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Imágenes de un abrazo universal

Date: 

13/08/2012

Source: 

Periódico Trabajadores

Author: 

Helder Beserra es brasileño, y no oculta el orgullo   de ser un hijo humilde de   Campiña Grande, en la provincia de Paraiba; pero quien tenga   la oportunidad de escucharlo apenas   después del saludo sentirá que este joven, ahora devenido bahíano, revela en los entresijos de su palabra una singular cubanía, a la vez que trasmite en cada frase la más esclarecida visión del proceso revolucionario cubano con todas sus glorias, obstáculos y yerros.   

Había venido por primera vez a Cuba en 1997, arrastrado por el torbellino antineoliberal que desencadenó la alerta de Fidel, al poner al desnudo la intención hegemónica del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Asistía así   a la cita que inició el debate sobre las estrategias que debían abrirse paso para frenar el nuevo proyecto colonial imperialista. Desde ese   momento se declaró soldado de las ideas del líder cubano en la batalla por conseguir una vida mejor para nuestros pueblos.   

“En aquel primer encuentro con esta Revolución y este pueblo, que en pleno período especial batallaba contra las escaseces sin menguar su alegría, supe que mi vida había encontrado un nuevo sentido y que defendería las ideas de Fidel y del Che hasta las últimas consecuencias, en   cualquier lugar que me encontrara.   

“La forja de mis inquietudes políticas había comenzado a hacerse coherente en Pernambuco, donde en   la década de los 80 del pasado siglo toma aliento la resistencia popular bajo la influencia y el ejemplo de Luiz Inácio Lula Da Silva, un líder sindical capaz de abrir el marco   propicio al accionar del movimiento obrero, primero, y al universo de las ideas políticas de izquierda en Brasil, años más tarde”.   

Helder es sociólogo, tiene 45 años   y está en La Habana por tercera vez   —el segundo viaje lo hizo con su antorcha para desfilar junto a los universitarios un 27 de enero en homenaje a Martí— , ahora ha traído consigo   a su inseparable Vielka Lins, mitad perfecta de toda su pasión y sueños y pieza esencial del movimiento de solidaridad con Cuba. No trajeron un   equipaje con mucho más de lo necesario, sin embargo, las 20 obras pictóricas que muestran la admiración y el reconocimiento de numerosas personalidades   de todo el mundo hacia el   compañero Fidel Castro encontraron   espacio en sus maletas. Estos cuadros, que habían servido de eje a la   XX Convención Nacional de Solidaridad   con Cuba en Brasil, muestran,   aun sin ser una obra de arte acabada —Helder es un pintor empírico— la intensidad de un compromiso latinoamericanista y de unidad revolucionaria más allá de todas las fronteras.   

“Titulé esta exposición Un abrazo universal y trato con ella de mostrar,   por un lado, el faro de esperanza que   es Cuba y el referente de dignidad   que es Fidel, el gigante americano artífice   de esta Revolución, y por otro, mostrar cómo él mismo ha abrazado con su sentido de fraternidad sin límites y su generosidad a quienes en   todos los continentes se entregan en   pro del bienestar humano”.   

En cada pieza pintada por Helder tal parece que se escucha el diálogo incisivo y vehemente del líder de la Revolución cubana cuando debate con Chávez, reflexiona con Yasser Arafat   sobre el oprobio que sufre su pueblo o medita con Evo o Frei Betto sobre la integración de América Latina.  

“No es un simple culto al hombre   excepcional; es más bien la revelación de cuanto ha significado este   eje unitario que representan Cuba y su líder. Cuando vi expuestas mis obras en la Casa de la Amistad este   agosto en que Fidel cumple 86 años, tuve la certeza de que ese mundo mejor con que él ha soñado es cada vez más posible. Lo realizado por el pueblo de esta isla tiene tal alcance   que el pensamiento universal más puro lleva hoy consigo las   marcas de su influencia. Asombra la batalla por los Cinco antiterroristas encarcelados en rejas de odio   y brutalidad y admira más aún su resistencia, capaz de hacer temblar a sus captores.   

“Considero que al honrar a Fidel   estoy reconociendo al pensamiento   de una época de la humanidad moderna; él, más que un líder político, encarna un tiempo histórico de definiciones   acerca de la posibilidad o imposibilidad de salvar al hombre   como especie. Si no se escucha la voz   de Cuba y no se imita su obra solidaria, no habrá futuro para este planeta. Sanar, enseñar a leer en los más remotos rincones de la tierra, resistir con dignidad el bloqueo más inhumano   de la historia, poner el aliento de la independencia en los montes olvidados de África, eso únicamente lo han hecho los cubanos”.