia, que había luchado tantos años, y piensa que aquellos hombres tan heroicos tuvieron que pasar por esa humillación de entregar el fusil para recibir 75 dólares, uno se llena de curiosidad por saber cómo fue posible que eso ocurriera. Y, vuelvo a repetir, uno se llena de rabia y de indignación cuando conoce todos aquellos episodios: la desmovilización del Ejército Libertador, la entrega de las armas, la Enmienda Platt, la intervención diaria del imperialismo a lo largo de la república.

A uno le duele que en momentos como este no se conozca todo eso, porque entonces el revolucionario se siente más revolucionario, el convencido se siente más Convencido y hasta el más frío, si tiene un átomo de patriotismo, se indigna y tiene idea de la tarea que estamos haciendo ahora, de la gran misión histórica que cumple nuestro pueblo ahora en este período especial, y los valores que está defendiendo, y cómo vale la pena todo, y lo que en otros tiempos hicieran los cubanos por tener esa patria y por tener esa independencia, y cómo se vio miserablemente burlada esa esperanza y esa posibilidad.

Esas cosas tenemos que conocerlas. ¿Cómo podemos ser revolucionarios sin conocer esas realidades, sin conocer todo aquello que nos da rabia y nos da indignación, que nos permite conocer al enemigo y saber cómo actuó siempre a lo largo de la historia, y qué es lo que quiere hacer ahora?

De modo que estudiar la historia y estudiarla a fondo es quizás el instrumento más extraordinario de que dispongamos para trasmitir valores, sentimientos patrióticos, sentimientos revolucionarios, sentimientos heroicos.

Sirva este encuentro para meditar estas cuestiones, sirva este encuentro fructífero para que emprendamos un camino sabio, inteligente, realista, a fin de alcanzar eso que ustedes plantearon, formar hombres y mujeres integrales, trasmitir valores, desarrollar seres superiores; porque nuestra historia está llena de hombres y mujeres que fueron seres superiores, y nosotros tenemos que arreglárnoslas para despertar en todos un deseo de ser seres superiores, de ser seres mejores, de ser iguales que aquellos. Necesitamos ejemplos, necesitamos paradigmas, y en nuestra historia tenemos un caudal inagotable de valores. De modo que haber traído este tema, a mi juicio, en este momento el tema más importante, tiene realmente una gran utilidad, una gran significación.

No he pretendido hablarles de todos los puntos, como ya les dije, pero me parece que este tema particular de la historia y estas ideas era necesario analizarlas y meditarlas aquí, que ustedes las mediten. Nosotros tenemos que meditar todo lo que ustedes han planteado.

He querido aprovechar la oportunidad para expresar estos pensamientos. Pienso que esta no va a ser la única vez que nos vayamos a reunir. Me parecen 10 años demasiados años, y bien arreglados estaríamos nosotros si tenemos que esperar 10 años para volver a analizar todo esto (APLAUSOS).

Vuelvo, por eso, a la idea de que reúnan el año que viene al otro contingente, pero que este constituya una representación, un comité o lo que sea. Es verdad que ustedes tienen el sindicato, pero no me estoy refiriendo a todos los profesores y a todos los maestros. El sindicato debe ayudarnos en esto, debe ayudarnos a que de una forma o de otra se organice cada contingente, y creo que cada uno debe tener una representación, un núcleo que lo represente y que ayude a mantener la cohesión de este batallón, digamos, o de este regimiento de la Revolución, que no es precisamente un regimiento de veteranos, sino un regimiento de hombres y mujeres en la plenitud de su talento, de su experiencia y de su entusiasmo revolucionario (APLAUSOS).

Reunir el año que viene, Robertico, a los otros, y que venga una representación de estos invitada (APLAUSOS). Espero que quepamos aquí, o si no nos vamos para el "Karl Marx", que todavía se llama Karl Marx y seguirá llamándose siempre Karl Marx (APLAUSOS PROLONGADOS).

Y en 1994 reunir a los miembros del tercer contingente, el compromiso es hasta ahí. En adelante los otros, a nivel por lo menos..., pero que se organicen también y tengan su representación.

Si una vez, hace 20 años, hicimos una vanguardia, vamos a hacer otra, vamos a hacer otro contingente en que el primer destacamento es este, el segundo destacamento el que le sigue y el tercero el otro, y podemos reunir 2 000 ó 3 000 gentes sabias —perdónenme ustedes que yo abuse así y pueda herir la modestia de ustedes. Vamos a reunir gente que sabe, gente que acumula experiencia, y crear un contingente de vanguardias para la escuela cubana esa de que se habla, para los objetivos esos que se han mencionado aquí, por la calidad de la educación.

Si hace 20 años se creó el destacamento y se organizó un primer contingente para extender la educación, para enseñar a esos muchachos que venían de la primaria, ahora tenemos que crear el destacamento de la calidad de la educación (APLAUSOS). No serán ustedes los únicos que trabajen en eso, pero será una vanguardia trabajando en eso, serán investigadores en su centro, donde estén, porque están en todas partes, hasta en el Partido, de modo que ejerciendo, viendo lo que ocurre en cada lugar.

¡Qué lástima que nosotros no podamos estar viendo lo que ocurre en cada lugar! Es un privilegio estar en una escuela y ver todo, y, desde luego, es un privilegio del país poder contar con esos combatientes de la calidad de la educación, con esos investigadores de lo que ocurre dondequiera que trabajen y en cualquier puesto.

Tenemos que aprovechar ese caudal de conocimientos en esta nueva era que se abre y trabajar rápido. No esperaremos que nos reunamos con el segundo o con el tercer contingente para empezar a trabajar; tenemos que empezar a trabajar desde mañana, desde mañana empezar a analizarlo todo, verlo todo, y mantener el contacto; luego, en el futuro, mantener los intercambios.

Diría que en este XX aniversario es la tarea que debemos asumir y que queremos plantearles a ustedes, que organicen un nuevo destacamento y que sean el primer contingente de ese nuevo destacamento, el destacamento de luchadores por la calidad de la educación en Cuba (APLAUSOS).

No tengo nada más que añadir, tengo que marcharme rápido ya, igual que otros compañeros que están aquí, pues vamos a asistir a una boda —boda de gente seria, que esperamos que sea duradera—, es entre un exdirigente de la FEU y una actual dirigente de la FEU. A ellos les trasladamos su boda también, no de día, sino de hora, iba a ser como a las 7:30 y se trasladó para las 9:00. Suerte que no les cambiaron el día, así que no se la pospusieron para el domingo. Tendrán una luna de miel brevísima, porque no hay tiempo para más en estos tiempos. Nos están esperando y ya yo he dicho, realmente, lo que quería decirles.

Les agradezco a ustedes y soy el que debe dar las gracias, infinitamente, por la oportunidad de este encuentro.

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos! (OVACION)

VERSIONES TAQUIGRAFICAS